"Tened los mismos sentimientos los unos hacia los otros" dice san Pablo en la Carta a los Romanos. ¿Qué ideas, qué luces, qué inspiraciones, qué tipo de discernimiento en la actual situación de temor de un irracional conflicto bélico, podemos aportar los cristianos? ¿Qué podemos sugerir a los hombres de buena voluntad para que se puedan dar pasos en orden a construir una fraternidad universal que sea la preparación de aquella fraternidad que, como bien sabemos por nuestra fe, sólo puede darse plenamente en Cristo Jesús?
Hay que entender cuál de los dos tiene razón
----------Una primera pregunta que debe plantearse en esta cuestión nada fácil del actual conflicto entre la OTAN y Rusia por Ucrania, es precisamente una pregunta que, en el caso del avecinarse una guerra, podría parecer quizás demasiado abstracta o simplista, pero a la cual, por el contrario, es esencial responder o al menos intentar una respuesta: ¿cuál de los dos contendientes tiene razón y cuál está equivocado?
----------En efecto, supongamos que el guerrear o hacer guerra sea un acto humano, aunque colectivo, teniendo incluso el carácter de oficialidad, y por consiguiente querido por voluntad de la pública autoridad, con referencia (se supone) a la ley moral y al derecho, así como en relación con las obligaciones impuestas por la justicia y por el bien común. En tal caso hipotético: ¿no sería todo eso una cosa digna?
----------Veamos entonces cómo la guerra, así entendida (como se la debe entender y siempre ha sido entendida en la ética cristiana) es un fenómeno humano colectivo de sumo relieve para la vida de los Estados, de los pueblos y de las naciones, un fenómeno o acontecimiento que pone en juego una serie de grandes valores, sea para respetarlos, y tenemos la guerra justa, sea para violarlos, y tenemos la guerra injusta.
----------Hoy en la estructura gubernamental de los Estados, se habla por lo general de Ministerio de Defensa y es una buena expresión. En el siglo pasado todavía se hablaba de Ministerio de Guerra. No se tenían aún las rémoras de hoy en el hacer uso de un término, guerra, que si se usa para significar una acción justa, no puede dejar de ocultar incluso el mismo sacrificio heroico de la propia vida por el amor del prójimo.
----------Se entiende entonces cómo a propósito de la guerra se puede hablar de valor militar, disciplina militar, código militar, deberes militares, tribunal militar, heroísmo militar. Si la guerra fuera el desencadenarse irracional y violento de fuerzas colectivas embargadas por el odio y por el gusto sádico por la muerte y la destrucción, todas las referencias a los valores antes mencionados no tendrían sentido o serían pura puesta en escena, cosa que es del todo falsa en el caso de la guerra justa, es decir, por una justa causa, por la defensa o la reivindicación de los derechos pisoteados o ignorados de enteros pueblos o naciones.
----------Importantísima tarea es, pues, la de la diplomacia, la de los gobiernos, los políticos, los sabios, los profetas y los mismos pastores de la Iglesia, llamados en estos momentos de supremo discernimiento para la vida y la paz de los pueblos y de las naciones, a esforzarse por esclarecer mediante un diálogo serio, leal, confiado y profundo las razones de las dos partes, para expresar un juicio ponderado sobre cuál de las partes tenga razón y cuál esté equivocada, porque una guerra hecha por justas razones es una guerra legítima, un deber y, diría la Escritura, querida por Dios, guerra que actúa eficazmente para el restablecimiento del orden o la restitución, para forzar al ladrón a restituir los bienes robados, al usurpador a hacerse a un lado, para la represión de la violencia, la reconciliación de las partes en lucha, y la aplicación de la justicia penal, vengadora de los derechos pisoteados de los débiles y la liberación de los oprimidos, para el retorno o la conquista de la paz universal y el triunfo del bien común en el justo pluralismo de la diversidad.
----------En la vida presente los hombres, a causa de las consecuencias del pecado original, son conducidos a diversos vicios que son causa de guerras: sed de dominio y de riquezas, litigiosidad, espíritu polémico, envidia, competitividad, celos, injusticias, abusos, difamación, crueldad, facciosidad.
----------La educación, la mediación, el diálogo, la negociación y la diplomacia no son siempre suficientes para evitar que las partes actúen de manera injusta e imprudente. Por ello, también es necesario por parte de la autoridad legítima en el momento oportuno el uso moderado de la coerción y de la fuerza.
----------Y cuando se trata de un pueblo entero o de una entera nación que oprime a otros, o los explota por mezquinos intereses egoístas o de poder, el único medio que existe para frenar el ansia de dominio, la prepotencia y la violencia suele ser, por parte de las naciones ofendidas o de la comunidad internacional, el prudente, ordenado y valiente recurso a las armas.
----------En el caso del conflicto entre Rusia y Europa, apoyada por los Estados Unidos, acerca de la posición de Ucrania, asistimos a la recíproca incomprensión entre cristianismo occidental y cristianismo oriental, que aflige a Europa desde los tiempos del cisma de 1054. San Juan Pablo II ha intentado eliminar la división con la teoría de los "dos pulmones", pero probablemente la división persiste a causa de las intrigas y de la competencia económica de las gran finanza internacional masónico-judía, enemigas del cristianismo y hostil a la reunificación de católicos y protestantes con los ortodoxos a fin de mantener su hegemonía.
----------En la presente situación, a mi entender, no parece que se pueda hablar de una parte que tenga razón y que la otra esté equivocada: por cuanto parece, entrambas están equivocadas en su miope incapacidad de diálogo y de comprensión y estima recíproca, dado el inmenso patrimonio histórico, humano, moral, cultural y religioso, que se encuentra indudablemente en ambas partes.
----------Lo doloroso es el constatar el enfrentarse de las dos potencias, ambas en pie de guerra, dando prueba con su necio antagonismo de una impresionante falta de sentido de la responsabilidad. Por lo tanto, no es razonable ponerse del lado de una u otra potencia, porque son ambas las que amenazan con llevar a la humanidad al abismo a causa de sus ambiciones imperialistas.
----------Por consiguiente, no veo otra teórica conclusión más que insistir en lo que vengo sugiriendo: si bien debe ser reasumida la sabia doctrina tradicional de la guerra justa e injusta, en las actuales circunstancias es difícil, si no imposible, pensar que puedan darse las condiciones para que una guerra sea "justa". No se dan en el presente caso del conflicto entre la OTAN y Rusia por Ucrania, y no se dan en el mundo desde hace muchísimo tiempo. Tampoco se dieron tales condiciones en las atroces guerras del siglo pasado.
----------Por ejemplo, a fines de 1939, iniciada la segunda guerra mundial, lúcidos observadores ya notaban que no se podía invocar como razones suficientes de aquel conflicto ni la ambición desmedida de la Alemania nazi, ni el deseo británico de conservar su predominio económico, ni las injusticias del tratado de Versalles, ni otros factores parecidos. Las dos partes en conflicto estaban en el error. Por ejemplo, mons. Gustavo Franceschi [1881-1957] decía: "en realidad no hay uno solo entre los países hoy beligerantes, y entre los que mañana podrían entrar en la contienda, que no tenga su parte de culpabilidad. Nadie aquí puede arrimarse a la jofaina de Pilatos repitiendo 'soy inocente de esta sangre'. Todos en determinados momentos han cometido injusticias, atropellos al derecho, y han abusado de la fuerza" (Criterio, 5 de octubre de 1939).
----------Ya el Concilio Vaticano II advertía, hace sesenta años, que hoy las grandes potencias disponen de armas tan destructivas que su empleo no aseguraría a ninguna de las dos partes la victoria, porque ninguna de las dos poseería una adecuada defensa y, por tanto, entrambas sucumbirían y serían derrotadas en un inmenso desastre, que destruiría la entera humanidad. En este sentido, una guerra hoy ya no tendría razón de ser, porque sería imposible la realización de su fin inmediato que es la victoria sobre el enemigo sin recibir por ello daños excesivamente relevantes, porque es claro que hacer guerra a un enemigo demasiado fuerte es imprudente, en cuanto que el enemigo podría reaccionar aumentando su violencia.
----------En estos casos, lo más sabio que queda por hacer es el soportar o, a lo sumo, la resistencia, acompañada de la plegaria al Todopoderoso a fin de que decida Él en hacer justicia. Ciertamente, no sería la primera vez en la historia que Dios mismo interviene para liberar con la fuerza a un pueblo oprimido incapaz de defenderse por sí mismo. Ejemplo clásico, que todos recordamos inmediatamente, es la liberación del pueblo hebreo del yugo de los egipcios. No en vano un título bíblico de Dios es "Dios de los ejércitos".
----------Y el Apocalipsis nos muestra con impresionante claridad de lo que es capaz este Dios, cuando la medida está colmada y considera oportuno poder intervenir. Se trata por consiguiente de un Dios muy concreto, bien alejado del Dios abstracto, pura idea de los idealistas o del Dios todo y sólo ternura de los buenistas y misericordistas, y ni siquiera es el Dios de Hegel que aprueba y manda tanto el bien como el mal. Tampoco es el Dios impotente, que sufre porque no puede hacer nada. El Dios bíblico es un Dios que se hace respetar, es un Dios que enseña a tener temor de Dios y que no es temido sólo por los soberbios, por los impíos, por los rebeldes y por los sacrílegos para su daño y vergüenza eternos.
----------Sin embargo, hay que decir que la existencia de las armas nucleares no es motivo suficiente para una condena absoluta de la guerra. Más bien, lo que es posible hacer, y que es un deber hacer, es el desarme nuclear controlado, ya sea bi o multilateral, acordado entre las partes, bajo la égida de la ONU, como se ha intentado hacer en el pasado y es absolutamente necesario seguir haciéndolo hoy.
----------Es absolutamente necesario en nuestros días, que la comunidad internacional, representada por la ONU, prohiba e impida la proliferación privada de los armamentos nucleares por parte de los individuales Estados. En cuanto organismo deputado para la afirmación y mantenimiento del bien temporal común de la humanidad, compete solo a la ONU la posesión y la administración de las fuerzas armadas de la comunidad internacional, cuyo uso no puede tener ya finalidades bélicas contra otro Estado, porque precisamente la ONU no es un Estado entre los demás, que se enfrenta a otro Estado, sino que es el único Estado supra-estatal o Federación internacional de los Estados, cuyos ciudadanos son la entera humanidad.
----------En esta situación, considero que el uso de la fuerza por parte de la ONU como Estado supra-estatal, ya no se puede definir como "guerra", si por guerra entendemos lucha entre dos Estados, porque en tal caso el uso de la fuerza estará encaminado al mantenimiento, custodia y defensa del orden público mundial mediante la represión, ocasionalmente, de las fuerzas subversivas que puedan ponerlo en peligro.
----------En otras palabras, y en sustancia, el uso de las fuerzas armadas por parte de la ONU debe sustituir los armamentos autónomos de los individuales Estados del mundo y debe constituir una fuerza de policía supra-estatal e internacional, regulada por el ordenamiento jurídico de la ONU, en cuanto fuerza deputada para la custodia y defensa de la justicia y de la paz de la comunidad internacional.
----------En esencia, se debe hacer todo esfuerzo posible para resolver las controversias entre naciones en modo pacífico mediante negociaciones y examen de las posiciones, evaluando y sopesando las razones de las dos partes y los términos de la disputa, para establecer quién tiene razón y quién no, de modo de resolver la controversia pacíficamente. Pero en el caso de que el agraviado no obtenga justicia y el ofensor no tenga la intención de cumplir con sus deberes, un Estado puede hacer guerra contra el Estado ofensor solo sin embargo haciendo uso de las armas tradicionales y bajo la égida de las Naciones Unidas.
Evitar el utopismo y tener presente el estado actual de naturaleza caída
----------En todo caso, para trabajar eficazmente por la paz y superar la necesidad de la guerra, es necesario evitar ese pacifismo utópico y contraproducente, que también querría la abolición de las armas tradicionales, según las ideas propagadas por Mahatma Gandhi [1869-1948], y retomadas en tiempos más cercanos a los nuestros por ejemplo por el padre Davide Maria Turoldo [1916-1992].
----------Aquellos que piensan de modo parecido a Ghandi y Turoldo, deberían tener presente que ya no estamos en el paraíso terrenal y que tampoco todavía estamos en la futura Jerusalén celestial, por más que la Iglesia, que es la guía de la humanidad, sea capaz de hacerla progresar a través de los siglos y milenios hacia esa meta bendita, de la cual algo ya podemos pregustar a partir de ahora en aquello que san Pablo llama "primicias o prenda del Espíritu", auroral aparición del "hombre nuevo", nacido del Bautismo.
----------Pero, como nos enseña san Pablo, el hombre viejo, con sus pasiones y concupiscencias, no está del todo muerto en esta vida, por lo cual debemos tener cuidado de no adelantar los tiempos y de mantener aquellas renuncias, precauciones y prácticas severas (entre las cuales la guerra), que en las condiciones conflictivas de la vida presente, nos aseguran ese poquito de paz que es posible aquí abajo. Pero no podemos pretender experimentar desde ahora esa paz que sólo podemos disfrutar allá arriba. Por esto, es cosa absolutamente necesaria para la paz en el mundo que el gobierno mundial de la ONU mantenga en exclusiva la alta presidencia mundial del uso de las armas tradicionales, concediendo a los individuales Estados miembros una limitada autonomía militar para mantener un servicio local en el área de su competencia.
----------Es urgente y necesario que los contendientes logren crear, con pruebas y signos concretos y no sólo con declamaciones verbales, un clima de mutua confianza, basado en la común aceptación de aquellos que el papa Benedicto XVI llamaba valores no negociables y que corresponden a lo que el Magisterio precedente llama "conciencia (synderesis) de la ley natural". Lex non scripta o jus gentium la llamaba Cicerón, ley indeleblemente impresa por Dios en el corazón de cada hombre, como enseña san Pablo (Rom 2,14).
----------La conciencia de la universal fraternidad, de la cual hoy habla el papa Francisco, no implica en absoluto la necesidad de renunciar al concepto militar de "enemigo", como querrían los buenistas, acaso refiriéndose al amor cristiano por el enemigo. En efecto, en el concepto militar el enemigo puede ser también asesinado, sin que ello suponga ningún odio hacia él; de hecho, la pasión del odio está totalmente excluida y prohibida, porque se sabe que el odio ciega, mientras que la mente del buen soldado, precisamente por la extrema arduidad de la acción a cumplir, debe estar más lúcida que nunca y acompañada de la pura voluntad de justicia en la obediencia a los superiores y en el escrupuloso cumplimiento del propio deber.
----------¿Con cuáles sentimientos el soldado puede matar al enemigo? ¿Acaso comete en ello un homicidio? El buen soldado entiende neutralizar y anular la acción enemiga: no mira ex professo a dañar a la persona; pero si no puede neutralizar la acción sin afectar al agente, está autorizado a afectar al agente. Y no se trata de homicidio, el cual viola el quinto mandamiento, si es el asesinar a un inocente.
----------Ahora bien, en cambio, se supone que el enemigo emplea su vida para dañar a la patria, que es un bien muy superior a la vida física del enemigo. Por eso es en nombre de la salvación o de la libertad de la patria que es razonable suprimir la vida del enemigo, esté él o no esté en buena fe: es necesario considerar su acción en su objetividad. No se pretende juzgar de su conciencia ante Dios.
----------Y permítame el amable lector poner aquí un nuevo punto y aparte, para proseguir mañana, ya poniendo el punto final a las reflexiones que venimos desarrollando.
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