domingo, 8 de noviembre de 2020

El Islam: una cuestión central de nuestra época (1/3)

Los recientes atentados de extremistas musulmanes han vuelto a plantear la cuestión sobre los valores del Islam, y su relación no solo con la Iglesia católica, sino con la cultura que de ella ha nacido, es decir, el Occidente cristiano, cultura de la que hoy sólo quedan ruinas irreconocibles. De hecho, es particularmente en la otrora Europa Cristiana, en donde el Islam, claro que en sus más extremistas fanáticos exponentes, parece querer sacar provecho de la debilidad de los escombros de lo que alguna vez fue edificio cristiano.

----------En los ambientes católicos las preguntas son recurrentes: ¿Es posible todavía cumplir las directrices del Concilio Vaticano II acerca del diálogo con el Islam? ¿Es posible aún la tarea evangelizadora hacia los creyentes en Mahoma? ¿Cuáles son los valores positivos del Islam sobre los que fundar el diálogo y la inculturación evangelizadora? ¿O más bien, qué valores positivos puede tener una religión que retorna cíclicamente a la violencia irracional en su afán de conquistar Europa? Si no son terroristas todos los musulmanes ¿entonces hay diferencia entre Islam e Islamismo? ¿O es el propio Corán el que puede estar fundando el terrorismo islámico? ¿Acaso es sólo una ingenuidad seguir las últimas directrices pontificias surgidas por ejemplo de la Declaración de Abu Dhabi o de la carta encíclica Fratelli tutti?
----------En la grandiosa Basílica de San Petronio, en Bolonia, construida en el siglo XIV, existe un grande y precioso fresco del siglo XV, pintado por Giovanni de Módena [1379-1455], en el cual está pintado Mahoma, yaciendo en el infierno. Desde hace veinte años, o sea desde cuando especialmente en el mundo islámico se ha extendido la noticia del fresco, del cual hasta entonces nadie se había dado cuenta, la Basílica ha estado constantemente vigilada por la policía por temor a los ataques islámicos.
----------Hay católicos anti-islamistas que consideran ese fresco una contra-prueba (o más bien una confirmación eclesiástica, tratándose de un templo católico) de que los que siguen al Profeta van al infierno. De modo que, si son ciertos los cálculos que dicen que los musulmanes en el mundo son hoy aproximadamente 1.800.000.000, estos anti-islamistas tienen motivos para temer que muchos seguidores de Mahoma tengan un pie en el infierno, o sea: nada menos que mil millones 800 mil personas son candidatas a las penas eternas.
   
La cuestión del Islam y una dolorosa grieta en la Iglesia
   
----------El Concilio de Quierzy del 853, declaró en su momento que "Dios Omnipotente quiere que todos los hombres sin excepción se salven (1 Tim 2,4), aunque no todos se salvan. Ahora bien, que algunos se salven es don del que salva; pero que algunos se pierdan es merecimiento de los que se pierden" (Denz. 318). En su escueta formulación, aquella frase es hoy comprendida de dos diversos modos, extremadamente antagónicos, por los dos partidos que hoy se ubican a uno y otro lado de la grieta que divide a la Iglesia.
----------Lo dije en una nota de días atrás: la Iglesia, aunque siempre permanece en sí misma una y santa por esencia, sin embargo es ensuciada e invadida por tal cantidad de pecadores y herejes, que de hecho se encuentra hoy dolorosamente dividida entre dos partidos contrapuestos; y respecto a la cuestión del Islam estos dos bandos se identifican así: por un lado los buenistas, que sostienen que el infierno no existe y que todos se salvan, y por otro lado los anticonciliares, que sostienen que los musulmanes van al infierno.
----------Los buenistas se consideran a sí mismos como la Iglesia del progreso, los preparadores de un "punto de inflexión epocal" e iluminados por un "nuevo paradigma". Sostienen que la modernidad debe ser aceptada sin reservas, en su totalidad. Exoneran a los modernistas condenados por san Pío X [1903-1914], consideran que el Vaticano II es demasiado conservador y se inspiran en la reforma luterana.
----------Los anticonciliares, en el lado opuesto de la grieta, se consideran la Iglesia de la tradición, de los valores "no negociables" y de la Misa "de siempre". Rechazan en bloque la modernidad. Quisieran retornar a la Iglesia de Pío XII [1939-1958] y anular como falsas las doctrinas del Vaticano II.
----------Los modernistas buenistas o misericordistas, en nombre de lo diverso, descuidan la oposición entre lo verdadero y lo falso y reducen toda idea a mera opinión. Los pasadistas tradicionalistas-fijistas solo se preocupan de la oposición entre lo verdadero y lo falso, y se niegan a apreciar la diversidad y la pluralidad de las opiniones. Para los primeros, toda religión es buena y querida por Dios; para los segundos, es verdadera solo la cristiana y todas las demás son falsas y diabólicas. Los unos y los otros pretenden ser la verdadera Iglesia. El más reciente lema de los primeros es: "después de la pandemia ya nada será como antes". En cambio los segundos no tienen más lema que el de: "siempre se ha hecho así".
----------En el medio, disputados o tentados por las dos partes ricas en dinero, arrogantes, declamadores y combatientes como perros y gatos, está la pequeña minoría de católicos normales, la verdadera Iglesia, humilde, sufriente, ridiculizada y maltratada, sin voz y sin medios económicos, de católicos honestamente fieles al Concilio Vaticano II interpretado en continuidad con el Magisterio precedente (no en la interpretación modernista), según el Catecismo y la Iglesia, bajo la guía del papa Francisco, adulado por los buenistas y odiados por los anticonciliares, un Papa que no alcanza a mediar entre las dos partes por su defecto de imparcialidad, por el cual acaricia a los buenistas y golpea a los conservadores.
----------Sin embargo, son estos católicos quienes, bajo la guía del Papa, principio de la unidad eclesial, y con la fuerza del Espíritu Santo, son los testigos de la unidad de la Iglesia, la mantienen unida y la defienden de las trampas del demonio, que quiere dividir la Iglesia como nunca antes había ocurrido.
----------A esos católicos les compete, siguiendo el ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo, la función de ser constructores de paz y de concordia en la verdad. Solo ellos, en medio del actual pluralismo, subjetivismo y relativismo exasperados, son los que poseen el sentido de la universalidad de la Iglesia. Solo ellos, entre la hipocresía y la soberbia de unos y de otros, promueven la santidad. Solo ellos, entre los que odian y los que adulan al Papa, respetan sinceramente su autoridad apostólica y le prestan verdadera obediencia en cuanto Maestro de la Fe y Pastor Universal, en la libertad de los hijos de Dios, sabiendo distinguir sus falencias humanas, alejados de la falsa amistad papólatra de los unos y del odio obstinado de los otros.
----------Precisamente, el choque entre aquellos dos partidos opuestos parece hoy haberse concentrado en torno a la cuestión del Islam, cuestión sobre la cual, por consiguiente, urge poner claridad en términos y juicios.
   
El nudo de la cuestión es el problema y la idea de Dios
   
----------El nudo de la actual cuestión que se ha planteado entre cristianos y musulmanes ya había sido definido con mucha claridad por el Concilio Vaticano II (en la Constitución Dogmática Lumen Gentium, n.16 y en la Declaración Nostra aetate, n.3) donde (y hay que tener en cuenta que nunca había sucedido desde el nacimiento del Islam en el siglo VII) la Iglesia compromete su autoridad doctrinal infalible para reconocer solemnemente los aspectos positivos del concepto del Dios de los musulmanes, que ellos llaman Alláh. En realidad, el Concilio no usa esta palabra, pero es evidente que al reconocer el Concilio que ellos adoran al verdadero y único Dios, es a ese Dios al que ellos llaman Alláh.
----------Por lo tanto, están equivocados aquellos que dicen que Dios no es Alláh y que el Alláh de los creyentes musulmanes sería un dios pagano. Quien haga una afirmación similar, si quiere presumir del título de católico, debe saber que, acusando de error al Concilio Vaticano II, se pone fuera de la verdad católica. Es solo una cuestión de nombres, así como los alemanes llaman a Dios Gott o los franceses Dieu.
----------Para ser más precisos en esta cuestión, que precisamente es la manzana de la discordia entre los buenistas y los islamófobos, creo que se puede decir que la identificación de Dios radica en especificar la relación entre el Dios Uno y el Dios Trino.
   
Dos ideologías contrapuestas: la del buenista y la del islamófobo
   
----------Para los buenistas, nosotros los cristianos no debemos proponer a los musulmanes la fe trinitaria como si fuera necesaria también para su salvación. Simplemente ellos tienen una fe diferente y, por lo tanto, no debemos molestarlos en su convicción, porque su fe también es salvífica.
----------Para el buenista no existe una verdad absoluta, universal y objetiva, válida, incuestionable y obligatoria para todos, sino que la verdad muda es subjetiva, es filia temporis, la verdad es hija de su tiempo. Cada uno de nosotros concibe la verdad tal como le parece: verum est quod videtur. Su lema es "quot capita, tot sententiae". Lo que es verdad para mí puede ser falso para ti. No existe la religión, sino que solo hay religiones. Y esto es normal e inevitable. Es la libertad de pensamiento sin la cual hay violencia e intolerancia.
----------Lo mismo sucede para la religión. Por esta razón, para el buenista, el cristianismo no tiene ningún primado sobre las otras religiones, sino que todas las religiones no son más que diferentes vías hacia la salvación, todas a la par, todas parciales y relativas, pero legítimas y suficientes para cada religión. Ninguna religión puede obligar a toda la humanidad a obedecer su propio credo. La verdadera religión es solo el conjunto de todas las religiones, donde cada una hace su propia contribución al bien común, sin pretender corregir los supuestos defectos o agregar algo a las otras religiones o ser indispensable para todas las demás.
----------En base a estos principios, para el buenista es suficiente que nosotros y ellos creamos en Dios. Cada uno debe ser libre de pensarlo como trino o no trino. Seguramente los lectores recordarán el reciente caso de la conversión al Islam de la joven italiana Silvia Romano. Pues bien, el buenista dirá que ella debe ser respetada en su elección, que el card. Bassetti hizo bien en llamarla "nuestra hija" y que Familia Cristiana hizo bien en presentarla a los jóvenes como modelo de mujer libre y valiente. El buenista carece de interés en anunciar el Evangelio a los musulmanes porque, según él, los islámicos ya se han salvado con el Corán.
----------El buenista lleva a su máximo extremo las posiciones pastorales del papa Francisco, quien ha dicho que todas las religiones buscan la paz, que incluso la religión islámica es querida por Dios y que los vicios de los fieles de esta también se encuentran entre los cristianos, negando, por cuanto parece, que haya mayor santidad en el cristianismo que en el islamismo.
----------El islamófobo, en cambio, no ve en el Corán ninguna verdad sobre Dios, sino solo mentiras e idolatría. En ellas no encuentra ninguna incitación a la virtud, sino solo al vicio y al odio contra los cristianos. El islamófobo extrema la posición del papa emérito Benedicto XVI, quien ha acusado de voluntarismo despótico el concepto islámico de Dios parangonándolo con el voluntarismo de Guillermo de Ockham [1287-1347].
----------El islamófobo se imagina entre el Cristianismo y el Islam una oposición frontal y radical, desde todas las relaciones y todos los puntos de vista, como entre el diablo y el agua bendita. Es una concepción extremadamente cruda y simplista, que la Iglesia nunca jamás ha aprobado. El islamófobo no ha recibido las doctrinas del Concilio y frente al Islam tiene la audacia de acusar de falso cuanto el Concilio enseña acerca de la parcial validez de la concepción islámica de Dios, y afirma que Alláh no es Dios o que el Dios islámico es un ídolo o un falso dios o un dios pagano, o se aferra al pretexto de que no es el Dios trinitario.
----------El islamófobo no tiene ninguna esperanza en la conversión de los musulmanes al cristianismo. Dice sobre los musulmanes: "Han sido siempre así y siempre serán así". Este es su razonamiento falsamente realista, absolutamente desprovisto de cualquier esperanza cristiana. Según el islamófobo, ellos son irremediables enemigos de Cristo destinados al infierno, donde Mahoma los espera. Cualquiera que se atreva a aprobar algún elemento del Corán es un traidor y un infiel, incluso el Concilio o el Papa.
----------El islamófobo es el que no admite el et-et, o sea el esto y aquello, el pluralismo y la diversidad, sino que reduce todo al aut-aut, a la oposición entre el sí y el no: o estás conmigo o estás contra mi. Entonces ciertamente, según ellos, en el problema del Islam, no puede existir convivencia pacífica entre cristianos y musulmanes. No se debe ni se puede dialogar con ellos, porque no tenemos nada en común con ellos, sino que solo debemos amonestarlos sin medios términos, acusarlos, regañarlos y amenazarlos. Se debe mantener con ellos una actitud combativa e intransigente, de condena absoluta y global del Corán. Es necesario mostrarles con claridad el aut-aut: o en el paraíso con Cristo o al infierno con Mahoma.
----------Por el contrario, para los buenistas, para quienes no hay ningún aut-aut, sino solo el et-et, el problema del Islam no es una cuestión de salvación o de perdición, ya que para ellos todos en el fondo (muy en el fondo) son buenos, están en buena fe y se salvan. El problema para ellos es simplemente el de una convivencia pacífica y de una recíproca colaboración política por el bien común temporal entre grupos religiosos diferentes.
----------En cambio, por ejemplo, ha sido frecuente entre los anti-islamistas, cuando la noticia saltó a los titulares, la acusación a la mencionada Silvia Romano de apostasía, diciendo que ella es una mujer perdida y al borde del infierno. No niego que tal cosa sea posible, en el caso que en el pasado ella hubiera tenido una fe católica, porque la apostasía es el abandono de todo el patrimonio de las verdades de la fe católica. También yo puedo sentir preocupación, como sacerdote, por su alma. No pienso como el cardenal Bassetti, que la llama paternal y tranquilamente "nuestra hija". Sino que, en cambio, me pregunto: pero si se ha hecho musulmana, ¿cómo será mi hija o hija de Dios, si es cierto que los musulmanes niegan la posibilidad de ser "hijos de Dios"? ¿Cómo podría ser mi hermana o mi hija en el sentido en que Nuestro Señor Jesucristo habla de eso (Mt 12,50)? ¿Ella se encuentra en donde se encuentra, de buena fe, o de mala fe?
----------Ya que he traído a colación en esta nota el caso de Silvia Romano, hay que decirlo claro: quien quiera verdaderamente bien a Silvia y ame la honestidad, no puede evitar hacerse estas preguntas, antes de condenarla sin posibilidad de apelación o de exaltarla como heroína de la libertad. Y al fin de cuentas, ¿sabemos quizás cómo escudriñar lo íntimo de su conciencia? ¿Qué sabemos si ella está en buena o mala fe? Pero lo peor es que los anti-islamistas no pueden ver en el caso de Silvia la confirmación de la doctrina del Concilio sobre el Dios Islámico y, por consiguiente, un factor que fomenta el diálogo con los musulmanes.
----------Por cierto, hasta donde yo me he informado sobre el caso de Silvia Romano, ella no habla de un pasado católico. ¿Dónde existe aquí apostasía, entonces? Por el contrario, dice que era atea y que descubrió a Dios leyendo el Corán. Esto es plausible, porque precisamente, como enseña el Concilio, el Dios coránico, aunque concebido solo de un modo parcialmente verdadero (como, recordemos, hizo notar Benedicto XVI), es el verdadero Dios uno y único, aún cuando lamentablemente sea rechazada la divinidad de Jesucristo.
   
Conclusión parcial y preámbulo a nuestra próxima reflexión
   
----------La urgente necesidad que se impone por el bien de la Iglesia, del Islam y de la sociedad misma es que surjan católicos que, fundándose en las enseñanzas del Concilio Vaticano II acerca del Islam, esclarezcan la convergencia de los atributos divinos del Dios cristiano con el islámico, señalada precisamente por el propio Concilio. Al respecto, es muy interesante confrontar los atributos divinos de la teología de santo Tomás de Aquino [1225-1274] con los 99 atributos de Alláh que el piadoso islámico recita uno tras otro en una cadena especial de cuentas, llamada dikr, muy similar a nuestro Santo Rosario.

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