miércoles, 18 de noviembre de 2020

Dios, que hace salir su sol sobre cristianos y musulmanes (1)

El recordar ayer a quien fuera mi venerado profesor de metafísica, mons. Dr. Octavio Nicolás Derisi [1907-2002], me ha hecho retornar con la memoria a sus enseñanzas, a mis apuntes de sus clases, y a sus libros. Y había, por cierto, un solo paso desde esos recuerdos a que me diera cuenta que la Ontología y Teodicea estudiadas en aquellos ya lejanos años, podrían darme suficiente luz, y así ha sucedido, para escribir algunas líneas a fin de intentar iluminar una cuestión que ha vuelto a debatirse hoy en medio del agitado contexto de las relaciones de la Iglesia con el Islam: ¿acaso los cristianos y los musulmanes rezan al mismo Dios?

----------La pregunta, por supuesto, es a todas luces ridícula para quienes cuentan siquiera con rudimentos filosóficos; y por eso ha sucedido que el insensato debate ha vuelto a surgir agitado por aquellos católicos que, naturalmente salvada su buena intención, o bien no cuentan con esos rudimentos de filosofía, o bien contando con ellos son incapaces de llegar al tercer grado de abstracción, o bien se dejan llevar por prejuicios ideológicos y sectarios fruto de su fanática pertenencia a sectores de extremo tradicionalismo que les impide incluso razonar siquiera usando su buen sentido común. Se trata de aquellos católicos que, a propósito del diálogo interreligioso entre cristianos, judíos y musulmanes, se niegan a hablar de "tres religiones monoteístas", afirmando que el Dios trinitario de los cristianos es "diferente" al de los demás y que, por lo tanto, "los cristianos con la Biblia como los musulmanes con el Corán, no rezan al mismo Dios".
----------Intentaré explicar, en la brevedad de esta nota, lo equivocada que está esta postura; aunque el tema ya haya sido tratado en este blog, y seguramente deberé volver repetidas veces a él.
   
El Dios de la razón y el Dios de la fe
   
----------Lo primero que hay que decir es que la razón demuestra la existencia del Dios Uno, de la unidad de la esencia o naturaleza divina; la razón, es decir, la filosofía, demuestra la verdad del monoteísmo, de la existencia de la divina Mónada. Claro que la fe, en cambio, nos da un conocimiento de Dios inmensamente más alto, correspondiente a cómo Dios se conoce a Sí mismo, y nos enseña que en Dios hay tres Personas: es la fe en la Santísima Trinidad, la divina Tríada: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
----------Dios es uno y único, ante todo porque precisamente es el Absoluto y el Absoluto no puede sino ser uno solo. De hecho, si se debiera admitir otro Absoluto, para distinguir a ambos, se necesitaría admitir que uno no tiene aquello que tiene el otro. Pero entonces ninguno de los dos sería el Absoluto, ya que Estos, para ser tales, deben poseer la totalidad de las perfecciones.
----------Dios, por otra parte, también es único porque es la causa universal de todas las cosas en cuanto son, es decir, en cuanto tienen el acto de ser. Entonces, en este sentido Él es el Absoluto, lo cual quiere decir "suelto", "libre de", ab-solutus. Y de hecho todo depende de Él y Él no depende de nada ni de nadie.
----------Pues bien, siendo Él la causa del ser de todo, no hay necesidad de otra causa o de otro Dios. Ciertamente, a cada valor corresponde su causa propia, pero no es necesario divinizarla o absolutizarla, porque también todos los grandes valores, los grandes géneros y los mismos trascendentales (unidad, verdad, bien, belleza) no son más que creaturas del único Dios, en cuanto todos pertenecen al horizonte del ser creado y finito. Por lo tanto incluso los valores más universales, no desprovistos de un cierto carácter absoluto, son al fin de cuentas todos relativos al único Absoluto que es Dios.
----------Además, debemos tener presente que la causa es superior al efecto. Ahora bien, Dios, como causa de todo, está a la cima de todo, como el vértice de una pirámide: ahora bien, está claro que el vértice no podría ser sino uno solo, porque todo converge sobre este único punto, así como todas las creaturas convergen hacia Dios como a su fin último y sumo bien.
   
Dios como Ipsum Esse y Dios como Persona
   
----------Sin embargo, el caso es que en el Cristianismo el vértice supremo del pensamiento y del ser, en virtud de una divina Revelación, que eleva el pensamiento humano a una participación de la misma ciencia divina, no es el Uno, el único Absoluto, sino el Tres; no es el ser único o una única naturaleza divina, sino la Persona Trina, la divina Tríada, la Santísima Trinidad de Tres Personas.
----------Todas las teologías, teosofías y metafísicas gnósticas, que pretenden poseer un saber divino no por fe sino por autoconciencia, rechazan la Trinidad y consideran la Unidad como lo supremo del ser y del saber. En cambio, en el cristianismo, el vértice del Dios de la razón es superado por el vértice del Dios de la fe. El fin último natural no es intrascendible, sino que es superado por el fin último sobrenatural: la Santísima Trinidad. Por encima de la Mónada el cristiano pone la Tríada.
----------Entonces, ¿el ser es superado? ¿Existe algo por encima del ser? Pero si el ipsum esse es el Absoluto, ¿qué puede existir por encima del Absoluto? Si el ser lo es todo, ¿qué puede haber por encima del ser? Se responde diciendo que la Tríada es la misma Mónada, la Trinidad es el mismo ipsum Esse per se subsistens. Es único el ser de la Mónada y de la Tríada.
----------Entonces surge la pregunta: ¿cómo se distingue el Dios Uno del Dios Trino? ¿Cómo se distingue el Dios de la razón del Dios de la fe, si tanto el uno como el otro es el ipsum Esse? Tenemos que distinguir nocionalmente: la noción del ser en Dios dice menos que la noción de persona, no porque el Dios Trino en sí mismo sea superior al Dios Uno, como si fuera otro Dios, lo cual no tiene sentido, sino en cuanto nuestro conocimiento de Dios en la fe es superior al conocimiento de razón.
----------En tal sentido, la noción de persona en Dios nos dice más que la simple noción del ser relativa al Dios Uno. En tal sentido, nocionalmente, el Tres prevalece sobre el Uno. Sin embargo, no tres dioses, tres sustancias, sino tres "personas", en cuanto en Dios la persona no es sustancia, sino relatio subsistens (como establece el dogma del Concilio de Firenze del 1439: "In Deo omnia sunt unum, ubi non obviat relations oppositio"). El Padre no tiene relación al Hijo, sino que es relación al Hijo. Y así para las otras personas. En otras palabras, el Padre no es, como ocurre en nosotros, un sujeto al que se suma, en calidad de accidente, la relación de paternidad, sino que el ser se agota todo en el ser Padre.
----------En este sentido, y ya concluyendo estas brevísimas nociones de Ontología y Teodicea, se puede decir una palabra a propósito del mencionado diálogo interreligioso entre cristianos, judíos y musulmanes. Si los lectores han comprendido lo que hemos dicho hasta aquí, se puede advertir fácilmente el equívoco o malentendido de algunos católicos que se niegan a hablar de "tres religiones monoteístas", afirmando que el Dios trinitario de los cristianos es "diferente" al de los demás.
----------Es fácil comprender el equívoco o malentendido. Se confunde a Dios en sí mismo con el conocimiento de Dios. No hay duda que el conocimiento que el cristiano tiene de Dios, en cuanto trinitario, es superior al que tienen el judío y el musulmán. Pero Dios en Sí mismo sigue siendo el Dios de todos, creador de todo, cognoscible y conocido por todos en virtud de la razón natural y, por tanto, nada impide a los fieles de las tres religiones el convenir o ponerse de acuerdo sobre los atributos del Dios de la razón, atendiendo al hecho que todos, en cuanto seres racionales, pueden conocer y conocen al verdadero Dios Uno bajo esta luz.
----------En cambio, en cuanto al Dios trinitario, ciertamente esto no puede ser materia de diálogo interreligioso, ya que el diálogo supone puntos compartidos en común, cosa que en este caso no se da. Pero esto no significa que el no cristiano pueda y deba ser objeto de evangelización, ya que todos los pueblos, empezando por Israel, están llamados a creer en el Dios trinitario, ni se puede sacar la excusa del diálogo para renunciar a la evangelización y a la obra de la conversión de los no cristianos.
   
La rectitud del católico que comprende al Papa "in bonam partem"
   
----------No hay duda que las características personales de quien hoy está sentado en la Sede Petrina, producen dificultades a los fieles católicos para comprender las palabras y los gestos del hombre Jorge Mario Bergoglio cuando no actúa como Maestro de la Fe; y no hay duda que también resulta arduo para todo católico distinguir cuando debe sentirse vinculado con lo que el papa Francisco enseña como Maestro de la Fe, incluso en los niveles ordinarios de este magisterio, en los que siempre goza de infalibilidad, y cuando el católico no debe sentirse vinculado cuando habla el Papa como doctor privado, con opiniones que no resultan vinculantes, pues pueden ser criticables y quizás en algunos casos erróneas.
----------Pero la recta intención en la que debe esforzarse, con la ayuda de la gracia divina, por pensar y actuar todo católico acerca de las enseñanzas del Papa, debe llevarlo a comprender al Santo Padre siempre "in bonam partem" cuando esto es posible, porque en cuestiones de Fe y Moral, o conexas con la Fe y la Moral, él no puede equivocarse ni enseñar el error al rebaño que le ha sido confiado por Nuestro Señor.
----------El jesuita Jorge Mario Bergoglio hizo sus estudios de Metafísica, de Ontología y de Teodicea, como cualquier seminarista de su tiempo, y no se ha olvidado de aquellas nociones, hayan sido las que hayan sido. Y ahora, munido de la gracia magisterial indefectible cuando actúa como supremo Maestro de la Fe, el Espíritu Santo no permite que él se engañe ni engañe al rebaño en tales cuestiones, aún cuando muchas veces su lenguaje resulte ambiguo y difícil de discernir rectamente: debe ser interpretado "in bonam partem".
----------Claro que hay ocasiones en que esa tarea no resulta nada difícil, como en tantas ocasiones en las que el Papa, llevado por su intención de acercar en el diálogo a cristianos y musulmanes, dice y repite que ambas religiones rezan al Dios uno y único. En tales ocasiones, no hay que hacer ningún discernimiento, ni esclarecer ninguna ambigüedad, porque tal ambigüedad no existe, como cuando aquel 19 de enero de 2014, cuando se encontró con refugiados musulmanes junto a la parroquia del Sacro Cuore di Gesù, y les dijo cosas como éstas: "...E anche, quelli che sono cristiani, con la Bibbia, e quelli che sono musulmani con il Corano, con la fede che avete ricevuto dai vostri padri, che sempre vi aiuterà ad andare avanti. Condividere anche la propria fede, perché uno solo è Dio: lo stesso. Alcuni hanno parlato in una maniera, altri in un’altra… ma andare avanti. Condividere...". Porque efectivamente, es cierto, los cristianos con la Biblia, como los musulmanes, con el Corán, rezamos al mismo y único Dios. Es el único Dios en Sí mismo, que hace salir su sol sobre cristianos y musulmanes.

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