viernes, 3 de junio de 2022

La Iglesia del tercero incluido

El futuro que, confiados en la gracia de la Providencia, nos es dado esperar a los cristianos y a todos los hombres de buena voluntad, sin negar las conquistas alcanzadas desde el postconcilio, es en gran parte el redescubrimiento de valores olvidados. Es a partir de aquí que es necesario partir para ir más allá. Esto no tiene nada que ver con el conservadurismo, porque se trata de encontrar las condiciones para avanzar.

Una "apuesta católica" de diálogo entre Iglesia y modernidad
   
----------Un buen amigo me ha enviado una copia del libro La scommessa cattolica de Chiara Giaccardi y Mauro Magatti (Società editrice il Mulino, Bologna 2019), de modo que con un par de años de retraso he podido leer este nuevo ensayo sobre el diálogo de la Iglesia con la modernidad.
----------El libro pretende proponer un proyecto de acción para la Iglesia en la sociedad contemporánea en fidelidad al mandato de Cristo de anunciar el Evangelio a todos los pueblos según una modalidad de lenguaje, que asume el desafío de la modernidad y a su vez, apuesta con la modernidad de tener, como de hecho dice la contraportada, "para decir algo inaudito en nuestro tiempo".
----------Hay que reconocer que el libro está animado por fuertes convicciones y por una decidida voluntad de persuadir, de estimular y de incitar a la acción, multiplicando los argumentos, las razones, las consideraciones, las motivaciones. Podría decirse que es un tratado de apologética, pues los Autores, ciertamente, son creyentes y, sin embargo no se basan en la fe, sino que proponen la fe. Parecen decir al moderno incrédulo: ¿apostaremos a que la fe funciona para obrar la verdadera grandeza y salvación del hombre? Y al mismo tiempo animan a los creyentes a actuar virilmente y generosamente bajo el impulso del Espíritu Santo en comunión con la Iglesia y con el Romano Pontífice. ¡Una nueva era se abre!, es lo que sugieren.
----------El ensayo parte del concepto de una Iglesia que tiene necesidad de ser modernizada, robustecida, vuelta más ágil y dinámica, cierta y segura de tener un mensaje de libertad para el mundo moderno, vale decir, la palabra del Evangelio, un mensaje tal como para atraer hacia Dios a un hombre convencido de poder manipular con la técnica la propia naturaleza, "cerrada en una cápsula sin ventanas" (p.15 del libro), que "ya no llega a ver lo invisible" (ibíd.), prisionero de sí misma, es decir, de la absolutización de su propio yo, del subjetivismo moderno nacido de Descartes (cf. pp.20, 174, 190).
   
El subjetivismo moderno
   
----------En primer lugar, debe reconocerse que está muy bien hecho el análisis del hombre subjetivista moderno, fruto del idealismo y del inmanentismo: "El Yo, a la vez sujeto y objeto del proceso de abstracción que acompaña a la modernidad", es decir, la reducción del ser al pensamiento, "se construye así en el largo aprendizaje que lo lleva a pensarse distinto y autónomo de todo lo que lo circunda (familia, comunidad, historia, cultura, etc.). Desprendiéndose de la tradición, de los vínculos familiares, de las relaciones originarias, de Dios, este hombre aprende a pensarse como un átomo autosuficiente y autodeterminado. Un Yo abstracto, confiado en realidad a la organización social que le promete bienestar y larga vida" (p.28).
----------Siguen explicando los Autores: "La paradoja radica en el hecho que, mientras el Yo personal (concreto) se vuelve cada vez más inseguro, el Yo ideal (abstracto), al ser autosuficiente, llega a convencerse que se puede autofundar, imaginándose así Homo Deus, como recita el título de un libro de Yuval N.Harari" (pp.29-30). "Así, habiéndose desembarazado de Dios, el ser humano se encuentra encapsulado en un sistema tecnoeconómico en perpetua expansión. Un sistema que en definitiva pretende reducir el sujeto a objeto de su propia acción: sin verticalidad ni horizontalidad, la excedencia humana se 'descarga' sólo en la dimensión material e individual, produciendo aceleración y fragmentación" (p.31).
----------Ahora bien, esta concepción de la autoconciencia del sujeto que entiende a Dios como horizonte de su propia auto-trascendencia, excluyendo con eso mismo a un Dios trascendente, que coloca al sujeto humano en el lugar de Dios, y que concibe la naturaleza humana como manipulable por la voluntad del mismo sujeto, responde a la visión antropológica de Karl Rahner [1904-1984].
----------Varias veces los Autores de "La apuesta católica" se refieren a esta concepción del hombre subjetivista que se produce a sí mismo operando sobre una naturaleza humana, la cual, privada de sus caracteres esenciales creados por Dios, aparece como plasmable o manipulable por la acción tecnológica (cf. pp.43, 58, 84, 1311, 136, 163, 189). Este principio de la auto-producción del hombre (el yo que se pone a sí mismo) tiene origen cartesiano, pero es explícitamente elaborado por la antropología de Johann G. Fichte [1762-1814], de la cual pasa a Karl Marx [1818-1883], para llegar a Giovanni Gentile [1875-1944].
----------Los Autores consideran que el subjetivismo moderno es, en definitiva, una explicitación, aunque desviada, de la perspectiva de la libertad de los hijos de Dios, de la cual habla san Pablo, y que Lutero y Descartes han abordado en un sentido inmanentista, y que con el siglo XIX, y sobre todo con el idealismo alemán, ha conducido a su vez a desarrollos panteístas, que se han volcado en el ateísmo marxista.
----------La primera conclusión del libro es que la tarea de hoy es, por tanto, aquella de presentar el cristianismo como religión de la libertad, pero obviamente libertad como don de Dios y no como arrogancia del hombre que se hace Dios. Al respecto, los Autores citan el gnosticismo, que ha sido recientemente condenado por el papa Francisco en la exhortación apostólica Gaudete et exultate del año 2018.
   
Lo abstracto y lo concreto
   
----------Todo el libro está atravesado por una polémica casi obsesiva contra la "abstracción", juzgada responsable a propósito y a despropósito de una gran cantidad de males y desgracias en la historia del pensamiento, sobre todo en la modernidad, desde la separación a la división, al dualismo, al monismo, a la rigidez, a la evasión de la realidad, al conservadurismo, al racionalismo, al subjetivismo, al rechazo de lo concreto, a la violencia. La abstracción parece un fantasma, que cada tanto aparece en el texto e inmediatamente es ahuyentado con una serie de insultos. Estamos aquí evidentemente ante una grave carencia de los Autores, que podríamos identificar como una clara interferencia emotiva extra-intelectual.
----------El defecto del libro es el de no distinguir la buena abstracción de la mala abstracción. Los Autores olvidan completamente el dicho escolástico abstrahentium non est mendacium. La abstracción es una operación normal y esencial del pensamiento, por la cual el pensamiento capta la esencia universal y específica abstrayendo de lo singular concreto y existente: el concepto de "hombre" abstrayendo de éste o de aquel hombre.
----------El contenido abstracto así obtenido, es claramente independiente del espacio-tiempo, donde vige el devenir; sin embargo, en este estado intramental la esencia conocida pierde su ser externo y viene a ser una entidad mental. Pero este es el precio que nuestro pensamiento debe pagar para saber qué es el hombre. Nuestro intelecto puede, por el contrario, intuir lo concreto material, pero sólo sirviéndose de los sentidos.
----------La concreción pertenece también a nuestras acciones individuales, en cuanto aplicación en la realidad de principios abstractos, entre los cuales puede estar la ley moral. Si por "concreto" se entiende lo individual existente como tal, también la persona es una realidad concreta. En tal sentido, los Autores hacen bien en exaltar la concreción. Se equivocan, sin embargo, al despreciar lo abstracto; y esto sorprende, después de la apología que han hecho de las "oposiciones polares", como enseguida veremos. En efecto, suponiendo la inescindibilidad del pensamiento del ser, no puede darse un concreto sin un abstracto que lo piense o pueda pensarlo, y no puede darse un abstracto que no pueda referirse a un concreto.
----------La polémica de los Autores contra la abstracción vale, en cambio, contra el idealismo, el cual, reduciendo el ser al pensamiento, hace efectivamente desvanecer lo concreto en lo abstracto. Pero al mismo tiempo, reduciendo la materia al espíritu, el idealismo se invierte en materialismo reduciendo el espíritu a la materia. Además de esto, los Autores tienen razón cuando denuncian el dualismo, para el cual la abstracción del espíritu ve en la concreción de la materia y de la corporeidad una fuerza enemiga.
   
La vida está hecha de contrastes
   
----------Los Autores observan cómo la vida presente está hecha de contrastes inevitables, de los cuales, si son enfrentados con inteligencia, puede surgir un crecimiento, una purificación, un progreso. Citando (en la p.23) a Romano Guardini [1885-1968], ellos llaman a tales contrastes "oposiciones polares". Se trata de pares de fuerzas o tendencias que se excluyen mutuamente y al mismo tiempo se reclaman entre sí.
----------Se trata de aquellos opuestos que en filosofía escolástica se denominan "opuestos relativos". Para explicarlos recurriré a mi querido primer manual de filosofía de Joseph August Gredt [1863-1940]: Elementa philosophiae aristotelico-thomisticae (Herder, Friburgi Brisgoviae 1937, vol.I, n.18, p.19). Son dos factores ambos positivos en oposición pero en armonía recíproca, la cual puede ser de subordinación, como por ejemplo la relación de la materia a la forma o del cuerpo al alma o del sentido al intelecto o del pensamiento a la realidad o de lo abstracto a lo concreto o del súbdito al superior o del mundo a Dios.
----------Pero el segundo término puede existir sin el primero. En efecto, la forma puede ser inmaterial, el alma puede existir separada del cuerpo, la realidad podría existir sin el hombre que la piensa, lo concreto podría existir sin lo abstracto, un superior puede permanecer sin súbditos y Dios podría existir sin el mundo (cf. Gredt, op.cit., vol.I, n.18, p.19). Por eso su relación es constructiva, pero no es indisoluble.
----------O bien la oposición puede ser una relación de complementariedad recíproca indisoluble en un plano de igualdad, como es el caso de la reciprocidad entre hombre y mujer, o en modo subordinado, como el intelecto y la voluntad o el ser y el actuar, o en todo caso una relación necesaria para la vida, como el recíproco flujo de vida que existe entre el cerebro y el corazón.
----------Sin embargo, hay que tener en cuenta que existe también otro tipo de opuestos, que hay que distinguir claramente de los primeros, y que no son todos favorables para la vida y por tanto para la perspectiva cristiana, sobre todo escatológica. En efecto, tenemos también los opuestos contrarios (Gredt, op.cit., ibid.), los cuales se admiten en un mismo sujeto; son entrambos positivos, pero no pueden existir simultáneamente, por lo cual se suceden el uno al otro, por ejemplo, en un mismo ambiente físico, el calor y el frío, o en un mismo agente, el ayuno y el almuerzo, la alegría y el dolor, o las dos virtudes opuestas de la justicia y de la misericordia o de la mansedumbre y del coraje. La vida normal, tanto física como espiritual, prevé la existencia y el funcionamiento de este tipo de opuestos, pero en el momento justo.
----------También existe los llamados opuestos privativos (Gredt, op.cit., ibid.), para los cuales el opuesto es una privación: por ejemplo, la oposición de lo falso a lo verdadero, del mal al bien, de la muerte a la vida, del vicio a la virtud, de la justicia al pecado, de la esclavitud a la libertad. Este tipo de opuestos suponen un estado de naturaleza caída consecuente al pecado original. Es evidente que si en la vida presente estos opuestos se entrelazan, en cambio, en la vida eterna las privaciones desaparecerán.
----------También es necesario prestar atención al hecho de que, tal como dicen los Autores refiriéndose al pensamiento del citado Guardini (p.190), si es cierto que todos los opuestos "se pueden pensar sólo el uno por medio del otro", esto no quiere decir que deban siempre y necesariamente existir sólo el uno junto con el otro. No debemos confundir, como hace Hegel, el concepto de los opuestos con la realidad de los opuestos. La recíproca implicación vale sólo en campo dialéctico, pero no necesariamente para todos los opuestos, en la realidad, sobre todo si son opuestos privativos o por contradicción. De lo contrario, ¡adiós a la coherencia de pensamiento y adiós a la vida eterna y al cristianismo!
----------Sin embargo, los Autores parecen reducir todas las oposiciones a la oposición por contradicción (Gredt, op.cit., ibid.), por la cual los dos términos se oponen según la afirmación y la negación, como si se dijera: Humberto es varón y no varón. No es posible que Humberto sea simultáneamente varón y no varón. Santo Tomás de Aquino formula este principio, el así llamado principio de no-contradicción, en los siguientes precisos términos: non est affirmare et negare simul idem sub eodem respectu.
----------La lógica escolástica añade a esto un importantísimo corolario: tertium non datur, como para decir que más allá del afirmar y del negar no hay una tercera posibilidad. No hay, como creía Nietzsche, un "más allá del bien y del mal". Es necesario elegir. Si no se elige lo bueno, entonces se elige lo malo. No hay escapatoria. En cambio los Autores declaran tranquilamente que "tertium datur" (p.85), que para ellos expresaría la lógica vital de la paradoja (p.85), que sería la lógica del cristianismo (p.24).
----------En cambio, es necesario decir que el principio de no-contradicción es ese principio de coherencia y lealtad en el hablar, que nuestro Señor Jesucristo enuncia e inculca con las palabras: "que vuestro hablar sea sí, sí, no, no: el resto pertenece al diablo" (Mt 5,36). Ahora bien ¿cuál es ese "resto"? Ese "resto" diabólico es evidentemente la tercera posibilidad. Por eso san Pablo dice que "Jesucristo no fue sí y no, sino solamente sí" (2 Cor 1,19). En esta perspectiva, Cristo afirma que no podemos servir a dos señores (Mt 6,24). Y nos advierte: "El que no está conmigo, está contra mí" (Mt 12,30). Es claro que este tipo de opuestos son absolutamente irreconciliables no sólo con el cristianismo, sino con la misma sana razón. Por lo tanto, invocar aquí la "paradoja cristiana" está absolutamente fuera de lugar.
----------En efecto, no podemos ser al mismo tiempo de Cristo y del mundo, amar al mismo tiempo lo verdadero y lo falso, el bien y el mal, o estar deliberadamente en medio entre el sí y el no, como si entre ellos pudiera haber una punto de encuentro. Cristo debe bastarnos. No hay alianza posible entre Cristo y Beliar (cf. 2 Cor 6,15). Aquí no es lícita ni posible ninguna "oposición polar", ninguna reciprocidad, ninguna mediación. Puede darse la oscilación de la duda, pero la persona honesta que duda sabe ya desde el principio que existe una verdad determinada -o sí o no-, aunque no la conozca. Por tanto, hay que decir que el principio de no contradicción observado en el lenguaje tiene como consecuencia en moral la limpidez y honestidad del hablar y el repudio de la duplicidad y de la astucia. El erigir en cambio, la contradicción como sistema o la resignación a ella de manera fatalista, crea personas falsas, traicioneras, oportunistas e hipócritas.
----------De aquí se ve cómo los Autores confunden la paradoja cristiana con la contradicción (p.24). La paradoja cristiana -por ejemplo, la fe en el misterio de la cruz- no tiene nada que ver con una oposición de la fe a la razón, como creía Lutero, sino que se trata de una contradicción aparente, que viene disuelta con las explicaciones proporcionadas por la teología y por el magisterio de la Iglesia.
----------Por el contrario, en otros pares de opuestos citados por los Autores no hay ninguna reciprocidad a la par, sino oposición relativa de subordinación del primero al segundo término, como entre cuerpo y espíritu, entre sujeto y objeto, entre individuo y sociedad, entre sentimiento y razón, entre devenir y ser, porque aquí el segundo término puede estar sin el primero o prevalecer sobre el primero, pero no el primero sin el segundo.
----------De esta manera los Autores, confundiendo reciprocidad y contradicción, parecen querer proponer un cristianismo acomodado en la contradicción o resignado a la contradicción, como si se tratara de una situación insuperable e incluso normal. No hacen aparecer la trascendencia de la futura vida eterna libre de las contradicciones de este mundo. De hecho, dicen que hay que "aprender a no querer resolver, sino a habitar la tensión entre lo mundano y lo divino, lo personal y lo comunitario, lo espiritual y lo corporal, la oración y la acción, la reflexión y la práctica, lo bello y lo funcional, la potencia y la impotencia, el yo y el nosotros" (p.87).
----------Además, su propuesta de renovación de la Iglesia se resiente por su método del tertiun datur. Se trata de una tendencia lamentablemente muy difundida entre los sociólogos, a jugar con una cierta duplicidad entre el nivel de los hechos humanos, que constituyen el objeto de su disciplina, y el de los deberes morales, que constituye en cambio el objeto de la ciencia moral y de la ética cristiana. El sofisma del cual hacen uso, justificado por el tertium datur, consiste en el deslizarse hábil y subrepticiamente del plano empírico de la sociología al plano ideal de la moral o, dicho de otro modo, de la reducción de la moral a sociología, elevando a norma lo que es el simple dato de hecho más o menos extendido.
----------Hay que decir, por tanto, que la persona doble del tertium datur es una persona astuta, huidiza, tortuosa y esquiva. Jesús la parangona a la serpiente y a la víbora. Ella, para no verse acorralada y reconocer que se equivoca, recurre a diversos expedientes como el de contraatacar con calumnias o desviar o cambiar los términos del discurso o incluso el recurso a la mentira negando haber dicho lo que ha dicho.
----------El gran recurso de la persona doble es la palabra ambigua, la palabra de doble sentido, que le permite afirmar al mismo tiempo A y no-A, para así tener siempre, en caso de riesgo de ser sorprendida en falta, una vía de salida y de quedar bien. La persona doble rehúye el debate leal, porque sabe que en tal debate perdería y para ello recurre a los citados expedientes, que engañan a los ingenuos. La discusión aquí se asemeja a una competencia deportiva en la que se gana haciendo trampa en el juego. Naturalmente, tanto en el deporte como en las discusiones teológicas, no está prohibido querer vencer, siempre que se tengan buenas razones y que nos atengamos a las reglas del juego. Pero quien pierde debe saberse rendir.
----------Por poner un ejemplo: en un artículo mío de días atrás, referido al trastorno borderline que podría advertirse en ciertas sectas pasadistas, un lector me envió un comentario en el que, además de los insultos, se refería a mis argumentos simplemente con un "no resisten los menores análisis", aunque sin aportar ninguno de esos supuestos "análisis". Ese es precisamente un típico recurso del doble e hipócrita: rehuir el análisis racional, el debate honesto, porque sabe que en ese campo será derrotado.
----------Por tanto, debemos decir, clara y francamente, que la propuesta de los Autores del libro sub examine, aunque hecha con fervor y entusiasmo, al estar basada en este criterio sociológico, viciado de duplicidad, se ilusiona de ofrecer un claro y creíble proyecto de futuro, pero en realidad es el viejo proyecto repintado del modernismo, un proyecto perdido y por tanto no digno de repetirse. En otras palabras, el edificio que proponen construir los Autores, para decirlo con un chascarrillo mendocino, está apenas "pintado con pintura antisísmica", no nos previene de las amenazas de futuros sismos modernistas.
----------En realidad, el futuro que nos espera a los cristianos y a los hombres de buena voluntad, confiando en la gracia, sin negar las conquistas alcanzadas desde el postconcilio, es en gran parte el redescubrimiento de valores olvidados. Es a partir de aquí que es necesario partir para ir más allá. Esto no tiene nada que ver con el conservadurismo, porque se trata de encontrar las condiciones para avanzar.
----------Por eso, precisamente, dijo el Romano Pontífice este miércoles: "Existe la moda (en todos los siglos, pero en este siglo en la vida de la Iglesia la veo peligrosa) de que en lugar de partir de las raíces para ir hacia adelante (ese sentido de las bellas tradiciones) hay una 'tendencia a ir hacia atrás', no 'por abajo y por arriba', sino hacia atrás. Esa tendencia a ir hacia atrás que nos convierte en una secta, que te cierra, que te quita horizontes: se llaman a sí mismos custodios de tradiciones, pero de tradiciones muertas. La verdadera tradición católica, cristiana y humana es lo que aquel teólogo, san Vicente de Lerins, en el siglo V, describió como un crecimiento continuo, es decir, a lo largo de la historia la tradición crece, avanza: 'ut annis consolidetur, dilatetur tempore, sublimetur aetate'. La verdadera tradición es ésta..."
----------Y en cambio los Autores desgraciadamente razonan del siguiente modo: ¿existe hoy antipatía por la doctrina cristiana (pp.65, 66, 73, 75, 167), por la abstracción (pp.183, 186, 187), por los valores perennes, por la metafísica, por una verdad absoluta, por una fe intelectual ("adhesión", p.65s), y por el dogma católico? Pues bien, dejemos de lado la doctrina, la abstracción, los valores perennes, la metafísica, la verdad absoluta, la fe intelectual y el dogma (pp.89, 158, 159, 188), y promovamos más bien la experiencia, la práctica, el cambio, la narración, el mito, la concreción existencial, la fe atemática, adogmática y afectiva (pp.81, 158, 167), la relatividad de la verdad (pp.88, 122, 159, 162). El cristianismo no tiene nada más que lo que tienen otras religiones. Por eso no debemos convertir a nadie al cristianismo (p.81). Para evitar la rigidez y el conservadurismo, todo debe ser flexible, en movimiento y cambiante (p.122).
----------¿En la Iglesia encontramos, a la vez, ausencia de precisos límites, aceptación indiscriminada, confusión, exclusivismos, desunión, discordia, laceraciones, tensiones, contradicciones, impulsos desde abajo, relativización de la tradición, del magisterio de la Iglesia, de la jerarquía (p.93) y de la autoridad del Papa? Pues bien, todo esto es normal, es la novedad del Espíritu, es el precio de la libertad, es el anuncio del futuro, es efecto del "concreto viviente" de Guardini, es la ley de los "opuestos polares", es el movimiento dialéctico de la vida. Es la aplicación del tertium datur. Es la paradoja cristiana. Es el escándalo de la fe.
----------¿No se acepta ya un Dios omnipotente y airado que castiga el pecado y envía, por amor a nosotros, a su Hijo para compensar la ofensa sufrida, y para sacrificarse y expiar por nuestros pecados, sino que se quiere un Padre no Señor "omnipotente" (pp.177-178) sino un buen abuelito, todo ternura, comprensión y misericordia, todo al servicio del hombre, que no atemoriza ni castiga a nadie, no pide sacrificios ni renuncias a nadie, no pide ningún esfuerzo a nadie, sino que, se haga lo que se haga, no debemos preocuparnos, porque el Padre es un Padre bueno, que perdona a todos porque en el fondo todos son buenos y Dios lleva de cualquier manera a todos al paraíso del cielo? Pues bien, según los Autores, esto es precisamente lo que ha querido el Concilio Vaticano II y lo que corresponde a la renovación de la Iglesia.
   
Una propuesta alternativa
   
----------La Iglesia, torturada por conflictos internos, con un Papa que se esfuerza agónicamente por gobernar la barca de Pedro, sacudida por un mar en tempestad, tiene efectivamente necesidad hoy de fuertes convicciones, de renovadas motivaciones y energías, de aliento y entusiasmo operativo para estar a la altura del mandato que Cristo le ha encomendado y para afrontar los desafíos de nuestro tiempo, entre los cuales existen fuerzas poderosas que la quieren muerta o por lo menos la quieren sojuzgar.
----------Pues bien, digámoslo claramente: la tarea todavía sigue siendo hoy la de la plena realización del programa del Concilio Vaticano II. Queriendo hacer un balance de los resultados a más de cincuenta años desde su finalización, somos cada vez más conscientes de tres cosas:
----------Primera. Las enseñanzas doctrinales sobre la Iglesia, sobre la dignidad humana, sobre la divina revelación, sobre la renovación de la vida cristiana, sacerdotal y laical, son a menudo interpretadas en un sentido modernista-secularista, no obstante la publicación del Catecismo y los esfuerzos de los Romanos Pontífices hasta el papa Francisco para proponer la recta interpretación.
----------Segunda. Entre las directrices pastorales del Concilio Vaticano II, algunas mantienen su plena validez en la actualidad, como aquellas directivas relativas a la liturgia, a la mariología, a las misiones, al ecumenismo, a la libertad religiosa y al diálogo interreligioso. Desafortunadamente, sin embargo, también aquí circulan falsas interpretaciones, todavía no suficientemente corregidas por el magisterio. En cambio, por cuanto respecta a la parte de la Gaudium et spes dedicada a la relación Iglesia-mundo, se ha manifestado cada vez más una tendencia buenista, que tiene necesidad de ser corregida.
----------Tercera. Desgraciadamente, el libro que hemos examinado en este artículo, a pesar de todos sus aspectos positivos y de su esfuerzo por proponer una sana renovación alejada tanto del conservadurismo como del modernismo, fracasa en su intento y mantiene los errores denunciados más arriba, tanto de los modernistas (errores doctrinales y pastorales), como del propio Concilio (sólo errores pastorales), acerca de los cuales el papa Benedicto XVI, actual papa emérito, ha sido el primero entre los Papas del postconcilio, que ha reconocido en un coloquio con los lefebvrianos que el Concilio tiene aspectos "discutibles" en la parte pastoral, aunque no en la parte doctrinal, incomprendida tanto por los modernistas como por los pasadistas. No dejamos de esperar que el papa Francisco tenga en cuenta estas observaciones del papa Benedicto.

4 comentarios:

  1. Padre Filemón,
    Los autores del libro aquí reseñado, han descubierto la lógica difusa o matizada (en la cual son legítimos los valores intermedios entre lo verdadero y lo falso) y la aplican a la pastoral y la fe. ¡Una genialidad!
    Como suele suceder, cuando la Iglesia quiere aparecer aggiornada, moderna, incluso posmoderna, con la intención de llenar las iglesias vacías, tiene el efecto contrario y cae en el ridículo.
    La lógica difusa o matizada es una tecnología informática utilizada para ajustar automáticamente los sistemas: para algunas lavadoras, por ejemplo, la ropa no está "limpia o sucia" (lógica aristotélica), sino "limpia y sucia hasta cierto punto" (lógica budista), para ajustar la cantidad de detergente y la duración del lavado.
    En otras palabras, ya no hay "verdad" sino "grados de verdad"; ya no se pertenece al grupo de los creyentes ni al de los no-creyentes, sino que pertenecen todos al conjunto de los creyentes, salvo que se puede pertenecer a ese conjunto en la medida que se quiera: el rebaño evangélico ya no tiene un recinto definido, un dentro (limpio) y un fuera (sucio). En cambio, seríamos todos ovejas descarriadas, incluido el clero, que si no sirve para esclarecer esto (blanquear la ropa, siguiendo la metáfora) no sirve para nada (y de hecho se está extinguiendo).
    Es la "iglesia en salida" del papa Bergoglio; es la iglesia de la "duda" de Enzo Bianchi. Ambos convencidos, probablemente, como los autores del libro, de que saben más del Buen Pastor, juzgado demasiado divisivo.
    Es la Iglesia la que no soporto: la que está dispuesta a aceptar incluso a los "creyentes matizados o difusos", con una fe en cierta medida más cercanas a 0 que a 1 como la mía!
    Yo quiero en cambio ser convertido, quiero la fe, no me importan las ideas políticas del clero. Me interesa el destino ultraterreno: respecto a las cosas de este mundo, ciertamente no cuestiono al papa y a los obispos y a sus funcionarios. Prefiero equivocarme con mi cabeza. Y ciertamente no creo que sea el único en pensar así.
    Todos estos ridículos señores van a misa, y después del edificante sermón, recitan inexplicablemente el "credo" que, en cambio, es expresión de una fe granítica, es decir, de una lógica aristotélica férrea como un teorema de Euclides, como la lógica de Santo Tomás.
    San Atanasio ha vencido a Arrio: y he aquí la cuestión, pues creo que los incrédulos necesitan un clero a la San Atanasio, con las ideas claras y dispuesto sobre todo a hacer buena limpieza.
    Saludos cordiales.

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    1. Estimado Fabián,
      Aristóteles, además de la lógica de la no contradicción o del tercero excluido, también admite una lógica de la gradualidad, en el sentido de que un paño puede estar más o menos sucio o más o menos limpio.
      La primera es la lógica del aut-aut; la segunda es la lógica del et-et.
      En cambio, en cuanto respecta a la fe, Jesús distingue claramente a los que creen de los que no creen. La idea de que todos somos creyentes es una equivocada idea de Rahner.
      Ciertamente entonces, en lo interno del ámbito de la fe, puede haber diferentes grados: una cosa es mi fe y tu fe, y otra cosa es la fe de Nuestra Señora o de San Pablo.

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  2. La Democracia se cura con mas Democracia y el Concilio con mas Concilio!!!!

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    1. Estimado anónimo,
      las falsas y dañinas interpretaciones del Concilio Vaticano II, que propalan tanto los modernistas como los pasadistas, falsas interpretaciones que se alejan de la auténtica interpretación dada por los Romanos Pontífices del postconcilio hasta el papa Francisco, se corrigen, efectivamente, con esta recta interpretación del Concilio, dada por los Papas.
      Por otro lado, como lo ha indicado el papa Benedicto XVI, el propio Concilio puede tener errores, nunca doctrinales, sino pastorales, y estos segundos pueden ser advertidos y corregidos. El magisterio pontificio, que promulga y garantiza el magisterio conciliar, es infalible en lo doctrinal, no en lo pastoral.

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