miércoles, 11 de octubre de 2023

La verdad del dogma repensada hoy (3/3)

Publicamos hoy una tercera y última puntada a nuestra reflexión sobre la respuesta del Romano Pontífice a la primera pregunta de los cinco Cardenales firmantes de los Dubia. Veremos hoy que en las interpretaciones que en diversos medios de comunicación han dado los propagandistas del filo-modernismo y del filo-lefebvrismo hay una total coincidencia. [En la imagen: una fotografía de la sesión de Apertura de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo, el 4 de octubre de 2023, en el Aula Pablo VI].

Común interpretación modernista y pasadista a las respuestas del Papa a los Dubia
   
----------En su homilía del pasado 4 de octubre, en la Santa Misa inaugural de este Sínodo del Pueblo de Dios, el papa Francisco expresó entre otras cosas que en esta asamblea de la Iglesia "no nos sirve tener una mirada inmanente, hecha de estrategias humanas, cálculos políticos o batallas ideológicas". Sin embargo, esas miradas existen, en el interior de la asamblea sinodal, entre sus escogidos miembros habilitados para participar en sus reuniones y deliberaciones, y fuera de ella, en sus observadores y sobre todo entre los publicistas que intentan interpretar lo que está ocurriendo (o más bien lo que va a ocurrir), entrambos actores, interiores y exteriores, según sus prejuicios ideológicos. Se trata, por supuesto, de las dos corrientes, el filo-modernismo y el pasadismo (o filo-lefebvrismo) que desde hace ya seis décadas no dejan en paz al inmenso y casi unánime conjunto de fieles católicos que simplemente se dejan guiar por el Papa, en cuanto Vicario de Cristo.
----------Desde la corriente filo-lefebvriana, el italiano profesor Roberto de Mattei, historiador sin título habilitante en teología, continúa propalando su mantra para auto-convencerse y convencer a otros de que el Papa es un hereje, y ha expresado días atrás en su portal de noticias que "la respuesta del Pontífice suscita interrogantes aún mayores que los provocados por los dubia de los cardenales. De hecho, el Sumo Pontífice se vale de un recurso dialéctico que ya usó en Amoris laetitia para contradecir, o al menos debilitar, sirviéndose de un caso concreto, la regla general de la fe". Este tipo de expresiones constituye, como bien es sabido, sospecha de herejía (al menos de herejía material) por parte de quien lo pronuncia. El artículo de De Mattei fue vertido al español en la página Adelante la Fe, de explícita orientación lefebvriana y viganoiana.
----------En otras dos páginas de noticias de la Iglesia en lengua española, también expresión de filo-lefebvrismo, Infocatólica e Infovaticana, ni siquiera se han tomado el trabajo de ofrecer una lectura mínimamente fiel a las palabras del Papa a sus pormenorizadas respuestas a los Dubia de los cinco Cardenales, a no ser sirviéndose, ambos portales, de los exabruptos de un laico sin competencia específica en esta cuestión teológica, pero que pretende ofrecer teología, cuando más bien nos da la impresión de que su primera urgente necesidad sea leer al menos el Catecismo de la Iglesia Católica, como resumen autorizado de la Fe.
----------El imprudente articulista "católico", que cae bajo las mismas sospechas antes mencionadas para el caso de De Mattei, afirma muy suelto de cuerpo que "me veo obligado a concluir que la respuesta del Papa a los Dubia no es simplemente confusa y errónea, sino que ni siquiera cumple los requisitos mínimos para ser considerada cristiana". El articulista concluye, entre otras cosas, que actualmente "el Magisterio, en vez de transmitir lo revelado, pasa a elegir qué partes de la Escritura y la Tradición se pueden 'repetir materialmente' y qué partes no porque ya están obsoletas, y ha convertido al Papa en fuente de la revelación, en una especie de nuevo Mesías, mejor y más misericordioso que Jesucristo". El artículo es un buen ejemplo del actual grado de paroxismo al que puede llegar el pasadismo fundamentalista sedicente católico.
----------Está claro que lo que en esas palabras se denuncia es lo que el modernismo propala gustosamente, y coincide con lo que el pasadismo rechaza. Vale decir, tanto el modernismo rahneriano como el pasadismo filo-lefebvriano nos dicen lo mismo: actualmente ha sucedido una subversión, una revolución, en la que el Papa, auto-suficiente, auto-eximido de cualquier regla de fe, se ha constituido a sí mismo en el poder para escoger de la divina Revelación lo que le plazca. Se trata, naturalmente, de una afirmación herética, pero el modernismo se empeña en propalarla complacido, y el pasadismo en denunciarla. Pero ambas corrientes cismáticas y heréticas vienen, al fin de cuentas, a interpretar del mismo modo la palabra del Papa.
----------En otras palabras: una vez más se comprueba que, en casos similares a éste, en que se quiere interpretar la palabra del Romano Pontífice, siempre libre de error cuando nos enseña la Revelación, es una y la misma la interpretación que hacen los modernistas y la que hacen los pasadistas, es decir es la misma interpretación modernista: los modernistas para elogiar al Papa por ser modernista, y los pasadistas para rechazar al Papa, también por ser modernista.
----------En lugar de ambas corrientes heréticas, la posición católica es hacer siempre el humano esfuerzo, con la asistencia de la gracia que nos viene del Espíritu Santo, de interpretar las palabras del Papa reconociendo quién las ha expresado: el Vicario de Cristo, acerca de quien Nuestro Señor nos ha garantizado que debe confirmarnos en la Fe. ¿Acaso queremos también nosotros dudar de la promesa de Cristo?
   
Un grave malentendido
   
----------El teólogo italino Giuseppe Lorizio [n.1952], sacerdote de la diócesis de Roma y profesor de Teología Fundamental en la Pontificia Universidad Lateranense, ha publicado el pasado 7 de octubre, en el diario Avvenire, un artículo titulado La via per sciogliere i dubia (la manera de disolver los dubia), afirmando entre otras cosas que el Romano Pontífice, en su respuesta a la primera pregunta de los Cardenales concerniente a la relación entre las verdades reveladas y el pensamiento contemporáneo, según Lorizio habría afirmado "la necesidad de reinterpretar la Palabra de Dios a la luz del contexto contemporáneo".
----------Considero que ya he explicado suficientemente cómo deben interpretarse las palabras del Papa en su respuesta a la primera de las preguntas planteadas por los cinco Cardenales firmantes de los Dubia. Lo expliqué en este artículo, en las dos partes publicadas anteriormente. Pero el padre Lorizio en su artículo del Avvenire, valiéndose del conocido recurso sofístico de interpretar las enseñanzas del Papa según un método típicamente modernista, quisiera poner en boca del Santo Padre la clásica tesis modernista, según la cual no es el Evangelio el que selecciona en el pensamiento moderno lo que es conforme al Evangelio, sino que es el pensamiento moderno el que debe elegir en el Evangelio lo que se conforma al pensamiento moderno.
----------Precisamente, si alguien pregunta qué es en esencia el modernismo, la respuesta más simple y clara consiste en responder que el modernismo es la idolatría de la modernidad y es la absolutización de la modernidad, en cuanto actitud típicamente gnóstica, como si la modernidad fuera la verdad suprema y absoluta, y debiera ser asumida en bloque y cada una de sus tesis fueran oro colado y puro, hasta el punto de hacer elegir (¡airesis!) en la Tradición, en la Escritura, en las verdades reveladas y en los dogmas sólo lo que es conforme con la modernidad, o bien, cambiandole su significado, conformándolo a la diosa modernidad.
----------Ahora bien, el lector, tomándose la simple tarea de releer las palabras del Papa en su primera respuesta a los Dubia, se dará cuenta de que cuanto le atribuye Lorizio al Papa, no está en absoluto en el texto del Papa, sino precisamente todo lo contrario. Lo que señala con absoluta claridad el Romano Pontífice es el deber que tiene el teólogo de elegir, a la luz de la inmutable divina revelación, cuanto en el pensamiento moderno, por su compatibilidad con el dato revelado, o sea con el dogma, puede ser utilizado para una profundización continua e indefinida de la inagotable riqueza de la Palabra de Dios.
----------En otros términos: el padre Lorizio confunde los dos términos de la relación de la cual aquí se trata. Vale decir, confunde el Evangelio con el mundo moderno, y lo que en definitiva acaba por hacer es intercambiar el término iluminante (el Evangelio) con el término a iluminar (el pensamiento moderno) y, por ende, término a juzgar, cribar, separando el trigo de la paja, y los peces buenos de los malos.
----------Tenemos aquí un claro ejemplo del método modernista, que intercambia el criterio de juicio con la materia a juzgar, el principio del discernimiento con cuanto debe ser objeto de escrutinio y de discernimiento, con la pretensión de tener en esta deshonesta operación el aval de la autoridad del Papa. El teólogo modernista se auto-constituye en intérprete del Magisterio en base al pensamiento moderno, y esto hasta el extremo de hacerle decir al Papa lo que él no dice en absoluto. Es precisamente lo mismo que vienen haciendo desde hace sesenta años los modernistas con los textos del Concilio Vaticano II, no importa que se trate de teólogos rahnerianos, schillebeeckxianos o küngianos, los teólogos modernistas se auto-instituyen como intérpretes auténticos del Concilio Vaticano II. Es lo que san Paulo VI denunció ya desde la época del inmediato postconcilio como "magisterio paralelo", y que el papa Francisco llama una forma de gnosticismo.
   
Las palabras del Papa
   
----------Releamos entonces con atención cuanto ha dicho el Papa: "a) La respuesta depende del significado que ustedes den a la palabra 'reinterpretar'. Si se entiende como 'interpretar mejor', la expresión es válida. En este sentido, el Concilio Vaticano II afirmó que es necesario que, con la tarea de los exégetas -yo agrego de los teólogos- 'vaya madurando el juicio de la Iglesia' (Dei Verbum, n.12).
----------b) Por tanto, si bien es cierto que la divina Revelación es inmutable y siempre vinculante, la Iglesia debe ser humilde y reconocer que nunca agota su insondable riqueza y necesita crecer en su comprensión.
----------c) Por consiguiente, madura también en la comprensión de lo que ella misma ha afirmado en su Magisterio.
----------d) Los cambios culturales y los nuevos desafíos de la historia no modifican la Revelación, pero sí pueden estimularnos a explicitar mejor algunos aspectos de su desbordante riqueza que siempre ofrece más.
----------e) Es inevitable que esto pueda llevar a una mejor expresión de algunas afirmaciones pasadas del Magisterio, y de hecho ha sucedido así a lo largo de la historia.
----------f) Por otra parte, es cierto que el Magisterio no es superior a la Palabra de Dios, pero también es verdad que tanto los textos de las Escrituras como los testimonios de la Tradición necesitan una interpretación que permita distinguir su substancia perenne de los condicionamientos culturales. Es evidente, por ejemplo, en los textos bíblicos (como Éx 21,20-21) y en algunas intervenciones magisteriales que toleraban la esclavitud (cf. Nicolás V, Bula Dum Diversas, 1452). No es un tema menor dada su íntima conexión con la verdad perenne de la dignidad inalienable de la persona humana. Estos textos necesitan una interpretación. Lo mismo vale para algunas consideraciones del Nuevo Testamento sobre las mujeres (1 Cor 11,3-10; 1 Tim 2,11-14) y para otros textos de las Escrituras y testimonios de la Tradición que hoy no pueden ser repetidos materialmente.
----------g) Es importante destacar que lo que no puede cambiar es lo que ha sido revelado 'para la salvación de todos' (Dei Verbum, n.7). Por ello la Iglesia debe discernir constantemente entre aquello que es esencial para la salvación y aquello que es secundario o está conectado menos directamente con este objetivo. Al respecto me interesa recordar lo que Santo Tomás de Aquino afirmaba: 'cuanto más se desciende a lo particular, tanto más aumenta la indeterminación' (Summa Theologiae, I-II, q.94, a.4). [Reporto las palabras precisas de santo Tomás: "En cuanto a los principios comunes de la razón especulativa y práctica, es la misma la verdad o rectitud por todos igualmente conocida. Pero esto se verifica cada vez menos cuanto más se desciende a los casos particulares" (Summa Theologiae, I-II, q.94, a.4)].
----------h) Finalmente, una sola formulación de una verdad nunca podrá entenderse de un modo adecuado si se la presenta solitaria, aislada del rico y armonioso contexto de toda la Revelación. La 'jerarquía de verdades' implica también situar cada una de ellas en adecuada conexión con las verdades más centrales y con la totalidad de la enseñanza de la Iglesia. Esto finalmente puede dar lugar a distintos modos de exponer la misma doctrina, aunque 'a quienes sueñan con una doctrina monolítica defendida por todos sin matices, esto puede parecerles una imperfecta dispersión. Pero la realidad es que esa variedad ayuda a que se manifiesten y desarrollen mejor los diversos aspectos de la inagotable riqueza del Evangelio' (Evangelii gaudium, n.40). Cada línea teológica tiene sus riesgos, pero también sus oportunidades".
  
Observaciones
   
----------Algunas observaciones. Primera. Cuando el Romano Pontífice dice que "los cambios culturales y los nuevos desafíos de la historia no modifican la Revelación, pero sí pueden estimularnos a explicitar mejor algunos aspectos de su desbordante riqueza que siempre ofrece más", es obvio que se refiere a cambios compatibles con la divina Revelación, puestos en evidencia a la luz de la misma divina Revelación, que puede sacarlos de un contexto contrario a ella y, por tanto, contexto que se debe descartar.
----------Segunda. Cuando luego el Santo Padre afirma que "los textos de las Escrituras como los testimonios de la Tradición necesitan una interpretación que permita distinguir su substancia perenne de los condicionamientos culturales. Esto es evidente, por ejemplo, en los textos bíblicos (como Éx 21,20-21) y en algunas intervenciones magisteriales que toleraban la esclavitud (cf. Nicolás V, Bula Dum Diversas, 1452)", está claro que, haciendo referencia a tesis o prácticas superadas, el Romano Pontífice sobrentiende que su hoy cesada actualidad ha sido descubierta y juzgada no a la luz de las ideas de la época, sino a la luz de la "substancia perenne de los textos de las Escrituras como los testimonios de la Tradición".
----------Tercera. Cuando en su respuesta a la pregunta primera el Papa dice que "lo que no puede cambiar es lo que ha sido revelado 'para la salvación de todos' (Dei Verbum, n.7). Por ello la Iglesia debe discernir constantemente entre aquello que es esencial para la salvación y aquello que es secundario o está conectado menos directamente con este objetivo", está claro que él se refiere al hecho de que la Iglesia, siempre conservando intacto aquello que es esencial para la salvación de todos, es decir, los dogmas y las verdades de fe, a su luz discierne, tamiza y juzga, entre las cambiantes doctrinas y prácticas de la época, aquello que es "secundario o está conectado menos directamente con este objetivo", es decir, el de transmitir íntegro el patrimonio de la divina Revelación a todos los siglos y a todos los pueblos.
----------Cuarta. Cuando el Papa afirma que "una sola formulación de una verdad nunca podrá entenderse de un modo adecuado si se la presenta solitaria, aislada del rico y armonioso contexto de toda la Revelación. La 'jerarquía de verdades' implica también situar cada una de ellas en adecuada conexión con las verdades más centrales y con la totalidad de la enseñanza de la Iglesia. Esto finalmente puede dar lugar a distintos modos de exponer la misma doctrina, aunque 'a quienes sueñan con una doctrina monolítica defendida por todos sin matices, esto puede parecerles una imperfecta dispersión", claramente no quiere negar la posibilidad y el deber de la Iglesia de enseñar verdades de fe de contenido unívoco y preciso, uno y verdadero para todos y para siempre, sino que simplemente se refiere al hecho de que una misma verdad de fe, una y verdadera para todos, al mismo tiempo puede ser expresada de diferentes modos y en diferentes grados de perfección, en cuanto que la Iglesia, al comunicarse con su propio tiempo y con las diferentes culturas -he aquí la inculturación-, asume aquellos modos de expresarse, de pensar o de comunicar, que mejor que otros manifiestan a los hombres del propio tiempo la eterna universalidad, unidad e inagotable riqueza de la Palabra de Dios.

6 comentarios:

  1. Estimado padre Filemón,
    ante todo le hago presente mi agradecimiento por un artículo tan completo y bien articulado. Se hace desear una consideración similar a los otros cuatro Dubia, pero no me atrevo ni siquiera a sugerir un pedido de mi parte, ya sea por conocer su reticencia a mostrarse demasiado crítico del Romano Pontífice, o dar la apariencia de estar poniendo objeciones a todo lo que dice, o también por el excesivo esfuerzo que implicaría tal tarea.
    Pero lo que sí quiero manifestarle es que me ha sorprendido el último párrafo de su artículo. Usa repetidas veces los términos "filo-lefebvrianos" y "filo-modernistas". A decir verdad, no le veo diferencia con usar directamente los términos "lefebvrianos" y "modernistas".
    Pero, eso supuesto, me surge un problema: ¿en serio piensa que es correcto calificar de lefebvrismo a los cardenales Walter Brandmüller, Raymond Leo Burke, Juan Sandoval Íñiguez, Robert Sarah, y Joseph Zen Ze-kiun (a los que habría que añadir también Müller, que mostró su apoyo a los Dubia)?
    Cuando veo citado el lefebvrismo, yo pienso en Lefebvre, en los tres obispos de la FSSPX, y en los demás de sus organizaciones cismáticas internas, y en los centenares de sacerdotes por ellos odenados y en los centenares de miles de fieles que tienen en el mundo. Pero todos ellos son lefebvrianos, es decir: cismáticos, y sospechosos de herejía.
    ¿Puede decirse lo mismo de los seis cardenales mencionados?
    ¿En qué sentido, por lo tanto, puede ser correcto afirmar que con este Sínodo haya comenzado realmente el diálogo entre los representantes del lefebvrismo y el modernismo? Da la impresión de ser sólo una bella expresión de deseos (que comparto), pero sin nada que la avale en la realidad.

    P. Serafin Savelloni

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    1. Estimado padre Serafin,
      usando la calificación de filo-lefebvriano, no he tenido nunca la intención de referirme a la FSSPX y demás desprendimientos de ella, sino simplemente a algunas de sus ideas que están en circulación incluso entre muchos que no pertenecen a esas comunidades alejadas de la plena comunión con la Sede Apostólica.
      Por eso precisamente uso los términos de filo-lefebvriano y de filo-modernista.
      Podría referirme a las palabras del Papa: "un buen arzobispo, Canestri, decía que la Iglesia es como un río: lo importante es estar dentro del río. Si estás un poco más en el centro o más a la derecha o a la izquierda, pero dentro del río: esta es una variedad lícita".
      Una distinción terminológica que me gustaría hacer, sin embargo, es entre progresista y modernista: ambos se declaran a favor del progreso eclesial, excepto que el primero está dentro del río y el otro fuera.
      De modo similar, distinguiría entre tradicionalista y lefebvriano o pasadista o atrasista (indietrista), en cuanto que, aunque ambos amen la Tradición, sin embargo el primero está dentro del río, porque entiende la Tradición no en un sentido rígido, sino en un sentido evolutivo, mientras que creo que hay que considerar fuera del río a aquellos tradicionalistas que no aceptan las nuevas doctrinas del Concilio Vaticano II, o rechazan la Misa actual de rito romano, o rechazan el Magisterio pontificio postconciliar.
      En cuanto al término conservador, puede tener dos significados. Si se trata del celo por conservar el depósito de la fe, ser conservador es una virtud. Si en cambio, por conservador se entiende a alguien que quiere conservar lo que ya no sirve, entonces es evidente que conservar en este sentido es un vicio o error.

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    2. Gracias, padre Filemón por su detallada respuesta, siempre generosa.
      Creo que, ahora su texto (con los cambios realizados) expresa mucho mejor lo que usted ha intentado expresar. Aclaro que yo nunca tuve dudas de lo que usted intentaba expresar, pero por eso mismo me chocaba el modo como usted lo había expresado.
      Su conclusión es interesante, aunque quizás no la pueda compartir del todo. Sea como sea, estamos a nivel de las opiniones. Usted dice que ahora, con estos dubia del 2023, se ha revelado que también los filo-lefebvrianos tienen puntos de referencia en el Sacro Colegio. Si tal cosa es verdad, entonces también lo era en 2017. Al fin de cuentas: dos cardenales son los mismos que del 2017. En 2017 eran 4 + Müller, y ahora son 5 + Müller. No me parece muy distinto.
      Ahora bien, no veo que si tal cosa fuera cierta (el peso filo-lefebvriano en el Sacro Colegio) no creo que pueda tener el más mínimo influjo en Colegio, por la enorme fuerza (aparente) del filo-modernismo en los demás cardenales.
      Aunque siempre estamos en ámbito conjetural.
      Gracias. Y buen domingo.
      P. Serafín Savelloni

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    3. Estimado padre Serafín,
      la sospecha que tengo desde hace tiempo es que ha habido filo-lefebvrianos en el Colegio Cardenalicio desde el final del Concilio, cuando algunos Cardenales, como Ottaviani, Bacci y Cento, quedaron muy descontentos con el novus ordo y fueron reprendidos por san Pablo VI.
      Sin duda el papa Francisco ha logrado que el Colegio Cardenalicio esté en línea con sus posiciones progresistas.
      Sin embargo, me pregunto ¿cómo los lefebvrianos de la FSSPX lograron, ya inmediatamente después del Concilio, ser tan decididos en su posición, obteniendo éxitos en aumento hasta el día de hoy, si no hubieran contado siempre con un apoyo secreto, aunque minoritario, en el Colegio de Cardenales?
      Lo que me gustaría esperar es que el Papa, tomando el ejemplo de Benedicto XVI, tenga una mayor acercamiento hacia la galaxia filo-lefebvriana, a la que llama indietrista. El se acerca a los filo-modernistas, sin compartir sus posiciones. De hecho, sin ignorar los defectos de los filo-lefebvrianos, con su tendencia al cisma y la sosoecha de herejía que los abraza, debemos sin embargo reconocer que nos recuerdan los valores que los modernistas y filo-modernistas rechazan, olvidan o malinterpretan.

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  2. Estimado padre Filemón: su artículo es preciso, por ser una crítica puntual, breve y clara, a lo que usted llama una "interpretación modernista" de las respuestas del Papa a los cinco Cardenales.
    Estoy perfectamente de acuerdo con todo lo que usted dice. Y también, para ubicarnos en la correcta posición católica ante cualquier expresión del Papa, su artículo es perfectamente útil para criticar los numerosos artículos que hoy están circulando desde posiciones "indietristas" o "pasadistas", criticando como modernistas las expresiones del Papa. ¡Pero diciendo lo mismo que dice el padre Giuseppe Lorizio!
    Como usted bien dice una vez más se comprueba que, en casos similares a éste, en que se quiere interpretar la palabra del Papa, es una y la misma la interpretación que hacen los modernistas y la que hacen los pasadistas, es decir es la misma "interpretación modernista": los modernistas para elogiar al Papa, y los pasadistas para rechazar al Papa. En lugar de ambas corrientes heréticas, la posición católica es hacer el esfuerzo de interpretar las palabras del Papa reconociendo quién las ha expresado: el Vicario de Cristo.

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    1. Estimado Cristero Argentino,
      estoy completamente de acuerdo con su análisis.
      Nuestra esperanza es que, tanto los indietristas como los modernistas, se decidan de una vez por todas a interpretar lo que dice el Santo Padre con honestidad y benevolencia, sin facciosidad, sin prejuicios, sin instrumentalizar, sin interpretaciones maliciosas, sino con disponibilidad para comprender y para obedecer.
      Con esto no niego la legitimidad de alguna crítica prudente y constructiva en relación a alguna declaración no magisterial, o alguna externalización improvisada o alguna opinión privada.

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