lunes, 6 de junio de 2022

El Espíritu Santo y el demonio (3/7)

El tema del conflicto entre el Espíritu Santo y el demonio parece haber interesado más al mundo protestante que a nosotros, los católicos. Tal conflicto sale al primer plano en Lutero, en su dramático relato interior, por el hecho de que él, rechazando la mediación visible de la Iglesia, se encuentra privado de esta ayuda, aunque ciertamente confiando en Cristo, en la lucha contra Satanás, convencido de estar siendo guiado directamente por el Espíritu Santo. [En la imagen: las Tentaciones de Cristo, de Sandro Botticelli, en la Capilla Sixtina].

El Espíritu Santo conciliador de la gracia con el pecado en Lutero
   
----------Lutero creía erróneamente que el Espíritu Santo obra una reconciliación de Dios con el hombre en el sentido de una conciliación de la gracia con el pecado. Pero esto es un grave error, que ofende la justicia y la bondad divina y no hace más que confirmar al hombre en el pecado, porque al final, como intuyeron primero Böhme y luego Hegel, esto acaba por conducir a la reconciliación en Dios del bien con el mal. Por otra parte, el castigo divino no es crueldad y la misericordia no es legitimación del pecado ni complicidad con el pecado. La misericordia no quita sólo la pena o castigo, sino también la culpa.
----------El hecho es que Martín Lutero [1483-1546], como para renovar la antigua herejía de Marción [85-160], no alcanzó a resolver el contraste que él imaginaba entre un Deus absconditus, anterior a la Encarnación, aterrador y no confiable, con el dulce Deus revelatus de Jesucristo, porque, aun cuando Lutero se había convencido de estar predestinado, él siempre mantuvo la angustiosa duda de no estarlo, porque detrás del velo de la conciencia siempre le quedaba el fantasma del Deus absconditus.
----------Cristo sobre la cruz se le aparece a Lutero como demonio, sub contraria specie. Se le aparece como condenado por Dios, mientras es aprobado. Y el demonio, lamentablemente, debe haber tomado las semblanzas de Cristo. En Martín Lutero, Cristo sufriente, por una exégesis equivocada de 2 Cor 5,21, deviene Cristo pecado. El Hijo aparece en contraste con el Padre, y Lutero olvida las palabras de Cristo: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lc 23,46). Así, para Lutero, como el sufrimiento de Cristo salva del sufrimiento, así el pecado de Cristo salva del pecado.
----------Precisamente de este error surge la teología buenista del Dios que no castiga y que deja que todo corra, porque de lo contrario no sería bueno, y por otro lado surge la teología del Dios que perdona sin arrepentimiento del pecador, porque la gracia se concilia con el pecado. Por lo cual resulta que Dios no sólo quiere el bien y da la gracia, sino que también quiere y legitima el mal y el pecado, porque no quita el pecado, sino que lo pone de acuerdo o en armonía con la gracia.
----------Por lo tanto, esta aparente bondad de Dios esconde en realidad un Dios malvado y cruel, que deja que el inocente sea oprimido por un opresor impune. El buenista, que cree haber suprimido al Dios cruel, en realidad termina por confirmarlo. Para él, en efecto, Dios está en el origen tanto del bien como del mal.
----------El católico dice: es bueno que exista el mal, porque Dios, al permitirlo, muestra mejor su justicia y su misericordia. El hegeliano, en cambio, heredero de Lutero, dice: es bueno que exista el mal porque bien y mal son la misma cosa, se reclaman el uno al otro. Entre los dos se inserta el ateo, que se opone a ambos y dice: es malo que exista el mal. Pero como el mal existe, entonces no puede existir un Dios que permita el mal o no puede existir un Dios que no quiera o no es capaz de quitar el mal. Pero el ateísmo no es más que la lógica consecuencia de la hipocresía del buenismo, un Dios cruel bajo el aspecto de la bondad.
----------La Sagrada Escritura nos narra muchos episodios de la historia sagrada, en los cuales Dios y Satanás hablan entre sí, comenzando por el acto con el cual el demonio se ha rebelado contra Dios al inicio de la creación, acto prefigurado por Jeremías, cuando habla de la rebelión de Israel a Dios (Jer 2,20). Otros ejemplos que podríamos traer son la conversación entre Satanás y Dios en la historia de Job, las tentaciones de Cristo en el desierto, las conversaciones de Cristo con los endemoniados.
----------Este tema del conflicto entre el Espíritu Santo y el demonio parece haber interesado más al mundo protestante que a nosotros, los católicos. En efecto, tal conflicto en Lutero sale a relucir al primer plano en su dramático relato interior, por el hecho de que él, rechazando la mediación visible de la Iglesia, se encuentra privado de esta ayuda, aunque ciertamente confiando en Cristo, en la lucha contra Satanás, convencido de estar siendo guiado directamente por el Espíritu Santo.
----------Excepto que, sin embargo, la espiritualidad luterana permanece dividida por un angustioso dualismo interior entre una conciencia que por una parte quiere sentirse inocente, pero por la otra continúa sintiéndose culpable, por lo cual no está verdaderamente pacificada, sino que sufre de un persistente turbamiento o agitación interior. Y esto es así porque la gracia del Deus revelatus, Jesucristo, no cancela la culpa, sino que la cubre. Y esto, porque la sombra siniestra y reprochadora del Deus absconditus, el Dios airado, continúa asomándose detrás del velo del Dios hipócritamente misericordioso.
----------Lutero intenta remediar esta laceración interior acentuando, en la línea de la espiritualidad agustiniana, el aspecto inmanentista e interiorista de la presencia de Dios en la conciencia. Pero Lutero se mantenía alejado de la serenidad del "cor inquietum" agustiniano, tan humildemente celoso de ese espíritu de penitencia, de esa docilidad intelectual y de esa comunión eclesial, que Lutero había en cambio trágicamente rechazado y comprometido por su orgulloso amor propio y su obstinado apegarse a una vana confianza en Dios sin sincero arrepentimiento de los propios pecados.
   
El Dios origen del bien y del mal en Jakob Böhme
   
----------Este trágico dualismo teológico reaparece de manera más radical en el siglo XVII en el místico luterano Jakob Böhme [1575-1624], el cual, al mismo tiempo, como observa Georg Hegel [1770-1831], se afana por remediarlo creando un monismo absoluto, que se asemeja al panteísmo de Baruch Spinoza [1632-1677], también éste admirado por Hegel, con la diferencia de que mientras en Spinoza, espíritu frío y glacial, Dios es Sustancia única, estática y absoluta, que niega la objetividad del mal disolviéndolo en Dios, en cambio Böhme, espíritu atormentado, no niega en absoluto la realidad del mal ni se avergüenza de ponerlo en Dios, como explica el mismo Hegel. Según éste, en efecto, el gran descubrimiento de Böhme ha sido el de comprender que "el mal está contenido en el bien" (Lecciones sobre la Historia de la Filosofía (tomo III, editorial Fondo de Cultura Económica, México, 1968, p.41-46). Según Hegel, el mérito de Böhme es:
----------"La idea profundísima de Dios, que se esfuerza por recabar y coligar en unidad las oposiciones más absolutas, pero no por la razón pensante. Así, diremos brevemente que Böhme, dado que para él Dios es todo, se esfuerza por entender en Dios y desde Dios lo negativo, el mal, el diablo, para captar a Dios como absoluto... Como capta dentro de sí, tan interiormente, este movimiento, esta esencia del Espíritu, la determinación de los momentos se acerca más que nada a la forma de la autoconciencia, a lo informe, al concepto...
----------Su idea fundamental es el intento de obtener todo en una unidad absoluta: de hecho él quiere mostrar la absoluta unidad divina y la unificación de todas las oposiciones en Dios. Su pensamiento fundamental, incluso se diría que único, que todo lo compenetra, es en general el de comprender en todo la sagrada Triplicidad, de ver en todas las cosas el develamiento y la manifestación de ella, que así es el principio universal, en el cual y para el cual todo es; y precisamente de tal modo, que todas las cosas tienen en sí mismas sólo esta Trinidad divina, no como unidad de la representación, sino como Trinidad real de la Idea absoluta.
----------Todo lo que es, según Böhme, es sólo esta Trinidad; esta Trinidad es todo. Para él, pues, el universo es una única vida divina, un único revelarse de Dios en todas las cosas, de modo que más precisamente, de la única esencia de Dios, suma de todas las fuerzas y cualidades, viene engendrado el Hijo, que en esas fuerzas resplandece, mientras que la unidad interior de esta luz con la sustancia de las cosas es el Espíritu.
----------El primero es Dios, el Padre. Este Primero está en un tiempo diferente en sí, y es la unidad de estos dos 'Dios es todo –dice él– es oscuridad y luz, amor e ira; pero no se nombra a sí mismo sólo el Dios uno según la luz de su amor. Él es un eterno contrarium entre tinieblas y luz; ninguna de las dos aferra a la otra, y sin embargo no hay más que solo una esencia única, pero distinta por vía del tormento; y también por vía de la voluntad, pero sin embargo no es esencia separable. Un único principio actúa la distinción de que el uno está en el otro como nada y, sin embargo, es, pero según la propiedad de ello, pero no manifiestamente' ".
----------Böhme, asumiendo la fe luterana en el perdón de los pecados, acaba por caracterizar la vida espiritual con la significativa categoría del "tormento", por otra parte inseparable de la bienaventuranza.
----------Prosigue Hegel refiriéndose al pensamiento de Böhme: "Con el 'tormento' se expresa lo que se llama negatividad absoluta, la negatividad consciente de sí, sentida; lo negativo que se refiere a sí mismo, el cual por lo tanto es afirmación absoluta [...] Todo radica en efecto en pensar lo negativo como simple, ya que es al mismo tiempo un opuesto; el tormento es por tanto esta interior escisión y al mismo tiempo lo simple. [...] El tormento (Qual), esta negatividad, traspasa en la vida, en la actividad y así Böhme la acopla también con la cualidad. Se tiene, por tanto, en él sin más la absoluta identidad de los distintos.
----------De tal modo, Böhme no representa a Dios como unidad vacía, sino como unidad de los absolutamente opuestos, la cual se aparta de sí misma. El Primero, Uno, el Padre tiene al mismo tiempo la manera de ser natural, por lo que Böhme habla de él como de esencia simple. A esta esencia simple él la llama lo 'oculto' y esto determina como temperamentum, la misma unidad de los diversos, en la cual todo está temperado".
----------Böhme, nos señala Hegel, reconoce la Santísima Trinidad: "El Padre es el corazón" (Lecciones, op.cit., p.47); "el corazón de Dios es el Hijo; y en otra parte el Espíritu también se llama corazón. O bien la fuente de las fuerzas de la naturaleza: de ello procede toda cosa. Ahora bien, el calor domina en todas las fuerzas de la naturaleza, lo calienta todo, es fuente de todo. Pero en el calor es la luz, la que da su fuerza a todas las cualidades, haciendo a todo amable y alegre" (ibid.); "el Espíritu muestra que todos los poderes están en el Padre" (ibid., p.49): una bella imagen del Espíritu Santo.
----------La segunda Persona, el Hijo, nos refiere Hegel, "es el desdoblarse. Este Segundo Principio, es un concepto fundamental, como la Palabra, como el separator, esencia del yo o egoidad, como la revelación de la voluntad y del ser en sí, que está en las fuerzas de las cosas de la naturaleza, pero de tal manera que al mismo tiempo se libera la luz, que los reconduce a quietud" (ibid., p.50).
----------Para Böhme, entonces, el Hijo es el Dios que se separa de Dios, y en consecuencia entra en colaboración con el diablo, pero en lo interno de Dios, de modo que el mismo Hijo encarnado se opone al Padre, asumiendo los pecados de la humanidad. Pero al mismo tiempo el Espíritu lo vuelve a unir al Padre, porque la naturaleza de Dios es el dividirse y el reunirse.
----------Pero no está claro, en el pensamiento de Böhme, si Cristo hace suya sólo la pena de los pecados o incluso hace suyos los mismos pecados. Esta ambigüedad está ya latente en Lutero, quien permanece afectado por el pasaje de Pablo donde parece que Cristo mismo se hace pecado para redimirnos del pecado: "Al que no había conocido pecado, el Padre lo hizo pecado (amartìan epoiesen, 2 Cor 5,21) a nuestro favor".
----------Continúa Hegel refiriéndose a Böhme: "Del Segundo [es decir, el Hijo] que en el temperamentum", es decir, en el temperamento de las oposiciones, "debe haber tenido lugar una separación: 'ninguna cosa puede devenir manifiesta a sí misma sin una contrariedad: en efecto, si no tiene nada que la contraste, ella procede siempre por sí y no retorna a sí misma' " (ibid. p.51). Böhme confunde la distinción con la contraposición.
----------Continúa Hegel en la exposición del pensamiento de Böhme: "El Hijo, el Alguien es Yo, conciencia, autoconciencia; Dios, por tanto, no sólo es lo abstractamente neutral, sino también el recogerse en el punto del ser para sí. El otro de Dios es la Efigie de Dios. 'Esta imagen es el mysterium magnum, como creador de todas las esencias y criaturas; en efecto, es el separator' (del todo) 'en el fluir de la voluntad, lo cual vuelve separable la voluntad del eterno Uno: la separabilidad en el querer, de la que tienen origen las fuerzas y las cualidades'.
----------Este separator está ordenado a 'oficial de la naturaleza, con cuya obra el eterno querer gobierna todas las cosas, las hace, forma y configura'. El separator es lo que opera, lo que se distingue: y Böhme también llama a este Yo Lucifer, el primogénito Hijo de Dios" (ibid., p.53).
----------Este acercamiento o asimilación del Hijo a Lucifer es sorprendente y nos confirma en la opinión de que Böhme, malinterpretando el citado pasaje del apóstol san Pablo (2 Cor 5,21), interpreta la Redención de Cristo como asunción no meramente del castigo del pecado, sino del mismo pecado y por tanto de la obra de Satanás, hasta el punto de identificar a Cristo con el demonio, porque el mismo pecado del demonio y por tanto de la humanidad seducida por el demonio han sido queridos por Dios para obrar la separación dialéctica entre el sí y el no, que, según Böhme, reconstituiría la posición del sí, o sea de la voluntad del Padre, realizando así la obra de la Redención. El Hijo sobre la Cruz es Dios contra Dios, es decir, el Padre; pero Dios por esencia retorna a sí mismo, por lo cual el Hijo se reconcilia con el Padre en el Espíritu y reconcilia al hombre con Dios. Pero está claro que aquí estamos fuera del concepto ortodoxo de la Redención.
----------Prosigue Hegel: "En esto consiste la conexión del diablo con Dios; vale decir, el ser otro" (tesis) "y luego el ser para sí" (antítesis) "o el ser para uno" (síntesis) "de modo que el otro sea para uno; este es el origen del mal de Dios y en Dios": Dios se afirma a sí, se niega a sí en el mal, retorna a sí uniendo bien y mal. "Böhme se representa la deserción de Lucifer de tal modo que sea el fuego que todo lo consume dentro de sí. Esto es lo negativo en el separator, el tormento, o sea incluso la ira de Dios; esta ira de Dios es para Böhme el infierno o el diablo, que por obra de sí mismo se imagina a sí mismo en sí mismo" (ibid., p.54).
----------La ira de Dios es la oposición del Padre al Hijo abandonado en la Cruz, hecho pecado y hecho demonio o "Lucifer" contra el Padre. Pero el Hijo sigue siendo siempre Dios, porque Dios no puede no reunirse consigo mismo. Por eso Dios tiene en sí el infierno y el paraíso del cielo.
----------Continúa Hegel: "En realidad, aquí Böhme se eleva a toda la profundidad de la esencia divina: el mal, la materia o como se le llame, es el yo = yo, el ser para sí, la verdadera negatividad. Antes era el non-ens, que sin embargo es eso mismo positivo, la oscuridad: pero la verdadera negatividad es el yo" (ibid., p.54-55).
----------Sigue diciendo Hegel de Böhme: "En las Quaestiones theosophiae Böhme también utiliza para el separator, para esta oposición, la forma del sí y del no. Dice él: 'El Uno, como sí, no es más que fuerza y vida, y es la verdad de Dios o Dios mismo. Este sería incognoscible en sí mismo y no habría en él ninguna alegría ni sublimidad ni sensibilidad en él [vida] sin el no'.
----------El no es una objeción al sí o a la verdad' (esta negatividad es el principio de todo saber y entender): 'a fin de que la verdad sea clara y sea alguna cosa, hay en ella un contrarium, a fin de que el eterno amor se haga operante, sensible, dispuesto y a amarse. Tampoco podemos decir, sin embargo, que el sí esté separado del no y que se trate de dos cosas una al lado de la otra, porque en verdad ellos son una sola cosa, pero se separan de sí en dos principios y forman dos centros, cada uno de los cuales obra y quiere en sí mismo. Sin ellos, que sin embargo están en lucha perpetua, todas las cosas serían una nada y permanecerían sin movimiento. [...]
----------Y de la propia voluntad se deriva el no, en cuanto ella se conduce tanto a la peculiaridad como al complacerse en sí misma. Ella quiere ser alguna cosa y no es igual a la unidad; en efecto, la unidad es un sí defluente, que está por tanto eternamente en el exhalarse a sí mismo y es una insensibilidad. Ya que no tiene nada en lo cual pueda sentirse, sino en la satisfacción de la desviada voluntad, sino en el no, que es una objeción al sí, donde el sí deviene manifiesto, y tiene algo que puede querer. Y el no se llama no porque un apetito ha vuelto a sí mismo, en cuanto incluye el hacia-no' " (ibid., pp.57-58).
----------"De la propia voluntad" (divina) "nace el no, porque entra en una propiedad que quiere imponerse como propia. Y queriendo ser algo no puede coincidir con la unidad, que es un puro fluir y un puro sí: libre en su espirar e insensible, porque no tiene nada en lo cual pueda sentirse, si no fuera la pantalla de la voluntad desviada, que es el no, que es un límite del sí, en el cual el sí deviene manifiesto y tiene algo para querer" (ibid., p.59).
----------Continúa Hegel: "El Tercero en estas formas de triplicidad es finalmente la unidad de la luz, del separator y del poder, y esto es el Espíritu, el cual ya está ahí en parte en cuanto precede" (ibid., p.60).

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