lunes, 24 de abril de 2023

La ficción teológico-jurídica del paralelismo litúrgico

El papa Benedicto XVI, al hablar, ya en el inicio de su pontificado, de "reforma en la continuidad", no contraponía discontinuidad y continuidad, como dicen algunos, sino que distinguía entre ruptura y reforma, es decir, entre dos formas diferentes de discontinuidad. Por eso no tiene sentido pensar que el Concilio Vaticano II no introduzca una cierta discontinuidad en la Iglesia (discontinuidad posible no en ámbito doctrinal, por supuesto, sino en ámbito pastoral y disciplinar). Los que no quieren discontinuidad deben ir a los museos, no a las iglesias. La llamada liberalización de la misa de 1962 (la antigua es la de san Paulo VI) sólo creaba confusión y no ayudaba ni servía para desarrollar y madurar la tradición.

La "doble forma" del rito romano ¿cuestión todavía abierta? ¡De ningún modo!
   
----------Luego de la carta apostólica Traditionis custodes, de 2021, ya no existe "doble forma" del rito romano, al menos no como la entendía el motu proprio Summorum pontificum del 2007. Existe una única forma vigente del rito romano, la surgida de la última gran Reforma litúrgica, impulsada por el Concilio Vaticano II, que constituye la única "lex orandi" de la Iglesia del rito romano. La antigua forma, impulsada hace siglos por el Concilio tridentino, sólo existe en la forma de permiso especial, lo cual no es más que la forma de mínima existencia del indulto, que fue la lógica teológica y jurídica sostenida por san Paulo VI y por san Juan Pablo II y, que a mi entender, es la única posible para abordar la cuestión de grupos especiales.
----------En el debate que se producía constantemente antes de Traditionis custodes en torno a la cuestión abierta por el motu proprio Summorum pontificum, a mi entender terminó quedando en evidencia cada vez más las penurias que surgían precisamente por el "doble régimen" imprudentemente introducido por el documento de 2007, y que la instrucción Universae Ecclesiae del 2011, de la Comisión Ecclesia Dei, acentuó de modo aún más grave y empeoró imprudentemente, al pretender instaurar un paralelismo litúrgico teológico-jurídico entre las "dos formas" del rito romano de la Misa, pretendidas como de igual valor, prácticamente funcionando a modo de un "optional". Afortunadamente el sentido católico de obispos y sacerdotes, así como el sentido católico de los fieles, no permitió que en los años anteriores al 2021, prosperara tan ficción, y Traditionis custodes terminó, al menos en teoría y en lo jurídico, con tal despropósito. Lo cual no quiere decir que semejante ficción teológica haya dejado de habitar en las mentes de algunos (más o menos vinculados al pasadismo).
----------Si bien los príncipes de la Iglesia y el mismo papa Benedicto XVI, ya en 2011, manifestaban abiertamente su malestar por tal arreglo o concepción (derivada sorprendentemente de documentos de los que ellos mismos habían sido los artífices), debe reconocerse que ya hace una década, en sectores no directamente involucrados con las responsabilidades litúrgicas ni con en el debate litúrgico, se venían expresando motivos de perplejidad que iban adquiriendo, día tras día, un peso cada vez mayor. Personalmente no tengo la menor duda que este problema fue tratado en las reuniones entre Cardenales en el pre-cónclave del año 2013; más aún, de buena fuente cuento con algún testimonio al respecto. Por tanto, no hay duda que desde el primer día de su pontificado, el papa Francisco contaba para su agenda futura, delineada en aquellas reuniones de pre-cónclave, la exigencia de estudiar el modo de hacer desaparecer aquella ficción teológico-litúrgica que había preocupado también a su predecesor Benedicto, al menos en sus últimos dos años de oficio petrino.
----------Aquellas expresiones de perplejidad, como he dicho, se repetían cada vez más en 2011. Un querido amigo romano (no citaré su nombre), ocupado en cargos de gran responsabilidad eclesial, me expresaba por entonces sus preocupaciones, que reproduciré aquí tal como las apunté hace ya más de una década, como contribución al debate que, en cierta manera, continúa, aunque ya mucho más atenuado (hoy sólo fogoneado por grupos pasadistas). Las expresiones que citaré son muy significativas precisamente porque vienen de fuera del mundo de los "liturgistas" y por eso adquieren aún más fuerza. Prestemos atención a ellas:
----------"Entre las muchas críticas que se le pueden hacer a la 'reforma en la reforma' hay una que, en mi opinión, debería ser valorada, pero nunca la he encontrado formulada en ningún artículo o comentario. La norma según la cual 'los fieles que soliciten la celebración de la forma extraordinaria no deben de ningún modo sostener o pertenecer a grupos que se manifiesten contrarios a la validez o legitimidad de la Santa Misa o de los Sacramentos celebrados en la forma ordinaria' (Universae ecclesiae n.19) sanciona implícitamente un criterio: a saber, que la liturgia pueda ser elegida según el gusto de los fieles.
----------De hecho, si uno tuviera que reconocer que ambas formas son igualmente válidas, implícitamente se considera -¡esta vez sí, de verdad!- a la liturgia no como algo 'dado por Dios a su Iglesia', sino como algo 'elegible' por el individual fiel o por grupos de fieles (en la medida en que se establezcan existentes). En definitiva, se genera la confusión de poner la liturgia en el plano comercial de las cosas que pueden ser elegidas no por un motivo teológico objetivo, sino por un motivo (¿estético?) subjetivo, individual o compartido: hoy me gusta así, mañana me gustará de tal otro modo, y pasado mañana quién sabe.
----------En la auténtica libertad cristiana, por el contrario, las elecciones se hacen según verdad. También la vocación, me parece, debería ser elegida por obediencia a la verdad que nos hace libres y no por mero capricho individual. Entregar la celebración de los divinos misterios al capricho subjetivo me parece un remedio que empeora el mal. A menos que el 'arrière pensée' sea, en cambio, que sólo una de las dos formas es la 'buena y correcta', lo cual es cierto, más allá de los juegos de palabras... Por consiguiente, una de dos: o se trata de un truco hipócrita, y en realidad se considera que sólo la forma antigua es la válida, o bien se genera un relativismo quizás más grave que los abusos litúrgicos mismos (que por desgracia, como lo sabemos, han existido y existen) y más grave que la despreocupación banalizante".
----------¿Qué podemos decir acerca de estas concretas observaciones que se formulaban en plena polémica litúrgica existente en torno al año 2011? Por mi parte, estoy plenamente convencido: simplemente no se puede negar el buen fundamento de estas opiniones, que me parecen observaciones muy sensatas y honestas. Las cuales, al fin y al cabo, derivan todas de aquello que debe considerarse el verdadero "monstruum jurídico" originario, es decir, la pretensión de coexistencia o co-vigencia de dos leyes o dos misales, de los cuales el segundo evidentemente ha querido enmendar, corregir y sustituir al primero.
----------Aclaro que aquí estamos hablando del Misal Romano de 1962 con todas las modificaciones realizadas por el papa san Juan XXIII, es decir, la VII editio typica del Misal romano llamado de san Pío V, que en 1962, y ya desde 1960, el papa Juan consideraba un Misal "provisorio", a la espera de los "altiora principia" liturgicos que fuera a formular el Concilio Vaticano II. Pues bien, como es lógico suponer a quien no sufra de algún problema de discapacidad mental, el Misal promulgado por san Paulo VI se propuso cumplir con los "altiora principia" litúrgicos ya establecidos por el Concilio, cumpliendo así la esperanza del papa Juan, de ver su "provisorio" Misal de 1962, finalmente sustituído por el Misal definitivo, precisamente el que comenzó a estar en vigencia en 1970. Hasta un niño de seis años, recién llegado al uso de razón, puede entender la diferencia entre provisorio y definitivo. Sin embargo, parece que los pasadistas no son capaces de entenderla.
----------Ahora bien, si esa diferencia elemental entre lo provisorio y lo definitivo (al menos para el aquí y ahora) no se entiende, se genera una primacía del apego subjetivo que, como agudamente señala la observación antes citada, constituye un relativismo más grave que cualquier abuso, porque malinterpreta el uso y altera la relación original con el acto ritual. La lex orandi y la lex credendi son sustituidas por una "lex sentiendi" que conlleva que todo puede existir, excepto la auténtica vida y experiencia eclesial católica.
   
La difícil coexistencia de diferentes formas históricas del rito romano
   
----------Puedo traer al recuerdo aquí, otro testimonio, como aporte iluminador para aquellos que todavía tuvieran dudas acerca de las razones que movieron al Santo Padre a legislar litúrgicamente mediante Traditionis custodes. Ya en el mes de septiembre de 2011 había aparecido una inteligente intervención en la revista "La Croix"; que poco después fue difundida también por la autorizada "Documentation Catholique". En el debate acerca de la hoy desaparecida "forma extraordinaria del rito romano", intervenían dos profesores de la Universidad de Lovaina, cuyas observaciones merecen ser recordadas atentamente.
----------El artículo, aparecido el 10 de septiembre de 2011 en "La Croix", se titulaba: "¿El antiguo rito litúrgico romano y el actual pueden coexistir sin consecuencias?", y era firmado por Joris Geldhof y Arnaud Join-Lambert (profesores de liturgia en la Universidad católica de Lovaina). Copio aquí prácticamente todo el artículo:
----------"La instrucción Universae Ecclesiae del 13 de mayo de 2011, de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei sobre el antiguo rito romano tridentino ha sido acogida por algunos como una 'pacificación' en Francia, el único país donde constituye de hecho un problema pastoral no marginal. La pregunta que surge es: ¿los problemas ligados a la coexistencia de dos formas del mismo rito se resuelven de esta manera? Todos los profesores liturgistas de las facultades de lengua francesa, alemana, holandesa e italiana señalaban ya en el año 2007 las dificultades sin precedentes que planteaba el motu proprio que facilitaba el rito antiguo. Sin embargo, ninguno de ellos es un iconoclasta anticlerical, al contrario. Insistían en las consecuencias de una disociación entre la lex orandi (la regla de la oración) y la lex credendi (la regla de la fe). La liturgia actual es expresión de una teología en parte diferente de la antigua. Evidentemente esto no atañe al corazón de la fe cristiana. Sin embargo, las diferencias teológicas no están para ser despreciadas. Para evidenciar las diferentes posturas teológicas, comencemos con las tres contra-verdades presentes en los ambientes tradicionalistas.
----------1) Según argumentan los círculos tradicionalistas, la reforma litúrgica habría sido realizada por un pequeño grupo de intelectuales, yendo más allá del mandato encomendado por Pablo VI. Cualquier estudio imparcial establece sin dificultad la continuidad entre el movimiento litúrgico nacido a principios del siglo XX, su crecimiento hasta el Concilio, las labores conciliares y la implementación de las decisiones. Ya en 1956, Pío XII definía el movimiento litúrgico como 'el pasaje del Espíritu Santo en su Iglesia'. La reforma decidida en 1963 no ha surgido de la nada. Y la composición de los libros litúrgicos actuales ha sido un trabajo gigantesco y minucioso realizado por muchos obispos y teólogos de todos los continentes.
----------2) Según argumentan también los círculos tradicionalistas, la implementación de la reforma litúrgica se habría caracterizado por múltiples errores y abusos. Hasta la fecha, no existe ningún estudio científico de ese período y de esos abusos. ¿Y en qué consiste un abuso en este ámbito? Dado que hubo muchos sacerdotes desarmados para implementar esta reforma, es infundado presentar los años 1969-1975 como un vasto período de confusión. La crisis social a partir de 1968 ha provocado en la Iglesia un profundo terremoto y una grave crisis de identidad. Atribuir la responsabilidad a la reforma litúrgica es un atajo simplista. La renovación litúrgica ha sido y sigue siendo fuente de progreso para la vida de la gran mayoría de los católicos.
----------3) Se dice que la restauración de la forma antigua de la liturgia sería una adaptación litúrgica y nada más. Aunque es cierto que algunos no impugnen el Vaticano II participando en celebraciones según el rito antiguo, no se pueden pasar por alto las incidencias teológicas, como si fuese negado el enriquecimiento teológico del Misal actual. Significa olvidar el énfasis puesto, por ejemplo, en la participación activa y consciente de todos, la proclamación bíblica enriquecida, la invocación del Espíritu Santo en la plegaria eucarística, etc. Por lo tanto, se está yendo aún más allá con el antiguo Ritual romano, que también está autorizado. Recurrir a ese Ritual equivale a minimizar, si no a rechazar, los avances teológicos y pastorales.
----------Para el matrimonio, se mantiene una antropología medieval junto a una interpretación moderna de las relaciones hombre-mujer en el nuevo ritual. ¿Qué decir entonces de la extremaunción, que vuelve a la práctica de los tradicionalistas, mientras que el Vaticano II la había cambiado por la unción de los enfermos para extender la celebración a los enfermos que no estaban en situación de agonía? Muchos otros ejemplos muestran hasta qué punto la reforma ha sido un proyecto sistemático y teológico, sustentado en una actualización de las necesidades de los hombres y de las mujeres de nuestro tiempo.
----------¿Qué hacer entonces? Lo más urgente es la formación de los sacerdotes y de los seminaristas. Ser conscientes de todas las dimensiones de la liturgia es esencial para adquirir un auténtico ars celebrandi, un arte de celebrar que revele la riqueza de las liturgias. Sugerir que los seminaristas sean formados en el rito tridentino, como dice la Instrucción, entra en un enfoque ritualista, casi como que bastaría saber hacerlo para para hacerlo bien. En cambio, es necesario primero "entrar" en un rito, en su espiritualidad, en su teología, en su alcance mistagógico. No son dos formas intercambiables. Por lo demás, es urgente formar en una teología litúrgica en los institutos tradicionalistas, sobre la base de la Constitución conciliar sobre la sagrada liturgia.
----------Juan Pablo II había autorizado en 1984 la celebración con el Misal antiguo por motivos únicamente pastorales, permitiendo a las personas seguir alimentando su fe sin seguir al obispo Lefebvre. La Instrucción continúa la ampliación iniciada en 2007. Es legítimo preguntarse si esto sea verdaderamente oportuno. Fomentar una suerte de bi-ritualismo inédito en la historia parece muy arriesgado. Sería irresponsable no examinar los problemas teológicos relacionados con la liturgia en toda su complejidad".
   
El nudo de la cuestión
   
----------En esta remembranza que hago de aquellos años de confusión, es de gran consuelo el recordar también que hace una década atrás no faltaban congresos, reuniones, cursos litúrgicos que, con gran honestidad, respeto y parresía, mostraban el disenso frente a lo que se decidía en Summorum pontificum del 2007 y en Universae Ecclesiae del 2011. No faltaron en Italia, Francia y Bélgica, por ejemplo, congresos dedicados al análisis positivo de los grandes méritos del Concilio Vaticano II para el redescubrimiento del sentido teológico y pastoral de la liturgia. Curiosamente, quienes hace diez años buscaban el rito que ya no está en vigor, expresaban a menudo juicios injustos hacia el Concilio de nuestro tiempo y hacia la Reforma litúrgica.
----------Es precisamente el motivo, el hecho problemático, sobre el que se ha fundamentado con toda razón el papa Francisco para emanar Traditionis custodes. Precisamente a la luz de la reforma litúrgica querida por el Concilio Vaticano II es difícil entender cómo se podría celebrar según aquellas formas que el Concilio quería explícitamente corregir, mejorar, superar y dejar atrás. Este es el nudo de la cuestión, y este es el centro de mi postura personal al tratar este tema, postura compartida por la enorme mayoría de los teólogos liturgistas actuales, y fundada en la actual disciplina litúrgica avalada por los últimos documentos pontificios.
----------Menciono una anécdota curiosa, pero muy expresiva, que me gusta recordar cuando trato esta cuestión. A fines del 2011, en medio de los candentes debates sobre el ficticio "paralelismo litúrgico", le hicieron en un artículo periodístico, a un laico católico, docto teólogo liturgista, la siguiente pregunta: "¿ha asistido usted alguna vez a la Santa Misa en la forma extraordinaria, es decir, desde el 2007 en adelante?". La respuesta de aquel conocido experto fue tan simple como contundente: "No puedo hacerlo. Porque debo participar y celebrar, no asistir. Sólo puedo celebrar en la forma ordinaria para no traicionar lo que el Concilio y el sentido común me imponen. Es decir, no ser un mudo espectador de los ritos cristianos".
----------Otro punto a tener en cuenta es que el problema del "paralelismo ritual" había surgido también alentado por una malinterpretación de aquella invitación que el papa Benedicto XVI había hecho a toda la Iglesia a releer el Concilio Vaticano II según una interpretación, solía decirse (y en cierto modo todavía se repite hoy) no de ruptura con el pasado sino de continuidad en la tradición. Entendiendo así el llamado de Benedicto, también iba en esa misma dirección la mala comprensión del permiso de la antigua forma. Por el contrario, hay que decir que el papa Benedicto no contraponía discontinuidad y continuidad, como dicen algunos, sino que distinguía entre ruptura y reforma, es decir, entre dos formas diferentes de discontinuidad. Por eso no tiene sentido pensar que el Concilio Vaticano II no introduzca una cierta discontinuidad en la Iglesia (discontinuidad posible no en ámbito doctrinal, por supuesto, sino en ámbito pastoral y disciplinar). Los que no quieren discontinuidad deben ir a los museos, no a las iglesias. La liberalización de la misa vieja (la antigua es la de san Paublo VI) sólo crea confusión y no ayuda ni sirve para desarrollar y madurar la tradición.
----------Para finalizar (al menos por ahora) esta breve retrospectiva acerca de la polémica de la ficción del "paralelismo litúrgico", menciono un argumento que siguen alardeando los que viven en la burbuja pasadista. No faltan quienes todavía hoy, a más de tres lustros del ya abrogado motu proprio Summorum pontificum, siguen preguntando con aire arrogante y aparentando afirmar realidades que sólo existen en su convulsionada cabeza: "¿cómo se explica el resurgimiento de la liturgia tradicional en muchos países del mundo, y el establecimiento hasta 2013, o incluso después, de muchos grupos estables que exigían y todavía exigen la misa antigua según las normas que había dado a la Iglesia Benedicto XVI?".
----------Tal alarde, al menos para lo que realmente ocurre en América Latina, en España, e incluso en Italia, es solo una burda ilusión. El fenómeno no tiene raíces populares ni aquí en Argentina, ni en el resto de países sudamericanos, ni en España, y mucho menos en Italia. Y esta constatación corresponde a lo que sucedía ya en 2011 y 2012, vale decir, los dos últimos años del pontificado de Benedicto XVI. Con mucha más razón ahora. Es cierto que la forma vieja del rito romano recoge aquí y allá la simpatía de los nostálgicos que tienen poco que ver con la Iglesia, como atestiguan todos los obispos italianos, españoles y sudamericanos (y esto ya desde antes de que el papa Francisco comenzara a designar obispos). Sólo quien no conoce la América Latina eclesial, la España eclesial y la Italia eclesial, puede creer en los inventos teológico-jurídicos surgidos a partir de Summorum pontificum y de Universae Ecclesiae. Por otra parte, ese documento oficial del 2011, para asegurar una base formal a estas ficciones, se había visto en la necesidad de afirmar (con grave escándalo para la tradición) que un grupo existe aun cuando sus miembros pertenezcan a diócesis diferentes. De las ficciones surgen sólo mistificaciones con piernas demasiado cortas y con una nariz demasiado larga.

4 comentarios:

  1. La cuestión es la de siempre: la renovación litúrgica impulsada por el Concilio Vaticano II ha llevado a experimentaciones en la liturgia, que no sé si correcta o incorrectamente (pero sí que muy comprensiblemente) han creado un deseo por lo que ocurría antes de la reforma litúrgica. Por supuesto que antes no todo era bueno, pero ¿lo de ahora es mejor? Son indudables las exageradas interpretaciones de la constitución Sacrosanctum Concilium, que han producido de todo, y lo menos que puede decirse es que son una especie de práctica litúrgica "teatral" o "circense" donde todo es posible (y que se nota muchísimo en ciertos movimientos y "caminos" actuales de laicos), formas de celebrar la Misa que no son nada respetuosas del sublime misterio que celebramos, los abusos son innumerables, los sacerdotes parecen reírse de los laicos que alguna vez nos atrevemos a hacer algún reproche, y sabemos que reclamar al obispo tampoco soluciona nada. ¡Si a los sacerdotes mundanos, o con peores corrupciones, lo único que hacen es cambiarlos de sitio!, ¿que harán los Obispos si se denuncian abusos litúrgicos? Nada, por supuesto.

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    1. Estimado sr Carlos Leme: si usted, al hablar de "caminos", alude a las celebraciones del Camino Neocatecumenal, se equivoca completamente. Las celebraciones del Camino no tienen nada de teatral ni circense ni son la caricatura que usted parece hacer. Son celebraciones bellísimas, y de hecho son un excelente ejemplo de la renovación litúrgica resultante de la reforma litúrgica posterior al Vaticano II, como supo decir monseñor Annibale Bugnini, por entonces Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, en 1974.
      Tampoco son liturgias "propias", como alguna vez ha dicho el cardenal Cañizares, cuando hace años era Prefecto de Culto, afirmando que no hay Misas Neocatecumenales ni de jure ni de facto. Además, el artículo 13 del Estatuto del Camino Neocatecumenal define las celebraciones del Camino como parte de la pastoral litúrgica dominical de la parroquia y establece que son abiertas a todos.
      Le recuerdo también que el Camino Neocatecumenal no es un movimiento. No porque ser un movimiento católico sea algo malo. El art.1 del Estatuto dice que es un itinerario de formación católica.
      No hay Misas Neocatecumenales ni de derecho ni de hecho, las celebraciones del Camino son las de la Iglesia Católica.
      Si usted no ha querido aludir a estas celebraciones, pues entonces discúlpeme.
      (PD: tenga en cuenta que el rumoe de que Bugnini fuera un masón es una mentira. De todos modos, no hace al tema, y, en todo caso, este no es el lugar adecuado para hablar de este tema).

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    2. Usted va más allá de lo que yo dije. En mi comentario no he citado al camino neocatecumenal, que conozco bien, y con cuyos miembros celebré la Eucaristía.
      Respecto a la cuestión de Bugnini, si era o no masón, está lejos de mis intereses y mis pensamientos. Si fue o no masón no me preocupa, porque tengo bien claro que el valor divino, teológico, jurídico y pastoral de la liturgia renovada por el Concilio Vaticano II y del Misal de Pablo VI, no dependen de quienes hayan trabajado en todo el curso de las extensas labores que han llevado al Misal y al Ritual actual, se llamen Bugnini o como se llamen.
      Las celebraciones eucarísticas neocatecumenales, a mi juicio, se sitúan en el ritual vivo de la Reforma Litúrgica y en pleno respeto de la Actuosa Participatio. No digo esto por captatio benevolentiae (de hecho no me adhiero al camino) sino por honestidad intelectual.

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  2. Sergio Villaflores29 de abril de 2023, 4:53

    Respecto a los abusos que en la actualidad se producen en la celebración de la Misa, francamente nunca he visto la Misa celebrada sobre una mesa usada para otras cosas, como jugar a las cartas o al bingo. Pero llegado el caso, habría que entender por qué lo hace el sacerdote. Me cuesta creer que un sacerdote pueda hacer ciertas cosas a la ligera. Por lo tanto, creo que sería un caso extremo, no la norma.
    Si se ven ciertas fotos de Misas celebradas durante la guerra, se verá que incluso la Misa vieja, anterior a la actual, se celebraba excepcionalmente en mesas de madera. Obviamente estoy hablando de excepciones y en cualquier caso, supongo, que debe haber una razón pastoral para llevar al sacerdote a hacer esto. Creo que se puede hacer, por ejemplo, en el caso de Misas celebradas en las casas de los enfermos.
    Respecto a lo que en otros comentarios se ha dicho acerca de las Misas de los Neocatecumenales, las conozco muy bien, y puedo decir que son una joya litúrgica. Son celebraciones que verdaderamente suscitan la participación activa y fecunda de los fieles, que es la deseada por la Sacrosanctum Concilium, y creo que son Misas útiles para toda la Iglesia.
    Se ha criticado el uso de elementos de percusión, o incluso las resonancias de la Palabra de Dios. Creo que son un elemento precioso, entre otras cosas, permitido por las normas litúrgicas, que en ocasiones, utilizados en el modo correcto, sirven para meditar la Palabra de Dios proclamada en la Misa. Creo que todos coincidirán conmigo en que muchas veces la Palabra de Dios en la Misa se lee mal, apresuradamente y al final de la celebración poco o nada queda de esa lectura. En la Misa anterior es peor aún, en que la Palabra se reduce al mínimo, está la Epístola de San Pablo, siempre la misma, el Evangelio, y al final el último Evangelio, que es siempre la misma lectura. La posibilidad de detenerse unos minutos a meditar en silencio, o con leve música de fondo, antes de la homilía, y dejar que alguien exprese su experiencia o resonancia sobre la Palabra proclamada es algo que enriquece y subraya precisamente el valor didáctico de la liturgia y de la palabra de Dios imprescindible para una formación católica, como en el CNC. A menudo, las resonancias permiten comprender mejor las lecturas cuando uno está distraído durante la proclamación.
    Hay quien se queja de los bongós pero son un instrumento musical, que no siempre se usa, en cuaresma por ejemplo no se usa, pero su uso no está reñido con la dignidad de la liturgia si se usa bien. Siempre hay que tener en cuenta la intención real que hay para determinados usos, el bongó sólo quiere acompañar el canto y dictar el ritmo.
    Esto es necesario en estas celebraciones porque en las celebraciones del Camino no solo canta el Sacerdote o la Schola Cantorum sino que toda la asamblea canta al unísono los salmos que acompañan a la liturgia, pero ayuda a dictar el ritmo para que el canto sea armonioso y hermoso.
    Y está la danza. Hay Salmos que invitan a alabar a Dios en el santuario, es decir, en el lugar de la presencia de Dios. Entonces debemos pensar que la danza era también una manera de Israel de alabar a Dios.
    Por lo tanto, no es algo sacrílego o profanador, sino una forma de alabanza.
    Obviamente no debe ser una farsa, sino que debe hacerse bien. No olvidemos que el Pueblo de Israel danzaba llevando el Arca santa del Señor que contenía los diez mandamientos.
    ¡La danza, bien hecha, no puede considerarse una ofensa al Señor!

    Sergio Villaflores (Valencia)

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