jueves, 13 de abril de 2023

Sobre la Instrucción Universae Ecclesiae del 2011: ¿tentativa de una Multiversa Ecclesia o incluso de una Controversa Ecclesia?

Hacia 2011, tras la publicación de la infelicísima Instrucción "Universae Ecclesiae" de la hoy ya desaparecida Comisión Ecclesia Dei, no fueron pocos los Cardenales y los Obispos de todo el mundo que, o bien optaban por hacer silencio complaciente o bien se mostraban tolerantes y hasta conniventes con tales disparates de una disciplina litúrgica que había salido abruptamente de su cauce. Pero había otros que no, como la casi unanimidad de los Obispos argentinos, junto al por entonces arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado de la Argentina. Precisamente a él, que miraba "desde el fin del mundo" lo que estaba sucediendo en Roma, le tocaría diez años después asumir la responsabilidad de volver a llevar las aguas de la tradición litúrgica a su cauce natural. [En la imagen: una escena de 2007, cuando el cardenal Antonio Cañizares era miembro de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, y se presenta en Gricigliano, Florencia, a celebrar la ordenación sacerdotal en rito tridentino de dos miembros del Instituto Cristo Rey Sumo Sacerdote. En cumplimiento y "obediencia" de los cánones y rúbricas que ya no estaban en vigor, asiste revestido de capa magna].

----------Para el caso de que el amable lector pertenezca todavía al grupo de quienes siguen sorprendidos por la derogación de las directivas litúrgicas surgidas de la carta pastoral Summorum pontificum del papa Benedicto XVI en 2007, a raíz de las disposiciones de la carta pastoral Traditionis custodes del papa Francisco en 2021, y no comprendan las razones y motivos de lo sucedido, vuelvo a sugerir que debería resultarles sumamente provechoso repasar serena y objetivamente, sin vanos prejuicios, los documentos emanados de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, a partir de aquel año 2007 hasta su desaparición en 2019.
----------Precisamente, uno de los documentos que señaló el principio del fin (no sólo de los permisos concedidos para la amplia celebración del vetus ordo, sino de la propia existencia de la mencionada Comisión) fue la infeliz Instrucción Universae Ecclesiae, del 30 de abril de 2011. El repaso de esta historia aún reciente, y en concreto, el repaso de lo históricamente sucedido entre 2007 y 2021 en materia de disciplina litúrgica, debería ser hoy integrado obligatoriamente en los programas académicos de la cátedra de Liturgia en seminarios y casas de formación religiosa, o en los cursos especializados de teología litúrgica para laicos.
----------Proféticamente (así me parece), el día después de la emisión del motu proprio Summorum pontificum el 7 de julio de 2007, el cardenal Camillo Ruini [n.1931] había visto claramente "el riesgo de que un Motu Proprio emanado para unir mayormente a la comunidad cristiana fuera en cambio utilizado para dividirla". Después de aquel Motu Proprio, después de la Carta a los Obispos que lo acompañaba y, años después, tras la Instrucción del 2011, ya se hacía casi evidente, al menos para quienes lograban verlo, que aquella profecía de Ruini había dado precisamente en el blanco: la división ya se había convertido en una posibilidad real de la nueva disciplina litúrgica, que en lo subsiguiente podría realizarse más fácilmente.
----------En mi opinión, es necesario reconocer que el "monstruum" teológico-jurídico era tal desde el principio. Cuando se quiere releer una tradición reanimando un rito que ha "caído en desuso", o sea, un rito que ya no está en vigencia, como el de 1962, y se obstina en presumir hechos que en realidad no existen y en construir ficciones jurídicas sin confirmación real (con la pretensión de que un equilibrismo temerario y arriesgadísimo conciba una doble vigencia paralela de dos formas diferentes y mutuamente en tensión del mismo rito romano) el nudo de las contradicciones está destinado a anudarse cada vez más y más, y siempre más fuerte aún, y por más que se constituyan comisiones, o por muchas consultas que se prevean, o por muchos DVDs con misas preconciliares que se editen y se distribuyan, por muchos "derechos de los fieles" que sean reconocidos, la confusión va a aumentar siempre más y más, y el desconcierto no disminuirá.
----------Incluso lo que aquel 30 de abril de 2011 constituía el último eslabón de la cadena (o sea, la Instrucción Universae Ecclesiae), resultaba aplastado por un problema estructuralmente insoluble: ¿cómo se hace para "instruir" en torno a una contradicción patente? Cuanto más se "instruye", menos se entiende. En Argentina esto lo indicamos con un dicho popular muy difundido: "no aclares, que oscurece". Lo que intento decir es que, si imprevistamente (y no se sabe todavía en base a qué principio jurídico o tradicional) un rito que "ya no está en vigor" (salvo como indulto), superado por la versión reformada del mismo rito, vuelve mágicamente a estar en vigor y pretende ser válido en paralelo respecto al rito que había tenido la intención de enmendarlo, renovarlo y superarlo, todo sufre una especie de deformación irremediable.
----------No sólo a partir del conocimiento que nos ofrece la historia de la Iglesia, sino desde el simple sentido común y de la experiencia humana, se sabe que con los apegos sentimentales y las nostalgias, asumidos como principios de ordenamiento eclesial, nunca se ha ido ni se puede ir muy lejos. En efecto, en base a la visión altamente problemática que se estaba promoviendo desde la Comisión Ecclesia Dei, cualquier sacerdote, a partir del motu proprio del 2007 y de la instrucción del 2011, tenía la posibilidad de elegir celebrar el rito de la Eucaristía con la forma ritual que prefiriera, como si se tratara de un "optional", siempre que celebrara la Misa "en privado". Verdaderamente "instructivo": dos contradicciones individualistas, superponiéndose, no realizan nada más que una forma paradójica de no celebración y de no identidad.
----------Por otra parte, en lo que se refiere a los fieles, un cualquier grupo podía tener derecho a ver celebrar una misa, a la que podían asistir, según el rito que ya no estaba en vigor. Y por entonces, o sea en 2011, se podía decir (con la precisión de una eclesiología de supermercado o de multicine) que era "grupo válido" también aquel formado por un fiel de la diócesis de San Rafael, otro de la diócesis de Santa Rosa, tres de la diócesis del Alto Valle del Río Negro (pero de parroquias distintas, obviamente) y uno de la diócesis de Neuquén. Esto también era verdaderamente "instructivo" acerca de la naturaleza comunitaria de la Iglesia.
----------Pero eso no es suficiente. La lógica del rito que el papa Benedicto XVI llamaba "extraordinario" (por su carácter de no normal, de excepción) era de tal manera excepcional que, cuando chocaba con la realidad, también tenía la fuerza para torcer la ley. Por tanto, cuando el Código de Derecho Canónico vigente en la actualidad, no es coherente con las rúbricas del rito que ya no está en vigor, no hay problema: debía ser aplicada la ley que estaba en vigor en 1962, es decir, el Código de Derecho Canónico de 1917, que sin embargo hoy ya no está en vigor. En 2011 no había nada de qué preocuparse: la "normalidad" de entonces indicaba que era correcto, en efecto, que la ley que ya no estaba en vigor correspondiera al rito que ya no estaba en vigor. ¿Qué había de más "instructivo" que esta coherencia entre ritual y ley en la no vigencia?
----------Pero aún así, aunque se reconocía que ordinariamente no se daba ninguna forma de Ordenación con el rito extraordinario del sacramento del Orden Sagrado, sin embargo, en algunos casos, se hacía posible una excepción y a algunos "privilegiados" (privilegiados, sí, pero como para compadecerse de ellos) se les daba la facultad de ser ordenados según el rito preconciliar. ¿Cómo no puede ser "instructiva" esta puntual clarificación de las excepciones a la que debía ser la sacrosanta inviolabilidad del rito ordinario?
----------Luego estaba en aquella Instrucción del 2011 la precisa delimitación del "presbítero" considerado "idóneo" para la celebración según el rito ya no vigente. Es cierto que debía lidiar con la lengua latina, pero el caso era que, el mero orientarse en las cinco declinaciones y tener cierta experiencia en paradigmas verbales, eran los requisitos suficientes para una enunciación o fonética básica, que "satis est" para que la forma más formal fuera salvada y por lo tanto fuera válida. Pero el sentido común nos dice que por más que se conozca el rito en su estructura, en realidad se lo debe asumir en base a la natural espontaneidad con la cual el sacerdote lo requiere: el efecto "instructivo" rayaba aquí en una sutil y complaciente ironía.
----------Los múltiples detalles de aquella Instrucción del 2011 (de la que apenas he mencionado sólo algunas remarcables flores) ilustran bien la inagotable cadena de paradojas (observadas aquí con divertida ironía, pero también con una preocupación de la que hoy afortunadamente nos hemos aliviado) en las cuales se tropieza cuando se pierde el sentido de la realidad y se toma el camino de los sueños, de las ilusiones y de la burda mistificación. Por ejemplo: ¿qué significaba decir, como se decía en 2011 y años posteriores, que ahora había necesidad de insertar, en el misal de 1962, nuevos santos y nuevos prefacios? ¿Cómo se hacía entonces para poder pensar (sin caer en la locura) que se debía reformar aquel rito que ya había sido reformado, con todos los nuevos santos canonizados desde 1962, nuevos prefacios, nuevas oraciones colectas, nuevas lecturas bíblicas, nuevas plegarias eucarísticas, nuevas superoblata, nuevas postcommunios?
----------¿Acaso era posible pensar, manteniendo sana la razón, que se tuviera necesidad de otra reforma, que añadiera santos y prefacios al rito de 1962, que ya no era vigente? ¿Pero no se estaba viviendo ya en 2011? ¿Acaso a imagen de ciertas películas californianas de ciencia ficción los católicos nos habíamos despertado repentinamente después de un sueño que había durado cuarenta y nueve años? ¿Cómo se hacía para no comprender que todo ese afanarse por caminar en el vacío, y en los vacíos de sentido, sólo servía para confundir y para dispersar las energías? Y otra pregunta aún más angustiante, y quizás reveladora de lo que estaba sucediendo en aquellos dramáticos años en la Curia Romana, testimoniando que tan libres o tan atadas estaban por entonces las manos del Romano Pontífice: ¿cómo había podido hacer el papa Benedicto XVI para llegar a autorizar tales disposiciones en materia de disciplina litúrgica? ¿Acaso no podía hacer nada tampoco para frenar estos dislates de la Comisión Ecclesia Dei, el más tarde prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el cardenal Antonio Cañizares Llovera? ¿O se debería pensar que este Cardenal era connivente con aquellas disposiciones que implicaban una absoluta ficción jurídica?
----------En suma, en 2011 ya se había hecho demasiado con estas quimeras sin esperanzas de futuro. El rito de 1962 ya no estaba en vigor desde que había sido aprobada la nueva forma del rito romano por parte del papa san Paulo VI. Desde este punto de vista, el rito romano, se hacía vivo en 2011, y se hace hoy vivo y floreciente, a través de la tradición por la forma nueva, mientras que aquella forma y aquel uso definidos como provisorios en 1962, por explícita declaración del papa san Juan XXIII, estaban, en 2011 y hoy, superados, agotados, sin tener ya vigencia, por haber quedado atrás en la tradición litúrgica. Toda tentativa, por más autorizada que sea, por negar esta evidencia, sólo podía producir ilusiones, contradicciones y desorientación.
----------Una intención del motu proprio Summorum pontificum del 2007 era la de "volver a aproximar" las orillas del cisma lefebvriano. Y en 2011, casi cuatro años después, y con todo lo que había venido ocurriendo desde 2007, ya se podía decir con certeza: non expedit. En cambio, la Instrucción del 2011 de la Comisión Ecclesia Dei, decía que el motu proprio había "hecho más accesible a la Iglesia universal la riqueza de la Liturgia Romana". Es decir, pretendía liberar al motu proprio Summorum pontificum, de la justificación contingente que lo había motivado originariamente. Lo que el sentido común dice que debe esperarse de una Instrucción es que resuelva los problemas, pero con la Instrucción del 2011 no se resolvía verdaderamente nada, y en realidad, lo que estaban haciendo los "cerebros" de la Comisión Ecclesia Dei en aquella Instrucción era teología aproximativa y  por desgracia, se atrevían a hacerlo demasiado a la ligera.
----------La guinda del pastel en términos de "instrucción" (permitame el lector finalizar en el plano de la ironía), era el título del documento: Universae Ecclesiae. En realidad de verdad, en 2011, la "universa ecclesiae" no se apasionaba en absoluto por los temas de la Instrucción y la Iglesia universal no se reconocía en ellos. De hecho, para hacer participar a la Iglesia universal, era necesario precisamente hacerla pasar por protagonista, al menos en el título de la Instrucción. Si tuviéramos precisamente que decirlo con toda franqueza y parresía, las pretensiones de aquel documento del 2011 eran generar una "Multiversa Ecclesia", incluso una "Controversa Ecclesia". La misma Comisión autora de la Instrucción, cuyos cerebros no daban señales de ruborizarse por haber elaborado ​​aquel texto, tenía el nombre de "Ecclesia Dei", pero el nombre completo del documento del que tal Comisión había tomado su apelativo es "Ecclesia Dei afflicta". Efectivamente: era precisamente aflicción, y no reconciliación, lo que parecía brotar de aquella desdichadísima Instrucción.
----------Por entonces no fueron pocos los Cardenales y los Obispos de todo el mundo que, o bien hacían silencio complaciente o bien se mostraban tolerantes y hasta conniventes con tales disparates de una disciplina litúrgica que había salido abruptamente de su cauce. Pero había otros que no, como la casi unanimidad de los Obispos argentinos, junto al por entonces arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado de la Argentina. Precisamente a él, que miraba "desde el fin del mundo" lo que sucedía en Roma, le tocaría diez años después asumir a firme mano la responsabilidad de volver a llevar las aguas de la tradición litúrgica a su cauce natural.

23 comentarios:

  1. La división en la Iglesia no ha sido causada por SP del papa Benedicto, sino por TC de Bergoglio. Tal como están dadas las cosas, los tradicionalistas terminarán en la Fraternidad san Pio X. No tienen otro camino.

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    1. Estimado Anónimo,
      afirmaciones absolutas como las que usted hace exigen argumentos para fundamentarlas y explicarlas. Usted no los aporta.
      Por tanto, y queriendo yo decir al menos algo de modo general, para que al menos los lectores no escuchen sentencias sueltas sin ton ni son (i.e. sin argumentos) como las suyas, me parece útil aclarar algunos puntos que tienen relación con sus dichos disparados sin son ni son.

      1) Dado que tanto SP como TC son básicamente documentos pontificiales pastorales o de pastoral litúrgica y de disciplina litúrgica pueden, efectivamente, tener errores prudenciales, que pueden conducir a resultados que no son los que se han propuesto los Papas al emanar esos documentos.
      2) Por supuesto, nada obsta a que documentos básicamente pastorales como TC y SP, contengan elementos de doctrina, o incluso elementos dogmáticos, y que, por lo tanto, gocen, puntualmente en sí mismos, del carácter de infalibilidad.
      3) Los cismas en la Iglesia se producen en aquellos fieles carentes de la suficiente fe y demás virtudes para mantener, pese a todos los pesares, la comunión visible y concreta con el Sucesor de Pedro, Vicario de Cristo, y principio visible de la unidad de la Iglesia.
      4) Es cierto también que el pecado de cisma en ciertos fieles puede ser motivado por diverso tipo de causas, entre ellas, una decisión prudencial equivocada por parte del Papa, que puede tener dañinas consecuencias en fieles carentes de la suficiente virtud cristiana, como para soportar tales limitaciones de los hombres de la Iglesia.
      5) Sin embargo, en la Iglesia no se producen divisiones como si se tratara de un jarrón que cae al suelo, y se divide en pedazos, resultando que la tarea a realizar sea la re-unión de los pedazos. La Iglesia, por constitución divina, es Una. No puede dividirse. Lo que en realidad se produce cuando se habla de "divisiones" es la separación o alejamiento (mayor o menor) de aquellos fieles que dejan de pertenecer plenamente a la Iglesia Una.
      6) La FSSPX es, precisamente, una comunidad que se ha separado de la Iglesia Una.

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  2. Esperemos entonces que hoy haya un Obispo diocesano de los que no son tolerantes con los disparates de TC que vaya a ser el próximo Papa y vuelva a llevar las aguas de la tradición litúrgica a su cauce natural.
    Quedémonos tranquilos. Después de esta experiencia no van a elegir a otro argentino.

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    1. vale para usted lo mismo que le he respondido al Anónimo anterior.
      Decir cualquier necedad porque el aire es gratis, o escribir en este foro para desfogar la propia vacuedad mental, lo hace cualquiera, al menos cualquiera a quien, como decimos en mi país, no le llega suficiente agua al tanque.

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  3. Sergio Villaflores13 de abril de 2023, 17:47

    Sería de desear que el Anónimo que ha hablado de los "disparates de TC", nos instruyera acerca de las razones por las que a su sabio entender juzga así. TC es un documento de gobierno papal, de modo que el Anónimo está en su derecho de manifestar su disenso, pero es necesario que para justificar seriamente una palabra tan dura como "disparate", que puede ser entendida como insulto, argumente (como lo hace el querido padre Filemón) por qué motivo juzga que es un disparate. De otro modo, vamos a pensar que grita porque el aire es gratis o porque no sabe hacer otra cosa más que gritar.

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    1. Sergio: te apuesto 10 a 1, que no va a explicar nada. Los que gritan de ese modo no saben hacer otra cosa que gritar. No tienen argumentos, salvo el de gritar.

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    2. Estimado Sergio,
      como usted habrá leído, no hice más que extender tus mismos argumentos, que son los correctos.
      Lamentablemente, es cierto lo que aquí se dice. De la impresión de que hay quienes lo único que hacen en un foro sea gritar y escupir, porque no saben hacer otra cosa. Esperemos que su manifiesto vacío mental sea solamente un signo de su ignorancia inocente, y de un signo de perversidad y malicia. Oremos por ellos.

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  4. En resumidas cuentas: el Papa Francisco armó un problema donde no lo había. El problema lo tiene él. Y lo tuvo desde que era Arzobispo. No aceptó Summorum pontificum y ahora tomó venganza.
    Qué es lo que le preocupa? No es que esta Misa es obsoleta y que nadie la entiende? Si es así, qué miedo le tiene?
    Los sacerdotes la eligen? La gente la elige?
    Pregúntense por cuál motivo eso sucede.

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    1. Estimado Anónimo,
      de vuelta estamos aquí con otro que grita desaforado, sin ton ni son, es decir, sin dar argumentos.
      Aquí tiene todo el espacio que necesite para que usted pueda explicarse. Si el sitio le corta su comentario, pues entonces, extiéndalo a dos, tres, cuatro o diez comentarios. Le aseguro que al menos yo leeré todo lo que usted escriba.
      Pero si lo único que hace es pegar dos gritos sin ton ni son, y espera creer que porque usted grita yo le voy a recibir sus gritos por dogma infalible, entonces me toma a mí y a todos los lectores por necios. Cuando en realidad el que está dando la imagen de ser un necio es otro...

      Si usted no es un necio, entonces conoce a ciencia cierta que, hasta que no haya alguna nueva reforma litúrgica en la Iglesia, la única lex orandi actualmente vigente en la Iglesia católica es el rito romano reformado por san Paulo VI en 1969 y actualizado e implementado por los Papas posteriores hasta el Papa actual.
      Si existen algunos otros escasísimos lugares en que se celebra el vetus ordo, puede ser por dos motivos: 1) o se lo celebra por expreso permiso de la Sede Apostólica, o bien, 2) porque se trata de alguna comunidad cismática, separada de la Iglesia Una, Católica, Apostólica y Romana.

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    2. Si usted no es un necio, entonces conoce a ciencia cierta que, hasta que no haya alguna nueva reforma litúrgica en la Iglesia, la única lex orandi actualmente vigente en la Iglesia católica es el rito romano reformado por san Paulo VI en 1969.
      Claro. En lo que respecta al rito romano.
      Ahora bien, hay 20 ritos orientales de iglesias en comunión con Roma. O sea, no ortodoxos sino católicos, apostólicos, romanos. Los vamos a dejar afuera?
      Los vamos a obligar a dejar sus ritos milenarios y aceptar el rito romano?
      Nunca hubo ni hay ahora una única lex orandi.

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    3. ¿Acaso en mi artículo he hablado de otro rito que no sea el romano?
      La única lex orandi en la Iglesia de rito romano es el uso establecido por el papa san Paulo VI con las ulteriones actualizaciones. No existe otro rito vigente.

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    4. La frase literal que Ud escribió es:
      La única lex orandi actualmente vigente en la Iglesia católica es el rito romano reformado por san Paulo VI en 1969.
      En el comentario inicial dice en la Iglesia católica, no dice en la iglesia de rito romano.
      Y ahí está el tema. No hay una única lex orandi. Hay muchos modos diversos de celebrar la liturgia.
      Puede estar prohibida la utilización del viejo misal romano. Existen otros ritos latinos muy poco difundidos como el cartujo, el visigótico y el ambrosiano. Pero están los 20 ritos orientales que también son lex orandi. Y en estos más de 50 años no recibieron la reforma que recibió el rito romano. Pudieron haber traducido textos, cortado otros, pero no crearon ningún texto litúrgico.
      Salvo que pensemos que todos los orientales no están al ritmo de la Iglesia.

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    5. Estimado Anónimo,
      si usted había descubierto que mi afirmación era incorrecta en su generalización, bastaba simplemente con una aclaración, porque es de suponer que usted estaba en grado de entender que al tratar de temas de liturgia en este blog, estoy tratando del rito romano.
      ¿O acaso usted había entendido otra cosa?
      ¿Acaso en mis artículos no he tratado de documentos como TC, SP, o UE, que se refieren a la liturgia de la Iglesia de rito romano?
      Me alegro, entonces que, si usted es un fiel católico de rito romano conserve su condición de tal al estar de acuerdo conmigo en que la única lex orandi vigente en la Iglesia de rito romano es el rito del papa san Paulo VI de 1970, con las posteriores actualizaciones.

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  5. ¡Muchas gracias, padre Filemón! ¡Nos ha dado una voz competente y autoritativa al pensamiento aún inmaduro e intuitivo de muchos de nosotros!

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    1. Estimado J.M.C.,
      me alegra su consenso, y me satisface poder ser portavoz del pensamiento de otros, y haberle podido esclarecer sus mismas intuiciones.
      Recuerde que puede también ayudarme a mí a esclarecer aspectos de la doctrina católica, o ayudarme a corregir aquellas expresiones mías que no son a veces lo suficientemente claras y precisas.

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  6. Estimado padre Filemón,
    le agradezco muchísimo sus publicaciones sobre liturgia, en temas que usted desarrolla con gran competencia y abundancia de argumentos, en cuestiones que frecuentemente generan gran polémica.
    Personalmente, solo puedo estar de acuerdo con lo que usted escribe, y repito que se lo agradezco.
    Recordando lo que empezó a suceder en nuestras parroquias desde el 2007, aparte de las dificultades prácticas (es suficiente con tratar de pensar en la existencia de los dos ritos en una misma parroquia!), parecía que la teología litúrgica realmente se nos había ido por el desagüe...
    Sin mencionar de todos los que se estarían revolviendo en sus tumbas, desde Juan XXIII en adelante...
    En las conversaciones entre sacerdotes, lo recuerdo bien, no hacíamos más que alentarnos a continuar la resistencia. Afortunadamente luego Francisco ha puesto las cosas en claro.

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    1. Estimado padre Carlos F.G.,
      me pone contento que le satisfagan y le sean útiles mis modestas intervenciones.
      No soy especialmente competente en teología litúrgica, y menos en disciplina litúrgica, aunque ha sido siempre mi obligación como sacerdote estar bien informado de la ley litúrgica y de sus modificaciones y actualizaciones, y empeñarme por comprender el sentido y significado de lo legislado por los Papas.
      Efectivamente, como usted bien dice, aquellos años posteriores al 2007 nos era difícil comprender lo que en el plano litúrgico estaba decidiendo Roma, sobre todo a partir de UE en 2011.
      Y sí, también estoy de acuerdo con usted, no me parece que el modo como Benedicto atendió los reclamos de las minorías de fieles apegados al vetus ordo, haya sido el correcto; y no creo que san Paulo VI o san Juan Pablo II pudieran estar de acuerdo con él. Es de suponer que Benedicto haya tratado de estas cuestiones con Juan Pablo, cuando era su cardenal prefecto de la Fe. Pero, de hecho, Juan Pablo mantuvo el modo legislativo del indulto, el cual fue la misma lógica de Paulo VI, que a mí me parece el único modo correcto para abordar el problema de las minorías de apegados al vetus ordo. No me parece adecuado el método de la liberalización, esgrimido por Benedicto.

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  7. Me encuentras en perfecta sintonía, querido Filemón. Las buenas intenciones no son suficientes para resolver las controversias, de hecho corremos el riesgo de crear nuevas y peores.
    Sabes bien lo que sentía en aquellos años por esa regurgitación litúrgica-ritual tridentinezca (llamarla "tridentina" es un adjetivo que le cae demasiado grande y noble para ese renacimiento lefebvrista). Aquellos vejestorios de la desaparecida "Ecclesia Dei" en realidad se estaban enfocando hacia una cuestión eclesiológica más compleja y más abarcativa que lo exclusivamente litúrgico. En aquellos adoradores de antigüedades (idolatría al fin de cuentas), era en realidad resentimiento "nunca muerto" hacia la reforma de la Iglesia (no solo de la liturgia) deseada por el Concilio Vaticano II. Culpar el rito de san Paulo VI de la crisis de fe actual, no era más que clavar el puñal en el punto más débil de la sensibilidad conciliar (y en esto no me parece que hayan sido más que cobardes, discúlpame el término, pero no lo cambio, han sido cobardes) pero... Primero con SP fue el rito, luego siguió UE, luego la Escritura (ya aquí también se empezaba a dar una estocada), se publicaba luego un directorio pastoral, luego se atacaría la libertad religiosa, el ecumenismo, etc, etc. Providencialmente, todo eso ha quedado atrás y esperemos que no vuelva a aparecer.

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    1. Querido Berengario,
      me alegra tu sintonía con mi postura y, por cierto, me tranquiliza, porque conozco bien tu competencia en temas litúrgicos.
      Cuanto dices acerca de los desbordes cismáticos potencialmente contenidos en una legislación como la de Summorum pontificum, es, en mi opinión, absolutamente cierto.
      De hecho, fue confirmado por la historia posterior al 2011. Y también ha sido confirmado por lo expresado por el papa Francisco, tanto en TC, como en la Carta a los Obispos, como en DD.

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  8. Tu acertada óptica en estos artículos merece que te felicite.
    Estoy de acuerdo contigo en que el mero hecho de haberse promulgado TC (con virtudes, pero también con defectos) no es suficiente para re-encaminar la situación. Y estoy de acuerdo contigo también en que recordar, con una mirada objetiva, serena y sin prejuicios, lo que sucedía hace quince o diez años, es instructivo para conformar un juicio objetivo y duradero.
    Era necesario reaccionar al desarrollo que estaba siguiendo la legislación litúrgica hace una década, querido Filemón, y afortunadamente se ha reaccionado.
    Pero la reacción a todos esos abusos e incoherencias, para que realmente sea digna y fructuosa, debe basarse en una reflexión muy seria sobre la orientación teológica, eclesiológica y teológico-litúrgica que deben seguir los líderes romanos, para ser fieles a la Reforma querida por el Concilio. Con lo que se venía estableciendo hace doce años, las divisiones se multiplicaban, muchos creyentes se apartaban. Lo que ocurría era que faltaba el verdadero "sensus Ecclesiae" en los documentos litúrgicos. Eran textos desprovistos de justicia, de verdadera profecía y también de esa sabiduría que une espíritu, pensamiento y realidad. La indignación de aquellos años contaba con toda la razón.

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    1. Estimado Rubricarius,
      agradezco tu consenso, y me alegra haberte sido de utilidad.
      Es bien cierto lo que dices: TC no es una legislación perfecta. Ciertamente es mejor que lo dispuesto por Benedicto, aunque quizás sea demasiado estricto hacia los fieles que, si bien apegados al vetus ordo, mantienen lealtad al Papa y fidelidad al Concilio Vaticano II.
      Sin embargo, no es fácil el discernimiento entre esos fieles, quienes son los tradicionalistas (sanos tradicionalistas) y los pasadistas. Apenas creo que alcanzaría a discernirlo un párroco en su parroquia, ¡imagínate el Papa!
      Pero había que legislar, y creo que TC es mucho mejor que SP, pero no es todavía lo definitivo y perfecto. El tiempo dirá.

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  9. ¡Bien dicho padre Filemón!
    SP estaba basado en un engaño. MR1962 fue claramente derogado por reformas posteriores en el período 1964-1968 y derogado por Missale Romanum.
    Ningún partidario de SP ha producido una defensa forense de la afirmación de no-abrogación. Es interesante que incluso aquella "Instrucción" de 2011 no intentara explicar la 'no-abrogación' ni hacía la misma afirmación sino que se referia a una 'facultad' (UE, I,5) para usar el MR1962 con el indulto Quattuor abhinc años, etc.

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    1. Estimado Pius Otto,
      creo que la cuestión de la abrogación del vetus ordo se esclarece apelando a la distinción entre lex orandi divina y lex orandi eclesiástica.
      El vetus ordo del rito romano ha sido efectivamente derogado, como tú dices, por la legislación gradual producida entre 1964 y 1968, y definitivamente abrogado por la promulgación del Missale Romanum de 1969. Esto quiere decir que ha sido definitivamente derogado como lex orandi eclesiástica. Lo cual no quiere decir que no siga conservando su validez en cuanto lex orandi divina.
      Nadie puede defender jurídicamente que no haya sido abrogado eclesiásticamente el Misal tridentino (de 1962 y anteriores) en razón de la promulgación del Misal de 1969.
      Por tanto, actualmente la única lex orandi para la Iglesia del rito romano es el Misal actual, de Paulo VI y actualizaciones subsecuentes. Lo cual no obsta a que el Papa, por su autoridad, pueda conceder a su discreción, los permisos, indultos o excepciones a la ley positiva, para la celebración del anterior rito.

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