Interróguese a ciertos sedicentes "tradicionalistas", sobre qué es el modernismo, y se verá que responden cosas tales como: la lengua vernácula en la Misa, la Comunión en la mano, los curas sin sotana, las guitarras en el templo, defender la libertad religiosa, dialogar con el mundo, rezar con protestantes y musulmanes, etc. Eso demuestra que no han leído ni siquiera la encíclica "Pascendi Dominici gregis" de san Pío X, o que no la entendieron, aunque la citen a cada momento y hagan cursos "anti-progre" o vayan a conferencias "anti-progre". De este modo, confundiendo progresismo con modernismo, esos pseudo "tradicionalistas" se convierten en los primeros propagandistas de los modernistas, que siguen saliéndose con la suya. Y peor aún, hasta terminan siendo ellos mismos modernistas. Pues bien, en estas notas, a las que ahora ponemos punto final, hemos tratado de comprender cómo piensa en realidad uno de los modernistas que hoy, en la Iglesia, se está saliendo con la suya, y con gran éxito, promovido también por esos mencionados "tradicionalistas".
El lenguaje del ser en teología
----------Es en el conocimiento que el alma tiene de sí misma, en esta autoconciencia, que el alma se experimenta a sí misma por esencia sin que necesite formar un concepto, dada la reflexión del intelecto sobre sí mismo y la perfecta continuidad e inmediatez entre el pensante y lo pensado, mientras que el concepto es necesario como representación mediadora, entre intelecto y objeto externo al pensante. Pero en esta autoconciencia espontánea y originaria no aparece para nada el ser y mucho menos el ser divino, que en cambio es obtenido después que el intelecto, partiendo de la experiencia de las cosas y de la misma autoconciencia, vuelve a salir por inducción desde los efectos a la causa primera.
----------Sumado a esto, es engañoso el continuo hablar de Barzaghi sobre el "ser" sin explicar nunca qué entiende con esta palabra y limitándose a la identificación del ser con el pensamiento, lo cual ocurre solo en el ser divino y no es propiedad del ser como tal, que puede muy bien ser distinto del pensamiento.
----------Barzaghi, por otra parte, no distingue nunca el ser real del ser ideal, el ente real del ente de razón, el ente de la lógica del ente de la metafísica, el ser unívoco del ser análogo, el ser en potencia del ser en acto, el ser pensable del ser pensado, el ser uno del ser múltiple, el ser contingente del ser necesario, el ser mutable del ser inmutable, el ser eterno del ser temporal, sino que parece que el ser, para él, sea siempre y sólo el ser ideal, en acto, pensado, uno, necesario, inmutable y eterno: en suma, el ser para él es sólo Dios.
----------Y de hecho lo dice claramente: solo Dios existe. "Dios no es el primer Ente, sino el solo Ente". Ser y ser absoluto, ser y ser total, ser y ser subsistente para él son la misma cosa. El resto, como para Severino, es solo un aparecer o desaparecer del ser absoluto. El ser es el "Entero", es decir, todo el ser, mundo y Dios, idénticos entre sí como un solo y único Ser.
----------Para Barzaghi no parece existir una ente compuesto de esencia y existencia, de acto y potencia, de sustancia y accidentes, de materia y forma. No distingue lo finito de lo infinito, lo creado del creador, la causa del efecto, sino que el "ser no puede no ser", es con eso mismo uno y todo, el solo, eterno, necesario e inmutable, solo espiritual, a-espacial y a-temporal, es acto puro de ser, de pensamiento y de acción, es causa sui, una sola Sustancia, Deus sive Natura, como en Baruch Spinoza.
----------El ser de Barzaghi es el mismo ser de Parménides y de Severino: ninguna multiplicidad, ninguna diversificación, ningún devenir, sino como aparecer de lo Eterno. Todo está bien así como está, porque el ser es bueno. El mal es pura apariencia o, en cuanto existe, se identifica con el bien, como ya dijo Hegel, es bueno y eterno como el bien.
----------Dios es el único pensable y de hecho pensado atemáticamente en la autoconciencia originaria y más allá del concepto. Ahora bien, para Barzaghi, bien y mal son relativos con una oposición dialéctica. Valen solo en el ámbito de la conceptualidad, no del puro pensamiento. Dios está por encima de los conceptos.
----------Ellos constituyen sólo una "escalera" para ascender al plano de lo supra-conceptual, es decir del puro pensamiento de Dios. Cuando se llega a la cima de la escalera, es decir, a pensar a Dios, los conceptos, aunque fueran aquellos del dogma católico más sagrado, como dice Barzaghi, "explotan", como una bomba. ¡Pobres conceptos! Ya no sirven para nada. Quien disponga de la Summa Theologiae de santo Tomás de Aquino puede usarla como papel de descarte o puede quemarla como lo hizo Lutero. ¿Y qué queda? La experiencia mística supra-conceptual de Dios. La escalera debe ser tirada: ahora estamos inmersos en el Absoluto. ¿Y si queremos volver a bajar? Barzaghi no lo explica.
----------Por eso Barzaghi, más allá de la identidad del ser parmenídeo, válida en la conceptualidad, considera que para hablar adecuadamente de Dios en sentido místico, más allá del uso de los conceptos, es necesario superar el principio de no contradicción y conviene imaginar a Dios cusanamente como coincidentia oppositorum, por lo cual parece que podemos llegar a decir con Nietzsche que Dios está por encima del bien y del mal y que al mismo tiempo es fautor del bien y del mal. O bien Barzaghi sugiere imitar el lenguaje del koan Zen, usando términos sin sentido.
----------Para Barzaghi, por otra parte, no existe un mundo fuera de Dios, distinto de Dios y creado libremente por Dios, un mundo cuyo ser por participación participa del divino ser por esencia, sin por ello agregar algo a su ser, cosa evidentemente absurda.
----------En cambio, para Barzaghi el mundo existe solo en Dios idéntico a Dios. Y es creado por Dios no en el sentido que sea producido por Dios de la nada, porque para él la nada no existe, sino que ser "creado" significa simplemente dependencia formal ab aeterno, así como decimos que en un triángulo el hecho de que tenga tres ángulos iguales depende del hecho de que tenga tres lados iguales.
----------Barzaghi, considerando las cosas no como entes existentes en sí independientemente, antes, después, por fuera y por encima de nuestro pensar, sino como simplemente pensados por nuestro pensar, no se pregunta quién las ha creado. En efecto, Barzaghi no tiene la idea de Dios como causa eficiente, sino simplemente como Ser originariamente pensado por la autoconciencia y en la autoconciencia.
----------Como todo lo real, también Dios, para Barzaghi, no es más que inmanente a la conciencia y en cuanto ella es coincidencia de pensamiento y de ser y Dios es coincidencia de pensamiento y de ser, la misma autoconciencia es Dios. Así tenemos el panteísmo. Es suficiente que el hombre piense y todo está en la mente humana, porque en el pensamiento está todo, comprendido Dios.
----------Barzaghi intenta defenderse de la acusación de panteísmo afirmando: "panteísmo es esa doctrina según la cual Dios es la sustancia de todas las cosas. Evidentemente, yo no sostengo tal doctrina; es absurda y contra la evidencia" (Más allá de Dios, op.cit., pp.32-33).
----------Pero debe observarse que para que haya panteísmo no es necesario distinguir sustancia de accidentes, sino que basta confundir el ser con el ser absoluto, que es exactamente la confusión en la cual cae Barzaghi: si existe sólo el ser absoluto y el relativo se identifica con el absoluto; si el ser como ser es el ser absoluto, entonces es evidente que todo ser es el ser absoluto. Entonces, ¿cómo podría esto no ser panteísmo?
----------Si el mundo existe solo en Dios idéntico a Dios y no existe fuera de Dios, ¿cómo no sería esta la identificación del mundo con Dios? ¿Y que cosa es tal identificación sino panteísmo?
----------Barzaghi viene a hacer suya la tesis de Meister Eckhart [1260-1328], según la cual "el fondo del alma y el fondo de Dios son un solo fondo" (Más allá de Dios, op.cit., p.65), sin preocuparse en absoluto de los motivos que indujeron al papa Juan XXII [1316-1334] a condenar muchas de sus proposiciones de sabor panteísta, aunque el problema hermenéutico ciertamente está vivo, lo que lleva a pensar que se trate más bien de un lenguaje imprudente que de ideas equivocadas. La mística no es una excusa suficiente cuando se superan los límites de la moderación y de la precisión conceptual.
----------También Dios está incluido en el pensamiento humano. Y he aquí por lo tanto el más puro gnosticismo. El ser divino no trasciende en absoluto el pensamiento humano, sino que está incluido en él, porque Dios no existe en sí fuera de mí, por encima de mí, sino que existe en cuanto pensado por mí. Dios ciertamente es infinito, pero precisamente nuestro pensar es pensar el Infinito, por lo cual Barzaghi no tiene ninguna dificultad en englobar en sí mismo el Infinito.
----------La finitud de nuestro pensamiento no es un límite infranqueable, sino que nuestro pensamiento tiene la fuerza titánica de ultrapasar todo límite y de infinitizarse a sí mismo, de hecho ya de por sí es infinito. Quien lo plantea limitado, no se da cuenta del poder ilimitado del pensamiento.
----------El pensamiento originariamente absoluto se oculta en lo humano, pero no se niega a sí mismo. Es necesario entonces que nosotros, los hombres, si queremos desarrollar al máximo las posibilidades de nuestro pensar, superemos los límites psicológicos del pensar y redescubramos el puro pensar originario en su carácter absoluto e infinito.
----------La gracia y la fe son categorías antropomórficas y psicológicas para representar esta elevación de nuestro pensar desde la apariencia a la realidad, desde lo finito a lo infinito, desde lo relativo a lo absoluto. Nuestro verdadero ser no es el ser humano, sino que es el ser absoluto, es Dios. Como dice Hegel, la serpiente, cuando dijo lo que ha dicho a nuestros primeros progenitores: "seréis como Dios", nos ha dicho la verdad. Se necesitará decir entonces, en coherencia con estas premisas, que no es Cristo, sino el demonio quien nos revela la verdad sobre Dios.
----------No existe, como cree Barzaghi con los idealistas, un "yo trascendental". El espíritu, la autoconciencia, el intelecto no es un trascendental, sino un ente categorial, sujetado en la categoría de la sustancia espiritual, alma, ángel y Dios.
----------Es cierto que existe el verdadero trascendental, indudablemente relativo al espíritu pensante y cognoscente. Pero se trata del ente en cuanto verdadero, manifestable al intelecto o manifestado por el intelecto en el pensar. Y, sin embargo, se trata de la verdad del ente. Y por eso es un trascendental. Pero si consideramos la verdad del pensamiento y del conocer, ella es propiedad del yo o del espíritu, que es un categorial y no un trascendental. Admitir un yo trascendental significaría transformar el ser en ser pensado.
La mirada de Dios
----------Es obvio que Dios, viendo el mundo como nosotros vemos el mundo en su objetividad de realidad externa, tiene una mirada sobre el mundo que es diferente a nuestra mirada. En esto, Barzaghi tiene perfectamente razón. Pero, ¿en qué convienen y en qué se diferencian? Tanto nosotros como Dios vemos el mundo ante nosotros (ob-jectum), como realidad externa al yo. Pero Dios, que lo ha creado, lo comprende en cuanto es inteligible. En cambio, nosotros siempre lo entendemos en parte, aunque progresando continuamente en su conocimiento. Este es el trabajo de la ciencia.
----------Indudablemente Dios ve el mundo frente a Sí, pero no del mismo modo con el cual nosotros lo vemos frente a nosotros. Nosotros lo vemos como ya dado, como prerrequisito a nuestro pensarlo e independiente de nuestro pensarlo. Para conocerlo debemos adaptar nuestro intelecto a su realidad objetiva. En cambio, para Dios, las cosas no son así. Dios ve el mundo sí frente a Sí, pero así como un artista vería su obra.
----------Por lo tanto, lo ve no como algo que preexiste a Él e independientemente de Él, porque lo ha creado Él y, por lo tanto, como la realización de una idea que ha querido Él, para la cual la verdad de su conocer el mundo no está dada, como para nosotros, por nuestro adecuar el pensamientos a la realidad del objeto, sino por el hecho de que Dios constata que el mundo en su realidad es adecuado a la idea que tenía de él.
----------Pero hay otra consideración que hacer, y es aquella sobre la cual Barzaghi centra en particular su atención. Y es que el mundo existe en sí mismo fuera de Dios porque antes de ser creado ya existía en Dios, pensado, ideado, proyectado y querido por Dios e idéntico a la esencia de Dios (como explica santo Tomás en la Sum. Theol., I, q.15).
----------En tal sentido, se puede decir ciertamente que el mundo es idéntico a Dios sin ser panteístas. En efecto, el panteísmo confunde a Dios y el mundo que está fuera de Dios. En cambio, aquí se trata del mundo que existe ab aeterno en la esencia divina. De esto Barzaghi tiene perfecta claridad y en tal sentido tiene razón al decir que todo es eterno y que todo está bien así como está.
----------Su error es no reconocer que existe también el mundo fuera de Dios, porque teme que esto comprometería el carácter absoluto de Dios. Pero basta responder que el mundo no tiene ningún derecho a completar a Dios, sino que el mundo es todo relativo a Dios y que la relación de Dios al mundo, como reconoce justamente Barzaghi, es una pura relación de razón.
----------¿Cómo puede el mundo estar en Dios y fuera de Dios? Por una parte, Dios es simplicísimo; y por otra parte, en base al principio de causalidad, sabemos que el efecto está virtualmente precontenido en la causa, como el feto en el seno de la madre. Por eso, en base a la simplicidad divina, debemos decir que en la esencia divina entre la esencia divina y el mundo en la esencia divina, no hay distinción real sino sólo nocional. Y en base al principio de causalidad debemos decir que el mundo está precontenido en Dios su creador.
----------Sin embargo, una cosa es la existencia del mundo en Dios y otra cosa es el hecho de que Dios, como nosotros, ve el mundo fuera de Sí. Dios ve el mundo en la esencia de Dios y también lo ve en sí mismo fuera de Dios. Ahora bien, el mundo que Dios ve en la esencia de Dios se identifica con el existir de Dios mismo. Aquí Barzaghi tiene razón. Donde se equivoca es en el hecho de que él no reconoce el mundo existente fuera de Dios, que es ese mundo que vemos nosotros y Él como puesto frente a nosotros y a Él. Pues bien, Barzaghi, engañado por los idealistas, quisiera negar que nosotros pensamos el mundo como externo a nuestro pensar y quisiera identificar nuestro pensar el mundo al modo con con el cual Dios lo piensa inmanente en la esencia divina, cuando el saber mismo que Dios tiene del mundo es un saber del mundo ante Dios mismo y, por tanto, externo a nosotros y a Dios.
----------Un idealista como Barzaghi, que identifica el pensar con el ser, no encuentra dificultad en identificar el ser del mundo en Dios con el hecho de que Dios ve el mundo en el ser divino. En cambio, no llega a comprender cómo, siendo el acto del pensar distinto de la realidad pensada, el mundo creado, para nosotros y para Dios, está delante en su realidad objetiva, distinto del acto con el cual lo pensamos nosotros y Dios.
----------En cuanto al objeto del conocer, para Barzaghi, son los entes determinados. Es también Dios, pero en cuanto es conceptualizado en la teología natural, en la revelada y en el dogma. Sin embargo, él cree que al concebir a Dios, nosotros lo relativizamos. Por eso, según él, el nombre mismo "Dios" denotaría esta relativización. Entonces él propone usar otro término, "Absoluto", que nos permitiría expresar mejor quién es Dios que la misma palabra "Dios".
----------En efecto, el Absoluto sería captado por el yo trascendental o por la autoconciencia preconceptual, a diferencia del Dios que sería captado por el concepto. Pero, ¿quién aceptará la propuesta de Barzaghi, que lo lleva a usar la expresión extremadamente ofensiva "más allá de Dios" ("oltre Dio"), puesta incluso como título a uno de sus libros?
----------La noción de absoluto es ciertamente importantísima e inevitable. Todos buscamos un absoluto. No podemos prescindir de él, so pena de la extinción del pensamiento y la condición abúlica de la voluntad o incluso la muerte psíquica. Pero no todos buscan a Dios. Que Dios sea el verdadero Absoluto, no hay duda. Pero no está dicho que para todos lo absoluto sea Dios, porque muchos pueden absolutizar lo relativo.
----------Pero cuando escuchamos la palabra "Dios", todos sabemos lo que quiere decir, aún cuando es difícil aclarar su significado, incluso si tenemos un concepto defectuoso de Dios, incluso si no creemos en Dios. Si por lo tanto Dios es el primum Ens, el summum Bonum, el Ens perfectissimum et altissimum, id quo nihil maius cogitari potest, ¿qué podría haber más allá de Dios?
----------Notamos, por otra parte, que para Barzaghi, como para Hegel y Rahner, el hombre piensa siempre a Dios al menos inconscientemente y atemáticamente en todo lo que piensa. O piensa a Dios o no piensa. Pero en tal modo Barzaghi no llega a comprender cómo sea posible el pecado. En efecto, el pecado está dado por el hecho de que el pecador aparta la mirada de Dios y de su ley. A menos que Barzaghi piense que Dios quiere el pecado. Aquí Barzaghi se ve envuelto en un dilema irresoluble.
----------Otra cosa a tener en cuenta. En el intento de convencernos de que nuestro originario y más elevado pensar no es el saber conceptual teológico basado en el realismo tomista, sino el saber absoluto del Absoluto, saber consciencial preconceptual y supraconceptual de tipo experiencial e inefable, Barzaghi juega deslealmente con el concepto de la "mirada de Dios", concepto en sí mismo elevadísimo, que está en la base no solo de la doctrina acerca de la ciencia divina y de las ideas divinas, sino también de la posibilidad y de la realidad de la revelación cristiana y, por lo tanto, del conocimiento de Dios, del hombre y del mundo garantizado por la fe teologal.
----------Es correcto distinguir el punto de vista de Dios del punto de vista del hombre y distinguir lo que el hombre sabe de Dios en base a la razón de lo que sabe en base a la fe. Sin embargo, una cosa es tener la ciencia de Dios y otra cosa es participar en la ciencia de Dios.
----------En la revelación cristiana Dios ciertamente nos expone mediante la doctrina de Cristo y el Magisterio de la Iglesia, su punto de vista sobre Sí mismo, sobre nosotros, sobre el mundo y sobre cómo podemos alcanzar en Él la salvación. Nos revela lo que sabe de Sí mismo, de nosotros y del mundo, en modo tal que nosotros podamos considerar el mundo, a nosotros mismos y a Él con su misma mirada.
----------Para poder proporcionar nuestro ojo a lo que Dios ve de Sí mismo y a cómo Él nos ve a nosotros y al mundo, está claro que Dios de algún modo diviniza nuestro ojo con ese saber sobrenatural que aquí abajo es la fe y en el cielo es la visión beatífica. Pero no debemos exagerar el alcance y el poder de esta nueva visión que Dios nos concede hasta el punto de hacerla aumentar tanto como para emparejar la visión divina, como lo hace Eckhart, citado con aprobación por Barzaghi: "El ojo en el cual veo a Dios es el mismo ojo en el cual Dios me ve: mi ojo y el ojo de Dios no son sino un único ojo, una visión, un conocimiento, un amor" (Más allá de Dios, p.27).
----------Esto quiere decir, en lenguaje popular, disparar munición gruesa. La mística no justifica los despropósitos, de lo contrario, ella, que debería ser expresión de humildad, acaba favoreciendo la soberbia. Es ya mucho que Dios nos done el lumen gloriae; contentémonos con ello. Es absurdo pensar que Dios pueda comunicar su propio saber a la creatura. Se trata solamente de una luz sobrenatural, que participa del ver divino, como puede convenir a una creatura, que no puede presumir en el saber de estar a la par de Dios, dado que Dios es uno solo y, por omnipotente que sea, no puede duplicarse a sí mismo.
----------Dios nos comunica de todos modos lo que Él sabe de Sí mismo, de nosotros y del mundo. Pero esto no quiere decir que nosotros adquiramos sic et simpliciter la ciencia divina. Simplemente, por gracia y en la fe, nos vuelve partícipes de ella, dado que por la limitación de nuestro intelecto, nosotros somos sí elevados a un saber sobrenatural, conocemos sí aquello que con la sola razón no hubiéramos nunca podido saber, conocemos sí lo Absoluto, lo Infinito y lo Eterno, pero en modo relativo, finito y temporal. Sí, tenemos la esperanza de ver la esencia divina en el cielo sin concepto, pero incluso en el cielo la infinitud de la esencia divina excederá infinitamente cuanto de ella podamos ver con nuestro limitado intelecto, aun cuando será elevado por el lumen gloriae.
----------Pero debemos afirmar claramente que no existe absolutamente ningún conocimiento teológico ni experiencia mística sin concepto. La conciencia originaria preconceptual o metaconceptual, el yo trascendental de los idealistas, de Barzaghi y de Rahner, no existen Son una invención de su imaginación ampliada por la hinchazón del cogito cartesiano.
----------Pero luego Barzaghi confunde el mundo en cuanto preexistente en Dios y en cuanto ideado por Dios e idéntico a su esencia, con el mundo existente en sí como realidad externa a Dios, cognoscible por nosotros así como Él lo conoce. En efecto, Barzaghi no admite un mundo externo a Dios, porque eso significaría agregar algo a Dios, cosa evidentemente absurda.
----------Pero no hay necesidad de admitir tal absurdidad para reconocer que el mundo no es Dios y existe distinto de Dios. Basta distinguir el ser por participación, propio del mundo, del ser por esencia, propio de Dios. Pero lamentablemente Barzaghi no reconoce esta distinción: para él el ser es uno, absoluto, indivisible, total, imparticipable y basta.
----------En estos escritos de Barzaghi falta la categoría de la participación; falta el razonar analógico y por eso falta la percepción de los grados del ser y del pensar. Y esto a causa de su concepción del ser y del pensamiento idéntico al ser.
----------Ser y pensamiento ciertamente son idénticos en Dios, pero solo en Él, ciertamente no en el hombre. Y en todo caso, si en Dios no hay distinción real entre su ser y su pensar, así como entre su ser y su ser pensado, queda siempre que incluso en Él la noción de ser es distinta de la noción de pensar.
----------Es interesante confrontar la gnoseología teológica de Giuseppe Barzaghi con la de Karl Rahner. Tienen entrambas su origen en el cogito cartesiano y por lo tanto son entrambas idealistas, con resultado panteísta, con la diferencia de que mientras el panteísmo barzaghiano es de tipo eternalista, porque tiene origen en Parménides a través de Severino, el panteísmo rahneriano es de carácter historicista, y se asemeja al de Gentile, porque ambos derivan de Hegel, quien a su vez retoma a Heráclito.
----------La experiencia mística cristiana no conlleva en absoluto la "explosión" de los dogmas, como dice Barzaghi, sino que, por el contrario, los presupone rectamente entendidos, debidamente interpretados, diligentemente conservados y amorosamente recibidos en las manos seguras de la Santa Madre Iglesia, "columna y fundamento de la verdad" (1 Tm 3,15). Ella no es otra cosa que el estado emotivo del encendido del corazón, ardiente por haber sentido y gustado (Sal 34,9) la Palabra de Dios (Lc 24,32).
----------Una experiencia mística que no se base en el concepto de razón o de fe, no es experiencia del Absoluto, sino que es el nihilismo desesperado de una mente insensible y adormecida por las drogas o por la lujuria sexual o por la demencia total.
La grandeza del filósofo
----------Barzaghi confunde la sabiduría con la genialidad. La sabiduría es tener sabor de Dios. La genialidad es intuición sorprendente de lo divino. La grandeza de un filósofo no está dada por la genialidad, sino por la sabiduría. Indudablemente sabiduría y genialidad indican y manifiestan una inteligencia excepcional, superior, sorprendente, intuitiva, aguda, sutil, profunda, entusiasmante, apasionante, capaz de atraer la atención de muchos y de sondear el misterio.
----------La genialidad es un don natural que no es fin en sí misma, sino que está al servicio de la sabiduría y de la ciencia, sobre todo la metafísica y la teología. En cualquier modo, la genialidad no es estrictamente necesaria al filósofo, como sí lo es en cambio la sabiduría.
----------Para la adquisición de la sabiduría es suficiente una inteligencia común, de buen sentido común, pero honesta, no doble, una inteligencia humilde, modesta, dócil a la realidad, pero también emprendedora, metódica, ordenada, razonadora, capaz de autocrítica, constante, abierta a lo nuevo, dueña y señora de las pasiones.
----------El filósofo -y aquí Barzaghi tiene razón- debe educar gradualmente al hombre a pasar de una visión ingenua, infantil, tosca, simplista e inmadura de la realidad, que tiende a reducir lo inteligible a lo imaginable, que no distingue la apariencia de la realidad, víctima de fáciles prejuicios e ilusiones, un hombre que tiende a hipostasiar, reificar o cosificar o a dar cuerpo a los productos de su imaginación, a una visión rigurosamente y sanamente crítica del propio yo, de las cosas materiales y espirituales, humanas y divinas, naturales y sobrenaturales.
----------Debe conducir al hombre, argumentativamente mediante el uso de la lógica y de la dialéctica, a una toma de conciencia de la verdadera dignidad del conocer sensible e intelectual, del pensar, del razonar y del saber.
----------Es decir, debe guiarlo a una visión concienzuda y reflexiva, crítica, juiciosa y evaluada, que confirma como cierto el realismo gnoseológico espontáneo de la inteligencia y sus evidencias originarias y primarias del sentido y del intelecto, para las cuales es evidente la existencia de una realidad externa y nuestro consecuente deber moral, siempre falible, de adecuar a ella nuestras ideas y nuestros juicios, y de expresar lealmente y sin ambigüedad en el lenguaje cuanto nuestra razón ha logrado concebir de la esencia de las cosas materiales y espirituales, hasta la esencia y los atributos de Dios.
Las consecuencias morales del cogito cartesiano
"Seréis como Dios, conocedores del bien y del mal" (Gén 3,5)
----------En nuestra vida, Dios nos somete a todos a una elección radical: o lo elegimos a Él ordenando a Él nuestro yo, o bien absolutizamos nuestro yo, elegimos nuestro yo y lo sustituimos a Él como sumo bien y fin último de nuestra vida. El primer camino conduce al paraíso del cielo, el segundo al infierno. Pero quien hace la mencionado sustitución, lo hace voluntariamente porque así le place a él. Sabe que está haciendo "un inútil esfuerzo", el Trieb, del cual habla Fichte, sabe que será humillado y que está destinado al sufrimiento eterno, pero no le importa: es feliz así. Barzaghi llama "melancolía" a este estado de ánimo, que él describe así con efectistas palabras en forma poética al final de su trilogía sobre el pensamiento. Después de haber descripto el placer de pensar, agrega:
----------"Es belleza que destruye y repara la brecha del rostro humillado y firme", mejor sería decir: obstinado "en el inútil esfuerzo" de querer ser como Dios "de un estupor alado", el vuelo de Ícaro. "Melancolía ya sonríe feliz". Nietzsche decía: "es necesario danzar en el infierno". Quien esté satisfecho, disfrute, decía mi madre.
----------Tanto en el paraíso del cielo como en el infierno disfrutamos de lo que hemos querido y por lo cual aquí trabajamos. Y en cuanto nuestra voluntad ha obtenido lo que quería, es feliz. Pero hay una diferencia, que mientras en el paraíso del cielo tendremos un gozo purísimo sin sombra de sufrimiento, en el infierno el placer de haber hecho la propia voluntad va acompañado de la eterna infelicidad de haber fallado por soberbia la propia vida. Y esta es la melancolía: el placer de haber hecho la propia voluntad junto al sufrimiento de haber perdido para siempre por culpa nuestra un bien que ya no podemos recuperar.
----------El idealista parece proponer una concepción elevadísima y profundísima del hombre, muy por encima de la concepción común, vulgar, banal y empírica del hombre como animal racional, concepción buena para la vida cotidiana, la técnica, la mezquindad política y las ciencias empíricas, pero que ignora completamente la real dignidad y las reales posibilidades del hombre.
----------Ahora bien, en cambio, el filósofo, para los idealistas, revela al hombre común lo absoluto, lo infinito, lo eterno, lo divino, que se esconde en lo íntimo de su yo empírico, en modo tal que este yo toma conciencia del hecho de que su yo profundo, auténtico, atemático, preconceptual, concienzudo y originario es el mismo Ser uno, acto puro, pensamiento subsistente, absoluto, eterno, omnipotente, verdad y libertad absolutas, misterio inefable, bienaventuranza infinita.
----------En tal modo, el pobre simplón que lo escucha, no carente de un secreto vago deseo de grandeza y del querer sacudirse todo yugo moral, quedando boquiabierto delante de la genialidad del filósofo, se convence de ser efectivamente este Ser absoluto, y acaba por rechazar el concepto de un Dios trascendente, tosca y burda causa del mundo, un Dios cuya existencia puede ser demostrada por el animal racional.
----------El pobre tonto se cree así capaz de superar todos los límites y volar libremente y eternamente con el pensamiento y la acción en los espacios infinitos del ser y del pensamiento. Pero, si él abre los ojos y es honesto consigo mismo, las consecuencias morales de su modo de pensar no tardan en hacerse sentir, como amargamente decepcionantes y de hecho trágicamente desastrosas, siempre que quiera con humildad y coraje liberarse del maleficio del cual es víctima: la pretensión de sustituirse a Dios puede dar al inicio una cierta embriaguez, como les ocurrió a Adán y Eva. Pero luego, como es bien sabido, la cosa terminó mal. Ellos descubrieron que estaban desnudos y que tenían necesidad de un Dios que tuviera piedad de ellos.
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