Con aquellas famosas palabras de santo Tomás de Aquino al final de su vida: "después de lo que he visto, todos mis escritos me parecen como paja", Tomás no quiere decir que acerca de Dios él no entendiera nada, sino que, al contrario, ha entendido tanto, que a comparación de lo que ha visto, lo que había escrito le parecía una nada. El razonamiento a fortiori, sensato, que se debe hacer, entonces en este punto, es: si cuanto ha escrito Tomás es tan precioso como para ser recomendado como excelente a todos los teólogos por ochenta y cinco Papas desde hace ocho siglos hasta la actualidad, ¡quién sabe lo que había visto para parecerle paja cuanto había escrito! [En la imagen: una fotografía de uno de los lados románicos del Claustro de la Abadía cisterciense italiana de Fossanova, en Priverno, provincia de Latina, donde murió santo Tomás de Aquino en 1274].
Una idea infelíz
----------El Santo Padre, en los últimos meses, ha tomado la decisión de referirse, y varias veces, a santo Tomás de Aquino, presentándolo como "Doctor común de la Iglesia" y modelo de santidad para los teólogos, santidad de la cual actualmente tanto necesitamos, porque el hecho es que hoy tenemos, sí, muchos teólogos y teólogas, ricos en palabrería y hábiles propagandistas, que lamentablemente causan problemas y suscitan divisiones, porque no se sienten atraídos por la santidad sino seducidos por la gnosis y por el abstraccionismo, llegando a ser maestros del exhibicionismo y víctimas del narcisismo y del protagonismo.
----------Amarga ha sido mi sorpresa al leer en Il Foglio del pasado 18 de septiembre un indecente artículo titulado Vida, pasiones, tormentos (e incluso herejías) de Tomás, supremo teólogo, firmado por Giovanni Ventimiglia, consagrado filósofo, desde hace décadas conocedor del pensamiento del Aquinate, autor, entre otras cosas, de un estudio en profundidad de la metafísica tomista de la pluralidad (Differenza e contraddizione. Il problema dell’essere un Tommaso d’Aquino: esse, diversum, contradictio, Ediciones Vita e Pensiero, Milano 1997), que he leído con gusto y provecho, aunque no compartiera su tesis según la cual para Tomás "el horizonte del principio de no-contradicción no coincide con el mismo del ser" (Ibid., p350), casi como si el ser pudiera estar más allá de este principio, cuando en cambio Tomás dice del todo claramente que el principio de no-contradicción "se funda en la razón de ente y no ente" (Summa Theologiae, I-II, q.94, a.2).
----------Cabe preguntarse por qué le ha venido en mente a Ventimiglia, que en el pasado nos ha ayudado a comprender el pensamiento del Aquinate, una idea tan ofensiva hacia el Santo de Aquino. Entiendo la voluntad de evidenciar ciertos aspectos y defectos humanos que acercan a nosotros la personalidad de Tomás, y de redimensionar algunas exageraciones piadosas, que no hacen bien a la hagiografía seria, pero Ventimiglia, con gran imprudencia y falta de objetividad histórica, va más allá de todo límite y decencia, y hace surgir en nosotros la sospecha de que él no haya estado movido por una verdadera devoción por el Doctor Communis Ecclesiae y por la admiración por aquel que llama "supremo teólogo", sino por una secreta envidia por su supremo genio y su eminente santidad, aquella que Maritain llamaba "santidad de la inteligencia".
----------Casi daría la impresión de que Ventimiglia se haya dejado involucrar por aquellos rahnerianos, que desde hace tiempo presionan al Romano Pontífice para que presente a Rahner como modelo de teólogo y que, en cambio, han recibido una estruendosa decepción debida a los recientes discursos del Santo Padre sobre santo Tomás. De ahí quizás su venenosa reacción, casi como para desahogar su rabia por haber quedado así tan amargamente decepcionados después de tantos esfuerzos y maquinaciones para tener al Papa de su lado. Pero no será ciertamente un artículo de Il Foglio lo que haga cambiar las ideas al Papa; de hecho, el Santo Padre quedará seguramente irritado y los rahnerianos harán su causa aún menos creíble.
----------Por tanto, debemos constatar con gran displacer que el artículo de Ventimiglia está lleno de falsedades y cosas tendenciosas, irreverentes hacia la Iglesia, hacia la santidad y hacia el propio Tomás, salpicado de chistes de mal gusto destinados a desacreditar la sabiduría con la cual la Iglesia lo ha proclamado santo.
----------Ventimiglia no se preocupa para nada de defender a Tomás de las falsas acusaciones de herejía que fueron hechas contra él en su tiempo. Insinúa en el Aquinate vulgares defectos morales que en realidad no están bien documentados. Se vale de la opinión de un grafólogo para insinuar en el desarrollo y en el proceder de su pensamiento la presencia latente de contorsiones y de tormentos, de los cuales su prosa límpida, segura, confiada, serena, clara, argumentada, no da el mínimo signo o indicio que justifique en el Aquinate suposiciones similares, mientras que la lectura del texto tomista desde hace ocho siglos ha dado al lector sin prejuicios la clara y neta impresión de que Tomás simplemente describe lo que ve distintamente y con certeza.
----------Pero sobre todo lo que choca muchísimo es la sórdida y desalentadora conclusión escéptica del artículo, donde Ventimiglia quisiera presentar a Tomás como un agnóstico o un budista o un discapacitado mental, que ante el problema de Dios se encuentra en la oscuridad más absoluta y no entiende absolutamente nada, viendo en ello en tono de admiración un título de alabanza, de mérito y de gloria. Que si, como constantemente señalan los Papas, existe en toda la Iglesia, entre los teólogos, uno que más que nadie nos enseña a pensar y a concebir a Dios y a hablar de Dios, ese es precisamente Tomás, sin que ello signifique que se niegue el valor del silencio ante Dios y el reconocimiento de nuestros límites, falibilidad e ignorancia.
----------Cito las palabras de Ventimiglia que considero más reprochables: "Fascinado por el judaísmo donde el nombre de Dios es impronunciable, Tomás se convenció de que 'Dios existe' no es una frase muy sensata, porque 'Dios' no es el nombre propio de Dios, como lo son por ejemplo Pedro, Pablo o Sara. De hecho, Dios no tiene nombre propio ni tiene nombre alguno: es innombrable. Así que, en rigor, no puede ser el sujeto de ninguna proposición, ni siquiera de la proposición 'Dios existe'. De allí enseguida, después de una Misa vivida entre lágrimas con una intensidad muy especial, confió a su secretario: 'Todo lo que he escrito me parece paja'. Y a partir de ese momento no escribió nada más, dejando inconclusas varias obras importantes. Guillermo de Tocco, no hace falta decirlo, tuvo cuidado de adornar aquella famosa frase con un añadido propio de un candidato a santo, alargándola un poco: 'Todo lo que he escrito me parece paja en comparación con lo que me ha sido revelado', como si Dios le hubiera hablado por enésima vez.
----------Me parece, en cambio, que la frase, incluso sin la aclaración sobrenaturalista, de hecho precisamente sin ella, es hermosa por sí sola: ¿qué hay más dramático pero también más grande, más humano, más auténticamente religioso, verdaderamente místico, que comprender, después de años dedicados a escribir millones de palabras sobre Dios, que Dios no se puede escribir, no se puede decir, no se puede entender? De hecho, no sólo Dios sino precisamente todo: omnia. En última instancia, todo es indecible e incomprensible. Un gran, inmenso misterio. Sé que no sé nada de nada. Aquí el místico y el agnóstico se encuentran. Y aquí santo Tomás de Aquino, como cada uno de nosotros, encuentra finalmente la paz. Todo es paja".
Un malentendido inaceptable
----------Ventimiglia comete aquí el error gravísimo de confundir la mística, elevadísimo y preciosísimo conocimiento de Dios, efecto no sólo del saber, sino también del amor, en la humilde conciencia de no poder comprender exhaustivamente su esencia, con el abominable agnosticismo, que es la actitud astuta, falsamente humilde, de quien, por su propia comodidad y conveniencia, y con el pretexto de la dificultad de conocer a Dios, cree tener el derecho y pretende no pronunciarse sobre la cuestión ineludible y decisiva de su destino eterno, para tener libertad en el campo moral de conducirse según su genio.
----------Así Ventimiglia demuestra no saber en absoluto qué es la mística, mostrando una grave laguna en su ser teólogo, ya que el saber místico, propio de los santos, es el vértice del conocimiento de Dios posible en esta tierra, saber basado en los conceptos de fe analizados por el teólogo, pero inflamados por el fuego de la caridad de un ardentísimo deseo y amor de Dios. Y si el místico calla y no habla de Dios, no es porque no entienda nada, sino porque su saber es tan alto, que no encuentra palabras para expresar cuanto ha experimentado.
----------Ventimiglia, en cambio, se mantiene en el plano de los simples conceptos especulativos y, dando prueba de no conocer el poder cognitivo del amor y de la santidad, se imagina la mística como una evasión o vía de escape de la inteligencia y de los dogmas de la fe para disolver la totalidad del pensamiento saliendo con las siguientes palabras inspiradas en un socratismo del todo prestado: "todo es, en última instancia, indecible e incomprensible. Un gran, inmenso, misterio. Sé que no sé nada de nada".
----------Ahora bien, querido Ventimiglia, deberías saber que el misterio no es la supresión o el oscurecimiento del saber, sino que es la fuente luminosa inagotable del saber indefinidamente progresivo. Y luego no te das cuenta de la tremenda contradicción en la que caes en el momento en el cual haces estas afirmaciones como si te encontraras en posesión de la verdad absoluta. Pero, como hemos visto en tu tesis de Differenza e contraddizione (obra antes citada), probablemente te sientas dispensado de respetar el principio de contradicción porque estás convencido de que hablas desde un plano del ser que trasciende ese principio. ¿Pero estás completamente seguro de que exista algo fuera del ser? La epékeina tes usias, el "más allá de la esencia", del cual habla Platón, como explica santo Tomás, no tiene ningún significado especulativo, sino que significa simplemente el prevalecer del bonum sobre el verum en el campo del amor.
----------Así se explica cómo Ventimiglia niegue que en Tomás, a su famosa frase referida a sus escritos "me parecen como paja", precedan las esenciales e igualmente famosas palabras "después de lo que he visto", que en cambio son palabras que dan una luz decisiva a las que siguen.
----------Tomás no quiere decir que acerca de Dios no entendiera nada, sino que, al contrario, ha entendido tanto, que a comparación de lo que ha visto, lo que había escrito le parecía una nada. El razonamiento a fortiori, sensato, que se debe hacer, entonces en este punto, es: si cuanto ha escrito Tomás es tan precioso como para ser recomendado como excelente a todos los teólogos por ochenta y cinco Papas desde hace ocho siglos hasta la actualidad, ¡quién sabe lo que había visto para parecerle paja cuanto había escrito!
La verdadera concepción tomista de la experiencia mística
----------¿Qué es lo que ha visto Tomás? ¿La Esencia divina? No ciertamente, porque Tomás explica bien que la visión inmediata, intuitiva y directa de la Esencia divina está reservada al paraíso del cielo, mientras que aquí abajo Dios sólo puede ser conocido mediante los conceptos o de razón o de fe.
----------Sólo que en la experiencia mística, fruto de los dones del Espíritu Santo, el concepto dogmático se calienta y se ilumina en el fuego de la caridad, un poco como un trozo de hierro, de por sí frío y oscuro, puesto en el fuego, se vuelve incandescente y luminoso. La ciencia química forma el concepto del hierro; pero ¿cómo describir la experiencia personal de la luz y del calor que emanan del hierro incandescente?
----------Es necesario hacer la experiencia para saberlo: no se puede decir con palabras. De modo similar, el místico, que hace la experiencia del dogma ardiente y luminoso porque lo calienta su caridad, no es capaz de expresar con palabras lo que siente. La fe, observa santo Tomás, que de por sí no es una visión, sino un saber mediado, cuando es tan luminosa y cálida por el calor de la caridad, deviene similar a una visión o a una experiencia. Esto es lo que le ha sucedido a Tomás cuando ha dicho: "aquello que he visto".
----------El místico es llamado así porque hace la experiencia del misterio divino revelado sobrenatural. ¿Qué es en el cristianismo el misterio de fe? El término ha sido introducido por san Pablo, tomado de los misterios paganos y adaptado para significar el misterio cristiano, sobre todo el misterio de Cristo y de la Iglesia, los sacramentos, la sabiduría sobrenatural infusa, precisamente la sabiduría mística. En Pablo el misterio corresponde al hebreo raz o sod, que significa "secreto", aquello que por su preciosidad está escondido y que se debe mantener oculto o se puede o se debe revelar a aquellos son dignos de ello. El misterio cristiano por excelencia es Dios mismo, la verdad cristiana y las instituciones divinas.
----------Tomás enseña que el misterio divino es inteligible, pero para nosotros no es plenamente comprensible a causa de su infinitud, porque nuestra capacidad de comprensión es finita, aunque estemos hechos para lo Infinito. Tomás no sostiene en absoluto, como quisiera hacernos creer Ventimiglia, que todo es misterio. Algunas cosas las comprendemos perfectamente y exhaustivamente, las más bajas, sobre todo las realidades físicas, lógicas y matemáticas, pero es cierto que las verdades más altas son misterios.
----------En base a esto no debemos decir que Dios es incomprensible, excepto precisando que no es para nosotros infinitamente comprensible. Él nos es finitamente comprensible. De hecho, a los bienaventurados se les llama tradicionalmente comprehensores. Así, similarmente, no me parece bien decir que Dios nos es ignoto o desconocido, porque estamos en todo caso obligados a decir que lo conocemos, aunque sea de manera imperfecta (por eso el título del libro del padre Jean-Hervé Nicolas, Dieu connu comme inconnu, Desclée de Brouwer, Paris 1966, resulta bastante chocante; ciertamente santo Tomás no se expresaría de esta manera, aunque luego, leyendo el libro, nos diéramos cuenta del perfecto tomismo del autor).
----------Es cierto que Tomás dice que aquí abajo de Dios sabemos que existe, pero no el quid sit. Tomás se refiere aquí a la esencia propia, íntima, de Dios, visible sólo en el cielo. De lo contrario, cuando en la Summa Theologiae habla de los atributos de Dios, ¿de qué está hablando?
El misterio de por qué Tomás dejó de escribir
----------Debemos tener presente que en el misterio hay algo para entender y algo -la mayor parte- que se nos escapa: contentémonos con lo que entendemos y evitemos las dos tentaciones opuestas: o la presuntuosa y gnóstica de entenderlo todo como Hegel, o la pusilánime y agnóstica de cerrar los ojos para no entender nada como Rahner. Ventimiglia parece estar de este lado, que ciertamente no es el de santo Tomás, que es audaz en el profundizar en el misterio y humilde en el respetar su oscuridad.
----------Ciertamente es sorprendente la imprevista y para nada programada, instantánea, interrupción del escribir, en particular la Summa Theologiae, un texto que se ve interrumpido durante el tranquilo curso de su redacción, que se trata de una exposición como siempre lúcida y argumentada, sin nada que pudiera hacer presagiar una posible interrupción, y es algo sorprendente, humanamente inexplicable. Se podría pensar quizás en una repentina crisis psíquica. Sabemos cómo ciertas fuertes experiencias místicas pueden provocar efectos traumatizantes o patológicos en la estructura psíquica del sujeto.
----------A santa Teresa de Ávila le parecía morir, santa Catalina de Siena tenía la impresión de quedarse como atontada (como "troglo"), la Beata Ángela de Foligno, después de una visión de la Santísima Trinidad, comenzó a hacer ruidos que escandalizaron a los presentes, etc. Hay quienes han formulado la hipótesis de que Tomás, cansado por su exceso de trabajo, haya sufrido un agotamiento nervioso. Pero tal hipótesis no se sostiene, porque el agotamiento nervioso tiene su propia génesis y su desarrollo en el tiempo, mientras que aquí nos encontramos ante un colapso repentino, sin señales premonitorias. Se puede pensar en un efecto psico-emotivo de la extraordinaria experiencia mística vivida por Tomás.
----------Añadiría, por lo demás, que cualquiera que desee verificar cuanto he dicho, puede tomar el texto de la Summa en sus manos, pasar a la cuestión 90 de la III parte y constatar de qué modo el texto se interrumpe abruptamente. Y no se comprende el por qué. Como si a Tomás le hubieran dado un disparo de pistola o hubiera sufrido un infarto. Y pensemos que este trabajo lo estaba haciendo con verdadero gusto, pasión y satisfacción, gran empeño y seriedad, consciente de poner sus extraordinarias cualidades intelectuales y de escritor, en el diligente cumplimiento del oficio de teólogo, al servicio de la formación de sus hermanos, rodeado y animado por su estima y por la expectativa de leer cuanto estaba escribiendo.
----------El hecho es que esta interrupción repentina y drástica de la exposición de la Summa Theologiae, es un verdadero problema y bastante sorprendente. Es difícil, si no imposible, entender qué pudo haber sucedido. Sus hermanos dominicos quedaron conmocionados y deilusionados, y le rogaron reanudar el trabajo. Pero no hubo nada que hacer. Tomás se mantuvo inamovible, como si se sintiera vinculado por un deber absoluto. Había pasado de una fácil desenvoltura para escribir la Summa, a una sensación de impotencia. De nada sirvieron las exhortaciones de los Superiores. Tomás se mostró inflexible. Él simplemente se limitó a responder: "no puedo más". Y para justificar esta impotencia hizo seguir las palabras que he citado.
----------Sin embargo, sus biografías nos cuentan que Tomás volvió más tarde a hablar de Dios, pero sólo para comentar, al aproximarse ya su muerte, el texto del Cantar de los Cantares, y que al momento de recibir el santo viático pronunció palabras dulcísimas de afecto hacia nustro Señor Jesucristo y de agradecimiento a Dios por cuanto le había concedido decir y hacer en su vida de dominico y de teólogo.
----------Probablemente Tomás, mientras estaba llevando a término la Summa Theologiae, estuvo sometido a una repentina e intensísima experiencia mística, lo que él llama raptus, conclusión previsible de su camino de santidad y de extraordinario amor por Cristo, que se le había aparecido alabándolo por cómo había escrito bien sobre Él, pero una experiencia mística no como la entiende Ventimiglia, es decir, como un estado psíquico nublado y apofático, según los módulos del nirvana budista, que sin embargo no carece de interés desde el punto de vista de la mística. Por el contrario, Tomás recibió en ese momento tanta luz, que esa luz que hasta entonces había derramado con sus fuerzas sobre la Palabra de Dios, le pareció una nada respecto a la luz divina por la cual fue imprevistamente iluminado y abrumado, luz indescriptible con palabras humanas.
----------En cuanto a Maimónides, Tomás aprecia el respeto que tenía por el nombre de Dios, pero le reprocha el excesivo apofatismo con el cual Maimónides ponía el Tetragrámaton por encima del Aquel Que Es, y también le reprocha el hecho de no saber usar la analogía del ser en el hablar de Dios y de no ver que la causalidad también se puede aplicar analógicamente a Dios, como es sugerido por el dogma de la creación.
----------Ciertamente que la experiencia mística implica el callar, el silencio, pero no porque anule la teología catafática; al contrario, se sabe cómo Tomás veía la teología negativa o apofática por encima de la teología positiva o catafática, pero, precisando a claras letras, en todo caso es imposible aquella primera sino sobre la base y sobre el presupuesto de esta segunda, así como no se puede negar algo si primero no se aclara aquello que debe ser negado y si no se afirma lo que debe ser sostenido, lo cual no viene en absoluto negado, sino confirmado. Si digo que Dios es infinito, niego que sea finito; pero ¿cómo hago para hacer esta negación si no admito la existencia de lo finito y no supongo que Dios exista?
----------Tomás nos hace comprender más que ningún otro teólogo la importancia vital y salvífica de la relación entre santidad y teología. Un Papa definió agudamente la personalidad de santo Tomás de Aquino como "el más santo de todos los doctos y el más docto de todos los santos". Desgarrados y divididos entre atormentadoras contradicciones, insanables y obstinados conflictos de ideas y de comportamientos, nos preguntamos continuamente con angustia, salvo que seamos inconscientes, cuál debe ser la relación entre unidad y diversidad, entre verdad y caridad, entre saber y querer, entre saber y amar, entre teoría y praxis, entre pensamiento y acción, entre pastoral y doctrina. Pues bien, he aquí en Tomás un excelso ejemplo teórico y concreto de cómo operar estas síntesis esenciales, sin falsas contraposiciones y fatales confusiones, de la vida moral y del espíritu, de la persona, de la sociedad y de la Iglesia.
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