La práctica del ideal cristiano, a través de los siglos, ha permitido descubrir y valorizar, en la mujer, actitudes y fuerzas morales que habían sido muy olvidadas o incluso despreciadas por el paganismo, y que señalan una clara diferencia espiritual con el alma del hombre. Pero he aquí, en este punto, que nace el problema: ¿cómo concebir esa diferencia? ¿Es accidental? ¿Es específica? ¿Es de otro tipo? [En la imagen: escena de la Creación de Eva, pintura de Miguel Angel, en la Capilla Sixtina, Roma].
Introducción
----------Esta cuestión, irrelevante en el pasado, ha venido siempre cada vez más al primer plano en la escena de la reflexión antropológica a medida que, bajo el influjo de la civilización cristiana, se ha puesto cada vez más en luz la dignidad de la persona humana, y que en particular la personalidad femenina ha dado prueba de poseer, en ciertos campos de la actividad espiritual, cualidades diferentes y superiores a las del hombre, aunque en la fundamental participación, con él, de la misma naturaleza himana.
----------Se ha debido agregar así, por el abandono de la vieja tesis que veía a la mujer como "varón imperfecto" (mas occasionatus), a él inferior y sujeta a él desde todo punto de vista, y en cambio se ha tomado siempre cada vez más en cuenta la necesidad de concebir tal diversidad espiritual como mutua complementariedad sobre la base de una sustancial igualdad y paridad de naturaleza, de derechos y de deberes. No ya por tanto la femineidad sobre la línea de la masculinidad, sino la femineidad como valor autónomo y, en referencia a ciertos aspectos no secundarios, perfectivo de la misma masculinidad. Primados masculinos en ciertos campos; primados femeninos en otros, sobre un pie de esencial igualdad como personas y seres humanos.
----------La práctica del ideal cristiano, en el curso de los siglos, finalmente ha permitido descubrir y valorizar, en la mujer, actitudes y fuerzas morales que habían sido muy olvidadas o incluso despreciadas por el paganismo, cuales son: la humildad, la disponibilidad, la mansedumbre, la dedicación, la inclinación al sacrificio, la piedad religiosa, la actitud místico-contemplativa, la misericordia, la ternura, la preocupación por los pequeños, por los enfermos, por los ancianos, por los débiles y los pobres, el amor por la familia y por la casa. Todo lo cual podríamos resumirlo en el valor no sólo humano sino también y sobre todo espiritual de la maternidad. De modo especial, la particular figura de María Santísima Madre de Dios ha contribuido, como ideal de mujer, en el seno del cristianismo, a esta valorización de la personalidad femenina.
----------Nos hemos dado cuenta, por otra parte, que esta diversidad espiritual que se advierte en la mujer no podía ser suficientemente explicada mediante las bien conocidas diferencias físico-genitales, sino que, en base al principio por el cual una cierta actividad supone un sujeto agente ontológicamente homogéneo con esa actividad, es necesario fundar dicha diversidad sobre alguna diferencia existente en la propia alma espiritual, que, de esa actividad, no podía no ser sino el substrato sustancial.
----------Pero he aquí, en este punto, que nace el problema al cual intentaré dar una respuesta: ¿cómo concebir esa diferencia? ¿Es accidental? ¿Es específica? ¿Es de otro tipo?
----------Como sabemos, santo Tomás no se ha planteado este problema. En su época, de hecho, la diversidad y la recíproca complementariedad entre hombre y mujer no habían aparecido tan en evidencia como hoy.
----------Para el Doctor Angélico, la diferencia sexual entre hombre y mujer, no es específica o "formal", sino solo accidental y material; no es esencial sino solo de grado, como entre lo perfecto (el varón) y lo imperfecto (la mujer); en cuanto a la diversidad sobre el plano humano, también aquí vale el mismo principio: el varón es casi superior en todo y desde todo punto de vista.
----------Nuestra reflexión se articulará en los siguientes puntos: 1) Presentación de las cualidades propias y diferenciales entre espiritualidad masculina y espiritualidad femenina; 2) La posición de santo Tomás de Aquino en sus límites y en sus valores; 3) La solución por nosotros propuesta acerca de la cuestión del estatuto lógico-epistemológico de la diferencia espiritual entre el alma masculina y el alma femenina.
----------En el primer punto de los mencionados, buscaré resumir los resultados más atendibles de la investigación psicológica moderna, tanto como ciertos datos que se pueden encontrar en el mismo Magisterio contemporáneo de la Iglesia, sobre todo el período del para san Paulo VI. Naturalmente, no tengo la pretensión de ser completo ni de la completa certeza sobre todos los datos en un campo que, si bien ha sido siempre objeto de experiencia y de reflexión desde los albores mismos de la historia humana, se muestra hoy en día difícilmente sujeto a la indagación científica, tanto sea por su propia complejidad, como por el problema de separar lo esencial de lo contingente; un campo que, por otra parte, a causa de la evolución de la personalidad femenina bajo el estímulo de los cambios en la civilización, presenta aspectos de novedad, de los cuales ni los mismos ambientes científicos contemporáneos siempre han tomado nota con la debida claridad.
----------En una cierta literatura contemporánea y dedicada a la promoción de la mujer, sobre todo en las corrientes laicistas o materialistas, parece en efecto que ni siquiera se hayan dado cuenta de la importancia de la cuestión para una verdadera "liberación" de la mujer. La cuestión es a veces completamente malentendida, como si ella implicara una nueva, mal disimulada teorización de la subordinación femenina. Nosotros, en cambio, damos vuelta y devolvemos la acusación contra estas tendencias así llamadas "feministas", las cuales, en sustancia, no proponen en absoluto a la mujer -como ellas pretenden- un pleno ideal de personalidad, sino que, continuando como en las concepciones del pasado en la línea de identificar el ideal de persona con la masculinidad, y además con una masculinidad que acentúa a veces sus peores aspectos deteriorados, se olvida de clarificar las cualidades propias de la mujer, conduciendo a la mujer a una vana imitación del varón, que la lanza a una nueva condición de frustración y de sujeción.
Características espirituales diferenciales entre el hombre y la mujer
----------Mientras en el hombre el espíritu se concentra sobre todo en torno al valor de lo específico humano, o sea de la racionalidad, que en tal caso podremos llamar "logicidad", en la mujer las energías del espíritu se despliegan mayormente hacia lo alto, o sea hacia la intuitividad intelectual, y hacia lo bajo, o sea hacia una valorización y un afinamiento de la sensibilidad. Y de alli viene la consecuencia de que la logicidad queda menos objeto de atención, viene menos animada por la potencia del espíritu.
----------De aquí, entonces, la recíproca complementariedad existente entre hombre y mujer; y de aquí, también los defectos espirituales característicos del uno y de la otra.
----------Respecto a la complementariedad recíproca, hay que notar que, mediante la razón práctica y tecnológica, el hombre guía a la mujer a un dominio racional de la sensibilidad y de la naturaleza externa. Pero por el otro lado, la mujer, en virtud de su mayor inclinación contemplativo-mística, estimula la racionalidad masculina hacia lo alto, hacia lo trascendente y hacia la inefabilidad divina.
----------En esta complementariedad recíproca, el hombre ayuda a la mujer también en el campo de la espiritualidad y de la actividad religioso-contemplativa, poniendo en evidencia los necesarios presupuestos racionales y conceptuales, e impidiendo por lo tanto que la experiencia religiosa venga confundida con una cualquier emoción atemática. La mujer, por su parte, ayuda al hombre a purificar la propia sensibilidad, y a purificarla mucho mejor de cuanto lo puede hacer un criterio simplemente racional, y ello lo hace animando la sensibilidad con los criterios propios de la contemplación y de la religiosidad.
----------Por su lado, la mujer estimula al hombre a la contemplación, a la dedicación, al heroísmo, a la piedad, a la misericordia; y complementariamente, por su lado, el hombre guía a la mujer sobre las vías de la ciencia, de la técnica, de la prudencia, de la justicia, de la templanza.
----------En cuanto a sus respectivos defectos: el hombre tiende a confiar demasiado en su razón. El hombre tiende a la impiedad, a la crueldad, a la violencia; la mujer tiende a la vanidad, a la frivolidad, a la seducción. El hombre perverso apaga en la mujer sus cualidades femeninas, la convierte en árida, fría e histérica; la mujer perversa convierte al hombre en afeminado, cobarde, impío y esclavo de los placeres.
Referencia a Santo Tomás de Aquino
1) Límites de la posición tomista
----------En el plano sexual, para santo Tomás de Aquino, no existe diferencia específica entre hombre y mujer, por el hecho de que la mujer (siempre para el Aquinate) no sería más que un varón imperfecto, carenciado o incompleto a causa de una debilidad del semen masculino o de una indisposición de la "materia" femenina o de algún otro factor externo. El semen masculino, de por sí, tiende a producir un varón, pero cuando se verifican las circunstancias mencionadas, el ser que se ha generado, carece de la plenitud de la naturaleza masculina, y nace entonces la "mujer" (cf. Sum.Theol. I, q.92, a.1, ad 1m).
----------De modo que el plantear una diferencia específica entre varón y mujer, comportaría, siempre según el Aquinate, el absurdo de concebir un agente orientado a dos fines específicos entre sí específicamente distintos. Si el semen masculino está de por sí destinado a la producción de un varón, entonces no puede estar al mismo tiempo orientado a la producción de la mujer entendida como forma específicamente distinta (cf. Comentario a la Metafísica de Aristóteles, 1, X, ediciones Marietti, nn.2127ss).
----------Ahora bien, la biología del tiempo de santo Tomás de Aquino no estaba todavía en conocimiento del hecho de que la mujer posee un propio patrimonio genético y desarrolla una función propia en la generación, patrimonio y función específicamente distintos de los del varón. Por el contrario, la concepción medieval hacía corresponder a la pareja varón-mujer la triple oposición: perfecto-imperfecto, forma-materia, actividad-pasividad. El principio según el cual un mismo agente no puede tener dos fines específicos, es en sí mismo correcto; la teoría tomista sobre esta cuestión no puede ser ya aceptada por otro motivo, y es porque está fundada sobre una concepción biológica hoy superada.
----------Por cuanto concierne al problema de una diferencia entre hombre y mujer sobre el plano intelectual-moral, la posición de santo Tomás presenta un doble aspecto: por una parte él sostiene con claras letras una sustancial paridad entre hombre y mujer desde el punto de vista del alma espiritual; pero por otra parte él sostiene también -aunque sea desde un punto de vista "secundario" (cf. Sum.Theol. I, q.93, a.4, ad 1m)- una "natural" superioridad intelectual-moral del hombre sobre la mujer, incluso si tal "superioridad" parece tener que desaparecer en la vida futura de la resurrección (cf. Sum.Theol. I, q.91, a.3, ad 2m).
----------Santo Tomás no admite una verdadera y propia diferencia específica, de tipo espiritual, entre el hombre y la mujer, porque ello escindiría la unidad de la especie humana, y por tanto la sustancial paridad entre hombre y mujer. Tal neta diferencia entre varón y fémina no podemos admitirla ni siquiera nosotros hoy, y jamás podría ser admitida, por las mismas preocupaciones que empujan al Doctor Angélico a negarla. Por eso, el lenguaje de Edith Stein, que habla de una "especie viril" y de una "especie femenina", parece un poco excesivo, aunque no debemos detenernos demasiado sobre términos. En realidad, el pensamiento de Stein contiene enseñanzas preciosas sobre este tema (véase: La Mujer, ediciones Palabra, Madrid 1998).
----------La "natural" superioridad espiritual del hombre -según el Doctor Común- no afecta la sustancial igualdad específica con la mujer; tal superioridad introduce una diferencia que, por cuanto aparece como "natural", es en el fondo -para santo Tomás- una simple diferencia accidental y de grado, como entre lo perfecto-maduro y lo imperfecto-inmaduro. La mujer posee, sustancialmente, el mismo atributo esencial que caracteriza el ser y la persona del hombre, aunque sea en menor medida.
----------Hoy, como hemos dicho, esta "diferencia", no se plantea ya en términos de mayor o menor perfección, sino en términos de dos participaciones diferentes y recíprocamente complementarias en la misma perfección específicamente caracterizante de la naturaleza humana -común a entrambas- y esto es la ratio.
2) Valor de los principios tomistas
----------Si por una parte debemos renunciar a las afirmaciones tomistas ligadas a los límites de la biología de su tiempo, por la otra, nos podrán ser utilísimos, para nuestro tema, los principios de la psicología del Doctor Común, formando parte ellos de lo que tradicionalmente se llama la "philosophia perennis". Se tratará de aplicar tales principios en el contexto de las adquisiciones de la moderna antropología de los sexos.
----------Para comprender la naturaleza de la diferencia entre las cualidades espirituales del hombre y las de la mujer, y por consiguiente la diferencia entre el alma del uno y el alma de la otra, es necesario hacer referencia a la semejanza que el alma humana mantiene con la naturaleza de las "formas separadas" o espíritus puros, vale decir los ángeles. El alma humana, según Tomás, no es una "especie" completa en sí misma; ella, como esencia, está plenamente determinada sólo en unidad con el cuerpo; y sin embargo, desde el punto de vista de la subsistencia, es independiente de la materia y capaz de subsistir separadamente del cuerpo. Mientras bajo la primera relación ella se avecina al alma de los animales, cuya existencia se agota en el hecho de ser "forma" del cuerpo, bajo la segunda relación, el alma humana es afín a la dignidad del puro espíritu.
----------Esta situación existencial propia del alma humana, intermedia entre la de los animales y la condición de los puros espíritus, no puede, según mi opinion, no tener un reflejo en aquello que concierne a la naturaleza de la diferencia entre el alma del hombre y el alma de la mujer. Para santo Tomás tal diferencia es sólo de grado (por consiguiente "material"), por lo cual, según mi parecer, él no tiene en cuenta esta posición intermedia del alma humana, tomando en consideración solo la referencia al alma de los animales.
----------En efecto, sabemos que para santo Tomás de Aquino, mientras la diferencia entre dos individuos compuestos de materia y forma (por supuesto, supuesta la misma forma), es una diferencia material; la diferencia entre dos espíritus puros es de carácter específico (cf. Sum.Theol. I, q.50, a.4). Ahora bien, nos preguntamos: supuesta la mencionada posición intermedia del alma humana entre el nivel de la animalidad y el de la pura espiritualidad, ¿por qué no podría ser también concebida la diferencia entre el alma del hombre y el alma de la mujer en una posición intermedia entre la diferencia material, propia del ámbito de la animalidad, y la específica, característica del mundo del puro espíritu?
----------Y tal, en efecto, es la conclusión que a mi modo de ver se puede derivar de los principios tomistas, utilizados para fundar los datos de la moderna antropología, que nos presentan una diversidad y mutua complementariedad espiritual entre la personalidad masculina y la femenina. La diferencia entre el alma masculina y el alma femenina no es ni material ni específica, sino semiespecífica o -como dice Maritain en Approches sans entraves (ed. Fayard, París 1973, p.194)- subspécifique. Ella no es totalmente específica, porque el alma humana no es una especie completa; y sin embargo participa de la diferencia específica, porque el alma humana es espiritual y subsistente independientemente de la materia.
Estatuto lógico de la diferencia semiespecífica
1) Se trata de verdadera especificidad
----------La semiespecie hombre y la semiespecie mujer poseen, aunque sea imperfectamente, los caracteres de la especificidad. Se trata de especificidad verdadera pero incompleta: y por esto hablamos de "semi-especificidad". De la especificidad tienen las siguientes propiedades:
----------a. Son predicables de un número indefinido de individuos: Sócrates es varón, como Platón es varón; y así también: Lucía es fémina como Teresa es fémina;
----------b. Presuponen una forma común: el ser hombre. Tal forma, respecto a la semiespecie, asume la función del género;
----------c. Se agregan al "género", actuándolo y determinándolo: hombre y mujer tienen en común la naturaleza humana (aquí cumpliendo función de "género") y la actúan según dos modalidades diferentes y recíprocamente complementarias;
----------d. Las dos semiespecies son contrarias entre sí: la masculina subraya la racionalidad en su función lógica; la femenina, la racionalidad en su apertura intuitivo-sensitiva.
2) Se trata de especificidad imperfecta
----------Cada una de las mencionadas propiedades no se realiza en una manera pura y plena, sino que como el alma no es plenamente especie, así la diferencia entre las almas no es plenamente específica, sino que se resiente de la individualidad que surge de la unión con el cuerpo; por lo cual:
----------a. Las dos semiespecies no emergen totalmente por encima del individuo, sino que -como reconoce también Maritain (ibid.)- se fundan sobre la "nature individuelle". De hecho, ellas están por debajo de la especificidad humana -la racionalidad- y por tanto están ligadas al plano del individuo;
----------b. La racionalidad es "género" porque tiene bajo de sí las dos semiespecies: no se debe olvidar, sin embargo, que ella pertenece esencialmente al orden de la "forma" y no al de la materia;
----------c. Las dos semiespecies no se agregan totalmente al "género" (la ratio). El "género" no es a ellas indiferente; al contrario, las precontiene virtualmente, porque la "logicidad" (varón) y la intuitividad intelectual-sensitiva (fémina) son entrambas funciones esenciales de la racionalidad. Las dos semiespecies, por lo tanto, "actúan" el género en cuanto son explicitaciones de virtualidades ya precontenidas en el género. En otras palabras, tomadas separadamente la una de la otra, ellas no perfeccionan el género en la totalidad de su significado (logicidad-intuitividad-sensibilidad), sino que de hecho lo disminuyen. Es solamente en su mutuo complementarse que ellas, juntas, alcanzan la plenitud del género, que las contiene virtualmente a entrambas, aunque si bien no en acto.
----------d. Las dos semiespecies no son totalmente contrarias entre sí, porque la una realiza mayormente aquello que la otra realiza menos.
Conclusión
----------En base a los principios de la psicología y de la lógica tomistas, creemos poder afirmar -teniendo en cuenta los datos de la moderna antropología sexual- que la diferencia entre el alma del hombre y la de la mujer no es contingente, no es accidental, no es simplemente inducida por las convenciones o por las formas culturales. Al contrario, es una diferencia natural estable, querida por el Creador.
----------Es una diferencia cuasi-específica, subespecífica y semiespecífica. No es del todo específica, porque el alma humana no es, en su esencia, una especie completa, sino que se completa en su unión con el cuerpo. Por esto, la diferencia tiene una afinidad con la diferencia existente entre dos individuos animales, sin embargo sin agotarse en este tipo de diferencia, porque el alma humana es espiritual, y subsiste y obra independientemente de la materia del cuerpo.
----------Por consiguiente, la diferencia es intermedia entre la que se da en el ámbito de la animalidad y la propia del mundo de los espíritus puros. Si el hombre se encuentra entre estos dos mundos, también la diferencia entre el alma de un hombre y la de una mujer debe poderse encontrar entre estos dos mundos.
----------Es necesario evitar, entonces, dos errores opuestos: reducir la diferencia a lo puro accidental: lo que supondría la ignorancia de la diferencia de las cualidades espirituales, hoy enseñada también por el Magisterio de la Iglesia. Y por la otra parte, es necesario evitar también el error de pensar en una diferencia específica perfecta, como aquella existente entre dos ángeles: cosa que nos haría olvidar que el hombre no es un puro espíritu, sino un compuesto de materia y forma.
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