lunes, 9 de noviembre de 2020

El Islam: una cuestión central de nuestra época (2/3)

Cuando se habla de los musulmanes suele decirse: "nuestro Dios no es el de ellos". Es una afirmación que se escucha con frecuencia, que equivale a esta: "no tenemos el mismo Dios". Ahora bien, para saber si esta tesis es verdadera o falsa, debemos tener presente que con la palabra "Dios" podemos referirnos a dos cosas diversas: o a Dios en sí mismo, tal como existe en la realidad, o podemos referirnos a nuestro concepto de Dios.

----------De hecho, una cosa es el Dios real y otra cosa es el Dios pensado, concebido por nosotros, aunque lo que pensamos de Dios -seamos cristianos o seamos musulmanes- puede y debe reflejar el Dios real, de lo contrario tendríamos un falso concepto de Dios. En otras palabras: una cosa es Dios en sí y otra cosa es el conocimiento que nosotros, cristianos y musulmanes, tenemos de Dios. Si nos referimos a Dios en sí mismo, es claro que tenemos el mismo Dios; nosotros y los musulmanes somos todos sus creaturas.
   
No existen dos dioses: uno para los cristianos y otro para los musulmanes
   
----------Dios es uno solo. Por esto, la Iglesia habla de Cristianismo y de Islamismo como de dos religiones monoteístas. Y hay que tener en cuenta que, para reconocer al verdadero Dios, no basta reconocer que existe un solo Dios, si este Dios es un Dios falso. Johann Fichte [1762-1814] y Georg Hegel [1770-1831] también sostienen que existe un Dios; sin embargo, su Dios es un Dios falso. Ahora bien, el Concilio Vaticano II reconoce a los musulmanes no solo que admiten un solo Dios, sino que se trata del verdadero Dios, no se trata de un falso dios o de un ídolo, como Júpiter o Pachamama o un Dios pagano.
----------Santo Tomás de Aquino [1225-1274], tratando del culto divino, distingue el culto al verdadero Dios del culto a un ídolo, o sea a un dios falso, a una creatura divinizada. Y esto es idolatría (Sum. Theol., II-II, q.94). Y luego, en cuanto respecta al culto al verdadero Dios verdadero, distingue un modo correcto, según las normas de la Iglesia, de un modo incorrecto, que es el de los herejes y de los judíos (Sum. Theol., II-II, q.93) . Tomás no menciona a los musulmanes, pero no hay duda que ellos caen en la última categoría, que es la del Concilio. Los medioevales consideraban incorrecto el culto islámico, porque no rendían culto a Cristo, pero sabían muy bien que no son idólatras, tanto que consideraban al Islamismo una herejía cristiana. Por lo tanto, para los medioevales se da en los islámicos un culto al verdadero Dios, mas de un modo incorrecto. El Concilio Vaticano II se mueve exactamente en esta línea. Se nota en el fondo el esquema tomista. En cambio, la distinción entre el concepto de Dios parcialmente correcto (islámico) y el concepto plenamente correcto (cristiano) lo encontramos solo en un Papa: Benedicto XVI.
----------Por eso si, en cambio, nos referimos al conocimiento o al concepto que nosotros, cristianos y musulmanes, tenemos de Dios, entonces es necesario decir que es el mismo solo en parte, y en parte no coincide. Es el mismo en cuanto refleja la verdad sobre Dios. Y este es el punto revelado por el Concilio Vaticano II. No coincide, en cuanto, como ha hecho notar Benedicto XVI, en el concepto coránico de Dios existe un aspecto equivocado, que es el aspecto voluntarístico, como veremos más adelante.
----------Aquellos que objetan que Alláh no es Dios, se equivocan, porque es evidente que cuando el Concilio habla del Dios islámico, es ese Dios al que ellos llaman "Alláh", que es el término árabe para designar a Dios. Pero dado que consideramos una traducción a lengua vernácula del Concilio, es lógico que encontremos el término español "Dios", así como no habría tenido sentido si hubiéramos encontrado el término italiano Dio, o alemán Gott o francés Dieu. Lo que hay que tener presente no es la diferencia de los términos, sino el hecho de que los términos significan el mismo concepto, que a su vez representa el mismo Dios.
----------Igualmente equivocados están aquellos que sostienen que el Concilio no ha entendido quién es verdaderamente el Dios islámico, porque, según ellos, los islámicos sabrían mejor que el Concilio quién es su Dios, por lo cual el Concilio se habría equivocado al asimilar el Dios islámico al nuestro.
----------Respondemos diciendo que las sentencias pronunciadas por un Concilio acerca de los atributos de la naturaleza divina, son infalibles, sin importar que se trate del Dios cristiano o del Dios de otras religiones. Pero los teólogos islámicos y el propio Mahoma no han recibido del Espíritu Santo la misma capacidad de juicio y de discernimiento, que Cristo ha concedido a la Iglesia católica precisamente para la solución de las difíciles cuestiones teóricas o hermenéuticas concernientes a los atributos de la naturaleza divina.
----------Por consiguiente, el Concilio Vaticano II, reconociendo y aprobando en parte los atributos del concepto de Dios islámico, ha rendido homenaje a la sabiduría de Mahoma [570-632] y de los teólogos islámicos, sin por esto querer invadir su competencia en el estudio de su Dios.
----------Sin embargo, también debemos precisar que el Concilio no ha dicho todo lo que la Iglesia piensa del Dios islámico, sino que se ha limitado a resaltar las características positivas y aceptables del concepto de Dios islámico, por lo cual, la doctrina conciliar a este respecto debe ser completada con las precisiones hechas por el papa Benedicto XVI, acerca de los defectos de la concepción islámica.
----------Por lo demás, un punto que debe aclararse y tenerse presente para evitar equívocos acerca de esta cuestión de si nuestro Dios es o no el mismo que el de ellos, es la distinción que debe hacerse entre las nociones del Dios Uno y el Dios Trino. El Dios Uno es aquel que en la religión natural es el Dios personal, donde esta personalidad metafísica no debe absolutamente confundirse con la Persona Trinitaria, porque esta es una Relación subsistente, mientras que el Dios uno es Sustancia o Naturaleza. Ciertamente, Dios en Sí mismo, es la Trinidad. Ontológicamente son indistinguibles, porque son el mismo Dios. Y es claro, por otra parte, que cuando el cristiano piensa en Dios, piensa en la Trinidad, porque sabe que Dios es Trino. Sin embargo, esto no le impide pensar en la naturaleza divina sin pensar en las tres personas. Y esto le permite entrar en diálogo con aquellos que, con culpa o sin culpa, no saben o no reconocen o no quieren reconocer que Dios es Trino. Y entre ellos están los musulmanes.
----------Muchos, de hecho, desde la antigüedad pagana (piénsese, por ejemplo, en Platón [427-347 a.C.] o Aristóteles [384-322 a.C.] o en el mismo Antiguo Testamento), saben que Dios existe y Lo conocen en modos o medidas más o menos completas o defectuosas, pero, incluso sin culpa, no saben que es Trino o, si se trata del musulmán, el Corán le induce a no creer en la Trinidad. El Corán, por lo tanto, no se limita a ignorar la existencia de la Trinidad, sino que pretende refutar su concepto volviéndolo odioso y absurdo. Pero se puede ver que no tiene la mínima idea y que no se trata más que de un fantasma de la mente de Mahoma, quien imagina y se ha hecho la idea del Dios Trinitario cristiano como si fuera un triple ídolo pagano, que es cuanto de más contrario se pueda imaginar para la verdadera Trinidad cristiana.
----------Debemos tener en cuenta, por consiguiente, que Mahoma, al rechazar la Trinidad cristiana, parte de un concepto de la Trinidad que no es el correcto. Él jamás ha sabido verdaderamente qué es la Trinidad. Y nadie nunca se lo explicó. Por esta razón, debemos pensar que si una buena vez un cristiano realmente le explica a un musulmán qué es la Santísima Trinidad, no se puede excluir que la acepte.
----------Sin embargo, deberíamos preguntarnos: ¿Cómo es posible que en catorce siglos no se haya encontrado la facilidad para un diálogo serio y sereno sobre este importantísimo tema para ambas religiones, la cristiana porque afirma la Trinidad y la islámica, porque la niega? Lo dijimos, y también lo dice el Concilio: los musulmanes no solo admiten un solo Dios, sino que se trata del verdadero Dios. Pero, viendo el fracaso de catorce siglos del diálogo entre cristianos y musulmanes, debemos preguntarnos: ¿las dos religiones se refieren a la misma cosa? No lo parece. Incluso entre los cristianos, ¡cuántos equívocos, cuánta superficialidad, cuánta negligencia, cuánta ignorancia, cuántas herejías sobre este divino Misterio de Dios Uno y Trino, que debería estar en el centro de nuestros intereses y de la vida de nuestra vida! Y por lo tanto es urgente continuar el diálogo cristiano-musulmán sobre el tema de la Trinidad.
----------Un buen período de diálogo entre teólogos cristianos y musulmanes fueron los siglos XIII-XIV, durante los cuales se debatió animadamente de metafísica sobre la base de Aristóteles entre santo Tomás de Aquino y Juan Duns Scoto [1266-1308] por una parte y por otra filósofos islámicos como Averroes [1126-1198], Avicena [980-1037], Al-Gazzali [1058-1111], Al-Kindi [801-873] o Avempace [1095-1138]. Lo que hacía encontrarse a los dialogantes era la doctrina común de Dios creador en su relación con el hombre y con el mundo. Pero lamentablemente fue solo un feliz momento breve, restringido además solo a los círculos intelectuales, que luego desafortunadamente desaparecieron con el duro período de las Cruzadas.
----------Sea como sea, cuando hablamos del Dios cristiano y del Dios islámico, recordemos que no se trata de Dios en sí mismo (que es el mismo: el verdadero Dios), sino se trata de dos grados de conocimiento de Dios, el primero propio de la razón natural, conocimiento común a todo hombre razonable y presente también en el Corán, por reconocimiento del mismo Concilio. El segundo grado supone el primero y es un nivel de conocimiento de Dios mucho más elevado, que proviene de la divina revelación cristiana. El primer grado es el que todos los sacerdotes hemos estudiado en los años de Filosofía, en el tratado de Teodicea, en Metafísica; el segundo es el que estudiamos en Teología, en el Tratado De Deo uno et Trino.
----------Por consiguiente, cuando decimos que nuestro Dios no es el de ellos, no debemos entender que hay dos dioses, uno para nosotros y otro para los musulmanes, porque esto sería vulgar politeísmo. Por lo tanto, no es lo mismo que cuando digo que mi automóvil no es el suyo, donde evidentemente tenemos dos automóviles. Decir que el Dios cristiano no es el Dios islámico quiere decir que el conocimiento del mismísimo Dios, único Dios para nosotros y para ellos, creador de ambos, que tenemos nosotros los cristianos es superior al que tienen los islámicos y el más alto que la humanidad pueda alcanzar porque nos lo comunicó Cristo el Hijo de Dios y es el conocimiento de la Santísima Trinidad.
   
La cuestión de la agresividad islámica
   
----------El surgimiento de la religión islámica ha producido algo así como la imprevista propagación de un tremendo tsunami o un terremoto de escala crítica o la rápida e imparable propagación de una epidemia de modo similar a lo que sucede con el Covid-19. La Cristiandad se sintió imprevistamente agredida y aterrada por multitudes crecientes y bien armadas de exaltados seguidores de Mahoma, que imponían su religión por la fuerza y con el terror, sobre la base de argumentos seductores y engañosos, capaces de satisfacer, bajo la cobertura de la religión, deseos terrenales y anhelos de conquista y dominio político.
----------¿Cuál ha sido el secreto de Mahoma para haber generado y seguir generando en torno suyo seguidores tan convencidos, decididos y agresivos? Mahoma fue un extraordinario creador de certeza religiosa inducida no sobre la base de hechos o argumentos objetivos, como es el método de la religión cristiana, sino sobre un acto de voluntad o decisión absoluta, obstinada e inflexible.
----------Por lo tanto, no se trata de un estar seguro porque frente a lo verdadero no se puede no estar seguro, sino que se trata de un estar seguro porque, por una arbitraria decisión personal (voluntarismo) el musulmán quiere estar seguro. Entonces, para el musulmán, el compromiso religioso no es tanto el de una fidelidad a Dios, sino de una fidelidad a sí mismo, a la propia e irrevocable decisión. En sustancia, su certeza no está fundada en Dios, sino en sí mismo, en su propia voluntad.
----------Pero, ¿cómo ha podido Mahoma tener tanto poder para crear en tantos seres humanos desde entonces hasta hoy este poderoso estado psico-emotivo de obstinada y arrogante actitud en un tema tan delicado como la relación del hombre con Dios y la salvación humana? ¿Cómo ha podido alejar a tantos seres humanos de Jesucristo para volverlos a él? Y eso, siendo como son los signos de credibilidad de Mahoma tan poca cosa en comparación con los signos de credibilidad de Nuestro Señor Jesucristo.
----------¿Qué fuerza lo ha conducido? Dados también los errores teológicos y morales contenidos en el mensaje coránico, aunque sea mezclados con la verdad, podemos estar seguros de que se trata de una sugestión diabólica. Se trata de una potentísima fuerza anticrística, que no puede ser otra que el demonio, que "no reconoce a Jesucristo venido en la carne" (Jn 4,2).
----------Los signos de esto están dados por el característico fanatismo islámico, que no conoce razones y no retrocede de sus errores por la cantidad de argumentos que se le opongan, seduce con los atractivos de los placeres, de las riquezas y del poder, excita a los predicadores al odio contra Cristo y contra los cristianos, desata las persecuciones, asusta con las amenazas, y constriñe con la fuerza a los no creyentes a la conversión, y finalmente castiga con la muerte a los que abrazan el cristianismo. ¿Puede haber otra cosa detrás de todo esto?... Detrás de tal impiedad no puede existir más que el demonio.
----------Sin embargo, debe tenerse siempre presente que el diablo es "el padre de la mentira", es muy hábil en el engañar, y así puede hacer que parezca lícito lo ilícito, verdadero lo falso, santo lo perverso. Por consiguiente, Dios permite que a veces los mismos santos sean momentáneamente engañados. La propia concepción coránica de Dios es aprobada por Dios solo por su parte de verdad.
----------Pero si un defecto puede tener el Concilio Vaticano II en su exposición sobre el Islam es el de callar, por un exceso de benevolencia, sobre ese aspecto siniestro del Dios Islámico, que el papa Benedicto XVI ilustró abundantemente en su famosa lección en Ratisbona del 2006, es decir, el aspecto irracionalista y voluntarista, que, como veremos enseguida, depende de un concepto erróneo de la relación entre intelecto y voluntad y sobre el plano de la conducta humana y en particular de la fe islámica, explica la tendencia islámica a imponer el credo islámico por la fuerza y a no admitir el derecho a la libertad religiosa.
----------Sin embargo, tengamos presente el aspecto válido de la teología islámica: el musulmán ciertamente sabe con su razón, como todo hombre razonable, que Dios existe y que se Le debe rendir culto. Y en esto no se equivoca. El propio Concilio lo reconoce. No se trata de un ídolo o de un falso dios o de un dios pagano. No, es el verdadero único Dios, adorado también por los cristianos.
----------El concepto de Dios del Corán es sustancialmente correcto, el Concilio lo reconoce, aún cuando se trata de un concepto no privado de defectos, como hemos visto y veremos, y no tiene la perfección absoluta e insuperable del Dios de la Biblia. Pero es siempre el Dios para quien Cristo es Dios. El punto no está aquí. Esto es algo muy bello y reconfortante. Pero el punto es otro y es muy grave y preocupante.
----------El punto es el que he mencionado anteriormente (teniendo en cuenta lo declarado por Benedicto XVI): la parte de la voluntad en la fe islámica. Se trata de una voluntad que no se encuentra en sus propios legítimos límites, sino que los sobrepasa invadiendo el territorio y la competencia del intelecto, porque en realidad le compete al intelecto y no a la voluntad determinar cuál es la verdad.
----------En realidad, la voluntad que pretende sustituirse al intelecto y dictar leyes al intelecto en términos de verdad, sobre todo teológica, no puede más que conducir al intelecto al error o si capta accidentalmente la verdad, no puede asegurarse una certeza objetiva, sino que solo alcanza la obstinación del fanatismo o de la arbitrariedad subjetiva, generadora de arrogancia, de violencia y de falsas certezas.

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