lunes, 16 de noviembre de 2020

Valor permanente y claroscuros de la Cristiandad medieval (2/2)

En la primera parte de este artículo nos adentrábamos en las dramáticas consecuencias del cisma protestante, cuyo resultado fue ante todo la ruptura de la unidad de la Fe, en la que había sido la Cristiandad medieval. Los católicos que permanecieron entonces unidos al Papa contemplaban con desconcierto primero, y luego con horror, que pueblos y naciones enteras se alejaran de la Barca de Pedro.

----------De aquellos sentimientos contra la deserción producida por el protestantismo, puede comprenderse la reacción durísima de las guerras de religión, libradas por ambas partes con extrema crueldad y obstinación, por la convicción de estar combatiendo no por intereses terrenos sino por un sagrado deber delante de Dios, es decir, por la salvación de la propia alma y de la misma Cristiandad.
----------De hecho, el luteranismo está animado de un falso interiorismo y una desmesurada necesidad de libertad, que en realidad es un replegarse de la conciencia sobre sí misma, que ya no implica una adaequatio intellectus ad Deum et Ecclesiam, sino, como extrema consecuencia, una arrogante absolutización del propio yo confundido con Dios, que termina sustituyendo a Dios, por lo que se verifica la negación de la trascendencia  y el repliegue a la inmanencia, o sea el famoso amor sui usque ad contemptum Dei, del cual habla san Agustín, en lugar del amor Dei usque ad contemptum sui, que caracteriza la verdadera religiosidad cristiana.
----------Sabemos que entre las instancias reformadoras de Lutero se han dado algunas que posteriormente la Iglesia Católica ha aceptado. Sin embargo es necesario decir que, en su historia, la así llamada "reforma luterana" aparece como un edificio bello en sus primeros tiempos, porque en sus inicios la comunidad de los "reformados" todavía se parecía a aquella casa de Dios que es la Iglesia Católica, pero que más tarde, abandonada a sí misma o a los ladrones o al arbitrio de administradores incompetentes y presuntuosos, quedó privada de un cuidado sabio y perseverante de parte de los habitantes.
----------Lutero habla mucho del "Espíritu Santo", con quien siempre él se encuentra en comunicación directa, pero en realidad el alma protestante, henchida de sí misma, como lo demostrará la historia de sus frutos a lo largo de los siglos, acabará por separarse progresivamente de un verdadero contacto con el Espíritu Santo, el Huésped del alma, por lo cual esta morada abandonada a sí misma seguirá el infausto destino de las casas deshabitadas y abandonadas: hoy se derrumba una cornisa, mañana un revoque o un yeso, luego se cae una ventana, enseguida se perfora el piso, posteriormente se derrumba el techo, y al final quedan los cuatro muros derruidos, listos para ser derribados por los vientos y las tormentas o por los vecinos del lugar.
----------El luteranismo, que por cierto había comenzado con un fervor espiritual aparentemente superior al del catolicismo, luego, en virtud del principio de disolución antes mencionado, como han puesto en claro los historiadores del cristianismo, ha generado de por sí una serie de monstruos: el fideísmo irracionalista, la falsa mística, el racionalismo iluminista, el fanatismo y las bizarras extravagancias de las sectas, el ontologismo, el individualismo liberal, el idealismo alemán, el panteísmo, el marxismo, el espiritismo, superomismo nietzcheano, el nazismo, hasta llegar al nihilismo contemporáneo y a la desaparición total de la religión, del sentido de lo sagrado y de la moral cristiana, sustituidos por un puro y simple retorno del crudo paganismo todavía más atrasado y bárbaro (autodefiniéndose como "progresista") que aquel paganismo de los tiempos de Platón y de Aristóteles y aquel de la sabiduría de la antigua Roma.
----------Naturalmente, se ha mantenido un luteranismo fiel a Lutero y con éste es posible y necesario un diálogo ecuménico con la Iglesia católica (un importante acuerdo a este respecto es la Declaración Conjunta entre la Iglesia Católica y la Federación Luterana Mundial sobre el delicado tema de la Justificación estipulada en años anteriores). Pero es evidente que todos aquellos venenos, que son el fruto de la soberbia luterana, deben ser eliminados sin dudar, con total certeza y con decisión, ya que quienes los asuman con la ilusión de poder "dialogar" quedan irremediablemente envenenados y envenenan a los demás.
----------Sin embargo, la crisis de la Cristiandad medieval, como es bien sabido, ya había comenzado dos siglos antes de Lutero, con la decadencia de la Escolástica, la corrupción del clero y del papado, lo cual derivó en el cisma de Occidente y continuó con la mundanidad del papado renacentista, hecho que justifica al menos de algún modo y en parte la rebelión luterana, como anteriormente había suscitado y justificado de algún modo la desafortunada reacción de Girolamo Savonarola [1452-1498], un hombre verdaderamente santo y honesto, un verdadero amante de la sana doctrina y de la Iglesia.
----------Personaje ciertamente clave y fundamental en esta compleja y triste historia de sucesos que se fueron desencadenando, llamado Venerabilis Inceptor, inceptor de la modernidad para sus admiradores, inceptor de las desgracias para quienes tienen los ojos abiertos, fue Guillermo de Ockham [1287-1347] en el siglo XIV, excomulgado por la Iglesia; aunque de muy poco sirvió tal sabia advertencia.
----------El punto de inflexión, el giro epocal, iniciado por Ockham en la teología europea y consecuentemente, también en la moral y en las costumbres, en la política, en la organización de los Estados, en la historia misma de la Cristiandad, giro que condujo al colapso de la Cristiandad, podría resumirse en un simple principio de carácter gnoseológico, una cierta concepción del conocimiento.
----------De hecho, de la corrupción del intelecto depende la desviación de la voluntad y, por lo tanto, en última instancia, el buen o mal destino del hombre: parecería tratarse aquí de una sutileza, pero en cambio fue un hecho de importancia ciertamente epocal. ¿De qué se trata? De la orientación de fondo de la inteligencia, que no está ya orientada al ente, sino a los nombres que designan al ente. De aquí el famoso "nominalismo" occamista, conocido incluso por los alumnos de nuestras escuelas secundarias.
----------Desde aquí vemos inmediatamente la inmensa banalización de la labor del conocimiento operada por Ockham. Por cierto, Ockham todavía habla de "metafísica", pero él la vacía por completo de su significado realista y universal. Es con Ockham cuando comienza verdaderamente la famosa decadencia de la Escolástica, la cual ya no mira a las cosas y al ser objetivo, sino que se pierde en interminables disquisiciones y distinciones inútiles sobre palabras, significados, ideas y conceptos.
----------Correcto era el famoso dicho de Ockham "entia non sunt multiplicanda sine necessitate", pero aquella célebre "navaja de Ockham", bajo el pretexto de querer eliminar las distinciones inútiles, suprimió las distinciones reales que tan queridas eran por los Grandes de la Escolástica y no pudieron evitar menos de caer en las puras distinciones de palabras. La filosofía fue sustituida por el vocabulario.
----------La instancia de Ockham no era mala: el existente real, decía él, es el individual concreto. Y es verdad. ¿Pero cuál era el error capital del franciscano inglés? La negación de la esencia específica y universal de las cosas reales, esencia de la cual el individual existente es la individualización, esencia que es propiamente objeto del intelecto, mientras que la singularidad empírica y las cualidades sensibles son sólo el objeto del sentido o como mucho de la descripción histórica.
----------A partir de aquí podemos comprender las gravísimas consecuencias en el plano de la moral de este empobrecimiento del poder del intelecto, hecho además de modo astuto, presuntuoso y pedante, consecuencias que no tardarán en hacerse sentir a partir de la historia de la cultura inglesa. Las modernas "filosofías del lenguaje" o el "positivismo lógico" anglosajones están en esta línea; lo que no significa que hayan hecho valiosas contribuciones a la formalización del lenguaje y de la lógica y, por tanto, al progreso de la ciencia y de la tecnología. Piénsese en todo el campo de la informática y de la estadística.
----------Pero comenzando por la cultura inglesa, en irremediable decadencia, la banalización del conocimiento invadió en los siglos siguientes todo el Occidente: se trata del saber humano reducido a experiencia sensible y sólo en busca de lo útil, la moral envenenada por el individualismo, por el subjetivismo, por el hedonismo, por el liberalismo y por el egoísmo, la negación de la metafísica y de la teología especulativa, el colapso del sentido de la universalidad e inmutabilidad del cristianismo y de la Iglesia, la manía de lo "moderno", el desprecio de la tradición, la exageración del progresismo, de la libertad, del pluralismo, el triunfo del evolucionismo, del historicismo, del relativismo conceptual , moral y dogmático. Y estamos ya en la era moderna.
----------Entonces, en conclusión, hay una degradación del saber del verdadero conocimiento metafísico del ente universal a la experiencia del ente singular sensible, a los simples datos empíricos que son ciertamente preciosos, sobre todo en términos de saber experimental, pero que deben ser trascendidos para alcanzar los más altos valores del hombre, de la moral, de la teología, de la religión y por tanto de la fe.
----------Los ojos primeramente vueltos al cielo comienzan a volverse a la tierra y a su propio yo, ciertamente para obtener buenos resultados, pero con el grave riesgo de olvidar el valor de toda la obra realizada como advierte el Salmo: "Si el Señor no edifica la casa, en vano se cansan los constructores".
----------En la gran Escolástica precedente a Guillermo de Ockham, por ejemplo en santo Tomás de Aquino y en el beato Juan Duns Scoto [1266-1308], la metafísica tiene por objeto el ens ut ens, aunque hay una diferencia entre los dos: Tomás centra más su atención en el esse y en la distinción real, mientras que Scoto más sobre la essentia y la distinción formal; Tomás más sobre el intelecto, Scoto más sobre la voluntad. Pero ambos mantienen alto el nivel de la inteligencia, cosa que está en la base de la alta sabiduría filosófica y de la sublime espiritualidad que han producido los santos del Medioevo.
----------Ciertamente, el hombre medieval conserva rasgos de rudeza e incluso de crueldad de la antigua barbarie, pero es sustancialmente un creyente y se preocupa por ello. La herejía le causa horror y ella es un fenómeno rarísimo. Es quizás un gran pecador, pero se redime con un sincero y severo arrepentimiento.
----------El arte sacro del Medioevo es proverbial: es increíble lo que los medievales han logrado hacer con los pobres medios que tenían. ¿Qué no habrían hecho hoy con los medios inmensamente más avanzados a nuestra disposición? Lo mismo puede decirse de las comunicaciones culturales, sobre todo en lo que respecta a las condiciones de fondo de la vida basadas en el común Credo cristiano compartido con seguridad por todos, por lo cual se realizaba una comunicación en la común fe católica, de la cual nosotros hoy no tenemos idea.
----------Lo mismo vale para los medios de la técnica. Con los medios técnicos de comunicación y de transporte que tenemos hoy, avanzadísimos y eficientísimos, somos incapaces de lograr un porcentaje mínimo de la comunicación o comunión espiritual que realizaban entre sí los hombres del Medioevo. Hoy tenemos al párroco de una parroquia que cree cosas diferentes a las del párroco de otra parroquia.
----------En la Edad Media, por el contrario, de España a Rusia, de Noruega a Sicilia, el mismo Credo, las mismas verdades de fe eran custodiadas en todas partes, incluso sin especiales conocimientos teológicos, y eran cuidadas como la pupila de los propios ojos bajo la guía del Papa, como fundamento no solo de la propia vida personal o espiritual, sino de toda la vida social, pública, política y cultural.
----------Mucho se ha hablado del surgimiento de las naciones con el fin del Medioevo: en realidad incluso los medievales tenían una concepción exacta y precisa del pluralismo y no lo convertían en un pretexto, como hacemos nosotros hoy, para la anarquía y el individualismo, sino que conocían bien los límites que no necesitaban sobrepasar para no caer en la herejía y en el desorden social.
----------Con todo lo que llevamos dicho, es evidente el hecho de que la Iglesia desde el Medioevo hasta nuestros días ha avanzado, fiel a su misión, y ciertamente ha dado un buen salto con el Concilio Vaticano II, aunque ¡ay! a menudo este salto ha sido malinterpretado, es decir, el modernismo y neo-modernismo rahneriano han hecho creer a muchos que se trata de un salto en ruptura con la Iglesia del Medioevo. Pero este hecho lamentable no es más que uno de los tantos rostros que asume el doble desarrollo que transcurre en la historia de los hombres: el mysterium salutis y el mysterium iniquitatis. Desde entonces a hoy, la humanidad occidental ha notado mucho más estar procediendo por un doble camino: uno, de decadencia, por el cual se ha llegado al ateísmo, al inmoralismo y al nihilismo de nuestros días, que todos conocemos bien, pero también un camino de indudable progreso por el cual la Iglesia, según la promesa de su Señor, ciertamente avanzó en los siglos siguientes en el conocimiento de la Palabra de Dios y en el camino de la santidad.
----------Una espina en el costado de la Cristiandad medieval, y aún más allá del Medioevo, hasta hoy incluso, siempre ha sido la confrontación con el Islam. Es un misterio cómo durante quince siglos Dios ha permitido la existencia de una formación religiosa tan temible y agresiva, extendida sobre un inmenso territorio, fuerte en un sinnúmero de fieles y todavía en crecimiento, incluso capaz de penetrar astutamente en el mundo cristiano no tanto con la fuerza de las armas como con la seducción de las ideas.
----------Resulta difícil comprender cómo es posible que durante tantos siglos y siglos haya podido ejercer tal atracción un hombre como Mahoma [570-632], hombre indudablemente piadoso, como reconoce el propio Concilio Vaticano II, pero también violento, sensual y belicoso, dotado de grandes dotes organizativas y de mando, pero que, cuando se le parangona con la personalidad infinitamente superior de Nuestro Señor Jesucristo, no resiste absolutamente ninguna comparación.
----------Consideremos por otra parte los inmensos frutos producidos por el Cristianismo en dos mil años de historia en todos los campos de la vida humana, en las ciencias, en las artes, en las costumbres, en la cultura y en la sociedad, frutos de los cuales se sirve ampliamente el mundo islámico, inmensamente inferior también en este campo, y por eso nuestra pregunta se vuelve mucho más apremiante.
----------Ciertamente, el Medioevo reaccionó al Islam, pero reaccionó sobre todo con la guerra, aunque se trataba de una guerra defensiva, mientras que escasas e ineficaces han sido las misiones, también debido a la obstinación y torpeza fanática de la fe islámica. Sin embargo, debemos esperar que la Iglesia renovada a partir del Concilio Vaticano II pueda obtener mejores resultados también con la atención a los aspectos positivos del Islam, atención de la que en verdad se carecía en la Cristiandad medieval.
----------Un aspecto del Medioevo cristiano que, en cambio, nos asombra a nosotros los modernos, habituados desde finales de la Edad Media al avance cada vez más rápido del progreso científico y tecnológico, es la desatención de los medievales a esta dimensión de la actividad humana que, por cierto, es claramente ordenada por Dios en el Génesis: "Dominad la tierra".
----------Debemos reconocer con franqueza que, durante milenios, las condiciones materiales del hombre han sido poco más o menos las mismas, hasta el momento del surgimiento de una deliberada y metódica voluntad de progreso científico y tecnológico, cuyos primeros albores se tuvieron ya en los maestros parisinos y oxonienses del siglo XIV, como Roger Bacon [1220-1292] y Roberto Grosseteste [1175-1253], seguidos después por investigadores cada vez más geniales o emprendedores, sobre todo a partir del Humanismo, y luego con René Descartes [1596-1650] y Galileo Galilei [1564-1642].
----------Pero en verdad, los principios de este vertiginoso y riquísimo progreso el Medioevo los poseía ya en la sabiduría griega de Pitágoras [570-495 a.C.] y Aristóteles [384-322 a.C.], pero hoy nos cuesta entender por qué durante tanto tiempo no se pensó en hacer fructificar estos principios. Quizás aquí debamos encontrar un límite de la espiritualidad del Medioevo, que no era consciente como hoy lo somos nosotros, a la luz de la misma Palabra de Dios, del hecho de que el Reino de Dios está ciertamente en su plenitud futura más allá de esta vida mortal, pero que sin embargo puede y debe comenzar ya en esta tierra.
----------En cambio, la Cristiandad medieval parece estar, más que bajo la órbita de la antropología aristotélica, por otra parte cristianizada por el Aquinate, en realidad bajo un sutil influjo del dualismo y del rigorismo platónico que propone una salvación del alma no sobre la base o en concomitancia de la salud del cuerpo y por tanto del dominio sobre lo creado, sino en cierto modo subestimando el servicio que el mundo mismo habría podido prestar al progreso hacia el Reino de los cielos. Esto de alguna manera ya había sido intuido por la antigua sabiduría romana con su famoso lema "mens sana in corpore sano".
----------Sin embargo, sucedió que, cuando con el Humanismo, el Renacimiento y el inicio de la era moderna de la ciencia y de la tecnología, el hombre logró por fin tomar conciencia de su poder sobre lo creado, él sin embargo se enamoró narcisistamente de tal poder suyo y ha terminado por olvidar a ese Dios que lo ha creado, y de tal modo la modernidad ha abandonado neciamente la alta sabiduría religiosa medieval, que hoy necesita urgentemente recuperar precisamente como única manera de salvar las conquistas del hombre y la existencia del hombre sobre la tierra, como advierte el propio Concilio Vaticano II.
----------Con el surgimiento del luteranismo, la Europa cristiana se ha encontrado trágicamente destrozada en sí misma. Esto ha puesto fin a la unidad de fe de la cristiandad europea, pero al mismo tiempo Dios, gracias a los descubrimientos geográficos, abrió a la Iglesia nuevos e inmensos campos de evangelización. De ahí la expansión del cristianismo en vastísimos territorios que nunca jamás habían oído hablar de Cristo.
----------La necesidad que se plantea hoy con la exhortación hecha por los últimos Papas a la nueva evangelización, a la inculturación de la fe y a la recuperación de las raíces cristianas de Europa, es precisamente la de tomar ejemplo de la fe de los medievales para vivirla en aquellas modalidades que se han creado en los siglos siguientes hasta hoy, para que la Iglesia, sobre todo a la luz del Concilio Vaticano II, pueda avanzar aún más en la historia hasta el encuentro final con Nuestro Señor Jesucristo que viene.

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