miércoles, 4 de octubre de 2023

El mismo valor tienen todas las cosas (2/2)

En el monismo igualitarista univocista (el cual, no nos equivoquemos, no es patrimonio solamente de posturas modernistas, sino también de tendencias pasadistas), la mente se encuentra ante un universo plano, gris, monótono, rígido y horizontal. No hay un cielo sobre la tierra, sino que todo es terrestre. Nada hay de extraordinario ni de sublime, sino que todo es banal. Nada hay de maravilloso, nada de nuevo, sino que todo se da por descontado. Siempre las mismas cosas. Un aburrimiento terrible. Nada es profundo, sino que todo está en la superficie. Nada hay que alcanzar, nada que descubrir e investigar, nada sobre lo cual progresar, sino que todo está ya conocido y claro. [En la imagen: fragmento de "Los Cosechadores", óleo sobre madera, de 1565, obra de Pieter Brueghel el Viejo, conservado y expuesto en el Museo Metropolitano de Arte, New York].

Consecuencias morales
   
----------Las consecuencias morales del igualitarismo son lógicas y comprensibles. Si sientes el impulso a dar satisfacción al sexo, ya sea heterosexual como homosexual, no tiene sentido frenarlo en nombre de una exigencia espiritual, porque el impulso sexual tiene igual dignidad que la aspiración mística. Si eres un Obispo, no debes considerarte superior al teólogo, sino que si éste contradice tu enseñanza, debes concederle plena libertad de pensamiento, porque sus ideas tienen igual dignidad que las tuyas. Si haces una comparación entre la sabiduría griega y la amazónica, no se debe decir que esta última es inferior a la primera, sino simplemente que es diferente, porque ambas tienen el mismo valor. Si se compara la vida religiosa con la vida secular, no se debe decir que la primera es superior a la segunda, sino simplemente diferente.
----------Si confrontas el alma con el cuerpo no debes decir que el alma es superior al cuerpo, porque alma y cuerpo no son más que expresiones diferentes de la misma persona. Si confrontas al hombre con el animal no debes decir que el hombre es superior al animal: es un viviente que vale tanto como tú: ¿por qué lo deberías matar? El Presidente de la República es un hombre como tú: ¿por qué debería obedecerle? Dios es una realidad cuya dignidad es igual a la tuya: ¿por qué deberías honrarle, ofrecerle sacrificios, suplicarle, obedecerle?
----------Por consiguiente, en el monismo igualitarista no existen valores morales inferiores y superiores. Tú puedes tener, ciertamente, tus preferencias. Pero no hay que adecuarse a valores superiores en nombre de los cuales renunciar a valores inferiores. Está en ti el decidir lo que quieres elegir, pues una cosa vale tanto como la otra. "Esto o aquello, para mí son iguales". Dios vale tanto como el mundo. Tú vales tanto como Dios. La carne vale tanto como el espíritu. El sexo vale tanto como la santidad. La política vale tanto como la religión. La humanidad vale tanto como yo. La Iglesia vale tanto como vale el Estado.
----------De las consecuencias que se pueden extraer de los principios metafísicos de Elizabeth Johnson se deduce que, si se confronta el pensamiento con el ser o la idea con la realidad, no se debe decir que ser y realidad son superiores al pensamiento y a la idea, porque los unos y los otros tienen el mismo valor. Si confrontas el pensar con el actuar, no debes decir que esto es mejor que aquello porque pensar es actuar y actuar es pensar. Si confrontas al hombre con Dios, no debes decir que Dios es superior al hombre porque Dios no es otra cosa que la suprema perfección del hombre.
----------Se sigue, por lo demás, que no existen grados del ser, no existen grados del saber (cf. Jacques Maritain, Les degrés du savoir, Descleé de Brouwer, Bruges 1959), grados de adiestramiento, grados de instrucción, grados de la virtud (cf. Réginald Garrigou-Lagrange, Les trois âges de la vie intérieure, Les Editions du Cerf, Paris 1939), grados de bondad, grados de santidad, grados de bienaventuranza. No hay una escala ni una jerarquía de valores, ni una jerarquía social, ni una jerarquía eclesiástica, ni una jerarquía angélica, ni dones jerárquicos del Espíritu, ni grados de participación en la vida divina. No existe un relativo que sea relativo a un absoluto. No existe un menos que derive de un más ni que tienda al más. No existe un progreso ni un crecimiento ni una mejora del menos al más.
----------En antropología y en moral, todo es aplanado, todo tiene el mismo valor, es decir, el que le quieras asignar tú. El sentido no es inferior al intelecto, sino que vale tanto como el intelecto. La imaginación no es inferior al pensamiento, sino que coincide con el pensamiento. La conciencia no sigue y no deriva del conocimiento, sino que coincide con el conocimiento.
----------El razonamiento no está ordenado a la intuición y no se basa en la intuición, sino que ésta reemplaza al razonamiento. La pasión no vale menos que la voluntad para que ésta deba dominar sobre aquella, sino que la pasión coincide con la voluntad. La razón no es inferior a la fe, tal como para estar ordenada a la fe y que ésta ilumine y purifique a la razón, sino que fe y razón coinciden.
----------Las obligaciones civiles no son inferiores a las religiosas, sino que estas últimas coinciden con aquellas. En el disponer de mis bienes no estoy obligado a servir al prójimo, porque los demás valen tanto como valgo yo. No tengo un fin superior a aquel del bien del prójimo y al bien común, o sea Dios, sino que mi fin coincide con el bien común temporal de la sociedad y el interés del Estado: somos de igual valor. Lo divino no supera a lo humano, sino que son iguales. La gracia no supera la naturaleza, sino que es su plenitud. El Reino de Dios no se trata de una cosa superior a la felicidad en esta tierra sino que coincide con ella: tiene igual valor.
----------Pero -observemos- si toda cosa tiene la misma dignidad que cualquier otra, la potencia es igual al acto, la materia es igual a la forma, la esencia es igual al ser, la sustancia es igual al accidente, el efecto es igual a la causa, los medios son iguales al fin, el hombre es igual a Dios. Toda cosa es cualquir otra, todo es igual a todo, y por tanto he aquí el panteísmo. Pero cada cosa no se distingue de toda otra, porque el principio de la distinción es el más y el menos; y he aquí la confusión del todo con todo.
----------Pero si el distinguir es imposible, entonces es imposible la propia identidad de cada cosa, de modo que desaparece el principio de no-contradicción, por lo que, de esta manera, todo es todo. También el orden requiere el más y el menos: por tanto, he aquí el desorden absoluto. El mal no existe, porque él sería un menos respecto a un más; pero si toda cosa es igual a todas las demás, no existe un menos. Por lo tanto no existe el mal. Un desastre metafísico peor que éste, no podría ser imaginado.
   
Los aspectos positivos
   
----------Sin embargo, es necesario afirmar que la instancia ecológica de Elizabeth Johnson de una conducta humana respetuosa de la naturaleza y de la vida animal y vegetal es correcta, y he justificado abundantemente en la primera parte de este artículo, el valor de su posición, aun cuando la teóloga Johnson, para satisfacer tal correcta instancia, ciertamente en consonancia con los numerosos reclamos del Santo Padre en la materia, recurra, con una sorprendente ingenuidad y carencia especulativa, a una metafísica igualitaria, monista y univocista que recuerda a la metafísica de Parménides.
----------Debemos afirmar, y con contundencia, que la jerarquización del ser y de la realidad es un hecho de la elemental experiencia, un dato de hecho, universal, básico e incontrovertible de la existencia, así como también una enseñanza fundamental de la ontología, cosmología y teología bíblicas, en absoluto condicionada por ningún dualismo griego, por lo cual la pretensión de considerar a todos los entes al mismo nivel y de igual dignidad conduce a un caos total de la organización del pensamiento y en consecuencia a la disolución del orden moral (también los animales son capaces de operar preferencias, aunque sólo sea instintivamente, entre bienes más o menos apetecibles y de renunciar a un bien inferior para salvar u obtener un bien mayor).
----------Sin embargo, digamos, sin lugar a dudas, que la instancia de Elizabeth Johnson presentada en su artículo es más que correcta. Es certísimo que Dios, creador del hombre, de los vivientes inferiores y de la naturaleza en general, en su sabia providencia y en su sabio gobierno del mundo, quiere que nosotros, las creaturas humanas, formemos con estos vivientes, especialmente aquellos que están en sintonía con el hombre, como una gran familia, con la cual estaremos en compañía incluso en el paraíso del cielo.
----------Y esta actitud de respeto debe ser extendida también a la naturaleza inanimada, de la cual, mediante la ciencia, el trabajo y la técnica, tenemos la posibilidad y el deber de recabar los medios para nuestra subsistencia y para proveer a las necesidades de las categorías humanas menos favorecidas.
----------Por otra parte estoy de acuerdo en reconocer la implícita afirmación de Elizabeth Johnson, según la cual también los animales tienen un alma, aunque se trate de un alma sensitiva, y con respecto al alma, recordemos que también las plantas tienen un alma, se entiende alma vegetativa, que merece nuestro respeto, aunque es completamente normal que ellas, junto con ciertos animales, constituyan nuestro alimento.
----------Respecto a la función del hombre en lo creado material, se debe hacer una distinción. El Génesis, al narrar la creación de la pareja primitiva, hace decir a Dios dirigiéndose a la pareja humana: "Llenen la tierra y sométanla, dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra" (Gn 1,28). Debemos decir entonces que Johnson no sólo se pone en contraste con una sana filosofía, sino también con la clara enseñanza de la  Escritura y con el dogma católico, que de ella se deriva.
----------Ahora bien, dominar la tierra no quiere decir necesariamente hacerle violencia, sino que significa que el hombre, con su inteligencia y con su voluntad, con su genialidad, creatividad e inventiva, penetrando los secretos de la naturaleza, y en el respeto de sus leyes, puede y debe valorizar y ennoblecer a la naturaleza misma, humanizarla, podríamos decir, hasta aumentar su belleza, su poder y su utilidad, mientras él mismo entra en comunión con la misma naturaleza, como inmensa familia de seres, todos en el fondo similares entre sí (he aquí la analogía metafísica del ser) y entre sí ordenados y proporcionados, porque todas las creaturas del mismo Dios son hechuras del mismo Artista, como dice correctamente Johnson.
----------Sin embargo, Johnson también olvida el hecho de que la naturaleza no es sólo madre, sino también, como decía Giacomo Leopardi, "madrastra" (Gn 3,17-18), como consecuencia del pecado original y precisamente porque el hombre ha transgredido esa subordinación de la voluntad humana a la divina, que es la garantía de la recta vida moral y de la serena y fructífera comunión del hombre con la naturaleza.
----------Es evidente, por lo demás, para la Sagrada Escritura, que para salvar el alma es necesario afrontar renuncias en el plano de la vida física, que los ángeles son ministros y guías del hombre, que el espíritu debe saber dominar la carne, que las riquezas deben servir al bien de la persona, que la vida humana está subordinada a la vida de la gracia, que el bien común es superior al bien privado individual, que los fieles deben obedecer a los pastores, los hijos a los padres y los súbditos a los gobernantes.
----------Recordamos también que la distinción entre los visibilia y los invisibilia es un artículo del Símbolo de la fe. La distinción entre alma y cuerpo, materia y espíritu, son dogmas del Concilio Lateranense IV de 1215 y del Concilio de Viennes de 1312. La superioridad de la gracia sobre la naturaleza es dogma del Concilio de Trento. La superioridad de la fe sobre la razón, y la trascendencia de Dios, son dogmas del Concilio Vaticano I. Si la Iglesia ha asumido la doctrina platónica y aristotélica de los grados del ser, no lo ha hecho porque estuviera dominada por la filosofía griega, sino a razón vista, para explicar la misma Palabra de Dios.
----------Por otra parte, la acusación hecha por Johnson a la Iglesia de haberse servido de la doctrina de los grados del ser para favorecer o promover las desigualdades sociales, el colonialismo e incluso el racismo, así como los abusos del hombre contra la mujer, es completamente injusta y calumniosa.
----------Podemos afirmar exactamente lo contrario, diciendo que no es la jerarquía del ser y por tanto la jerarquía eclesiástica y la jerarquía de los valores, sino el igualitarismo arbitrario, libertario y jacobino, compartido por Elizabeth Johnson, el responsable de las discriminaciones sociales, de los colonialismos y de los diversos racismos, por el hecho de que la injusticia se produce precisamente cuando se ignora esa escala de valores, los cuales, dando la primacía a lo espiritual, son los que garantizan la sujeción a Dios Espíritu Santo y fundan sobre Él, el orden, la concordia, la justicia social y la verdadera igualdad y fraternidad humanas.
----------El Papa, por su parte, en su predicación sobre el tema de la ecología, esclarece bien que el hombre no está en absoluto al nivel de la naturaleza, sino que, creado a imagen de Dios, creador y señor de la naturaleza, está a su vez llamado a señorearla con respeto, sobriedad, sabiduría, justicia y prudencia, imitando la sabiduría de la providencia, en el respeto de las leyes físicas, renunciando a cualquier forma de violencia destructiva, avaricia o codicia egoísta, y, todo lo contrario, dispuesto a poner en comunión con los demás los bienes que ha adquirido legítimamente mediante el trabajo. Está llamado a utilizar sus recursos, a recabar de ellos y por medio de ellos con su ingenio los medios de subsistencia material para sí y para los suyos, dispuesto a hacer partícipes de sus bienes al prójimo, especialmente si es pobre y necesitado.
   
Las consecuencias del igualitarismo
   
----------Elizabeth Johnson, ciertamente, comprende el valor de la diversidad, sobre la cual también insiste el papa Francisco, en cuanto principio de comunión y de fraternidad en la libertad. Pero la diversidad no es un principio suficiente para distinguir de modo esencial y específico unas cosas de las otras. Para ello se necesita una jerarquización, porque el ente es jerárquico. Fue éste el descubrimiento de Platón contra el monismo univocista de Parménides. Por ello, Platón introdujo los conceptos fundamentales del ideal (eidos), de la participación (méthexis), de la imagen (eikón) y de la imitación (mimesis). Aristóteles vino más tarde a perfeccionar la visión platónica con la adición de los conceptos del acto y de la potencia, de la forma y de la materia, de la sustancia y del accidente y de la analogía del ente.
----------La diversidad vale sólo entre individuos de la misma especie o en el ámbito del ser analógico, si bien también aquí el supremo analogado está por encima de los analogados inferiores. De tal modo, desde nuestra más tierna infancia (y si no lo recordamos, lo podemos ver en los niños), nuestra mente se da cuenta de que hay cosas buenas y cosas mejores, cosas mayores y cosas menores, cosas grandes y cosas pequeñas, cosas más importantes y cosas menos importantes, cosas superiores y cosas inferiores.
----------Desde muy pequeño Juancito aprende que papá es más grande que Juancito y que el trompo es más pequeño que Juancito. Juancito prefiere el helado a la sopa. Si no tomamos en cuenta estas diferencias vitales, ya no distinguimos las cosas entre sí y terminamos en un estado psíquico de indiferentismo y confusión mental universal, donde ya no entendemos nada y caemos en la completa abulia o en la total locura.
----------O bien, si ocurre que todavía mantenemos un mínimo de lucidez, que nos permita el razonar, aunque descaminadamente, terminamos en el panteísmo, según el cual la piedra tiene la misma dignidad que la planta, la planta tiene la misma dignidad que el animal, el animal tiene la misma dignidad que el hombre, el hombre tiene la misma dignidad que el ángel, el ángel tiene la misma dignidad que Dios. Una piedra vale tanto como Dios. Entonces yo -¿por qué no?- soy Dios.
----------O bien tenemos la ausencia del principio de finalidad y de causalidad, lo cual está relacionado con la negación de los grados del ser. El igualitarismo metafísico impide que la mente ascienda a Dios a partir de los grados más bajos del ser. No hace falta subir porque ya se ha llegado. No hay necesidad de corregir porque ya se es perfecto. No hay nada que completar ni añadir, porque ya está todo ahí.
----------En el monismo igualitarista univocista (el cual, no nos equivoquemos, no es patrimonio solamente de posturas modernistas, sino también de tendencias pasadistas), la mente se encuentra ante un universo plano, gris, monótono, rígido y horizontal. No hay un cielo sobre la tierra, sino que todo es terrestre. Nada hay de extraordinario ni de sublime, sino que todo es banal. Nada hay de maravilloso, nada de nuevo, sino que todo se da por descontado. Siempre las mismas cosas. Un aburrimiento terrible. Nada es profundo, sino que todo está en la superficie. Nada hay que alcanzar, nada que descubrir e investigar, nada sobre lo cual progresar, sino que todo está ya conocido y claro.
----------La mente, con el ojo fijo como el de un pez, se detiene inmóvil simplemente en el ser, no hay nada más que el ser; ser que no se refiere a una causa y no apunta a un fin, no participa de nada superior y por lo tanto se presenta como un absoluto unívoco y equívoco al mismo tiempo, que bloquea y al mismo tiempo confunde la inteligencia en la niebla del sinsentido, en la negación de todos los valores morales y en la licencia dada a la libertad humana para convertirse en árbitro del bien y del mal más allá y por fuera de cualquier referencia moral que no sea el arbitrio de la propia voluntad. Cualquier progreso o mejora moral se vuelve imposible porque no hay defectos que corregir ni vacíos que llenar y todo acto es bueno sin poder ser mejor.
----------Pero no existe ni siquiera un retroceso, porque así como no se pasa de lo menos a lo más, tampoco se pasa de lo más a lo menos. El mal, la miseria, la carencia, no existen. Si el pecado es el hacer un menos en lugar del más o hacer un más en lugar de lo menos, no existe ni siquiera el pecado.
----------Resulta sorprendente cómo esta teóloga, con estas ideas, se presente simultáneamente como convencida sostenedora de la doctrina de la creación e intérprete del pensamiento del Santo Padre, puesto que si hay un Papa que, en la línea del Concilio Vaticano II y en la historia del magisterio pontificio, insiste con abundancia de argumentos y apasionada convicción sobre el significado teológico y sobre la importancia moral de la relación del hombre con la naturaleza, recordándole su responsabilidad de señor de lo creado cual imagen y representante de Dios creador, éste es el precisamente el papa Francisco.
----------En definitiva, la doctrina de la creación es la apología de la metafísica, del valor y de los grados del ser, de la distinción jerárquica de las esencias de la ascensión al Dios Altísimo de todas las cosas y del descenso desde Él de todas las cosas, extraídas por Él de la nada, así como es la apología de la sabiduría y de la omnipotencia de Aquel Que Es, cuyo Hijo encarnado ha dicho Yo Soy a fin de que por su misericordia y nuestro arrepentimiento podamos ser liberados de nuestros pecados y ascender de la tierra al cielo.

4 comentarios:

  1. Estimado padre Filemón, usted escribió:
    "No hace falta subir porque ya se ha llegado. No hay necesidad de corregir porque ya se es perfecto. No hay nada que completar ni añadir, porque ya está todo ahí".
    "La mente se encuentra ante un universo plano, gris, monótono, rígido y horizontal. No hay un cielo sobre la tierra, sino que todo es terrestre. Nada hay de extraordinario ni de sublime, sino que todo es banal. Nada hay de maravilloso, nada de nuevo, sino que todo se da por descontado. Siempre las mismas cosas. Un aburrimiento terrible. Nada es profundo, sino que todo está en la superficie. Nada hay que alcanzar, nada que descubrir e investigar, nada sobre lo cual progresar, sino que todo está ya conocido y claro".

    ¿Por qué estas sombrías imágenes sobre el monismo y sobre el igualitarismo, que es una fijeza sin posibilidad de crecimiento o progreso, me recuerdan lo que, en última instancia, debe ser el pasadismo, especialmente en ámbito litúrgico?
    Al parecer el tema de este artículo no tiene nada que ver con el pasadismo litúrgico.
    Sin embargo, tengo la impresión de que son las mismas imágenes oscuras y lúgubres que los no-cristianos o los no-católicos ven en una misa tridentina, a la que la gente se limita simplemente a "asistir", a un "servicio" o "función", absortos y detenidos en el tiempo...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Ernesto,
      el acercamiento o comparación que haces entre la visión de la teóloga Johnson y la impresión que produce en algunos la Misa vetus ordo no me parece acertada.
      De hecho, Johnson incluso presenta una visión de la existencia, y en modo particular de la relación del hombre con la naturaleza, que suscita una impresión de miseria, en cuanto que, al eliminar los grados del ser, todo se aplana y el hombre se rebaja al nivel del animal.
      Por el contrario, la impresión que puede dar la Misa vetus ordo puede ser, a lo sumo, la de un rito ciertamente digno, pero que, en comparación con el Novus Ordo Missae de 1969 y actual, se muestra carente en lo que respecta al aspecto comunional, pascual, escatológico, escriturístico y ecuménico.
      La Misa novus ordo, que conserva plenamente la Tradición católica, si es celebrada según las Normas Litúrgicas y con auténtico espíritu religioso, suple todas estas carencias, por lo cual se justifica que hoy el Papa haya expresado decididamente su voluntad de que todos los Católicos en los días festivos, nos reunamos en torno al altar con el Misal Romano del Novus Ordo de 1969 y actualizaciones posteriores.

      Eliminar
  2. Estimado padre Filemón,
    usted ha afirmado:

    "Es certísimo que Dios, creador del hombre, de los vivientes inferiores y de la naturaleza en general, en su sabia providencia y en su sabio gobierno del mundo, quiere que nosotros, las creaturas humanas, formemos con estos vivientes, especialmente aquellos que están en sintonía con el hombre, como una gran familia, con la cual estaremos en compañía incluso en el paraíso del cielo".

    ¿Estaremos en el cielo en compañía de los gatos, perros, canarios, caballos y vacas... que nos han acompañado en nuestra vida?...
    ¿Cuál es el fundamento para su afirmación?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimada Nadia,
      ante todo, te hago notar que no faltan pasajes bíblicos, particularmente neotestamentarios, a tener en cuenta en una reflexión sobre los datos revelados que pueden servirnos para responder a lo que preguntas. Bastaría con señalar ante todo aquel pasaje del libro del Génesis en el que se relata la creación del mundo: "Dios vio cuanto había hecho, y he aquí que era muy bueno" (Gén 1,31), sin omitir todas aquellas referencias bíblicas a la infinitud del poder divino, creador y providente, sin excluir naturalmente las propias expresiones de Nuestro Señor Jesucristo, como aquella de: "yo os digo que de estas piedras Dios puede hacer surgir hijo de Abraham" (Lc 3,8).
      Por lo demás, la pregunta que planteas está más que justificada en ámbito teológico, y que de ninguna manera hace falta ser "animalista" en el sentido político moderno, ni vegetariano ni vegano, para apreciar el valor de plantearse al menos la cuestión teológica de la existencia de las creaturas inferiores al hombre en los "nuevos cielos y nueva tierra", dado que no se trata de mera curiosidad el preguntarse, por ejemplo, qué cosa pensaba Jesús de las criaturas de Dios distintas e inferiores a los hombres, como es el caso de los animales y las plantas. La constatación que, como respuesta a dicha pregunta, ante todo debería surgir en nuestra mente, es que Nuestro Señor Jesucristo no podía sino amar y admirar lo creado, por ser obra de Su Padre que, por lo pronto, había quedado satisfecho, tal cual lo testimonia el texto que antes cité del libro del Génesis.
      Te recomiendo que repases sobre todo los testimonios neotestamentarios referidos a las creaturas inferiores al hombre, su relación con Cristo y las referencias que hacia ellos hace el Señor: son muchos textos y significativos, desde el buey y el asno del Belén, hasta el asno de la entrada en Jerusalén al inicio de la pasión.
      ¿Qué decir entonces acerca de la resurrección de la vida física, vegetal y animal, como partes del mundo redimido por Cristo? Pues bien, alguna vez el papa san Paulo VI consoló a una niña que lloraba la muerte de su perrito diciéndole: "No te preocupes, que volverás a encontrártelo en el cielo".
      Ahora bien, sin embargo la Sagrada Escritura nos promete una tierra nueva como efecto de la resurrección de Cristo (Sal 104,30; Is 65,17; 66,22; 2 Pe 3,13; Ap 22,1). Pablo, por su parte, habla de una nueva creación: "Toda la creación sufre y gime con dolores de parto" (Rom 8,22). Pero evidentemente los vivientes infrahumanos, creados por Dios, forman parte de la naturaleza física. Pablo habla de una resurrección de la entera creación. Por eso, no hay motivo para creer que en la resurrección, la vida física infrahumana no ha de existir. No es creíble que el mundo de la futura resurrección, que será mucho más rico que el paraíso terrenal, que también contenía animales y plantas, deba ser menos rico debido a su ausencia.

      Eliminar

Comentarios sin debido respeto hacia la Iglesia y las personas, serán eliminados. Se admiten hasta 200 comentarios por artículo.