Karol Wojtyla llega al Sumo Pontificado cuando varios de los elementos negativos que daban un perfil no deseado al post-concilio, adquirían perfiles nítidos: la división en ciertos sectores del Pueblo de Dios con la conformación de los bandos enfrentados de tradicionalistas y progresistas (debiera decirse modernistas), hasta llegar a explotar en manifestaciones cismáticas (formales o virtuales), los errores teológicos del neo-modernismo difundido en los ambientes de la cultura católica, las extralimitaciones del diálogo con el mundo, el falso ecumenismo, el subjetivismo moral, los abusos liturgicos, etc. En este cúmulo de problemas, ¿cuáles fueron las expresiones del papa san Juan Pablo II acerca del progresismo y el tradicionalismo en la Iglesia?
----------A continuación, ofrezco una nutrida colección de pasajes extractados de documentos, cartas, discursos y homilías del papa san Juan Pablo II, aludiendo de modos diversos a términos tales como progresismo, tradicionalismo, integrismo, conservadurismo, e incluso modernismo. Las citas son de diverso valor y utilidad, y están presentadas en orden cronológico.
----------A los lectores que sientan tal vez un poco ardua la lectura de todo este material, les recuerdo que los artículos que vengo publicando desde días atrás (La aberración de un tradicionalismo sin esperanza, XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, ¿Se puede rechazar en bloque a los tradicionalistas, tal como los tradicionalistas rechazan en bloque a los progresistas? y Progresismo y tradicionalismo según san Paulo VI), tienen por finalidad general aportar elementos para discernir la necesidad o conveniencia de seguir utilizando o no en la Iglesia los términos "progresismo" y "tradicionalismo", y en orden a esa finalidad, es que desde ayer he emprendido la tarea de indagar el Magisterio pontificio sobre esta cuestión. Pero debe entenderse que esta investigación en las Actas del Magisterio lleva su tiempo y en ocasiones resulta prolongada, árida, ardua y por momentos poco atractiva. Pero es una tarea necesaria, de teología "positiva", que es imprescindible presupuesto para nuestra próxima tarea de teología "especulativa".
Progresismo y tradicionalismo según san Juan Paulo II
----------La primera vez que el papa Wojtyla se refirió al progresismo y al ser progresista en la Iglesia lo hizo el 2 de diciembre de 1979, el primer Domingo de Adviento, en su homilía en la visita a la Parroquia romana de San Clemente: "si debemos agradar a Dios, no podemos permanecer en el estancamiento, debemos ir adelante, esto es, 'para adelantar cada vez más' (1 Tes 4,1). Y efectivamente es así. En el Evangelio hay una invitación al progreso. Hoy todo el mundo está lleno de invitaciones al progreso. Nadie quiere ser un 'no-progresista'. Sin embargo, se trata de saber de qué modo se debe y se puede 'ser progresista', y en qué consiste el verdadero progreso. No podemos pasar tranquilamente por alto estas preguntas. El Adviento comporta el significado más profundo del progreso. El Adviento nos recuerda cada año que la vida humana no puede ser un estancamiento. Debe ser un progreso. El Adviento nos indica en qué consiste este progreso". Por ende, aquí el ser "progresista" es legítimo, siempre que se trate del verdadero progreso.
----------En el inicio del pontificado de san Juan Pablo II se celebró el Sínodo Particular de los Obispos de los Países Bajos, cuyas Conclusiones fueron aprobadas y promulgadas por el Papa el 31 de enero de 1980. Es destacable para nuestro tema el n.34 donde refiriéndose a los "grupos críticos de laicos" se dice que "los miembros del Sínodo (sin ignorar que estos grupos comprenden también sacerdotes y religiosos) constatan que estas agrupaciones ejercen una presión demasiado grande a veces sobre la vida de la Iglesia. Lo mismo puede decirse de algunos periódicos y otras formas de publicidad. Esta crítica emana de medios opuestos entre ellos: por una parte, grupos 'progresistas'; por otra, grupos 'conservadores'...".
----------En su viaje apostólico a Francia, Juan Pablo II ofreció un importante discurso a la Conferencia Episcopal Francesa, en el Seminario Issy-les-Moulienaux, 1 de junio de 1980, donde entre otros temas se refirió al progresismo y al integrismo en cuanto interpretaciones inauténticas del Concilio Vaticano II: "Nada tiene de extraño el que, en esta etapa 'postconciliar' se hayan desarrollado también, con bastante intensidad, ciertas interpretaciones del Vaticano II que no corresponden a su Magisterio auténtico. Me refiero con ello a las dos tendencias tan conocidas: el 'progresismo' y el 'integrismo'. Unos, están siempre impacientes por adaptar incluso el contenido de la fe, la ética cristiana, la liturgia, la organización eclesial a los cambios de mentalidades, a las exigencias del 'mundo', sin tener suficientemente en cuenta, no sólo el sentido común de los fieles que se sienten desorientados, sino lo esencial de la fe ya definida; las raíces de la Iglesia, su experiencia secular, las normas necesarias para su fidelidad, su unidad, su universalidad. Tienen la obsesión de 'avanzar', pero, ¿hacia qué 'progreso' en definitiva? Otros -haciendo notar determinados abusos que nosotros somos los primeros, evidentemente, en reprobar y corregir-, endurecen su postura deteniéndose en un período determinado de la Iglesia, en un determinado plano de formulación teológica o de expresión litúrgica que consideran como absoluto, sin penetrar suficientemente en su profundo sentido, sin considerar la totalidad de la historia y su desarrollo legítimo, asustándose de las cuestiones nuevas, sin admitir en definitiva que el Espíritu de Dios sigue actuando hoy en la Iglesia, con sus Pastores unidos al Sucesor de Pedro".
----------El 26 de abril de 1981, en la homilía del domingo de Pascua, en su visita pastoral a Sotto il Monte y Bérgamo, el papa Juan Pablo, refiriéndose a su predecesor, Juan XXIII, se refiere a los errores del modernismo cuando dice: "La fe del papa Juan, que tiene origen en la familia, iluminada y confirmada por el estudio serio y metódico realizado en el seminario en el surco de la Sagrada Escritura, del Magisterio de la Iglesia, de la patrística y de la teología cualificada y aprobada, acompañada luego, a lo largo de los años, por la lectura y la meditación de los grandes maestros de la ascética y de la mística, permaneció de tal manera siempre íntegra y profunda, sin sufrir los vaivenes del modernismo, sin desviarse nunca del recto camino de la verdad".
El tenso encuentro de 1982 con los provinciales Jesuitas
----------Particularísima relevancia para el tema que estamos examinando es el discurso del papa san Juan Pablo II a los provinciales de la Compañía de Jesús, el 27 de febrero de 1982, en un momento de tensa expectación para la Compañía. En el n.7 del texto ubica la cuestión en el contexto de "la interpretación exacta del reciente Concilio". El texto no tiene desperdicio, de modo que copio aquí un extenso pasaje: "Permítaseme insistir una vez más y solemnemente en la interpretación exacta del reciente Concilio. Se trataba y se trata siempre de una obra de renovación eclesial en escucha del Espíritu Santo. Sobre este punto de capital importancia los documentos conciliares son de una claridad incomparable (cf. Lumen gentium, 4, 7, 9; cf. Gaudium et spes, 21 § 5 y 43 § 6). Y esta renovación de la fidelidad y del fervor en todos los campos de la misión de la Iglesia, madurada y expresada en la escucha colegiada del Espíritu de Pentecostés, debe ser igualmente acogida y vivida ahora según el mismo Espíritu y no según criterios personales o teorías físico-sociológicas".
----------"Y para mejor cumplir este trabajo entre el pueblo de Dios, los contemplativos y los religiosos que practican la vida apostólica han sido llamados por el mismo Concilio a una renovación de su existencia evangélica. El decreto Perfectae caritatis (nn. 2 y 3) expresa con claridad y fervor estos criterios de renovación. Siendo fieles a ellos, ya no hay lugar para las desviaciones ciertamente nocivas para la vitalidad de las comunidades y de la Iglesia entera. Me parece que la Compañía de Jesús, cada vez más impregnada del espíritu de una verdadera renovación, podrá desempeñar plenamente su rol hoy como ayer y siempre: saber ayudar al Papa y al colegio apostólico a hacer avanzar a toda la Iglesia en el gran camino trazado por el Concilio, y para convencer a los que, lamentablemente, están tentados por los caminos tanto del progresismo como del integrismo para que retornen con humildad y con alegría a la comunión sin sombras con sus Pastores y con sus hermanos que sufren por sus actitudes y por su ausencia. Este trabajo paciente y delicado es seguramente la obra de toda la Iglesia. Pero, en fidelidad a vuestro padre San Ignacio y a todos sus hijos, debéis levantaros hoy como un solo hombre, para esta misión de unidad en la verdad y en la caridad".
----------En su visita pastoral a Asís, el 12 de marzo de 1982, en su discurso a los Obispos de Italia, les habla en el n.8 del texto, acerca de dos dimensiones "misioneras" de la Iglesia: una "dimensión misionera ad extra", "pero los reconocidos méritos de Italia en el campo de su centenaria dimensión misionera ad extra son fruto de lo que podemos llamar la dimensión misionera ab intra, es decir, su dinamismo y vitalidad, por los que la Iglesia de Dios que está en Italia, como de hecho toda la Iglesia, está perennemente in statu missionis [...] Esta dimensión misionera ab intra se opone, por tanto, al tradicionalismo y la inmovilidad; se enfrenta al perfil de la secularización planificada de la vida en los distintos sectores; y también descubre no sólo su ayer sagrado y cristiano, sino también el hoy atormentado y estimulante, y el mañana todavía inesperado e impredecible".
----------En su discurso del 28 de marzo de 1982 al Instituto Don Guanella, expresó que "don Guanella estaba convencido de que ser auténticos 'Servidores de la Caridad' significa ser ante todo y siempre 'Servidores de la Verdad'. Por eso no encontramos en él retórica vacía: él oraba y actuaba; ¡hacía rezar a la gente y hacía que actuara! Firme en la doctrina perenne de la Iglesia, fiel al magisterio solemne de Pío IX, León XIII y Pío X, su gran amigo, atravesó ileso la insidiosa tormenta del positivismo, del racionalismo, del modernismo".
----------En su discurso a los Obispos de Portugal, en el santuario de Fátima, el 13 de mayo de 1982, se refirió a "la comunión que, por medio de vuestros presbíteros, se debe crear entre los fieles". Acerca de esta comunión eclesial (sinodalidad, diríamos hoy) dijo: "Existen muchos focos de tensión que vuelven frágil e inestable esta comunidad. La etiqueta de 'conservadores' y 'progresistas', las opciones entre una visión de la Iglesia más espiritual y otra de mayor compromiso, o la preferencia por tal o cual movimiento eclesial: no es raro que todo esto y mucho más todavía sea ocasión de profundas rupturas en la comunidad eclesial. Por no hablar de la tentación, siempre viva, de crear o al menos dejar que se creen en la Iglesia oposiciones y enfrentamientos de clase que estallan funestamente en la sociedad".
----------El pasaje que le sigue al anterior, es importante incluso en la actualidad, en concreta referencia al camino sinodal que la hoy la Iglesia ha emprendido hacia el Sínodo de Obispos de 2023: "Es deber de los Obispos, en unión con su Presbiterio, no sólo no agravar los fermentos de la división, sino de reforzar los vínculos de unidad. La constitución de la comunión eclesial no consiste, como bien sabéis, en el desconocer o minimizar los conflictos, los gérmenes de separación. Consiste en el revelar y hacer prevalecer con tal credibilidad las fuerzas de comunión, en el crear y poner en acción estos fermentos de unidad a fin de que las cosas que unen sean mucho más importantes que las que dividen. En este punto, el esfuerzo sostenido por un Obispo por constituir la unidad, se verá compensado por el luminoso testimonio de esta misma unidad".
----------En su discurso a los educadores laicos, en Nicaragua, el 4 de marzo de 1983, el Papa se refirió, de modo genérico, a las tendencias progresistas y retrógradas: "El amor apasionado por la verdad debe animar la tarea educativa más allá de meras concepciones 'cientistas' o 'laicistas'. Debe llevar a enseñar cómo discernir lo verdadero de lo falso, lo justo de lo injusto, lo moral de lo inmoral, lo que eleva a la persona y lo que la manipula. Son estos criterios objetivos los que han de guiar la educación, y no categorías extraeducativas basadas en términos instrumentales de acción, de poder, de lo subjetivamente útil o inútil, de lo enseñado por el amigo o adversario, por el tachado de progresista o retrógrado". No hay que pasar por alto que el Papa señala al "amor apasionado por la verdad" como la clave para la correcta superación de estas tendencias.
----------En su carta apostólica Dilecti Amici, del 31 de marzo de 1985, con ocasión del Año Internacional de la Juventud, el Papa denuncia el malentendido progreso en el ámbito de la moral matrimonial: "Hoy los principios de la moral cristiana matrimonial son presentados de modo desfigurado en muchos ambientes. Se intenta imponer en ambientes y hasta en sociedades enteras un modelo que se autoproclama 'progresista' y 'moderno'...".
----------En la homilía de la Misa del 16 de junio de 1985, en su visita pastoral a Veneto, hablando del papa san Pío X, expresó: "Tuvo el coraje de anunciar el Evangelio de Dios en medio de muchas luchas [...] sobre todo como Sumo Pontífice vivió su pontificado en medio de muchas luchas, actuando con valentía, a veces en medio de la incomprensión y el llanto, pero con una voluntad decidida de salvar a la Iglesia del riesgo de doctrinas alienantes para la integridad del Evangelio. Trabajó con gran sinceridad, para poner en luz los sutiles pliegues del sistema teológico del modernismo, con gran coraje, movido en su compromiso solo por el deseo de la verdad, para que la revelación no se desfigurara en su contenido esencial".
----------En su discurso a los Obispos de la región de Umbria en visita Ad limina, el 19 de abril de 1986, tiene también un recuerdo hacia los sacerdotes, colaboradores de los Obispos, y en el n.3 del texto dice algo que nos interesa para nuestro tema: "A veces, los sacerdotes tienen necesidad de coraje y de espíritu de iniciativa; pueden sufrir de un cierto desconcierto; se esfuerzan por estar atentos a los 'signos de los tiempos', sienten el peso de los cambios. Es necesario evitar en la actividad pastoral tanto el inmovilismo tradicionalista como la improvisación ocasional episódica...".
----------En una homilía dirigida a los jóvenes en Polonia, el 12 de junio de 1987, expresó: "La fuerza del espíritu, la fuerza de la conciencia, la fuerza de la gracia y del carácter es particularmente indispensable precisamente en esta generación ... Esta fuerza es necesaria, para saber llegar por sí solos a las fuentes del conocimiento de la verdadera enseñanza de Cristo y de la Iglesia, especialmente cuando de diferentes maneras intentan convencernos, de que es 'científico' y 'progresista' lo que contradice el Evangelio, cuando la liberación y la salvación nos son ofrecidas sin Dios, o incluso contra Dios".
----------En su encuentro con el clero de la diócesis de Roma, el 18 de febrero de 1988, su discurso se inició con un llamado al renovado estudio de los documentos del Concilio Vaticano II: "Podemos decir que el Concilio es ya muy conocido, pero sigue siendo siempre un deber estudiarlo, para conocer mejor. En este Concilio hay una gran novedad, hay muchas novedades: a veces estas novedades del Concilio parecen casi demasiado pesadas, demasiado difíciles, para algunos sean de espíritu conservador o incluso de espíritu progresista". Nótese una vez más dos cosas: 1) el Papa no parece rechazar como ilícitos ni el espíritu progresista ni el espíritu conservador en los católicos; 2) evita el uso del término tradicionalista, prefiriendo el de conservador.
Un documento importante: la Carta al cardenal Ratzinger de 1988
----------La Carta de san Juan Pablo II al cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, del 8 de abril de 1988, incluye pasajes que definir según la mente del Romano Pontífice el progresismo y el tradicionalismo (conservadurismo o integrismo, como lo llama el Papa). Toda la carta es de gran importancia para nuestro tema. Señalo solo algunos pasajes:
----------"El último Concilio se ha reunido para reconfirmar y reforzar la doctrina de la Iglesia heredada de la Tradición existente ya desde hace casi veinte siglos, como realidad viviente que progresa, en relación a los problemas y a las necesidades de cada tiempo, haciendo más profunda la comprensión de cuanto ya está contenido en la fe transmitida de una vez y para siempre. [...] La enseñanza del Concilio sigue siendo el camino por el cual la Iglesia debe caminar hacia el futuro, confiando sus esfuerzos al Espíritu de verdad".
----------"En el período post-conciliar somos testigos de una gran labor de la Iglesia para hacer que este 'novum' constituido por el Vaticano II penetre en modo correcto en la conciencia y en la vida de las individuales comunidades del Pueblo de Dios. Sin embargo, paralelamente a este esfuerzo, han surgido tendencias que crean una cierta dificultad en el camino de la realización del Concilio. Una de estas tendencias está caracterizada por el deseo de cambios que no siempre están en sintonía con la enseñanza y con el espíritu del Vaticano II, aún cuando intentan hacer referencia al Concilio. Estos cambios quisieran expresar un progreso, y por eso esta tendencia se conoce como 'progresismo'. El progreso, en este caso, es una aspiración hacia el futuro, que rompe con el pasado, no teniendo en cuenta la función de la Tradición que es fundamental para la misión de la Iglesia, a fin de que la Iglesia pueda perdurar en la Verdad que le ha sido transmitida por Cristo Señor y por los Apóstoles, y custodiada con diligencia por el Magisterio".
----------"La tendencia opuesta, que habitualmente es definida como 'conservadurismo' o bien 'integrismo', se detiene en el pasado mismo, sin tener en cuenta la justa aspiración hacia el futuro que se ha manifestado precisamente en la obra del Vaticano II. Mientras la primera tendencia parece reconocer como correcto lo que es nuevo, la otra en cambio ve lo correcto sólo en lo que es 'antiguo', considerándolo sinónimo de Tradición. Sin embargo, no es lo 'antiguo' como tal, ni lo 'nuevo' por sí mismo que corresponden al concepto correcto de la Tradición en la vida de la Iglesia. Tal concepto, en efecto, significa la fiel permanencia de la Iglesia en la verdad recibida de Dios, a través de los cambiantes sucesos de la historia. La Iglesia, como ese dueño de casa del Evangelio, "saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo" (Mt 13,52), permaneciendo absolutamente obediente al Espíritu de verdad que Cristo ha dado a la Iglesia como Guía divino. Y la Iglesia realiza esta delicada obra de discernimiento a través del Magisterio auténtico (Lumen gentium, 25)".
----------De inmediato, san Juan Pablo II insiste en un esfuerzo por comprender los fenómenos del progresismo y del conservadurismo o integrismo (tradicionalismo): "La posición, que asumen las personas, los grupos o los ambientes relacionados con una u otra tendencia, puede ser comprensible en una cierta medida, particularmente después de un acontecimiento tan importante como ha sido en la historia de la Iglesia el último Concilio. Si por una parte el Concilio ha dado lugar a una aspiración a la renovación (y en esto también está contenido un elemento de 'novedad'), por otra parte, algunos abusos en el camino de esta aspiración, en cuanto olvidan los esenciales valores de la doctrina católica sobre la fe y sobre la moral y en otros campos de la vida eclesial, por ejemplo en el litúrgico, pueden e incluso deben suscitar una justa objeción. Sin embargo, si a causa de tales excesos se rechaza toda sana 'renovación' conforme a la enseñanza y al espíritu del Concilio, entonces tal actitud puede conducir a otra desviación que también contrasta con el principio de la viva Tradición de la Iglesia. obediente al Espíritu de verdad".
----------El 17 de octubre de 1988, en su discurso a los peregrinos en ocasión de la beatificación de los padres pasionistas Bernardo Maria di Gesù y Carlo di sant’Andrea, valora sus méritos, comenzando por "su trabajo incansable por promover el arduo seguimiento de Cristo crucificado según la disciplina propia de la vida pasionista, rechazando decididamente las trampas secularistas y modernistas de su tiempo".
----------En su homilía del 19 de marzo de 1991 en la catedral de Fabriano-Martedi, rechaza una determinada forma de "cultura progresista", la que no reconoce el primado de la persona humana sobre las cosas: "El mundo visible es para el hombre. Las cosas son para la persona ¡Que este orden sea entendido y respetado! ¡Que nunca sea violado, y mucho menos invertido! El progreso moderno, si bien se ve, trae consigo tal peligro. La cultura 'progresista' -salvo proyectos que tienen al hombre como auténtico referente- se convierte fácilmente en una cultura de las cosas más que de las personas".
----------En su discurso a los Obispos de las provincias eclesiásticas de Valladolid y Valencia en visita Ad Limina, 23 de septiembre de 1991, se refirió a un "malentendido progresismo": "Entre vosotros se está produciendo, por desgracia, un preocupante fenómeno de descristianización. Las graves consecuencias de este cambio de mentalidad y costumbres no se ocultan a vuestra solicitud de Pastores. La primera de ellas es la constatación de un ambiente 'en el que el bienestar económico y el consumismo inspiran y sostienen una existencia vivida como si no hubiera Dios' (Christifideles laici, 34)".
----------"Con frecuencia, la indiferencia religiosa se instala en la conciencia personal y colectiva, y Dios deja de ser para muchos el origen y la meta, el sentido y la explicación última de la vida. Por otra parte, no faltan quienes en aras de un malentendido progresismo pretenden identificar a la Iglesia con posturas inmovilistas del pasado. Éstos no tienen dificultad en tolerarla como resto de una vieja cultura, pero estiman irrelevante su mensaje y su palabra, negándole audiencia y descalificándola como algo ya superado". Sin embargo, es evidente que el Santo Pontífice se refiere aquí a un progresismo no en el seno de la Iglesia, sino exterior a ella. No obstante ello, la cita nos es útil, porque al calificarlo de "malentendido progresismo" deja en claro implícitamente la legitimidad de un progresismo bien entendido.
----------En su tradicional saludo de Navidad a los Cardenales y a la Curia Romana, del 22 de diciembre de 1992, el punto n.3 contiene un llamado a "mirar al Concilio a través de la experiencia del período postconciliar". Me interesa recordar este pasaje en concreto: "La asamblea conciliar fue seguida con gran interés por los mass media, que sin duda llevaron a cabo una preciosa tarea de informar a la opinión pública, pero también indujeron a menudo a una interpretación bastante parcial de las labores conciliares, presentando al Concilio como lugar de enfrentamiento entre tendencias conservadoras y progresistas. En verdad, sería muy injusto frente a toda la obra del Concilio que se quisiera reducir ese hecho histórico a una tal oposición y lucha entre grupos rivales. La verdad interior del Concilio es muy diferente: es la verdad que surge de la parábola evangélica del padre de familia que extrae de su tesoro cosas nuevas y viejas (Mt 13,52)".
----------En su discurso a los Obispos de la Conferencia Episcopal de Hungría en visita Ad Limina, el 29 de enero de 1993, expresó: "En los últimos años ustedes mismos, queridos hermanos, han tenido que soportar con demasiada frecuencia los juicios incompetentes de parte de los medios de comunicación social. Por un lado, se les acusó de un exagerado tradicionalismo, por el otro, de un progresismo deformado. No se dejen confundir, sino defiendan su responsabilidad común por la unidad de la Iglesia en Hungría; entonces nadie podrá provocar divisiones en vuestras filas".
----------En su mensaje del 19 de febrero de 1993 a monseñor Bernard Panafieu, arzobispo de Aix, se refiere el Papa a la época de Maurice Blondel, época "en que el racionalismo y la crisis modernista distorsionaban la revelación y amenazaban la fe de la Iglesia", refiriéndose a Blondel, "en un tiempo en el cual la Iglesia se encontraba frente a la crisis modernista", como alguien que "había sido, sin embargo, uno de los primeros en discernir lo que estaba en juego y los errores" del modernismo.
----------En 1994, Año Internacional de la Familia, en la Carta Gratissiman sane a las Familias, del 2 de febrero de 1994, el Papa menciona en varias ocasiones una falsa cultura progresista: "la Iglesia encuentra oposición por parte de los partidarios de una falsa civilización del progreso" (n.11); "es importante el esplendor de la verdad. Ante todo, lo es por contraste: el desarrollo de la civilización contemporánea está vinculado a un progreso científico-tecnológico que se verifica de manera muchas veces unilateral, presentando en consecuencia características puramente positivistas" (n.13); incluso llega a mencionar a las personas que son "descartadas" (como diría el Papa actual) en esta cultura progresista: "a veces puede tratarse de personas con limitaciones físicas o psíquicas, de las cuales prefiere liberarse la sociedad llamada 'progresista'. Incluso la familia puede llegar a comportarse como dicha sociedad" (n.15); "en la era moderna se ha progresado mucho en el conocimiento del mundo material y también de la psicología humana, pero respecto a su dimensión más íntima, la dimensión metafísica, el hombre de hoy es en gran parte un ser desconocido para sí mismo" (n.19).
----------El 10 de abril de 1994, en su homilia en la Misa de apertura del Sínodo de Obispos para África, el papa Juan Pablo valora el respeto de ese continente por la vida humana, y dice: "Los pueblos de África respetan la vida que se concibe y nace. Se regocijan en esta vida. Rechazan la idea de que pueda ser aniquilado, incluso cuando las llamadas "civilizaciones progresistas" los inducirían a hacerlo. Y se les imponen prácticas hostiles a la vida mediante sistemas económicos al servicio del egoísmo de los ricos" (n.3).
----------En su libro "Don y Misterio", IX, publicado en su 50° aniversario de ordenación sacerdotal, noviembre de 1996, expresa: "No hay duda de que el sacerdote, con toda la Iglesia, camina con su tiempo, y es oyente atento y benévolo, pero a la vez crítico y vigilante, de lo que madura en la historia. El Concilio ha mostrado como es posible y necesaria una auténtica renovación, en plena fidelidad a la Palabra de Dios y a la Tradición. Pero más allá de la debida renovación pastoral, estoy convencido de que el sacerdote no ha de tener ningún miedo de estar 'fuera de su tiempo', porque el 'hoy' humano de cada sacerdote está insertado en el 'hoy' de Cristo Redentor. La tarea más grande para cada sacerdote en cualquier época es descubrir día a día este 'hoy' suyo sacerdotal en el 'hoy' de Cristo, aquel 'hoy' del que habla la Carta a los Hebreos".
----------"Este 'hoy' de Cristo está inmerso en toda la historia, en el pasado y en el futuro del mundo, de cada hombre y de cada sacerdote. 'Ayer como hoy, Jesucristo es el mismo, y lo será siempre' (Hb 13,8). Así pues, si estamos inmersos con nuestro 'hoy' humano y sacerdotal en el 'hoy' de Cristo, no hay peligro de quedarse en el 'ayer', retrasados... Cristo es la medida de todos los tiempos. En su 'hoy' divino-humano y sacerdotal se supera de raíz toda oposición -antes tan discutida- entre el 'tradicionalismo' y el 'progresismo' ".
----------Esta cita es, pues, importante para nuestro tema: el Papa usa expresamente los dos términos en cuestión, tradicionalismo y progresismo, los toma como opuestos y, lo más importante, ofrece una clave teológica para la radical superación de tal oposición. Sin embargo, es curioso que en la época de edición del libro (1996) el Papa la considere una oposición de "antes"; aunque, a decir verdad, no dice que la oposición hubiera sido superada, sino que ya no se la discute como antes.
----------El 17 de septiembre de 1999, Juan Pablo II recibe en visita Ad limina, a los Obispos de Lituania, y en su discurso expresa algo que nos interesa para el tema de este trabajo, mencionándoles lo que él llama un "tradicionalismo religioso sin alma": "Una catequesis auténtica no se reduce a la comunicación de un patrimonio de verdades; más bien, tiende a introducir a las personas en una vida de fe consciente y plena. Es importante que el Evangelio se anuncie como una 'nueva', la 'buena nueva', centrada totalmente en la persona de Jesús, Hijo de Dios y Redentor del hombre. La catequesis debe ayudar a las personas a 'encontrarse' con Jesucristo, a dialogar con él y a sumergirse en él. Si no existe la vibración de este encuentro, el cristianismo se convierte en un tradicionalismo religioso sin alma, que cede fácilmente ante los ataques del secularismo o ante las seducciones de propuestas religiosas alternativas".
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