Tras haber delimitado el pensamiento católico como la resultante de dos actividades u oficios con sus características propias: el oficio del Magisterio de la Iglesia y el de los teólogos católicos; pasamos luego a la descripción de las dos corrientes que desde hace décadas vienen falseando el recto pensamiento católico: la corriente modernista y la lefebvriana; y así llegamos a recordar las duras luchas del pensamiento católico en los primeros años del período posterior al Concilio Vaticano II. En esta cuarta nota, la última de esta pequeña serie, intentaré visualizar en los últimos pontificados, desde Pablo VI hasta el actual Papa, los principales jalones de una historia de ocasiones perdidas para restaurar y confirmar el recto pensamiento católico.
"Calamum quassatum non conteret, et linum fumigans non extinguet" (Is 42,3). Blog de filosofía y teología católicas, análisis de la actualidad eclesial y de cuestiones de la cultura católica y del diálogo con el mundo.
viernes, 4 de diciembre de 2020
El pensamiento católico en los recientes pontificados: historia de las ocasiones perdidas, su vigencia y su futuro
----------El papa san Pablo VI [1963-1978], tuvo la gravísima tarea de hacer aplicar, de implementar con sabias, firmes y prudentes decisiones de gobierno, los decretos del Concilio Vaticano II. El hecho fue que se encontró súbitamente delante de una situación dificilísima, que él mismo, como hubo de confesar diez años después del Concilio, no había previsto: "Esperábamos una nueva primavera, y ha llegado una tempestad". Los modernistas holandeses, con increíble intempestivo oportunismo, publicaron ya en 1966, elaborado bajo la influencia de Edward Schillebeeckx [1914-2009], con la autorización del cardenal Bernard Jan Alfrink [1900-1987], el famoso "Catecismo holandés", publicado en Italia en 1969 (el mismo año en que se difundió en España y Latinoamérica la versión en lengua castellana), que tuvo un enorme éxito. Como enseguida explicaré, el hecho de que esto ocurriera del modo que ocurrió pone de manifiesto la primera ocasión perdida por el Papa para señalar el recto pensamiento católico distinguiéndolo de sus falsificaciones.
----------El Catecismo Holandés de 1966, ciertamente no desprovisto de calidad, sin embargo sigue siendo hasta el día de hoy el manifiesto de la Iglesia modernista, pues contenía numerosas herejías y graves carencias doctrinales, que Pablo VI se vio obligado a corregir, pero dos años después, en 1968, por una comisión cardenalicia creada ad hoc. Evidentemente este Catecismo era la implementación de un grandioso plan secreto ya elaborado durante los años del propio Concilio, en cuyas labores numerosos peritos teólogos de orientación modernista ocultaron astuta, desleal, y pérfidamente sus herejías bajo un comportamiento externo correcto, incluso dando a veces una contribución doctrinal laudable en el curso de los trabajos del Concilio. La enfermedad que había infectado a estos teólogos permanecía por entonces en incubación y claramente salió a la luz solo en los años inmediatamente posteriores a la finalización del Concilio.
----------Por lo tanto, se equivocan aquellos historiadores, como Roberto de Mattei [n.1948], que sostienen, en la mis línea de Lefèbvre, que estos peritos habrían dado una dirección modernista al propio Concilio. Es posible, de hecho es probable, que algunas tesis modernistas hayan emergido durante los debates en las asambleas conciliares, que preocuparon fuertemente al papa Pablo VI, pero que luego desaparecieron a la hora de los documentos finales (firmados también por Lefèbvre). Asimismo, también es errónea la interpretación del Concilio dada por la Escuela de Bolonia, para la cual es necesario, en los documentos oficiales, reencontrar un "espíritu" o el "acontecimiento" que va más allá de la letra retrospectivamente conservadora, y que no consiste en otra cosa más que sus ideas modernistas.
----------De modo similar, también se equivoca el cardenal Walter Kasper [n.1933] al ver en el Concilio las "contradicciones", las "tensiones no resueltas" entre elementos fijistas y tradicionales superados y lo "nuevo", en contínua evolución, que no es otra cosa más que ese modernismo, por el cual él simpatiza. Y no se asombren los lectores si hemos aquí destacado los valiosos aportes (de perfil ortodoxo, por supuesto) hechos por los astutos peritos modernistas, actuando hipócritamente durante el Concilio. La valiosa contribución dada por ejemplo por Karl Rahner [1904-1984] al Concilio en colaboración con Joseph Ratzinger [n.1927] es ilustrada por Peter Paul Saldanha en su obra Revelation as "self-communication of God" (Urbaniana University Press, Rome 2005). Como bien lo ha señalado el padre Leonardo Castellani [1899-1981] al hipócrita, al fariseo, sólo se lo reconoce en el preciso momento en que deja de serlo, al reconocerse su hipocresía.
----------Precisamente, al mismo tiempo que comenzaba desde la Santa Sede la aplicación de los decretos conciliares, iba conquistando cada vez más consenso, apoyo y popularidad el pensamiento de Rahner, que había sido uno de los peritos más influyentes del Concilio, teólogo asesor del cardenal Franz König [1905-2004]. Acerca de Rahner es mucho lo que venimos hablando en el blog. Recuérdese que Rahner parte del principio de la identidad del ser con el pensamiento, por lo cual confunde el ser como tal con el ser divino.
----------En esta visión panteísta, el ser humano es reducido al ser divino; lo divino (la "gracia") entra en la definición misma del ser humano, que sin embargo mantiene un aspecto histórico ("el hombre es trascendencia e historia"), que relativiza el concepto de naturaleza humana, el conocimiento o saber humano y la ley natural, sobre el modelo hegeliano, mientras que el ser divino es esencialmente humano. Por lo tanto, Cristo es el vértice divino del hombre y Dios es necesariamente Cristo. De ahí la confusión panteísta de la gracia con Dios, entendida como constitutivo del hombre. Todo hombre está esencial y necesariamente en gracia. Ella no puede ser ni adquirida ni perdida. El pecado no quita la gracia sino que se anula a sí mismo, porque es contradictorio. Cristo salva no en cuanto redentor (concepto mítico), sino en cuanto factor del pasaje del hombre a Dios y de Dios que deviene hombre. La fe no es doctrina o conocimiento conceptual, sino encuentro con Dios, autoconciencia y experiencia de Dios pre-conceptual y atemática (Vorgriff). Ella comporta en el plano de la acción, una opción fundamental por Dios, acto de suprema libertad, por el cual todos se salvan independientemente de los actos categoriales, empíricos y finitos, propios del libre albedrío, cognitivos y morales, buenos o malos, que se pongan sobre el plano cambiante de la historia y de lo relativo ("cristianismo anónimo"). De aquí la relatividad y mutabilidad del dogma, inevitablemente incierto y falible, al contrario de la experiencia de fe, en todo caso salvífica, pues es la experiencia del devenir de Dios en la historia.
----------Nótese que al irse afirmando cada vez más estas ideas de Rahner, la línea de aquel Catecismo Holandés de 1966, que todavía permanecía en un plano de carácter iluminista-racionalista, asume ahora un acento manifiestamente panteístico hegeliano-heideggeriano, que se expresó claramente en el "Curso fundamental sobre la fe" de Rahner, publicado en Alemania en 1976 y en España e Italia en 1977. Esta vez ninguna comisión cardenalicia tuvo el coraje y la sabiduría para condenar este pseudo-catecismo, peor que el precedente, y fue otra ocasión perdida por Roma. El propio Rahner no tuvo el descaro de llamarlo "catecismo", pero en la práctica es evidentísima su intención de proponer de todos modos una iniciación a la fe tergiversada de gnosticismo protestante y en antítesis con la fe católica. La hipocresía se había sacado su careta.
----------Los modernistas, sintiéndose cada vez más poderosos, comenzaron a hacer silenciar a la propia Santa Sede. De hecho, el papa san Pablo VI no tomó ninguna medida o procedimiento disciplinar. No hubo ninguna autorizada refutación por parte de ningún exponente de la Santa Sede o teólogo a la vista. Incluso la CDF, dirigida por el cardenal Franjo Šeper [1905-1981], no hizo nada. Rahner daba demasiado miedo. Explico ahora la que he mencionado como primera ocasión perdida: a decir verdad, el grave error pastoral de la Santa Sede fue en mi opinión el de dejarse adelantar por el Catecismo Holandés, olvidando la providencial y oportuna solicitud de la Iglesia de los tiempos de la Reforma Tridentina, la cual, inmediatamente después del Concilio de Trento y casi como su documento final y resumen o expresión sumaria, publicó el famoso y utilísimo Catecismo Tridentino, que fundamentalmente es todavía hoy muy válido.
----------Es cierto que el papa san Pablo VI, en el transcurso de su pontificado, nos ha propuesto, ya sea por sí mismo o por medio de la CDF, un notable cuerpo doctrinal, que además de desarrollar las doctrinas del Concilio, refuta también las falsas interpretaciones y condena los errores que iban surgiendo en el postconcilio, pero no ha sido nunca capaz de enfrentar a pecho descubierto y explícitamente el problema del rahnerismo. Por el contrario, nombró a Rahner miembro de la Comisión Teológica Internacional, a la cual el teólogo alemán, decepcionado porque sus ideas eran rechazadas, abandonó poco después con tono fastidiado, enojado y arrogante, acusando a la Comisión Teológica de conservadurismo.
----------Pablo VI con muchas sabias y agudas intervenciones contra el secularismo, el espíritu de contestación y protesta, el inmanentismo, el antropocentrismo, el falso carismatismo, el liberalismo, las falsas novedades, el relativismo y evolucionismo dogmático, la profanación de la liturgia, el laxismo y subjetivismo moral, ha girado durante todo su pontificado dando varias vueltas en torno al objetivo, aunque sin haberlo centrado nunca del todo, por lo que los rahnerianos, con la audacia y la hipocresía que los caracteriza, siempre se han sentido seguros y autorizados para proseguir en sus ideas y en sus disfraces.
----------Otra ocasión perdida fue el año 1974. Bien pudo ese año haber sido quizás la oportunidad para resolver el problema del rahnerismo con una buena condena de sus errores y la indicación del verdadero camino de la renovación y del progreso de la teología. Pero lamentablemente Pablo VI también desaprovechó esa ocasión, que le era dada por un gran congreso sobre Santo Tomás de Aquino en el VII centenario de su muerte, organizado por los Dominicos, que contó con la adhesión de 1500 estudiosos de todo el mundo. En esa ocasión, emerge netamente sobre la escena del mundo teológico internacional la gran figura del doctísimo y sapientísimo padre Cornelio Fabro [1911-1995], quien elaboró (así lo comunicó Fabro personal y confidencialmente a algunos amigos) el proyecto de la bellísima Carta Lumen Ecclesiae del Papa al padre Vincent de Couesnongle [1916-1992], Maestro de la Orden de Frailes Predicadores, Carta dedicada a recomendar, con abundancia de oportunos argumentos, el estudio, la profundización y la difusión del pensamiento de Santo Tomás de Aquino, así como su utilización para el encuentro y confrontación con la cultura moderna, en conformidad con las disposiciones del Concilio (Optatam totius n.16 y Gravissimum educationis n.10).
----------En el mismo año 1974 Fabro publicaba El giro antropológico de Karl Rahner, una agudísima investigación de las raíces gnoseológicas y metafísicas del pensamiento de Rahner, un estudio poderoso y contundente, en el cual el teólogo estigmatino demostraba irrefutablemente, textos en mano, valiéndose de su excepcional conocimiento y de Santo Tomás y del idealismo alemán, la abominable aunque fascinante impostura con la cual Rahner, falsificando los propios textos tomistas, pretendía presentar al Aquinate, Doctor Communis Ecclesiae, como conforme a Hegel, cuyo idealismo ha sido repetidamente condenado por la Iglesia.
----------¿Qué otra cosa era ese libro de Fabro sino el más claro tácito mensaje enviado a Pablo VI indicándole la absoluta necesidad de no poner los pies al borde del abismo, sino en el hecho de que la afirmación de la verdad no podía no implicar la condena del error y en este caso la clara e inequívoca afirmación de que la renovación y el progreso de la teología ordenados por el Concilio no debían pasar por Rahner sino por Santo Tomás de Aquino? Y sin embargo, nada vino de Pablo VI.
----------Pero la oposición de los buenos teólogos no se descorazonó. Conscientes de su responsabilidad hacia las almas y leales a su deber de fidelidad al Magisterio de la Iglesia, continuaron señalando los peligrosos errores de Rahner, aunque lamentablemente, como era de esperarse, el rahnerismo no se detuvo, y de hecho se ha reforzado y fortalecido hasta el día de hoy. A la historia de esta terrible lucha en el interior de la Iglesia se ha añadido en estos últimos años, por ejemplo, la persecución hecha a los Franciscanos de la Inmaculada, persecución en la cual no es difícil ver la venganza de los rahnerianos por el congreso teológico internacional anti-rahneriano de los Franciscanos en el 2007 (las actas han sido publicadas en la recopilación: Karl Rahner. Un’analisi critica, a cargo del padre Serafino Lanzetta, Edizioni Cantagalli, Siena, 2009).
----------Con la elección de san Juan Pablo II [1978-2005], se tuvo la impresión de que el papado alcanzaba a tomar la situación en sus propias manos. En 1981 el Papa sustituyó al cardenal Šeper en la dirección de la CDF por el gran teólogo Joseph Ratzinger, y comenzó a notarse un resultado inmediato con una actitud más decidida hacia los errores de Schillebeeckx y la condena de los errores de la teología de la liberación. En cuanto a Rahner, es cierto que Ratzinger alcanzó a golpear a algunos de sus seguidores, pero el propio Rahner, que murió en 1984, permaneció intocado. La riquísima enseñanza de Juan Pablo II corrigió indudablemente muchos errores de Rahner, pero lo hizo en modo sólo alusivo y genérico, limitándose a exponer la sana doctrina, sin entrar con precisiones en el meollo de las cuestiones, como hace el buen médico que no se priva de un análisis exacto y preciso de la enfermedad, a fin de aplicar el remedio adecuado.
----------Gran empresa del papa san Juan Pablo II fue la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica en 1992. También esto sin duda fue indirectamente un robusto antídoto contra los errores de Rahner, aunque obviamente él no podía ser nombrado en el Catecismo. Es interesante cómo después el papa Benedicto XVI [2005-2013] señaló el Catecismo como criterio para discernir los errores de los teólogos. Pero, sin irnos todavía de Juan Pablo II, en realidad él habría tenido dos grandes ocasiones para afrontar directamente, de una vez por todas, la añosa y gangrenosa cuestión: las dos grandes encíclicas Veritatis Splendor de 1993 y la Fides et Ratio de 1998. Sólo en la primera se insinúa la distinción rahneriana (pero sin que Rahner sea nunca nombrado), entre lo "trascendental" y lo "categorial", que se expresa en moral en la "opción fundamental" y en los "actos categoriales". Fueron otras dos grandes ocasiones perdidas.
----------Así, nuevamente, en los años 2004 y 2005, precisamente poco antes de la muerte del gran Pontífice polaco, la lucha entre rahnerianos y anti-rahnerianos se reavivó a lo grande: se celebró un congreso de opositores en Alemania, en 2004 (las actas han sido publicadas en: Karl Rahner. Kritische Annāherungen, a cargo de David Berger, Verlag Franz Schmitt, Siegbug 2004), al cual siguió, casi como una respuesta polémica, un congreso a su favor en la Universidad Lateranense, durante el cual la única voz que realmente se hizo oír en decidida oposición fue la de monseñor Antonio Livi [1938-2020].
----------En mi modesta opinión, sigue siendo sin duda desconcertante constatar el éxito obtenido por Rahner, si el mencionado congreso ha sido celebrado en la más prestigiosa de las Universiades Pontificias Romanas. Eso, hace sólo pocos años, ha sido uno de los signos más obvios de lo dramático de una situación que pide cada vez con más urgencia ser remediada, ser sanada con precisa acción quirúrgica, sobre todo considerando las desastrosas consecuencias de las ideas de Rahner en la moral y en la vida eclesial.
----------Benedicto XVI, el agudo crítico de Rahner, ascendido al solio pontificio en 2005, donde y cuando habría tenido toda la competencia, la inteligencia, la autoridad y el poder para actuar por la solución del gravísimo problema, lamentablemente tampoco ha hecho nada y probablemente (es mi modestísima opinión, aunque estoy convencido) por esas pocas intervenciones alusivas que ha hecho, se ganó la ira de los rahnerianos, lo que lo llevó a abdicar en 2013 y, por lo tanto, a renunciar al ministerio petrino.
----------La encíclica Lumen Fidei, primera del papa Francisco, completamiento de la iniciada por Benedicto, repite lugares comunes e ignora completamente la cuestión rahneriana. Por lo tanto, hoy el problema sigue abierto. El papa Francisco nunca habla de Rahner (algo es algo, al menos no lo ha citado hasta ahora). Pero, de hecho, no creo que esa sea la mejor solución en absoluto.
----------Rahner es conocidísimo, seguidísimo, popularísimo. Sus graves errores, que siguen causando daños, han sido demostrados desde hace cincuenta años por un enorme ejército de estudiosos y el Magisterio de la Iglesia en estos cincuenta años, en la condena de tantos errores, todavía nos deja entrever la siniestra sombra del rahnerismo, no ausente por ejemplo en la corriente buenista emergida incluso en los Sínodos de los Obispos, y en la prédica misericordista durante la actual pandemia del Covid-19, que hace silencio sobre la Justicia de Dios y los castigos divinos. Días atrás, el franciscano Raniero Cantalamessa [n.1934], predicador misericordista en el propio Vaticano en la pasada Semana Santa, ha sido creado cardenal.
----------Entonces, ¿acaso no ha llegado el momento de poner, como suele decirse, "las cartas sobre la mesa"? ¿Por qué pretender ignorar lo que todos saben? ¿Acaso puede decirse que todavía existen hoy rezagados sedicentes progresistas que aún no hayan comprendido de dónde viene el mal? Si, por el contrario, eso está claro, se sabe bien claro de dónde viene el mal, al igual que está claro su origen y su naturaleza, y dado que por otra parte existen los remedios adecuados para extirparlo de raíz, ¿por qué no tomar nota francamente de él de una vez por todas y decidirse a tratarlo, dadas sus nefastas consecuencias, tras un diagnóstico preciso y circunstanciado? ¿Acaso podría el mal desaparecer por sí solo?
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De Revelatione,
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Gracias padre Filemón, por estas notas, detalladas y esclarecedoras.
ResponderEliminarEstá claro que la "cosmovisión de Rahner" se ha sembrado ampliamente a lo largo de estas cinco décadas, y se ha arraigado con gran facilidad. Hoy parece que sus raíces son muy profundas: muchos hombres de Iglesia, obispos y sacerdotes, algunos ya muertos y otros vivos, han sido partidarios declarados de Rahner, o bien suaves opositores tolerantes, malos o ingenuos maestros, según los diferentes puntos de vista como se los quiera ver. Quizás la propagación de la “mala hierba” aún no haya alcanzado su punto máximo (¡algunos dicen que durante años los textos rahnerianos han sido la base de estudio para la formación teológica en muchos seminarios!). Es amargo el paisaje que se contempla: ver que los últimos Papas intentaron evitar la propagación de estas "teorías venenosas" y "serpenteantes errores" como previno el cardenal Ottaviani, pero que casi no ha habido por parte de los Papas ninguna barrera de contención, ninguna condena, ninguna medida disciplinaria, ninguna censura docente. Y las escasas acciones promovidas y las declaraciones a favor del recto pensamiento católico no han sido efectivas, y mucho menos decisivas. El mal persiste y crece.
Considero dramático su llamamiento final, pero a Ud. no le falta verdad: la emergencia es cada vez más grave.
Rahner afirma: "Cualquiera que siga su propia conciencia, ya sea que sienta que debe ser cristiano o bien no cristiano, ya sea que sienta que debe ser ateo o bien creyente, tal individuo es acepto y aceptado por Dios y puede alcanzar aquella vida eterna que en nuestra fe cristiana nosotros confesamos como fin de todos los hombres".
ResponderEliminarEn realidad, ese pasaje de Rahner es, a mi juicio, exactamente lo mismo que le dijo el papa Francisco a Scalfari en la entrevista del 2014 que giró sobre el tema de la conciencia. Por consiguiente: ¿cómo puede el papa Bergoglio purgar a la Iglesia de rahnerianos cuando él mismo es un "rahneriano"?
Anónimo 13:57,
ResponderEliminarMe parece que es difícil saber si el Papa Francisco es rahneriano o no, mucho menos por la cita que diste. La primacía de la conciencia es indiscutible como el mismo Santo Tomás lo dice, ya que es cierto que la salvación es dada a todos por los méritos de Jesucristo según la correspondencia a los talentos dados. Pero son discursos parciales, incompletos, que lamentablemente han dado lugar a conclusiones incorrectas.
Querido Ernesto,
ResponderEliminarTe agradezco tus palabras, que confirman mi análisis y me apoyan en la esperanza, que creo que es la de todos los buenos católicos fieles a la Iglesia y al Papa, de que se pueda encontrar una solución a este grave desmadre doctrinal.
En este sentido, considero que sería bueno que la mejor parte del Colegio Cardenalicio, que ha surgido desde los años 2013-2014 con el grupo de los cardenales Müller y Burke, en colaboración con sus co-hermanos más fieles y autorizados, sugirieran al Papa emanar personalmente o a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe, una serie de instrucciones obligatorias y bien estudiadas, digamos cinco o seis documentos, que afronten los temas principales.
Esta iniciativa, sin embargo, presupondría que el Papa depurara la Curia de las infiltraciones rahnerianas, ya que evidentemente es imposible encomendar la delicadísima tarea de refutar el rahnerismo a elementos que están contagiados de él.
Ahora bien, para encontrar colaboradores preparados e imparciales, el Papa, escuchando su conciencia de Sucesor de Pedro, debería poner en el candelero y en actividad, en la Curia Romana, a elementos que sean válidos en sí mismos, pero que actualmente viven escondidos o han sido marginados por los propios rahnerianos. A juzgar con la medida que tomó el Papa con Müller, al apartarlo de la CDF, no creo que este Papa cumpla esa tarea.
De todos modos, nos podríamos preguntar cuál podría ser la reacción de los rahnerianos, llegado el caso que se cumpla alguna vez esa tarea de depuración en la Curia Romana. Cabria esperar que el rahnerismo, golpeado en el corazón, en el mejor de los casos bajara la cresta, para ser sustituido por la sana doctrina, inspirada en Santo Tomás de Aquino, doctrina promovida por el propio Concilio. Por ejemplo, el Papa (el actual o uno futuro) debería retomar las críticas hechas a Rahner por Cornelio Fabro y Joseph Ratzinger.
Respecto a lo que ha dicho un Anónimo, respondo: Es impensable que el Papa sea rahneriano, dado que Rahner es un hereje (y sabemos que es imposible que un Papa lo pueda ser). Por lo demás, a nivel de los hechos (para quien necesite pruebas fácticas de esa verdad de fe: la imposibilidad de un Papa hereje) el Pontífice no ha dado ninguna señal de serlo. Lo que es posible y se puede deducir de algunas frases suyas, es que intenta recuperar algunos aspectos positivos del pensamiento rahneriano.
ResponderEliminarEstimado Ross:
ResponderEliminarRespecto al tema de la conciencia, hay que distinguir lo que ha dicho en algunas ocasiones el Papa, distinguiéndolo respecto de lo que dice la moral subjetiva, derivada del rahnerismo. El Papa ha hablado, en varias ocasiones, simplemente del hecho bien conocido de que la conciencia en buena fe en general es inocente (subrayo "en buena fe"). Cada uno de nosotros tiene el derecho a elegir ese bien que a cada uno honestamente le parezca tal (subrayo "honestamente"), lo que naturalmente implica que elige ese bien que agrada a Dios o que es conforme a la ley divina.
Por lo tanto, habida cuenta de lo que acabo de explicar, se refutan todas las críticas hechas al papa Francisco en el sentido de haber avalado la falsa libertad religiosa ya condenada desde los tiempos de León XIII. Los que así lo critican no han llegado a comprender todavía la libertad religiosa de la que habla el Concilio Vaticano II, que no se opone a las enseñanzas de León XIII y de todo el magisterio precedente al Concilio.
El Papa, por lo tanto, en esas ocasiones, jamás ha tenido en absoluto la intención de avalar el ateísmo, que en cambio se vuelve lícito en la moral de Rahner, quien piensa absurdamente que uno puede ignorar de buena fe que Dios existe. Pero esto es absolutamente falso, porque todos en realidad sabemos implícita o explícitamente que Dios existe. No hay escapatoria. La única posibilidad para todos y cada uno de los hombres que habitan este mundo es que acepten o rechacen a Dios como el fin último de sus vidas. Sobre este tema, el del ateísmo y la buena fe, pienso redactar algún artículo en el futuro próximo.
De hecho, todo hombre, como afirma Cristo (Mt 25), debe rendir cuentas a Dios de sus obras. El ateo es, por lo tanto, culpable, a menos que se trate de alguien que se crea ateo porque malinterpreta el concepto de Dios, por lo cual es creyente sin saberlo.