domingo, 22 de noviembre de 2020

La génesis de la actual crisis en la Iglesia, y sus atributos (2/2)

En la primera parte de este artículo, habíamos delineado a grandes rasgos la génesis de la crisis de fe al interior de la propia Iglesia y entre los mismos pastores, excluyendo, se entiende, al Romano Pontífice, así como al mismo Magisterio, que gozan del carisma de la infalibilidad. Lo que ahora resta por hacer, es individualizar los atributos con los que puede ser caracterizada la actual crisis.

----------La crisis de fe al interior de la propia Iglesia puede ser caracterizada con cinco atributos: subjetivismo, buenismo, relativismo, modernismo, y secularismo. Veámoslos sucintamente:
----------1) Subjetivismo. La fe no viene concebida ya como escucha ("fides ex auditu", Rm 10,17; Ga 3,2.5) de una doctrina enseñada por Jesús Maestro, por el trámite mediador de la Iglesia, sino como encuentro inmediato, existencial, afectivo y experiencial con Cristo, incluso sin pasar a través del Magisterio de la Iglesia: se trata de un concepto típicamente protestante de la fe, la cual aparece conjuntamente no como la adecuación de nuestro intelecto a una verdad objetiva (lo que san Pablo llama "obediencia a la fe"), sino como libre expresión de la conciencia subjetiva, que se considera directamente iluminada por Dios, eventualmente por medio de la Escritura, pero en el sentido luterano de sola Scriptura.
----------2) Buenismo. La fe, por lo tanto, ya no es considerada como virtud de la inteligencia, a la cual sigue la caridad como efecto de la voluntad, sino que la fe se resuelve en la caridad y con ella se confunde. La fe no es acto del conocer, sino que es implicación práctica de toda la persona, lo que en realidad pertenece a la caridad y no a la fe. La caridad de algún modo sustituye a la verdad. En fin, la fe no se funda sobre la verdad, no presupone la verdad, sino que aparece ella misma como fundamento de la verdad.
----------En la base de esta visión hay una disfunción y un desorden en la relación entre intelecto y voluntad. Hay que reconocer con franqueza que en el pasado hubo falta de caridad en nombre de la verdad, como ejemplo basta que consideremos el proceso a Giordano Bruno; hoy en cambio se falta a la verdad en nombre de la caridad, piénsese por ejemplo en el rahnerismo, hoy a rienda suelta, sin condena.
----------3) Relativismo. Dado que todo hombre tiene necesidad de verdad, se cree que de hecho todos están en la verdad entendida como caridad. Por consiguiente todos son buenos y están en buena fe, aunque cada uno a su propio modo. Se piensa que el respeto de la diversidad, de la libertad y del pluralismo exige que la verdad no sea un dato objetivo, universal, vinculante, uno para todos, sino que sea una cosa relativa a la conciencia subjetiva y creativa de cada uno, ya que cada uno es diverso de los demás..
----------De ahí surge un falso concepto de libertad religiosa, que prácticamente es la absolutización de la conciencia individual, es el liberalismo e indiferentismo religiosos: ¿para qué molestarse en anunciar el Evangelio? En tanto todos ya conocen la verdad, todos se salvan, todos están en gracia, todos están perdonados, todos tienen buena intención y buena voluntad. Nadie hace el mal voluntariamente. De este modo, todos están en la verdad, aunque mi verdad contradiga la tuya. Y también, Dios está en todos y salva a todos. No existe una oposición neta, absoluta, inmutable, universal y objetiva entre lo verdadero y lo falso: una misma cosa puede ser verdadera para mí y falsa para ti. Todos tenemos razón. Depende del punto de vista. Por eso, no se deben condenar los errores y las herejías. Como máximo se puede expresar el propio parecer, pero se deben respetar también las ideas de los demás, aunque sean contrarias a las nuestras.
----------Por tanto, se afirma que estaría bien cerrar la Congregación para la Doctrina de la Fe, organismo que todavía refleja una obsoleta mentalidad preconciliar, inquisitorial. La fe no es una certeza, sino una simple opinión entre otras; por su naturaleza es diálogo, encuentro, convive con la duda y con la misma incredulidad. Sólo así se es abierto y tolerante; de lo contrario, uno se convierte en fundamentalista y talibán.
----------4) Secularismo. Observamos que la fe ha perdido su orientación especulativa, contemplativa, espiritual, trascendente, sobrenatural, escatológica, aunque se continúen usando estos términos, como lo hace Rahner, pero falsificándolos y secularizándolos. En realidad Rahner -y lo dice explícitamente- no cree en absoluto en la inmortalidad del alma y en una vida después de la muerte, sino que para él, la salvación está solo aquí.
----------Dios no está por encima ni más allá de la historia, sino solo en la historia. No existe otro mundo más allá de éste y superior a éste, sino que el cristianismo es solo para este mundo que es el único mundo. No hay nada sagrado además de lo profano, sino que lo mismo profano es sagrado (Rahner). El sacerdocio no está fundado por Cristo, sino que emana del Pueblo de Dios ("Iglesia desde abajo"), por lo cual no existen jerarquías ("estructura piramidal"), sino que todos somos hermanos igualmente sacerdotes (Schillebeeckx). La acción de la Iglesia es una acción política y no sobrenatural (teología de la liberación).
----------Por consiguiente, Cristo no trasciende al mundo sino que es, a lo sumo, el vértice evolutivo del mundo (el "Punto Omega" de la cristología "cósmica" desarrollada por Teilhard de Chardin). De hecho, no es el espíritu (divino) el que crea la materia, sino que es la materia la que se transforma en espíritu y se convierte en Dios (nuevamente Teilhard, con referencia a Darwin, Schelling y Bruno).
----------5) Modernismo. Todas estas ideas y perspectivas son elaboradas en la convicción de ser modernas y de impulsar un diálogo y un encuentro con la modernidad, sobre la huella del enfoque innovador del Concilio. La idea en sí misma es buena, pero el problema es que aquí la "modernidad", en lugar de ser vista como un complejo de datos para ser tamizados a la luz del Evangelio, a través de lo cual mantener lo positivo y rechazar lo negativo, es considerada en sí misma un absoluto, a la luz del cual tomar del Evangelio sólo aquello que se concilia con la modernidad. Es el gravísimo error del modernismo de ayer y de hoy.
----------Tras analizar los cinco atributos de la actual crisis, surgen espontáneas y filiales sugerencias a los obispos: el Colegio de los Obispos en unión con el Papa continúa y continuará siendo siempre la guía infalible de la fe católica, sea cual sea el modo con el cual el Magisterio se exprese, simple o solemne, ordinario o extraordinario. Puede equivocarse sólo el individual obispo o un grupo de obispos (por ejemplo, una conferencia nacional) si no están en comunión con el Papa. Por lo tanto, corresponde a los obispos, fraternalmente unidos en la colegialidad, remediar esta grave crisis de fe. No en vano Benedicto XVI, en el último año de su truncado pontificado, había anuncido el Año de la Fe y había planeado la publicación de una encíclica sobre la fe, si los modernistas, evidentemente alarmados, no lo hubieran detenido. Sin embargo, creo que es bueno que el Papa actual, además de haber publicado aquella encíclica sobre la Fe, Lumen Fidei, en 2013, implemente en toda su magnitud el proyecto del papa Benedicto, sin ningún temor a los modernistas. Ellos son, en realidad de verdad, los que deben ceder, no ciertamente Roma.
----------Es necesario volver a tener una estima auténtica por la virtud teologal de la fe, que es el inicio de la salvación. Si la fe es sana y fuerte, entonces pueden ejercitarse todas las otras virtudes, ante todo la caridad. Pero si la fe está aguada, o confundida con otras cosas, por importantes que ellas sean, todo se derrumba y nada se puede construir. La fe puede existir sin la caridad aunque con dificultad: pero la caridad no puede existir en absoluto sin la fe, si no quiere decaer a la mera filantropía, a la emoción o, peor aún, al desfogue de los instintos subjetivos. Pero la fe es verdad, por lo cual es necesario volver a tener respeto por la verdad, ciertamente en la caridad. Pero no existe caridad sin la verdad. El justo respeto por la conciencia subjetiva y por la libertad religiosa no debe ser excusa para despreciar la verdad objetiva, universal e inmutable. La Autoridad Eclesiástica debe saber conciliar sabiamente el respeto por la conciencia subjetiva con el cuidado del bien común en la doctrina de la fe, promoviendo la sana doctrina y apoyando a sus divulgadores y apóstoles, y refutando con buenas razones y de modo persuasivo los errores que continuamente surgen, oponiendo oportunos remedios y corrigiendo amorosamente con justicia a los que se equivocan y a los rebeldes.
----------Esta función de los obispos, aunque hoy sufre una grave y profunda crisis, es una función vital de esa Iglesia que ha fundado Nuestro Señor Jesucristo, garantizándole que no sería vencida por las fuerzas del infierno. Por eso, aunque hoy la situación sea angustiosa y escandalosa, nosotros, en cuanto católicos, estamos absolutamente seguros de que esta crisis será superada con la fuerza del Espíritu Santo por una Iglesia más santa y más fuerte que antes, verdadera luz de los pueblos y sacramento universal de salvación.

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