sábado, 28 de noviembre de 2020

Nuevo Consistorio convocado por el papa Francisco y creación de nuevos Cardenales. ¿Pero cuál es la tarea del Cardenal? (1/3)

Este sábado 28 de noviembre, a partir de las 16:00 hs. de Roma, tendrá lugar la celebración del Consistorio Ordinario Público, a través del cual el papa Francisco creará trece nuevos Cardenales, nueve de ellos menores de ochenta años y, por lo tanto, con derecho a participar en un futuro Cónclave. Después de este Consistorio, el Colegio Cardenalicio quedará compuesto por 232 purpurados, de los cuales 128 serán electores en un futuro Cónclave, mientras que 104 son mayores de 80 años.

----------Creo que es oportuno el momento para hacernos algunas preguntas acerca del oficio del Cardenal, el sentido del Colegio Cardenalicio, su origen, su historia, sus competencias, y su significado en la Iglesia actual, sobre todo teniendo en cuenta la complicada situación en la que se debate hoy la Barca de Pedro. Mi propuesta es plantearnos algunas preguntas que apunten a temas esenciales referidos al Colegio Cardenalicio, a las que intentaré dar respuestas mediante la presente serie de notas. Comencemos, entonces.
   
¿Qué decir acerca del comportamiento actual de los Cardenales en la Iglesia?
   
----------Hoy las cuestiones relativas a la situación de la Iglesia y sus problemas, son muy debatidas. Todos, especialmente los laicos, se sienten capaces o autorizados, a menudo sin tener competencia teológica, para expresar su propio parecer positivo o negativo, tanto sobre sacerdotes, religiosos, teólogos, moralistas, Obispos, Cardenales como hasta sobre el mismísimo Sumo Pontífice, y lo hacen a menudo de modo imprudente, desinformado y arrogante, en tonos categóricos e inapelables, con extremísima seguridad, actuando como si fueran portavoces, ya sea de la Palabra de Dios, Escritura y Tradición, o de mensajes de improbables videntes o de la mismísima Virgen, diagnosticando con acentos apocalípticos la inminente apostasía final o el surgir de una "neo-iglesia", cismática y herética, efecto de lo que ellos consideran aquella desgracia anti-tradicionalista que ha sido el Concilio Vaticano II; o bien por el contrario, en el lado extremo opuesto, haciéndose eco sin discernimiento crítico de corrientes secularistas o modernistas o de izquierda, magnificando de modo exagerado la era del diálogo, de la libertad, de la "diversidad", de la paz y de la redención de los pobres, así como el acontecimiento de un supuesto "giro epocal", "nuevo paradigma" o transformación del mundo.
----------Por cierto, particularmente vivo es el debate en torno al pontificado del papa Francisco, Pontífice que es sentido por algunos como el modelador de un mundo nuevo y el profeta de un nuevo paradigma, mientras que por otros es visto en cambio como el nuevo anticristo y el hereje falso Papa destructor de la Iglesia que llaman "de siempre", servil instrumento de la masonería y del comunismo.
----------En esta situación agitada y tumultuosa, marcada por el choque de opuestos extremismos, en la cual emergen las voces más discordantes, conflictivas y contrastantes, no pasa un sólo día sin que estallen unas cuantas bombas, pero cuyos destrozos son olvidados al día siguiente. En esta situación, digo, una pregunta que pienso que podría venirnos a la mente es la siguiente: ¿Cómo afrontan los Cardenales esta situación? En realidad, es escaso lo que sabemos sobre ellos, salvo de unos pocos que están a menudo en el centro de la atención, sean ellos exponentes de posiciones esclarecedoras y alentadoras, o bien lamentablemente sean los voceros de posturas problemáticas, por no decir escandalosas y desalentadoras.
----------Del actual colegio de más de doscientos Cardenales, asamblea mayoritariamente silenciosa y que parece asustada o ausente, salvo intervenciones circunstanciales o portavoces de los actos del Papa, como las intervenciones del Secretario de Estado o del cardenal Vicario General para la diócesis de Roma, emergen solo algunas pocas voces que sean verdaderamente claras, enérgicas, decisivas y estentóreas, aunque siempre en contraste entre sí, expresiones evidentes de dos partidos adversos; y se comprende fácilmente de qué lado está el Papa (manifestando una parcialidad que es para lamentar). A estas alturas todos conocemos a estos Cardenales: por mencionar sólo un puñado de ellos, por un lado los cardenales Müller y Burke, y con ellos podemos poner también a los ya famosos cuatro cardenales, los inauditos, los ignorados, de los "dubia"; y por otro lado, los ya famosos Kasper, Marx, Madariaga y Ravasi.
----------Pero la gran mayoría de los miembros del Colegio Cardenalicio no se manifiesta al público, impresiona como viviendo en las sombras, parece no participar de los inquietantes acontecimientos que estamos viviendo, no parece que tengan una palabra para las multitudes de fieles que a menudo ven su fe puesta a prueba, que se debaten en la duda, que son tentados por la desesperación, que son atormentados por los escándalos, lidiando con los enemigos de la Iglesia, que tienen impulsos de abandonar la Iglesia o cambiar de religión o incluso que están al borde de la incredulidad o que son seducidos por el mundo.
----------Incluso en torno al Papa, salvo los representantes oficiales y salvo los gestos de obsequio o de respeto formal, los Cardenales, teniendo en cuenta contadísimas excepciones, no aparecen públicamente para iluminar, apoyar y defender el propio actual pontificado. Y, si bien se ve, en todo caso, algunos de ellos parecen más bien tener fuertes reservas acerca de lo que se lleva actuado en estos casi ocho años. ¿Cómo se explica esta extrema discreción? La cosa no me parece normal. Debo decir francamente que tengo la impresión de que en el Colegio Cardenalicio haya malestar, haya divisiones, haya temores, que bloquean la lengua en la idea de que ello pueda servir a la paz y para evitar mayores disturbios.
   
¿Pero, en verdad, quién es el Cardenal y cómo nace el Cardenal?
   
----------Todos sabemos que el Colegio Cardenalicio no pertenece a la época apostólica, sino que se ha ido formando y precisando gradualmente a lo largo de los siglos con una lenta evolución. Ciertamente, el mismo Nuestro Señor Jesucristo pensó en rodear a Pedro del colegio de los Apóstoles. Dado que la Iglesia tiene un aspecto humano de comunidad o ente asociado, no se necesita demasiado buen sentido común para darse cuenta que una comunidad tiene un jefe, posiblemente elegido por la comunidad, necesitado de los miembros capaces de la comunidad para hacerse ayudar en su oficio y para que, a su muerte o en todo caso al expirar el oficio, la comunidad elija un sucesor, si no es él quien lo designa.
----------Algo así ha sucedido desde los inicios para la Iglesia, aunque con dos precisiones: la primera, que la autoridad de la cabeza no viene de la comunidad, sino de Nuestro Señor Jesucristo; y la segunda, que no es el Papa quien elige a su sucesor, sino que el Papa es elegido por sus más cercanos colaboradores después de su muerte, colaboradores que a partir del siglo XI, vendrán a ser los Cardenales.
----------En la época de san Pedro, sus más estrechos colaboradores no superaron el número de los Apóstoles. Pero con la expansión en Europa del episcopado, ya en los primeros siglos, y considerando los medios de comunicación y de transporte de aquel entonces, era impensable e inapropiado que los Pontífices reunieran en Roma a todos los obispos para tratar de los asuntos de la Iglesia. En efecto, ya existía desde el primer siglo, la institución del Concilio, también de derecho eclesiástico y no divino, habiéndose reunido en Jerusalén, como nos da noticia el mismo Nuevo Testamento por el libro de los Hechos de los Apóstoles.
----------Los primeros Sucesores de san Pedro fueron elegidos por el clero romano y a medida que se iban formando las diócesis suburbicarias, sus obispos también participaron en la elección del nuevo Papa y éste podía ser elegido entre ellos. A partir del siglo VIII, estos obispos comenzaron a ser llamados "Cardenales"; pero su tarea se limitaba a los servicios litúrgicos y a las obras asistenciales.
----------De modo que, hay que decirlo claramente, la institución del Cardenalato no es de derecho divino, o sea que se trata de un descubrimiento humano, de una institución eclesiástica, ideada por los Romanos Pontífices, no esencial a la constitución divina de la Iglesia; y, sin embargo, institución muy útil y sabia, y en plena armonía y conformidad con ella, aún cuando en principio el Cardenalato podría algún día ser abolido sin por ello afectar la esencial integridad de la Iglesia tal como ella ha sido querida por Jesucristo.
----------El origen y la historia de la institución del Cardenalato está debatida por los historiadores, aunque se han alcanzado algunos consensos y certezas. Según san Roberto Belarmino [1542-1621], los primeros cardenales no fueron obispos, sino que simplemente eran los titulares de las parroquias de Roma que asistían a la Misa del Papa, poniéndose en los extremos del altar, ad cardinem altaris. Como en Roma había dos clases de iglesias, servidas unas por presbíteros y otras por diáconos, se llamaban, respectivamente, cardenales-presbíteros y cardenales-diáconos. Incluso parece ser que el nombre de cardenales no fue solamente usado en la diócesis de Roma: a semejanza de lo que en Roma se hacía, se dio fuera de Roma el nombre de cardenales a los presbíteros que estaban obligados a asistir personalmente o por representación, en ciertos casos, a la catedral cuando celebraba el Obispo. En su origen no existían cardenales-obispos. Y sólo fue después de la deposición, en el concilio de Roma, de Juan XII [955-964], sin que se pueda precisar la fecha, que tomaron los obispos la condición de cardenales, y en 1054 se arrogaron la preferencia sobre los arzobispos.
----------La verdadera y propia institución del Cardenalato en cuanto órgano elector del Papa y en cuanto ayuda para el Papa en el gobierno de la Iglesia, ha sido formalizada recién en el siglo XI, en el ámbito de la reforma de la Iglesia impulsada por el papa san León IX [1049-1054], continuada luego por el papa san Gregorio VII [1073-1085]. Esta reforma puso fin a un largo período, iniciado a mediados del siglo IX, durante el cual fue abandonado el uso antiguo de que el Papa fuera elegido por el clero romano y los obispos suburbicarios, y se entrometieran en la elección del Papa las poderosas familias romanas en lucha entre ellas, como los Crescenzi y los Conti de Tuscolo, con la consecuencia de provocar una grave decadencia del papado durante el siglo X.
----------La providente reforma de la elección papal implementada por san León IX, que la permitía solamente a los Cardenales, pudo entrar en vigor con la elección del papa Nicolás II [1059-1061], mientras que el Colegio Cardenalicio tenía como finalidad, todavía vigente, permitir al Papa disponer de un nutrido grupo de colaboradores y consejeros oficiales fieles, confiables, estables y cualificados, a él ligados por un especial vínculo de obediencia, elegidos de toda la Iglesia, para tratar los más importantes asuntos de la Iglesia, colaboradores que, luego, a la muerte del Papa son los encargados ​​de elegir al sucesor.
----------Y así nace también la institución del Cónclave, órgano del Colegio Cardenalicio, con el objetivo de preparar, del modo más rápido posible, la elección del nuevo Papa, evitando en cuanto sea posible las demoras que se venían produciendo con anterioridad, provocadas por la lucha o competencia entre facciones o corrientes cardenalicias adversas, signo de una malsana búsqueda del poder.
----------Aunque en la actualidad pueda parecernos extraño, no siempre los Cardenales gozaron de precedencia o preferencia sobre los arzobispos y obispos. Al respecto resultaron importantes las decisiones que se tomaron en el Sínodo de Letrán de 1059, convocado por el papa Nicolás II ni bien ascendido al solio pontificio, en que se otorgó la autoridad preferencial a los obispos-cardenales en la elección de los Papas, y san Pedro Damián [1007-1073] dice que eran superiores a los arzobispos y primados.
----------En tiempos del III Concilio de Letrán [1179] el destacado derecho de todos los cardenales, diáconos o presbíteros u obispos, consistía precisamente en la elección del Sumo Pontífice, y aunque rehusaron reconocerles estas prerrogativas con el carácter de preferencia, muchos arzobispos y obispos en el siglo XIII, como se ve por las distinciones observadas en el concilio de León [1245], era ya unánimemente respetada la supremacía de los cardenales sobre los patriarcas, arzobispos y obispos.
----------Existen registros de que en sus inicios los cardenales fueron catorce. El Concilio de Basilea-Ferrara-Florencia [1431-1445] fijó su número en veinticuatro, salvo aumento exigido por ineludible necesidad de la Iglesia; pero los Papas no observaron nunca este canon. El papa León X [1513-1521] nombró treinta y uno en un solo día; el papa Paulo IV [1555-1559] quiso que fueran cuarenta; y el papa Sixto V [1585-1590] ordenó que fueran setenta, a semejanza de los setenta ancianos que había elegido Moisés para la sinagoga. Los dividió en tres órdenes, contando el primero de ellos, que era el de los cardenales-obispos, con seis plazas, los cardenales-presbíteros cincuenta, y los cardenales-diáconos catorce.
   
La Curia Romana actúa bajo la presidencia de un colegio de Cardenales
   
----------El desarrollo del Colegio Cardenalicio tuvo lugar paralelamente con el desarrollo de la Curia Romana. Tanto el primero como la segunda se han formado partiendo de un restringido grupo de colaboradores, inicialmente clérigos, luego obispos y laicos en los primeros siglos, y ampliándose y diferenciándose gradualmente, con el aumento de los oficios, de los deberes, de las competencias y los servicios en el curso de los siglos hasta la fecha. La estructura actual de la Curia, dividida en Congregaciones se remonta a la Constitución Immensa aeterni Dei de Sixto V del año 1588.
----------El Colegio Cardenalicio es el senado de los sabios, la asamblea de los pastores más notables y eminentes, de los más celosos sucesores de los Apóstoles, que comparten con el Papa el gobierno de la Iglesia, llevando con él el peso de su responsabilidad, sufriendo con él en las pruebas y en las persecuciones y regocijándose junto a él por los triunfos de la Iglesia, por su expansión en el mundo y por la victoria sobre sus enemigos. ¿Es exagerado lo que acabo de escribir? En absoluto. Y lo repito: el Colegio Cardenalicio es la reunión de los pastores más eminentes: precisamente, el título de "Eminencia" fijado por Urbano VIII para los Cardenales no es una simple formalidad, sino que pretende designar una realidad. 
----------Algunos Cardenales están al frente de diócesis importantes, sea por sus dimensiones o por su valor histórico; otros Cardenales trabajan en la Curia Romana. Algunas diócesis son tradicionalmente sedes cardenalicias. Sin embargo, el papa Francisco rompió algunas de estas tradiciones, como por ejemplo en Italia, las diócesis de Bolonia, Milán y Venecia, elevando a sedes cardenalicias ciudades que nunca lo habían sido, como por ejemplo Agrigento. ¿Es extraña esta actitud del actual Pontífice? En absoluto. Incluso nosotros, los argentinos, hemos vivido otros tiempos, no tan lejanos, en que diócesis como Córdoba y Rosario fueron sedes cardenalicias, mientras que ahora sólo ha quedado la sede primada de Buenos Aires.
----------La Curia Romana, en cambio, está sujeta a la autoridad de los llamados Cardenales de Curia. La Curia Romana es el conjunto de los organismos y de los oficios designados para hacer posible y funcional, en manos del Papa, el gobierno de la Iglesia. Es el complejo de órganos y de autoridades que constituyen el aparato administrativo de la Santa Sede, que coordina y proporciona la organización necesaria para el correcto funcionamiento de la Iglesia Católica y la consecución de sus objetivos. Generalmente se le considera "el gobierno de la Iglesia". Por cuanto respecta a los Cardenales obispos diocesanos, ellos dependen de la Curia sólo en la medida en que ella representa el magisterio y la voluntad del Papa.
----------El Colegio Cardenalicio de Curia es la parte directiva de la Curia Romana, que es el limitado personal selecto, fiel, confiable y especializado al servicio del Papa para ayudarlo en el desempeño tanto de su oficio magisterial como de su oficio pastoral, y en la redacción de sus actos personales cotidianos o periódicos en diferentes ámbitos de actuación y en diversos niveles de autoridad, desde las encíclicas hasta la correspondencia ordinaria, y para sus regulares relaciones con los obispos, con las representaciones pontificias en el mundo y con los Estados, se vale de una especial secretaría, denominada Secretaría de Estado.
----------La Secretaría de Estado no tiene ninguna tarea magisterial, gerencial o pastoral, sino simplemente, bajo la presidencia del Cardenal Secretario de Estado, tiene la tarea de redactar diligentemente los actos del Papa, transmitirlos a los destinatarios y manejar su correspondencia en nombre del Papa. Y si el Secretario de Estado tiene las cualidades suficientes, puede desempeñar, en nombre y en colaboración con el Papa, altos encargos diplomáticos, como para aumentar el prestigio de la Iglesia en el mundo y su autoridad en la Comunidad internacional. Tal fue, por ejemplo, la obra del cardenal Agostino Casaroli [1914-1998], secretario de Estado de san Juan Pablo II, en colaboración con quien obtuvo la disolución de la URSS y la sustitución de los regímenes comunistas de los Estados miembros por regímenes democráticos.
----------Desde los inicios, como incluso es referido por el Nuevo Testamento, los Papas han abordado las grandes cuestiones doctrinales y pastorales que afectan a toda la Iglesia también en los Sínodos y en los Concilios, ya sean locales o ecuménicos. Aquí el Papa puede escuchar el parecer del episcopado, por lo cual se verifica la posibilidad del gobierno colegiado de la Iglesia, pueblo de Dios y pastores, cosa que evidentemente no es posible con la Curia Romana y con el Colegio Cardenalicio.
----------Por lo tanto, y sacando ya las primeras conclusiones de lo que venimos diciendo, el Papa dispone hoy de un instrumental de gobierno especializado extremadamente complejo, del cual no tiene modo o posibilidad o intención de conocer todos los engranajes y los meandros, contentándose con unos pocos hombres confiables y experimentados de su elección, en conformidad a su programa de pontificado, que puede excluir de entrada el recurso a ciertas ayudas, que van más allá de los precisos propósitos concebidos por el Pontífice o de los particulares objetivos que se ha propuesto. Aparte del hecho de que las circunstancias históricas pueden obligarlo a concentrar la atención solo en ciertos recursos, dejando de lado otros.
----------Ante tanto acopio de recursos humanos, asumiendo que puede o sabe darles uso, el riesgo de todo Pontífice Romano es el de perderse en elecciones inútiles o dejarse influir por fuertes o astutas personalidades que le rodean o el de carecer de esa firmeza, que lo hace capaz de renunciar a iniciativas atractivas o seductoras, pero que en general pueden ser consideradas peligrosas o al menos arriesgadas.
----------Por otra parte, la posibilidad de disponer de tantas fuentes de información y tantos medios de comunicación no impide que un determinado Papa no sepa valerse de ellos, o se fíe de quienes no lo merecen, o ignore cosas que debería saber, u obre a partir de decisiones equivocadas, o confunda las competencias, o deje inutilizados óptimos instrumentos, o quiera trabajar solo donde haría bien en pedir ayuda, o delegue en otros aquello que podría hacer él, o no escuche a quienes podrían ayudarlo, o maniobre instrumentos inadecuados.
----------En la segunda parte, mañana Dios mediante, nos adentraremos en algunos momentos importantes de la historia del Colegio Cardenalicio, para tratar de comprender sus variadas actitudes y comportamientos.

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