miércoles, 6 de julio de 2022

El nombre de Dios y el nombre del hombre (1/2)

Que el hombre sea "imagen de Dios" no tiene nada que ver con el Nombre divino, que representa la esencia de Dios. Ser el hombre "imagen de Dios" representa la esencia del hombre, la naturaleza humana. Una cosa es el "nombre" de Dios, y otra cosa es el "nombre" del hombre.

La actual presencia de una falsa teología católica
   
----------No todo publicismo católico es bueno, precisamente porque no todo lo que en la actualidad se publica con la apariencia de "católico", o con el nombre de "católico", responde auténticamente a la fe católica. El publicista católico puede ser considerado en cierto modo un divulgador de la teología católica, un popularizador no sólo de la fe y la doctrina católica aplicada a los acontecimientos históricos y al devenir cotidiano de una determinada sociedad, sino también un divulgador de aquellas ideas y opiniones que, en el contexto de un legítimo pluralismo teológico, se debaten en los ámbitos específicamente académicos.
----------Sin embargo, en cuanto se refiere a estos mismos ámbitos académicos, la tragedia de la Iglesia hoy está dada por el hecho de una abisal carencia de sabiduría metafísica, la cual, como bien se sabe, es una necesaria propedéutica para una sana teología. Y si esto actualmente está a la vista en el ámbito del clero, a causa de la existencia de sacerdotes e incluso Obispos que manifiestan total impreparación a nivel filosófico, la carencia es aún más evidente a nivel laical. Y no estoy hablando, naturalmente, de aquellos laicos que eventualmente abren un blog o crean una webpage, en los que publican sus disparates filosóficos y teológicos sin que nadie los controle, ni siquiera su propia conciencia, sino que hablo de aquellos publicistas, clérigos y laicos, que propagan sus invenciones incluso desde portales oficiales, diocesanos o de conferencias episcopales nacionales, o de diarios y revistas oficialmente avaladas por la Iglesia.
----------Sabemos bien que con el surgir de las Universidades e institutos académicos laicos, independientes o incluso hostiles a la Iglesia católica, han tenido origen a largo plazo filosofías y teologías laicas, contrarias a la escolástica. La cultura laica, que tendía gradualmente a independizarse y sustraerse de la supervisión de la Iglesia, tuvo sus precedentes en el Medioevo, pero se hizo evidente en el Humanismo italiano del siglo XV y más aún el Renacimiento, cuando el Papado pierde cada vez más su ascendencia y autoridad sobre la cristiandad europea, y se multiplican los filósofos y teólogos laicos, que chocan cada vez más con la teología de la Iglesia, es decir, la teología escolástica. Finalmente, a partir de Descartes, en el siglo XVII, la filosofía ejercida por los laicos deviene aún más arrogante e incontrolable.
----------Una mejor comprensión de la misión del laico en la Iglesia ha llevado también en estos últimos decenios a una valoración de la teología laical, no reducida al contexto de la específica formación del clero. Pero el digno rol filosófico y teológico que han cumplido algunos laicos de la Iglesia en los últimos tiempos no debe ser confundido con la pretensión manifestada por otros laicos de convertirse en publicistas de la filosofía y teología católicas sin la debida preparación académica para ello. Los casos hoy son abundantísimos.
----------En este blog, sin pretender cumplir la tarea, no sólo inconducente sino también imposible, de considerar todo lo que a nivel filosófico y teológico se publicita, hemos dedicado alguna atención a los artículos que en estos últimos años ha publicado en Avvenire Luigino Bruni [n.1966], economista italiano e historiador del pensamiento económico, profesor de Economía Política en la LUMSA (Libera Universita Maria Santissima Assunta) de Roma y docente de Economía y Ética en la Universidad Sophia, de Loppiano. Es coordinador del Proyecto Economía de Comunión y uno de los promotores de la Economía civil. Fue elegido por el papa Francisco para organizar y gestionar el panel internacional llamado, justamente, "La economía del Papa Francisco". Forma parte del Grupo asesor internacional del Consejo Económico y Social (CES) del gobierno argentino. El actual presidente argentino, en su exposición en el Foro de Davos a comienzos del año pasado, citó a Bruni elogiando uno de los libros de la especialidad de Bruni, la economía: "Capitalismo infeliz".
----------El caso es que desde hace algunos años, Bruni, de modo sorpresivo e inesperado para muchos que sólo lo conocían por su competencia como economista, ha venido incursionando en exégesis de la Sagrada Escritura y en teología, publicando artículos en páginas centrales del diario Avvenire, cotidiano de gran difusión entre los fieles católicos italianos. Los artículos de carácter religioso de Bruni se volvieron más frecuentes e incisivos desde el dramático inicio de la pandemia del Covid, e inmediatamente merecieron las críticas de serios teólogos, fieles al magisterio de la Iglesia. En este blog nos hicimos eco de tales críticas, aunque siempre valorando los aspectos positivos de las reflexiones de Bruni y, como bien saben los lectores que nos siguen, se ha ido notando en los últimos artículos de Bruni un retorno al recto pensamiento católico. Sin embargo, este esperanzador giro ha tenido sus claroscuros, y no han faltado notables retrocesos.
   
Luigino Bruni y una ruinosa caída
   
----------Es precisamente lo que ha sucedido con el artículo de Luigino Bruni al que hoy me referiré: el titulado "Con el mismo nombre de Dios", publicado en Avvenire del 18 de octubre de 2020, en el que el publicista italiano sigue cantando las alabanzas de Dios, comentando el Salmo 147: "Aleluya. Es bueno cantar himnos a nuestro Dios: es dulce elevar la alabanza. El Señor reconstruye Jerusalén, reúne a los dispersos de Israel; vuelve a sanar los corazones rotos y a vendar sus heridas... Entonad al Señor un canto de acción de gracias, con la lira cantad a nuestro Dios (Sal 147,1-7). Es bello cantar himnos al Señor. Es hermoso y bueno alabar a Yahvé, es bello y bueno para Dios, pero también es hermoso y bueno para nosotros".
----------Y sigue diciendo Bruni: "Después de habernos dado hasta aquí bellísimas palabras sobre Dios y sobre nosotros, el Salmo termina alabando directamente la palabra, y la Alianza y la Ley que son su culminación (Sal 147,19-20). La palabra es vista como un mensaje enviado para nosotros, una inteligencia que nos hace descubrir el orden y el sentido de la creación: 'Él envía su mensaje a la tierra: su palabra corre veloz' (Sal 147,15). La palabra es también logos, es razonamiento y orden. Israel ha estimado la palabra en una altísima medida y para nosotros hoy incomprensible. Ha hecho experiencia extraordinaria con los Patriarcas, con Moisés y los profetas: '...y había una sola voz'. Debiendo renunciar a la imagen de Dios, ha madurado una inmensa competencia en la palabra, ha tenido que aprender a dibujar a Dios con las palabras, ha descubierto mil dimensiones ocultas dentro de la palabra bíblica y en las palabras humanas".
----------Salvo que, sin embargo, Bruni parece recaer en ese concepto suyo de "reciprocidad" de sus artículos de mayo-junio del 2020, "reciprocidad" por la cual él siente a Dios como una persona a la par de él, con defectos y cualidades como él, un amigo con quien realizar un intercambio, un enriquecimiento y una corrección recíprocos, olvidando que si Bruni depende de Dios, Dios no depende de Bruni.
----------De modo similar esta vez Bruni, hablando del nombre de Dios, siempre en esta línea de la reciprocidad a la par, cree poder gozar del mismo nombre de Dios, porque Dios se lo ha dado y esto por el simple hecho de haber sido creado a imagen y semejanza de Dios. Dice Bruni:
----------"La Biblia nos dice que el primero que nos ha llamado con su mismo nombre ha sido y es Dios, cuando nos ha creado 'a su imagen y semejanza'. Al decirnos se dice a sí mismo, y repite nuestro nombre en cada momento. Porque si por una parte el Dios bíblico es la divinidad más trascendente y diferente de todas, por otro lado no hay nada en la Tierra que se le asemeje más que un ser humano, no hay corazón más similar al suyo que el nuestro, no hay nombre más que el nuestro que tenga el mismo sonido que el suyo".
----------Pero, como veremos más claro y en seguida intentaré explicar del mejor modo posible, ¡no basta ser a imagen de Dios para tener el nombre de Dios! En este punto, Bruni parece como uno de esos niños, los cuales, queriendo darse importancia y parecerse a papá, se ponen en la cabeza su sombrero y al cuello su corbata. Pero las cosas son mucho más serias aquí. Bruni se ha salido del camino, y se ha dejado engañar por estas palabras del escritor italiano Roberto Calasso [1941-2021] citadas fuera del texto: "La prohibición de las imágenes era un precepto capital, que fatalmente habría sido violado. En primer lugar por el mismo Yahvé, que había plasmado al hombre 'a su imagen y semejanza'. Yahvé había querido crear un ser a imagen de sí mismo, y la inclinación a crear algo a imagen de sí mismo se transmitiría también a ese ser".
----------Ahora bien, es necesario aquí hacer la precisa observación de que imagen y semejanza no significan identidad. El hecho de que el hombre haya sido creado a imagen y semejanza de Dios no significa en absoluto que el hombre posea un nombre idéntico al de Dios. En realidad, la Sagrada Escritura afirma clarísimamente que el Nombre de Dios (Yo Soy El Que Es, Ehieh Escer Ehieh, el ipsum Esse per se subsistens de Ex 3,14) es absolutamente único, incomunicable e imparticipable.
----------El nombre mismo Yahvè, que significa "Él Es", vocalizado, llegamos a conocerlo por vía más bien azarosa sólo en los primeros siglos por autores cristianos, pues con la destrucción del Templo de Jerusalén, ocurrida en el año 70 d.C., el propio pueblo judío había caído en la ignorancia del Nombre, que sólo el sumo sacerdote conocía y pronunciaba una vez al año en el Templo.
----------La grafía utilizada por Bruni, por lo tanto, esa grafía con cuatro consonantes, YHWH, es inútil, además de impronunciable, porque está superada (alguien tendría que informar de esto mismo al padre Hunwicke, quien no se cansa de repetir una y otra vez en su blog la obsoleta grafía YHWH, ignaro de su error). Pero todo esto nos dice qué sagrado temor y qué extraordinaria reverencia sentían los judíos hacia ese Nombre por el hecho de expresar, por divina Revelación, el Nombre propio que Dios se daba a sí mismo. El hecho de aplicar al hombre ese Nombre incomunicable hubiera sido juzgado por el judío piadoso (y también hoy), una profanación abominable. Solo los cabalistas usaban ese Nombre con propósitos mágicos.
----------El Nombre divino es, según el himno cristológico de la Carta a los Filipenses, "el nombre que está por encima de cualquier otro nombre" (Flp 2,9), que Dios Padre reserva sólo para el Hijo. Y por tanto es sólo al Hijo y no al hombre a quien Dios Padre comunica su propio Nombre.
----------Luigino Bruni, que admite con razón que Dios es creador del hombre, ¿se da cuenta de lo que quiere decir "creador"? ¿No se da cuenta que es absurdo llamar a la criatura con el mismo Nombre del creador? ¿Qué es la criatura sino un ente finito y contingente sacado de la nada? ¿Y Bruni se atreve a llamarlo con el mismo nombre de Dios? ¿Acaso es la criatura otro Dios? ¿Un Dios producido por Dios? ¿Se ha dado cuenta Bruni del lío en el que se ha metido al afirmar imprudentemente que Dios nos nombra como se nombra a Sí mismo? Sí, por supuesto, Bruni admite la trascendencia divina, pero luego no es coherente con esta afirmación, porque la desmiente con la idea de que Dios nos da su Nombre.
----------Sí, ciertamente, hay, como dice Bruni, un Dios que dice Dios. Pero este Dios dicho por Dios es Dios y no el hombre. Él ha dicho de Sí: "De Dios he salido" (Jn 8,42). Esto es lo que proclamamos en el Credo: Deum de Deo, genitum, non factum (igual a Dios) consubstantialem Patri. ¡Pero este es sólo el Logos, el Verbo divino, el Hijo del Padre, y de ninguna manera puede ser una criatura!
----------Otro dato a tener presente al respecto es el episodio del nacimiento de Sansón. Su padre Manoah le pregunta al ángel que le anuncia el nacimiento de su hijo por su nombre. Y él responde: "¿Por qué me preguntas el nombre? Eso es misterioso" (Jue 13,18). Entonces, si el nombre de un ángel es misterioso, ¡figurémonos cuán misterioso será el Nombre de Dios! ¿Y debería ser comunicado al hombre?
----------Por lo tanto, la afirmación que hace Bruni, de que Dios llamaría con Su Nombre también al hombre, es absolutamente falsa y del todo ajena a la Biblia, y demuestra, por consiguiente, cómo lamentablemente Bruni, después del prometedor proceso de recuperación espiritual, que estaba demostrando a partir de los pasados artículos, que ya hemos examinado, ahora, con este artículo sub examine, marca una caída, y de hecho un paso atrás, una vuelta al reciprocismo antropomórfico de los artículos de mayo-junio del 2020, no obstante algunos aspectos positivos en el presente artículo, que señalaré oportunamente.
----------Por cuanto a la citación de Calasso, la prohibición de las imágenes (Ex 20,4; Lev 26,1) no se refiere a una imagen de Dios, sino a imágenes plásticas (tzelem) de los ídolos. La Sagrada Escritura, aunque sepa muy bien que Dios es puro Espíritu y por lo tanto puramente inteligible, no prohíbe en absoluto pensarLo como si fuera objeto de la imaginación y representarLo en representaciones imaginarias. Baste pensar en la aparición teofánica muy exuberante descrita por Ezequiel (Ez 1,4-28).
----------Por tanto, se debe añadir que no es cierto, como dice Bruni desviado por Calasso, que el hombre "ha tenido que renunciar" a imaginar a Dios, aunque es muy cierto lo que añade Bruni, a saber, que el hombre bíblico "ha madurado una inmensa competencia en la palabra, ha tenido que aprender a dibujar a Dios con las palabras, ha descubierto mil dimensiones ocultas dentro de la palabra bíblica y en las palabras humanas".
----------Pero más allá de eso, hay que decir claramente, contra Calasso, que la prohibición de las imágenes no tiene nada que ver con la creación del hombre a imagen de Dios. Por consiguiente, Yahvé, al crear al hombre, no ha "violado" nada, sino que ha puesto en evidencia la diferencia abisal entre la construcción humana de la imagen de un ídolo y la creación divina de una imagen de Dios que es el mismo hombre, como para prefigurar a ese Hombre único en toda la humanidad, viendo al cual vemos a Dios Padre, vale decir, nuestro Señor Jesucristo. Pero también el cristiano, imagen de Cristo, aunque en forma solamente finita, participativa y por imitación, es un hombre, que posee el sello y la impronta del Padre.
   
El hombre imagen de Dios
   
----------Hablando en general de imagen, podemos decir que la imagen es algo que nos hace presente otra cosa; la "representa". Ahora bien, existen dos tipos de imágenes: imágenes plásticas, que son artefactos, e imágenes cognoscitivas, productos de la mente cuyo propósito es el conocimiento.
----------El fin, el propósito, el ideal, el proyecto, el deseo, la condición, la experiencia, la alegría y el "sueño", para expresarnos con un término querido por el papa Francisco, de la vida del cristiano, es ser imagen de Cristo, y por tanto hijo del Padre, movido por el Espíritu Santo.
----------Ser hombre imagen de Dios no tiene nada que ver con el Nombre divino, que representa la esencia de Dios. Ser hombre imagen de Dios representa la esencia del hombre, la naturaleza humana. Y, como ya he dicho, la idea bíblica del hombre como imagen de Dios nada tiene que ver con la prohibición de construir imágenes de la divinidad, que se refiere a la práctica de la idolatría (Ex 20,40; Lv 26,1).
----------El Dios verdadero, para la Biblia, siendo Espíritu, no puede ser propiamente objeto de la imaginación como el dios pagano, y por lo tanto no puede ser representado en una estatua o en una pintura, sino que es sólo objeto del espíritu, de la mente, del pensamiento, del intelecto, de la razón, de la conciencia, de la memoria, de la voluntad y, como bien dice Bruni, de la palabra, es decir, de la idea, del concepto y del juicio.
----------Ciertamente, Dios no puede ser ni imaginado ni representado materialmente, porque Dios es puro espíritu, desprovisto de materia. Algunos objetos materiales, como por ejemplo el viento, la roca, el fuego, el sol, el cielo, la paloma, pueden eventualmente ser símbolos de la divinidad, pero no pueden en absoluto representarla. Esto no quiere decir que las cosas materiales no tengan relación con Dios, todo lo contrario: ellas también son creadas por Dios y su existencia creada induce a admitir la existencia de su creador. Los Medievales llamaban a las cosas materiales no imago, sino vestigium.
----------Decir símbolos quiere decir que se trata sólo de parangones: como la roca es firme, así Dios da seguridad; como el viento sopla donde quiere, así Dios es libre; como el cielo es vasto, así Dios es infinito; como el sol favorece la vida, así Dios da vida a todos los vivientes; como el fuego calienta y destruye los desechos, así Dios da calor con su amor a los buenos y castiga con el fuego del infierno; como la paloma es alada, mansa, blanca y fiel, así el Espíritu Santo se cierne sobre la materia y el mundo, es manso, dulce, benévolo y fiel.
----------En cambio, solo el espíritu puede representar al Espíritu, solo la verdad puede representar la Verdad; sólo la bondad puede representar la Bondad; sólo el ser puede representar a Aquel Que Es; sólo la razón puede comprender la Razón; sólo la idea puede intuir la Idea, sólo el pensamiento puede captar el Pensamiento; sólo el intelecto puede comprender al Intelecto, sólo la autoconciencia puede comprender a la Autoconciencia absoluta; sólo la santidad puede representar al Santo por excelencia; sólo la persona puede relacionarse con la Persona; sólo quien habla puede escuchar la Palabra de Dios; sólo la voluntad puede querer y amar a Aquel que es Amor. Debemos contentarnos con poseer un espíritu que nos haga semejantes a Dios y no pretender más.
----------Ahora bien, sin embargo, sería suma impiedad y soberbia pretender ser igual a Cristo, poseer el mismo "nombre sobre todo otro nombre", que el Padre solamente ha comunicado y transmitido al Hijo, Deum de Deo y obviamente sólo a su Hijo en cuanto Dios, ya que un nombre divino común al creador y a la creatura ya no sería nombre divino. La criatura no puede poseer lo que pertenece exclusivamente al creador. El pretenderlo es ese pecado de soberbia que se llama "panteísmo".
----------Existe más bien el atributo del ser -el ens analogum-, que es analógicamente común a Dios y al hombre, común a todas las criaturas. Y ciertamente el hombre, como toda criatura, cual más cual menos, se asemeja a Dios en el ser. En efecto, el Ser creador crea al ser creado. Y, dado que el efecto se asemeja a la causa, por eso el ser humano se asemeja al Ser divino.
----------Y, como los ángeles, el hombre se asemeja en modo especial a Dios por su espiritualidad, cosa que no pertenece a las creaturas puramente materiales. Pero su espiritualidad humana es finita y no puede pasar este límite. Lo finito no puede devenir infinito, como creía Hegel. Asemejarse a Dios no quiere decir serle igual o idéntico o serle igual a la par, en una especie de "reciprocidad" a la Luigino Bruni, como si fuera la reciprocidad entre amigos o entre hombre y mujer.

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