miércoles, 18 de octubre de 2023

Una interpretación modernista del Concilio Vaticano II, habitual y falsa, con la que están de acuerdo los lefebvrianos

En cierto sentido, algunas indicaciones del Concilio Vaticano II están superadas, no sin embargo porque hayan sido abandonadas, sino en el sentido de que son vividas mejor y más santamente en conformidad con las nuevas situaciones que no existían en la época del Concilio, pero siempre obviamente en continuidad con la herencia o el patrimonio inmutable de fe que ha sido consignado por Cristo de una vez y para siempre a la Iglesia para ser transmitido inalterado a toda la humanidad hasta el fin de los siglos.

----------Los polos extremistas cismáticos y heréticos que hoy, diabólicamente impulsados, no hacen más que pretender dividir a los fieles cristianos unidos al Vicario de Cristo, sin conseguirlo jamás, vienen desde hace sesenta años fraguando una falsa interpretación de los textos finales del Concilio Vaticano II, siempre infalibles en sus doctrinas de fe y moral y siempre dignos de respetuosa consideración en sus indicaciones pastorales. Presento en este artículo, a modo de ejemplo, una típica interpretación modernista de los documentos del Concilio, presentada en un artículo publicado hace más de una década. Esta misma interpretación modernista del Concilio es también la interpretación que sostienen los lefebvrianos.
----------En un artículo publicado en el L'Osservatore Romano del 12 de abril de 2013 bajo el título Un Concilio aún en camino (aquí un enlace al texto en lengua italiana), el cardenal Walter Kasper, poco más de un mes después de la renuncia del papa Benedicto XVI al solio pontificio, y de la elección del actual Romano Pontífice, afirmaba que el papa san Paulo VI, en un intento de impedir formulaciones propuestas por una mayoría progresista que le preocupaba, "involucra" a la minoría tradicionalista permitiéndole introducir alteraciones en la redacción, que atenuaban o confundían el sentido de los pasos modernizadores.
----------Si el papa san Paulo VI se había sentido en el deber de moderar la intervención de estos así llamados "progresistas", dando espacio a los tradicionalistas, quiere decir que él, con la fina intuición de la cual estaba dotado, y con el sentido de responsabilidad del Sucesor de Pedro, se había dado cuenta de la trama en marcha y de que estos sedicentes "progresistas", o que así cacareaban serlo, eran en realidad cripto-modernistas, que con sus maniobras corrían el riesgo de contaminar la pureza de la doctrina conciliar.
----------Paulo VI no fue un conservador, y ya arzobispo de Milán mostró apreciar una sana modernización de la vida de la Iglesia y de la misma vida cristiana, una exigencia, esta, que es intrínseca al cristianismo mismo, animado por ese Espíritu Santo que renueva todas las cosas y que conduce a la Iglesia en la historia a la plenitud de la verdad. Por tanto, si el "progresismo" que cacareaba dicha minoría mayoritaria (o primera minoría) le preocupaba, eso quiere decir que en realidad su progresismo era falso, y se trataba de una falsa promoción del progreso de la fe y una descriteriada asunción de la modernidad.
----------El cardenal Walter Kasper, a tenor de lo que expresa su artículo de hace diez años, parece no haber captado la sabiduría y la prudencia del papa san Paulo VI, con razón canonizado, ya que llega a afirmar que con esa intervención del Papa "se pagó un precio" con las "fórmulas de compromiso, en las cuales, a menudo, las posiciones de la mayoría se encuentran inmediatamente al lado de las de la minoría, pensadas para delimitarlas". Vale decir, si entiendo bien las palabras del Cardenal, él dice que el impulso innovador, según él, fue frenado por los conservadores, de modo que ese impulso no pudo dar todo lo que podía dar. Pero también debemos preguntarnos si estos "conservadores" no fueron luego en el fondo en esta circunstancia los custodios de la ortodoxia, considerando la importancia que a ellos les dio Paulo VI, que aprobó sus enmiendas destinadas a corregir las iniciativas de los "progresistas" filo-modernistas.
----------Según el autor del mencionado artículo del 2013, el cual casi presenta el aspecto de un programa de implementación para el inmediato futuro, estas "limitaciones" de las cuales él habla no modificaban del todo los textos originarios "progresistas", es decir -digámoslo con franqueza- modernistas, sino que los dejaban intactos, limitándose a estar al lado de ellos de una manera incongruente y contradictoria, sobrentendiendo de manera ofensiva hacia san Paulo VI la incapacidad de poner de acuerdo a los Padres del Concilio.
----------El artículo continúa explicando (y esto se desprende lógicamente de cuanto viene diciendo el autor) que, en razón de estas "fórmulas de compromiso", "los textos conciliares tienen en sí un enorme potencial conflictivo; abren la puerta a una recepción selectiva en una dirección o en la otra dirección".
----------En este artículo, el cardenal Kasper declara además que "ni siquiera la recepción oficial ha permanecido detenida. En parte, ha superado al Concilio", como diciendo, por cuanto parece, que en los documentos del Concilio las afirmaciones ortodoxas y modernistas están las unas al lado de las otras, como si luego el lector pudiera elegir aquellas que prefiera, a menos que se decida por una posición contradictoria, en actitud de doblez, sin disgustar a nadie, o aceptando posturas conflictivas en paralelo.
----------Ahora bien, ¿en qué consiste este "camino" del Concilio, según el cardenal Kasper? Parecería el camino de un borracho que a veces se sostiene de aquí y a veces se sostiene de allí: una interpretación absolutamente irrespetuosa y tendenciosa, por lo cual nos deja sorprendidos que haya encontrado la posibilidad de ser hospedado en un prestigioso periódico como L'Osservatore Romano, que por su naturaleza debería reflejar, de manera supremamente objetiva e imparcial, las enseñanzas pontificias, aclarando o defendiendo eventualmente sus posiciones, sobre todo si se trata de un acontecimiento tan importante como el Concilio Vaticano II y la participación que en él tuvo el papa san Paulo VI.
----------Con todo el respeto debido a este conocidísimo y autorizado "príncipe" de la Iglesia, como es el cardenal Walter Kasper, que durante veinte años ha sido jefe del dicasterio conductor del Ecumenismo y el diálogo interreligioso, y goza de gran fama de estudioso de la cristología, debo decir que disiento netamente de esta interpretación que él da de las doctrinas conciliares, interpretación que evidentemente niega la continuidad con la Tradición, algo que todos los Papas, desde san Juan XXIII al papa Francisco, han sostenido insistentemente, nos basta sólo con recordar la famosa fórmula de Benedicto XVI: "progreso en la continuidad".
----------Lo verdaderamente grave del nocivo contenido de ese artículo, en síntesis, es que el cardenal Walter Kasper parece insinuar que entre las doctrinas del Concilio se han infiltrado, sin embargo, ciertas tesis neo-modernistas que san Paulo VI hubiera querido impedir, pero a las cuales se habría resignado, dejándolas yuxtapuestas a las ortodoxas al "precio" de un "enorme potencial conflictivo".
----------Eso de "enorme potencial conflictivo" en los textos del Concilio, afirmado por el cardenal Kasper, tiene el mismo significado de aquello de "hubo bombas de tiempo en el Concilio", afirmado por el cismático líder iniciador de los lefebvrianos. Vale decir, la lectura que hace Kasper del Concilio Vaticano II, es la misma falsa lectura que ha sido hecha por el obispo Marcel Lefèbvre, porque si se mira más de cerca, los extremos se tocan. Todo con una diferencia: mientras el cardenal Walter Kasper acoge esto complacido considerándolo como un "progreso" o un "camino", por el contrario, el obispo Marcel Lefebvre lo lamenta como una negación de la Tradición. Pero el error de ambos es común a entrambos: ver en el Concilio un modernismo que no existe, rechazando las aclaraciones propuestas por todos los Papas del post-concilio.
----------Ahora bien, es necesario reconocer que algunas de las tesis doctrinales del Concilio Vaticano II pueden parecer ambiguas o tener un cierto sabor modernista; pero esta infundada preocupación queda disipada con una adecuada y oportuna interpretación, como lo es aquella auténtica interpretación que ha sido hecha por el Magisterio post-conciliar y por autorizados teólogos fieles a la Iglesia.
----------Insistir, como hacen algunos, en la convicción de que el Concilio contenga pasajes modernistas equivale a pensar que un Concilio pueda equivocarse cuando trata temas atinentes a la fe y a la moral. Lo cual para un católico no tiene sentido, aunque es cierto que el Concilio no contiene nuevos dogmas solemnemente definidos. En todo caso, pueden ser discutibles algunas indicaciones pastorales, en las que la Iglesia ciertamente no es infalible, pero aun así siempre merece una gran consideración.
----------Por consiguiente, la tesis del cardenal Walter Kasper, según la cual las doctrinas del Concilio Vaticano II comportarían una simple yuxtaposición mal disimulada o remendada entre opuestas tesis contradictorias, tradicionales y modernistas, es absolutamente insostenible, porque equivaldría a acusar al Concilio de herejía, dado el carácter herético del modernismo; y esto sería una señal de que san Paulo VI no fue capaz de impedir de todos modos la presencia del modernismo en el Concilio, que tanto y con razón le preocupaba, aunque él notoriamente no fuera en absoluto un atrasado conservador.
----------Si el Concilio tiene un estilo pastoral y no un tono definitorio incluso en las enseñanzas dogmáticas, esto no autoriza a nadie a tomarlas a la ligera negando su infalibilidad, porque al juzgar la autoridad de una enseñanza de la Iglesia no se debe prestar tanta atención a cómo enseña sino a lo que enseña.
----------Es necesario tener en cuenta que la definición dogmática solemne es una modalidad rarísima de la enseñanza magisterial, por lo cual no se debe tomar como pretexto o excusa el hecho de que este estilo falte en el Concilio, para acusarlo de error o de modernismo o de ruptura con la Tradición. También cuando Cristo enseñó sentado en una barca o junto a la mesa, comiendo con los suyos, y no en el templo, se trataba siempre de la Palabra de Dios, que debía ser siempre acogida con fe.
----------Es cierto que san Paulo VI, después del papa san Juan XXIII, permitió en el Concilio la presencia de Karl Rahner y de otros cripto-modernistas. ¿Hizo bien? ¿Hizo mal? Nos resulta difícil juzgar. Sin embargo, el hecho es que, como lo demuestran los estudios que se han hecho sobre la contribución de estos peritos a la asamblea conciliar, ellos ofrecieron una contribución innovadora, ciertamente, pero sustancialmente dentro de los límites de la ortodoxia. ¿Y cómo habría podido ser de otra manera?
----------Fue solamente después de clausurado el Concilio cuando Rahner, con sorprendente audacia y arrogancia, desgraciadamente sin ser censurado por la Autoridad Eclesiástica, dio rienda suelta a sus tendencias modernistas, sin ser perturbado y con gran astucia. Pero como ya había adquirido un prestigio mundial, incluso entre los obispos, también el Papa tuvo que ponerle al mal tiempo buena cara.
----------Es necesario precisar que es cierto que en el Concilio hubo un choque entre un tradicionalismo regresivo o pasadismo y un cripto-modernismo, que se disfrazaba de vestimentas progresistas, para obtener un pase o un dejar hacer; pero hay que decir también que este enfrentamiento (que en algunas circunstancias adquirió tonos ásperos y dramáticos, y preocupó profundamente a Paulo VI) pudo terminar, gracias a Dios, con acuerdos finales votados por amplísimas mayorías y ciertamente de tono progresista. El Concilio Vaticano II ha sido un Concilio profundamente innovador, pero de ninguna manera modernista, en absoluto, como temía el papa Paulo VI, que estaba notoriamente en la línea progresista maritainiana, pero en absoluto favorable para nada al modernismo, que es notoriamente una herejía condenada por san Pío X.
----------Por lo tanto, hablar de "enorme potencial conflictivo" como hacen Kasper y los modernistas, o de "bombas de tiempo", como dijo Lefebvre y dicen los pasadistas, es una ofensa gravísima a la sabiduría sobrenatural de las doctrinas del Concilio, casi como si nos encontráramos ante intrigas políticas o ante conflictos de la dialéctica hegeliana, y es, por tanto, malentender completamente los resultados equilibrados y coherentes de los debates conciliares, donde, gracias a la asistencia del Espíritu Santo, los Padres del Concilio, habiendo llegado a un fraterno acuerdo, han podido ofrecernos un conocimiento más avanzado de la Palabra de Dios sin ninguna impensable ruptura o contradicción con el patrimonio doctrinal precedente al Concilio.
----------Encontrar aquí contradicciones significa desconocer desde su raíz la sabiduría y la altura de estas doctrinas, verdadera luz para nuestro tiempo, signos indicadores del camino que hoy debe recorrer la Iglesia para encontrarse con el pensamiento moderno, confrontarlo, y aumentar el número de sus hijos. No se trata, por tanto, de hacer ninguna "recepción selectiva en una u otra dirección", sino de tomar una única dirección, un único sentido, con obvia posibilidad de opciones particulares, resultante de la armoniosa confluencia de fidelidad y progreso: esa confluencia que nos es indicada precisamente por los documentos del Concilio en su auténtica interpretación, que los Papas del post-concilio no se han cansado de proponer desde hace sesenta años a toda la Iglesia para el bien y el progreso de la Iglesia y de todos los hombres de buena voluntad.
----------Aquellos que creen que tienen que elegir en el Concilio Vaticano II entre un falso tradicionalismo que en realidad debería llamarse pasadismo o filo-lefebvrismo o "indietrismo" (como dice el papa Francisco) y un cripto-modernismo que es el falso progresismo, y no el verdadero del Concilio, no han entendido nada de las enseñanzas del Vaticano II y son sólo fautores de divisiones en lo interno de la Iglesia.
----------La recepción oficial del Concilio Vaticano II ciertamente no se ha mantenido firme o estancada, y en cierto sentido ha superado al Concilio, pero no en el sentido pretendido por el cardenal Walter Kasper, es decir, oscilando entre dos tesis opuestas y permitiendo elegir de vez en vez entre la una y la otra según las conveniencias, sino profundizando en su sabia síntesis de modernidad y tradición.
----------No sé hasta qué punto esta interpretación del Concilio dada por el cardenal Walter Kasper, que parece hecha expresamente para atizar el fuego de las polémicas entre opuestos extremismos, pueda servir a ese diálogo ecuménico o entre creyentes no-cristianos, al cual sin embargo él se ha dedicado con tanto celo muchos años. Las doctrinas de los Concilios, como dice la propia palabra Concilio: conciliare, han tenido siempre en la Iglesia una importante función pacificadora y conciliadora; y el último Concilio, siempre que sea bien interpretado y bien comprendido, no deja de cumplir esta función providencial.
----------Ciertamente, el Magisterio de la Iglesia también hoy está en movimiento, pero no para desmentir o negar la verdad de fe precedentemente enseñada, sino para guiarnos maternalmente e infaliblemente hacia una profundización cada vez mayor, siguiendo las huellas de la tradición y con la mirada puesta en metas siempre más avanzadas en el camino hacia el reino de Dios y la plenitud de la verdad.
----------En cierto sentido, algunas indicaciones del Concilio Vaticano II están superadas, no sin embargo porque hayan sido abandonadas, sino en el sentido de que son vividas mejor y más santamente en conformidad con las nuevas situaciones que no existían en la época del Concilio, pero siempre obviamente en continuidad con la herencia o el patrimonio inmutable de fe que ha sido consignado por Cristo de una vez para siempre a la Iglesia para ser transmitido inalterado a toda la humanidad hasta el fin de los siglos.

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