domingo, 6 de diciembre de 2020

Apuntes de Escatología (1/12) Presupuestos para su estudio

El articulito de ayer acerca de las cuestiones aún debatidas del capítulo 20 del Apocalipsis me ha llevado a pensar que quizás sea de interés para los lectores tratar en este blog, en los próximos días o de tanto en tanto (según mis posibilidades y también de acuerdo al interés de los lectores), algunas cuestiones del Tratado De Novissimis, o De Temporibus Novissimis para decirlo por su nombre completo, el Tratado de los Novísimos, de los últimos tiempos, o Tratado Dogmático de la Escatología, como suele llamarse en nuestros días.

----------De modo que ofrezco aquí una primera nota introductoria a lo que quizás pudiera constituir un pequeño cursillo de escatología católica, debiendo saberse, ante todo que la Escatología, o el De Novissimis, es ese tratado teológico que nos habla de los actos, de los acontecimientos y de los hechos finales de la historia de la salvación, según cuanto resulta de la Revelación cristiana.
----------El término "escatología" proviene del griego ἔσχᾰτος, èscatos, que significa "último", "final" no principalmente en el sentido ontológico, como sería por ejemplo "fin último" u "objetivo final", sino en relación con el tiempo y el desarrollo de la historia. Sin embargo, el primer sentido, ontológico, no está excluido, porque en realidad la escatología también tiene que ver con la plenitud final del destino del hombre en la consecución final y definitiva de Dios, fin último y supremo bien del hombre.
----------Se trata, por lo demás, de cosas que no están necesariamente todas en el futuro, más allá de la muerte, ni todas son necesariamente algo después de lo cual no queda nada. Por ejemplo, la muerte es una realidad escatológica; pero el alma humana después de la muerte continúa subsistiendo. O bien se da también el hecho de la muerte de los que están ya muertos. De hecho, a esta muerte sucederá nuestra muerte, hasta que, como anuncia el Apocalipsis, llegará el día en el cual la muerte, cualquier muerte, ya no existirá.
----------Pero lo que debemos tener presente es que lo que es esencial en el contenido escatológico es que representa algo concluyente o final, que se encuentra al final de un devenir precedente; es indiferente el hecho que ese algo se encuentre en el pasado, en el presente o en el futuro, aunque sin duda los principales acontecimientos escatológicos conciernen al futuro, como por ejemplo la parusía, la resurrección de los muertos, el juicio universal o el fin del mundo. Por el contrario, realidades escatológicas como el infierno, el purgatorio y el cielo se encuentran tanto en el pasado como en el presente y en el futuro, en relación con aquellas almas que han llegado o llegarán a sus respectivos lugares.
----------Los actos, acontecimientos y hechos escatológicos: o 1) están en el más acá, es decir de este lado, como la muerte y el fin del mundo, o 2) comienzan en el más acá para completarse en el más allá, como el camino de la salvación, la renovación del mundo, el juicio particular y la parusía o 3) están totalmente en el más allá, como el juicio universal, la resurrección de los muertos, el cielo, el purgatorio y el infierno, los nuevos cielos y la nueva tierra, en los cuales habita la justicia y la paz.
----------Ahora bien, dado que la obra de salvación o, en todo caso, lo que se refiere a la salvación, aun cuando esta salvación no sea conseguida, se refiere tanto a nuestro actuar como al actuar de Nuestro Señor Jesucristo, se da una escatología antropológica y una escatología cristológica.
----------a) La escatología antropológica considera nuestros actos y a todo cuanto directamente nos concierne: la muerte, el aspecto escatológico de la vida cristiana presente (ya desde ahora el cristiano vive, aunque sólo incoativamente, "los últimos tiempos", gozando de la "prenda" o de las "primicias" del Espíritu), pero sobre todo esta escatología antropológica considera las posibles condiciones del hombre después de la muerte, vale decit: cielo, infierno y purgatorio, resurrección, nuevos cielos y nueva tierra.
----------b) La escatología cristológica considera lo que realiza o realizará Cristo: el don del Espíritu Santo, la filiación divina, la gracia y la verdad, el perdón de los pecados, su venida final (parusía), el juicio con el cual él nos juzga a cada uno de nosotros al momento de la muerte (juicio particular) y aquel con el cual al fin del mundo juzgará a la humanidad entera colectivamente (juicio universal), los actos con los cuales nos hará resucitar, llevará a término la edificación del reino de Dios, derrotará definitivamente a todas las potencias del mal, inaugurará los nuevos cielos y la nueva tierra y entregará el premio a sus fieles.
----------Pues bien, de cuanto he dicho aparece claro que la escatología involucra también dos etapas temporales fundamentales: 1) una primera, que concierne a la vida presente y 2) otra sucesiva, posterior, la principal, después de la muerte, en la cual se dará el cumplimiento final de esa "escatología" que inicia en el más acá, de este lado, y que podemos vivir desde ahora mismo. Este aspecto terreno de la escatología (escatología incoada) ha sido particularmente destacado por el Concilio Vaticano II.
----------Sin embargo, llegados a este punto, es necesario hacer algunas aclaraciones, para que no se me malinterprete. Pues no han sido pocos los que han entendido mal estas enseñanzas del Concilio acerca de la escatología incoada en el presente: hay quienes han entendido esa doctrina en sentido modernista, de modo erróneo, herético naturalmente; y hay quienes, convencidos de la interpretación supuestamente modernista del Concilio acerca de la escatología, se han sentido escandalizados y las han rechazado, viendo en ello, con preocupación y estupor, no sé qué "antropocentrismo", "iluminismo", "utopismo secularista", "naturalismo", espíritu terreno y mundano, carencia de lo sobrenatural, evolucionismo teilhardiano o incluso marxista, pero todo esto no son más que equívocos, malas interpretaciones.
----------Indudablemente, los modernistas interpretan en este sentido el escatologismo conciliar, como por ejemplo el fundador filomarxista de la "teología de la liberación", el dominico Gustavo Gutiérrez [n.1928], quien afirma que no se debe hablar de "dos mundos": el mundo terreno, presente, y el mundo celestial, sobrenatural, ultraterreno y trascendente, después de la muerte; sino que (siempre según estos modernistas) el mundo es uno solo, es este mundo, para el cual, como precisa el también dominico Albert Nolan [n.1934], el cristianismo no lleva la felicidad a un "más allá", sino a este mundo: el "futuro" escatológico del cual habla el cristianismo, no se trataría de una condición ultraterrena y celeste, sino simplemente el futuro de este mundo. Ningún "más allá", sino todo está de este lado, en el más acá, aunque en perspectiva futura.
----------Pero tales interpretaciones modernistas son falsas, porque, si leemos atentamente y sin prejuicios los textos del Concilio Vaticano II que a la escatología se refieren, nos daremos cuenta de como el llamado escatologismo conciliar no es en absoluto un escatologismo terreno, inmanente e historicista, sino que, en perfecta adhesión a la enseñanza paulina, tiene sus raíces en la visión sobrenatural de fe en la plenitud final del reino más allá de la muerte y deja intacto el misterio trascendente del cumplimiento final de este reino, fruto de la gracia y no de las simples fuerzas del hombre. Y de todos modos, la gracia no sirve solo para el progreso terreno, sino también y sobre todo para su cumplimiento ultraterreno.
----------Indudablemente los Padres conciliares, según el método que programáticamente se habían fijado, han querido salir al encuentro de las aspiraciones válidas (pero de hecho descarriadas) del pensamiento moderno, acerca del cual los historiadores de la filosofía saben bien como a partir del iluminismo y sobre todo con las grandes visiones totalizadoras del idealismo y del materialismo del siglo XIX (las así llamadas "ideologías") el pensamiento occidental ha intentado diseñar una nueva humanidad plenamente libre, autónoma, fundada sobre sí misma y en control y dominio de sí misma a nivel del individuo y de la sociedad.
----------Estos proyectos de la modernidad antropocéntrica, como se sabe, similares a la construcción de la Torre de Babel, fracasaron trágicamente con las dos guerras mundiales del siglo pasado, dando lugar a lo que después ha sido llamado el pensamiento "postmoderno", surgido de la disolución de las ideologías y empantanado en el irracionalismo y nihilismo existencialistas, o bien en la estrechez mental del cientismo-tecnologista, para decirlo con Herbert Marcuse [1898-1979], de la reducción del hombre "a una dimensión".
----------El Concilio Vaticano II ha aceptado estas aspiraciones de plenitud definitiva o final de la humanidad y de la historia, pero quitándoles el veneno del orgullo racionalista, super-hominista y prometeico que las estropeaba, y recordando a todos los hombres de buena voluntad cómo la verdadera civilización del hombre, el humanismo pleno, si bien por un lado requiere el esfuerzo de la razón y del trabajo humanos, no conduce a nada, sino que lleva a tragedias, si no está sostenido por la gracia de Cristo, según la advertencia del Salmo 126: "Si el Señor no construye la casa, en vano trabajan los constructores".
----------De esta forma el Vaticano II ha remediado una visión dualista del pasado, por lo cual se exageraba en la distinción entre "cielo" y "tierra". Parecía que todo el bien y todo lo verdadero deberían estar sólo en el más allá, mientras que aquí abajo sólo había que sufrir, expiar, esperar y soportar con actitud casi fatalista. El mundo presente debía ser despreciado y "huir", mientras que todo el interés tenía que ir al más allá, del cual, por otra parte, se tenía una visión exageradamente espiritualista olvidando el dogma de la resurrección, y sobre todo olvidando que al fin de cuentas en el más allá no existe más que la plenitud de esa vida de gracia y de virtudes humanas que deben comenzar en el más acá, de este lado.
----------Pero, al mismo tiempo, también estaba el revés de la moneda. Dada la indeterminación y la nebulosidad con la cual se concebía el más allá, no era entonces difícil dar en último análisis más importancia al más acá, por lo que se verificaba una curiosa inversión de perspectivas: que lo que el más allá que de palabra se declaraba ser la meta, en realidad terminó convirtiéndose en una especie de pretexto o de cubierta casi superflua, como la "fachada barroca de un gran edificio", para decirlo con Jacques Maritain [1882-1973], para poder disfrutar de la realidad en cual realmente se creía, es decir, la de este lado, la del más acá. Lo sobrenatural, inicialmente también demasiado exaltado, acababa por desaparecer ante el corpulento encanto de la "naturaleza".
----------Providencialmente, el Concilio Vaticano II ha remediado estas distorsiones, mostrando por una parte el aspecto de continuidad entre tierra y cielo, entre natural y sobrenatural, entre mundo e Iglesia, pero salvando al mismo tiempo el tradicional aspecto de discontinuidad y la trascendencia de lo sobrenatural en relación con la naturaleza, y de la Iglesia y del reino de Dios en relación con el mundo.
----------En efecto, si la continuidad está dada por el hecho de que la vida cristiana es ya una vida escatológica, si es cierto que el cristiano, con el bautismo, es ya ese "hombre nuevo", "resucitado", del cual habla san Pablo, por el cual con el cristianismo el futuro ya ha comenzado, es asimismo cierta la discontinuidad, porque es cierto que en esta vida el "hombre viejo" aún no está del todo muerto, porque permanecen las consecuencias del pecado original, que requieren una serie de actos, de virtudes y de precauciones, como la penitencia, la ascesis, la renuncia, el sacrificio, la lucha espiritual, el uso correcto de la fuerza, todas cosas de las cuales en la futura sociedad de la comunión, de la libertad, de la universal bondad, del diálogo generalizado, de la justicia y de la paz, ya no serán más necesarias, por lo cual si se cree con algunos ilusos que estos últimos valores puedan ser plenamente realizados aquí abajo sin el concurso de los primeros (el así llamado "buenismo"), se muestra una ingenuidad reprobable que fácilmente roza con la hipocresía y la irresponsabilidad.
----------Otra cosa que hay que señalar es que en estas últimas décadas del postconcilio ha surgido una escatología dualista, de tipo platónico, quizás influenciada por el hinduismo, la cual intenta sin embargo mantener el dogma de la resurrección y de la parusía de Nuestro Señor Jesucristo. Esta nueva escatología dualista olvida la sustancial unidad temporal de la historia de la salvación, que es simultáneamente historia terrena e historia celestial, historia del más allá e historia del más acá, de la Iglesia terrena y de la Iglesia celestial formando una única Iglesia que camina hacia la plenitud del Reino de Dios.
----------Sin embargo, la falsedad de esta nueva escatología dualista se pone de manifiesto por el hecho de que existe en ella una escisión entre el más acá, en el cual sólo existe la duración, y el más allá, visto sin más como reino de la "eternidad", por lo cual surge la consecuencia de que no existe más un después de la muerte caracterizado por una duración, lo que la teología clásica llama "eviternidad", que inicia precisamente con la muerte, llega hasta la parusía y va más allá; sino que la resurrección sucede inmediatamente después de la muerte o, como sostiene Karl Rahner [1904-1984], incluso "en la muerte", por lo que no se ve ya como se salvan los dogmas de la inmortalidad del alma, de la reasunción del cuerpo por parte del alma al momento de la futura parusía, de la distinción entre juicio particular y juicio universal, de la duración del purgatorio, del privilegio mariano de la asunción al cielo en alma y cuerpo, etc.
----------Según quienes apoyan esta tesis, la parusía aparece como futura solo para quienes viven aquí abajo; pero para los que están en la "eternidad", el Cristo glorioso aparece inmediatamente después de la muerte o en la muerte misma, sin que sea necesaria ninguna espera de la parusía, como sucede para los están aún vivos, como si el mundo de aquí abajo fuera el reino de las sombras y de las apariencias, mientras que la verdad se encuentra sólo en el más allá, cosa que nos hace recordar el mito platónico de la "caverna"; pero todo esto no se adapta en absoluto a la enseñanza cristiana acerca de la relación del más allá con el más acá.
----------Ya tendremos modo de aclarar y resumir estas cosas en el transcurso de nuestra futura exposición, en próximas notas, que esperamos puedan ser del agrado y de utilidad para nuestros lectores. Pero es importante que fijemos de entrada estos presupuestos, para evitar malos entendidos. El Tratado De Novissimis, después del Concilio Vaticano II y después del Magisterio Pontificio postconciliar, no puede ser estudiado ni como quieren los modernistas, interpretando que el Concilio ha dejado atrás una escatología supuestamente obsoleta que no tenía en cuenta la escatología incoada en el presente, ni puede ser estudiado como quieren los lefebvrianos y en general todos los pasadistas, que rechazan la enseñanza escatológica del Concilio convencidos de la verdad de la interpretación modernista y creen heréticamente que el propio Concilio es modernista. Sino que, a salvo y a buen resguardo de los errores de unos y de otros, la labor teológica debe seguir desarrollándose como siempre ha sido desarrollada: en plena fidelidad y obediencia a las enseñanzas del Magisterio (incluido el del Concilio y de los Papas del postconcilio, vistos en hermenéutica de la continuidad), Magisterio que es la única e indispensable mediación para alcanzar las dos fuentes de la divina Revelación: Tradición y Escritura.

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