jueves, 23 de junio de 2022

El papa Francisco nos habla de Dante Alighieri (2/3)

El papa Francisco, en su Carta Apostólica Candor Lucis aeternae, no advierte una mancha en la concepción de Dante Alighieri acerca de la justicia divina: en la Divina Comedia el Poeta florentino expresa algo que no está permitido en una correcta concepción católica del infierno. [En la imagen: un fragmento de Dante y Virgilio en el Infierno, pintura mural de Joseph Anton Koch, 1825-28].

¿Se nos permite creer que ciertas personas están en el infierno?
   
----------Es necesario que hagamos una observación: en su carta apostólica Candor Lucis aeternae, el papa Francisco no advierte una mancha en la concepción dantesca acerca de la justicia divina, a saber, el hecho de que si bien Dante Alighieri, de acuerdo con el dogma del infierno, reconoce, y con toda corrección, en ese estado de eterna punición la existencia de condenados, tiene, sin embargo, la presunción de decirnos quiénes son, lo cual es algo que no está permitido en una correcta concepción del infierno.
----------Y este error parece depender en Dante de un no del todo apagado ánimo de venganza hacia sus enemigos, algo que proyecta una lamentable sombra sobre la inmensa grandeza del alma del supremo Poeta florentino. Quizás aquí comprendamos que quienes lo enviaron al exilio, probablemente partidarios del papa Bonifacio VIII, seguramente debían haberse equivocado, pero acaso no del todo.
----------Quisiéramos señalar al respecto que, en línea de principio, no nos está prohibido considerar, en casos graves, como nuestra legítima opinión subjetiva, que tal o cual persona esté en el infierno. Recordemos, por ejemplo, el problema de la suerte de Judas, en el pasado juzgado por todos sin discusión condenado, mientras que hoy el papa Francisco nos recomienda ser muy cautelosos en el juicio.
----------Pero una cosa es tener con modestia para nosotros esta opinión, y otra cosa distinta es expresarla con seguridad públicamente en una obra literaria, como si ella correspondiera a la realidad. Nadie hoy haría una cosa semejante. En cambio, Dante fue apreciado por sus contemporáneos también por esto.
----------De aquí vemos cuánto camino la Iglesia ha recorrido desde la Edad Media hasta nuestros días, sin que debamos dejarnos sugestionar en nada por la necia arrogancia de los modernistas, los cuales, en nombre de una falsa interpretación del progreso eclesial promovido por el Concilio Vaticano II, desprecian la sagrada Tradición, cayendo con eso mismo en la herejía ya condenada por san Pío X en su época.
----------En la actualidad, en cambio, se ha caído en el exceso opuesto. A causa de un mal entendimiento de la divina misericordia y de la voluntad divina de salvación universal, se ha acabado por negar la misma existencia del infierno, cayendo de esta manera en la opuesta herejía, según la cual todos se salvan. Hay que decir, con franqueza que, en este punto Dante, que de muchas maneras predice proféticamente los valores de la Iglesia de hoy, se muestra prisionero de los límites de su tiempo.
----------El papa Francisco, por su parte, con esta Carta Apostólica, y en rechazo de aquellas afirmaciones calumniosas hechas por Eugenio Scalfari en su momento, por el contrario, nos confirma en la fe en la existencia de los condenados del infierno, mientras que obviamente el Santo Padre no nos autoriza en absoluto a creer que podamos decir con certeza quién está en el infierno o quién no lo está, aparte de la autoridad divina que, por el contrario, posee la Iglesia para proclamar la santidad de los santos.
----------Sin embargo, es cierto que sobre este delicadísimo tema el gran Poeta se muestra indudablemente condicionado por la mentalidad medieval, la cual, aparte del indudable uso de correctos criterios de juicio, basados ​​en la razón y en la fe, y sobre esto no se le puede tachar de error, sino que es ciertamente encomiable, tendía a identificar el pecado o la herejía considerados en sentido objetivo, con el mismo pecado o herejía considerados desde el punto de vista subjetivo o, dicho en otras palabras, existía la fácil tendencia a considerar al pecador o al hereje en mala fe y, por tanto, en condición culpable, por lo cual fácilmente se arriesgaba a una excesiva severidad y a una excesiva tendencia a juzgarlo.
----------En este punto, en cambio, habría sido conveniente y bueno tomar en consideración el famoso consejo de "no juzgar", presente en el Evangelio, del cual en cambio hoy se abusa, ya sea por parte de los Superiores por oportunismo, ya sea por parte de los súbditos para hacer las propias conveniencias.
----------De ahí esta mentalidad medieval intolerante y fácil de ver la mentira y el pecado incluso donde sólo había ignorancia, fragilidad y debilidad, por lo cual severas y frecuentes eran las condenas después de delaciones o tras un proceso en el cual se constataba simplemente el hecho externo o la proposición ut verba sonant y no se preguntaba qué había entendido decir el hereje y por qué lo decía, qué lo había impulsado a decir lo que había dicho, si se daba cuenta de la gravedad de lo que estaba diciendo, si no podía ser excusado de algún modo o si por caso no estuviera afectado por desórdenes mentales. Lamentablemente, en cambio, debido a la ausencia de ese conocimiento que tenemos hoy de la complejidad y de lo intrincado de la psique humana y de los fenómenos nerviosos patológicos, se tendía a culpabilizar al neurótico o al enfermo mental y en lugar de soportarlo o asistirlo con apropiados tratamientos psiquiátricos, que sólo hoy son conocidos, se lo castigaba.
----------Ciertamente que la brujería y el maleficio son hechos innegables. Sin embargo, tenemos razonables motivos para creer, a la luz de la moderna psicopatología, que muchas de aquellas mujeres que en los siglos XV-XVI fueron conducidas a la hoguera como consecuencia de la acusación de brujería, mujeres convencidas ellas mismas de que estaban en connivencia con el diablo, eran en realidad enfermas mentales.
----------Hoy conocemos mejor que antaño las artimañas de la demencia senil y por eso en los labios de ciertos ancianos, en lugar de encontrar la sabiduría que ensalzaban los Antiguos, nos encontramos por desgracia a veces salidas o externalizaciones objetivamente necias o insensatas, de las cuales sin embargo ellos no siempre son conscientes o responsables. El mismo Dante, después de haber sido exiliado, fue advertido por las autoridades florentinas que si intentaba retornar, habría de ser mandado a la hoguera.
----------En resumidas cuentas, se tenía en el medioevo una concepción ante todo simplista de la psicología humana, y ni siquiera las mentes más cultivadas llegaban a darse cuenta, como nos damos cuenta hoy, de cuántos son los condicionamientos, por los que el pecador puede ser excusado de muchos modos. Los elogios de la espiritualidad medieval y de la lozanía de la teología escolástica, que reinaban por entonces en Europa, son ciertamente acertados, pero no debemos hacer de ellos un mito, recordando con realismo la existencia en ella de rezagos de barbarie y de paganismo, superados posteriormente por esa parte sana de la modernidad, nacida precisamente de esos valores medievales y en continuidad con la sabiduría medieval, rezagos que han retornado a partir de los siglos XVI-XVII con el surgir del luteranismo y el idealismo cartesiano.
----------Por otro lado, también el modo en el que Dante presenta la conducta de santo Domingo de Guzmán, "el santo atleta benigno para con los suyos y crudo para con los enemigos" (Paraíso XII, 57); "benigno con los amigos, duro con los enemigos", en realidad no es del todo exacto, pero refleja la forma medieval de entender el carisma dominicano, que no refleja exactamente el verdadero espíritu del Santo Fundador, ardiente de una inmensa misericordia, para amigos y enemigos, ortodoxos y herejes, justos y pecadores, sin por ello obviamente oscilar y navegar, como tantos lo hacen hoy, entre lo verdadero y lo falso, entre el sí y el no, sino distinguiendo con claridad la verdadera de la falsa fe, refutando eficazmente el error, y en consecuencia, predicando la verdad a todos, con lealtad y coraje, aunque fueran ellos también Papas.
----------Hoy indudablemente hemos caído en el exceso opuesto: se tiende a una excesiva indulgencia incluso para los propios pecados objetivamente considerados, los crímenes y las herejías más manifiestos y donde la culpa no puede estar ausente. Pero esto es así porque, y es lo más grave, se ha perdido esa percepción universalmente compartida de los "valores no-negociables", a diferencia de la cristiandad medieval, donde, salvo pequeñísimas minorías de herejes, todos compartían la misma fe cristiana.
   
Dante y Bonifacio VIII: franqueza de espíritu libre y sumisión de católico
   
----------En cuanto al choque de Dante con el papa Bonifacio VIII [1294-1303] que tuvo lugar en esta tierra, no tiene nada que ver con ninguna actitud cismática o o desconsiderada por parte del supremo Poeta, sino que estuvo dictada por el más genuino espíritu católico y por el hecho de que mientras el Papa en la Unam Sanctam sostenía el derecho del Romano Pontífice para señalar a los soberanos de la tierra cuál es el bien terreno y por tanto a mandarles que lo pongan en práctica, Dante, siguiendo el De regimine principum de santo Tomás, que aplicaba a la conducta del Papa el evangélico Caesari quae sunt Caesaris et Deo quae sunt Deo, sostenía que la autoridad política del Emperador proviene directamente de Dios y no por la investidura del Papa, así como la razón no está mediada por la fe, sino que funciona en base a sus principios, aunque ciertamente todo cristiano deba ver en el Papa al Vicario de Cristo que lo guía a la vida eterna.
----------Es digno de atención cómo el papa Francisco, abordando la delicadísima cuestión de la oposición de Dante a Bonifacio VIII, le da la razón a Dante y no al Papa, mostrándonos claramente cómo no le está prohibido al buen fiel católico, en circunstancias graves y bien ponderadas, reclamar también fuertemente al Romano Pontífice el cumplimiento de su deber en el ámbito pastoral, sobre todo su deber hacia los más pobres y los más débiles, renunciando a cualquier sed de dominio temporal sobre sus fieles.
----------Poco después, una santa Catalina de Siena [1347-1380] habría de alzar la voz contra el papa Urbano VI [1378-1389], el cual, con su arrogancia y dureza, habría de provocar nada menos que el cisma de Occidente. Naturalmente, en estas críticas a un Papa, han de ser excluidas acusaciones de herejía (lo que lamentablemente ocurre hoy), dado que, si el Papa es pecable en las costumbres y en el gobierno de la Iglesia, es infalible, como Sucesor de Pedro, en el doctrina de la fe. Y de hecho en la historia hemos tenido Papas con todo género de vicios, pero ninguno de ellos jamás ha faltado a su deber de maestro de la fe.
----------Dice el papa Francisco: "Una exhortación similar a que viva con valentía su misión profética le dirige san Pedro a Dante en el Paraíso, allá donde el apóstol, después de una diatriba terrible contra Bonifacio VIII, se dirige así al poeta: 'Y tú, hijo, que, por el peso de lo mortal / aun volverás allá abajo, abre la boca / y no escondas lo que yo no escondo' (Paraíso XXVII, 64-66).
----------De este modo, en la misión profética de Dante se incluye también la denuncia y la crítica dirigida a los creyentes, sean Pontífices o simples fieles, que traicionan la adhesión a Cristo y transforman a la Iglesia en un medio para sus propios beneficios, olvidando el espíritu de las Bienaventuranzas y la caridad hacia los pequeños y los pobres, e idolatrando el poder y la riqueza: 'pues todo lo que la Iglesia guarda / pertenece a la gente que pide por Dios, / y no a los parientes o a otros más indignos' (Paraíso XXII, 82-84)".
----------Por ello, la actitud de Dante hacia Bonifacio VIII implica dos aspectos, ejemplares también para hoy, implícitamente reconocidos por el papa Francisco en su Carta: por una parte, el deber sagrado, como católico, de una obediencia de fe al Papa como maestro de la fe y Vicario de Cristo en materia de fe y de moral, así como en línea principio, de obediencia prudencial a sus directivas pastorales o legislativas.
----------Por otra parte, Dante era muy consciente de su legítima facultad de criticar al Papa, por motivos graves y suficientemente ponderados, en el caso de que en su conducta moral, i.e. en la pastoral y en el gobierno de la Iglesia, el Papa faltara a la justicia, o bien cediera a la tentación o a la duplicidad o al despotismo, o se mostrara ávido de poder temporal, o no dejara libertad a los soberanos civiles de la tierra para decidir por ellos cuál es el bien del Estado que gobiernan, en su espacio de autonomía política.
----------De hecho, Dante no critica nunca jamás al papa Bonifacio VIII en su magisterio doctrinal, ni tampoco, en cuanto fiel católico, tenía ningún motivo para hacerlo. En cambio, fue un feroz opositor del Papa en sus objetivos temporales, hasta el punto de colocarlo en su Poema, como sabemos, en el infierno.
----------Sin embargo, cuando el papa Bonifacio sufrió la famosa afrenta sacrílega por parte del emisario del rey Felipe el Hermoso, Dante no dudó en ver, en la ofensa recibida por el Romano Pontífice, una ofensa al mismo Cristo. Hoy muchos católicos tendrían que aprender de Dante cómo comportarse con el Papa, renunciando tanto a un falso respeto de marca modernista, que instrumentaliza en interés propio los defectos humanos del Papa, como eliminando el rencor y la presunción, que son típicas credenciales pasadistas, que los lleva en nombre de un falso concepto de la tradición y de una cismática oposición a las doctrinas del Concilio Vaticano II, a acusar al Papa de herejía, creyendo ser ellos mejores guías de la Iglesia.
----------Dante fue enviado al exilio por el gobierno florentino de los güelfos, quienes, bajo el pretexto de que se debe estar en comunión con el Papa, eran condescendientes con los objetivos de dominio político del Papa sobre Florencia. Dante, como es sabido, era gibelino, por lo tanto partidario del Emperador, pero no hasta el punto de compartir la posición de los extremistas, que se oponían a la superior autoridad espiritual del Papa.

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