sábado, 2 de octubre de 2021

La ambigüedad en el pontificado de Francisco (2/4) La duplicidad, la hipocresía, y sus riesgos en la Compañía de Jesús

El elenco de frases problemáticas del papa Francisco, que ayer he ofrecido (de modo muy resumido, por cierto) nos pone frente al tema que nos interesa en esta serie de notas en las que tratamos de analizar su pontificado centrándonos en su frecuente ambigüedad expresiva. Vengamos hoy, entonces, a intentar describir de modo más concreto las ventajas y dificultades derivadas del primer Papa jesuita.

La ambigüedad del lenguaje es signo de hipocresía
   
----------A la persona doble o inclinada a la duplicidad, la firmeza le parece rigidez, la tenacidad le parece obstinación, la certeza le parece dogmatismo, la constancia le parece terquedad, la evidencia es pura apariencia, la fidelidad le parece conservadurismo, la afirmación de la verdad le parece presunción, la condena del error le parece violencia, la ambigüedad y la ficción le parecen prudencia y sabiduría.
----------Dijo Nuestro Señor Jesucristo: "Sed sncillos como las palomas, prudentes como las serpientes" (Mt 10,16). Es necesario defendernos de los engañadores y de los impostores. Actuando ante ellos siempre con honestidad, sin embargo, nuestro lenguaje debe ser cauteloso y mesurado, tal como para no dejar fisuras abiertas por las cuales pueda entrar el enemigo, tal como para no poder ser instrumentalizados y tal como para revelar sus engaños y ponerlos delante de sus responsabilidades. Es necesario aprender un lenguaje tal como para poder escapar de las insidias y de las tramas del enemigo; ser simples sí, pero debemos evitar esas ingenuidades, de las cuales el enemigo podría servirse para humillarnos.
----------Precepto similar al anterior es el siguiente: "Con el hombre puro tu serás puro, con el perverso tú serás astuto" (Sal 18,27). Cabe hacer aquí una importante distinción. Existe una astucia honesta, distinta de la astucia deshonesta, típica del lenguaje doble. La astucia en general es el movimiento ingenioso y sinuoso con el cual ideamos expedientes efectivos para sustraernos de la vista del enemigo, para ponernos a reparo de sus ataques, para desconcertarlo o asustarlo, para desviar su indagación, para hacer fracasar sus planes, para amortiguar los golpes y golpearlo sin que se de cuenta, para constreñirlo a neutralizarse con sus propias manos. Gran habilidad es hacer de modo que el enemigo se refute a sí mismo.
----------La mencionada distinción es fácil de comprender: la astucia es honesta cuando su propósito es honesto. De lo contrario, es deshonesta. La astucia honesta es aquella que sabe desvincularse de los lazos del perverso, escapar de sus insidias, sustraerse a sus abusos, esquivar sus trampas.
----------El riesgo de ser malinterpretado está siempre presente en nuestro hablar. Por eso, buena norma de la sabiduría tradicional es la de hablar poco. En algunos institutos monásticos, como sabemos, incluso está en vigor la regla del silencio. Hoy no nos damos cuenta de que es muy fácil pecar en el hablar.
----------En nuestros tiempos, se exalta demasiado la comunicación verbal, creyendo que ella sea por sí sola y automáticamente signo de sociabilidad y fraternidad. Lo que cuenta, en cambio, no es tanto la cantidad de las palabras, sino la calidad, que debe ser estudiada con atención, no tanto en la elegancia de la forma o del estilo (no es obligación para todos expresarse como Miguel de Cervantes Saavedra o como Leopoldo Lugones), sino más bien en su sinceridad, precisión, propiedad y apego al pensamiento.
----------Por eso el Salmo dice: "los dichos del Señor son puros, plata refinada en el crisol, purificada en el fuego siete veces" (Sal 12,7). No sin razón el lenguaje diplomático y curial civil y eclesiástico está muy estudiado, precisamente a fin de que sea agradable, respetuoso, rectamente interpretado y no ofensivo para el oyente. La diplomacia es caridad, como decía san Juan XXIII, hombre de humildísimo origen montañés, pero que fue hábil diplomático de la Santa Sede por ningún otro motivo sino para ejercitar la caridad.
----------Por consiguiente, es necesario estar dispuestos a corregir una palabra equívoca o no perspicua, o que imprudentemente se nos haya escapado de la boca. Necesitamos explicarnos mejor, si nuestras palabras suscitan asombro o perturbación. Debemos pedir perdón por las palabras fuera de lugar, aún también si fuéramos el Papa. Y es necesario aprovechar de la escritura para limar lo máximo posible nuestras palabras, para que sean sinceras, fieles adherentes a nuestro pensamiento, y edificantes. Experimentar gusto en el escandalizar al prójimo con nuestras palabras es signo de ánimo mezquino y cruel.
----------Recordemos que Nuestro Señor Jesucristo es severo contra quien peca en el hablar: "Os aseguro que en el día del Juicio, los hombres rendirán cuenta de toda palabra vana que hayan pronunciado. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado" (Mt 12,36-37).
----------La hipocresía es un vicio grave, contra el cual Jesús en el Evangelio polemiza en modo particularmente áspero y severo, incluso amenazando el castigo infernal. Cristo, que es siempre tan misericordioso con todos, sin embargo es particularmente severo contra los hipócritas, los cuales, por lo demás, en el Evangelio no dan signos de arrepentimiento, sino que son precisamente aquellos que procurarán la muerte de Cristo.
----------Ahora bien, aclarados los anteriores presupuestos, vengamos a nuestro tema. El papa Francisco es el primer jesuita en ascender al solio pontificio. Vemos en él los méritos pero también los defectos de una cierta espiritualidad ignaciana. En este artículo me gustaría detenerme en un defecto por todos conocido, tanto que incluso ha dado lugar a una entrada en el diccionario, por ejemplo el antiguo diccionario enciclopédico de Montaner y Simon, el cual bajo la palabra "Jesuita", después de haber citado naturalmente al miembro de la Compañía de Jesús, añade sin embargo: "(fig. y fam.) Hipócrita, solapado. Dícese de la persona que tiene una astucia particular para manejar los negocios del modo más favorable a sus intereses". Y el mismo diccionario insiste en la voz "Jesuítico", definiéndola: "(fig. y fam.) Disimulado, solapado".
----------El papa Francisco debería darse cuenta de que con su ambigüedad de lenguaje pierde la estima de los buenos fieles, favorece dentro y fuera de la Iglesia a las personas dobles, no procura nuevos fieles a la Iglesia y hace disminuir a los que ya estaban, porque el hombre honesto no católico no puede sentirse atraído por una Iglesia cuya cabeza da pruebas de duplicidad, mientras que quien está adentro ya no se encuentra a gusto en una Iglesia donde reina la hipocresía en muchos de sus miembros.
----------Muchas veces se le ha señalado al Papa este defecto, que no compromete absolutamente su infalibilidad como Maestro de la Fe, aunque en algunos crea dudas sobre ella; aunque esta observación tenga un carácter exclusivamente moral y pastoral. Pero lamentablemente no parece que el Papa escuche este luminoso consejo, que, si lo escuchara, serviría para asegurar que no sea causada deshonra o irreverencia a la autoridad, limpidez y dignidad evangélicas de su altísimo ministerio, consejo que le llega de los católicos honestos (aún cuando la duplicidad de los otros, la de los modernistas, parece que le va siempre bien).
----------No es fácil entender por qué el papa Francisco no se haya corregido ya de este defecto a su avanzada edad, y continúa cada tanto saliendo con frases ambiguas en materia de fe o de moral. Quizás es un vicio arraigado, del que no logra deshacerse. Quizás, víctima de una formación jesuítica incorrecta y, por tanto, aceptado por sus amigos y devotos, no se da cuenta del todo. Sea como sea, no debemos hacer de ello una cuestión de principio; aceptemos al Santo Padre en su humanidad, sin erigirnos en jueces y pensemos ante todo que nosotros también somos pecadores, aceptémoslo tal como es, cerremos un ojo o, como suele decirse, hagamos la vista gorda, y apreciémoslo en sus aspectos positivos.
----------Sin embargo, sigue siendo cierto, al menos a nivel de principios, que incluso de la ambigüedad del lenguaje y de la hipocresía, como de todos los vicios, es posible corregirse, curarse, siempre que se quiera, por supuesto, y que se de a la propia relación con la realidad y con la verdad una orientación honesta, realista, coherente, directa y decidida, sin vacilaciones e incertezas, a costa de todo sacrificio y renuncia. Porque el hombre está hecho para la verdad y el llamado de la conciencia no cesa. Es necesario, entonces, vencer la astucia y el orgullo, renunciar a la ambición del éxito y al deseo de prevalecer sobre los demás, alejarse del pecado que cohonesta la duplicidad, y escuchar la voz de la conciencia
   
En qué consiste el vicio de la duplicidad, y cuáles son los remedios
   
----------Aparte de la referencia particular al Romano Pontífice, lo que quisiera poner en evidencia son las características de esa duplicidad, que hoy es un vicio muy difundido. Veamos en qué consiste la ambigüedad del lenguaje y cuáles son las causas. Como ocurre con todas las enfermedades del espíritu, para curarla, es necesario eliminar las causas. El término hipocresía implica un juzgar oculto o escondido: ypò-krino = juzgo-bajo. El hipócrita es aquel que sustituye la sencillez o simplicidad del juzgar ("simple como una paloma") por un juicio doble o desdoblamiento del juicio: un juicio oculto, que permanece en lo íntimo de la mente y un juicio proferido al exterior acerca de la misma materia, pero en forma contradictoria, un juicio que está en contradicción con lo que realmente es pensado. En el juicio oculto está lo que realmente pienso; en el juicio externo lo que parezco pensar y lo que doy a entender que pienso, ya sea una simulación o ya sea un disimulo, y por lo tanto la mentira, si mentira es no decir la verdad.
----------El hipócrita finge un comportamiento virtuoso según el paradigma socialmente aceptado o propuesto por el ambiente de su tiempo o de su clase social. No busca la gloria que viene de Dios, sino la que viene de los hombres. También aquí su juzgar es doble: manifiesta exteriormente un juzgar moral que agrada al ambiente humano o social, pero interiormente sus intenciones son las de afirmarse a sí mismo y su propia voluntad. La raíz de la hipocresía, como para todos los vicios, es la soberbia, por la cual el hombre no juzga ser bueno lo que es verdaderamente bueno, sino lo que corresponde al pecado al está está apegado.
----------El hipócrita no se orienta coherentemente a Dios solo como a sumo bien, fin último, sino que pone al mundo o a sí mismo al lado de Dios y a la par de Dios, en tal modo que la dirección de la vida del hipócrita se duplica: el hipócrita viene a servir a dos señores: a Dios y al mundo. Y de ahí la duplicidad y la ambigüedad del juzgar, que son propias del vicio de la hipocresía.
----------La duplicidad y la ambigüedad del lenguaje surgen de la voluntad de servir a dos señores: Dios y el propio yo. De ahí un lenguaje que pueda ser interpretado en doble sentido: ya sea como servicio al yo o como servicio a Dios. No se trata de servir la Iglesia, sino de servirse de la Iglesia no por lo tanto para el éxito de Dios sino para el propio éxito, fingiendo trabajar para Dios y para la Iglesia.
----------La persona ambigua o doble reduce el aut-aut al et-et: no sabe decir un sí absoluto a Dios, sino que navega y oscila entre Dios y el mundo o el propio yo: no opta por el sí en la exclusión del no, sino al mismo tiempo el sí como el no; no lo verdadero en la exclusión de lo falso, sino tanto lo verdadero como lo falso. De ahí la ambigüedad de su juzgar. Entre el sí y el no admite un tercero: el sí-no. Su juzgar puede ser sí, pero también puede ser no. Lo falso deviene diferente y lo diferente deviene falso. En tal modo, lo malo deviene bueno y en lugar del encuentro con el otro, surge la facciosidad, el sectarismo.
----------En el hipócrita falta el amor por la verdad a causa del amor por el pecado, al que está apegado el hipócrita, como dice Nuestro Señor Jesucristo: "el que hace el mal odia la luz y no viene a la luz para que no sean reveladas sus obras" (Jn 3,20). La duplicidad del juicio nace del hecho de que el hiócrita finge amar la verdad elaborando una doctrina que justifica su pecado. En tal modo, lo que dice parece cierto pero no lo es. Oculta el juicio falso bajo un juicio exterior aparentemente verdadero.
----------Vale tener en cuenta que la duplicidad del lenguaje puede surgir de una carencia de solución intelectual acerca de la existencia de la verdad. En estos casos, el intelecto está obsesionado con el miedo a equivocarse y a estar casi constitutivamente en el error: en el fondo y básicamente, se cree que la realidad, la "cosa en sí", es inalcanzable y no podemos conocer lo real fuera de nosotros tal como es.
----------Hay estudios recientes que parecen demostrar, con argumentos que yo veo muy convincentes, cómo en su juventud el padre Jorge Mario Bergoglio, al darse cuenta de este vicio propio del idealismo alemán, reaccionó vigorosamente con una fuerte afirmación de realismo gnoseológico. Me temo, sin embargo, que después él haya permanecido en alguna medida infectado por la duplicidad hegeliana, estructurada en la famosa dialéctica de la contradicción y del tercero incluido, la llamada "síntesis de los opuestos".
----------El Evangelio, en cambio, es clarísimo al excluir absolutamente cualquier tipo de duplicidad, ambigüedad, hipocresía y doble juego. Por ejemplo, los discípulos de los fariseos junto a los herodianos interrogaron a Jesús de una manera aparentemente sincera e inocente acerca del deber o no de pagar el tributo al César, pero en realidad con la intención de cazar a Jesús en falta, porque, en sus cálculos, previeron que, de cualquier modo que Jesús hubiera respondido, habrían encontrado la oportunidad de acusarlo (Mt 22,17).
----------Similar hipocresía demuestran sus adversarios, cuando Nuestro Señor les plantea la pregunta acerca de dónde venía el bautismo de Juan, si venía del cielo o si venía de los hombres (cf. Mc 11,30). Ellos sabían muy bien que sin importar cómo respondieran, Jesús los habría atrapado con las manos en la masa. Pero, para no quedar expuestos tal como ellos eran, dicen falsamente que no lo saben.
----------Todo esto nos enseña que el lenguaje del cristiano tiene el supremo deber y el divino poder (dado por gracia) de ser honesto e inequívoco. Es sumamente importante y necesario para la salvación expresar con precisión y claridad el contenido del dogma de fe, es decir, el contenido de la interpretación eclesial de la Palabra de Dios y de la herejía (que es la falsificación del dogma o de la verdad revelada).
----------Dios concede a todo sacerdote, especialmente si está dedicado a la predicación o a la enseñanza académica de la teología, esta claridad de ideas, esta facultad de discernimiento y de juicio, esta luminosidad y persuasión de la enseñanza y esta claridad de expresión, si pide todo ello con humildad y piadosamente.
   
El jesuita debe vigilar contra la tendencia a la duplicidad
   
----------El ideal ignaciano ha nacido en un momento de la Iglesia, en el cual existía una extrema necesidad: una milicia de apóstoles en obediencia al Papa para defender y proteger a la Iglesia de la insidia luterana y reconducir al redil las ovejas dispersas por obra de Lutero, una milicia de defensa y de ataque, formada por audacísimos soldados, dispuestos a dar la vida por la causa de Cristo bajo las órdenes del Papa.
----------Efectivamente, en aquel tiempo era necesario añadir a la obra de los Dominicos, predicadores de la verdad teológica, pero menos dotados en la praxis pastoral eclesial, una milicia experta en la praxis eclesial, aunque menos dotada en la especulación teológica. De hecho, el problema planteado por Lutero no afectaba tanto a la doctrina, como había sido en el caso de otros herejes, sino a la vida y a la organización de la Iglesia, que fue sacudida desde sus cimientos y deformada por la falsa reforma luterana.
----------Por consiguiente, se necesitaban hombres de acción organizados, disciplinados, decididos, astutos contra un enemigo astuto, resueltos como Lutero había sido resuelto, persuasivos como había sido Lutero, defensores del Romano Pontífice tanto como Lutero había sido enemigo del Papa.
----------Y de hecho los miembros de la Compañía de Jesús, muy valientes y emprendedores misioneros sobre todo en extremo Oriente, dieron a la Iglesia entres los siglos XVI a XVIII numerosísimos mártires. San Ignacio de Loyola [1491-1556], como ex-militar, no tuvo demasiados escrúpulos en recurrir a la astucia como hace el militar con un enemigo traicionero y solapado, para tomar al enemigo por sorpresa y también para golpearlo con el engaño y con la implementación de un plan secreto.
----------Pero una excelente cualidad del Hijo de San Ignacio, que hace del jesuita modelo de guía de las almas para toda la Iglesia, es su sabiduría práctica en la dirección espiritual mediante los famosos Ejercicios Espirituales, concebidos sobre el modelo del adiestramiento militar como ejercitación metódica y ordenada de todas las potencias del alma, intelecto, voluntad, pasiones, imaginación, sensibilidad y motilidad corpórea para la consecución de la meta del "hombre espiritual", en el pleno dominio de sí mismo y ordenamiento interior unitario de sus potencias vitales en la búsqueda de la santidad, en el discernimiento cotidiano de la voluntad de Dios, bajo la guía del Espíritu Santo y en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
----------El método ignaciano ha formado, y sigue formando todavía hoy, generaciones de santos y de preciosos guías espirituales, escuelas de espiritualidad incluso interreligiosa, confesores de toda categoría de personas, desde soberanos hasta las personas más humildes, escritores espirituales apreciadísimos de ascética y mística, y eficaces predicadores de ejercicios espirituales.
----------Mientras el jesuita tiene esta especial actitud para la guía de la persona individual, en lo concreto de lo cotidiano y según las particulares características positivas y negativas de cada persona, por la conciencia viva que el jesuita tiene de la voluntad del individuo, por el contrario, el dominico, como ejemplo muy claro en este caso, está más inclinado a situar la relación con el prójimo en el plano de la apertura a la verdad y de la universalidad de lo verdadero, creando la unidad y la concordia de los espíritus en torno a la universalidad de lo verdadero, de lo bueno y de lo bello creados por Dios y conducentes a Dios. Por eso el teólogo dominico es el fundador de la teología escolástica y del lenguaje de la teología.
----------Está claro, y nadie puede ponerlo en duda, que el lenguaje que brota de la formación espiritual ignaciana sólo puede ser el "lenguaje de la sabiduría" (1 Cor 12,8), el lenguaje espiritual del hombre espiritual (cf. 1 Cor 2,13-15). Ello, sin embargo, en su límpida sabiduría, choca fuertemente con un cierto defecto contrario, como sucede en todas las realidades humanas, incluso en las más santas.
----------En efecto, una observación que se hace tradicionalmente al estilo de los Jesuitas es la de la ficción, aunque con un buen propósito. ¿Pero, se puede obtener el bien de la falsedad? El jesuita ama asumir las apariencias de su adversario, a quien pretende conquistar para la fe. El jesuita ha sido ciertamente un precursor de la inculturación, por ejemplo con el padre Matteo Ricci [1552-1610]. Sin embargo, nos preguntamos: ¿con este dar la apariencia del enemigo al que debe combatir, no puede terminar por parecerse al mismo enemigo y jugando su juego? ¿No corre el riesgo de ceder la cuerda de esta forma al mismo adversario?
----------Para explicar esta tendencia a la simulación y a la astucia, se debe tener en cuenta el hecho de que san Ignacio, aún pasando por una maravillosa conversión, que lo transformó de rudo soldado español en heroico soldado de Cristo, de elevado autor de admirables hazañas a humilde ejecutor de los planes de Dios, mantuvo en la impostación de su apostolado, algo del estilo militar y de sus propios defectos.
----------El ser militar, en efecto, supone tener que tratar con un enemigo traicionero y solapado, que apenas pueda, te quiere hacer daño, que te considera un tonto o un ingenuo fácilmente maniobrable y evitable. De ahí la extrema circunspección del jesuita, el sentido vivísimo de lo concreto, de las circunstancias, de los contextos y de las situaciones, que estarán en el origen de la famosa casuística de los moralistas jesuitas, la tendencia del jesuita al recurso del engaño o a la llamada "reserva mental" (consiste en el sostener una cosa lícita ocultando un aspecto lícito pero que podría escandalizar al que escucha y al mismo tiempo dando al otro la idea de haber dicho todo sobre esa cosa), dado que es lícito engañar al enemigo, defenderse de la astucia con la astucia, el tender trampas al enemigo, el camuflarse y esconderse, la acción secreta, de ahí la famosa figura del "jesuita secreto", el recurso al silencio: "¡cállate, que el enemigo te escucha!".
----------Para que quizás se pueda comprender mejor lo que estoy tratando de explicar, menciono nuevamente la figura de un perfil o ideal religioso de signo en cierto modo contrario al perfil o ideal del jesuita: el dominico. Pues bien, el religioso dominico no concibe tanto la relación con el hereje como un combate en el cual buscar la victoria, sino que ante todo ve al hereje con el ojo de médico, como un enfermo a curar. El dominico supone en el hereje una persona en buena fe, y por eso no se camufla y no finge, sino que lo reprocha abiertamente, francamente, lealmente, a mirada directa y abierta, incluso a costa de recibir una fuerte oposición. No se sustrae a sus golpes, sino que ofrece su pecho sin temor, fuerte en la certeza de tener razón.
----------El jesuita, en cambio, nacido en el clima renacentista, de exaltación de lo humano, que aprecia al hombre astuto, al que logra vencer y triunfar incluso en modo desleal, queda en cierta medida influenciado por el ideal del conquistador, cuya conducta doble y astuta, como "zorro y león", es exaltada por Nicolás Maquiavelo [1469-1527], un ideal humano alejadísimo de la franqueza y de la lealtad caballeresca de los grandes Santos medievales, en los cuales se ha inspirado santo Domingo de Guzmán [1170-1221].
----------El jesuita tiende en ocasiones a una acumulación excesiva de nociones, que lo conduce a una teología sincretista, que aglutina doctrinas incompatibles entre sí, como fue el caso de la filosofía de Francisco Suárez [1548-1617]. La erudición parece prevalecer sobre la síntesis sapiencial. El jesuita es el apologista del pluralismo teológico; ¿pero, comprende siempre bien los límites de este pluralismo?
----------¿Tiene el jesuita siempre claro el principio de que este pluralismo, para ser legítimo, debe estar dentro de los límites de la ortodoxia? ¿Es siempre capaz de dominarlo para crear una síntesis doctrinal o tiende a veces a dispersarse en la atención inútilmente erudita de una serie infinita e ingobernable de tendencias particulares? ¿No antepone a veces la multiplicidad a la unidad? ¿No tiende a veces a confundir lo falso con lo diferente? ¿Lo obligatorio con lo facultativo? ¿Lo absoluto con lo relativo?
----------El jesuita ama las empresas doctrinales y pastorales imprudentes, pero a veces corre el riesgo de causar problemas. Los jesuitas no quieren hacerse enemigos por motivos doctrinales. Es interesante cómo nunca los miembros de la Compañía aceptaron el oficio de inquisidores. Los jesuitas, por una exagerada y voluntarista exaltación de la acción, prestan demasiada atención a lo concreto, devaluando los principios abstractos, que en cambio son verdaderas guías, las normas objetivas, absolutas, inmutables y universales de toda acción, como (curiosamente) nos recuerda el papa Francisco en el encíclica Fratelli tutti (lo cual debería sugerirnos que el Papa posee "algo" que le permite superar sus meros condicionamientos humanos).
----------Y es también bien conocido el aspecto voluntarista de la espiritualidad ignaciana; espiritualidad con un sello fuertemente moral, en el centro del interés teológico está la voluntad de Dios en el hombre. De ahí también el famoso "cuarto voto de obediencia al Papa". El fin de la voluntad, más que estar prefijado como verdadero a la misma voluntad es un verdadero que emerge de la misma voluntad.
----------Este voluntarismo ha hecho posible en el siglo XVII la tesis del llamado "pecado filosófico" (cf. Denz. 2291): un acto puede estar contra la razón sin por esto dejar de ser conforme a la voluntad de Dios. Esa tesis favorece ese laxismo moral, contra el cual se quejaba Blaise Pascal [1623-1662]. Una tesis similar la encontramos en la oposición del jesuita Karl Rahner [1904-1984] entre "actos categoriales", moralmente indiferentes, y "opción fundamental atemática", la elección por Dios.
   
Dañosas consecuencias de la duplicidad en la Compañía de Jesús
   
----------Sucede a veces que, a causa de una modesta perspicacia intelectual y a la falta de fuerza abstractiva del pensamiento, el jesuita se ve llevado a confundir la voluntad con la afectividad, concibiendo una mística no fundada sobre conceptos de fe, sino en el sentimiento subjetivo (Rahner). Sucede que el jesuita le da demasiada importancia a la fuerza del libre albedrío, por lo que se ve llevado a concebir el acto del libre albedrío no como movido por Dios, sino por sí mismo (Molina). Sucede que el jesuita da demasiada importancia a la conciencia para darle la primacía sobre la verdad (Arturo Sosa Abascal). Sucede que el jesuita hace derivar la verdad de la praxis, más que la praxis de la verdad (Spadaro).
----------Ciertamente, no puede dejarnos de sorprender el cambio en el enfoque jesuita que tuvo lugar con el Concilio Vaticano II: de milicia compacta y disciplinada, obediente al Magisterio todavía con el papa Pío XII, pasó a ser un agrupamiento de corrientes contradictorias predominantemente modernistas y rahnerianas en el postconcilio; pasó de la exaltación de la obediencia a la exaltación de la libertad. Pasó de la obediencia al magisterio pontificio a su abierta impugnación, a partir del pontificado de san Paulo VI.
----------De ahí que no constituye ninguna sorpresa que los religiosos que mayormente han hecho sufrir a los Papas del postconcilio, desde el papa san Paulo VI hasta el papa Benedicto XVI, han sido los jesuitas, con su hipocresía, su narcisismo, su pedantería, su falsa obediencia y su falso progresismo, tanto es así, que el papa san Juan Pablo II, desde su llegada al solio pontificio, tenía en mente suprimir la Compañía, si no hubiera sido disuadido por su Secretario de Estado, el cardenal Agostino Casaroli [1914-1998].
----------En efecto, el papa san Juan Pablo II tenía en mente el ejemplo de su predecesor Juan Pablo I, que había planeado con motivo de la inminente XXXIII Congregación de la Compañía de Jesús, dar a los jesuitas una fuerte reprimenda y un llamado a la fidelidad al Romano Pontífice, si no fuera porque lo encontraron repentina y misteriosamente muerto unas semanas antes de aquella convención jesuita.
----------Pues bien, la astucia de algunos jesuitas de hoy radica en el exhibirse como obedientísimos al papa Francisco, quien ingenuamente ("io sono un po’ furbo e un po’ ingenuo") acepta todas sus palabras de alabanza, y no les hace ningún reproche, ese mismo papa Francisco, del cual se consideran íntimos amigos en plena comunión de ideas e intenciones. Y cuando hay un amor tan intenso, ¿cómo podría no haber obediencia? Sin embargo, he aquí que Francisco no los satisface en aquello que sería su mayor sueño: hacer las alabanzas de Rahner. ¿Pero Francisco tiene cuidado de no hacerlo? ¿Por qué?
----------Ahora que los jesuitas tienen a uno de ellos como Cabeza visible de la Iglesia, me parecen abrumados por el vértigo del dominio y que se crean más que nunca que son la punta de avanzada de la Iglesia. Es necesario que reflexionen y se pregunten qué estará pensando san Ignacio allá en el cielo. Su voto de obediencia al Papa no ha venido a menos, todavía existe. Ciertamente, por cuanto respecta al papa Francisco, habituado como jesuita a obedecer al Papa, puede preguntarse: ¿ahora que soy yo el Papa, a quién obedezco? El demonio podría sugerirle: obedécete a ti mismo. Y de hecho, de vez en cuando Francisco tiene gestos desconcertantes de repentino autoritarismo y de descuido del ejemplo que le viene de los Santos Pontífices que le han precedido. ¿No sería mejor para él que siguiera ese ejemplo?

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