martes, 21 de junio de 2022

La metafísica del padre Bergoglio (4/4)

El idealista se distingue del realista, no porque ambos no invoquen la referencia a la realidad, sino por el hecho de que mientras el idealista considera realidad sus propias ideas (coincidencia del pensamiento con el ser), el realista conforma sus propias ideas con la realidad. Para el realista, como para el papa Francisco en su carta encíclica Evangelii gaudium, la realidad es superior a la idea.

El problema del lenguaje de la metafísica
   
----------Cada ciencia tiene su lenguaje o léxico apropiado y adecuado para expresar las nociones y las tesis propias de esa ciencia. La metafísica es el perfeccionamiento científico de un saber originario, espontáneo y certísimo de la razón natural, no recibido por aprendizaje, sino sólo en base a la experiencia y a la intuición espontánea del intelecto, aquello que santo Tomás de Aquino llama ratio naturalis y que Antonio Livi [1938-2020] y Reginald Garrigou-Lagrange [1877-1964] llaman "sentido común". Sobre esta base, la razón posteriormente, ejercitando el razonamiento y con el aprendizaje escolástico, hace ulteriores y sutiles distinciones y conexiones conceptuales, que van a formar la metafísica como ciencia.
----------Efectivamente, la metafísica tiene sus raíces más simples, comunes y originarias en la experiencia y en la intuición espontánea del intelecto, pues debe advertirse que el ser es percibido por el intelecto intuitivamente en la cúspide de un proceso abstractivo, a partir de la percepción sensible de una cosa determinada, implícitamente entendida como ente, cuyo concepto es ese y es el único, en el cual, como dice el Aquinate, se resuelven todos los conceptos de nuestra mente. Esta intuición se expresa en el verbo ser, propio de la mente humana como tal, que se sirve de la cópula del juicio para la formulación del juicio.
----------El padre Jorge Bergoglio, en aquellos sus apuntes de los años 1987-1988, observa que, si bien por una parte el saber metafísico se adquiere mediante una oportuna y adecuada conceptualización, por otra parte la metafísica "resulta insuficiente para explicitar la totalidad de la realidad", debido al hecho de que nuestros conceptos no comprenden exhaustivamente la esencia de lo real, por el hecho de que, contrariamente a cuanto creen los idealistas y los gnósticos, nuestro pensamiento no coincide con el ser, no se identifica con el ser, sino que el ser trasciende y supera nuestro pensamiento; el ser no coincide con el ser pensado inmanente a la conciencia, sino que es externo a nuestro pensamiento y de este ser, creado por Dios o que es Dios mismo, extraemos nuestro saber. Por esto el padre Bergoglio afirma que:
----------"La conceptualización resulta insuficiente para explicitar la totalidad de la realidad, así como resultaba insuficiente la proyección del concepto sobre la realidad para aprehenderlo: allí hacía falta otra cosa, y era una cierta apertura del cognoscente que se dejara 'tocar', 'impresionar' por la misma realidad tal como es. Se explicita una realidad por medio de un lenguaje que no es ni meramente conceptual ni meramente intuitivo. Podríamos decir que, en sentido etimológico, es poético: debe ser creador de la explicitación, del modo de explicitación que incluya tanto el concepto como la intuición que lo acercaron a la aprehensión de la realidad".
----------Bergoglio acerca el lenguaje metafísico, de tipo conceptual, al lenguaje poético, de carácter imaginativo, simbólico, metafórico y creativo. Ambos lenguajes nos ponen en contacto con la realidad. El lenguaje conceptual está hecho de definiciones y silogismos. El lenguaje poético capta por analogías, parangones, mitos y parábolas el misterio del ser y llega allí, en el mundo de la concreción, donde el concepto no sabe llegar.
   
El fundamento lingüístico de la metafísica
   
----------Las palabras fundamentales de la metafísica aparecen en el lenguaje humano desde la infancia, tan pronto como la razón comienza a funcionar y el niño expresa sus primeros juicios. Por eso me gusta llamar a la metafísica la "ciencia de los niños", despertando un día el asombro y casi la incredulidad de uno de mis cofrades, que, como muchos hoy, sienten repugnancia por la metafísica porque se la imaginan como un ensamble de inútiles sutilezas o como un vagar entre las nubes o un revoltijo de frases sin sentido o una maraña inextricable de palabras, donde quot capita, tot sententiae.
----------Ese discurrir que muchos se imaginan como el más lejano y ajeno a la cotidianidad, es en realidad, sin que lo sepan ni puedan evitarlo, el más cotidiano, necesario e inevitable de todos los saberes y de todos los discursos humanos. En efecto, la metafísica se sirve de vocablos que comenzamos a usar desde la infancia, que todos usan y cuyo significado es conocido por todos, palabras que se ven obligados a usar incluso quienes quisieran negar la verdad y la utilidad de los contenidos que ellos expresan.
----------Sin hacer aquí un elenco completo de estas palabras, bastará con dar algunos ejemplos de las más significativas. Muchos metafísicos en la historia se han esforzado por fundar el saber metafísico con argumentos abstractos, refinados y peregrinos, tal vez válidos, pero que suponen ya en el lector esa inteligencia metafísica, que ellos con esos argumentos quisieran suscitar.
----------Me pregunto cuántos permanecen sincera y firmemente convencidos o incluso solo entienden los argumentos con los cuales filósofos como Descartes, Kant, Fichte, Schelling, Hegel, Husserl, Heidegger o Severino pretenden dar fundamento absoluto a la verdad y a la solidez del pensar humano.
----------Por el contrario, pocos piensan en hacer recurso, para tal fundamento, del simple lenguaje de todos los días, usado también por los niños y las personas menos instruidas. Por supuesto, sé muy bien que las cosas no son del todo sencillas, porque la metafísica más bien destaca nociones y principios que todos conocen y usan, pero el problema es que ella también requiere honestidad y no duplicidad en el pensar, pone al hombre ante sus responsabilidades en relación con Dios y con el prójimo, estimula el pensamiento a elevar la mirada desde la tierra al cielo y al hombre a nutrirse no sólo de alimento corruptible, sino también y sobre todo de un alimento incorruptible, cosas que no gustan a todos. Por eso, muchas veces la acusación de abstrusidad, de abstractismo y de vacuidad que se hace a la metafísica son los pretextos de quien no quiere confesar, porque quizás le da vergüenza, su apego a los placeres y a las vanidades de este mundo.
----------Examinemos, entonces, algunos de estos términos espontáneos del lenguaje metafísico, que en este nivel, se corresponden con el lenguaje de base humano universal.
----------Ser. Todos saben lo que es el ser, aunque haga falta un santo Tomás de Aquino para hablar del ser en términos sublimes, que denotan una inteligencia extraordinaria en el haber penetrado en el misterio del ser, y una facundia extraordinaria en el describir sus propiedades únicas entre todos los contenidos de nuestra mente, asimilables sólo a las del ser divino.
----------Que todos saben lo que es el ser, al menos de manera elemental y espontánea, es evidentísimamente demostrado por el hecho de que todos, desde la edad de la razón, usan el verbo ser con sus personas, sus tiempos y sus participios, tanto en el infinitivo como en el conjugado. Nadie que sea sano de mente o que no quiera bromear usa vocablos sin conocer su significado. Ahora bien, este significado del verbo ser no nos lo ha enseñado nadie, sino que lo hemos comprendido solos, por nosotros mismos.
----------Por otra parte, preguntarnos qué es el ser, es una pregunta ociosa, porque el uso de la cópula "es" en la pregunta supone que el interrogante ya sabe qué es el ser. En efecto, el uso del verbo ser supone en el interrogante que sabe lo que está pensando al usar esa palabra, de lo contrario no la usaría.
----------Al mismo tiempo, hay que decir que el ser propiamente no tiene una esencia, como si fuera el sujeto, como la tiene el ente o la cosa, sino que más bien es la esencia la que tiene el ser. El ente o la cosa o lo real es lo que existe o tiene el ser. El sujeto es lo subsistente. Pero el ser, salvo en el ipsum Esse, no es un sujeto que tenga una esencia o el ser.
----------El ser y la esencia pueden ser recibidos en un sujeto, pero el ser a su vez no puede ser sujeto. Sujeto (sub-jectum) quiere decir que está debajo, pero el ser no es sujeto de nada y está por encima y al vértice de todo. La esencia, el ente, la cosa, el sujeto participan del ser, pero el ser no participa de nada. Así la esencia puede ser sujeto, pero a su vez no tiene una esencia. La esencia, si es pura forma, puede ser sujeto. Este es el espíritu. Sin embargo, podemos responder a la pregunta: ¿qué es la esencia? Es aquello por lo cual el ente es lo que es. Esta definición supone que se sepa qué es el sujeto, el "aquello" (id quod) y el ser.
----------Es cierto que normalmente usamos el pensamiento del ser como cópula del juicio, pero la Biblia también lo usa solo, sin predicado nominal para designar a Dios, Dios es de manera absoluta, infinita, perfectísima. Añadir predicados nominales a la predicación del ser divino, por más que puedan ser sublimes y convenientes sólo para Él, es ya una restricción del valor de la esencia divina, aunque ellos sean indispensables para conocer a Dios y sus operaciones. Y por eso la Biblia nos presenta muchos.
----------Las divisiones del ser. Comprender las divisiones del ser requiere el aprendizaje, la educación, vale decir, la escuela. El tránsito de la percepción del ser a la de la percepción del objeto de la metafísica ocurre cuando la mente aprende la noción del ente en cuanto ente. El uso del término "ente" supone que al joven educando se le ha explicado su significado conceptual, cosa que no es necesaria para la aprehensión del ser, que puede ser conceptualizado, pero sólo por descripción, no por definición. En cambio la esencia del ente puede ser definida: ente es aquello que tiene una esencia en acto de ser.
----------La distinción entre idea (ens rationis) y realidad (ens reale), o bien entre pensamiento y ser, es distinción hecha espontáneamente por la mente del niño una vez superado el estadio mítico de la infancia. La mente comienza a formar el juicio crítico al distinguir lo que aparece o parece de aquello que es y lo que es fantástico de aquello que existe. La mente comienza a distinguir lo verdadero de lo falso, lo objetivo de lo subjetivo, lo cierto de lo opinable. De este modo, Papá Noel no existe y en cambio existen papá y mamá. En cambio, para percibir la distinción entre pensamiento y ser, es necesario tener el concepto del conocimiento, concepto al que sólo se puede llegar gracias a una delicada labor educativa.
----------El conjunto de las cosas constituye la realidad. También del significado de este término, realidad, se puede dar una descripción, indicando con el dedo las cosas, que están alrededor, pero no se puede dar una definición de la realidad. Es intuitivo para todos lo que es la realidad, porque ella es el punto de referencia para distinguir lo verdadero de lo falso, lo aparente de lo real. Incluso para el idealista, la idea es la realidad. El idealista se distingue, por tanto, del realista, no porque ambos no invoquen la referencia a la realidad, sino por el hecho de que mientras el idealista considera realidad sus propias ideas (coincidencia del pensamiento con el ser), el realista conforma sus propias ideas con la realidad. Para el realista, como para el papa Francisco en su carta encíclica Evangelii gaudium, la realidad es superior a la idea.
----------Ser y existir. Se trata de otra distinción básica. Afín al ser es el existir. Entrambos dicen actualidad, positividad, determinatividad, objetividad, efectividad y realidad. Entrambos pueden ser sujetos de atributos y modalidades. Entrambos son divisibles en categorías. Por ejemplo: existencia material y espiritual, ser material y espiritual. El ser es afín a la esencia; el existir al subsistir. El ser dice acto de una potencia, el existir actuación de una posibilidad. El ser está sujeto a grados; el existir o es o no es.
----------Ambos, ser y existir, se oponen a la nada. El ser se agrega a la esencia, el existir no se agrega a nada. El ser pide un predicado nominal; el existir no necesita un predicado nominal, porque mientras el predicado del ser viene determinado por el predicado nominal, que determina las cualidades o las propiedades sustanciales del sujeto del juicio, el predicado del existir no tiene necesidad de aclaraciones que determinen su contenido inteligible, siendo una simple afirmación o negación. Un ente, una cosa o es esto o es aquello; un sujeto, una cosa existe o no existe, está o no está. O bien existe así, existe aquí, existe ahora. Por ejemplo, la afirmación: Dios existe, o bien la negación: el éter no existe.
----------La mente se abre a la metafísica, da un paso seguro hacia ella, cuando comprende la diferencia entre el ser y el existir. Y esta diferencia entre ser y existir la mente la capta cuando concibe aquellas cosas que no tienen ser y sin embargo existen. Se trata de aquello que se llama ente de razón (ens rationis), como por ejemplo lo ideal, lo imaginario, el ente matemático, la nada, el mal, lo contradictorio.
----------Es importante, por ejemplo, saber que la nada, aunque sea el no-ser, existe, ya que, si no existiera, Dios no podría sacar el ser de la nada. Obviamente, no es que la nada sea una especie de depósito o estanque o despensa, del cual Dios extrae los entes. Y, sin embargo, si precisamente la nada no existiera de algún modo, ¿cómo haríamos para hablar de la nada? ¿Entonces la nada es un concepto sin contenido? En tal caso la nada sería una palabra vacía, privada de significado, y sin embargo todos sabemos lo que es la nada. La nada puede ser pensada. Lo que no quiere decir no pensar en nada, porque esto es un no pensar. Por lo tanto, la concebimos como si fuera ente (ad instar entis). He aquí el ente de razón.
----------Esencia. La esencia es el contenido nocional que viene propuesto a la mente del niño cuando pregunta: "¿Qué es?". La esencia de la cosa o de un ente dado es precisamente lo que es la cosa o el ente o para qué (quo) el ente es lo que es. También la noción de esencia es una noción espontánea y originaria. En cambio, el significado del término "esencia" debe ser normalmente explicado por el educador, el cual, al hacerlo, encuentra un reflejo en la mente del educando, que ya está en posesión de la noción de esencia (aunque no de su significado). Sin embargo, es posible errar al concebir la esencia confundiéndola con el ente o con el existir. La mente distingue espontáneamente la diferencia entre el preguntar qué es una cosa dada (quid sit) y si la cosa existe (an sit). Es el signo de que la mente distingue la esencia del ser.
----------La cosa. También éste es un término cuyo significado inteligible es captado espontáneamente sin aprendizaje de la mente del niño. Este término es conexo con el término algo. Aquí entra en juego la capacidad del niño para distinguir una cosa de la otra. La cosa que el niño aprende es la cosa material. Solo en sus posteriores años juveniles es capaz de distinguir cosas visibles de cosas invisibles. En este punto la mente alcanza a cruzar el umbral hacia la metafísica: las cosas que están más allá de la física.
----------También la palabra "cosa" el hombre comienza a usarla desde su temprana edad. Y también para el término "cosa" vale lo que ya hemos dicho para el término "ser". La mente aprende por sí misma sin necesidad de explicaciones terminológicas o conceptuales el significado de estas palabras. En cambio, el significado de términos como "realidad", "ente" y "esencia", aunque las nociones que les corresponden sean aprendidas intuitivamente, necesita normalmente ser explicado por el educador porque subyacen en el intelecto del educando a una ampliación y una complejización de su horizonte ontológico.
----------Por otra parte, la mente del joven se abre a la metafísica cuando se da cuenta de la existencia de cosas invisibles, que van más allá de la experiencia sensible, la cual forma un concepto de ente puramente unívoco ("categorial"), o sea material, aunque sea abstracto como el matemático. En cambio, con el descubrimiento del mundo del espíritu, su noción de ente deviene analógica ("trascendental"), porque se da cuenta de que son realidad tanto las cosas materiales como las espirituales, de hecho estas aún más reales. ¿Y cómo las descubre? Mediante la autoconciencia, es decir, mediante la toma de conciencia del propio yo y de su mundo interior de intuiciones, ideas, juicios, recuerdos, afectos, voliciones, valores morales y religiosos. Es entonces cuando descubre la existencia del alma y de Dios.
----------Por lo tanto, cuando distinguimos el pensamiento del ser, no entendemos decir que el pensamiento esté por fuera del ser, porque fuera del ser no hay nada más que nada. Y si decimos que el ser está fuera del pensamiento, vale decir, que el ser es extramental (extra animam), ello no quiere decir que el pensamiento sea nada. ¡Precisamente todo lo contrario! "Pensamiento" quiere decir dos cosas: el acto de pensar y el ser intencional (esse intentionale) representativo, la idea o concepto producido por el pensamiento. Está claro que el acto de pensar, en cuanto acto del espíritu, es supremamente ser, mientras que la idea o concepto, como he dicho y repetido, es un simple ser de razón funcional al ser real.
   
Conclusión
   
----------Todos poseen espontáneamente las primeras nociones de la metafísica, pero pocos, tengan o no tengan culpa, comprenden que la metafísica es la más cierta, la más universal, la más fundamental, la más fundada y la más sublime de todas las ciencias, superada sólo por la teología natural, porque, si la metafísica tiene por objeto el ente como ente, la teología natural tiene por objeto el ente supremo, es decir, Dios.
----------La metafísica establece además las bases teoréticas indiscutibles de la moral, es decir, de los "valores no negociables" que motivan el actuar humano. Sucede entonces que muchos que desprecian o calumnian la metafísica, lo hacen porque la metafísica descubre sus trapos sucios, como observa ingeniosamente nuestro Señor Jesucristo cuando dice: "Todo el que obra mal odia la luz" (Jn 3,20).
----------Kant, por su parte, ha creído falsamente que todavía en su tiempo la metafísica no hubiera obtenido el estatuto de ciencia, dejándose confundir por el hecho de los desacuerdos existentes entre los metafísicos. Bastaba que hubiera tomado en consideración desapasionadamente la tradición aristotélico-tomista y se hubiera dado cuenta, si Kant era leal, de que sus preocupaciones eran inconsistentes. La ignorancia de la historia de la filosofía hace desviar de la verdad incluso a grandes mentes como la de Kant.
----------En efecto, Kant no se ha dado cuenta de que la metafísica ha recibido de una vez y para siempre de Aristóteles su estatuto científico, así como la geometría ha sido fundada de una vez y para siempre por Euclides. Sin embargo Kant, engañado por las sofísticas "meditaciones metafísicas" de Descartes, ha creído que debía establecer los "prolegómenos a toda futura metafísica que quiera presentarse como ciencia", replanteando la concepción cartesiana fundada no en la percepción del ente objetivo extramental (extra animam), sino en el cogito cartesiano, que viene a reducir lo real a lo ideal.
----------Kant, por tanto, no ha refundado en absoluto la metafísica, sino que la ha corrompido, sustituyendo el realismo por el idealismo. La inteligencia natural, en cambio, accede a la metafísica como ciencia, cuando, sobre la base de las nociones y de los primeros principios de la razón natural, sobre todo el principio de no-contradicción y de causalidad, comienza a indagar el mundo del ser interrogándose acerca del significado y de las causas del ser, así como extrayendo conclusiones argumentadas a partir de premisas evidentes recabadas de las nociones originarias de la razón natural y del sentido común.
----------Sobre esta base y con este método, la metafísica progresa continuamente siempre con nuevas interrogaciones y más profundas respuestas aptas para satisfacer la sed de verdad del hombre acerca del sentido de la existencia y el fin último de su vida. Y esperamos que el papa Francisco, en la línea de sus predecesores, siga siendo testigo de la verdad humana, que conduce a Aquel que ha dicho: "El que es de la verdad, escucha mi voz" (Jn 18,37).

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