jueves, 10 de febrero de 2022

Reflexiones pandémicas: nuestra imagen de Dios (3)

En esta última parte de nuestro artículo no podemos sino volver a hacer referencia a santo Tomás de Aquino, el Doctor Communis Ecclesiae; precisamente el teólogo que mejor nos ha enseñado cómo podemos formarnos un concepto de Dios tal, como para estar seguros de que este concepto corresponda a la realidad de Dios.

Por qué el monoteísmo y no el politeísmo

----------Bruni, en su artículo sub examine, retoma la polémica del Salmo 115 contra la idolatría. El comentario que hacía el economista italiano en el Avvenire, parece hoy muy oportuno, sobre todo después del triste y escandaloso episodio del aparente culto a la Pachamama ocurrido años atrás en el Vaticano. La idolatría de por sí no dice todavía politeísmo, pero está estrechamente ligada a él, porque el ídolo ya es de por sí un valor limitado que recuerda a otros ídolos. La idolatría es por lo tanto reconducible al politeísmo.
----------Observamos entonces que el politeísmo viene a reducir la divinidad concibiéndola como una multiplicidad de individuos divinos, tal como si lo divino fuera una especie que tiene por debajo de sí individuos, así como por ejemplo la especie "perro" tiene debajo de sí muchos perros individuales.
----------Sin embargo, uno se queda maravillado de cómo una gran mente como la del politeísta Tácito [55-120], al conocer y tratar de comprender la concepción judía de la divinidad, se queda asombrado y como si no supiera entenderla: "Iudeaei mente sola unumque Numen intelligunt" (Hist., V, 5). Es bellísimo ese "mente sola": con sólo el intelecto, sin valerse de imágenes, representaciones y formas sensibles como hacen los politeístas. El Dios bíblico es un Dios para comprender el valor del cual es necesario saberlo ver libre y suelto (ab-solutum) de todo, a fin de que pueda ser Todo y ser creador, gobernador y Señor de todo. Es decir, Dios no debe tener ninguna cualidad particular porque las domina a todas.
----------En cambio, como enseña el Salmista retomado por Bruni, el falso dios es un dios "hecho por manos del hombre" (Sal 115,4), por lo tanto no un Dios creador del hombre, sino al contrario un dios creado por el hombre. Este es el ídolo. Es interesante la etimología de ídolo: eidolon, que a su vez se conecta con eidos: idea. Por consiguiente, el dios producto del hombre no son sólo los ídolos de madera o de bronce, sino que también lo son las ideas producidas por el hombre, inadecuadas para representar a Dios.
----------Y en este punto, Bruni, con toda razón, golpea a pleno la mentira de muchos filósofos y teólogos modernos, que falsifican el concepto de Dios, porque confunden a Dios con su propio yo inflado al máximo, como Descartes, Kant, Fichte, Schelling, Hegel, Husserl y Rahner, los cuales confunden la realidad de Dios con su idea de Dios, y hacen de él un ídolo de su mente y una regla de su conducta.
----------Este es ese gravísimo y dañosísimo vicio intelectual, que hoy viene comúnmente llamado ideología, contra el cual el papa Francisco arremete con frecuencia, cuando condena el idealismo y el gnosticismo. Bruni dice bien: "el nombre de las idolatrías intelectuales es ideología". Es ese vicio que está originado por la soberbia, por el cual el sujeto no se interesa por la realidad externa, porque lo conduciría a admitir a ese Dios trascendente que él rechaza, en cuanto que para él la realidad máxima, y por tanto Dios, no es otra que su propia idea de Dios, que se ha construido para cohonestar su mala conducta.
----------Prosigue luego Bruni en su artículo del 13 de septiembre de 2020 en Avvenire: "Entre las ideologías están las religiosas, porque a menudo olvidan la prohibición de 'hacerse imagen de Dios'. Mientras el buen científico o el buen economista saben que el modelo que utilizan para describir el mundo no es el mundo (por ejemplo, la competencia perfecta no es el mercado), el teólogo (salvo los muy grandes, y entre ellos santo Tomás) es tentado a creer que los modelos que ha construido para describir a Dios son la imagen de Dios. Y así, una vez construido un modelo pensado como imagen, capturan a Dios dentro de esa imagen".
   
Actualidad de santo Tomás de Aquino
   
----------En el pasaje arriba citado, Bruni golpea muy bien a los teólogos modernistas, pero con toda razón deja fuera a los discípulos de santo Tomás de Aquino. En cuanto a su referencia a los científicos y a los economistas, no veo por qué ellos también no deberían estar sujetos a esa presunción y a ese egocentrismo que justamente Bruni denuncia en los teólogos modernistas. Sin embargo, sus siguientes palabras tienen necesidad de una fuerte corrección. Son estas: "hemos asesinado a miles de personas, quemamos herejes por estar demasiado seguros de que la idea que se habían hecho de Dios fuera su imagen".
----------Aquí Bruni, después de haber elogiado a santo Tomás, marca un gol en contra. No se da cuenta de que está ofendiendo precisamente al Aquinate, aunque en parte hay que darle la razón a Bruni. Me explico. Bruni no tiene en cuenta que ese órgano de la Santa Sede, que ayuda al Papa en su oficio de custodio de la sana doctrina, llamado en el pasado Santo Oficio y hoy Congregación para la Doctrina de la Fe, no puede no hacer referencia, como a criterio de evaluación y de juicio para la formulación de sus sentencias, a la doctrina de santo Tomás de Aquino, desde siempre considerado por la Iglesia como el príncipe de los teólogos.
----------Santo Tomás de Aquino [1225-1274], en efecto, entre todos los teólogos, por expresa declaración del Magisterio de la Iglesia, es el teólogo que mejor nos enseña cómo concebir a Dios y cómo hablar de Dios. Por otra parte, el Aquinate, en efecto, es la más alta expresión e implementación del carisma de la orden dominicana, consistente precisamente en el saber hablar de Dios con verdad, caridad, sabiduría y persuasión. Se trata de una aplicación excelsa del carisma del mismo fundador de la Orden de Predicadores, santo Domingo de Guzmán [1170-1221], del cual se dice que o hablaba de Dios o hablaba con Dios.
----------Ahora bien, para dar una adecuada respuesta a las palabras de Bruni anteriormente indicadas, es necesario recordar que la Iglesia ha tenido de Nuestro Señor Jesucristo dos mandatos con respecto al mundo: por un lado, una tarea de enseñanza de la verdad sobre Dios y, por otro lado, una tarea pastoral referente al gobierno de los fieles y de aquellos que rechazan un justo concepto de Dios.
----------En otras palabras, la Iglesia tiene de Cristo la posibilidad y el deber de proveer disciplinariamente frente a los herejes, a los incrédulos, a los agnósticos, a los panteístas, a los idólatras y a los ateos. Respecto a la primera tarea, la Iglesia tiene siempre, gracias a la asistencia del Espíritu Santo, un correcto concepto de Dios. En cambio, respecto al segundo mandato, ella puede pecar o por excesiva severidad o por excesiva indulgencia. En el pasado ha fallado en el primer sentido. En la actualidad falla en el segundo.
----------Por consiguiente, debemos advertir que el problema que Bruni implícitamente plantea es el siguiente: ¿cómo formarnos un concepto de Dios tal, como para estar seguros de que este concepto corresponda a la realidad de Dios? También Bruni evidentemente aspira a un conocimiento veraz de Dios. Pero no nos da la respuesta. La respuesta nos viene de santo Tomás de Aquino, indicado por el mismo Bruni.
----------En efecto, santo Tomás, además de darnos las indicaciones metodológicas mencionadas en la nota de ayer, nos hace presente una importante distinción, que él extrae de san Pablo, entre el conocer la naturaleza de Dios (ghighnosko, 1 Cor 1,21; Gal 4,9; 2 Tes 1,8) y el comprender la esencia de Dios (katalambano 1 Cor 2,14; Ef 3,18). Conocer la esencia de Dios quiere decir saber que Dios existe y conocer los atributos que le son asignados por la razón y por la fe en la vida presente. Conocer quiere decir captar la esencia, mediante las creaturas, limitadamente a como conviene a nuestra finitud creatural.
----------Por comprender, en cambio, santo Tomás de Aquino, siguiendo aquí al apóstol san Pablo, entiende dos cosas: o bien el simple captar la esencia en su infinitud, tal como nos es revelada por Cristo y en la visión beatífica, aunque siempre para nosotros en modo finito; o bien entiende el comprender exhaustivamente. Y entonces Tomás con san Pablo sostiene que la esencia divina es incomprensible (anexeráunetos, Rom 11,33), en cuanto sólo Dios infinito puede abrazar totalmente su ser infinito.
----------Por otra parte, por cuanto respecta a la diferencia entre el conocer a Dios con la razón y el conocerlo con la fe, Tomás nos hace presente que mientras con la razón podemos conocerlo indirectamente como Causa y Fin del mundo mediante nociones analógicas (Sab 13,5); y es el cognoscere essentiam; con la fe nosotros podemos conocer a Dios tal como Él se conoce a Sí mismo, y es el cognoscere per essentiam. Y por esto y en tal sentido podemos decir con san Pablo que "tenemos el pensamiento de Cristo" (1 Cor 2,16).
----------Además, santo Tomás de Aquino, siguiendo a los Padres Griegos, prefiere la teología negativa o apofática, que dice aquello que Dios no es, a la teología afirmativa o catafática, que dice aquello que Dios es, sin por ello caer en el apofatismo absoluto, que, bajo el pretexto del "Misterio", viene a negar que de Dios se pueda decir alguna cosa, por lo que la teología apofática absoluta cae en contradicción consigo misma, porque para poder decir que de alguna cosa no se puede decir nada, se necesitaría decir de qué cosa no se puede decir nada, y por tanto se necesitaría definir ese algo, lo que está prohibido por la hipótesis.
----------Decir que no se puede decir nada de una cosa de la cual no se dice qué cosa sea, equivale a hacer un discurso vacío, hueco, privado de sentido, y por lo tanto es mejor callar. San Pablo habla más bien de una indecibilidad (2 Cor 12,4) y de una inefabilidad (2 Cor 9,15) divinas. Pero evidentemente no deben tomarse en sentido absoluto; de lo contrario, ¿dónde habría de terminar la predicación de san Pablo?
----------Por otra parte, el misterio de Dios no es oscuridad absoluta, como si nuestra mente al querer entenderlo permaneciera en un estado comatoso, sino que es una luz fulgidísima, aunque quizás sólo intermitente y circunscrita, más allá de la cual hay oscuridad no porque ya no haya nada para ver, sino porque somos nosotros los que no llegamos a ver, porque supera infinitamente nuestra limitada área visiva.
----------Finalmente, Tomás nos explica claramente que una cosa es concebir a Dios y otra cosa es ver a Dios. En la vida presente no podemos captar a Dios sino en conceptos, ya sean ellos de razón o de fe. Sino que sólo en el cielo, como dice san Pablo, podremos verlo "cara a cara" (1 Cor 13,12). Así que aquí abajo no existen "experiencias de Dios", expresión impropia que se refiere a una intensa y sublime relación afectiva con Dios, que también puede ser una experiencia mística. Pero esto también debe estar basado en el concepto de fe, de lo contrario es un engaño de la emotividad o de la fantasía o del demonio.
----------Si Nuestro Señor Jesucristo, a quien le gustaban mucho las comparaciones, viviera hoy sobre esta tierra, diría que la Iglesia se asemeja o se puede comparar a una maestra de escuela secundaria que les da a los alumnos un tema para desarrollar en clase. Califica con 10 a los mejores, pero a los que han cometido demasiados y graves errores no les da ni siquiera el suficiente. De modo similar, la Iglesia tamiza las obras de los teólogos, alaba a los buenos y rechaza, es decir, condena a aquellos que caen por debajo del umbral mínimo para que su obra sea pasable. Estas son, precisamente, las condenas por herejía.
----------Así la Iglesia, al evaluar el concepto de Dios entre los diversos teólogos y entre las diversas religiones, por ejemplo en la islámica, rastrea y descubre algunos atributos del verdadero Dios, pero advierte que faltan otros, como los dogmas de la Encarnación y de la Santísima Trinidad. Por eso es una necedad lo que en una entrevista reciente ha dicho el obispo lefebvriano Fellay refiriéndose a los encuentros de oración que la Iglesia católica celebra a veces con representantes de otras religiones. Dijo: "el ver que el Papa, jefe de la Iglesia católica, invita a las demás religiones, también a aquellas que niegan claramente a Nuestro Señor, es una blasfemia, es un engaño, un escándalo, porque les hace pensar a todos los fieles de esas religiones que esas religiones valen algo, al ser invitadas". Para Fellay las demás religiones no valen nada. En cambio, para la Iglesia católica, en las demás religiones hay aspectos valiosos, mezclados con errores.
----------Por eso, la Iglesia es siempre lo más benévola y tolerante posible, y por eso podemos decir que en el juicio que el Concilio Vaticano II da del Dios islámico (Nostra aetate, n.3 y Lumen Gentium, n.16), el Dios islámico "ha alcanzado el suficiente". En efecto, hay que tener presente que, por otra parte, cuando la Iglesia habla de un Dios "verdadero" o de un Dios "falso", no pretende hacer referencia al Dios real, tal como se compara un billete verdadero con uno falso. La Iglesia hace referencia únicamente al conocimiento de Dios, que puede ser verdadero o falso. Así, al hablar del Dios islámico, la Iglesia no tiene problemas en reconocer que se trata del verdadero y único Dios, en Sí mismo único Dios para nosotros y para ellos; sólo que tiene fuertes reservas sobre el concepto islámico de Dios, el cual carece de los datos de la revelación cristiana.
----------Pero algunas otras concepciones de Dios, que niegan el mínimo de atributos, por debajo de los cuales la esencia de Dios desaparece, la Iglesia las condena sin medios términos, como por ejemplo las concepciones "ideológicas", como diría Bruni, las concepciones panteístas, gnósticas, pelagianas o idealistas, que reducen a Dios a la idea de Dios, o las evolucionistas, o aquellas basadas en la dialéctica de la contradicción, como la de Hegel. Por no hablar de las divinizaciones de la naturaleza, que son verdaderos y propios ídolos, como la Pachamama, vanamente invocados por los teólogos modernistas como medio de inculturación.
   
Los conceptos teológicos tienen un significado que supera nuestra comprensión
   
----------Necesitamos darnos cuenta que los conceptos teológicos no son conceptos que habitan solo sobre la tierra, sino que son conceptos alados, que una vez formados, toman vuelo hacia el cielo como los globos de los niños cuando se sueltan del hilo que los sujeta; o bien se puede decir que son conceptos dinámicos, los cuales, aunque manteniendo inmutado su significado, este posee una energía semántica que más allá de un cierto término ya no podemos dominar, sino que ese significado se ensancha y nos trasciende hacia Dios Verdad absoluta. Ellos van delante de nosotros, nos preceden al paraíso del cielo, y solo cuando lleguemos allí comprenderemos todo el potencial semántico que ellos han liberado en su viaje hacia el cielo.
----------Aunque fijando inmutablemente una verdad divina inmutable, se ponen en movimiento hacia Dios Verdad, en modo similar a los cilindros giratorios de los fieles budistas, que son hechos girar por los fieles con un movimiento de la mano, para representar una tensión orante de la mente hacia Dios.
----------Nuestros conceptos teológicos no son como los conceptos profanos, que delimitan con precisión en modo unívoco su objeto y todo se acaba ahí. No es así como trabajan nuestros conceptos teológicos, de ninguna manera. Nuestros conceptos teológicos son conceptos analógicos, lo cual quiere decir que desprenden una energía intencional, por la cual, una vez que los hemos formulado, parten hacia Dios, se desprenden de nosotros y ya no somos capaces de seguirlos en su vuelo hacia el paraíso del cielo. Son como amigos que nos dejan rumbo a una meta desconocida para nosotros y nos dicen: ¡nos volveremos a ver cuando lleguemos! Sin embargo, estos conceptos aquí abajo nos son necesarios y deben bastarnos. En cambio, cuando estemos allá arriba constataremos que ellos no serán ya necesarios, porque cuando nos encontramos cara a cara con un amigo, devienen superfluas las cartas que le hemos escrito.

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