viernes, 25 de diciembre de 2020

Meditación en Navidad contemplando el Apocalipsis (2/2)

Completemos ahora nuestra meditación en la presente Navidad dando un salto contemplativo hacia el Apocalipsis de san Juan. Retomemos nuestra reflexión donde la habíamos dejado, los capítulos 12 y 13 del Apocalipsis y la Segunda Carta de san Pablo a los Tesalonicenses, capítulo 2, vv.3-10.

----------En esos textos apocalípticos y paulinos se nota la insistencia sobre el tema de la impiedad. El hombre bajo el influjo de la serpiente que ha hecho caer a sus progenitores, se yergue contra Dios para ponerse en el lugar de Dios. Es el evidente colapso de la religión y del sentido de lo sagrado. Hoy asistimos a una expansión de la irreligiosidad, del vilipendio de lo sagrado, de su difamación o de la burla hacia todo lo sagrado, de la blasfemia, de la profanación, del sacrilegio, del indiferentismo y relativismo religioso, de la idolatría, del politeísmo, del espiritismo, de la magia, del satanismo y de cualquier práctica supersticiosa.
----------Se ignora afectadamente al dogma católico, o se le deforma o no se le presta ninguna atención, ni tampoco a cualquier revelación divina, considerada fanatismo o mitología, no tanto porque Dios no le habla al hombre, sino simplemente porque Dios no existe. No es que Dios, habiendo creado al hombre, le enseñe al hombre cómo debe regularse para ser feliz, sino que el hombre, siendo el efecto de su propia voluntad y habiéndose creado a sí mismo, ya sabe por sí mismo lo que debe hacer para ser feliz.
----------De hecho, el gnóstico se considera Dios, por lo cual su ser hombre es el pasar de su yo absoluto a su yo empírico, lo cual es una monstruosa distorsión del misterio de la Encarnación. En cuanto al pelagiano, él se considera un superhombre, un Prometeo capaz de arrebatar el fuego a los dioses, en lenguaje cristiano, de elevarse por sí mismo a la gracia e incluso de conquistar la naturaleza divina.
----------Modernistas y ultra-tradicionalistas parecen estar en las antípodas los unos de los otros, pero en realidad los extremos se tocan y al fin de cuentas son movidos por la misma soberbia, una soberbia que es patente y manifiesta en los modernistas, y una soberbia que está enmascarada, disfrazada de humildad en los ultra-tradicionalistas. De hecho, el modernista concibe la Encarnación como un Dios en devenir, que se transforma en el hombre, y confunde a Dios con la historia y la modernidad. Mientras que el ultratradicionalista no ve en la Encarnación el factor del progreso histórico, sino que lo resuelve en un teorema abstracto fuera de la historia. Pero en ambos la protervia es la misma, desde el momento en que ambos, quizás declarándose católicos, en realidad pretenden saber qué cosa es la Encarnación mejor que cuanto saben la Iglesia y el Papa.
----------Pero he aquí la reversión de la situación. Ese niño fragilísimo y necesitado de todo en los brazos de María es el Rey del universo, el Redentor del mundo y el vencedor final de las potencias satánicas. Para comprender a fondo el Misterio de la Navidad no basta detenerse en el tierno, conmovedor y delicioso relato de Lucas 2,1-20, sino que es necesario dar un salto al Apocalipsis, donde Juan nos da una descripción de la conducta de Nuestro Señor Jesucristo bien diversa de aquella que tiene como recién nacido en el pesebre de Belén, conducta que no es más que preparatoria, en su humildad, para la gloria futura.
----------De hecho, tenemos en el capítulo 20 del Apocalipsis la visión del glorioso Juicio universal, que es el acto de Nuestro Señor Jesucristo, glorioso juez de la humanidad, después de su triunfo sobre el pecado y sobre la muerte. Vemos por una parte a Cristo que premia a sus fieles y por otra a Cristo que castiga a los impíos. "Vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él (...) Y vi a los que habían muerto, grandes y pequeños, de pie delante del trono. Fueron abiertos los libros (...) y los que habían muerto fueron juzgados de acuerdo con el contenido de los libros (...) cada uno fue juzgado según sus obras" (Ap 20,11-13).
----------Al glorioso juicio definitivo sigue el ingreso de los bienaventurados a la Jerusalén celestial: "¡He aquí la morada de Dios entre los hombres! Él habitará con ellos, ellos serán su pueblo, y el mismo Dios estará con ellos. El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó" (Ap 21,2-5). En cambio, los réprobos caen en el infierno (Ap 20,14-15).
----------Grandiosa es la doble visión del Cordero triunfante en los capítulos 7 y 14 del Apocalipsis, que tiene como su séquito a todos los bienaventurados del cielo. De hecho, san Juan nos muestra en dos momentos el destino de los salvados, una primera inmensa multitud, de ciento cuarenta y cuatro mil personas, a quienes Juan llama "sellados con el sello" y la segunda multitud de los "redimidos de la tierra".
----------La primera multitud está constituida por los que son salvos del propio Israel, seguidos por: "...una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas. Estaban de pie ante el trono y delante del Cordero, vestidos con túnicas blancas; llevaban palmas en la mano y exclamaban con voz potente: '¡La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono, y del Cordero!' (...) 'Estos son los que vienen de la gran tribulación; ellos han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero'. Por eso están delante del trono de Dios y le rinden culto día y noche en su Templo. El que está sentado en el trono habitará con ellos: nunca más padecerán hambre ni sed, ni serán agobiados por el sol o el calor. Porque el Cordero que está en medio del trono será su Pastor y los conducirá hacia los manantiales de agua viva. Y Dios secará toda lágrima de sus ojos" (Ap 7,4-17).
----------La segunda multitud: "Después vi al Cordero que estaba de pie sobre el monte Sión, acompañado de ciento cuarenta y cuatro mil elegidos, que tenían escrito en la frente el nombre del Cordero y de su Padre. Oí entonces una voz que venía del cielo, semejante al estrépito de un torrente y al ruido de un fuerte trueno, y esa voz era como un concierto de arpas: los elegidos cantaban un canto nuevo delante del trono de Dios, y delante de los cuatro Seres Vivientes y de los Ancianos. Y nadie podía aprender este himno, sino los ciento cuarenta y cuatro mil que habían sido rescatados de la tierra (...) Han sido los primeros hombres rescatados para Dios y para el Cordero. En su boca nunca hubo mentira y son inmaculados" (Ap 14,1-5).
----------Pero he aquí el castigo de los impíos: "Vi el cielo abierto y apareció un caballo blanco. Su Jinete se llama 'Fiel' y 'Veraz'; él juzga y combate con justicia. Sus ojos son como una llama ardiente y su cabeza está cubierta de numerosas diademas. Lleva escrito un nombre que solamente él conoce. Está vestido con un manto teñido de sangre. Su nombre es: 'La Palabra de Dios'. Lo siguen los ejércitos celestiales, vestidos con lino fino de blancura inmaculada y montados en caballos blancos. De su boca sale una espada afilada, para herir a los pueblos paganos. El los regirá con un cetro de hierro y pisará los racimos en la cuba de la ardiente ira del Dios todopoderoso. En su manto y en su muslo lleva escrito este nombre: Rey de los reyes y Señor de los señores.
----------En seguida vi a la Bestia y a los reyes de la tierra, con sus ejércitos preparados para combatir contra el Jinete y su ejército. Pero la Bestia fue capturada, junto con el falso profeta -aquel que realizaba prodigios delante de la otra Bestia, y así logró seducir a los que llevaban la marca de la Bestia y adoraban su imagen- y ambos fueron arrojados vivos al estanque de azufre ardiente. Todos los demás fueron exterminados por la espada que salía de la boca del Jinete, y las aves se saciaron con sus despojos" (Ap 19,11-21).
----------"Cuando se cumplan los mil años" (es decir, en el fin del mundo), "Satanás será liberado de su prisión. Saldrá para seducir a los pueblos que están en los cuatro extremos de la tierra, a Gog y Magog, a fin de reunirlos para la batalla. Su número será tan grande como las arenas del mar, y marcharán sobre toda la extensión de la tierra, para rodear el campamento de los santos, la Ciudad muy amada. Pero caerá fuego del cielo y los consumirá. El Diablo, que los había seducido, será arrojado al estanque de azufre ardiente donde están también la Bestia y el falso profeta. Allí serán torturados día y noche por los siglos de los siglos" (Ap 20,7-10).
----------Lo que intento decir en esta meditación es que en la humilde gruta de Belén es necesario vislumbrar la revelación de estos misterios transmitidos por san Juan en el Apocalipsis, estos misterios de muerte y resurrección, de sufrimiento y de lucha, de victoria y de derrota, de justicia y de misericordia. De este modo aprendemos los humildes inicios de nuestra futura grandeza conquistada a través de la cruz. Nosotros somos como ese grupo de griegos que, según el relato de san Juan (Jn 12,20-28), quieren ver a Jesús. Y para ello vamos a visitar el pesebre esperando satisfacer nuestra humana religiosidad.
----------Pensamos encontrar a un Jesús tiernamente amable y misericordioso. Sí lo es. Y ha sido oportuno el papa Francisco en repetir en la audiencia general de este miércoles el famoso texto de Gaudium et Spes n.22: "El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre"; y es cierto también, como dice el Papa, que con su nacimiento Nuestro Señor Jesucristo "nos dona tanta alegría y tanta valentía. Dios no nos ha mirado desde arriba, desde lejos, no ha pasado de largo, no ha sentido asco por nuestra miseria, no se ha revestido con un cuerpo aparente, sino que ha asumido plenamente nuestra naturaleza y nuestra condición humana. No ha dejado nada fuera, excepto el pecado: lo único que Él no tiene. Toda la humanidad está en Él. Él ha tomado todo lo que somos, así como somos. Esto es esencial para comprender la fe cristiana". Pero hay que reconocer que Jesús, como a aquellos griegos, que quizás esperaban ver un sabio estoico o epicúreo, nos enfría en nuestro entusiasmo o en nuestra curiosidad por ver un bello belén, porque no nos hagamos ilusiones: Nuestro Señor entra de inmediato en el discurso de la cruz.
----------Por eso, viendo el belén, también nosotros sentimos que el misericordioso Jesús Niño nos advierte en lo íntimo: "Si el grano que cae a tierra no muere, queda solo; si en cambio muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; en cambio el que odia su vida en este mundo, para vida eterna la conserva" (Jn 12-24-25). Si queremos descubrir y gustar el Misterio de la Navidad, es necesario mirar hacia el Apocalipsis.

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