domingo, 31 de julio de 2022

Desiderio desideravi: un llamado a la unidad (3/3)

En su reciente Carta apostólica "Desiderio desideravi", el Romano Pontífice deplora que la Misa, que es el signo supremo y factor fundamental de la unidad fraterna y con Dios de la comunidad cristiana, se haya convertido hoy en la manzana de la discordia: es, esto, algo escandalosísimo y lamentable, a lo que hay que poner término recurriendo a todos los medios. Para remediar esta situación, el Papa vuelve a proponer con abundancia de argumentos el Novus Ordo Missae como principio y signo de unidad.

Un conflicto de larga data que hay que curar
   
----------El papa Francisco rechaza dos desviaciones litúrgicas opuestas, lamentablemente muy difundidas hoy: un modo de practicar la liturgia todavía apegado al preconcilio y un modo de celebrarla sedicente conciliar, pero en realidad infiel a la reforma litúrgica iniciada por el Concilio Vaticano II.
----------Al respecto, el Papa recuerda las razones que llevaron a los Padres a hacerse promotores de la reforma litúrgica, y cuáles son las verdaderas características de la reforma contra los malentendidos modernistas, por lo cual siente la necesidad de reiterar cuanto ha dicho en el reciente Motu proprio Traditionis custodes: "los libros litúrgicos promulgados por los santos Pontífices Paulo VI y Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, son la única expresión de la lex orandi del Rito Romano".
----------En su carta apostólica Desiderio desideravi, el Papa deplora que la Misa, que es el signo supremo y factor fundamental de la unidad fraterna y con Dios de la comunidad cristiana, se haya convertido hoy en la manzana de la discordia: es, esto, algo escandalosísimo y lamentable, a lo que hay que poner término recurriendo a todos los medios. Para remediar esta situación, el Papa vuelve a proponer con abundancia de argumentos el novus ordo como principio y signo de unidad.
----------Retomando una protesta proveniente de los pasadistas preconciliares a favor del vetus ordo, según los cuales sólo este antiguo rito de la Misa sería capaz de darnos el sentido del misterio, el papa Francisco rechaza tal crítica con decisión y contundencia, afirmando la adecuación e idoneidad del novus ordo Missae para hacernos gustar la sacralidad del misterio, mientras que más bien son ciertos partidarios del vetus ordo, que con su rechazo a la reforma conciliar y con su consiguiente aislarse de la comunión eclesial, quienes muestran una concepción del Misterio, que sabe más a gnosticismo, a misteriosofía y a esoterismo, que a una verdadera experiencia del misterio de la Iglesia y de Cristo.
----------Naturalmente el Santo Padre entiende las palabras "única expresión" referidas al hoy, a la actualidad, ya que hasta la reforma del Concilio Vaticano II la única expresión era la querida por san Pío V, expresión que hoy llamamos vetus ordo, para distinguirla del novus ordo, que es la actual Misa reformada. Con las palabras "única expresión", ¿acaso el Papa intenta decir que el vetus ordo no es ya expresión de la lex orandi o que el vetus ordo está abolido o prohibido? Algunos lo han interpretado de este modo, por el tono drástico del Santo Padre, pero semejante interpretación es absolutamente incorrecta.
----------Lo que el Papa entiende simplemente decir es que todos los católicos de rito romano tienen hoy la obligación de seguir el novus ordo Missae. Pero ya los católicos de rito bizantino o ambrosiano o malabar o mozárabe o galicano o copto son libres de seguir su rito. Por lo demás, hay que tener presente que el Papa en el motu proprio Traditionis custodes fija las condiciones para la licitud o legitimidad de la celebración de la Misa según el vetus ordo; lo cual hace evidente que no lo ha abolido.
----------La Misa vetus ordo es una verdadera Misa; en cuanto tal, ella es siempre actual. Es sólo el ordo Missae el que ha sido superado y esto por decreto del Sumo Pontífice, quien tiene todo el poder para decidir en este campo. Por otro lado, también hay que tener presente que la Iglesia no abole, sino que conserva lo que supera. Abole o suprime sólo lo que revela ser injusto, falso o erróneo o contrario al Evangelio. Pero el vetus ordo no contiene nada de tal género, por el contrario posee cualidades que el novus ordo no posee. Por esto, la celebración de este rito está todavía permitida bajo las debidas condiciones.
----------La Misa del vetus ordo podría ser llamada la Misa de Jesús Crucificado: todos, sacerdotes y fieles, se vuelven hacia el Crucifijo, que sobresale en lo alto, así como san Juan, la Virgen y las piadosas mujeres miraban a nuestro Señor Jesucristo en la cruz levantado sobre la tierra (cf. Jn 8,28).
----------¿Cuál es mejor? Depende de los puntos de vista desde los cuales queramos partir. Lo esencial es que la Misa reactualiza la muerte y la resurrección del Señor. La Misa latina mira más al Crucificado, la Misa greco-bizantina a Jesús resucitado, el Pantokrator. La obligación del novus ordo es, por tanto, una obligación pastoral, fundada en el hecho de que la Iglesia hoy la juzga más adecuada para hoy, pero nada más que eso; no se trata de una confrontación de méritos entre las dos Misas.
   
¿En qué ha consistido el cambio introducido por la reforma litúrgica?
   
----------La reforma litúrgica ha introducido en la Misa cinco elementos: un elemento pascual-escatológico, un elemento conmemorativo, uno eclesiológico, uno ecuménico y un elemento evangelizador.
----------1) El elemento pascual-escatológico hace de contrapeso al sacrificial -el sacrificio expiatorio y satisfactorio de Cristo- que sigue siendo esencial contra la negación luterana, por lo cual la celebración eucarística no es sólo participación en la cruz de Cristo, sino también pregustación de la Pascua de Resurrección. La liturgia adquiere un rostro gozoso, casi entusiasta, que no aparece en la austera liturgia tridentina, todo ella bajo la sombra de la cruz y del sacrificio.
----------2) El elemento conmemorativo se detiene más en la memoria de la Última Cena, de modo que, ciertamente salvada siempre la referencia a la crucifixión, el acento es puesto ahora en el elemento convivial, y por tanto en el fruto del sacrificio de Cristo, que es la comunidad de los fieles que se reúne en la caridad para nutrirse del cuerpo y de la sangre del Señor.
----------Lo cual, naturalmente, no impide la perenne validez de la participación del fiel en la Misa haciendo solo la comunión espiritual y permanece la validez de la Comunión también solo bajo las especies del pan. La Comunión en la mano, en cambio, representa mejor la memoria de la Cena ("tomad y comed").
----------Es necesario recordar, por otra parte, que la Comunión eucarística, como dice la palabra misma, es la expresión sacramental de la comunión de caridad que en la Misa se realiza con Cristo y entre los fieles entre sí. No existe mayor experiencia y manifestación más alta de esta comunión fuera de la Misa.
----------Por esto debería ser evidente que todos aquellos católicos o sedicentes católicos que son mafiosos, o modernistas, o comunistas, o masones, o abortistas, o divorciados vueltos a casar, o sodomitas, o pedófilos, podrían también estar en gracia de Dios, pero los graves defectos morales que presenta su conducta externa, "contradicen objetivamente", como dice san Juan Pablo II en la Familiaris consortio (n.84) a propósito de los divorciados vueltos a casar, "a aquella unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actuada por la Eucaristía". El papa Francisco, como sabemos, ha mencionado esta cuestión en la nota 351 de la exhortación Amoris laetitia, pero presenta la Comunión a los divorciados vueltos a casar sólo como una eventualidad y no como algo formalmente lícito o permitido.
----------Tampoco la Comunión fuera de la Misa, salvo que se tratara de fieles que por diversas razones impeditivas no puedan participar en la Misa, es algo que respete el significado de la Comunión eucarística. Ella en efecto, no es el capuchino que vas a buscar al bar en un momento de descanso, sino que es la culminación mística del encuentro con Cristo y con los hermanos que se realiza en la Misa.
----------Esta concepción de la Comunión-capuchino muestra hasta qué extremos lleva una concepción descontrolada de la Misa como banquete. Aquí se pierde de vista que al banquete eucarístico es necesario acudir con el traje nupcial de la parábola evangélica, para no ser echados fuera (Mt 22,11).
----------¿Qué es este vestido nupcial? Para responder de modo breve y simple: es la cruz que prepara para la resurrección. La Misa es el banquete mesiánico de los resucitados, al cual acceden quienes han pasado a través de la gran tribulación (Ap 7,14), es decir, han subido a la cruz con Cristo. Por lo tanto, es necesario participar en toda la Misa precedente para ser considerados dignos y ser admitidos dignamente a la Comunión. Es necesario haberse ofrecido en sacrificio junto con el celebrante a su vez unido al sacrificio de Cristo. ¡Demasiado fácil y cómodo querer disfrutar del fruto de la cruz sin haber estado en la cruz! No es de ningún modo éste el camino a la salvación. Dios no sabe qué hacer con los gorrones y avivados, sino que quiere a aquellos que quieran corresponder sinceramente y generosamente al amor de su Hijo.
----------También es necesario recordar, como supo advertir el cardenal Giacomo Lercaro [1891-1976], que la última Cena no es en absoluto una cena cualquiera, un simple encuentro entre amigos, sino que "es un banquete auténticamente sacrificial, no sólo ritual en cualquier modo, sino auténticamente sacrificial, porque el alimento que se consume, al menos el alimento principal, el alimento obligatorio que se consume en esta cena, es una víctima que ha sido inmolada en el templo por los sacerdotes, cuyas carnes han sido restituidas al oferente, y que viene consumida con determinados ritos y el banquete viene iniciado y cerrado con plegarias, con cantos y viene también desarrollado a través de ritos de bendición" (L’Eucaristia nelle nostre mani. Liturgia e catechesi, Edizioni Dehoniane, Bologna 1968, pp.267-268).
----------La mencionada voluntad conmemorativa de la última Cena ha conducido también a la reforma a colocar en un lugar especial y digno, aparte y ya no sobre el altar, el tabernáculo con el Santísimo Sacramento, lo que sin embargo no debe entenderse en absoluto como una disminución de la estima por la adoración eucarística, que sigue siendo siempre recomendable.
----------La voluntad de recuperar la conmemoración de la Cena del Señor en su peculiaridad y pureza, ha conducido a la reforma a quitar elementos accidentales sobreañadidos a lo largo de los siglos, como la lectura del Prólogo del Evangelio de san Juan y la oración a san Miguel Arcángel al final de la Misa.
----------3) El elemento eclesiológico está dado por la fuerza con la cual el Concilio Vaticano II subraya: el concurso y la participación de los fieles en la ofrenda del sacrificio, salvada siempre la distinción esencial y no sólo de grado entre sacerdocio ministerial y sacerdocio común de los fieles; la participación de los laicos, incluidas las mujeres, en la liturgia de la Palabra presenta aspectos de absoluta novedad; el uso de la lengua vernácula favorece la comprensibilidad del rito; las plegarias de los fieles antes del inicio del ofertorio son un signo de la comunidad se une a las oraciones del sacerdote.
----------4) El elemento ecuménico está dado por aquellos aspectos del rito que, sin derogar en nada a la forma católica, sin embargo representan la apertura a las instancias aceptables de la llamada "Cena" luterana: el mencionado aspecto convivial; el altar que permanece tal, pero al mismo tiempo asume el aspecto de una mesa; no está del todo separado del pueblo, sino que le está en inmediato contacto; la concelebración reproduce la escena de los apóstoles en torno al Señor en la Última Cena; la mayor presencia de textos bíblicos es una respuesta al culto protestante por la Escritura.
----------5) El elemento evangelizador ha sido puesto en relieve con la calurosa recomendación hecha al sacerdote de hacer la homilía basada en las lecturas de la Misa y útil a los fieles para aclarar puntos oscuros, proponer aplicaciones prácticas, responder a preguntas difundidas, refutar errores, disipar equívocos, exhortar a la virtud y a la santidad. El modo de celebrar la Misa debe ser ya de por sí una prédica: de ello se ve si el celebrante cree verdaderamente en lo que dice y en lo que hace. No se trata tanto de ser buenos actores; se trata ante todo de saber ofrecer la Palabra de Dios en modo tal que la fe del celebrante resplandezca en su propio modo de hablar. Si el sacerdote la pronuncia del modo conveniente, persuasivo, con el correcto tono de voz, los correctos acentos, las correctas pausas, los gestos correctos de las manos y de la mirada, quiere decir que cree en ello. No puede fingir como si estuviera representando el papel de Hamlet o del rey Lear.
----------Y los fieles indudablemente lo notan y permanecen edificados. Si, por el contrario, el celebrante está agitado, apresurado, insípido, balbuceante, frío, apesadumbrado, vacilante, aburrido, monótono, quiere decir -salvo excepciones de caracteres independientes de la voluntad o relacionados con defectos físicos- que la fe es escasa y actúa no por convicción sino por profesión.
----------El enfoque del Concilio de Trento subrayaba, en función antiluterana, la acción litúrgica como acción personal del sacerdote, y por tanto la Misa como ofrenda del sacrificio de Cristo. El Concilio de Trento, para no favorecer la concepción populista de Lutero, al describir el rito de la Misa, hablaba sólo del sacerdote y no hacía mención al pueblo. Pero sobre todo con el surgimiento del movimiento litúrgico del siglo XIX, los estudios históricos y bíblicos han puesto en luz el hecho de que Lutero, al enfatizar la liturgia como experiencia comunitaria, no se había equivocado del todo.
----------Por otra parte, no se podía tampoco cancelar la función del sacerdote y reducirlo a representante y presidente de la comunidad entendida como pueblo sacerdotal. Se trataba, más bien, de definir mejor cuál debe ser en la liturgia la relación del sacerdote con el pueblo.
----------Después de discusiones que duraron hasta la época de Pío XII, he aquí al Papa tomar cartas en la cuestión y darle una solución: la liturgia no es oficio del solo sacerdote, sino que incluso ella es el culto que Cristo mismo sacerdote rinde al Padre en unidad con su Cuerpo místico que es la Iglesia.
----------He aquí, por tanto, la gran idea del papa Pacelli: por una parte, confirmaba en la encíclica Mediator Dei de 1947 la grandeza del sacerdocio cristiano, contra los reduccionismos o la profanación luteranos, retomando la teología del sacerdocio que se había desarrollado en Francia en el siglo XVII, sobre todo por Jean Jacques Olier, por Pierre de Bérulle y por Charles de Condren, pero por otra parte dando espacio también al pueblo, al papel desempeñado por la Iglesia con la sublime doctrina paulina del Cuerpo Místico de Cristo, a la cual ya le había dedicado otra encíclica, la Mystici Corporis de 1943.
----------De tal modo Pío XII llegaba a una nueva y mejor definición de la liturgia, que asocia sacerdote y pueblo, de modo que la liturgia no es acción del solo sacerdote que actúa por cuenta propia, aún cuando sea obvio que sólo él puede decir Misa, sino que es acto del sacerdote y junto con el pueblo, el cual ciertamente queda sujeto al sacerdote, pero participa y concurre a la ofrenda del Sacrificio. El sacerdote puede celebrar también solo, pero se entiende que también en este caso está espiritualmente unido a toda la Iglesia, terrena y celestial.
----------La definición de la liturgia, que habría de dar la Sacrosanctum Concilium ya estaba esbozada. El Concilio no habría hecho más que explicitar la definición de Pío XII en la Mediator Dei y entrar en los detalles de sus consecuencias. Dice el Papa: "La liturgia es el culto integral del Cuerpo místico de Jesucristo, es decir, de la Cabeza y de sus miembros"; "es el culto público que nuestro Redentor rinde al Padre como Cabeza de la Iglesia y es el culto que la sociedad de los fieles rinde a la Cabeza y, por medio de Él, al eterno Padre".
----------El Concilio Vaticano II la ha retomado modificándola ligeramente: "La liturgia es considerada como el ejercicio del oficio sacerdotal de Jesucristo; en ella, con signos sensibles, viene significada y, en modo propio a cada uno, realizada la santificación del hombre, y viene ejercitado por el Cuerpo místico de Jesucristo, es decir, por la Cabeza y por sus miembros, el culto público integral" (n.7).
----------Pío XII tiene el equilibrio y la sabiduría para determinar con exactitud los límites del significado de la liturgia: ella es un acto público de culto divino. Es, por tanto, acto de la virtud de religión, que por semejanza es reconducida a la justicia hacia Dios, por la cual en Cristo y gracias a Cristo nosotros damos satisfacción al Padre por la ofensa recibida del pecado. Esta es la definición dogmática tridentina de la Misa.
----------El Concilio Vaticano II, en cambio, tal vez llevado por el entusiasmo por la apertura de una asamblea tan extraordinaria, se remite ciertamente a las palabras del papa Pío XII, pero luego va más allá de los límites de aquella definición de Pacelli, con la famosa frase que califica la liturgia como "fons et culmen totius vitae christianae" (Constitución Sacrosanctum Concilium, n.10).
----------Propiamente hablando, la "fons et culmen totius vitae christianae" es el ejercicio de la caridad, virtud sobrenatural formada por la gracia santificante. O en otras palabras, la fuente y la cumbre de la vida cristiana no es la liturgia, sino la santidad de la gracia como principio y alma de la caridad.
----------Es cierto, sin embargo, que la liturgia es el canal ordinario de la gracia y, por tanto, la suma suscitadora de la caridad y de la santidad, por medio de los sacramentos. Pero también es cierto que la gracia no está ligada a los sacramentos, es decir, a la liturgia, porque Dios puede salvar en modo extraordinario incluso sin los sacramentos. Puede donar la gracia incluso sin la liturgia, en base a la simple religión natural.
----------En esta luz de la liturgia como culto divino oficial y por tanto servicio público sacerdotal, aparece lo muy oportuno de que el Papa haya titulado su documento con las conmovedoras palabras del Señor: Desiderio desideravi: "He deseado ardientemente comer esta Pascua con vosotros, antes de mi pasión, porque os digo: no la volveré a comer hasta que ella se cumpla en el reino de Dios" (Lc 22,15-16).
----------La práctica litúrgica tiene su primera fuente y motivación en el corazón de Cristo, ardiente de amor por nosotros, deseoso de darse todo a nosotros, como subraya y explica bien el padre Réginald Garrigou-Lagrange en su hermoso libro El Salvador y su amor por nosotros. En efecto, en la Eucaristía en la cual Cristo se dona como comida y como bebida, está contenido Cristo en persona, de modo que nosotros, alimentándonos del alimento eucarístico, somos de algún modo cristificados, un alimento, como dice san Agustín, que no se asimila a nosotros, sino que somos nosotros los que nos asimilamos a Él.
----------Al mismo tiempo, el Señor, que con su ascensión al cielo se ha sustraido nuestra mirada, permanece siempre con nosotros bajo las especies eucarísticas en todos los tabernáculos del mundo hasta el fin del mundo, para hablarnos, inspirarnos, instruirnos. aconsejarnos, llamarnos, animarnos, consolarnos, expresar su amor, recibir el nuestro, nuestros cálidos afectos, el "ardiente deseo" del cual habla santa Catalina de Siena, nuestras sinceras efusiones, nuestras lágrimas de arrepentimiento, los buenos propósitos, la obediencia a sus mandatos, nuestros votos, la adoración, la glorificación, la alabanza, la súplica, la invocación, la plegaria.
----------Pero la liturgia terrena, que es alimento de los peregrinos, que es medicina para los enfermos, que es resurrección para quien está muerto, que es invocación a Dios, que es conversión del que está pervertido, que es conciliación donde existe el conflicto, que es alivio en el sufrimiento, que es apología de la fraternidad, que es consuelo de los afligidos, que es esperanza para quien muere, que es sacrificio expiatorio, que es pregustación del paraíso del cielo, está hecha para perpetuarse en la liturgia celestial, donde ya ahora Cristo a la diestra del Padre junto con todos los Santos del cielo comenzando por su Santísima Madre, intercede a nuestro favor, permitiéndonos dirigirnos directamente al Padre en su nombre en la certeza de ser escuchados.

2 comentarios:

  1. Gracias padre por ayudarnos a comprender hasta el fondo el verdadero magisterio del Papa, muchas veces oscurecido por los pasadistas o los modernistas.

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    1. Estimado Anónimo,
      me complace que mis publicaciones le sean útiles para recibir las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia, evitando sus falsas interpretaciones.

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