lunes, 11 de julio de 2022

Amor y abstinencia sexual, castidad y unión sexual (1/2)


El amor entre hombre y mujer se expresa en la unión sexual, pero igualmente existe un vínculo estrechísimo entre amor y abstinencia sexual. ¿Qué relación existe entre castidad y unión sexual? ¿Cuáles son las consecuencias que brotan del mayor esclarecimiento de la relación hombre-mujer, no solo en el plano protológico sino también escatológico, que el Magisterio de la Iglesia viene enseñando en las últimas décadas?

Amor men castitatz
   
----------Un poeta provenzal del siglo XIII, Guillermo de Montañagol, nos ha dejado este dicho: "Amor men castitatz": el amor lleva consigo la castidad. Ciertamente, los poetas siempre han sabido que el amor entre hombre y mujer también se expresa en la unión sexual. Sin embargo, los más refinados de ellos, como los poetas medievales del "amor cortés" (amour courtois), a los cuales, como es sabido, pertenecía también Dante, profundamente imbuidos de espiritualidad cristiana, sabían igualmente bien que existe un vínculo estrechísimo entre amor y abstinencia sexual. Tratemos de explicar aquí esta aparente contradicción.
----------La relación entre castidad y unión sexual se resume en este axioma: la castidad es un ejercicio ascético en vista de la unión sexual como expresión del amor. La castidad es expresión del amor entre hombre y mujer, no por sí misma, sino en cuanto digna y adecuada preparación a la unión sexual. Esta última de por sí es expresión del amor. Por eso, en consecuencia, lo es también la castidad, en cuanto prepara al amor sexual.
----------Esta dinámica es evidente en la preparación del joven para el matrimonio. Él está obligado a la difícil práctica de la abstinencia sexual hasta el eventual matrimonio o de por vida en el caso de la vocación sacerdotal o religiosa. Una práctica muy difícil, dado el fuerte impulso de la pasión. Por eso el educador debe ser, sí, exigente, pero también comprensivo. Y el joven no debe descorazonarse, sino siempre volver a empezar después de cada derrota, en la certeza de conquistar con el ejercicio y el socorro de la gracia, un progresivo dominio de la pasión y un creciente señorío de sí, fuente de alegría y de libertad.
----------De aquí se comprende el valor escatológico de la unión sexual de los cónyuges ancianos, cuando ha cesado su capacidad generativa. Después de un largo ejercicio de la castidad conyugal y gracias a la mitigación de la fuerza de la pasión causada por la ancianidad, el hirviente y peligroso calor de la juventud se ha transformado en una dulce tibieza otoñal fácilmente gobernable por la voluntad y por lo tanto precursora del placer escatológico. La unión no es ya un ceder a la concupiscencia, sino expresión de amor libremente decidido juntos y concordado juntos en el momento justo y en las justas circunstancias justas.
----------La preparación del sexo para la resurrección es favorecida de modo especial, sobre todo en la formación para la castidad consagrada, por la práctica asidua de la Comunión eucarística. El sacramento de la Eucaristía posee un aspecto material, que son las especies eucarísticas. Una vez ingeridas, ellas cumplen la misma función nutritiva que es propia del pan, aunque la Hostia consagrada ya no sea pan. Pierre Teilhard de Chardin hacía bien, a propósito de la Eucaristía, en hablar de "santa Materia".
----------Se debe señalar, por tanto, que así como estas sagradas especies eucarísticas contienen el cuerpo de Cristo resucitado ad modum substantiae, poseen en sí mismas una sobrenatural fuerza de vida eterna, la cual, nutriendo el cuerpo del fiel que las ha asumido, le introducen de ahora en adelante un germen de resurrección, aunque un día ese cuerpo deberá morir.
----------Sin embargo, ya desde esta vida mortal el cuerpo del fiel y, por tanto, el sexo del fiel, que se nutre de la Sagrada Eucaristía, comienza a tener una vida escatológica. De este modo, el hombre viejo declina y el hombre nuevo avanza. Son aquellas que san Pablo llama las "primicias del Espíritu" (Rm 8,23). El sexo comienza a ser a partir de ahora lo que será en la resurrección.
----------Por su parte, el alma del fiel adquiere, gracias a la práctica eucarística, una fuerza divina de resurrección o cuanto menos una especial disponibilidad para la resurrección gloriosa, por la cual ella, aunque permaneciendo sin el cuerpo, en la Venida final de Cristo y bajo el influjo de su divino poder, tendrá la fuerza para recuperar por una aposta y proporcionada porción del polvo cósmico asignado por Dios y recogido por los ángeles, su propio cuerpo masculino o femenino según se trate de un alma masculina o femenina.
   
Educación para la castidad y para la resurrección
   
----------El educador debe instruir al joven sobre la dignidad y el valor de la sexualidad humana y sobre sus fines terrenos y escatológicos. En el caso de que el joven educando tenga una tendencia homosexual, entonces el educador debe ayudarlo a sustituirla con la tendencia natural al otro sexo, que permanece en él como la tendencia radical, creada por Dios. Mientras que la inclinación homosexual se encuadra en aquellas tendencias al mal y al pecado, que son consecuencia del pecado original.
----------Debe, por consiguiente, hacerle descubrir con persuasivas razones y ejemplos la belleza, la bondad y el gusto de la unión con el otro sexo, convenciéndolo de que a medida que favorece en él esta inclinación y este gusto, realiza la voluntad de Dios y cumple su verdadera felicidad. En cambio, cediendo a la tentación de la sodomía, se pone en contraste con Dios y camina hacia la perdición.
----------Además debe persuadir al joven, tanto heterosexual como homosexual, de que su concupiscencia carnal, por más fuerte que sea, no es invencible y no debe ser satisfecha en ningún caso, como si fuera una necesidad física del tipo de la evacuación, del hambre, de la sed, del sueño, del ambiente sano, como sostenía Lutero, aunque tenga cierta semejanza con la urgencia de estas necesidades.
----------De hecho, Lutero no se equivocaba cuando sostenía, por otra parte en la línea de san Pablo, que la unión hombre-mujer es natural y querida por Dios para cada uno de nosotros. Se equivocaba al concebirla sólo como unión terrena matrimonial generativa, cosa que lo llevó a violar sus votos religiosos y a contraer un matrimonio, que obviamente, en sus condiciones, fue inválido y sacrílego.
----------Se puede dar también el caso de un niño o de un joven, el cual, ya sea por un defecto innato o por otros motivos, se encuentra incierto acerca de su identidad de género, o bien posee elementos masculinos mezclados con elementos femeninos o viceversa. La tarea del sujeto, entonces, no será en modo alguno la de la "elección del sexo", como si tal elección fuera su facultad o derecho. Un sujeto de tales características no se encuentra en absoluto frente a dos posibilidades, cada una de las cuales tendría las mismas oportunidades.
----------En cambio, lo que se debe hacer en estos casos es que el sujeto, con la ayuda de un personal médico competente, llegue a descubrir, más allá de la confusión e incerteza en las cuales se encuentra, cuál es su verdadero sexo y, si es necesario recurrir a oportunos procedimientos médicos, quirúrgicos, psicológicos o al eventual uso de apropiados fármacos u hormonas.
----------Más delicada es la tarea a la que se enfrenta el formador que debe ejercitar al joven religioso o seminarista en la práctica de la castidad. En estos casos, el formador debe explicar al discípulo la relación de la castidad con la resurrección. Mientras que la castidad tiene sentido y utilidad en la vida presente, en la resurrección la relación hombre-mujer estará informada por el amor.
----------En efecto, sólo en la vida presente tiene sentido renunciar a un placer, como el placer sexual, que perturba la vida espiritual. Pero en la resurrección, en la cual habrá una perfecta re-armonización del sexo con el espíritu, el placer físico no sólo no obstaculizará, sino que facilitará el gozo del espíritu. La práctica de la castidad es, por consiguiente, preparación para la unión escatológica del varón con la mujer.
   
Verdad y error sobre el sexo en Lutero
   
----------Martín Lutero tenía sólo una visión protológica de la relación hombre-mujer, junto a la terrenal tradicional, como, por lo demás, fue la visión que ha tenido efectivamente la misma Iglesia Católica hasta el pontificado de san Juan Pablo II, quien ha añadido la visión escatológica, es decir aquella visión relativa a la resurrección, que ya había sido precedida por santo Tomás de Aquino.
----------Además de esto, Lutero, como es sabido, concebía el ejercicio de la sexualidad como inescindiblemente ligado a la concupiscencia, la cual, por otra parte, era considerada invencible según Lutero. De ahí su convicción de que la práctica de la abstinencia sexual, aunque sea por cualquier motivo, sobre todo por el voto de castidad, fuera impracticable, prohibida por el Génesis, contra naturaleza, dañina para la psique, necia e hipócrita, de presunción perfeccionista y por tanto pecaminosa.
----------El docto dominico padre Heinrich Seuse Denifle [1844-1905] publicó a principios del siglo pasado una documentadísima obra (Lutero y el luteranismo estudiados en las fuentes, ediciones Tipografía Pontificia del Colegio de Santo Tomás, Manila 1920), con la cual mostraba ad abundantiam, como saben hacer los historiadores alemanes, cuánto desprecio tenía Lutero por el voto de castidad, por lo demás incomprendido por él, y cuántas calumnias y falsedades vomitó contra los Religiosos que lo practican.
----------Sin embargo es de todos sabido que mientras la insuficiente o faltante satisfacción de esas necesidades vitales compromete lógicamente la vida del sujeto, una razonable abstinencia sexual no sólo no es dañina ni físicamente ni psíquicamente, sino que puede ser saludable y expresión de verdadero y generoso amor entre hombre y mujer, así como para Dios y para el prójimo.
----------Además de esto, para Lutero, siendo así las cosas para él, refrenar el impulso sexual es dañino, psíquicamente peligroso; es frustración inútil, necia presunción, fuente de desesperación y signo de hipocresía. Por tanto, como es sabido, el amor conyugal para él, aparte del fin procreativo que él apreciaba loablemente, no tiene nada de sagrado, no es en absoluto un sacramento, sino que es un simple contrato profano escindible. Vale recordar que Lutero y su esposa fueron una pareja fiel y feliz y tuvieron cinco hijos. A diferencia de tantísimos sacerdotes y religiosos que desde el postconcilio hasta hoy, por decenas de miles, han defeccionado, siguiendo las ideas de Lutero en el sentido más desembozado, hasta llegar hoy a la sodomía.
----------Este amor es un simple desfogue o dejar paso a la concupiscencia, según un desafortunado pasaje de san Pablo, el famoso remedium concupiscentiae (cf. 1 Cor 7,9), que por desgracia en los pasados siglos ha acabado por ofuscar el verdadero sentido, la dignidad y la santidad de la unión sexual conyugal, finalmente rehabilitada por el Concilio Vaticano II y sobre todo por las enseñanzas de san Juan Pablo II.

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