sábado, 14 de octubre de 2023

El limbo: una cuestión resuelta por el papa Francisco (2/3)

¿Qué es lo que impedía hasta ahora al Magisterio de la Iglesia reconocer explícitamente que la misericordia de Dios, más amplia que cuanto hasta ahora se había pensado, alcanza también a los niños que mueren sin el Bautismo, ya que Dios quiere salvar a todos los hombres y, por lo tanto, ofrece la gracia a todos, salvo el caso que ellos mismos la rechacen? ¿Pero, entonces, cómo puede un niño que todavía no tiene el uso del libre albedrío rechazar la gracia? Esto, finalmente, ha sido visto claro por la Iglesia, y es lo que está en el fundamento de la reciente decisión magisterial del papa Francisco de beatificar a un niño muerto en el seno de su madre. [En la imagen: fragmento de "Descenso de Cristo al limbo", óleo sobre lienzo, de alrededor de 1655, obra de Alonso Cano, conservado y expuesto en el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles, USA].

Argumentos a favor del limbo
   
----------Como he dicho antes, mi intención es, por el momento, repasar las enseñanzas de la Iglesia con respecto a la salvación de los niños muertos sin el bautismo, sin tener en cuenta todavía la reciente clarificación dogmática del papa Francisco sobre esta materia, implicada en la beatificación del niño polaco en el seno de su madre, séptimo hijo del matrimonio de Jozef y Wiktoria Ulma, beatificados junto a sus otros seis hijos, el pasado 10 de septiembre. Ciertamente el magisterio nunca había desaprobado abiertamente la teoría del Aquinate, pero tampoco la había apoyado con su autoridad infalible. Tampoco había condenado jamás a quienes sostenían que el limbo era una simple hipótesis o una opinión teológica. Había permitido, sí, como informa el padre Harrison en su artículo del 2006 en la revista Divinitas, que el cardenal Camillo Mazzella [1833-1900] afirmara que fuera de fe, pero esta no era más que una opinión personal del cardenal Mazzella.
----------Por su parte el papa Pío VI, interviniendo en 1794 contra el Sínodo de Pistoya, de 1786, no dice que el limbo exista, sino simplemente que no es una fábula pelagiana y no es un estado intermedio entre el cielo y el infierno, exista o no el limbo, así como yo puedo decir que no es cierto que el minotauro tenga busto de simio: pero esto no quiere decir que yo afirme la existencia real del minotauro. Una cosa es el concepto de una cosa y otra cosa distinta es decir que esa cosa existe. El papa Pío VI defiende el correcto concepto del limbo, pero no por eso reconoce su existencia. Y cabe señalar también la censura que Pío VI pone a este error: ofensivo para las escuelas católicas; es decir, no ofende un dogma, sino una doctrina permitida en las escuelas católicas. Pero esto no significa que lo que aquí se enseña sea siempre dogma.
----------En resumen, acerca de la cuestión de si el limbo existe o no existe, se trataba hasta ahora de una cuestión libremente debatida en teología, cuestión difícil y muy misteriosa. Estaba permitido sostenerla, como estaba permitido impugnarla, siempre y cuando, por supuesto, todo se hiciera con serios argumentos. Y si alguna aclaración se ha venido por cierto haciendo en las últimas décadas sobre esta cuestión por parte del Magisterio de la Iglesia, esta no ha ido, en mi opinión, en el sentido sostenido por Harrison, sino al contrario, en el sentido de enseñar que todos los niños muertos sin bautismo van al cielo.
----------Ha sucedido varias veces en la historia de la teología o de la moral que el Magisterio ha permitido que persistieran durante largos siglos concepciones o costumbres que parecían respetables o conformes con la fe, sin por ello dogmatizar al respecto. Piénsese, por ejemplo, en la subordinación de la mujer al hombre, en la segregación de los judíos, que eran considerados castigados y malditos por haber matado al Mesías, piénsese en las cruzadas, en la pena de muerte para los herejes, en las guerras de religión. En cierto momento, gracias a una maduración de la conciencia moral o a una mejor lectura del Evangelio, la Iglesia ha intervenido para poner fin a tales creencias o a tales prácticas o a tales tradiciones humanas. Algo similar ha venido sucediendo en las últimas décadas por cuanto respecta al limbo.
----------Existen creencias difundidas entre los teólogos o entre el pueblo, que no son impedidas por el Magisterio, así como tampoco son dogmatizadas, sino que simplemente el Magisterio deja que subsistan incluso durante siglos, hasta que en un cierto momento se hace claridad, y entonces o caen o, al contrario, como ha sucedido con ciertas creencias mariológicas, llegan a ser dogmatizadas o canonizadas.
----------Hay que tener presente que no toda creencia es una revelación virtual, sino que puede tratarse de errores de exégesis o de errores de moral inadvertidos en buena fe incluso durante mucho tiempo para los propios pastores de la Iglesia. Lo que nunca puede suceder, sin embargo, es una negación de alguna doctrina tradicional o definida o definitiva o el cambio de sentido o de interpretación de algún dogma o la adición o la supresión de alguna verdad del depósito de la divina Revelación.
   
Previsibilidad de lo que en definitiva ha hecho la Iglesia
   
----------Con anterioridad a la toma de posición magisterial del Santo Padre del pasado mes de septiembre, ¿cuál debía ser la correcta actitud del fiel católico respecto al tema en cuestión? Muy simple y claro. El fiel católico debía suponer, sereno y confiado en la infalibilidad de la Iglesia, que si un día la Iglesia debía definir como de fe o al menos declarara infaliblemente (como ahora lo ha hecho) que todos los niños muertos sin bautismo van al paraíso del cielo, esto no debería inquietar o perturbar a nadie, aunque durante muchos siglos la creencia en el limbo haya sido común en la Iglesia. En efecto, no se debe ver en esto una contradicción con la enseñanza del pasado, sino un mejor conocimiento de los confines de la divina misericordia. Algo similar a como si yo, conociendo mejor a una persona, descubro en ella recursos de bondad que antes no sospechaba, y no digo que antes me equivocaba al valorar a esa persona, sino simplemente que la conocía menos.
----------Hablaría de error, en cambio, si, tras un examen más detenido, me diera cuenta de que una acción de esa persona, que antes juzgaba mala, después descubro que era buena. En este sentido no se podrá nunca admitir que la Iglesia, como quisieran Rahner y Von Balthasar, abandone la enseñanza tradicional según la cual no todos se salvan, para sostener que el infierno está vacío o que la condenación es sólo una mera posibilidad o que no sabemos si en el infierno hay alguien o no hay nadie.
----------Debemos distinguir el error de un menor conocimiento: en el conocimiento existe la verdad, el error es lo opuesto a la verdad. El hecho de que el Magisterio de la Iglesia nos haga conocer infaliblemente la verdad del Evangelio, no quiere decir que a lo largo de los siglos la Iglesia no lo haga conocer en formas cada vez mejores y a niveles cada vez más elevados. Cristo ciertamente ha dejado a los apóstoles y a sus sucesores la plenitud de la verdad en sí misma; pero también les dijo que sólo el Espíritu Santo los habría de guiar gradualmente, a lo largo de los siglos, al conocimiento de esta plenitud. Si la plenitud del conocimiento de la verdad está reservada para el futuro, quiere decir que por ahora tal conocimiento es sólo parcial.
----------Ahora bien, para no ser tentados de ver una discontinuidad en la enseñanza de la Iglesia sobre esta cuestión de la salvación de los niños muertos sin el bautismo (cosa despreciable y prohibida para un fiel católico), no se debe hablar, como he dicho, de "error" en la doctrina del Catecismo de la Iglesia Católica, sino que hay que darse cuenta con certeza, sobre la base de seguras pruebas, que la pasada creencia en el limbo no era ni doctrina de fe (de fide credenda), ni doctrina próxima a la fe (de fide tenenda), en suma, no era doctrina infalible y definitiva, fuera o no fuera definida solemnemente. Y nos parece que esta demostración la da claramente el documento de la Comisión Teológica Internacional. A la inversa, las pruebas aportadas por Harrison no parecen convincentes, aparte de su idea de que el Catecismo se haya equivocado.
   
En el fragor de la discusión
   
----------El documento del Comisión Teológica Internacional "La esperanza de salvación para los niños que mueren sin bautismo", del 19 de enero de 2007, afirma que "se ha de reconocer claramente que la Iglesia no tiene un conocimiento cierto de la salvación de los niños que mueren sin Bautismo. […] en general el destino de los niños no bautizados no nos ha sido revelado, y la Iglesia enseña y juzga solamente en relación con lo que ha sido revelado" (n.79). Por otra parte, sin embargo, es evidente que toda la línea de este documento se inclina sin ninguna duda hacia la negación del limbo. De manera similar, por una parte simpatiza con la teología de los Padres griegos, los cuales no se atrevieron a indagar el misterio, pero por otra parte, todo el documento es un esfuerzo por demostrar la tesis de la salvación de los niños muertos sin el bautismo. Se notan algunas incoherencias que denotan la presencia de manos diferentes. ¿Qué decir sobre este punto?
----------Si se me permite expresar un parecer personal y, sin tener en cuenta todavía la reciente decisión del papa Francisco, en mi opinión esta salvación de los niños muertos sin el bautismo, podía ser considerada un revelado virtual, lo cual ha sido un hecho muy común en la historia del dogma y de la teología. Y esto porque no tenemos sobre esta cuestión, afirmaciones explícitas ni de la Sagrada Escritura ni de la Sagrada Tradición ni las teníamos (hasta ahora) del Magisterio. Sin embargo, la tesis del cielo para los niños muertos sin bautismo parece poderse derivar por lógica consecuencia (método típico que conduce a las verdades "próximas a la fe") del tema fundamental de la posibilidad dada a todos de salvarse. Si luego la Iglesia considera necesario definir solemnemente una verdad de este tipo, ella se convierte sin más en verdad de fe.
----------Los partidarios del limbo, por su parte, a diferencia de los modernistas que relativizan e historizan las enseñanzas del magisterio, sin temor a negar el dogma, son generalmente teólogos que pretenden respetar la enseñanza de la Iglesia, sobre todo la enseñanza tradicional. Actualmente ellos, para convencerse de que el limbo no existe, basta que acojan con fe y humildad el magisterio del Papa. Pero igualmente, más allá de esta intervención magisterial, para intentar convencerles de que el limbo no existe, no debemos centrarnos en un concepto equívoco e híbrido de "esperanza", mitad natural y mitad sobrenatural, sino que debemos demostrar, como precisamente me parece que hace el documento del 2007 de la Comisión Teológica Internacional, que la doctrina del limbo no era objeto ni de la doctrina de la Iglesia ni de la Tradición, mientras que todos estamos de acuerdo en reconocer que en la Sagrada Escritura no se hace ninguna mención de ella.
----------Pero yo tampoco estaba de acuerdo con la opinión de Harrison, según la cual existían (antes de la decisión de Francisco) los presupuestos para una declaración dogmática a favor del limbo. Estos presupuestos deberían estar dados por pronunciamientos ya de por sí infalibles en sí mismos ("próximos a la fe"); pero ellos, como muestra claramente el documento de la Comisión Teológica Internacional, nunca han existido.
----------Harrison cita dos cartas de Papas: 1. la carta de san Siricio al obispo Himerio del año 385, en la cual ese Papa subraya la importancia de bautizar cuanto antes al recién nacido, "de lo contrario nuestra alma estaría en peligro si, a causa de la negación de la fuente bautismal, [...] uno de ellos, al dejar el mundo, perdiera ya sea el Reino de los cielos como la vida" (Denz. 184), y 2. la carta aún más importante de San Inocencio I del 417 a los Padres del Sínodo de Milevi, donde dice que "la idea de que a los niños se les pueda conceder el don de la vida eterna sin la gracia del bautismo es completamente demencial" (Denz.219).
----------En cuanto al primer documento, el contenido es ciertamente significativo y a favor de Harrison; sin embargo, falta un requisito para la infalibilidad de la doctrina: el papa Siricio no se dirige a la Iglesia, sino a un solo obispo; en cuanto al segundo documento, indudablemente posee una mayor autoridad, ya que se trata de un sínodo local de obispos, aunque no fuera un concilio ecuménico.
----------Pero el punto decisivo ni siquiera sería éste. El punto decisivo es que en entrambos documentos falta un requisito esencial para que pueda tenerse verdaderamente la infalibilidad: ninguno de los dos documentos hace referencia declarada (de fide) o implícita (proxima fidei) a la Sagrada Escritura o a la Sagrada Tradición, las cuales, como es sabido, son fuente de la divina revelación, objeto de la fe teologal. No se trata, por tanto, de doctrina o de verdad de fe, ni próxima a la fe.
----------En cuanto al Concilio de Florencia de 1442, es cierto que enseña que aquellos que mueren sólo con el pecado original son penados en el infierno. Se podría observar: de por sí son castigados, a menos que no venga a salvarlos la gracia. Ahora bien, puesto que Dios quiere salvar a todos los hombres, se debe pensar que a todos les hace llegar la gracia necesaria para la salvación. Pero estos niños no pueden rechazarla, ya que todavía no usan su libre albedrío. ¿Por qué, entonces, no deberían salvarse? ¿Y acaso Dios no puede hacerles llegar la gracia incluso sin el bautismo?
----------Antes de la reciente declaración del Santo Padre, algunos tenían la preocupación de que la negación del limbo promoviera la teoría rahneriana del "cristianismo anónimo". Tal preocupación no tiene razón de ser, en cuanto que la teoría rahneriana supone un falso concepto de pecado original y de la relación entre naturaleza y gracia. En efecto, en Rahner el pecado original no es considerado como hecho histórico que implique la transmisión de la culpa por generación, por lo cual todo hombre es concebido en la culpa.
----------Por el contrario, para Rahner y los rahnerianos, el relato del pecado original es un mero mito etiológico que intenta explicar la existencia actual del mal en el mundo, mientras que todo hombre es concebido siempre en gracia (como la Santísima Virgen María), ya que la gracia es originaria, necesaria, universal y permanente. Por consiguiente, como en Lutero, el pecado coexiste con la gracia.
----------A la inversa, la doctrina que manda a todos los niños muertos sin bautizar al cielo es evidentemente contraria a estos errores de Rahner. Tal doctrina tiene en común con Rahner sólo la idea de que todos los niños van al cielo; sin embargo, para ellos la gracia no viene en la concepción (como piensa Rahner), sino después de la concepción para eliminar la culpa original, en la cual son todos concebidos. En cambio, para Rahner, la gracia no elimina ninguna culpa, porque el hombre no es concebido en un estado de culpa y en cualquier caso la culpa (que es sólo la culpa personal) permanece junto con la gracia (simul iustus et peccator).
   
Tradición divina y tradición humana
   
----------Por lo demás, los tradicionalistas, quienes hasta ahora habían sido por lo general sostenedores de la doctrina del limbo, a fin de acoger ahora como buenos católicos la aclaración magisterial que sobre esta cuestión acaba de hacer el Romano Pontífice, deben recordar cuidadosamente y prestar atención para distinguir bien la sagrada Tradición (que es Palabra de Dios y como tal inmutable y verdad absoluta), de las tradiciones eclesiásticas, las cuales están fundamentalmente basadas en la sabiduría humana, aún cuando sean de Papas o de Concilios y por tanto no sin relación, al menos en las intenciones de los autores, con la doctrina de la fe o la Sagrada Tradición o la misma Sagrada Escritura.
----------Una tradición eclesiástica de tipo simplemente humano, ya sea exegética, histórica, moral o jurídica, puede parecer válida o ser válida incluso durante siglos, pero, al no estar hipotéticamente sustentada en un reconocimiento infalible del magisterio, aunque pueda tener incluso durante siglos derecho de subsistencia en la Iglesia, sin embargo, tarde o temprano llega inexorablemente el tiempo en que la Iglesia, comprendiendo mejor la Palabra de Dios y el mismo dictado de la sagrada Tradición (tal como ahora ha ocurrido), se da cuenta de que esa tradición humana (que podía parecer divina) debe ser o bien modificado o abandonada, so pena de bloqueo irracional del progreso dogmático y moral de la Iglesia o incluso del mantenimiento de alguna doctrina o praxis contraria al Evangelio, de la cual hasta entonces no se había advertido.
----------No siempre es fácil distinguir la sagrada Tradición de aquella que parece serlo, pero que, en el fondo, es palabra solamente humana. El criterio de la distinción, al fin de cuentas, no es otro que el pronunciamiento del magisterio, es decir, de los sucesores de los apóstoles, a los cuales Cristo ha dicho: "quien a vosotros escucha, a mí me escucha". Pero precisamente sobre este tema no teníamos (al menos hasta septiembre de 2023) claros pronunciamientos del Magisterio (a falta de pronunciamientos de la Escritura y de la Tradición).
----------Por tanto, hasta hace un mes atrás, quien sostenía la existencia del limbo o la negaba, siempre que lo hiciera con seriedad y modestia, estaba igualmente libre de hacerlo, y a ninguna de las partes le estaba autorizado acusar a la otra de herejía o de proximidad a la herejía. A lo sumo se podía hablar de error teológico, y todos debían recordar que se estaban moviendo en el plano de lo que por ese entonces era opinable, ya que hasta ese momento no se tenía, a pesar de lo que decían algunos, ningún pronunciamiento infalible del magisterio, por definido o no definido que fuera. La situación ahora ha cambiado.
----------El parecer de la Comisión Teológica Internacional en su documento del 2007 es ciertamente digno de consideración, pero no es magisterio. Lo demuestra el hecho mismo de insinuar, por cuanto parece, como ya he dicho, la idea equivocada de que todos los hombres se salven, aunque luego en otro lugar se contradiga citando correctamente, como hemos visto, el Concilio de Quierzy. En cambio, en mi opinión la Iglesia se estaba moviendo en las últimas décadas hacia la afirmación explícita de que los niños muertos sin bautismo van al paraíso del cielo, sin por ello dejar de mirar con respeto a aquellos teólogos que deseaban mantener su creencia en el limbo. Hoy, tras la declaración del Santo Padre el pasado septiembre, la situación ha cambiado.
----------Sin embargo, queda claro que en la anterior situación, si para sostener su posición los teólogos a favor de la tesis del limbo, se reducían a decir que el Catecismo se equivoca, como católicos no podíamos precisamente estar de acuerdo con ellos en este punto. Y eso porque no tiene sentido corregir un pronunciamiento doctrinal actual de la Iglesia sobre la base de una supuesta "tradición" del pasado, porque significaría poner el magisterio del presente contra el magisterio del pasado, lo que no tiene sentido para un católico. Un cierto tradicionalismo poco iluminado, que encuentra cambios en las enseñanzas del magisterio, lamentándose de ellos, termina por estar de acuerdo con el aborrecido modernismo que los encuentra para alegrarse.
   
Importancia del sacramento del Bautismo
   
----------Ahora bien, el sacramento del Bautismo, sin embargo, según la secular práctica tradicional de la Iglesia, sigue siendo siempre un deber que debe cumplirse con suma urgencia y cuanto antes sea posible, porque el Bautismo sella con la gracia sacramental el proceso de liberación ya iniciado inmediatamente después de la concepción del niño, y sigue siendo siempre una práctica ordinaria para obrar la salvación de los niños, mientras que la gracia que viene inmediatamente después de la concepción, aunque pueda interesar (piénsese en la práctica actual del aborto) a un inmenso número de niños, sigue siendo siempre un camino extraordinario de esperanza de la misericordia y de la omnipotencia divinas. Lo que Dios nos ha revelado en el Evangelio acerca de su plan de salvación no es todo lo que Él hace o puede hacer.
----------Como es sabido, desde los inicios del cristianismo, la Iglesia, no sin inspiración del Espíritu Santo, tuvo la idea de bautizar a los niños, aunque esto pudiera parecer contrario al mandato explícito del Señor de bautizar a aquellos que han creído. La Iglesia entendió que Cristo se refería sólo a aquellos que tienen el uso de razón.
----------Pero también, y desde siempre, la Iglesia ha tenido clara consciencia de que Dios salva también sin los sacramentos. Desde hace mucho tiempo existe la doctrina eclesial del así llamado bautismo de sangre y del bautismo de deseo, los cuales evidentemente no son el sacramento del Bautismo y por tanto se desvían de las palabras formales del Señor ("quien crea y sea bautizado, será salvo"). ¿Pero acaso esto quiere decir que la Iglesia ha desobedecido a su Señor y Maestro? ¡Sería impío el sólo pensarlo!
----------La Iglesia ha interpretado las palabras del Señor insertándolas en el más amplio contexto del plan del Padre para la salvación de la humanidad y, por tanto, ha entendido que Jesús se refería evidentemente sólo a aquellos que tienen el uso de razón. ¿Y los otros? ¿Todos condenados? Eso es impensable, si es verdad que Dios quiere salvar a todos. Y por tanto, también fuera del sacramento, dará a todos, en su omnipotencia, en modos desconocidos para nosotros y de manera extraordinaria pero real, la gracia para salvarse. Sólo será privado de ella quien voluntariamente la rechace, vale decir, quien disponga del uso de razón.
----------Y entonces, ¿qué es lo que impedía hasta ahora a la Iglesia reconocer explícitamente que la misericordia de Dios, más amplia de cuanto hasta ahora se había pensado, alcanza también a los niños que mueren sin el Bautismo, ya que Dios quiere salvar a todos los hombres y, por lo tanto, ofrece la gracia a todos, salvo que ellos mismos la rechacen? ¿Pero cómo puede un niño que todavía no tiene el uso del libre albedrío rechazar la gracia? Esto, finalmente, ha sido visto claro por la Iglesia, y es lo que está en el fundamento de la reciente decisión del papa Francisco de beatificar a un niño muerto en el seno de su madre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios sin debido respeto hacia la Iglesia y las personas, serán eliminados. Se admiten hasta 200 comentarios por artículo.