Si hemos tenido la gracia de haber sido elegidos por el Santo Padre como colaboradores suyos, tratemos de realizar esta delicadísima tarea con lealtad, humildad, espíritu de fe, coherencia, competencia, prudencia, coraje, fidelidad, sin doblez, sin vanas astucias, sin respetos humanos, sino con generoso e incansable amor por la Iglesia y por las almas, para no traicionar la confianza del Sumo Pontífice, para ayudarlo en las dificultades, compartir sus alegrías y sus sufrimientos, aconsejarlo como verdaderos hijos, obedecerlo como Maestro de la fe, defendiéndolo de ataques e incomprensiones, explicando sus enseñanzas, orando por él y ofreciendo sacrificios, para que Cristo, por intercesión de María, lo proteja y fortalezca en el Espíritu Santo, a fin de que conduzca la Iglesia su esposa a la victoria final contra Satanás y todas las potencias del mal. [En la imagen: fragmento de los primeros folios de un manuscrito del "De Civitate Dei", de san Agustín de Hipona, conservado en la Biblioteca Nacional Universitaria de Eslovenia, MS 2].
La astucia de Pannella
----------Alguien diría que, en un principio, la perspectiva pannellliana puede parecer que se remonta a la famosa exhortación de san Juan XXIII "busquemos no lo que divide, sino lo que nos une". Pero en realidad existe un abismo entre el modo pannelliano de entender la unidad, la paz y la concordia entre los hombres, y la del papa Roncalli. Hay un abismo entre el universalismo de Pannella y el del papa Juan.
----------El universalismo enseñado por el papa san Juan XXIII está fundado sobre la común pertenencia de todos los hombres a una común naturaleza humana creada por Dios, regulada por leyes morales que son universales, indispensables e inmutables (lo que llamamos ley natural), solamente obedeciendo a las cuales todo hombre alcanza la libertad y la propia felicidad, en una vida social justa y serena, en el respeto a los derechos de todos y de cada uno, especialmente de los últimos y más necesitados.
----------El universalismo que propagandeaba Marco Pannella, en cambio, privado como está del fundamento necesario sobre la ley natural universal establecida por Dios, sino resultante del amuchamiento o amontonamiento o revoltijo o del ensamblaje desordenado y contradictorio, o bien de la yuxtaposición casual e irracional de las ideas más contrastantes entre ellas y más absurdas, en la suposición de la inexistencia de una verdad objetiva, universal y vinculante para todos, muy lejos de asegurar la libertad de conciencia, la paz social, el respeto a la diversidad, los derechos de los más débiles y la justicia para todos, por el contrario, es generador de corrupción moral, de continuos contrastes sociales y de individualismo desenfrenado, como demuestra la experiencia histórica de las sociedades que se inspiran en la ideología liberal.
----------Estas consecuencias desastrosas del universalismo pannelliano, sin duda se derivan de sus premisas, las cuales implican el horrible imperativo por el cual pueblos, culturas y religiones deben fundirse, renunciando a sus propias identidades, para que podamos devenir una sola cosa. Vale decir, una monstruosa melaza universal, de lo verdadero y de lo falso, del bien y del mal, un único diabólico "revuelto gramajo" listo para servir, o tal vez a través de la ONU, a una humanidad hecha de imbéciles y de borregos.
----------La universalidad concebida por Pannella no es en absoluto, como cree mons. Paglia, "la unidad de diseño o una unidad que abraza a todos", "una proximidad que une a los diferentes", una apertura universal "contra los muros", la "esperanza en un mundo que se recomponga", "libertad para la construcción", porque, como he dicho, tal universalidad no está fundada sobre la universalidad objetiva de la esencia universal del hombre animal racional, imago Dei, de la cual todo individuo es una particular realización, una diferente de la otra, sino que es ese revoltijo que he mencionado antes, y que no asegura ninguna unidad, no garantiza ninguna reciprocidad, no permite ninguna verdadera libertad y sobre la cual no se puede construir nada bueno, sino la Torre de Babel, que sabemos cómo terminó. El "pluralismo" de Pannella no es otra cosa que esto.
----------Contra lo expresado por mons. Paglia, el aperturismo pannelliano no derriba en absoluto ningún muro, excepto el que hace de baluarte de la inviolabilidad de la ley moral, mientras que en su concepción de la conciencia, se cierra herméticamente entre los muros de su propia orgullosa subjetividad y desde allí dicta ley para la liberación de la humanidad de los prejuicios religiosos y de los rígidos dogmas de una fe cristiana que Pannella concibe autoritaria y fosilizada en el medioevo.
----------Este universalismo del amuchamiento es consecuencia de la falta de un concepto universal de cultura, que haga de soporte de un auténtico universalismo antropológico y moral, que a su vez haga de base al universalismo cristiano, por lo cual no puede haber ningún universalismo cristiano, si no existiera en la base un universalismo humano y cultural, porque las nociones de fe no son más que nociones universales de la razón común a todos los hombres, enriquecidas con un sentido sobrenatural recibido de la divina Revelación. Concretamente, por cierto, sólo existen culturas. Pero la cultura es una esencia espiritual conocida de modo abstracto en el concepto universal de cultura, y también es una esencia universal real, de la cual las diversas culturas son actuaciones particulares, diferentes las unas de las otras.
----------Sin duda, a Marco Pannella no le faltaban los intereses culturales; de hecho, él oscilaba entre varias culturas, occidentales y orientales, antiguas o modernas. Lo que a Pannella le ha faltado es el concepto de cultura como tal, del que ha carecido a causa de su nominalismo empirista, ajeno a la abstracción. De ahí su actitud hacia lo trascendente y hacia las religiones, a las cuales, incluido el cristianismo, les negaba la posibilidad de un conocimiento cierto, objetivo y universal de Dios.
----------En aquel panegírico al que venimos haciendo referencia, mons. Paglia insistía acerca de la "espiritualidad" de Pannella, pero sin especificar de qué espiritualidad se trataba. De hecho, el problema a propósito de la espiritualidad, es el problema del discernimiento, como exhorta san Juan: "queridos míos, no crean a cualquiera que se considere inspirado: pongan a prueba su inspiración, para ver si procede de Dios, porque han aparecido en el mundo muchos falsos profetas" (1 Jn 4,1). Lamentablemente, hay serios motivos para dudar de si la "espiritualidad pannelliana", considerando su vida y sus obras, proviniera del Espíritu Santo o más bien de otro espíritu muy diferente, no precisamente santo.
----------Pero, sobre todo, Pannella ha olvidado el aspecto educativo de la cultura en sentido moral respecto a la formación de la juventud en el campo de la ética sexual. Con mentalidad típicamente liberal, e influenciado por principios freudianos, Pannella ha promovido una educación humana, social y civil, laxista, de molde hedonista y permisivista, demasiado condescendiente frente a los instintos y a las pasiones, descuidando la educación de la razón y de la voluntad, con el resultado de favorecer personalidades débiles y frágiles, insubordinadas, sin firmes convicciones, volubles y oportunistas, incapaces de dominar las pasiones, de aspirar a grandes ideales, de mantener fe en los compromisos, de afrontar el sacrificio, la renuncia y las pruebas de la vida.
----------Otro aspecto del laxismo pannelliano es su sistemática campaña, llevada a cabo durante décadas, de despenalización del delito, bajo pretexto de la tolerancia o de la libertad, o mediante el argumento de querer dignificar el sistema penitenciario. También esta política suya ha llevado a muchos a no dar peso a los pecados, a embotar la conciencia moral, a atenuar el sentido de la propia responsabilidad, a considerar el mal como bien, a pecar libremente en la certeza de la impunidad, a borrar de la conciencia el temor de Dios, entendido ahora como un Dios que no castiga nunca, sino que siempre "perdona" y deja hacer todo lo que uno quiere. Todo esto evidentemente con la consecuencia, en el seno de la sociedad, del aumento de los delitos y de los pecados y de una disminución del amor por la virtud y la honestidad.
----------Ahora bien, si queremos preguntar en qué consiste, al fin de cuentas, el "radicalismo" de Pannella o, en otras palabras, qué es lo que Pannella llega a tocar en la raíz, y de cuáles raíces se trata, la respuesta me parece evidente: Pannella toca las raíces de la propia existencia humana, pero no para alimentarlas, sino para suprimirlas. Y la cosa paradojal es que mons. Vincenzo Paglia, el propio presidente de la Pontificia Academia para la Vida, ¡venga a hacernos los elogios de Pannella!
----------La paradoja aumenta, si pensamos que mons. Paglia es un colaborador muy cercano del papa Francisco. Pero la paradoja se disuelve, si al punto recordamos que el Romano Pontífice es el Vicario de Cristo. En efecto, el episodio de Paglia es uno de los tantos que hoy son similares, lo que significa que la batalla de Satanás se libra ahora en torno al Papa, porque el enfrentamiento del demonio, más allá del Papa, es con Cristo mismo, como ya había ocurrido con las tentaciones en el desierto. Por esta razón el demonio apunta directamente sobre el Papa, intentando corromper o sustraerle sus colaboradores.
----------La lucha es hoy cuerpo a cuerpo, aunque se trate del epílogo de una larga historia. De hecho, a lo largo de su historia, la Iglesia siempre se ha erguido en defensa de la verdad y de la vida, contra las potencias del error y de la muerte. Por lo demás, la sana razón y toda la Sagrada Biblia nos enseñan que si la verdad produce la vida, el error es causa de muerte. La honestidad es premiada con la vida, el pecado es castigado con la muerte. Pero ocurre que hoy la Iglesia es atacada más que nunca, en su mismo interior, por las potencias de la mentira y de la muerte, es decir, por las potencias satánicas.
----------Asistimos ya desde hace décadas, de manera cada vez más clara, en nuestra sociedad y en la Iglesia, a una verdadera y propia lucha entre la vida y la muerte, lucha que es consecuencia de un choque más vivo que nunca entre la verdad y la mentira, entre el dogma y la herejía, entre la sinceridad, la limpidez y la lealtad por una parte, y la doblez, la astucia, la hipocresía y la deshonestidad por la otra, aquello que el Salmista llama los "labios engañosos" de quien tiene "doblez de corazón" (Sal 12,3).
----------¿Y quién es el "padre de la mentira" y "homicida desde el principio" (Jn 8,44), sino el demonio? Por eso hoy el demonio está revelando más que nunca su rostro, su "espiritualidad". Él, viéndose rodeado de un número cada vez mayor de secuaces en lo interno de la misma Iglesia, con cada vez mayor audacia, astucia y descaro, casi sintiéndose dueño de la situación, intenta el todo por el todo, es decir, intenta lo que no se había atrevido nunca: atacar directamente al Papa, engañarlo, seducirlo y hacerlo desviarse de Cristo, empezando por arruinar a sus colaboradores, para conseguir, si es posible, que lo traicionen como otros Judas. Y en parte lo está logrando. En el caso que aquí estoy narrando, mons. Paglia se ha mostrado como uno de ellos.
----------Satanás sabe que si el Papa cae, la Iglesia se derrumba, y él podría prevalecer y destruirla, porque Pedro es la piedra sobre la cual Cristo ha querido edificar su Iglesia. Y si a un edificio le falta su piedra angular, el edificio se derrumba. Es cierto que el portero no es el dueño de la casa. Pero sin el portero no se entra. Es cierto que Cristo, dueño de la casa, si hubiera querido, habría podido prescindir del portero y hacer entrar Él directamente a la gente en la casa, o bien gobernar la Iglesia sin el Papa. Pero de hecho ha querido servirse del Papa. Por este motivo se equivocan los cismáticos y herejes de todos los tiempos y también de hoy, los cuales, sean pasadistas o modernistas, creen que Cristo gobierne directamente la Iglesia sin el Papa. Una Iglesia hecha así es una falsa Iglesia, es una Iglesia ideada por Satanás.
----------De modo que en la actualidad, también el Romano Pontífice es perseguido y tentado por Satanás. Éste lo está buscando para zarandearlo como a trigo (Lc 22,31). En último análisis, hoy tenemos más claro, y como nunca antes lo hemos tenido, que la batalla decisiva está en curso y es el choque entre Cristo y Satanás. Como dice Pablo: "¿qué entendimiento puede haber entre Cristo y Belial?" (2 Cor 6,15).
----------Sin embargo, el intento de Satanás es en vano y él debería saberlo, dado que ya lo ha intentado con Cristo y no ha tenido éxito. En efecto, el Papa participa de la misma infalibilidad doctrinal de nuestro Señor Jesucristo. Todos en la Iglesia, desde el Cardenal Secretario de Estado para abajo, pueden caer en la herejía, excepto el Papa. Bien lo sabemos: en materia de doctrina, el Papa es aquel "hombre espiritual" del cual habla san Pablo (1 Cor 2,15), que "todo lo juzga, y no puede ser juzgado por nadie".
----------Repetidamente el Santo Padre ha hablado del demonio. A decir verdad, Francisco es el Papa que entre todos sus predecesores, desde san Pedro hasta aquí, más veces y ardientemente ha hablado de la nociva acción de Satanás sobre nosotros. Parece no querer perder ocasión para hacerlo; y ha dicho que con el demonio no se trata, no se negocia, no se dialoga: ¡se le ahuyenta! El Papa probablemente habla por experiencia. A menudo Francisco nos habla de sus experiencias. Pues bien, estoy convencido de que aquí el Papa habla por experiencia y nos enseña cómo debemos comportarnos con el demonio.
----------No en vano san Ignacio de Loyola, como es sabido, desarrolla mucho el tema del "discernimiento de los espíritus". Es necesario que aprendamos a enfrentar al demonio, a reconocer su presencia y a desenmascarar sus insidias, en la escuela del Evangelio y de los Santos. Muchos, tal vez sin darse cuenta, caen en las redes del diablo y en la herejía, probablemente porque no son lo suficientemente vigilantes.
----------De ahora en adelante, como nos recuerda el nombre del Partido Radical italiano, del cual Pannella fue dirigente, la batalla es radical: o por la vida o por la muerte. No se trata de odiar la vida como tal: nadie es tan tonto hasta ese punto. La cuestión es más sutil. El choque entre la visión masónica del Partido Radical italiano y la visión cristiana está dada por el hecho de que, para el esoterismo masónico, no hay vida sin muerte y viceversa (keine Leben ohne Tod und keine Tod ohne Leben).
----------De aquí deriva la concepción cíclica de la existencia, del contínuo e ininterrumpido sucederse de vida-muerte-vida-muerte hasta el infinito. Es aquello que Nietzsche llamaba el "eterno retorno", una antiquísima concepción india (véase por ejemplo la diosa Sciva), la "rueda de la vida", representada por el símbolo de la esvástica, adoptado por los nazis, pero que se encuentra originariamente en los templos Shivaistas. La misma dialéctica hegeliana del "devenir" del Absoluto probablemente se vea afectada por esta concepción.
----------Por el contrario, la visión cristiana, además de saber bien de la vida mortal, cree en la victoria definitiva sobre la muerte, y admite, por encima y después de esta vida mortal, otra vida, superior a la presente, desarrollo de la presente, una vida sin fin, de eterna beatitud.
----------En la confrontación de estas dos visiones de la vida, parece, por lo tanto, que nos encontramos, en el fondo, ante el choque, ante el "ajuste de cuentas", si así podemos decir, ante la batalla final entre el Señor de la Vida, y aquel que es "homicida desde el principio" (Jn 8,44). Ahora bien, en este choque apocalíptico de fuerzas gigantescas, ¿qué hace mons. Paglia? ¿Se da cuenta de lo que está sucediendo? ¿De qué lado está? ¿Qué papel juega? Debe elegir. De hecho, existen dos ciudades especiales, donde no se pueden tener simultáneamente dos ciudadanías y necesariamente se debe elegir una. ¿Dónde vive mons. Paglia?
Las dos ciudades
----------Nunca antes como hoy en la Iglesia se había revelado con tanta claridad y belleza la verdad del grandioso cuadro agustiniano de las dos ciudades, una bajo el mando de Cristo, y la otra bajo el de Satanás. En la primera, los "hijos de la luz"; en la segunda, los "hijos del diablo" (1 Jn 3,10).
----------Dice el gran Santo Doctor de la Iglesia: "dos amores diferentes generan dos ciudades: el amor de sí, llevado hasta el desprecio de Dios, generó la ciudad terrena; el amor de Dios, llevado hasta el desprecio de sí, generó la celestial. Amor sui usque ad contemptum Dei et amor Dei usque ad contemptum sui. Aquella primera se gloria en sí misma, esta segunda en Dios. Aquella busca la gloria de los hombres, ésta tiene por máxima gloria a Dios, testimonio de la conciencia. Aquella levanta su cabeza en el orgullo de su gloria, ésta dice a su Dios: 'Tú eres mi gloria, tú levantas mi cabeza' (Sal 3,4) […] Los sabios de aquella, viviendo según el hombre, han buscado los bienes de su cuerpo y de su alma o de ambos [...] En la ciudad de Dios, en cambio, la única sabiduría del hombre es la piedad, con la cual adora rectamente al verdadero Dios, esperándolo a Él mismo como premio en la sociedad de los santos, donde los hombres se unen a los ángeles, a fin de que Dios 'sea todo en todos' (1 Cor 15,28) 5 [...] En sentido místico llamamos 'dos ciudades' a las dos sociedades de los hombres, de las cuales una es aquella predestinada a reinar eternamente con Dios, mientras que la otra tendrá que sufrir el eterno suplicio con el diablo" (La Ciudad de Dios, libro XIV, n.28).
----------Estas dos ciudades se desarrollan en la historia y se acrecientan continuamente de habitantes en la existencia ultraterrena: la ciudad de Dios, o sea la Iglesia, es el "trigo", constituida por los "hijos de la luz" (Lc 16,8), los "hijos de Dios" (1 Jn 3,10), bajo la guía del Espíritu Santo. Ella sigue incrementando los habitantes del paraíso, mientras que la ciudad terrena es la "cizaña" (Mt 13,25), constituida por los "hijos de este mundo" (Lc 16,8), "hijos del diablo" (1 Jn 3,10), bajo el dominio del "príncipe de este mundo" (Jn 12,31; 14,30; 16,11). Ella acrecienta continuamente el número de los habitantes del infierno.
----------Con la expresión "ciudad terrena", el obispo Agustín de Hipona no pretende referirse a la tierra o al mundo como tales, creados por Dios, habitaciones naturales del hombre, sino en cuanto esclavos del mal, del pecado y de la muerte, así como el apóstol Santiago habla de una "sabiduría terrena" (Stg 3,15) o cuando san Pablo nos invita a "pensar en las cosas de arriba, no en las de la tierra" (Col 3,2).
----------Aquí abajo, en nuestra vida terrana, el trigo y la cizaña están mezclados de tal modo, que, según la parábola evangélica, el dueño de casa aconseja no intentar arrancar la cizaña, por temor a que, recogiéndola, venga arrancado también el trigo (Mt 13,29). La referencia al juicio universal es clara.
----------Pero san Agustín observa que, si de ahora en adelante es posible hacer la separación de alguna manera, al menos parcialmente, es bueno hacerla, pero siempre sin referirse al juicio universal. En efecto, explica el Hiponense, que no se trata en absoluto de sustituirse al juicio divino definitivo de las conciencias (tal cosa sería intolerable presunción), sino de regular y proteger en foro externo el bien común de la sociedad y de la Iglesia. Y por eso existe el ordenamiento judicial y penal, civil y canónico, con la tarea de administrar la justicia, como indica san Pablo en la Carta a los Romanos (Rm 13,1-7).
----------Pero hoy más que nunca está mezclado el trigo con la cizaña, como si alguien hubiera puesto en una batidora eléctrica una cantidad de lo uno y de lo otro. ¿Qué resultará de ello? Una papilla en la cual las migajas de lo uno y las migajas de lo otro estarían inextricablemente mezcladas.
----------Por consiguiente, nos encontramos en un estado de enorme confusión, donde la contradicción habita entre nosotros y en lo interior de cada uno de nosotros. Es precisamente la obra del demonio, que divide lo que debería estar unido y confunde lo que debería estar separado al ser contradictorio. Sin embargo, sumergida bajo montones de inmundicia modernista, la Iglesia una, santa, católica y apostólica sigue existiendo, bajo la guía del Papa, Vicario de Cristo. La podemos encontrar como esos buzos que, escarbando en el fondo marino, encuentran, enterrados en el fango, una antigua y espléndida estatua griega del siglo V a.C.
----------A algunos les resulta difícil admitir la oposición entre estas dos ciudades. A ellos no les gusta esta cerrazón reciproca, este excluirse mutuo. Después de todo, dicen, ¿Dios no quieres que todos sean salvos? ¿No tenemos que estar abiertos a todos? ¿No debería la Iglesia acoger a todos?
----------Sucede que estas personas, debido a un mal entendido universalismo, como hemos visto más arriba (y este es el defecto de Pannella, pero no sólo de Pannella) confunden lo contrario con lo diferente. Observamos que lo diferente es efectivamente una riqueza como la diversidad entre el dominico y el franciscano o como la diversidad entre la lengua española y la inglesa. Pero lo contrario excluye a lo contrario. Así, si aceptamos lo verdadero, lo falso no es un simple "diferente", sino que debe ser absolutamente rechazado. El mal no sólo es diferente del bien, sino que si amamos al primero, debemos odiar al segundo.
----------A estos tales, agentes de la actual confusión, les viene bien Cristo, pero también les viene bien Belial. Según ellos, están a favor del "diálogo". Para ellos la herejía no es una falsedad, sino simplemente una opinión diferente. A ellos les vienen bien los dos señores; quieren ser ciudadanos de ambas ciudades, porque así, según ellos, son verdaderamente de mente "amplia" y "abierta", y se tienen ventajas de la una y de la otra.
----------Semejante doblez, como bien lo sabemos, es severamente condenada no sólo por la Sagrada Biblia, sino también por la propia honestidad natural. Tenemos una facultad que nos hace capaces de elección; la sana razón y la Biblia nos obligan a tomar posición ante Dios (cf. Jos 24,25; Dt 30,19; 1 Re 18,21). No se trata de rigideces o exclusivismos. Sino que se trata de coherencia y de honestidad.
----------No hace falta ser ni un artista ni un experto en pintura para saber claramente que entre el blanco y el negro hay muchos matices y gradaciones, porque aquí es cuestión de diversidad; pero no sucede así entre lo verdadero y lo falso y entre el bien y el mal. Aquí hay una oposición neta. Hay, por así decir, un aut-aut. O sí o no. Otro discurso es el de la diversidad y de la incerteza de las opiniones. Si en una determinada cuestión no vemos claramente, debemos decirlo con humildad y francamente. Y esto es honestidad.
----------Pero debemos tener absolutamente en claro que no es honesto navegar o balancearse o columpiarse entre los dos polos de la contradicción para acabar así sirviendo a dos señores. La Biblia representa este deber de lealtad con el rechazo de la tibieza, vana conciliación entre el frío y el calor: "Conozco tus obras: no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Por eso, porque eres tibio, te vomitaré de mi boca" (Ap 3,15-16). Este es el estilo de Dios; el otro, en cambio, es el estilo del demonio.
----------Por consiguiente, el malabarismo astuto, equívoco y desleal entre el sí y el no, para obtener ventajas terrenas o para evitar problemas, es visto por Cristo como algo mezquino y odioso, que pertenece al diablo (Mt 5,37). Seamos claros y entendámonos: no se trata de la incerteza o de la duda, que son cosas del todo naturales de la mente; sino de la voluntad mala de sacar provecho tanto de Dios como del demonio.
----------Cuando se trata de lo absoluto o de Dios, es necesario una elección cuidadosa, coherente y sabia. Hacerse los zorros, gambetear, mantener un pie en dos lados, acaba mal. Debemos tomar con decisión y coraje el camino correcto, con franqueza y linealidad, elegir la ciudad de Dios, sin hacer el guiño a otros dioses, debemos saber pagar en persona y saber exponernos, sin giros de vals, sin dialoguismos equívocos, respetos humanos, insultos vergonzosos, elogios interesados, búsqueda frenética del éxito.
----------Si hemos tenido la gracia de haber sido elegidos por el Santo Padre como colaboradores suyos, tratemos de realizar esta delicadísima tarea con lealtad, humildad, espíritu de fe, coherencia, competencia, prudencia, coraje, fidelidad, sin doblez, sin vanas astucias, sin respetos humanos, sino con generoso e incansable amor por la Iglesia y por las almas, para no traicionar la confianza del Sumo Pontífice, para ayudarlo en las dificultades, compartir sus alegrías y sus sufrimientos, aconsejarlo como verdaderos hijos, obedecerlo como Maestro de la fe, defendiéndolo de ataques e incomprensiones, explicando sus enseñanzas, orando por él y ofreciendo sacrificios, para que Cristo, por intercesión de María, lo proteja y fortalezca en el Espíritu Santo, a fin de que conduzca la Iglesia su esposa a la victoria final contra Satanás y todas las potencias del mal.
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