domingo, 27 de diciembre de 2020

La apostasía de la fe: concepto y desarrollo teológico (2/4)

Profundicemos sobre el concepto de apostasía que hemos encontrado en la Sagrada Escritura. La apostasía implica sin duda un ceder, un caer, o un desplome, como un pavimento que cediera bajo el peso de nuestra persona; implica la idea de un desistir: el hombre desiste de llevar adelante el empeño por creer.

----------La apostasía es una traición, similar a aquella con la cual la esposa traiciona al esposo o el amigo traiciona al amigo. La Biblia se complace en representarla de ese modo en muchos pasajes. Y de hecho abandonar al Señor, quiere decir también abandonar a los amigos del Señor, aquellos que nos habían formado en la fe, los padres, o quizás algún otro familiar, el párroco, el grupo parroquial, ciertos maestros o profesores y compañeros de escuela, el confesor... mediadores de la Gracia.
----------La apostasía es un venir a menos, un rescindir, o un retroceder, como en el pasaje evangélico citado por santo Tomás de Aquino en la Summa Theologiae II-II, q.12, a.1, precisamente respecto al tema de la apostasía: "Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo. Jesús preguntó entonces a los Doce: ¿También ustedes quieren irse?" (Jn 6,66-67).
----------El Nuevo Testamento, en tres lugares, preanuncia una "apostasía" general, que deberá ocurrir en proximidad de la Parusía de Cristo, del fin del mundo, de la resurrección de los muertos y del Juicio Universal. Esos tres lugares son: 1) "Aparecerá una multitud de falsos profetas, que engañarán a mucha gente. Al aumentar la maldad se enfriará el amor de muchos, pero el que persevere hasta el fin, se salvará" (Mt 24,11-13), 2) "Que nadie los engañe de ninguna manera. Porque antes tiene que venir la apostasía y manifestarse el hombre impío, el Ser condenado a la perdición, el Adversario, el que se alza con soberbia contra todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta llegar a instalarse en el Templo de Dios, presentándose como si fuera Dios" (2 Tes 2,3-4), y 3) "Una de sus cabezas parecía herida de muerte, pero su llaga mortal ya estaba cicatrizada. Toda la tierra, maravillada, siguió a la Bestia, y todos adoraron al Dragón porque él le había cedido el poder, y también adoraron a la Bestia, diciendo: '¿Quién se le puede igualar y quién puede luchar contra ella?'. Y se permitió a la Bestia proferir palabras altaneras y blasfemias; y se le dio poder para actuar durante cuarenta y dos meses. Ella abrió la boca para maldecir a Dios y blasfemar contra su Nombre y su Santuario, y contra los habitantes del cielo. También le fue permitido combatir contra los santos hasta vencerlos, y se le dio poder sobre toda familia, pueblo, lengua y nación. Y la adoraron todos los habitantes de la tierra cuyos nombres no figuran, desde la creación del mundo, en el Libro de la Vida del Cordero que ha sido inmolado" (Ap 13,3-8). Esa apostasía general será el punto culminante de una decadencia general de la fe y de un enfriamiento de la caridad, a causa de la seducción y de las amenazas de potentísimas fuerzas anticristianas encabezadas por el Anticristo (como resume el Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 675-676).
----------Actualmente en la Iglesia se ha extendido una crisis de fe de gravedad, intensidad y amplitud que jamás han sido vistas. Ningún grupo de fieles está exento de vivirla, desde el simple pueblo de Dios al colegio cardenalicio. Permanecen inmunes el actual Sumo Pontífice, también el Papa emérito Benedicto XVI, y los más estrechos y fieles colaboradores esparcidos por el mundo.
----------Esta crisis es sin duda la consecuencia de cincuenta años de haber desistido la autoridad en el deber de hacer frente al surgimiento de las herejías, en particular del neo-modernismo. San John Henry Newman denomina a ello "the temporary suspense of the function of the Ecclesia Docens", pero es una ambigua expresión que debe ser aclarada en su correcto sentido. Es como si una ciudad populosa como Mendoza, Córdoba o Buenos Aires, quedase privada de los servicios de limpieza urbana y recolección de residuos durante diez años: podemos imaginar a qué estado quedaría reducida aquella ciudad. Pues bien, el papa Benedicto XVI, en aquel famoso Via Crucis del Viernes Santo del 2005, denunció precisamente la "sporcizia", la suciedad existente en la Iglesia. El desodorante modernista y la soda cáustica de los lefebvrianos no son suficientes, son en realidad inútiles y contraproducentes, más bien propiamente dañinos.
----------Es necesario que los obispos, que constituyen (para hablar de modo metafórico) el cuerpo oficial y cualificado del servicio de la limpieza urbana, en comunión con el Papa, director general de este importante servicio de higiene pública, comiencen de buena y decidida voluntad, a cumplir este precioso trabajo, recuperando el tiempo perdido. El obispo tiene que tener la humildad de hacer de barrendero urbano, así como Cristo ha lavado los pies a sus discípulos. Porque el papa Francisco y el papa Benedicto por sí solos no pueden hacerlo. Es urgente ayudarles. Quienquiera que entienda de herejías, debe actuar, para que los herejes permitan a los servicios levantar la basura en lugar de producir más basura.
----------Personalmente no creo, no obstante lo que dicen ciertas revelaciones privadas, y lo que señalan los hechos impresionantes y casi increíbles que tenemos hoy día ante nuestros ojos, que la actual apostasía sea signo de la inminente proximidad del fin del mundo. Una de las razones en contra de esa interpretación es que es necesario que la Iglesia termine de implementar la compleja reforma promovida por el Concilio Vaticano II, y no es pensable que el Espíritu Santo, que lo ha inspirado, quiera interrumpir la realización de esta reforma, antes que ella sea plenamente cumplida. Nuestro Señor Jesucristo dice que el fin vendrá cuando el Evangelio haya sido anunciado en todo el mundo: "Esta Buena Noticia del Reino será proclamada en el mundo entero como testimonio delante de todos los pueblos, y entonces llegará el fin" (Mt 24,14). Ahora bien, éste es precisamente el proyecto del papa Francisco, que lleva adelante una de las finalidades del Concilio. Cuando haya sido realizada la nueva evangelización, entonces será el fin.
   
Implicancias del concepto y varias aclaraciones
   
----------Siempre apoyados sobre el concepto bíblico de apostasía, tengamos en cuenta que ella implica el abandono de un valor o de un bien en sí mismo sólido y robusto, de hecho eterno, que es la misma Verdad divina. Por lo tanto, no es el contenido objetivo de la fe (la Palabra de Dios, la Verdad Revelada) el que se corrompe, se falsifica, se cambia o viene a menos, cede o se anula, porque ello es imposible, sino que es la adhesión del sujeto a este contenido, la que falla o viene a menos, porque el sujeto, o engañado o auto-engañándose, cree que la fe se le revela o se le aparece como ilusión, y piensa o quiere pensar haber encontrado la verdad en ideas contrarias a los contenidos de la fe, ideas evidentemente falsas, pero que a él le parecen verdaderas. El apóstata se engaña o cree haber encontrado la verdad, mientras que en realidad lo que hace es abrazar la mentira o se ha vuelto víctima de la mentira.
----------El despeñarse hacia la apostasía es como si se abandonara una sólida habitación (la casa paterna), rica, acogedora, y protegida de la intemperie, resistente a los terremotos, para partir solo, alejándose con porte presuntuoso, creyéndose autosuficiente, entre los peligros, las insidias, los atractivos, las tentaciones y las ilusiones del mundo, como el hijo pródigo del relato evangélico. El apóstata se convierte en "una caña agitada por el viento" (Mt 11,7). El apóstata cree liberarse de la esclavitud e ir hacia la libertad.
----------Permanece fijo y cerrado en su yo y en su sola voluntad, pero en realidad su pensamiento se desmorona, se disuelve, pierde firmeza y coherencia, deviene fluido, nublado y desleal, se vuelve, para usar una expresión del cardenal Gerhard Ludwig Müller, "líquido", muelle y gelatinoso, no fidedigno, desorientador, desconcertante, vertiginoso, flácido, inestable, inquieto, resbaladizo y deslizante. En el límite, su pensamiento termina en el nihilismo. "Todo es nada", como pensaba Leopardi. Si el ser es solo lo finito, como cree Heidegger, ¿quién lo sostiene? Y si el ser es solo lo absoluto, como cree Severino, ¿qué es de lo finito?
----------El lenguaje del apóstata sufre de duplicidad: "Su boca es más blanda que la manteca, pero su corazón desea la guerra; sus palabras son más suaves que el aceite, pero hieren como espadas" (Ps 55,22), "afila su lengua como serpiente, en sus labios hay veneno de víboras" (Ps 140,4), "está todo el día tramando maldades, su lengua es como navaja afilada, y no hace más que engañar" (Ps 52,4).
----------Habiendo perdido el sentido de la analogía del ser, que une distinguiendo, y de la participación, que conecta lo particular a lo universal, el pensamiento pasa de la confusión monística del univocismo, al dualismo irreconciliable de la equivocidad. Separa aquello que debe ser unido, y une lo que debe ser separado. Cambia lo que debe ser conservado, y conserva lo que debe ser abandonado.
----------Falso profeta, en lugar de dar seguridad, el apóstata no hace más que generar la duda. Pseudo-maestro, quiere arrastrar a los demás hacia el abismo en el cual ha caído él. En lugar de iluminar, oscurece. En lugar de construir, destruye. En lugar de confortar, descorazona. En lugar de guiar por el camino, lleva a descarrilar. En lugar de estimular a la búsqueda y al progreso, quita el deseo y el gusto, generando la persuasión de un trabajo inútil e infructuoso. El pensamiento pierde agilidad, disponibilidad, apertura y arrojo; se cierra, se esteriliza, se hace lento, pesado, y se endurece en una rigidez cadavérica.
----------Habiendo perdido el sólido fundamento de la fe, el pensamiento del apóstata hace desviar también a la razón, que debiera recibir la luz de la fe para cumplir su rol propio. El acto mismo del apostatar es un acto irracional, así como en cambio es racional tener fe en Cristo y en Dios. Entonces, el pensamiento del apóstata, necesitado de certeza, pierde incluso las meras certezas naturales, se aferra desesperada y obstinadamente a lo efímero y al devenir, confundiéndolos por lo absoluto y lo eterno.
----------Viniendo a menos la "necesidad incondicionada" -como observa Kant en la Crítica de la Razón Pura- sólidamente fundada, "de la cual tenemos necesidad de manera tan indispensable como del último sostén de todas las cosas", se abre ante nosotros el vacío, el abismo, el "báratro de la razón".
----------El caso es que, habiendo rechazado la verdad, el apóstata vaga como un borracho entre las sombras, los sueños, las apariencias e ilusiones, pasando de una a otra cosa en un afanoso movimiento, que no es el de la vida, sino el de la disolución del cadáver o la agitación de la locura. Viniendo a menos las certezas especulativas, también flaquean las certezas morales, por lo cual el sujeto está más expuesto a la atracción de los vicios y menos interesado en la adquisición de las virtudes.
----------La esperanza del apóstata, vuelto incrédulo, como dice la Escritura, es "como brizna llevada por el viento, como espuma ligera arrastrada por el huracán: ella se disipa como el humo por el viento" (Sab 5,14) O bien, el apóstata se aferra orgullosamente, con desesperada obstinación, a sus ideas falsas, y entonces su corazón se vuelve de piedra, en la necesidad espasmódica de una seguridad que le es esquiva. Cuanto más conoce estar en lo falso, tanto más quiere convencerse de estar en la verdad.
----------(Continuaremos).

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