martes, 26 de julio de 2022

Planos y grados del placer sexual y del placer espiritual

La resurrección final, aunque misteriosa y trascendente en su modo de ser y en sus detalles, no es sino la plenitud final de la resurrección que debe iniciar desde aquí ya con el bautismo y el crecimiento de las virtudes cristianas. [En la imagen: Los precursores de Cristo con los Santos y los Mártires, pintura de Fra Angelico OP, hacia el 1423 ó 1424, formando parte del retablo de Fiesole].

Una ética del placer
   
----------Como bien sabemos, hoy no sólo en la sociedad, sino también en la Iglesia e incluso en el clero, se están difundiendo vicios sexuales particularmente graves: la pedofilia y la sodomía. Podemos preguntarnos cuáles pueden ser las causas de una corrupción moral tan grave. Y cuales son los remedios.
----------Estos vicios dependen de la idea de que el placer sexual debe ser apreciado y buscado por cualquier medio como bien absoluto, máximo e irrenunciable, no importa si natural o contra natura, si regulado o no regulado por la razón o por la fe, si se concilia o no se concilia con el espíritu, si perturba o no perturba la conciencia, si deba o no deba tener límites y modo.
----------Se ha olvidado que el verdadero bien, que da la verdadera felicidad, no es el placer físico, sino el bien honesto, es decir, aquel bien que puede ser físico o espiritual, pero que es conscientemente y prudentemente decidido y libremente querido por la razón práctica iluminada por la fe y sostenida y sanada por la gracia, con el ojo del intelecto y la inteligente sensibilidad dirigidos a los fines humanos corporales y espirituales, individuales y sociales, terrenos y ultraterrenos, y la voluntad dirigida a la práctica de las leyes morales de la naturaleza humana en general y caso por caso y, en el campo de la ética sexual, con la mirada vuelta a la finalidad de la relación hombre-mujer en la vida presente y en la resurrección.
----------Si bien de hecho puede haber un placer físico o espiritual deshonesto y pecaminoso, es decir, separado de la observancia de la ley moral; y en tal caso el placer sexual es lujuria; puede y debe haber un placer físico o espiritual honesto, es decir, razonable, lícito y virtuoso. En el caso de la ética sexual, tenemos entonces la castidad y la templanza sexual.
----------El placer, en general, es aquella exultación o sensación de felicidad o de plenitud psicoemotiva, que experimenta el sujeto cuando disfruta de su bien verdadero o aparente, tanto físico como espiritual. Si el sujeto ha conseguido el verdadero bien, la exultación es auténtica y sin sombras; y es tanto más grande cuanto mayor es el bien alcanzado.
---------- Si es un falso bien, puramente útil o deleitable, egoísta o sensual, el sujeto experimenta un gusto exterior, pero desazón interior, porque la conciencia le reprocha. Pero si está apegado al placer pecaminoso, busca, por otra parte en vano, hacer callar su conciencia. Permanece sereno, si, sin saberlo, hace el mal sin saberlo, o sea, inconscientemente.
----------Dios hace seguir el placer al cumplimiento de una acción natural, de la cual el sujeto tiene necesidad para vivir. El animal es atraído a cumplir esa acción por el instinto y por el recuerdo del placer que le ha procurado. El hombre es atraído a cumplir las acciones útiles a la vida por la razón, estimulada y fortalecida por el placer que experimenta al cumplirlas.
----------La búsqueda del placer, en efecto, es de por sí natural y querida por Dios, creador del placer tanto físico como espiritual, a menos que esté corrompida por el pecado. El placer natural, en cambio, surge de la correspondencia que Dios crea, por ejemplo, entre el cuerpo femenino y el masculino, de modo que en la unión entre los dos el uno busca en la otra ese placer que la otra desea del uno.
----------Sin embargo, también puede existir una forma de placer morboso, no querido por Dios, sino consecuencia del pecado original, y por tanto pecaminoso, un placer que el sujeto busca para sí mismo, independientemente de la tarea de una normal unión sexual, como por ejemplo el provocado por la masturbación o por la pedofilia o por la relación homosexual, aún cuando sea cierto que se intenta justificar estas últimas formas de actos sexuales como expresiones del "amor".
----------Ahora bien, es necesario reconocer que entre los dos puede existir un auténtico amor; pero ciertamente no es ése el modo honesto y lícito para expresarlo. Tampoco, por otra parte -y esto es claro- no está dicho que una pura y simple relación sexual fisiológicamente normal, sea con eso mismo moralmente lícita y honesta.
----------El actuar moral del hombre está puesto ante una jerarquía de valores, de bienes o de fines por el hecho de que la naturaleza humana vive en tres niveles de vida. El viviente vive fundamentalmente por una vida vegetativa, neurofisiológica, deputada a la alimentación, a la autoconservación del organismo, a la autodefensa y a la reproducción de la especie.
----------Él toma cuidado de su salud física; pero las funciones fisiológicas vegetativas, que la sustentan, la protegen y la promueven, tienen ya por cuenta suya un dinamismo independiente de la voluntad, salvo el aparato alimentario y el aparato sexual, que son regulables y controlables por la voluntad, y por eso pueden ser sujeto de virtud o de vicio moral: sobriedad-gula, castidad-lujuria.
----------El plano vegetativo tanto de la alimentación como de la sexualidad, es un nivel que está en parte moderado por la recta razón y por la buena voluntad, por la mediación del plano psicológico o psicoemotivo y afectivo, o bien por el plano de las pasiones. El plano psicológico está por encima del vegetativo, en cuanto que añade la aprensión y la afectividad. Es el plano que introduce al sujeto a la relación social, comenzando por aquella relación fundamental que es la relación varón-fémina, así como al dominio y a la utilización de la naturaleza. Los valores vegetativos por lo tanto están ordenados a los psicológicos.
----------Pero en este plano todavía no estamos en la cima de la escalera. El hombre es ciertamente animal, pero animal racional, dotado de un alma espiritual, por la cual aspira a trascender el mundo físico, material y corpóreo, para relacionarse no ya sólo con la naturaleza, con el mundo vegetal y animal y con su propio cuerpo, sino consigo mismo en cuanto yo personal, con el otro sexo y con las personas con las cuales vive. Sin embargo, aún logrado ello, todavía no es suficiente para el hombre. Debe ascender un último y supremo escalón, hacia la cúspide de la ascensión espiritual, que es la relación con Dios.
----------Claramente, a cada grado de esta escala de valores corresponde un nivel de placer cada vez más intenso, gratificante, cautivador, satisfactorio y elevado. Se parte de la sensación de bienestar que proviene de una buena salud y de un organismo que desarrolla bien sus funciones; se asciende al placer dado por la alimentación y por una moderada o temperada vida sexual; de aquí ulteriormente se asciende al placer muy superior de la vida moral e interior, de la creatividad del espíritu, del saber, del trabajo, del arte, de la cultura, de las buenas relaciones sociales, familiares, amicales, comunitarias, políticas y eclesiales.
----------Por último y en el escalón más alto, se tienen los gozos más intensos, íntimos, secretos y elevados del espíritu, hasta lo indecible: la comunión de los Santos, la adquisición de la virtud y de la sabiduría, la experiencia de la amistad y del amor fraterno, el ejercicio de la caridad, la experiencia mística y contemplativa, la experiencia del perdón y de la misericordia de Dios, la meditación, la escucha y el anuncio de la Palabra de Dios, la vida sacramental, la obediencia, el sacrificio, la oración, la liturgia, la fruición de los dones de la Espíritu Santo, la pregustación del paraíso del cielo y de la resurrección, la penitencia y la unión con Jesús crucificado.
   
El sentido y la finalidad última del voto de castidad
   
----------En este punto debemos hacer intervenir, con respecto a la relación hombre-mujer, una consideración de gran importancia, la cual nos ayuda a comprender la diferencia entre el estado actual de naturaleza caída y redimida y el futuro estado de la resurrección, que es restauración sobreelevada del estado edénico.
----------Es claro que los niveles vitales antes mencionados, a cada uno de los cuales corresponde un nivel del placer, tan bien conectados y armonizados entre sí como los hemos visto, reflejan el plan divino originario, por lo cual estos planos convergen en unidad entre sí y se asemejan entre sí más allá de las grandes diferencias, porque todos provienen de las sapientísimas manos del Creador.
----------Sin embargo, de hecho, como consecuencia del pecado original, los planos bajos contrastan con los altos y los arrastran hacia sí, mientras que los altos carecen de sabiduría y moderación para tratar a los bajos de la manera debida o dejándolos demasiado libres o castigándolos con excesiva severidad. Se trata de ese doloroso conflicto interior, que el apóstol san Pablo llama lucha entre la "carne" y el "espíritu", se trata de esa "concupiscencia" por la cual Pablo se siente atraído a hacer lo que no quiere.
----------Sucede así que, en el presente estado de conflictualidad sexo-espíritu, aquellas almas que sienten de modo especial más que otras la atracción de las más arduas y nobles conquistas y de los más sublimes goces espirituales, aquellas almas que de mayor manera se sienten obstaculizadas por la concupiscencia de la carne y quieren seguir a nuestro Señor Jesucristo más de cerca, para producir más abundantes frutos de buenas obras, renuncian a todo placer sexual con el voto de castidad.
----------Sin embargo, hacen esto no con miras a abandonar para siempre cuerpo y sexo masculino o femenino, como creía Orígenes que se debiera hacer, pues este pensador alejandrino consideraba el placer sexual no como creado por Dios, sino como un castigo vergonzoso del pecado original, de modo que -según él- la diferencia hombre-mujer debía ser totalmente excluida de la resurrección. El fin último de la castidad, por el contrario, es preparar desde ahora el cuerpo de la resurrección, porque la resurrección final, aunque misteriosa y trascendente en su modo de ser y en sus detalles, no es sino la plenitud final de la resurrección que debe iniciar desde aquí ya con el bautismo y el crecimiento de las virtudes cristianas.
----------Orígenes, en cambio, malinterpreta completamente la antropología escatológica de san Pablo, que habla de un pasaje del hombre "psíquico" al "espíritu vivificante" y del hombre "terreno" al hombre "celeste" (1 Cor 15,46- 49). Pero si hay un doctor de la resurrección, ese es precisamente san Pablo, el cual con las expresiones antes mencionadas no quiere decir en absoluto que en la resurrección seremos espíritus desencarnados, sino que habla clarísimamente de la resurrección del cuerpo, que es evidentemente distinto, en cuanto masculino y femenino, por lo cual no puede no haber resurrección de la masculinidad y de la feminidad.
----------Por otra parte, aunque por ahora no sabemos cuáles serán en el cielo los rasgos de los dos sexos, que nosotros aquí abajo conocemos sólo en función de la reproducción de la especie, podemos considerar sin embargo que en el cielo la unión hombre-mujer será una pura unión de amor sin genitalidad, si es verdad que la caridad, como dice el Apóstol, nunca faltará, no vendrá a menos.
----------Para Pablo el cristiano es ya un resucitado (Col 3,1), porque Cristo "nos ha resucitado" (Ef 2,6). La práctica de la castidad consagrada anticipa la vida de los resucitados, hace gozar de las "primicias del Espíritu" (Rm 8,23) y de la "caparra del Espíritu Santo" (2 Cor 1,22; 5,5). La castidad tiene la tarea de "mortificar en el hombre lo que pertenece a la tierra" (Col 3,5), genera la "nueva criatura" (Gal 6,15; 2 Cor 5,17), y prepara al "hombre nuevo" (Ef 4,24), el hombre de la resurrección, que sustituye al "hombre viejo" (Rm 6,6) perteneciente a la naturaleza caída y sepultado en el bautismo (Rm 6,4; Col 2,12). Por tanto, la castidad consagrada debe ser practicada usque ad mortem veteris hominis, en vista del homo novus de la resurrección.

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