miércoles, 11 de noviembre de 2020

¿Confesión durante la Misa? ¿Dos pájaros de un tiro?

Luego de las consideraciones de estos días, dedicadas al Islam, necesariamente extensas, y quizás algo arduas para algunos lectores, pasemos hoy a un tema algo más comprensible para todos, en el ámbito de la disciplina litúrgica, de la teología moral sacramental, y de la teología espiritual. Evitaré caer en la mera casuística, y me fundamentaré en las enseñanzas y directrices del Magisterio de la Iglesia.

----------Un dato que surge evidente por poco que se conozcan las costumbres, siempre particulares, de los templos parroquiales al menos en nuestro país, también en la ciudad de Mendoza, es que todavía hoy, más de cincuenta años después de la clausura del Concilio Vaticano II, sigue existiendo un cierto hábito de los penitentes que se confiesan durante la celebración de la Santa Misa; a lo que obviamente corresponde lamentablemente, la presencia o disponibilidad de confesores para tal fin. Por supuesto, esta práctica no ocurre afortunadamente en todos los templos, pero sí en algunos; aunque no puedo garantizar que en donde no exista esta práctica tan sólo se deba a la existencia de un solo sacerdote, el cura párroco, quien obviamente debe celebrar su Misa, y no puede confesar, aunque quizás lo haría si tuviera un vicario.
----------Llevamos ya más de medio año de confinamiento por la pandemia del Covid-19, y necesariamente las prácticas litúrgicas y sacramentales han tomado el cariz de lo excepcional, pero la actual situación no nos impide recordar lo que se hacía en tiempos normales, y cuál era la práctica "normal" en las parroquias, como para que podamos reflexionar acerca de lo que deberíamos hacer (o seguir haciendo, o no volver a hacer) cuando con la ayuda de Dios Providente nos veamos libres de la plaga.
----------Pues bien, hay iglesias, como sabemos, en las que es costumbre que los fieles confiesen durante la celebración de la Misa, incluso en días festivos, y quizás durante todo el curso de la Misa, incluida la parte esencial o principal, constituida por el Canon. Para algunos, sacerdotes y fieles, esto parece normal y cómodo. Matan dos pájaros de un tiro y ahorran tiempo para cosas más interesantes.
----------Sin embargo, si examinamos el valor de este hábito a la luz del buen sentido común, de la verdadera piedad religiosa, del bien de nuestras almas y de las enseñanzas de la Iglesia, nos daremos cuenta que se trata de una práctica reprobable y anti-litúrgica, un verdadero signo de desprecio por la Santa Misa, y una superficial práctica del sacramento de la Penitencia, además de clara ignorancia de la reforma conciliar de la liturgia. En fin, un triste síntoma de un cristianismo formalista y privado de seriedad interior.
   
Las enseñanzas y directrices del Concilio Vaticano II
   
----------Partamos de algunas premisas, con las que podamos iluminar a modo de firmes fundamentos la cuestión que he planteado. Se trata de premisas que todos deberíamos tener en mente, relativas a algunas enseñanzas del Concilio Vaticano II. Pero parece que los practicantes de la confesión infra Missam los han olvidado.
----------Sabemos bien cuánto ha enfatizado la reforma de la liturgia de la Misa promovida por el Concilio Vaticano II la necesidad e importancia de una mayor participación de los fieles en el rito sagrado. Por supuesto, esta directiva del Concilio a una mayor participación de los fieles no ha sido siempre correctamente entendida por algunos en el curso de los años del postconcilio, y se han dado lamentables abusos. Afortunadamente no ha ocurrido en la mayoría de los casos. En mi caso personal, puedo testimoniar que en mis años de seminario y en mis primeros años de sacerdote tuve la gracia de compartir la vida parroquial con buenos superiores, sacerdotes que supieron comprender rectamente el llamado del Concilio a una mayor participación de los fieles en la liturgia, y la aplicación de esa directriz conciliar no implicaba en absoluto un desmedro en la dignidad de la celebración de la Santa Misa, tal como debe ser.
----------La Constitución Sacrosanctum Concilium se expresa así: "La santa madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles a aquella participación plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas que exige la naturaleza de la Liturgia misma y a la cual tiene derecho y obligación, en virtud del bautismo, el pueblo cristiano, 'linaje escogido sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido' (1 Pe 2,9; cf. 2,4-5)".
----------A tal plena, consciente y activa participación de todo el pueblo se debe dedicar una especialísima atención en la reforma y en el incremento de la liturgia: "ella es de hecho, la fuente primaria y necesaria de donde han de beber los fieles el espíritu verdaderamente cristiano" (n.14).
----------"Por tanto, la Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que comprendiéndolo bien a través de los ritos y oraciones, participen conscientes, piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruidos con la palabra de Dios, se fortalezcan en la mesa del Cuerpo del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la hostia inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él, se perfeccionen día a día por Cristo mediador en la unión con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios sea todo en todos" (n.48).
----------El Concilio fundamenta la necesidad de esta participación más activa en la Misa sobre la doctrina del sacerdocio común de los fieles. Afirma la Constitución Dogmática Lumen gentium: "Los bautizados, en efecto, son consagrados por la regeneración y la unción del Espíritu Santo como casa espiritual y sacerdocio santo, para que, por medio de toda obra del hombre cristiano, ofrezcan sacrificios espirituales y anuncien el poder de Aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz (cf. 1 P 2,4-10). Por ello todos los discípulos de Cristo, perseverando en la oración y alabando juntos a Dios (cf. Hch 2,42-47), ofrézcanse a sí mismos como hostia viva, santa y grata a Dios (cf. Rm 12,1) y den testimonio por doquiera de Cristo, y a quienes lo pidan, den también razón de la esperanza de la vida eterna que hay en ellos (cf. 1 P 3,15)" (n.10). "Participando del sacrificio eucarístico, fuente y cumbre de toda la vida cristiana, ofrecen a Dios la Víctima divina y se ofrecen a sí mismos juntamente con ella. Y así, sea por la oblación o sea por la sagrada comunión, todos tienen en la celebración litúrgica una parte propia, no confusamente, sino cada uno de modo distinto" (n.11).
   
La activa participación de los fieles en el Sacrificio Eucarístico
   
----------Importante, para nuestro tema, es la Instrucción Eucharisticum Mysterium de la Sagrada Congregación de Ritos, publicada en 1967, en la cual se concreta en qué debe consistir la participación activa de los fieles.
----------En ella se declara que la Misa es una acción sagrada, sacrificium, acción de Cristo, "no sólo de Cristo, sino también de la Iglesia" (n.3). La celebración de este sacrificio, ofrecido por el sacerdote que actúa in persona Christi Capitis, no es, por lo tanto, como precisa el documento, una acción del sacerdote solo, aunque sea su exclusivo poder consagrar el Cuerpo y la Sangre del Señor (n.12), sino que es también acción de los fieles. De hecho, se dice que su acción consiste en el hecho que ellos, siendo conscientes en su memoria de la pasión, de la resurrección y de la gloria del Señor, rindan gracias a Dios y ofrezcan la hostia inmaculada no solo a través de las manos del sacerdote, sino unidos a él; y, con la participación en el Cuerpo del Señor, se realiza su comunión con Dios y entre ellos, comunión a la cual debe conducir el sacrificio de la Misa. "En efecto, una más perfecta participación en la Misa se tiene, cuando ellos, convenientemente dispuestos, reciben sacramentalmente el Cuerpo del Señor en la Misa misma, obedeciendo a las palabras del Señor 'tomad y comed'..." (n.12).
----------El mismo documento especifica luego el concepto de "concelebración" (n.47), que es algo muy diferente de la simple participación en la Santa Misa por parte de los fieles no sacerdotes. En efecto, la concelebración, que con frecuencia es impropiamente llamada "Misa concelebrada", en realidad es una pluralidad de Misas, cada una de ellas normalmente con su propia intención o aplicación, celebrada comunitariamente por una pluralidad de sacerdotes, cada uno de los cuales realiza su propio acto de consagración y su propio acto de ofrenda, y por lo tanto su propia celebración, aunque las ofrendas sean las mismas que son consagradas por el presidente, pluralidad unificada y coordinada por la función del presidente.
----------En cambio, la participación de los fieles en la Misa (sea o no una concelebración), no implica ninguna consagración adicional, sino sólo el concurso o participación en ella, en cuanto los fieles concurren o se unen espiritualmente en la ofrenda del sacrificio.
----------Por lo tanto, Edward Schillebeeckx [1914-2009] se equivoca al querer hablar de "concelebración" referida también al concurso de los fieles, confundiéndola con su participación. Tal error, además, es una consecuencia lógica de su idea herética, de origen luterano, según la cual no solo el sacerdote, sino cualquier fiel, en determinadas circunstancias, podría celebrar la Eucaristía. Tal error, que muestra claramente el confundir el sacerdocio ministerial con el común de los fieles, fue condenado por la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1984 (Carta al RP E. Schillebeeckx del 13 de junio de 1984).
   
Una clara directriz: el sacramento de la penitencia fuera de la celebración de la Misa
   
----------También en la Eucharisticum Mysterium hay una disposición que se refiere a la cuestión que nos interesa. Se dice: "El hábito de acercarse al sacramento de la penitencia fuera de la celebración de la Misa, especialmente en determinados momentos establecidos, debe inculcarse en los fieles, para que la administración de este sacramento se haga con tranquilidad y con real utilidad, y ellos mismos no se vean obstaculizados en la participación activa en la Misa" (n.35).
----------La Exhortación apostólica Christifideles laici, del 30 de diciembre de 1988, del papa san Juan Pablo II lo expresa así: "Los fieles laicos son partícipes del oficio sacerdotal, por el cual Jesús se ha ofrecido a Sí mismo en la Cruz y continuamente Se ofrece en la celebración eucarística a gloria del Padre para la salvación de la humanidad. Incorporados en Jesucristo, los bautizados están unidos a Él y a su sacrificio en la ofrenda de sí mismos y de todas sus actividades (cf. Rm 12,1-2)" (n.14).
----------Sin embargo, aún después de más de cincuenta años de la clausura del Concilio, no obstante estas claras palabras, todavía existe un cierto hábito de algunos penitentes que se confiesan durante la Santa Misa; a lo que obviamente corresponde a este fin la presencia o disponibilidad de confesores.
----------Debemos precisar aquí el caso (que es el que nos interesa ahora) de aquellos penitentes que tendrían el pretexto (en esto satisfechos y contentados por quienes los confiesan) que la Misa festiva en desarrollo, a la cual evidentemente no pueden participar estando en el confesionario, les valiera a ellos como cumplimiento del precepto. De hecho, no hay ningún problema con la Misa ferial, no obligatoria, aunque siempre que no crean, también en tal caso, que han participado en la Misa.
----------La pregunta que surge espontánea para quienes respetan con celo la liturgia y las normas de la Iglesia, pero todavía más para quienes advierten las más elementales exigencias del sentido común, es: ¿Qué sentido puede tener una práctica de este tipo frente a las claras disposiciones del Concilio y del postconcilio, que he citado, haciendo referencia, por supuesto, no a una Misa en día laborable u opcional, donde no hay dificultad, sino a una Misa obligatoria o festiva, que el penitente quisiera considerar útil a él para satisfacer el precepto, aunque se está imposibilitado de participar, encontrándose en el confesionario para confesarse?
----------Parecería lícito confesarse durante la Misa quien quiere asistir a esta Misa, siempre que el sacramento sea celebrado durante la primera parte, es decir, la liturgia de la Palabra, ausente de la cual, se puede absolver al precepto, siempre que, sin embargo, se participe naturalmente en la parte siguiente, es decir, en la parte central, indispensable y esencial, la liturgia eucarística o canon de la Misa.
----------Acercándose esta parte, la liturgia eucarística, si alguien entra en el confesionario, conviene que el confesor pregunte a quien entra si tiene intención de participar en la Misa que está en curso. Si el penitente dice que se participará en otra o que ya se ha participado, no hay problemas en confesarlo.
----------Si, por el contrario, dice que quiere participar en la Misa en curso, entonces, suponiendo un mínimo de buen sentido común y seriedad, es bueno que el confesor le haga notar que es imposible realizar dos acciones sagradas simultáneamente y además sería indecoroso mezclarlas entre sí.
   
Entonces... ¿vale aquí el principio de matar dos pájaros de un tiro?
   
----------Ante el fenómeno antes mencionado, me pregunto con franqueza: ¿Cuál puede ser la razón que impulsa al penitente a confesarse precisamente durante la Santa Misa? ¿Es el temor a no encontrar al sacerdote confesor en otras ocasiones? Es un temor por lo general infundado, aún en el caso en que, lamentablemente, sucede que ciertos confesores solo están disponibles en esa circunstancia.
----------También podemos preguntarnos, y también con absoluta franqueza: si el confesor está presente durante la Misa, ¿por qué no debería estar disponible también en otro momento? No es fácil responder. Ciertamente, confesores de este tipo no dan, al menos en apariencia, ejemplo de celo sacerdotal. Y de todos modos, una cosa es clara y cierta: y es el hecho de que, sean cuales sean los motivos, estos confesores imprudentes o indiscretos acaban por favorecer y consentir a los penitentes en su mal hábito.
----------¿Qué interés puede tener el penitente en confesarse precisamente durante el desarrollo de la Santa Misa? Para quien tiene experiencia de las almas, tras un mínimo de reflexión, no es muy difícil darse cuenta de que, lamentablemente, se trata de motivos inconfesables, que sin embargo el penitente, bajo el pretexto de su deseo o necesidad de confesarse, se cuida bien de no reconocer en su confesión: tomar a la ligera tanto la Misa como la Confesión, terminar antes y acortar el tiempo dedicado a Dios.
----------Estas personas pueden quizás después gastar su tiempo en charlas triviales y cosas inútiles, y cuando hay algo que realmente les interesa, tal vez un partido de fútbol por la TV, o una salida de pesca, posponen todo para la consecución de ese objetivo, o si quieren escuchar a su cantante favorito, mandan al carajo a quienes los molesta. Escatiman el tiempo de Dios y lo desperdician en tonterías.
----------Por lo tanto, esos sacerdotes confesores hacen mal al consentir a estos falsos penitentes. Podríamos preguntarnos si estos confesores han leído y entendido lo que el Concilio intenta decir cuando prescribe que "para la plena y activa participación de todo el pueblo de Dios, hay que dedicar un especialísimo cuidado en la reforma y en el fomento de la liturgia" (Sacrosanctum Concilium, n.14).
----------El derecho canónico dice con buen sentido común que se debe consentir a la solicitud de confesarse cuando esta viene hecha "por un razonable motivo" (c.986). Ahora bien, para comprender esto, no hay que olvidar que cuando la religión no está de acuerdo con la razón, se cae en la superstición.
----------Sin embargo, hay quienes oponen a estas consideraciones el motu proprio Misericordia Dei de san Juan Pablo II del 2002, donde se dice: "Los Ordinarios del lugar, así como los párrocos y los rectores de iglesias y santuarios, deben verificar periódicamente que se den de hecho las máximas facilidades posibles para la confesión de los fieles. En particular, se recomienda la presencia visible de los confesores en los lugares de culto durante los horarios previstos, la adecuación de estos horarios a la situación real de los penitentes y la especial disponibilidad para confesar antes de las Misas y también, para atender a las necesidades de los fieles, durante la celebración de la Santa Misa, si hay otros sacerdotes disponibles" (n.2).
   
¿Qué quiere decir "necesidades de los fieles"?
   
----------Respecto al texto antes citado, hagamos algunas observaciones:
----------Primera. A propósito de las "necesidades de los fieles", el confesor, sin embargo, en obsequio a la Eucharisticum Mysterium, debería verificar si eventualmente el penitente tiene la intención de participar en la Misa en curso. En ese caso el confesor hará presente al fiel la imposibilidad de participar en la Misa de precepto simultáneamente con la confesión. En cambio, la necesidad razonable podría ser la de aquellos que ya han participado en una Misa o planean participar en otra Misa. De lo contrario, no se entenderían cuáles podrían ser las "necesidades" tan urgentes de los fieles. ¿O tal vez no se trata ante todo de sus comodidades?... El confesionario no es una Sala de Guardia a la que debe precipitarse con urgencia para recibir inmediato tratamiento, como cuando se está perdiendo sangre después de un accidente automovilístico.
----------¿Cuál es la prisa que debe tener un buen cristiano para confesarse precisamente durante la Misa festiva, momento, ese sí, verdaderamente urgente, irrenunciable y fundamental, fons et culmen totius vitae christianae? ¿O tal vez es que el confesor solo se encuentra los domingos durante la Misa? Quizás esto pueda suceder en ciertos lugares; pero aquí el confesor ciertamente no da un buen ejemplo.
----------Y si precisamente un penitente está agobiado por una culpa mortal y quiere o necesita hacer la Comunión, ya el Concilio de Trento le da el permiso, siempre que primero realice un acto de perfecta contrición con el firme propósito de confesarse después de la Santa Misa.
----------Segunda. Las palabras citadas del papa san Juan Pablo II pueden ser interpretadas sin ponerlas en contradicción con los claros documentos que yo he citado antes en esta nota. En efecto, el permiso para confesarse durante la Misa se puede interpretar como referido, como ya he dicho, a una Misa ferial o a la primera parte de la Misa festiva o a una Misa festiva sustituible o sustituida por otra.
----------Tercera. Por lo demás, hay que tener en cuenta que la fuerza vinculante de un motu proprio se encuentra en el nivel mínimo de autoridad de los documentos pontificios, por debajo de los mismos documentos de las Congregaciones Romanas, que representan al Papa en un nivel superior, como es el caso aquí.
----------De hecho, en el motu proprio, se trata de actos en los cuales el Papa actúa por iniciativa propia, con finalidades meramente pastorales o disciplinarias o de gobierno, que nada tienen que ver con la doctrina o la dogmática o el magisterio, donde en cambio sólo en ellas el Papa es infalible.

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