Frente al arduo problema del ser uno y múltiple, Bergoglio ha encontrado a Romano Guardini, filósofo de indudable valía, que en un primer momento le pareció que propusiera la solución de cómo mantener juntas la unidad del ente con su multiplicidad. Sin embargo, quizás Bergoglio haya renunciado a proseguir con su trabajo sobre Guardini porque quedó defraudado en sus expectativas.
La metafísica de Bergoglio no es la de Suárez
----------La metafísica del padre Jorge Bergoglio en aquellos apuntes de 1987-1988, no está en la línea de su ilustre cofrade, el filósofo y teólogo jesuita Francisco Suárez [1548-1617], quien rechaza la metafísica del ser de santo Tomás de Aquino [1225-1274], y en cambio retoma la concepción scotista, basada en un concepto unívoco, plano y simplista del ente, concepto que rompe el delicado equilibrio que Tomás había encontrado en lo interno del ente entre el sujeto subsistente, la esencia y el ser. Juan Duns Scoto [1266-1308], en cambio, con su haecceitas hace del individuo una especie. Luego llegará Guillermo de Ockham [1285-1347], el cual, por reacción, hace de la especie un individuo.
----------Como observa acertadamente Jean-François Courtine [n.1944] en su libro Suárez et le système de la métaphysique (Presses Universitaires de France, Paris 1990), Suárez, en lugar de reconstruir la noción tomista del ente, en la cual no ha comprendido la relación de la esencia-potencia con el ser-acto, pone paradójicamente juntos el esencialismo univocista de Scoto con el individualismo existencial de Ockham, entrambos ignaros del ens tomista. Surge así un concepto de ente unívoco, en el cual la esencia no es realmente distinta del ser, sino que ser y esencia son considerados sólo como dos aspectos conceptualmente distintos de la única res, que es el ente real existente. Así sucede que la existencia individual del ente se confunde con la esencia, y tenemos a Ockham, mientras que objeto de la metafísica deviene la esencia posible independientemente de su existencia en la realidad externa, y tenemos a Scoto. ¿Qué sucede de hecho?
----------Sucede que Suárez, por una excesiva necesidad de precisión conceptual, descuida el hecho de que la esencia real y el ser real pertenecen a dos planos diversos de la realidad: la esencia es aquello que la cosa es, mientras que el ser de la cosa es aquello por lo cual la cosa existe en la realidad. Ahora bien, si el ser en acto pertenece indudablemente a la cosa existente, este ser no le pertenece en virtud de la esencia de la cosa ideada por Dios, sino que le ha sido añadido por Dios que la ha creado.
----------Por lo tanto, el verdadero metafísico, que considera el ente existente, no se contenta con constatar que existe, sino que, queriendo ir al fondo de la realidad, debe preguntarse: ¿por qué existe, si siendo contingente, podría no existir? No le basta decir con Suárez: existe porque Dios ha querido que existiera. Y entonces, con Tomás, se dará cuenta de que existe porque Alguien, omnipotente en el ser, ha añadido el ser creado por Él, a una esencia posible por Él ideada, que de por sí sólo dice un poder-existir.
----------Con la creación la cosa no es una pura nada, que, como cree Suárez, pasa simplemente a ser una cosa existente, sino que es una cosa ideada por Dios desde la eternidad, que pasa, del estado de ser ideada por Dios en Dios, al estado de ser realizada fuera de Dios en el mundo. Pero entre lo ideal y lo real está el ser. He aquí el primado de la realidad sobre la idea, principio del cual habla el papa Francisco. Y entonces, ¿cómo no distinguir realmente tal ser de aquella esencia, a la cual se añade para hacerla existente?
----------Suárez no comprende este punto. Obviamente sabe que el ente contingente es creado. Pero no aclara, como lo hace Tomás, lo que ha sucedido en el ser creado. Por el contrario, Suárez, deteniéndose en el simple dato de hecho del ente existente, se hace esta pregunta: si una cosa es existente ¿qué necesidad hay de añadir a ella el ser? Ya lo tiene. Es decir, Francisco Suárez cree que santo Tomás de Aquino, con su actus essendi, haya hecho un añadido inútil a algo ya completo en sí mismo.
----------Suárez no duda que la cosa o esencia sea creada por Dios; sin embargo cree que una esencia real actualmente existente ya tenga por propia cuenta la existencia, de modo que su ser no sería una perfección real añadida a la esencia ideal, sino que más bien correspondería simplemente a un aspecto inteligible de la cosa misma, realmente idéntico, en la cosa, a la esencia de la cosa.
----------Ahora bien, con esta concepción del ser o del existir, Suárez, impulsado por una excesiva necesidad de precisión conceptual, y más bien poco atento a la realidad, demuestra no haber entendido qué es el ser, a diferencia de la sabiduría con la cual santo Tomás nos aclara qué es el ser y su importancia. Se ve que Suárez no ha hecho propio lo que nos dice Tomás sobre el ser.
----------Para Suárez, el ser es simplemente la actuación en la realidad de la esencia o de la cosa posible. No es, para decirlo con palabras de Cornelio Fabro [1911-1995], un esse ut actus, sino un simple esse in actu. No es el acto de una potencia real, sino la simple actuación de una posibilidad. Según Suárez, la esencia, al devenir actual o real, no recibe de Dios ningún ser que se le añade para volverla existente, porque ella, en el momento en el cual es creada y entra en la realidad, ya tendría su ser por cuenta propia.
----------Suárez, razonando de esta manera, asociando esencial y necesariamente la existencia de la cosa a la cosa, no se da cuenta de que está disminuyendo el poder creador divino, que es el único al que le compete dar el ser a las cosas. Al mismo tiempo, ignora la idea divina de la cosa en Dios antes de ser creada. Parece que la cosa tenga una esencia por cuenta propia independientemente del intelecto divino, o que la esencia sea fruto sólo de la voluntad divina. Esto parece ser en Suárez un influjo del voluntarismo ockhamista.
----------Esto, por una parte, hace aparecer la esencia no como ideada por Dios, sino como puro efecto de su voluntad, comprometiendo la estabilidad de las esencias, y por otra parte, tendrá consecuencias nefastas en la concepción del querer humano, que así, en un Luis de Molina [1535-1600] aparecerá excesivamente autónomo respecto a la moción que Dios ejerce hacia todas las criaturas.
----------Es cierto que Suárez reconoce que la cosa, al ser creada, pasa de la nada al ser; pero luego, al reducir el ser al hecho de existir y a la esencia del ente, acaba por separar la esencia del ser, de modo que Suárez acabará dando inicio, en los siglos siguientes, a dos corrientes de pensamiento contrapuestas: el racionalismo cartesiano, que conducirá al idealismo de Hegel, y el existencialismo kierkegaardiano, que se prolongará al "existencial" heideggeriano y rahneriano. Pero Suárez también será muy apreciado por los luteranos alemanes, los cuales descubrirán una interesante afinidad entre el ockhamismo de Suárez y el de Lutero.
----------Suárez, por su parte, no habría nunca jamás dicho, como en cambio dice el padre Bergoglio en sus apuntes, que el objeto de la metafísica es el ser, y de hecho él dice que el objeto es el concepto de la esencia del ente. Suárez se detiene en la esencia, en la res y es incapaz de llegar al ser, como acto de la esencia. O bien capta la existencia individual, a la cual reduce la esencia. En resumidas cuentas, después de Suárez ocurren dos inconvenientes, que no habrían ocurrido si se hubiera continuado siguiendo a santo Tomás: o la confusión o la contraposición entre esencia y existencia: se pierde de vista su unión en el ente.
El problema del fundamento metafísico de la diversidad
----------El padre Jorge Bergoglio hace correctamente esta importante observación: "El ser y la realidad no son monolíticos: su unidad está dada por una serie de sistemas de oposiciones polares que lo constituyen. Ni atomización ni empastamiento consigo mismo: unidad en la tensión polar de las categorías intraempíricas y extraempíricas, y de los trascendentales que lo constituyen. La unidad del ser es consonante, se trata del 'equlibrio' (la palabra no es exacta) entre la forma y la plenitud".
----------"En la explicitación de la realidad el concepto no basta, y hay que recurrir a otras formas de expresión, por ejemplo, la antinomia (que es un sistema de conceptos en tensión), la parábola, el mito, etc. Pero en el fondo de toda parábola y mito hay una antinomia, una tensión".
----------Bergoglio parte claramente del rechazo del univocismo monista parmenídeo. Como buen realista, advierte fuertemente el valor de la diversidad y de la alteridad y, por tanto, de la multiplicidad y de la pluralidad.
----------Por otra parte, el padre Bergoglio reconoce que el pensamiento tiene necesidad de unidad. Entonces, ¿cómo se debería constituir un sistema filosófico de la unidad de lo real? El ser es uno o múltiple, diversificado o diferenciado. El padre Jorge parece preguntarse: todo ente es diferente del otro como ente: ¿desde el punto de vista del ser o por algo que no es el ser? ¿Algo que lo niegue?
----------Es verdad, parece decirse Jorge, yo no soy tú. Pero esto no quiere decir necesariamente que seamos enemigos. El padre Jorge no puede aceptar esta consecuencia que deriva lógicamente de la dialéctica hegeliana que dice: o eres idéntico a mí o eres mi enemigo.
----------Sin embargo, si el ser es uno, ¿cómo puede diversificarse? ¿Se puede entender este hecho sobre el modelo del género que sigue siendo el mismo abstrayendo de las diferencias específicas de las especies subordinadas? ¿Se puede concebir el ser como género generalísimo que abstrae de las diferencias suyas en los inferiores? No, porque las diferencias pertenecen todavía al horizonte del ente. ¿Y entonces? ¿Las diferencias y los diferentes no son todavía entes? Por lo tanto, no se puede usar este esquema lógico. El ser no es un género. ¿Y entonces qué es? Es un análogo. Sólo en las nociones analógicas, como por ejemplo las de lo bueno o de lo verdadero o de la vida, las diferencias son internas e implícitas en la noción analógica.
----------La noción de ente universal, el ens in communi, como lo llama santo Tomás de Aquino, no excluye en absoluto que todo ente es un algo (aliquid). El ente es a la vez lo más concreto y lo máximamente abstracto. Es el esto, pero al mismo tiempo es todo. Cada cosa es un ente, pero al mismo tiempo es una cosa diferente de otro ente precisamente bajo la razón de ente. ¿Pero entonces cómo podemos conceptualizar esta intuición? Con la noción de la analogía del ente.
----------Es precisamente aquí, en este punto, que el padre Jorge parece haberse encallado, y empantanado su proyecto. Bergoglio ha encontrado a Romano Guardini [1885-1968], filósofo de valor sin duda, que en un primer momento le pareció que propusiera la solución de cómo mantener juntas la unidad del ente con su multiplicidad. Por eso, en este escrito el padre Jorge se ve afectado por la visión guardiniana.
----------He aquí entonces que salta afuera el pensamiento "antinómico". Pero ya aquí se ve que Bergoglio en el fondo no está satisfecho con la solución guardiniana, que huele a duplicidad, esa duplicidad típica de la dialéctica hegeliana. En efecto, se nota cómo el padre Jorge propone inmediatamente un correctivo en su teoría de la consonancia, aunque aquí parezca en alguna medida infectado por la dialéctica guardiniana.
----------Sin embargo, es interesante cómo reacciona Bergoglio, insistiendo en el tema de la consonancia que le es tan querido. Es esta intuición la que sería la vía de salida, pero Jorge no aclara su fundamento, que es la doctrina de la analogía del ser, de la cual lamentablemente no habla. Sin embargo, por cómo habla de los aspectos y de las ventajas de la consonancia, se ve que inconscientemente la acepta y la presupone.
----------Sin embargo, la respuesta que da aquí el padre Jorge al problema metafísico de la diversidad tiene un sabor hegeliano. Él habla de "una serie de sistemas de oposiciones polares". Es cierto que Bergoglio se refiere directamente a Guardini, pero éste a su vez, no obstante su voluntad de distinguirse del conflictualismo hegeliano, no alcanza, en mi opinión, a distanciarse debidamente de él. En efecto, es bien sabido que la Fenomenogía del Espíritu de Hegel es construída precisamente con este método de mostrar cómo el sucederse contrastante en la historia de los sistemas que se anulan el uno con el otro constituiría el devenir del Espíritu, que, puesto a sí mismo, vuelve a sí mismo mediante la negación de sí mismo.
No el pensamiento antinómico, sino el analógico, está en consonancia con lo real y capta lo real
----------Sin embargo, me atrevo a pensar que el padre Jorge haya renunciado a proseguir con su trabajo sobre Guardini porque quedó defraudado en sus expectativas, sin por esto renegar de cuanto de bueno hay en la teoría guardiniana de las "oposiciones polares". Sin embargo, Bergoglio se ha dado cuenta, quizás confusamente pero con certeza y fina intuición, de que algo no funcionaba en la hábil construcción guardiniana. Es como cuando nos damos cuenta de que una máquina no funciona para el fin que nos hemos propuesto. La abandonamos para buscar, si es posible, otra que pueda satisfacer nuestras necesidades.
----------Bergoglio no se ha dado cuenta de las inmensas ventajas especulativas del principio de analogía para la solución de la cuestión de la relación de lo uno con lo múltiple, para distinguir sin contraponer, para captar las semejanzas, para ver los puntos de contacto entre los opuestos contrastantes, para descubrir la relación donde hay conflicto, para comprender cómo mediar entre términos distantes, unir sin confundir, para tener sentido de las proporciones en un todo orgánico, pero no se ha dado cuenta a nivel teórico de los inmensos beneficios que la aplicación del mencionado principio aporta en la moral y en la práctica, en la convivencia humana y en el campo social, fomentando el encuentro y el diálogo, el descubrimiento de las afinidades y de las convergencias, que están en la base de la amistad, ofreciendo el secreto para crear la concordia, la complementariedad recíproca y la reconciliación, para favorecer las diversidades sin romper unidad, para respetar las jerarquías en la sustancial igualdad y paridad de base, para crear la armonía entre el hombre y Dios.
----------Sin embargo, debemos también decir, con absoluta franqueza y sinceridad, que Bergoglio no parece haber intentado usar para este arduo problema la "máquina" tomista. Claro que aquí debo decir, y con todo el debido respeto a mis maestros tomistas, que ella es, sí, una máquina maravillosa, pero no es fácil de usar y entender cómo funciona. Al final siempre queda la intuición natural y el recurso a la Sagrada Escritura, la cual nos dice que "a partir de la grandeza y belleza de las creaturas, si llega, por analogía, a conocer a su Autor" (Sab 13,5) y que Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza.
----------Hegel, por su parte, no es que no estuviera preocupado por el problema de la realidad, al contrario, él percibía con viveza la realidad que más inmediatamente aparece a nuestros sentidos, a saber, la del devenir. Excepto que ignoró por completo el método de la analogía, prefiriendo en este tema cardinal del pensar filosófico a Platón en lugar de Aristóteles, por lo cuál se le escapó la irrefutable solución aristotélica, que conceptualizaba el devenir sin ofender el principio de identidad y no-contradicción.
----------Hegel, como bien sabemos, no ha tenido en cuenta la sabia explicación aristotélica del devenir como pasaje de la potencia al acto, explicación que daba cuenta de la identidad ontológica y por tanto de la realidad del devenir, sino que pensó que el devenir pudiera ser concebido como ser-no-ser, lo que a decir verdad es un sinsentido, una absurdidad, pero Hegel se resiste de modo obstinado, precisamente en nombre de una preocupación realista, sin darse cuenta de que al hacerlo así, pone a la razón en contraste consigo misma, conduciéndola en la práctica a la duplicidad moral y al fraude sistemático.
----------De esta manera, Hegel fallaba en la tarea de comprender cómo el devenir pueda y deba ser catalogado en la categoría del ser, ya que platónicamente el devenir le parecía un ser que no es. Por otra parte, analizando ingenua y desprevenidamente la noción del ente, Hegel creía que ella hiciera abstracción también de las dos más vastas categorías de la realidad, la sustancia y el accidente. Se preguntó entonces: si para concebir el ente debemos prescindir también de estas dos supremas categorías que engloban todo lo real, ¿qué contenido queda del concepto del ente? ¡Nada!
----------Por lo tanto, Hegel concluyó que el concepto del ente es un concepto vacío que no contiene nada, no dice nada y que, por ende, al final no coincide con nada. Pero no por esto cede a la tentación del nihilismo. Por el contrario, es de notar en cambio que para él el ser sigue conteniendo y siendo todo, aunque inmediatamente signifique nada, pero significa todo e incluso significa Dios al término del proceso dialéctico.
----------¿Pero cómo es que sucede esta inversión de la nada en el todo? Se debe, nos asegura Hegel, al "mágico poder de lo negativo", en el sentido de que para Hegel el ser: 1) se niega a sí mismo, 2) la negación se niega a sí misma y 3) vuelve a proponer la afirmación inicial. Y esto vale también para Dios. Esta es, pues, la paradójica concepción hegeliana del ser. ¿Pero quién está dispuesto a creerle?
----------Por eso, tanto para él como para Tomás, Dios sigue siendo el ipsum Esse. Excepto que mientras en el Aquinate el ser se opone a la nada, para Hegel el ser vacío de la tesis, del inicio del pensamiento, mediante la negación dialéctica, se convierte en el Todo al momento de la síntesis.
----------Recordemos al respecto que Hegel poseía y aceptaba el concepto del Absoluto, es decir, de Dios Idea absoluta y Espíritu, Sujeto absoluto, ser uno, simple, universal, quieto, puro, idéntico a su esencia, necesario, eterno, infinito, totalidad absoluta del ser, y estaba convencido de su existencia. Sin embargo, de lo que anteriormente hemos dicho queda claro que el teísmo hegeliano es un teísmo obtenido a través del ateísmo. Pero lamentablemente es también un teísmo que se niega en el ateísmo. Se podría decir que el suyo es el teísmo de la duplicidad: Dios existe y no existe al mismo tiempo.
----------Está claro que hoy el papa Francisco, si bien no nos da un tratado tomista sobre la analogía, se ve que acepta la concepción tomista de la analogía desde su misma práctica pastoral, es decir, desde su esfuerzo por promover una vida eclesial, donde haya sitio para todos los hombres de buena voluntad, por más diferentes que sean entre sí; y es famosa su imagen del poliedro para representar el hecho de que la unidad de la Iglesia resulta de la convergencia armoniosa y recíprocamente complementaria de factores diversificados entre sí.
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