domingo, 29 de octubre de 2023

Los límites del dogma (diálogo con los lectores)

El problema consiste en preguntarnos de dónde recabamos personalmente las verdades de nuestra fe y qué criterio seguimos para identificarlas. Deberíamos tener presente que existen diferencias, de hecho existen contrastes, entre el catolicismo, el protestantismo, el lefebvrismo y la ortodoxia oriental. Por eso, si una determinada confesión cristiana sostiene una tesis y otra confesión la niega, no pueden ser entrambas tesis verdaderas, sino que existirá el problema de saber cuál de las dos tiene razón. [En la imagen: fragmento de un Icono que representa al Emperador Constantino y los padres del Concilio de Nicea, del año 325, con el texto en griego del Símbolo niceno-constantinopolitano del año 381 en su forma litúrgica].

----------Los diálogos que frecuentemente sostengo con los lectores del blog, en su mayor parte resultan útiles para eliminar las dudas, esclarecer los equívocos que pueden surgir tal vez de algunas expresiones mías no del todo adecuadas, y sobre todo para responder las preguntas que los lectores formulan, a veces objetando de modo muy crítico el contenido de mis publicaciones. En estos últimos casos, al responder a lectores cuyo ánimo no suele manifestarse sereno y cuyas expresiones a veces bordean las fronteras de lo inadmisible en una conversación entre personas supuestamente educadas y civilizadas, procuro dejar a un lado las alusiones personales, para centrarme simplemente en el tema discutido, respondiendo de modo sereno y manteniéndome en el estricto plano teórico (racional o de fe, según se trate), sin caer en la tentación de hacer alusiones personales que podrían dificultar el acceso a la verdad sobre lo que se está discutiendo.
----------Mis diálogos con los lectores en el foro de este blog o a través del correo electrónico o de la página de facebook, a veces alcanzan un volumen que puede justificar una publicación como la que hago ahora, reuniendo una serie de preguntas que me hicieron un par de lectores a mi artículo de hace alrededor de un mes: Integrismo católico e infalibilidad del Magisterio, del pasado 30 de septiembre. De modo que ahora publico, juntas, las preguntas de los lectores, y mis respuestas, todas ellas referentes a lo que podríamos llamar la cuestión de los límites del dogma, vale decir, la definición de lo que en la Iglesia se llama dogma, su infalibilidad, y los grados de fuerza de las enseñanzas doctrinales inequívocas de la Iglesia.
----------1. Un lector ha preguntado: "Al explicar el 'tercer grado' de infalibilidad de los documentos magisteriales, en el documento del papa San Juan Pablo II (Ad tuendam Fidem) y la nota adjunta de la Congregación para la Doctrina de la Fe, no se dice que el Papa goce de infalibilidad en ese tercer grado. En todo caso, se deduce lo contrario: porque entiendo que el magisterio ordinario del Sumo Pontífice o el de los Obispos no es en sí mismo infalible. ¿Estoy en lo cierto o no?".
----------Respondo al respecto, diciendo que, el atributo de la infalibilidad, es usado por el magisterio de la Iglesia en referencia a dos cosas. En primer lugar, se refiere a la autoridad del Sumo Pontífice cuando, como Maestro universal de la fe, proclama de manera solemne un nuevo dogma para la Iglesia. En segundo lugar, expresa la verdad de un dogma solemnemente definido, que debe ser creido con fe divina. He aquí que tenemos el primer grado de autoridad de las doctrinas.
----------En el tercer grado, en cambio, la Iglesia enseña siempre una verdad de fe o conexa con la fe, pero no usa el atributo de la infalibilidad. Sin embargo, esto no significa en absoluto que a este nivel el magisterio pueda cometer errores o pueda cambiar. Se trata sólo del grado mínimo de autoridad, a la cual debemos prestar el obsequio religioso de nuestra inteligencia, aún cuando no se ponga en juego la fe divina.
----------Pero se debe tener en cuenta que, incluso a este nivel del tercer grado de fuerza, la Iglesia nunca se desmiente ni se contradice nunca. Estas verdades del tercer grado suelen ser enseñanzas nuevas, las cuales un día de mañana, mejor profundizadas, podrían ascender al segundo grado o incluso al primero. Ejemplos de este tipo los encontramos en las nuevas doctrinas del Concilio Vaticano II.
----------2. El mismo lector de la pregunta anterior, continuaba de este modo el diálogo: "Gracias por su aclaración. Sin embargo, me gustaría insistir en un punto de mi comentario. Lo que digo es que el magisterio no definitivo (ordinario y auténtico) es, por definición, no infalible; ergo, es falible. Este es el magisterio que presenta en el tercer lugar la Nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe (a la que se refiere junto con Ad tuendam Fidem de San Juan Pablo II), grado al cual corresponde, por parte de los fieles, 'el obsequio del intelecto y de la voluntad': tal obsequio u homenaje se debe sólo a lo que no está infaliblemente propuesto. La Nota habla sólo de dos niveles de enseñanzas infalibles, no de tres. Y a esos dos les corresponde el asentimiento de fe, pero no al tercero, que no es definitivo. ¿Me equivoco en lo que digo?".
----------Respondo al respecto diciendo que, en el número 10 de la Nota doctrinal, a propósito del tercer grado, el Documento dice simplemente que se trata de enseñanzas que el Magisterio "no pretende proclamar con acto definitivo". No habla de infalibilidad. Pero esto no significa que no se trate de verdades de fe y de moral, porque así se dice explícitamente. Y esto es lo que realmente interesa.
----------Y está claro que, tratándose siempre de verdades de fe, y por tanto siendo como son siempre verdades inmutables, no podría nunca suceder que hoy sean verdaderas y un día de mañana pudieran llegar a ser falsas, o que hoy sean falsas doctrinas que ayer fueron verdaderas.
----------Por consiguiente, el atributo de la infalibilidad es un atributo que la Iglesia reserva sólo para las doctrinas del Primer Grado. Pero el hecho de que este atributo falte en el Tercer Grado no significa en absoluto que se trate de doctrinas que puedan ser falsificadas o equivocadas o que puedan ser cambiadas.
----------Por otra parte, incluso el hecho de que estas doctrinas del Tercer Grado no sean proclamadas definitivas no quiere decir que no lo sean, siempre debido al hecho de que, tratándose de verdades inmutables, es evidente que su definición no puede llegar a cambiar y que por tanto se trata de verdades definitivas. Los ejemplos se pueden encontrar en el mismo documento.
----------Como he explicado líneas arriba, los ejemplos de verdades, tanto del Tercer Grado como del Segundo Grado, se pueden encontrar en las nuevas doctrinas del Concilio Vaticano II.
----------3. Un nuevo lector focalizó su atención en el concepto de "dogma" y, en consecuencia, a lo que debe o no considerarse herejía, por contraposición al dogma católico. Transcribo a continuación su extenso comentario, y luego hago un elenco de sus diferentes pasajes, respondiendo a cada uno de ellos:
----------"El punto me parece este. Si por dogma entendemos la proposición que expresa una verdad revelada, todos estamos de acuerdo en que ésta es inmutable, cierta, etc. Sin embargo, nuestra capacidad para conocer el dogma y comunicarlo a través de fórmulas dogmáticas (que son frases específicas que intentan expresar la tal proposición) es otra cuestión. Ahora bien, el hereje puede ser entendido como aquel que culpablemente va en contra del dogma. O puede ser entendido como alguien que va en contra de lo que se considera conocer como dogma (contra una cierta fórmula dogmática de una cierta Iglesia como la Iglesia católica con las fórmulas de sus concilios). En este segundo caso, el ser hereje deviene una cosa relativa. Por ejemplo, cualquier católico puede ser considerado hereje a los ojos de un ortodoxo particularmente conservador (de hecho, conozco a muchos ortodoxos que piensan así). Queda por ver si esto también es herético en el primer sentido: depende de cuál sea el dogma verdadero, cuál es realmente el hecho de Dios que hace que la proposición sea verdadera. En efecto, estoy bastante seguro de que cualquiera que afirme algo en contexto religioso, lo hace porque está realmente seguro de ello. Por consiguiente: ¿qué satisfacción hay en ser hereje? Hereje en el segundo sentido, es decir, en el serlo a los ojos de una cierta iglesia, en ir contra las fórmulas de una específica iglesia, da satisfacción porque se está seguro de no ser tan hereje en el primer sentido (de no ir contra el dogma, y ​​el hecho que lo hace verdadero), da satisfacción se sostiene la verdad o al menos lo que uno considera que es más probable que sea verdad, la mejor de todas las creencias alternativas posibles. ¿Qué satisfacción tengo yo en el creer que María no fuera biológicamente virgen, y que Jesús tuviera realmente hermanos de sangre? Mi satisfacción es Cristo, que es la verdad. Tengo satisfacción por el hecho de que creo verdadera y profundamente que esta sea la verdad, y que sea lo que la Escritura revela incuestionablemente y la más probable verdad histórica, y también estoy seguro de que esto me hace ser más auténticamente cercano a Cristo. ¿Cómo podría entonces no sostenerlo? Por lo demás, no ando diciendo 'soy católico', 'soy protestante', 'soy ortodoxo' o cualquier otra cosa: yo simplemente respondo lo que creo cuando me preguntan sobre lo que creo, y luego los demás dirán 'para mí es esto', 'para mí es esto otro'. Sobre qué base entonces yo creo lo que creo, respondería lo mismo que si me preguntaran sobre qué base creo que la tierra gira alrededor del sol: el conocimiento es una cosa compleja pero es una sola cosa, hay varios caminos para conocer pero todo pertenece a un mismo proceso, a una misma teoría (cuál sea esta, entonces, bueno, luego podemos hablar)".
----------A continuación, separo los diversos pasajes del comentario, y los respondo:
----------3.1"El punto me parece este. Si por dogma entendemos la proposición que expresa una verdad revelada, todos estamos de acuerdo en que ésta es inmutable, cierta, etc. Sin embargo, nuestra capacidad para conocer el dogma y comunicarlo a través de fórmulas dogmáticas (que son frases específicas que intentan expresar la tal proposición) es otra cuestión".
----------Respondo: Me parece que en principio no podemos expresar un dogma con nuestras propias palabras, porque se trata de materias muy delicadas, que van más allá de la comprensión de nuestra razón, por lo cual la Iglesia misma se preocupa por expresar las nociones dogmáticas con el lenguaje adecuado.
----------De hecho, san Agustín de Hipona dice que la Iglesia es como una buena madre que enseña a hablar a su hijo. Lo que podemos hacer es explicar el significado de los conceptos y de las palabras, porque estos son conceptos usualmente inusuales y términos técnicos que a la gente común les puede resultar muy difícil de entender. Es bueno tener presente lo que aquí indico como "gente común": por ejemplo, hay serias estadísticas que indican que el argentino promedio maneja un total de apenas 300 palabras en su habla cotidiana, y la cifra se reduce a tan sólo 240 en el caso de los argentinos jóvenes. Imaginemos entonces el nivel de ambigüedad que existe en un modo de hablar de tal género. ¿Puede entender con precisión el lenguaje técnico del dogma católico una persona que apenas maneja de modo habitual tan sólo 300 palabras?
----------Tomemos por ejemplo el concepto de transubstanciación. Este concepto expresa en modo dogmático lo que sucede en el momento de la consagración del pan y del vino en la Misa. ¿Podríamos usar un término diferente para expresar este misterio, con palabras nuestras? Por ejemplo, se podría decir que el pan y el vino se transforman en el Cuerpo y en la sangre del Señor.
----------Sin embargo, dado que la Iglesia ha elaborado el mencionado concepto, lo mejor que se puede hacer es explicarlo al menos a aquellos que puedan entenderlo.
----------3.2. "Ahora bien, el hereje puede ser entendido como aquel que culpablemente va en contra del dogma. O puede ser entendido como alguien que va en contra de lo que se considera conocer como dogma (contra una cierta fórmula dogmática de una cierta Iglesia como la Iglesia católica con las fórmulas de sus concilios)".
----------Respondo al respecto, diciendo que el hereje que voluntariamente y obstinadamente rechaza el dogma católico, ciertamente es culpable, y aquí tenemos la llamada herejía formal. En cambio, se puede dar el caso de cristianos, como los ortodoxos orientales, los cuales de buena fe no aceptan como dogma por ejemplo la Inmaculada o la Asunción. Son los llamados herejes materiales.
----------Hago presente que el dogma no es una opinión relativa a diferentes comunidades cristianas no católicas. Sino que es, como usted mismo ha reconocido, una interpretación hecha por la Iglesia Católica de la Palabra de Dios. Es claro que nosotros, en cuanto católicos, consideramos como verdadera interpretación del mensaje de nuestro Señor Jesucristo aquellos que son los dogmas de la Iglesia Católica.
----------En consecuencia, la negación de los dogmas católicos presente en los cristianos no-católicos, la consideramos herejía en sentido lato. El hereje propiamente dicho, según el Derecho Canónico, es el católico que se rebela al dogma y lo niega voluntariamente y obstinadamente. Incluso un católico, que,  por ignorancia invencible rechaza un dogma, puede ser considerado hereje material.
----------3.3. El lector inmediatamente afirma: "En este segundo caso, el ser hereje deviene una cosa relativa. Por ejemplo, cualquier católico puede ser considerado hereje a los ojos de un ortodoxo particularmente conservador (de hecho, conozco a muchos ortodoxos que piensan así)".
----------Respondo al respecto diciendo que es cierto que nosotros, los católicos, que creemos en el Filioque, somos considerados herejes por nuestros hermanos ortodoxos orientales. Sin embargo, el dogma es una cuestión de verdad, y la verdad no puede coexistir con lo opuesto a la verdad. Por lo tanto, entre la posición de nosotros los católicos y la de los ortodoxos, debemos elegir. Los católicos sabemos que el dogma no es una opinión, y por eso podemos decir con razón que el rechazo del Filioque es una herejía.
----------En efecto, el dogma católico no es más que una formulación que consiste en la interpretación infalible por parte de la Iglesia Católica de las palabras de Cristo, palabras que son verdad absoluta, que por lo tanto se trata de verdad que no pasa, sino que permanece para siempre.
----------Por tanto, si entre los cristianos existen interpretaciones divergentes de los dogmas o de las enseñanzas de Cristo, esto no significa que no exista una verdad cristiana objetiva e inmutable, sino que es simplemente el signo de la fragilidad humana, que tiende a relativizar aquello que es absoluto y a decidir por si misma lo que es verdadero en el campo de la fe, sin escuchar el magisterio de los sucesores de los Apóstoles, únicos ministros de la Palabra, enviados por Jesucristo para evangelizar el mundo entero.
----------3.4. A continuación el mismo lector expresa: "Queda por ver si esto también es herético en el primer sentido: depende de cuál sea el dogma verdadero, cuál es realmente el hecho de Dios que hace que la proposición sea verdadera. En efecto, estoy bastante seguro de que cualquiera que afirme algo en contexto religioso, lo hace porque está realmente seguro de ello".
----------Respondo: Indudablemente existe en algunos casos el problema de saber si una proposición es o no es un dogma católico. Es necesario, en precedencia, ver qué entendemos por dogma católico. Si por dogma entendemos una proposición solemnemente definida por la Iglesia como contenida en el depósito de la fe, entonces tenemos el dogma en el sentido estricto de la palabra.
----------En cambio, por dogma católico nosotros también podríamos acaso entender simplemente una enseñanza doctrinal de la Iglesia, aunque no definida por la Iglesia.
----------3.5. "Por consiguiente: ¿qué satisfacción hay en ser hereje? Hereje en el segundo sentido, es decir, en el serlo a los ojos de una cierta iglesia, en ir contra las fórmulas de una específica iglesia, da satisfacción porque se está seguro de no ser tan hereje en el primer sentido (de no ir contra el dogma, y ​​el hecho que lo hace verdadero), da satisfacción se sostiene la verdad o al menos lo que uno considera que es más probable que sea verdad, la mejor de todas las creencias alternativas posibles".
----------Respondo: Ser hereje es una cualificación que tiene un valor objetivo. Y la autoridad encargada por Cristo para decidir quién es hereje y quién no lo es, es el magisterio de la Iglesia Católica.
----------Puede suceder que se me acuse de ser hereje por parte de quien no ha entendido lo que intento decir o que a su vez la persona misma que me acusa sea un hereje. En este caso, esta falsa acusación, por muy desagradable que me resulte, al fin de cuentas no me afecta, porque sé que ella es falsa.
----------Pero puede suceder que yo sea hereje verdaderamente en cuanto que por orgullo o por conveniencia me opongo a una verdad católica que sé que es verdad, pero como me molesta y me fastidia, finjo hablar en nombre de la libertad de conciencia, hago el papel de víctima o tal vez me siento inspirado directamente por el Espíritu Santo para sostener tesis contrarias, que satisfacen mis deseos o intenciones contrarias a la voluntad de Dios, como pueden ser el apego al vicio o la voluntad de prevalecer sobre los demás o el deseo de una gloria mundana o la satisfacción de mis bajos deseos.
----------3.6. "¿Qué satisfacción tengo yo en el creer que María no fuera biológicamente virgen, y que Jesús tuviera realmente hermanos de sangre? Mi satisfacción es Cristo, que es la verdad. Tengo satisfacción por el hecho de que creo verdadera y profundamente que esta sea la verdad, y que sea lo que la Escritura revela incuestionablemente y la más probable verdad histórica, y también estoy seguro de que esto me hace ser más auténticamente cercano a Cristo. ¿Cómo podría entonces no sostenerlo?".
----------Respondo: Yo no puedo estar verdaderamente satisfecho con Cristo, y Cristo no puede estar satisfecho conmigo, si no creo en sus enseñanzas, que me vienen transmitidas por la Iglesia. Ahora bien, que Nuestra Señora sea virgen antes, durante y después del parto, es una verdad de fe que ciertamente Cristo no ha anunciado nunca en modo explícito. Indudablemente, es una deducción que ha hecho la Iglesia al reflexionar sobre las palabras que María dijo al ángel: "No conozco hombre".
----------Podríamos preguntarnos en qué sentido este dogma católico es una verdad salvífica. ¿Qué significa la virginidad de Nuestra Señora? Significa simplemente afirmar la divinidad de Jesucristo. En efecto, ella no ha concebido de semen masculino, sino que ha concebido por obra del Espíritu Santo. ¿Qué quiere decir esto? Que en el seno de María tuvo lugar el Misterio de la Encarnación, es decir, la Persona del Hijo de Dios ha asumido una naturaleza humana de María uniéndola hipostáticamente a Sí misma. En tal modo Jesucristo es verdadero Dios y también verdadero hombre. Y María es Virgen y Madre de Dios.
----------3.7. Dice el lector a continuación: "Por lo demás, no ando diciendo 'soy católico', 'soy protestante', 'soy ortodoxo' o cualquier otra cosa: yo simplemente respondo lo que creo cuando me preguntan sobre lo que creo, y luego los demás dirán 'para mí es esto', 'para mí es esto otro'."
----------Respondo: El problema de la confrontación entre el ser católico o ser protestante o ser ortodoxo se refiere al problema de conocer íntegramente todas las enseñanzas de Cristo. Yo soy católico, porque me he dado cuenta de que la plenitud de la verdad enseñada por Cristo se encuentra en la Iglesia Católica. Si bien he notado que en la fe de nuestros hermanos protestantes y ortodoxos hay lagunas o incluso herejías.
----------¿Y cómo me he dado cuenta? Mediante el estudio directo de la Escritura, haciendo uso de una sana filosofía y considerando la interpretación que la Iglesia Católica da de las enseñanzas de Cristo.
----------En los otros hermanos cristianos separados de la Iglesia, he notado grandes valores cristianos, mezclados sin embargo, como he dicho, con lagunas y herejías. Por eso yo me atengo a considerarme católico, porque es en el catolicismo donde yo he encontrado la plenitud del cristianismo.
----------Ahora entonces, si me preguntan en qué creo, no tengo problema en declararme católico por los motivos que he mencionado anteriormente. Sin embargo, quisiera dirigirme a usted preguntándole de dónde recaba sus verdades de fe y qué criterio sigue para identificarlas. También usted debería saber bien que existen diferencias, de hecho existen contrastes, entre el catolicismo, el protestantismo, el lefebvrismo y la ortodoxia.
----------Por eso, si una determinada confesión cristiana sostiene una tesis y otra confesión la niega, no pueden ser entrambas tesis verdaderas, sino que existirá el problema de saber cuál de las dos tiene razón. Por otra parte quisiera recordarle que la verdad de la fe no es una opinión subjetiva, basada en un "en mi parecer", así como podríamos decir que "en mi opinión" es mejor un gobierno de derecha o de izquierda, o un candidato u otro en un ballotage, sino que se trata de datos objetivos y por lo tanto de valor universal.
----------3.8. Finalmente dice el lector: "Sobre qué base entonces yo creo lo que creo, respondería lo mismo que si me preguntaran sobre qué base creo que la tierra gira alrededor del sol: el conocimiento es una cosa compleja pero es una sola cosa, hay varios caminos para conocer pero todo pertenece a un mismo proceso, a una misma teoría (cuál sea esta, entonces, bueno, luego podemos hablar)".
----------Respondo al respecto, diciendo que estoy de acuerdo en que, al fin de cuentas, el conocer es siempre conocer, es decir, captar algo objetivo independiente de nosotros, ya se trate de conocer la relación de la tierra con el sol, o de conocer quién es Jesucristo.
----------Sin embargo, usted estará de acuerdo conmigo en que también hay una gran diferencia entre estas dos formas de conocimiento, porque en el primer caso, es suficiente un saber verificable con la experiencia y formulable matemáticamente; mientras que en el segundo caso, para conocer quién es Jesucristo, en cambio, se requerirá un nivel de conocimiento mucho más elevado, lo que supone la capacidad de conocer realidades espirituales, no sólo eso, sino de conocer una realidad personal, la cual es la de Jesucristo, de la que no podemos conocer la verdad si no estamos iluminados por la fe.

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