Todo el nudo de la cuestión ucraniana se reduce al modo de concebir el origen y la función del Espíritu Santo en lo interno de la Santísima Trinidad y su misión y acción en el plan divino de la salvación. Hasta que los hermanos ortodoxos no se decidan a renunciar a acusar a los católicos de herejía porque hemos puesto el Filioque en el Credo, y no reconozcan que Roma lo ha hecho con pleno derecho, sin cambiar ni añadir nada a la Palabra de Dios, sino simplemente explicando y explicitando lo que ya era sabido, no se tocará la causa real y propia del conflicto. [En la imagen: fragmento de "Entronización del Patriarca Miguel Cerulario", de autor desconocido del siglo XIII, en la Historia de Juan Escilitzes, sito en la Biblioteca Nacional de España].
La actual guerra en Ucrania debe reavivar el ecumenismo
----------Los diálogos ecuménicos sin duda han dado frutos positivos en el sentido de un mejor conocimiento y comprensión recíproco, y de una mutua colaboración en las obras de la caridad, pero al mismo tiempo, mientras se ha extendido entre nosotros, católicos, una estima también excesiva por la espiritualidad ortodoxa, y se calla sobre sus carencias, algunos de entre nosotros han llegado a creer que a estas alturas los miembros de la ortodoxia oriental son simplemente hermanos diferentes, en los cuales no existe nada por corregir y que por tanto su Iglesia, separada, no esté por debajo, sino a la par de la Iglesia católica.
----------La actual guerra en Ucrania debería hacernos conscientes de que la realidad de nuestras Iglesias es muy diferente de los sueños ilusorios e idílicos de aquellos ecumenistas oportunistas, pasatiempistas, perdedores de tiempo, sino que presenta hasta la actualidad y sobre todo hoy una situación que no implica en absoluto la composición del viejo cisma, sino que registra, salvo loables excepciones, del lado católico una aquiescencia censurable y del lado ortodoxo la persistencia de su complejo de superioridad.
----------Por tanto, debemos decir que la decisión de Miguel Cerulario se encuadró en un contexto teológico, social, político, disciplinar y eclesial, que desde hacía siglos había ido moviéndose hacia una gradual disminución de la estima y respeto del Papa como pastor universal de la Iglesia y Vicario de Cristo.
----------El Papa se había presentado cada vez más a una crítica docta, hábil, astuta, malévola y sistemática, aduladora del poder político, aunque no privada de buenas razones, -¡también el Papa es un pecador!- que había durado por siglos y poco contrabalanceada por espíritus honestos, inteligentes y valientes, no un padre amoroso y sabio, no un guía seguro e iluminador, no un pastor celante y desinteresado, sino un soberano deseoso de erigirse en maestro y juez absoluto de la verdad y del bien, para dominar a todos los pueblos, presuntuosamente olvidado de ser hombre falible como todos los demás.
----------Al mismo tiempo, durante siglos, el Patriarca de Constantinopla percibía cada vez más su propia dignidad apostólica, pero cada vez menos sujeta a la del Papa y cada vez más fundada no en la elección del Papa, sino directamente en la voluntad de Cristo y del Espíritu Santo.
----------No es que se negara que el Papa sea el Sucesor de Pedro, sino que, con el progresivo declive de Roma tras la caída del Imperio Romano de occidente en el 454 y el desarrollo gradual del poder político de Constantinopla, capital del Imperio Romano de oriente, paulatinamente surgió en Constantinopla la convicción de que el primado sobre la Iglesia universal estuviera pasando gradualmente a ella. Se estaba olvidando que Cristo había encomendado a Pedro y a sus sucesores hasta el fin del mundo la tarea de apacentar su rebaño.
----------La idea de que esta tarea debiera pasar al Patriarca de Constantinopla, la "nueva Roma", era una verdadera y propia herejía, que inútilmente fue condenada varias veces por los Papas contemporáneamente con su surgimiento, el cual fue al principio casi imperceptible, y rastreable en ciertos cánones del Concilio de Nicea y de Calcedonia, naturalmente abrogados luego por el Papa.
----------La decisión del patriarca Miguel I Cerulario tiene un significado histórico de extrema importancia porque da como el sello a una separación o fractura entre la Europa Occidental y la Europa oriental, entre dos mundos profundamente diferentes y en algunos aspectos opuestos, dividiendo a una Europa que hasta entonces había sido enteramente católica, bajo la guía del Papa, en dos partes, de las cuales sólo la occidental permanece bajo la jurisdicción del Romano Pontífice, mientras que la oriental aparece como una galaxia de Iglesias, cada una yendo por su cuenta gracias a la así llamada "autocefalia", mantenidas juntas por la común repugnancia hacia Roma, pero privadas de un jefe visible que actúe como principio de unidad y de organización, como juez imparcial de las controversias, como custodio infalible de la doctrina.
----------Desde hacía algunos siglos, la Iglesia bizantina se había sentido en desagrado y escandalizada por el hecho de que en Occidente, a partir del siglo VII en España, y luego sucesivamente en la Galia en el siglo VIII, más tarde en Alemania en el siglo IX, y finalmente en Roma en el siglo X, se había sido introducido en el Credo recitado en la liturgia el famoso Filioque.
----------Los Papas en un primer momento, también por respeto a las protestas de Constantinopla, que insistía en que no se debiera añadir nada al Símbolo de los Apóstoles, se mostraron reacios a la introducción de la fórmula. Pero luego, considerando, a partir de la sugerencia de los teólogos latinos, que la fórmula no hacía más que explicar cómo el Hijo se distingue del Espíritu Santo teniendo común origen del Padre, y dado que las Personas divinas se distinguen por el origen, no había otro modo para hacer esta distinción que admitir que el Espíritu procede también del Hijo, los Papas condescendieron a la inserción de la fórmula (esta es la explicación que da santo Tomás de Aquino en la Summa Theologiae I, q.36, a.2, citando el Símbolo atribuido a san Atanasio, cf. Denz.75-76, y reconocido por varios Santos Doctores latinos de los siglos IV-V, Símbolo que, sin embargo, todavía no había entrado en la liturgia), que aparece en el Símbolo Niceno-Constantinopolitano que nosotros los católicos recitamos hasta el día de hoy.
----------Tan pronto como en la sede patriarcal de Constantinopla se supo de la concesión del Romano Pontífice, estalló el escándalo y el Papa comenzó a ser mayormente infamado como hereje. Por lo tanto, cuando el cardenal Umberto di Silva Candida excomulgó al patriarca Miguel I por los actos hostiles que había cometido contra el Papa y los Latinos residentes en Constantinopla, Miguel tuvo un juego fácil ante la Iglesia constantinopolitana al declarar nula y sin efecto la excomunión y así, como sabemos, por toda respuesta decidió excomulgar a los Legados del Papa. Ahora bien, está claro que si bien era perfectamente válida la excomunión que provenía de Roma en nombre del Papa, en cambio era nula la excomunión impuesta por Miguel. Por el contrario, era Miguel quien, al rechazar la excomunión, se ponía a sí mismo y a la Iglesia constantinopolitana en una posición decididamente cismática con respecto a Roma.
----------Sigue siendo cierto, sin embargo, que las Iglesias ortodoxas han mantenido la institución del episcopado, y que todas esas Iglesias se reúnen en torno a Cristo, al Espíritu Santo, a la Sagrada Escritura, a la doctrina de los Padres y a la de los primeros siete Concilios, con vivo sentido de la colegialidad o sinodalidad. Y esto es indudablemente un fuerte factor de unidad y de armonía. Pero la ausencia del Papa se hace sentir de muchos modos lamentables, como la falta de una instancia suprema e infalible, que juzgue acerca de la verdad y de la herejía, un único y supremo jefe, que mantenga, si es necesario también con la coerción y con adecuadas penas, el orden, la justicia y la disciplina, un juez supremo e imparcial de las controversias, a quien acudir para obtener justicia y para poder hacer la paz con el adversario.
----------Indudablemente, un valor importante que ha conservado la Iglesia ortodoxa oriental es el celo por la recta fe, tanto que ella se autodenomina, como es bien sabido, "ortodoxa", claro que en evidente actitud polémica con la Iglesia católica. De hecho, los "ortodoxos" han conservado el ministerio episcopal y la sinodalidad (sobornost, en ruso), diríamos nosotros la apostolicidad, que son garantía de ortodoxia.
----------De este modo, así como existe el celo por la recta fe, así también existe la persecución de la herejía. Pero desgraciamente, si Constantinopla, sobre todo en los primeros siglos, ha visto Patriarcas ligados a la sana doctrina, en los siglos posteriores al cisma, careciendo de la vigilancia del Papa, ha sucedido que ciertos Patriarcas, por una estima demasiado alta de sí mismos, cayeron en la herejía. Dígase lo mismo de los Emperadores. De hecho, si por un lado podemos enumerar celantísimos Emperadores como un Teodosio o un Justiniano, luego, también en el transcurso de los siglos que precedieron al cisma de 1054, como el siglo VII, se registran Emperadores monofisitas o monotelitas.
----------El cisma de Constantinopla en los siglos siguientes se extendió a las Iglesias de la Europa oriental. La Iglesia rusa, en un primer momento sujetada a Constantinopla, con la caída de ésta en manos de los Turcos en 1453, creyó que, como la primera Roma había sido sustituida por la segunda, ahora le correspondía a ella recoger y continuar el legado de Constantinopla.
El nudo fundamental de la cuestión ucraniana
----------Todo el quid o nudo de la cuestión ucraniana se reduce al modo de concebir el origen y la función del Espíritu Santo en lo interno de la Santísima Trinidad y su misión y acción en el plan divino de la salvación. Aquí tenemos el famoso, insensato, doloroso y escandaloso disenso de la Iglesia Ortodoxa respecto de la Iglesia católica acerca de la doctrina del Filioque. Hasta que los hermanos ortodoxos no se decidan a renunciar a acusar a los católicos de herejía porque hemos puesto el Filioque en el Credo, y no reconozcan que Roma lo ha hecho con pleno derecho, sin cambiar ni añadir nada a la Palabra de Dios, sino simplemente explicando y explicitando lo que ya era sabido, no se tocará la causa real y propia del conflicto.
----------La cuestión del Filioque, concerniente nada menos que a la cuestión del Espíritu Santo, principio, razón de ser, centro, vértice, propósito, alma, corazón y fundamento de toda fe y la vida cristiana y eclesial, no quita que la Iglesia ortodoxa haya mantenido la fe en el dogma trinitario, sino todo lo contrario: lo ha conservado en su autenticidad, a diferencia de las blasfemas distorsiones que se verificarían en cambio en el protestantismo con el panteísmo dialéctico hegeliano. Fe auténtica pero lamentablemente no íntegra porque es irrazonablemente contraria a un punto que se deduce necesariamente de la misma verdad de fe.
----------Y aquí se tiene la prueba de la tendencia conservadora (falsamente llamada "tradicionalista") de la teología ortodoxa, privada de ese sano dinamismo y espíritu de profundización mediante el uso de la razón, que caracteriza a la teología católica y por tanto a la dogmática católica, y en suma a la sana Tradición, en esta plena adhesión al mandato de Pedro de "estar siempre dispuestos a responde a cualquiera que nos pregunte la razón (logos) de la esperanza que hay en nosotros" (1 Pe 3,15).
----------Tal conservadurismo, aunque válido mientras conserva el depósito de la fe, es causado por la necesidad de atenerse a datos ciertos, careciendo de la garantía que proviene del Romano Pontífice el cual no sólo confirma en la fe, sino que tiene de Cristo el oficio de confirmar los pasos que hace la Iglesia, bajo la guía del Espíritu Santo, progresando en la historia hacia la plenitud de la verdad.
----------Desgraciadamente, la Iglesia ortodoxa, desde el momento del cisma del 1054, se ha detenido en este camino de avance en el punto al que había arribado entonces, y por lo tanto ha sido superada por la Iglesia católica, la cual por lo tanto ha continuado avanzando bajo la guía del Romano Pontífice hacia siempre nuevos descubrimientos y explicitaciones del dato revelado. Así ha sucedido que desde 1054 hasta hoy la Iglesia católica ha realizado un progreso dogmático que la Iglesia ortodoxa no ha querido recibir o incorporar en la convicción de que la Iglesia católica estuviera influenciada por el modernismo.
----------Ahora bien, desafortunadamente, el modernismo existe efectivamente entre nosotros los católicos, también debido a la influencia protestante; pero el modernismo presenta un rostro falsificado del verdadero catolicismo. Por eso, mientras el reproche de conservadurismo hecho a la ortodoxia oriental por nuestros modernistas está invalidado por su misma tendencia modernista, el reproche de modernismo que nos viene a los católicos por parte de la ortodoxia oriental es correcto si se refiere a modernistas como los rahnerianos, pero es injusto si se refiere a los católicos fieles al Papa.
----------La reconstrucción de Europa será imposible hasta que no sea sanado el cisma del 1054 y Moscú no haya renunciado a su pretensión de ser la Tercera Roma. También es para preguntarse qué sentido tiene una Unión Europea basada en la masonería de origen protestante, más que en sus raíces cristianas. Esta supuesta Europa es un aborto de Europa, que podrá estar representada por Rahner, pero ciertamente no por la Roma de los Papas. Y sin el Papa, la unidad de Europa es imposible. Por otra parte, Europa también debe estar libre de la hegemonía estadounidense y, en cambio, depender de la ONU.
----------Ni los Estados Unidos, ni la Rusia de Putin y de Dugin deben tener miras hegemónicas sobre Europa. La actual guerra en Ucrania demuestra que ella es territorio disputado entre Rusia y Estados Unidos y esto no es bueno. Ucrania debe ser una nación europea, independiente y sujeta únicamente al gobierno de la ONU, como todas las naciones del mundo, comprendidos Rusia y los Estados Unidos.
----------Por lo tanto, la paz en Ucrania no puede surgir de la fuerza militar que gane la guerra. Los militares de uno y de otro lado deberían reconocer de manera realista que han llegado a un callejón sin salida. Con la fuerza de las armas no se obtiene la paz, porque ninguno de los dos bandos está dispuesto a rendirse, mientras entrambos bandos puedan responder al ataque del otro con una fuerza aumentada, con el riesgo creciente de comprometer la suerte de la humanidad en un enorme conflicto mundial.
----------En efecto, no podemos ocultar el hecho de que el conflicto ucraniano es, al fin de cuentas, un conflicto entre Estados Unidos y Rusia. Por lo tanto, para encontrar la paz se necesitan otros medios. Es necesario dar espacio al Espíritu Santo y a las palabras que nos son sugeridas por el Espíritu. Debemos escuchar lo que el Espíritu dice a las Iglesias (Ap cc.2-3). Estas son las tratativas y las negociaciones diplomáticas que lograrán desbloquear la situación con satisfacción para todos.
----------Por consiguiente, es necesario que tanto Biden como Putin den un paso atrás en sus pretensiones, porque no pueden encontrar un acuerdo por sí solos, porque ambos aspiran al dominio del mundo desafiando a la ONU, que es la única a la cual le compete el gobierno del mundo; y por lo tanto ni Biden ni Putin son sinceros, porque en realidad sus objetivos son los de someter a sí a Ucrania.
----------Por lo tanto, la acción de Biden tendiente a enfrentar a Ucrania contra Rusia está destinada al fracaso porque el pueblo ruso deriva su origen del pueblo ucraniano. Y por lo tanto, la violencia de Putin, similar al arrebato de un esposo celoso que golpea a su esposa infiel, es completamente contraproducente y no hace más que alimentar el odio de Ucrania hacia los rusos.
----------Por consiguiente, la paz en Ucrania no se obtiene ni con las sanciones ni enviando armas al presidente ucraniano Zelensky, sino concentrándose todos, la ONU, Biden, Putin, Francisco y Cirilo, en esta pobre Ucrania, hoy más dividida y desgarrada que nunca, para estudiar qué se puede hacer para promover la paz interna en Ucrania y la conciliación de sus opuestas facciones.
----------La confrontación Putin vs Biden por Ucrania no tiene otro resultado posible que el de agravar heridas y contradicciones, más que sanarlas. El pueblo ucraniano no está en absoluto unido por los estadounidenses contra los rusos: este es el relato fantasioso difundido por los estadounidenses. Los ucranianos saben bien que el propio pueblo ucraniano es el origen del pueblo ruso, pero al mismo tiempo están desconcertados por la violencia sufrida por parte de los rusos; el pueblo ucraniano está dolorosamente dividido entre oriente y occidente, católicos y ortodoxos, pro-estadounidenses y pro-rusos. Por lo tanto, es necesario ayudarlo a encontrar la unidad nacional en el libre pluralismo de sus componentes civiles y religiosos.
----------Entonces, para que se produzca la paz en Ucrania y pueda ser finalmente conjurado el riesgo de una guerra atómica, es necesario que Biden y Putin no se consideren los protagonistas de este drama. No. La dirección debe ser pasada a los guías espirituales, a aquellos que se entienden del Espíritu Santo, porque es de aquí y no de la fuerza de las armas que vendrá la paz.
----------Por lo tanto, la dirección debe ser pasada al papa Francisco y al patriarca Cirilo. Todos los ortodoxos deben superar los contrastes internos y estrecharse en torno a Cirilo reconciliado con Bartolomé. Bartolomé debe dejar a Cirilo tratar con Francisco. Y de modo similar nosotros los católicos, dejando de lado las estúpidas polémicas modernistas-pasadistas, lefebvrianos-rahnerianos, Benedicto sí y Francisco no, conciliares y anticonciliares, debemos estrechar filas en torno al Sumo Pontífice, Pastor universal del rebaño de Cristo, que nos representa a Cristo en la batalla escatológica contra los hijos del diablo, y que en esta coyuntura histórica de la guerra en Ucrania, tiene el poder como ningún otro de hacer descender en los corazones divididos, en las almas desgarradas, en los hermanos que se odian, la luz que indica el camino de la paz, el bálsamo que cura las heridas, el amor que ablanda y reconcilia los corazones.
----------Volvamos, por lo tanto, al mismo punto, al mismo problema de fondo, al verdadero quid de toda la cuestión: esclarecer de una buena vez por todas lo que significa y lo que comporta para la vida de la Iglesia y para paz en el mundo la procesión del Espíritu Santo del Hijo. No hay escapatoria. Esta es la vía de salida.
----------En efecto, mientras el ecumenismo no aclare este punto, la guerra en Ucrania continuará y empeorará. ¿Por qué la Iglesia católica mantiene el Filioque en el Credo, que es la colección de los principales artículos de fe, no obstante las protestas y las acusaciones de los ortodoxos orientales desde hace 1000 años? ¿Por qué lo hace sino por motivos gravísimos que conciernen a la naturaleza del misterio trinitario, de la Redención, de la Iglesia y de la salvación? ¿Y cómo ha podido suceder que, sin embargo, en los Concilios de Lyon II y de Florencia los hermanos ortodoxos, aunque fuera por breve tiempo, han aceptado el Filioque? ¿Y ese tiempo de gracia no podría repetirse también hoy? ¿Qué lo impide?
Estimado padre Filemón,
ResponderEliminarsiento alguna incomodidad por los pasajes de su artículo que se inician con los términos: "Indudablemente, un valor importante que ha conservado la Iglesia ortodoxa oriental es el celo por la recta fe...", etc.
Considerándome un buen conocedor de su pensamiento, y de su modo de expresar y explicar la fe católica, en toda su integralidad, quizás el modo con que se ha expresado en los párrafos indicados haya sido motivado por un propósito ecuménico, de resaltar más bien lo que une antes que las carencias de las iglesias orientales, autodenominadas "ortodoxas".
Intento explicarme:
Al subrayar en su artículo como una de las virtudes de las Iglesias ortodoxas la CONSERVACION de la recta fe, me parece que se está acentuando uno solo de los aspectos de la misión encomendada por Cristo a Pedro y sus sucesores en el ámbito Magisterial: esto es, el aspecto de la CONSERVACIÓN, dejando un tanto en las sombras el aspecto del PROGRESO.
Y creo que este modo de expresarse aquí, no refleja su bien conocida concepción, que ha explicado usted de manera tan excelente y profunda en sus escritos, de ambos aspectos de la tarea apostólica de la "custodia del depósito", que implica, a la vez, conservación y progreso.
La consecuencia inmediata que advierto en este modo parcial de presentar la tarea de "custodia del depósito revelado", es la de que resaltando la CONSERVACIÓN se tiende casi automáticamente a mirar el PASADO, lo logrado ya por el Magisterio, lo cristalizado, y se tiende así a poner en la sombra la necesidad de avanzar o PROGRESAR, en un mayor esclarecimiento del "depósito".
Al fin de cuentas, y es un hecho indudable, las Iglesias orientales "ortodoxas", han dejado por eso mismo de ser "ortodoxas", han abandonado (parcialmente) la recta fe, pero no sólo por herejías respecto a la Tradición hasta 1054 (como usted bien señala) sino precisamente por haber caído en el pasadismo, en quedarse en la conservación, desatendiendo el progreso (salvo puntuales excepciones de algunos exponentes) que se ha producido en la recta fe en el ámbito del Magisterio de la Iglesia Romana, desde 1054 hasta ahora, sobre todo después del Concilio Vaticano II (algo parecido les sucede a los lefebvrianos, que no pueden ser llamados "conservadores de la recta fe", al haber olvidado este aspecto de progreso, rechazando el magisterio del Vaticano II y el magisterio postconciliar).
Reconozco que luego de esos párrafos, Usted señala el aspecto de PROGRESO. Y por eso estoy plenamente seguro de que usted, padre Filemón, siempre mantiene la recta concepción católica. No obstante, los párrafos indicados, me parece que caen en un excesivo elogio de las Iglesias orientales como "custodias de la recta fe". En definitiva, eso no es cierto de un modo pleno, como usted lo dice luego. No han conservado la recta fe en su plenitud.
Gracias.
Estimado M. Argerami,
Eliminarlo que he entendido decir es que nuestros hermanos ortodoxos se llaman así: "ortodoxos", ellos mismos se llaman con ese nombre, en cuanto quieren expresar su intención de conservar sin cambios la recta fe: orthé = recta; doxa = fe, de lo cual viene dogma.
Ciertamente, desde el punto de vista histórico objetivo, a esta intención lamentablemente los hechos no siempre corresponden, ya que hasta 1054 los ortodoxos han mantenido íntegra la fe. El alejamiento de la recta fe se ha producido en los siglos siguientes debido al hecho de que, habiendo rechazado el primado romano, no han aceptado los dogmas posteriormente definidos por la Iglesia Católica hasta nuestros días.
El ecumenismo de nuestro tiempo está propiamente desbalanceado, sesgado hacia las concesiones de la Iglesia católica que parece más interesada en hacerse ver en el error antes que en decir cómo son realmente las cosas. Es un problema de mentalidad actual (tolerancia y libertad para todo y para todos) y de lenguaje. Yo no soy capaz de sugerir soluciones.
ResponderEliminarEn lo personal, trato de explicar que la verdadera Iglesia es la Católica y que no es cierto que las iglesias sean todas iguales, ni mucho menos las diversas religiones o creencias espirituales sobre esta Tierra (la primera afirmación me la refirió una señora mayor que frecuenta la misa y a la parroquia... y se sorprendió que le respondiera tal como dije). También digo que una cosa son las personas (que deben ser siempre respetadas), y otra cosa en cambio es lo que una Iglesia o religión es.
Estimado Don Benja,
Eliminaren el ecumenismo es necesario distinguir la confrontación doctrinal con la cuestión comportamental. El recíproco pedido de perdón es ciertamente algo bueno. Por cuanto respecta en cambio a los problemas doctrinales, las indicaciones de fondo nos vienen del decreto Unitatis Reditengratio del Concilio Vaticano II.
En este decreto se reafirma que la plenitud de la verdad cristiana se encuentra sólo en la Iglesia Católica, se nos exhorta a los católicos a poner en luz, junto a nuestros hermanos separados, las verdades de fe que han permanecido en común después de que estos hermanos se han separado de la Iglesia y por lo tanto estamos invitados a ayudarlos a eliminar aquellos obstáculos que se interponen en su acceso a la plena comunión con la Iglesia Católica.