martes, 26 de octubre de 2021

XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos

En mi nota de ayer proponía reflexionar acerca de si nos es legítimo o no calificar, de "progresista" o de "tradicionalista", el modo de vivir nuestra fe y, por ende, si es legítimo o no hablar de "progresismo" y "tradicionalismo" en la Iglesia. No nos será suficiente una sola nota, de modo que solamente daremos hoy los primeros pasos. Comencemos al menos por contextualizar la cuestión planteada, del modo más adecuado y más actual, refiriéndonos al tema y las finalidades del camino sinodal que se ha iniciado en toda la Iglesia. 

Vivir con la Iglesia visible
   
----------Siendo la Iglesia el Cristo viviente, continuado en el tiempo y en el espacio, pertenecer a la Iglesia significa pertenecer a Cristo. La pertenencia a la Iglesia es garantía absoluta de nuestra pertenencia a Cristo; por lo tanto, nuestra santificación personal coincide con nuestra progresiva incorporación a esta Santa Comunidad, que ha sido comparada por Nuestro Señor con la vid y los sarmientos, y por san Pablo con un cuerpo y sus miembros: dos imágenes, la vid y el cuerpo, a las cuales siempre debemos recurrir de modo complementario entre sí, para poder comprender la esencia  de la Iglesia y la vida en ella.
----------Ahora bien, siendo la Iglesia el misterioso (místico) Cuerpo de Cristo, continuado en el tiempo y en el espacio, por eso mismo, nada puede concebirse de tan vital importancia para nosotros como el vivir lo más íntimamente posible con la Iglesia, y por cierto con la Iglesia visible, con la Iglesia tal como es organizada por el mismo Espíritu Santo y vive animada por el mismo Espíritu. Vivir con la Iglesia visible, con la presente, no con una imaginaria, sea que escapemos al pasado o al futuro para imaginarla a nuestro gusto.
----------El Romano Pontífice es la cabeza visible de la Iglesia peregrina y militante en el hoy de la historia, la Iglesia de los fieles que aún vivimos en la tierra, unidos en comunión con la Iglesia de los Santos en el cielo y con las almas de los difuntos detenidas en el purgatorio. Y el Santo Padre nos ha convocado a todos los fieles a vivir la próxima XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, a través de un camino sinodal, que tiene como tema: Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión. 
----------En base al documento preparatorio del sínodo, a la reflexión ofrecida por el papa Francisco el pasado 9 de octubre, y a su homilía en la Misa de apertura del Sínodo, quisiera proponer al lector algunas consideraciones relativas al tema, a saber, el valor de la comunión eclesial, que está en la base del Sínodo y es incrementada por el propio Sínodo, el concepto de sinodalidad y sus implicancias, y la actitud con la que nosotros, los fieles católicos, debemos asumir esta nueva directiva pastoral del Romano Pontífice.
----------Entiendo también responder de este modo al llamado que ha hecho nuestro Arzobispo, el pasado 17 de octubre, al inicio de la etapa diocesana del camino sinodal, en la homilía de la Misa celebrada en el santuario de María Auxiliadora de Rodeo del Medio, cuando dijo: "Creo que en esta invitación que nos hace el Papa a escuchar, después de encontrarnos, y a discernir, hay una invitación a toda la Iglesia para crecer en la comprensión de su misión, para buscar todos juntos lo que el Señor nos propone en este tiempo, cuáles son los desafíos para su Iglesia y, en concreto, para nosotros aquí en Mendoza".
   
Comunión y participación en la Iglesia

----------La comunión en la Iglesia es la unión y la armonía de los espíritus, de las mentes, de los corazones, de las intenciones, de los propósitos, de las acciones, sobre la base de la verdad de fe y en torno a la verdad de fe comúnmente aceptada, comprendida y compartida. La comunión es la circulación fraterna de la caridad de cada uno hacia todos y de todos hacia cada uno.
----------La comunión es la unión y la disciplina de los fieles en torno a los pastores y bajo la guía de los pastores, ante todo el Romano Pontífice. La comunión eclesial es la comunión con el Papa. Son dos cosas indisociables. Quien no está en comunión con el Papa no puede estar en comunión con la Iglesia.
----------Donde existe la herejía, el disenso, la traición, el fraude, la ambigüedad, la duplicidad, la falsificación, la mala interpretación, la reticencia en el campo de la fe, no puede haber comunión, sino que habrá división, cisma, secesión, desobediencia, litigio, conflicto, rencor, opresión, desintegración, facciosidad.
----------La promoción de la comunión no se hace con la simple apelación a la comunión sin explicar sobre cuáles ideas, sobre cuáles principios teóricos y prácticos se debe fundar la comunión; no basta el llamado a permanecer unidos, a quererse bien, a no litigar, a evitar las polémicas, a estar de acuerdo, a trabajar juntos, a la ayuda recíproca y a la complementariedad recíproca.
----------No basta la simple apelación a la hermandad, a la mutua comprensión y misericordia, a la mutua escucha, a la aceptación y acogida, a la caridad recíproca o la simple apelación al Espíritu Santo, sino que es necesario, además de todo eso, tener el máximo cuidado para obtener, custodiar y mantener, en la medida de lo posible, el acuerdo de los espíritus en la verdad eliminando todo aquello que se opone a la verdad y a la sana doctrina. No basta la exhortación al discernimiento de "los nuevos desafíos", si no se ofrecen criterios sólidos y seguros, de fe para el mismo discernimiento, para distinguir la verdadera comunión de la falsa comunión, para distinguir quién está en comunión y quién no lo está.
----------La comunión nace del recto conocimiento de fe y de la puesta en práctica sincera y no fingida de la Palabra de Dios. Si esta falta o viene a ser falsificada, la comunión es falsa, sólo aparente o imposible o se destruye. Como observaba agudamente el cardenal Ratzinger en su momento, la comunión eclesial no es un simple formar fila de los soldados ante el llamamiento del cabo o del oficial a cargo.
----------La comunión no es un cualquier estar juntos, un mero amucharnos, por la simple voluntad del jefe o por una supuesta inmotivada "voluntad general" a la Rousseau, quizás porque nos sentimos bien juntos. La comunión no tiene su principio y fundamento en sí misma, aunque sí tiene un valor absoluto: "Amo porque amo", decía san Bernardo. Y, sin embargo, no surge de sí misma, no se basa a sí misma, sino que está justificada y autenticada por la verdad. Puede haber verdad sin la comunión, pero no la comunión a menos que se crea en la verdad. Puede existir la fe sin la caridad, pero no la caridad sin la fe.
----------El superior que no cree en la verdad no tiene ningún respeto por la dignidad humana de sus súbditos, de aquellos a quienes debería mancomunar entre sí, sino, como el Príncipe de Maquiavelo, crea una masa de maniobra, una masa de ovejas, para manipular como le plazca; no crea en absoluto una verdadera comunión entre ellos, y ni siquiera le interesa: lo importante es que obedezcan. Sobre la falsedad no se construye ninguna comunión, sino solo un pacto entre villanos y una asociación para delinquir.
----------Por eso, si queremos la comunión, debemos tener mucho cuidado para que la verdad de fe sea por todos compartida. Tan pronto como notamos el surgimiento de un error, es necesario, si tenemos la posibilidad o la autoridad, intervenir inmediatamente para refutarlo, antes de que el veneno se extienda para destruir la comunión o para impedirla, porque lo falso es el enemigo de la comunión y disgregador de la comunión.
----------La verdad une y surge de la unidad, incluso si requiere la lucha contra el error; lo falso divide y, en todo caso, crea un pacifismo superficial basado sobre el equívoco. No toda polémica o controversia es divisiva, sino solo aquella que sostiene el error contra la verdad. Fautor de división no es simplemente quien se opone o disiente: es necesario ver a qué se opone o con qué disiente o no está de acuerdo. Si se opone al error y a la discordia o a una falsa comunión o unanimidad, es factor de reconciliación y de paz.
----------Si la espada viene a producir la paz venciendo a los enemigos de la paz, como el odio y la mentira, entonces la espada es bienvenida. En este sentido, Nuestro Señor Jesucristo, rey de la paz, dice haber venido a traer una espada. Y esto es necesario entenderlo: de hecho, la comunión se rompe cuando alguien, rechazando la verdad y abrazando el error, se aísla y se separa de la comunión y se convierte en fautor y principio de división, creando división y suscitando reacciones opuestas o tendencias facciosas.
----------El excomulgado no es necesariamente quien es declarado tal por la autoridad, sino que puede ser muy bien alguien que finge estar en comunión, quizás ocupando puestos de relieve o de prestigio, pero que si está sustancialmente e interiormente contra la Iglesia, la divide y arruina desde dentro.
----------La comunión eclesial es algo de mucha complejidad, de no fácil implementación y de no fácil mantenimiento, porque siempre están en acción tanto desde el interior como desde el exterior las fuerzas demoledoras de la división y de la ruptura. Por eso, la Iglesia debe recurrir continuamente, como los pulmones tienen necesidad de oxígeno, a la fuerza del Espíritu Santo, que la unifica, la purifica, la santifica y la fortalece contra las potencias de la división y de la discordia.
----------El punto de partida especulativo para fundar la comunión es el conocimiento de los elementos y de los principios teóricos y prácticos que fundan, edifican, construyen y hacen crecer la Iglesia. La Iglesia, como nos enseña san Pablo, es un organismo viviente, sapientísimamente ordenado, es el Cuerpo de Cristo, donde cada miembro y cada órgano tiene su puesto y su función precisa al servicio de las otras partes de la Iglesia y de la Iglesia misma en su conjunto y recibe de las otras partes, de modo que existe un intercambio vital entre cada una con cada otra en beneficio del todo.
----------Es necesario conocer lo que compete a cada órgano, para que sepamos hasta dónde puede llegar y qué límites no puede superar. Es necesario conocer el principio de la unidad y de la comunión, que es la acción del Espíritu Santo por medio de los sacramentos y de los diversos dones y ministerios, así como el espacio comunitario de la pluralidad, de la diversidad y de la libertad, para no sofocar la libertad bajo el pretexto de la unidad y no disgregar la unidad con el pretexto del pluralismo.
----------Estos errores rompen la comunión. También es necesario saber qué cosa en la Iglesia puede cambiar y qué cosa no puede cambiar, para no cambiar lo que se debe conservar y no mantener lo que debe ser cambiado, porque incluso estos errores rompen la comunión.
   
La esencia de la sinodalidad y sus implicancias
   
----------Sinodalidad es un término agradable al papa Francisco; podría usarse otro término, pero da lo mismo, lo importante no son las palabras sino las ideas o conceptos que las palabras expresan. Pues bien la sinodalidad es la expresión de la comunión eclesial. El término sinodalidad, proviene del sustantivo sinodo, synodos, palabra compuesta de syn = con; odòs = camino, que por lo tanto implica la idea del caminar juntos. Por consiguiente, el sínodo, la sinodalidad, implica la idea del unirnos, del encontrarnos, del reunirse. Además, está la idea del caminar, que quiere decir avanzar, proceder, progresar, mejorar.
----------El estar juntos quiere decir también comunicar, trabajar, gozar y sufrir juntos, poseer en común, disfrutar juntos de los mismos bienes. Todo esto es expresado magníficamente y poéticamente por el Salmo 133: "¡Mirad qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos! Es como el óleo perfumado sobre la cabeza, que desciende por la barba -la barba de Aarón- hasta el borde de sus vestiduras. Es como el rocío del Hermón que cae sobre las montañas de Sión. Allí el Señor da su bendición, la vida para siempre".
----------La sinodalidad es la participación habitual de todos en el bien común de la Iglesia. El Sínodo, en cuanto hecho o acto concreto jurídicamente y socialmente regulado y estructurado, es un encontrarse ocasional de solo pastores, o de fieles y pastores, a nivel local o nacional o internacional, para tratar sobre problemas comunes, potenciar los valores comunes y experimentar la caridad fraterna. Existen sínodos de diversa especie o índole: son de interés ante todo para los pastores, como por ejemplo el Concilio Ecuménico o el Sínodo mundial de los Obispos. El Sínodo del Pueblo de Dios es un encontrarse de fieles y pastores.
----------El Sínodo es la expresión visible institucional y periódica sobre esta tierra, presente sobre todo en la Iglesia de hoy, de la máxima sociabilidad del hombre elevado al plano sobrenatural de la fraternidad cristiana, que es la comunión de los santos, comunión espiritual que une la Iglesia terrena con la Iglesia celestial.
----------La sinodalidad es también expresión de la vida común de esa particular y significativa porción del Pueblo de Dios que son los Religiosos y almas consagradas. Para ellos la sinodalidad tiene su paradigma en la narración de los Hechos de los Apóstoles, como se desprende del relato del día de Pentecostés (Hch 2,1) o de la vida en común de los Apóstoles (Hch 2,44; 5,12).
----------Ahora bien, es necesario comprender que si bien la Iglesia es maestra de fraternidad, de sociabilidad, de solidaridad, de participación, y de comunión hacia el interior de sí misma y para toda la humanidad, sin embargo, una plena comunión eclesial de todos con todos no es posible sobre esta tierra, en la Iglesia peregrina, a causa de las consecuencias del pecado original y de los ataques del mundo y de Satanás.
----------La comunión eclesial está contrariada a menudo por los mismos fieles, no suficientemente iluminados por la fe ni lo bastante animados por la caridad, no suficientemente atentos a los impulsos del Espíritu Santo. Muchos cristianos, aunque refiriéndose a Cristo, aunque devotos del Espíritu Santo, aunque bautizados y fieles al Credo, no están en plena comunión con la Iglesia, al menos por su negativa a estar en comunión con el Papa, cuando no se agregan otras carencias y lagunas doctrinales, que hacen que en ellos no exista esa plenitud de verdad que solo se encuentra en la Iglesia católica bajo la guía del Romano Pontífice.
   
Nuestra actitud hacia esta directiva pastoral del Santo Padre
   
----------Hablando del camino sinodal recién iniciado, el Santo Padre ha afirmado en su reflexión del 9 de octubre: "Tenemos la oportunidad de ser una Iglesia de la cercanía. Volvamos siempre al estilo de Dios, el estilo de Dios es cercanía, compasión y ternura. Dios siempre ha actuado así. Si nosotros no llegamos a ser esta Iglesia de la cercanía con actitudes de compasión y ternura, no seremos la Iglesia del Señor. Y esto no sólo con las palabras, sino con la presencia, para que se establezcan mayores lazos de amistad con la sociedad y con el mundo. Una Iglesia que no se separa de la vida, sino que se hace cargo de las fragilidades y las pobrezas de nuestro tiempo, curando las heridas y sanando los corazones quebrantados con el bálsamo de Dios. No olvidemos el estilo de Dios que nos ha de ayudar: la cercanía, la compasión y la ternura".
----------Indudablemente, debemos hacer nuestras esas palabras del Papa. Aún no ha terminado la tarea de la Iglesia para comprender y hacer suyos los sufrimientos del mundo, para "curar las heridas y sanar los corazones quebrantados con el bálsamo de Dios", para sostener a los débiles, para alentar a los tímidos, para iluminar a los que buscan la verdad, para atender a los necesitados, para perdonar a los arrepentidos, para liberar a los oprimidos y para "establecer mayores lazos de amistad con la sociedad y con el mundo" a fin de convertirnos en creíbles anunciadores del Evangelio. Y no cabe ninguna duda de que "el estilo de Dios es cercanía, compasión y ternura", como ha subrayado en su reflexión el papa Francisco.
----------Pero hay que agregar que no es solo ése el estilo de Dios. Depende de las personas con las cuales tiene que tratar. Al respecto, se expresa con mucha claridad Nuestra Señora en el Magnificat: "Ha dispersado a los soberbios de corazón, ha derribado a los poderosos de su trono y ha elevado a los humildes; colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías" (Lc 1,51-53).
----------Si Dios ha tenido piedad de Israel liberándolo de la esclavitud del faraón, no es que hacia el faraón haya mostrado una particular ternura. El hecho es que Dios tiene un propósito único para todos: recordar a todos que Él es Dios, llamar a todos a Él e instar a todos a convertirse de sus pecados y a hacer penitencia.
----------Y este propósito salvífico lo logra con dos métodos distintos, adecuados a la condición de cada uno: a todos envía el sufrimiento, con la salvedad de que para los soberbios el sufrimiento es un castigo, mientras que para los humildes es una purificación y una ocasión de reparación reparar sus pecados. Por eso en el libro de Tobías se dice que "Dios castiga y usa misericordia" (Tb 13,2).
----------De manera similar, la Iglesia debe saber ser misericordiosa, pero también debe saber ser combativa. Por lo tanto, la Iglesia debe construir puentes para las personas de buena voluntad que quieran entrar, pero debe construir muros bien robustos para defenderse de quienes la quieren muerta. Ciertamente somos todos hermanos, pero no todos se comportan como hermanos; también existe quien nos odia. ¿Qué hacer en este caso? Jesús nos enseña a sustraernos e irnos a otra ciudad o bien a ser prudentes como las serpientes. Él no excluye tampoco ante Pilato la posibilidad de una guerra justa (Jn 19,38).
----------Porque bien sabemos que amor al enemigo no quiere decir que no sea lícito combatir al enemigo cuando llega la necesidad, sino que significa saber encontrar lados buenos incluso en el enemigo. La ética cristiana nunca ha declarado ilícito el servicio militar y muchos santos han sido militares. Ciertamente la Iglesia debe saber dialogar con el mundo, pero cuando el mundo quisiera someterla, es ella la que debe saber vencer al mundo. Comentando las palabras de Jesús "os envío como corderos en medio de lobos", el cardenal Giacomo Biffi [1928-2015] supo observar con su habitual argucia: "¡pobres lobos!".
----------Lo sabemos bien: la vida cristiana no puede estar hecha solo de diálogo y de ternura, sino que, dadas las consecuencias del pecado original que empujan al hombre al pecado, si queremos salvarnos a nosotros mismos y también salvar a los demás, nuestra conducta cristiana debe tener también un sesgo agonístico y ascético de victoria contra la carne, el mundo y Satanás. Sería bello si toda nuestra vida se pudiera desarrollar en un agradable, musical y perfumado, diálogo o tertulia de salón.
----------El Concilio Vaticano II, siguiendo las huellas de la Sagrada Tradición y de la Sagrada Escritura, reconoce que la Iglesia está empeñada en una lucha sin tregua contra Satanás. El libro del Apocalipsis lo dice en modo clarísimo. Ese "discernimiento de los nuevos desafíos" del que ha hablado nuestro Obispo en su homilía del pasado 17 de octubre, por lo tanto, sirve esencialmente para que podamos decidir cuál conducta debemos tener, de vez en vez, hacia el prójimo: si de misericordia o de severidad.
----------Nuestro Señor Jesucristo ha tenido en su paso por esta tierra, actitudes de extrema ternura hacia los pequeños, los humildes y los arrepentidos, pero ha lanzado invectivas terribles contra los fariseos, los doctores de la ley y los sumos sacerdotes, los cuales, precisamente porque se irritaron por ello, lo llevarán a la cruz. Y en la misma cruz de Nuestro Señor, ciertamente, existe la misericordia, pero es esa misericordia, por la cual en Cristo podemos expiar nuestros pecados y así obtener salvación y perdón.
----------Espero haberme explicado suficientemente bien acerca de la que considero debe ser nuestra actitud hacia esta nueva directiva pastoral del Santo Padre, este camino sinodal que todos los católicos hemos iniciado y que culminará en el Sínodo de los Obispos en 2023. Como lo dije en otras ocasiones: nosotros, en cuanto fieles católicos, necesitamos dos cosas para tener una correcta actitud respecto al Santo Padre: 1) conocer exactamente el programa de su pontificado, para poder ayudarlo según nuestras posibilidades; y 2) conocer las necesidades de la Iglesia, para compensar las carencias del Papa al respecto.

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