jueves, 10 de diciembre de 2020

Apuntes de Escatología (5/12) La Parusía de Cristo. Parte 1

Retomemos nuestros apuntes del tratado de la Escatología. Esta vez trataremos de una promesa que nos ha hecho Cristo antes de dejar este mundo y de retornar al Padre. Él anuncia, en formas veladas y en formas explícitas, que volverá al fin del mundo, victorioso sobre las potencias del mal, para juzgar a los vivos y a los muertos, para hacer resucitar a los muertos de los sepulcros e inaugurar en plenitud el Reino de Dios.

----------A este retorno glorioso de Cristo se ha convenido en llamarlo "parusía", palabra griega usada por el Nuevo Testamento para significar precisamente esta venida final de Cristo. Esa palabra, de por sí, indicaba, en tiempos de Cristo, el regreso triunfal del rey a su sede después de la victoria sobre sus enemigos, circundado de gloria y exaltado tanto por su ejército victorioso como por su pueblo. Si me permiten usar un ejemplo moderno, aunque también muy banal y absolutamente distante del significado de lo que trataremos aquí, pensemos en el regreso a su patria de un equipo de fútbol ganador de un campeonato mundial.
----------Esta idea, no como mero concepto teórico, sino como viva esperanza en la venida del Mesías redentor y liberador de los justos del yugo de los impíos para la instauración del Reino de Dios sobre la tierra, ya aparece en los profetas del Antiguo Testamento. De tal modo que, el pueblo judío, destinatario principal de esta promesa del Señor, siempre estuvo en la viva espera de la venida de este Mesías triunfante, sin prestar demasiada atención, sin embargo, al hecho de que el Mesías venía presentado por el profeta Isaías también como sufriente y aparentemente derrotado, pero salvador del pueblo mediante la ofrenda sacrificial de sí mismo, como "manso cordero inmolado" para la expiación de los pecados.
----------Los cristianos alcanzaron a captar este aspecto aparentemente desconcertante del Mesías también sufriente, evitando escandalizarse de su figura dolorosa ("bendito aquel que no se escandalice de mí"), pero, como es bien sabido, la mayor parte de Israel no entendió y aún no comprende que ya en el Antiguo Testamento la victoria final del Mesías es precedida y condicionada por su sacrificio redentor. Esta corriente mayoritaria del judaísmo, en cambio, se ha mantenido obstinadamente unida a la expectativa del puro triunfador en el sentido político de un Israel dominador sobre toda la humanidad.
----------Sin embargo, es cierto que sólo con el Nuevo Testamento y, en particular, de las propias palabras de Cristo surge una verdadera y propia distancia histórico-temporal entre una primera y una segunda venida del Mesías: la primera, aquella de Cristo hace dos mil años, finalizada en el sacrificio de la Cruz, aunque con la posibilidad de un inicio del Reino desde ahora mismo gracias a la fundación de la Iglesia y a la vida de la gracia; la segunda -la única que esperan los judíos- aquella efectivamente y definitivamente triunfadora, en la cual ciertamente Israel sigue siendo pueblo elegido, pero no para dominar, sino para servir a la humanidad en el camino de la salvación, tras las huellas del mismo Redentor de Israel, "que no ha venido para hacerse servir, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos".
----------San Pablo prevé la conversión de Israel a Nuestro Señor Jesucristo en el fin del mundo (Rm 9-11). Se podría pensar que Cristo cumple así con las expectativas de Israel de un Mesías glorioso y triunfador. Sin embargo, dado que sin la cruz no hay salvación, podríamos pensar que los sufrimientos de Israel a lo largo de la historia presente suplen o compensan su falta de fe en un Mesías sufriente. Israel mismo, como sabemos, es un pueblo mesiánico, por lo cual es posible que este pueblo, quizás sin darse cuenta (pensemos en el Holocausto), haya sufrido y esté sufriendo los dolores del Mesías.
----------La venida final de Cristo, tal como surge del Nuevo Testamento, se prepara a lo largo de la historia hasta el fin del mundo, por una venida parcial constante, más interior que socialmente relevante, en el Espíritu Santo. Una venida en las conciencias, más que en las realizaciones externas de este mundo. A lo largo de la historia, Cristo continúa viniendo y obrando la salvación en sus discípulos, en los pobres, en los oprimidos, en los que sufren, en los pequeños, en la Iglesia, en los sacramentos, en el año litúrgico: este es el período del "adviento". Pero, así como el Cristo de la historia pareció ser un derrotado, y así como su acción en el mundo parece incomprendida, contrastada y a menudo al borde de la extinción, así la Iglesia, cuerpo de Cristo, en los atormentados acontecimientos terrenos, es igualmente combatida y su acción es constantemente contrastada por el poder de las tinieblas, el "dragón rojo" del Apocalipsis.
----------Con todo esto, así como las fuerzas del mal no han podido detener a Cristo en el cumplimiento de su misión, sino que los insultos que Cristo ha recibido de los pecadores se convirtieron en ingredientes de su victoria, así la Iglesia, Reino de Dios iniciado en este mundo, gracias a sus propios sufrimientos, avanza inexorablemente en la construcción del Reino a lo largo de los siglos, protegida por su divino Esposo y todos los que viven en esta comunidad de salvación de por sí invencible devienen a su vez invencibles, aún cuando durante todo el curso de esta vida existe para ellos la posibilidad de ceder por su culpa a las fuerzas del mal.
----------La parusía es el momento final de la edificación del Reino, es la inauguración del Reino en su plenitud y en cierto modo el inicio de una nueva historia no ya de pecado sino de justicia, no ya de muerte sino de vida, no ya de sufrimiento sino de alegría. En este momento, según las profecías evangélicas, el trigo se separa definitivamente del lolio, los justos reciben el premio eterno y los malvados reciben el castigo eterno. Y todo esto no tanto en el alma, puesto que eso ya ha sucedido en el juicio particular en el momento de la muerte, sino en el cuerpo mismo y en el mundo, como redundancia de la sanción divina, al momento del juicio universal.
----------En nuestra segunda parte, Dios mediante, completaremos, siempre en la brevedad de estos sencillos apuntes, la consideración del dogma de la Parusía de Cristo.

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