miércoles, 23 de febrero de 2022

Rumores de guerra (1/3)

El término "guerra" (o más bien el de "rumores de guerra", para decirlo al modo de Jesucristo) ha vuelto a ser portada de los diarios. ¿Qué entendemos por guerra? ¿Qué dice la Escritura y la Tradición sobre la guerra, según el Magisterio de la Iglesia? ¿Sigue siendo válida hoy la calificación de "guerra justa"? ¿Qué debemos discernir y juzgar como católicos frente a la actual preocupante situación de conflicto que se vive entre la OTAN y Rusia por Ucrania? La filosofía y la teología católicas están llamadas hoy también a decir una palabras iluminadora.

La guerra y la profesión militar en la Escritura y los Padres
   
----------La actual preocupante situación de conflicto que se vive entre la OTAN y Rusia por Ucrania ha vuelto a poner en circulación el término "guerra" en las portadas de los diarios, en los titulares de las editoriales, en los principales artículos de opinión de los grandes periódicos, e incluso en las noticias de los noticieros televisivos y en nuestras conversaciones cotidianas. Ciertamente, tras décadas de una condena absoluta a la guerra después de las catástrofes bélicas del siglo pasado, no es fácil abordar el tema con objetividad y serenidad. Sin embargo, ésta es la obligación del filósofo y del teólogo. De modo que lo intentaremos hacer, ante todo recordando la doctrina tradicional, la que es resumida por el Catecismo de la Iglesia Católica, para luego abordar con más detalle su aplicación al conflicto que parece perfilarse ante nuestros ojos.
----------Ante todo nos preguntamos: ¿es cierto que la Biblia condena la guerra? Existen textos en la Sagrada Escritura que parecerían sugerirlo, por ejemplo, en el Antiguo Testamento vemos que Dios no dejó que David edificase el templo "por ser hombre de guerra" (1 Cro 28,3). Sin embargo, en estos textos de los Paralipómenos no se condena la guerra, sino que se hace referencia al castigo de David por haber sido causa de la muerte de Urías (2 Sam 11,17). Por otro lado, los profetas Miqueas e Isaías afirmaron que la guerra cesaría con la venida del Mesías (Miq 4,3; Is 2,4; 11,13). Pero las predicciones de paz por parte de Miqueas e Isaías se refieren, según algunos intérpretes, a la paz que había de traer a los hombres la redención, o según otros exegetas, a las armas de paz que habrán de usar los cristianos para extender el Evangelio por el mundo.
----------En el Nuevo Testamento vemos que Jesús nos manda "ofrecer la mejilla izquierda al que nos hiera en la derecha" (Mt 5,39); y asimismo reprendió a Pedro por querer hacer uso de la espada: "Guarda tu espada, porque el que a hierro mata a hierro muere" (Mt 26,52). Y san Pablo enseñó: "no hagan justicia por sus propias manos, antes bien, den lugar a la ira de Dios. Porque está escrito: Yo castigaré. Yo daré la retribución, dice el Señor" (Rom 12,19). Pues bien, es cierto que Nuestro Señor resumió los Mandamientos en que amásemos a Dios y al prójimo por amor de Dios; y que si todos cumpliésemos este Mandamiento, las guerras cesarían al punto en el mundo. Sin embargo, perduran las consecuencias del pecado original y, entre ellas, flota sobre el mundo todo un nacionalismo pagano que rechaza los principios cristianos de caridad y justicia.
----------Aún sin agotar, naturalmente, los textos bíblicos que hacen referencia al tema que estamos considerando, ya podemos adelantar que la Escritura no condena la guerra como inmoral intrínsecamente, no condena la guerra como un intrinsece malum. Al contrario, en la Biblia leemos que Dios, primero, aprueba la guerra y la aconseja (Ex 17,11; Deut 7,1-2; Jud 4,6-15); segundo, hace milagros para que triunfen los hebreos (Gén 14,19-20; Jos 10,11) y, tercero, es el Dios de los ejércitos y castiga también a veces en esta vida los pecados de los hombres mandando guerras (Is 3,1ss; Deut 28,40ss; Jer 5,14).
----------Por otro lado, algunos textos de los Padres primitivos dan también la impresión de condenar la guerra condenando incluso la profesión militar. Sin embargo, contra semejante impresión hay textos claros en el Nuevo Testamento, donde por ejemplo san Juan Bautista da consejos saludables a los soldados de su tiempo: "unos soldados le preguntaron: 'Y nosotros, ¿qué debemos hacer?'. Juan les respondió: No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo" (Lc 3,14); y Nuestro Señor alaba la fe del centurión: "al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe" (Mt 8,10). Pero ni Juan el Bautista ni Jesucristo les mandan a los soldados o al militar centurión que abandonen su profesión como si fuera inmoral.
----------En cuanto a las palabras de Nuestro Señor en el sermón de la montaña, hay que hacer notar que son consejos de perfección dirigidos al individuo; y en cuanto respecta al texto de san Pablo líneas arriba aducido (Rom 12,19), el Apóstol prohibe la venganza privada bajo pena de pecado mortal; y, por cierto, la reprensión de Jesucristo a san Pedro para que guardara su espada, no tiene nada que ver con la licitud o ilicitud de la guerra. Nuestro Señor reprendió a Pedro sencillamente por su imprudencia en querer usar allí la violencia, ya que, como el mismo Señor dijo, podía llamar en su ayuda nada menos que doce legiones de ángeles.
----------Por otro lado, el lector puede estar seguro de que los Padres de la Iglesia nunca condenaron la guerra como intrínsecamente inmoral. No entraré aquí en detalles eruditos, y simplemente mencionaré el dato bien conocido de que tanto Orígenes como Tertuliano aconsejaban a los cristianos que no fuesen de voluntarios a la milicia, pues corrían grave peligro de apostatar. El motivo era que, en el momento menos pensado, el soldado cristiano podía recibir una orden que llevaba consigo un acto de pública idolatría.
   
La doctrina católica sobre la guerra
   
----------Basta con releer los números 2304 a 2317 del Catecismo de la Iglesia Católica para contar con un resumen básico de la doctrina católica sobre la guerra y la moralidad de la profesión militar. La Iglesia, aunque cree que la guerra es una de las peores calamidades que puede caer sobre un pueblo, sin embargo, siempre ha manejado los conceptos diferenciados de "guerra justa" y de "guerra injusta", y así, si la guerra es justa, la Iglesia no la condena, antes bien, sostiene que es lícita y moral (Catecismo, n.2309).
----------En el curso de la historia, las enseñanzas magisteriales y pastorales de los Papas han intervenido repetidamente para iluminar el discernimiento de los fieles católicos y de los hombres de buena voluntad en los momentos en que comenzaban a escucharse "rumores de guerra" (Mt 24,6-7). Por ejemplo, ha condenado ya el pacifismo de los cuáqueros, que no entienden cómo puedan ser compatibles la guerra y la fe cristiana; y ha condenado también el principio pagano de que una nación tiene derecho a agredir cuando le convenga. Para la Iglesia puede haber guerras justas, y en tal caso la declaración de guerra es lícita.
----------Básica y tradicionalmente, para que una guerra sea justa, tiene que reunir las condiciones siguientes: 1°) los derechos de un Estado han sido violados por otro Estado, o están en grave peligro de ser violados; 2°) la causa que motiva la guerra es proporcional a los males que se prevén; 3°) ya se han agotado todos los medios pacíficos de un arreglo; 4°) hay esperanzas fundadas de que una declaración de guerra mejorará la situación. Son estas las condiciones que tradicionalmente han exigido los moralistas católicos para justificar la guerra en todos y cada uno de los casos, y que por cierto convertirían a la guerra en un fenómeno muy raro. Aunque hay que decir que, lamentablemente, rarísima vez se han cumplido.
----------El Catecismo de la Iglesia expresa de modo más o menos similar las condiciones antes enunciadas, diciendo: "Se han de considerar con rigor las condiciones estrictas de una legítima defensa mediante la fuerza militar. La gravedad de semejante decisión somete a esta a condiciones rigurosas de legitimidad moral. Es preciso a la vez: 1) Que el daño causado por el agresor a la nación o a la comunidad de las naciones sea duradero, grave y cierto. 2) Que todos los demás medios para poner fin a la agresión hayan resultado impracticables o ineficaces. 3) Que se reúnan las condiciones serias de éxito. 4) Que el empleo de las armas no entrañe males y desórdenes más graves que el mal que se pretende eliminar. El poder de los medios modernos de destrucción obliga a una prudencia extrema en la apreciación de esta condición. Estos son los elementos tradicionales enumerados en la doctrina llamada de la 'guerra justa'. La apreciación de estas condiciones de legitimidad moral pertenece al juicio prudente de quienes están a cargo del bien común" (n.2309).
   
Una distinción tradicional a recuperar
   
----------Como dije al inicio, es comprensible que el preocupante agravamiento del conflicto entre la OTAN y Rusia por Ucrania haya vuelto a poner en circulación el término "guerra". Pero hay una pregunta inicial, que no podemos pasar por alto, pues nos abre el camino para valorar correctamente la doctrina católica que acabo de resumir líneas arriba. La pregunta es: ¿qué queremos decir con este término hoy, después de décadas de una condena absoluta a la guerra? Esto nos obliga, en mi opinión, a reconsiderar el significado negativo que hoy le damos a este término y a preguntarnos si acaso tal significado aparentemente de buen sentido común e inspirado por una voluntad de paz, no se revele, ante un nuevo exámen más serio y realista, marcado por un simplismo abstracto, utópico e inutilizable, que en realidad no nos ayuda a trabajar por la eliminación definitiva de esa irracional violencia y afán de destrucción que nos hemos acostumbrado a asociar con el término guerra y, si no sea el caso, precisamente siempre a fin de eliminar para siempre las guerras, de recuperar la tradicional distinción entre guerra justa y guerra injusta.
----------Podemos no usar el término "guerra" en cuanto sinónimo de violencia e injusticia, y buscar otras expresiones, nadie nos lo impide; pero el concepto designado por ella no podemos ubicarlo absolutamente en las antiguallas de la historia, al menos mientras la naturaleza humana siga cargando con las consecuencias del pecado original, que la empujan siempre a la injusticia y a la violencia. Para ello se podrían encontrar algunas otras expresiones, como por ejemplo: uso militarizado de la fuerza, conflicto armado, confrontación entre tropas militares enemigas, enfrentamiento bélico, y expresiones similares.
----------Se podría precisar que el mencionado conflicto, para ser propiamente guerra, debe surgir oficialmente entre dos Estados o naciones o entidades plurinacionales, los cuales por este hecho mismo son definidos como Estados o naciones o entidades plurinacionales "beligerantes". Por lo tanto, excluimos aquí otras formas de conflicto colectivo, como por ejemplo la sedición, la revolución, el motín, la guerra civil, la lucha de clases, los conflictos entre bandas armadas o interreligiosas, étnicas y raciales. Por consiguiente, según la acepción del término "guerra" aquí establecida, no podríamos llamar "guerra" al conflicto producido, por ejemplo, entre los militares argentinos y los terroristas de la década de los años 1970s, como tampoco podría llamarse "guerra" a la lucha del mítico personaje Eliot Ness (el personaje de la televisión americana de los años 1960s) contra el crimen organizado en Chicago en el contexto norteamericano de la Ley Seca.
----------Sin embargo, se entiende cuánto más cómodo y conveniente es el uso de la palabra "guerra" respecto a los circunloquios antes mencionados, aun cuando ellos no se refieran tan necesariamente al significado negativo que ha asumido el término "guerra" en estas últimas décadas, asumiendo un significado moralmente neutro, ni cosa buena ni cosa mala, sino meramente un fenómeno de psicología colectiva, como por otra parte era el significado tradicional del término "guerra". Y fue esta neutralidad semántica a priori la que le ha permitido orientarse hacia el bien (guerra justa) o hacia el mal (guerra injusta).
----------En realidad, la guerra no es siempre el cometer una horrible masacre. Esta es una visión simplista y, en última instancia, injusta, porque no ve cómo en la guerra pueden estar jugándose grandes valores. La guerra no es siempre una acción inútil, sino que puede ser útil y necesaria. La famosa frase del papa Benedicto XV "inútil masacre", no fue una afirmación de principio, sino que se refería precisamente a la Primera Guerra Mundial. Y por lo demás fue un juicio discutible, porque Italia se liberó del yugo austríaco.
----------Aquel que, recurriendo a un moralismo cómodo y precipitado, ve siempre por principio en la guerra una monstruosidad, cada vez que ve un acontecimiento bélico o dos contendientes que están en desacuerdo, inmediatamente está dispuesto a hacer las alabanzas de la paz y del diálogo (con lo cual con poco gasto impresiona como un "hombre de paz"), sin preocuparse por examinar con cuidado el caso y ver quién tiene razón, porque para él siempre ambas partes están equivocadas por el simple hecho de combatirse.
----------En cambio, el verdadero constructor de paz no se limita a considerar retóricamente el conflicto en sí mismo, sino que escucha atentamente las razones de las dos partes, sopesa las razones de la una y de la otra, hasta llegar a identificar quién tiene razón y quién está equivocado, y se esfuerza por actuar como mediador de paz esforzándose por acercar a las dos partes en puntos que las partes tienen en común, procura suscitar en las dos partes sentimientos de confianza hacia sí a fin de poder ser escuchado, se muestra objetivo, imparcial y desapasionado en los juicios y en las valoraciones; sabe cómo mostrar a la parte equivocada dónde está el error; sabe cómo corregir el error; exhorta a la parte que tiene razón a la comprensión frente al adversario y a no dejarse vencer por la ira o por la venganza. Y si precisamente el que está equivocado no escucha razones, entonces consiente a la parte ofendida a defender con la fuerza su buen derecho. Esto quiere decir construir la paz y ser verdaderos amantes de la paz.
----------Los Romanos del tiempo del Imperio, que se entendían bien, decían: si vis pacem, para bellum. Este conocido principio práctico quiere decir que hay casos en los cuales se obtiene la paz precisamente por medio de la guerra. ¿Acaso está en la paz un pueblo oprimido por otro pueblo? No ciertamente. Entonces, ¿cómo hace para obtener la paz? Evidentemente expulsando con la fuerza al ejército invasor. Como se hizo en Buenos Aires a principios del siglo XIX expulsando a los ingleses, o como hizo poco después a gran escala el general José de San Martín frente a los españoles en las campañas libertadoras.
----------Por consiguiente, si llega el caso (como parece perfilarse en estos mismos días) que una nación quiere hacer guerra a otra nación, debemos preguntarle: ¿por qué quiere hacerle guerra? Y verificar cuáles motivos trae consigo, porque ese Estado podría tener un justo motivo para hacerle guerra a otro Estado.
----------Si los italianos en 1943 les hubieran preguntado a los militares estadounidenses: ¿por qué quieren hacer guerra a los alemanes? Los norteamericanos habrían respondido: Para que se vayan de Italia. ¿Entonces, no ha sido una guerra justa? Así que hoy debemos preguntar a Putin: ¿por qué ha acumulado 130.000 soldados en la frontera este de Ucrania? Y a los aliados euroamericanos: ¿por qué habéis acumulado decenas de miles de soldados en el oeste? Y ver qué motivos aducen. ¿De qué parte está la razón?
----------Por tanto, es necesario decir, a nivel de principio, que el núcleo del problema absolutamente inevitable, si queremos permanecer en la realidad, es asumir nuestras responsabilidades y escapar de un moralismo de moda, un pacifismo fatuo y engañoso. Es necesario distinguir entre conflicto armado justo y conflicto armado injusto. Hechas estas aclaraciones, creo que nadie protestará si yo, por comodidad y conveniencia lingüística, con el lenguaje tradicional, utilizo el término "guerra" en la continuación de este artículo...

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