Hoy, como siempre ha sucedido, los tiempos de crisis, de agitación y de rebelión en la Iglesia, frutos del pecado de los hombres, que producen enfrentamientos y hasta cismas en el cuerpo eclesial, son tiempos en que surgen por doquier supuestos profetas y supuestas profecías: "Pues surgirán falsos cristos y falsos profetas y realizarán señales y prodigios con el propósito de engañar, si fuera posible, a los elegidos" (Mc 13,22). Es la Palabra de Nuestro Señor, y ha sido dicha para que la oigamos y la comprendamos, y cada vez mejor.
"Calamum quassatum non conteret, et linum fumigans non extinguet" (Is 42,3). Blog de filosofía y teología católicas, análisis de la actualidad eclesial y de cuestiones de la cultura católica y del diálogo con el mundo.
viernes, 6 de noviembre de 2020
Lo que ha de venir: "Surgirán falsos profetas" (Mc 13,22). El discernimiento entre la verdadera y la falsa profecía
----------Sabemos bien lo importante que es la profecía en el anuncio cristiano. La profecía cristiana desarrolla aquella que ha sido la profecía vetero-testamentaria, aun cuando su función sea diferente, ya que mientras aquella profecía del Antiguo Testamento anuncia la venida del Mesías y por tanto un nuevo sacerdocio ministro del Mesías y pastor y maestro de la Iglesia por Él fundada, la profecía neo-testamentaria es un don del Espíritu Santo en colaboración con el ministerio de los apóstoles y sometido a ese ministerio para la difusión del Evangelio, con particular referencia a la interpretación de los signos de los tiempos, a la aplicación del Evangelio en la práctica y a la previsión de los planes futuros del Señor.
----------El ministerio magisterial de los apóstoles y sus sucesores, bajo la guía de Pedro y sus sucesores, es, por expresa declaración de Nuestro Señor Jesucristo, infaliblemente asistido por el Espíritu de la Verdad, que atribuye al Magisterio de la Iglesia la instancia última y definitiva en la interpretación auténtica y autorizada de la Palabra de Dios y en su explicitación a lo largo de los siglos, a fin de hacer llegar al pueblo de Dios la "plenitud de la verdad" (Jn 14,26), hasta el fin de los tiempos.
----------El Magisterio de la Iglesia, como es sabido, es la única instancia dispuesta por el Señor para interpretar y comunicar infaliblemente a los hombres el contenido de la divina Revelación, cuyas fuentes son la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura. Por ello, no es lícito juzgar o censurar la enseñanza del sumo Magisterio, cualquiera que sea o en cualquier nivel de autoridad, apelando directamente a la Tradición o a la Escritura, como si pudiera suceder que la Iglesia defeccionara en su fidelidad a la Palabra de Cristo.
----------Como ya se desprende del Antiguo Testamento y como es confirmado por Cristo, la profecía no siempre es auténtica. No siempre el Espíritu Santo sopla e inspira la verdadera profecía; sino que puede suceder y sucede que ella sea solo aparente y que en realidad ella esté inspirada por el espíritu de la mentira. Por lo tanto, es necesario un prudente discernimiento para distinguir la verdadera de la falsa profecía.
----------En el Nuevo Testamento, el discernimiento seguro y definitivo de la verdad evangélica proviene del Magisterio de la Iglesia. Una supuesta profecía que no sea conforme a la doctrina de la Iglesia es falsa. Y viceversa, es imposible que la profecía acuse a la doctrina de la Iglesia de falsedad.
----------Diferente es el lenguaje profético del lenguaje del Magisterio. Diferentes, como se sabe, pueden ser también los contenidos: más prácticos, los de la profecía; más doctrinales, los del Magisterio, se trate de dogma o de moral. En cambio, obviamente, los contenidos de la fe son los mismos, bajo la vigilancia, supervisión o episkopè (de ahí episcopus) suprema del Magisterio.
----------Y así también, tanto la profecía como el Magisterio pueden tener contenidos pastorales, es decir, ordenados a enseñar a los pastores cómo guiar el rebaño o a enseñar cosas prácticas para la conducta santa del rebaño. Mientras en el enseñar la doctrina de la fe el Magisterio no puede equivocarse, el error puede insinuarse, infiltrarse, en las directivas o disposiciones o elecciones u orientaciones pastorales.
----------Sobre este plano pastoral, el profeta podría tener razón contra la autoridad eclesiástica. Y esta, autoridad jerárquica, al menos por un cierto tiempo, podría equivocarse en la conducta a tener con un profeta, por verdadero o falso que sea. Podría tratar mal lo verdadero y ser benévola hacia lo falso.
----------En cuanto a la cuestión del lenguaje, el lenguaje dogmático del Magisterio es el lenguaje más propio, adecuado y autorizado para expresar los misterios de la fe, porque está garantizado por la asistencia del Espíritu Santo; apunta a la precisión de los conceptos, a fin de evitar los equívocos y malentendidos, aunque no rechaza del todo el uso de la metáfora, de la imagen y del símbolo, sobre todo si se encuentran en la Escritura.
----------El lenguaje del Magisterio hace uso de nociones naturales universales, propias de la razón como tal, independientes de las diversas culturas, de manera de poder así comunicar el mensaje universal del Evangelio a todos los hombres. Para ello, propone fórmulas fijas e invariables, como aquellas que encontramos en el Credo, en los dogmas y en los cánones de los Concilios Ecuménicos.
----------Ciertamente también el Magisterio de la Iglesia a lo largo de los siglos nos ha guiado y nos guía para progresar en el conocimiento del misterio de Cristo, pero conservando siempre en los dogmas aquel sentido y aquel significado que la Iglesia misma ha establecido inmutablemente en el momento de su definición. Así el modo con el cual la Iglesia expresa los contenidos de la fe puede ser mejorado, pero no está jamás equivocado. Y tanto menos se puede tomar como pretexto la exigencia de una expresión moderna para cambiar los conceptos de fe en nombre de indiscriminadas referencias al pensamiento moderno o de improbables experiencias inmediatas y atemáticas del misterio de Cristo.
----------El lenguaje de la Iglesia es un lenguaje canónico, obligatorio para todos (clero y laicado). En cambio, el lenguaje profético, que es variable y multiforme, es objeto de las libres y subjetivas preferencias de cada uno. Y aquí es siempre posible inventar un nuevo lenguaje.
----------Por consiguiente, el lenguaje profético refleja el genio personal del profeta o las características de su particular temperamento o de su cultura o de su entorno histórico, sobre todo si el profeta está dotado de dones poéticos y habilidad oratoria. Indudablemente, como se ha dicho, también la profecía es un don del Espíritu Santo, pero como el Espíritu Santo actúa en el orden y no por azar o casualidad, los dones de los profetas son tamizados, cribados, verificados, autenticados, canonizados, gobernados y ordenados por los dones jerárquicos de los apóstoles, o bien por el Magisterio episcopal y pontificio.
----------El Magisterio, por lo tanto, cuando lo considere oportuno o lo juzgue conforme o necesario al bien de la Iglesia, puede corregir o incluso desmentir, negar, contradecir, la predicación de un supuesto profeta, el cual, por consiguiente, en esta circunstancia, por la declaración del Magisterio, revela ser un falso profeta. Y viceversa, ningún profeta puede tener jamás la presunción de corregir o rechazar el Magisterio, ni siquiera apelando a la Biblia o a la Tradición. Se revelaría con eso mismo como un falso profeta.
----------Sin embargo, si el Magisterio nos ayuda a discernir los verdaderos de los falsos profetas desde el punto de vista doctrinal, esto no impide que pueda darse en el Magisterio, en ciertas circunstancias, un enfoque pastoral imprudente o equivocado, tolerando o dando algún reconocimiento a personajes de éxito, que pasan por profetas o poseen algunas dotes que concurren a la vocación profética.
----------En este caso particular, le corresponde entonces al fiel común, o bien a otra autoridad eclesiástica iluminada, o a algún buen teólogo, vigilar y comportarse en consecuencia, lo que no significa asumir un criterio de juicio doctrinal independiente respecto al juicio doctrinal del Magisterio, cosa que le haría automáticamente caer en el error del falso profeta, sino que significa valerse del mismo criterio de valoración doctrinal, que por hipótesis (hablamos hipotéticamente) no ha sido utilizado por la autoridad eclesiástica, la cual, con imprudente conducta pastoral, ha dado crédito o ha concedido espacio al falso profeta.
----------Sin embargo, estos casos dolorosos son muy raros. Tarde o temprano, antes o después, el falso profeta es desenmascarado y castigado, como siempre ha ocurrido con los herejes, los cuales casi siempre al principio, debido a su diabólica astucia, engañan a la misma autoridad de la Iglesia.
----------Sigue siendo famoso el caso del sacerdote español Miguel de Molinos Zuxia [1628-1696]. Causó sensación en el siglo XVII. Parecía un gran místico y se atrajo la admiración de media Europa, pero luego se descubrió que era un impostor. Es que el discernimiento de la verdadera profecía a menudo no es fácil y requiere tiempo. Sucede que algunos buenos teólogos señalan el peligro, pero durante mucho tiempo no se les escucha, porque la Santa Sede es presionada por los numerosos partidarios del astutísimo e influyente hereje. Por eso se suele repetir el proverbio de que "Roma avanza con los pies de plomo"; aunque, a decir verdad, en ciertos casos, si estuviera más despierta, tampoco sería nada malo.
----------Hoy en día, el falso profetismo es un aspecto del modernismo, y precisamente por el modernismo está siendo financiado. Más específicamente, se refiere al protestantismo, quizás con el pretexto del ecumenismo. Este profetismo, por lo tanto, de buena gana se remite directamente a la Biblia para confundir y engañar al Magisterio, valiéndose eventualmente de exégetas modernistas y filo-protestantes exitosos.
----------De esta manera, lamentablemente, prospera hoy un ecumenismo, que no refleja el auténtico, ecumenismo promovido por el Concilio Vaticano II, el cual auspiciaba que los hermanos separados, corrigiéndose de sus errores, entraran en la Iglesia católica. Por el contrario, el falso ecumenismo, en boga desde hace más de cincuenta años, favorecido por estos falsos profetas, se precave bien de corregir a los protestantes, por lo cual en realidad sucede que en lugar de ser los protestantes los que se acercan a Roma, son muchos los católicos que, aún conservando el nombre de católicos, son de hecho protestantes.
----------He dicho que hoy en día, el falso profetismo es un aspecto del modernismo, pero lo digo como dato más notorio y evidente, surgido de lo que hoy es mayoritario y hace más ruido, lo que no excluye que en sectores minoritarios, en el pasadismo (el ultra-tradicionalismo fijista) también haya surgido un falso profetismo. Es que la solución no es ni siquiera la de querer corregir el Magisterio doctrinal en base a una apelación directa a la Tradición con la acusación de que el Magisterio habría roto con la Tradición, cosa que para un católico es impensable. Así, por un lado tenemos a los profetas modernistas que critican el Magisterio en nombre de Lutero, mientras que por el otro lado, tenemos a ciertos tradicionalistas, francamente con muy pocas luces, que pretenderían reclamar al Magisterio que cumpla su deber de maestro de la fe.
----------En cambio, nuestra esperanza, y para ello invocamos al Espíritu Santo, es que el Santo Padre (ahora o cuando la divina Providencia lo disponga), con un enfoque y una actitud verdaderamente imparcial, "sin inclinarse ni a la derecha ni a la izquierda" (Dt 5,32), valiéndose de su supremo oficio de Maestro de la fe y su autoridad de Pastor universal de la Iglesia, pueda por fin arrojar luz sobre esta intrincada situación conflictiva, y logre -asistido por la divina Gracia- traer paz y concordia en este clima sobreexcitado de tensión entre estas dos facciones que hoy dividen a la Iglesia, recordando a todos que la Escritura y la Tradición son, sí, las fuentes de la Revelación, pero en cuánto unidas (in unum coalescunt, dice el Concilio Vaticano II), mediadas, interpretadas y enseñadas por el supremo Magisterio de la Iglesia.
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