martes, 15 de febrero de 2022

El origen de la maldad humana, y la fraternidad universal

La Tradición, inescindiblemente unida a la Escritura, como fuentes, ambas, de la divina Revelación, nos guía a través de todo el Magisterio de la Iglesia, desde el magisterio de San Pedro hasta hoy el magisterio vivo del papa Francisco, en el conocimiento de las fundamentales verdades de nuestra Fe. Es el mismo indefectible Magisterio que, por ejemplo, ha llevado a la Iglesia a formular la dogmática de los ángeles, en relación a la doctrina sobre el hombre, como dice el Concilio Lateranense IV de 1215: "El Creador de todas las cosas ha constituído de la nada a una y otra criatura, la espiritual y la corporal, es decir, la angélica y la mundana, y después la humana... El diablo y los demás demonios han sido creados por Dios ciertamente buenos por naturaleza; mas ellos, por sí mismos, se han hecho malos. El hombre, en verdad, ha pecado, por sugestión del diablo".

De nuevo acerca de la imagen de Dios
   
----------Massimo Recalcalti [n.1959] es un psicoanalista de Milán, que con sus numerosos libros ha logrado cierta fama en los ambientes intelectuales freudianos y lacanianos en Italia. Menos conocido en el mundo de habla hispana, sin embargo algunos de sus libros ya se han traducido a nuestra lengua, como: Clínica del vacío, La última cena. Anorexia y bulimia, El complejo de Telémaco. Padres e hijos tras el ocaso del progenitor, Por una erótica de la enseñanza, y La hora de clase. Director del Instituto de Investigación en Psicoanálisis Aplicado y colaborador habitual del diario La Repubblica; es docente en la universidad de Pavía, y ha fundado Jonas Onlus (Centro de Clínica Psicoanalítica para nuevos síntomas).
----------Un libro suyo reciente, al que aquí me voy a referir, es Il gesto di Caino (Einaudi, 2020), aún no vertido al español (que yo sepa) y cuyo título lo pone en relación con temas fundamentales para la fe cristiana, como enseguida veremos. Sustancialmente, el nuevo libro de Recalcati trata sobre el origen de la maldad humana, con lo cual el lector entenderá que nos ubica en temas basilares de nuestra fe: la creación, el pecado original, el origen del mal y del sufrimiento, temas candentes en el contexto de la actual pandemia.
----------Recalcati también ha logrado, lamentablemente, cierto predicamento en ámbitos católicos, sin excluir los clericales. Es curioso como el neo-modernismo imperante en el seno de la Iglesia se vale para la difusión de sus ideas de exponentes propagandistas que no son necesariamente teólogos ni predicadores, sino más bien figuras conocidas en otros ámbitos culturales o científicos. De hecho, en este blog hemos venido comentando los artículos de Luigino Bruni, reconocido economista, pero que en los últimos años ha decidido sacar a relucir en el diario Avvenire sus veleidades teológicas, con gran daño para la fe y las buenas costumbres de sus lectores, aunque últimamente parece que en parte se ha corregido de sus graves errores.
----------Precisamente, creo que contamos con una evidente prueba de que Bruni va haciendo, aunque de a poco, el buen retorno a la fe, en una fuerte crítica que le hace a Recalcati, en uno de sus artículos. Después de una meritoria meditación sobre el Nombre divino y sobre la imagen de Dios contra la tentación de la idolatría y de las teologías autorreferenciales (que ya he comentado), Bruni escribe en el Avvenire del 19 de septiembre de 2020 su artículo Pero Caín no define al hombre, prosiguiendo el tema de la imagen de Dios y desarrollando una vigorosa y calibrada defensa de la verdad bíblica, no sin aprobar lo positivo, frente al mencionado libro de Recalcati, Il gesto di Caino, que trata, como he dicho, sobre el origen de la maldad humana, maldad que ciertamente deriva del gesto de Caín, como afirma Recalcati, pero que supone (como bien observa Bruni) la creación de Adán y Eva, que son los iniciadores de todo el género humano, creados, como recuerda repetidamente y con razón Bruni, a imagen y semejanza de Dios, bondad infinita.
----------Por tanto, dejémonos inicialmente ayudar por Bruni para conocer la tesis de Recalcati. Bruni la resume de la siguiente manera: "El gesto de Caín es sin piedad... Es a partir de este gesto que comienza la historia del hombre. Sabemos que el amor por el prójimo es la palabra última y más fundamental a la cual llega el logos bíblico. Pero no ha sido la primera palabra. Ella viene después del gesto de Caín".
----------Y Bruni comenta: "Una tesis sugestiva, que sin embargo contiene el principal equívoco y el error más importante del discurso de Recalcati. El psicoanalista italiano olvida que el gesto de Caín no es la primera palabra del humanismo bíblico: antes del fratricidio de Caín, el libro del Génesis pone a Adán y nos lo presenta 'creado a imagen y semejanza de Elohim' (Gn 1,27). Antes del hombre-fratricida está el hombre-imagen hecho 'poco menos que los dioses' (Sal 8), cumbre de la creación, interlocutor de Dios, su socio en el cuidado de la tierra, mendigo de reciprocidad, que exulta a la llegada de Eva, finalmente una par suya, el ezer-kenegdo, aquel con quien puedes cruzar los ojos de igual a igual (Gn 2)". Literalmente: la que "está frente o delante".
   
El hombre es poco inferior a los ángeles
   
----------Cabe observar a Bruni que según el Salmo 8,8, según la traducción griega de los Setenta, que es la oficial de la Iglesia, el hombre no ha "sido hecho poco menos que los dioses", aunque el hebreo exprese Elohim, sino poco menos que los ángeles, ellos también llamados Elohim o mejor Bene Elohim, "hijos de Dios", para distinguirlos de Dios, el supremo Elohim. El plural Elohim no es, por lo tanto, para ser entendido en referencia al politeísmo, del cual la Escritura tiene horror, sino que es un plural intensivo: los "Señores", que sin embargo no debe atribuirse a los ángeles sino sólo a la suprema Majestad divina.
----------Es cierto que el término bíblico para indicar al ángel es malák, que significa "mensajero", y de hecho el término griego anghelos viene de anghello, que quiere decir "anuncio". Pero esto no quita que también el ángel tenga un cierto señorío sobre nosotros, sea un cierto elohim, para el bien como para mal. El ángel custodio nos guía hacia Dios; el demonio nos empuja a la perdición.
----------Por tanto, hay que decir que la referencia del hombre a los ángeles esclarece el puesto y la dignidad del hombre en lo creado, en toda la creación: por debajo de los ángeles, puros espíritus, y por encima de todo el mundo material, como explica el Salmo en los versículos siguientes. Por lo tanto, no como dice Bruni, en el "culmen de la creación", porque en el culmen o cima de la creación están los ángeles.
----------Pero el hombre es poco menos que ellos y ellos son poco más que él, porque él y ellos son simples criaturas de Dios, él y ellos son entidades personales, pero los ángeles son poco más, es decir, poco superiores o poco más en alto en la escala de los entes, en cuanto es evidente que una creatura puramente espiritual como el ángel es superior a una creatura como nosotros, que si bien poseemos un espíritu, pero no un espíritu puro que subsiste por sí como sustancia completa, a la manera de la res cogitans de Descartes, sino un espíritu que anima un cuerpo, teniendo en cuenta la superioridad ontológica del espíritu sobre la materia.
----------Siendo así las cosas, se comprende lo que quiere decir Cristo cuando, hablando de la bienaventuranza ultraterrena del hombre y de la mujer, dice que serán como ángeles en el cielo (cf. Mt 22,30). Jesús quiere decir que se habrán elevado a la última perfección de su vida espiritual, no sin embargo en el sentido de que se convertirán en puros espíritus, a la manera platónica, sino en el sentido de que su espiritualidad se habrá elevado al vértice de su desarrollo, de modo de devenir aún más similares a los ángeles.
----------Por consiguiente, ese pasaje del Salmo 8,8, en la traducción de los Setenta, junto con otros pasajes de la Escritura, ha servido al Magisterio de la Iglesia para formular la dogmática de los ángeles, buenos y malos, en relación a la doctrina sobre el hombre, compuesto de espíritu y cuerpo. Dice, en efecto, el Concilio Lateranense IV de 1215 (Denz.800): "El Creador de todas las cosas, de las visibles y de las invisibles, espirituales y corporales; que por su omnipotente virtud a la vez desde el principio del tiempo ha constituído (condidit) de la nada a una y otra criatura, la espiritual y la corporal, es decir, la angélica y la mundana, y después la humana, constituída casi común de espíritu y de cuerpo (quasi commune ex spiritu et corpore constitutam). El diablo, en efecto, y los demás demonios, por Dios ciertamente han sido creados buenos por naturaleza; mas ellos, por sí mismos, se han hecho malos. El hombre, en verdad, ha pecado, por sugestión del diablo".
   
En el origen de la historia del hombre no está el odio sino el amor
   
----------Por otra parte, Bruni hace notar que el delito de Caín ha sido precedido históricamente por el recíproco amor entre sus progenitores, Adán y Eva, habiendo Dios creado a la mujer porque no era bueno que Adán estuviera solo, por lo cual había creado de su íntima, de su propia sustancia (la "costilla") una compañera similar a él, "hueso de sus huesos, carne de su carne" (Gn 2,23), al varón complementaria como el varón era complementario a la mujer, de modo que al unirse ya no eran dos sino una sola carne, y a fin de que desde su unión de amor la humanidad comenzara a multiplicarse.
----------Bruni le aclara bien a Recalcati que en el origen de la historia del hombre no está el odio sino el amor. No está la corrupción, sino la integridad, no está la decadencia, sino la plenitud y la perfección. Dios crea cosas buenas. Sería una blasfemia maniquea hipotetizar un Dios que crea criaturas malvadas. Y esto supondría también una falsa idea del mal. El mal supone la existencia del bien, porque es ausencia, privación o carencia o defecto del bien debido en un sujeto de por sí bueno.
----------Por lo tanto, indudablemente Caín había sido creado bueno e inclinado por Dios a amar a su hermano. Pero lamentablemente Caín, al igual que su hermano Abel, por supuesto, estaban manchados ambos por el pecado original contraído por sus genitores. Caín, asesinando a su hermano, había frustrado aquella inclinación de amar a su hermano, inclinación que Dios había puesto en su corazón.
----------Que luego el odio haya sucedido al amor, como reconoce Recalcati, esto es cierto; pero se mantiene el grave error de Recalcati de hacer iniciar la historia del hombre con el odio. No (dice bien Bruni) el amor está en el origen, creado por Dios Amor. El odio ha venido después con el pecado original. La idea de Recalcati se vuelve contra Dios, que ha creado a Caín. ¿Ha creado por lo tanto un odiador? ¿Recalcati quiere proyectar sobre Dios la culpa del asesinato de Abel? Es una idea absurda, como he demostrado, además de blasfema.
----------Si, en cambio, es Caín quien ha pecado, quiere decir que ha sido creado bueno, porque el pecado es un acto que destruye una precedente bondad. Es una buena voluntad la que deviene mala. Con el pecado original nosotros nacemos, ciertamente, con una inclinación a pecar. Nacemos con la culpa del pecado original, que viene quitada por el bautismo. Y podemos suponer que también a Caín y Abel y a sus padres haya llegado la gracia de Cristo, porque Dios quiere salvar a todos los hombres. Pero Caín, en cuanto creado por Dios a su imagen (y aquí Bruni lo dice bien) ha sido creado bueno e inclinado al bien.
----------Dice luego Bruni en su artículo: "Caín es la decadencia de Adán que se estropea. Es la palabra segunda, no primera: Caín es el Adán que se estropea, no es la vocación del hombre, sino su declinación. Y cada vez que las historias de las raíces, que la arqueología de las palabras de la civilización occidental comienza por Caín olvidando a Adán, terminamos en Hobbes, en Nietzsche, en Schmitt, en Freud". "En la Biblia -este es el punto que elude Recalcati-, lo que viene primero es también lo más fundativo. Primitivo es el destino, es el nombre de una realidad. Caín ha matado, ha asesinado a su hermano efímero, Abel, pero no ha matado al Adán, no ha cancelado la imagen, que permanece viva y vivificante bajo el signo de Caín".
   
Dios prefiere las ofrendas de Abel sobre las de Caín
   
----------Bruni luego se detiene para comentar el hecho de que Dios prefiere las ofrendas de Abel, el segundo hijo, sobre las de Caín, el primogénito. El relato bíblico no es preciso acerca del motivo por el cual Dios hace esta preferencia y avanza la opinión, que me parece plausible, según la cual la violencia de Caín se desencadena por la envidia hacia Abel, preferido por Dios ciertamente por ser más piadoso, aunque Caín disfrutaba el privilegio asegurado por la ley judía de la primogenitura, cosa que a su juicio requería que Dios tuviera preferencia por él. Pero -observa Bruni- "con Abel comienza esa predilección del Dios bíblico por los menores, por los descartados, hace su aparición el alma profética que desafía al alma de la Ley".
----------Bruni parece luego plantear la hipótesis (opinable, pero discutible, a mi criterio) de que el don hecho por Caín a Dios no haya sido apreciado por Dios precisamente porque no había sido hecho con verdadera generosidad, en cuanto consistió en dar lo superfluo, por no decir lo inútil, y además con una lógica retributiva, que estropea "con representaciones románticas" el carácter de don del verdadero sacrificio.
----------Al respecto debo decir, sin embargo, que no me parece que Bruni se haya liberado del todo de un cierto desprecio por el sacrificio (desprecio suyo que le he impugnado en un artículo mío precedente), donde él se la toma con la imagen económico-contractual del sacrificio, representado por el pago de una deuda. El principio del do ut des, aunque presente en la antigua religión romana, de por sí no es erróneo, si se lo entiende, como se lo debe entender, un dar a Dios a fin de que Dios también nos dé a nosotros. No hay nada de malo en este contrato, a condición sin embargo de que aquello que le pidamos a Dios no esté dirigido a nosotros como fin último, sino que a su vez sirva para llegar a Dios.
----------Para la Biblia, el sacrificio (sacrum-facio) es una acción sagrada, es decir, acción dedicada a Dios. Es la compensación o rescate por la ofensa que a Él ha causado el pecado, que implica la ofrenda a Dios de un bien precioso (la víctima) a la cual, con corazón contrito, el hombre renuncia dolorosamente, ofrenda hecha por el sacerdote a nombre del pueblo, con el propósito de obtener el perdón divino, o bien la remisión de la deuda, o bien pagar la deuda del pecado y así reparar por el pecado cometido. El sacrificio verdaderamente grato a Dios y satisfactorio es el que compensa completamente la ofensa.
----------Los sacrificios de la Antigua Alianza, aunque queridos por Dios, son simbólicos y prefigurativos, como tales ineficaces, porque no compensan a Dios con suficiencia, no pagan toda la deuda, a diferencia del sacrificio de la Nueva Alianza, por el cual, siendo el sacrificio del Hijo de Dios, Cristo nos redime (re-d-emptio), es decir, nos adquiere para el Padre al precio de su sangre, sacrificándose a Sí mismo en la cruz, y compensando al Padre sobreabundantemente por la ofensa del pecado.
----------Nuestro Señor Jesucristo cambia la voluntad del hombre, la cambia desde la malicia hacia la justicia, con el sacrificio de la Cruz, que acepta y cumple para ablandar los corazones más endurecidos, ya que ¿cómo es posible no conmoverse ante el gesto del inocentísimo Hijo de Dios, que ha cargado sobre Sí mismo el peso de nuestras culpas, Se ha ofrecido en nuestro lugar al Padre como víctima de expiación, ha soportado por amor nuestro tantos amargos sufrimientos para liberarnos de la tiranía del demonio, ha pagado con Su sangre una deusa altísima por nosotros, deudores insolventes, obteniéndonos no sólo la remisión de los pecados, sino también mucho más: la filiación divina y una gloria eterna?
----------Bruni no debería valerse del lenguaje económico, sino que debería más bien y ante todo sentirse honrado, como economista que es, de que Dios se haya dignado usar un lenguaje tan material y fácil de comprender para expresar el misterio de su justicia y de su misericordia.
   
Una interpretación abominable
   
----------Después Bruni, con razón, tras haber aprobado la idea de Recalcati de que Caín aspiraba a ser el único amado de su madre, se disocia de la interpretación calumniosa que Recalcati hace luego de este deseo, que, según Recalcati, estaría en el origen del asesinato de Abel, en cuanto "Abel habría sido 'el intruso que se interpone entre él y su madre, destrozando el carácter incestuoso de esta pareja' y por lo tanto 'Caín asesina a Abel para permanecer junto a Eva, para seguir siendo su único hombre' (pp.50-51)".
----------Bruni refiere que Recalcati, para sostener su horrenda y blasfema interpretación, se basa sobre las palabras de Eva, cuando le nace su hijo Caín: "He adquirido un varón al Señor" (Gén 4,1). El término hebreo para indicar el hijo es ish, que en realidad significa "varón". Recalcati, en su fantasía morbosa, piensa aquí en el hombre maduro. Por el contrario, el término "varón" aquí significa sencillamente un individuo de la especie humana y, por lo tanto, en la mente de Eva se trata simplemente del varón que ella, por bondad de Dios, ha concebido, que puede ser también el embrión o el feto.
----------Por consiguiente allí, como aparece evidente a partir del texto, se trata simplemente de las palabras que Eva pronuncia por haber dado a luz a Caín, y son palabras de una mujer de fe, que entiende que el hijo es un don de Dios. Ciertamente, se requiere una mente corrompida por imágenes obscenas, para ir y leer en esas inocentes palabras de Eva la alusión al oprobio de un amor incestuoso.
----------Sin embargo, debo decir que la desaprobación de Bruni es demasiado blanda. Dice: "Dejamos a Recalcati la libertad de añadir nuevas interpretaciones al texto, aunque no nos convenzan". Evidentemente a Bruni, la buena reputación de Eva, la progenitora de la humanidad, la Madre de los Vivientes, aquella a la que los Padres han puesto en relación con la Virgen Nuestra Señora, no le interesa mucho. A nadie le vendrá en mente promover la causa de beatificación de Eva, pero incluso hacerla hacer tal figura es un invento de pésimo gusto, digno de alguien que de la Biblia entiende tanto como yo entiendo el idioma chino.
----------Se podría hacer la observación, por otra parte, de que por cuanto respecta al origen de la malicia humana, es necesario remontarse más atrás de Caín y llegar, como nos indica el relato genesíaco, a los mismos Adán y Eva. De todos modos sigue cierto lo que dice Bruni de que anteriormente al pecado de Caín, debemos considerar la bondad y perfección moral de Adán, salido de las manos creadoras de Dios. No hubiera estado mal, sin embargo, que Bruni recordara que, siempre ateniéndonos al relato bíblico, la pareja primitiva peca bajo la instigación de la serpiente, es decir, del demonio.
   
La fraternidad requiere la paternidad
   
----------Cabe señalar también que Bruni, justamente atraído por la atención de Recalcati por el valor de la fraternidad humana, sin embargo, olvida señalar la falsedad de la afirmación de Recalcati, según la cual "el amor al prójimo es la última palabra y la más fundamental a la cual llega el logos bíblico". Eso no es cierto en absoluto. La Biblia no se limita a ser un tratado de ética social, aunque la Iglesia extraiga de la Biblia su doctrina social, que es más inteligente, más sabia y más eficaz que la de cualquier otra religión o filosofía humana.
----------Por el contrario, la sustancia del mensaje bíblico, la divina revelación que la Biblia nos da, la sabiduría en la cual nos instruye, su incomparable utilidad, su insuperable sublimidad, su última mira, la instancia humana fundamental que ella satisface, el estímulo al bien que de ella se desprende, la inexaurible fuerza moral que de ella se extrae, no hace referencia al hombre sino a Dios. La Biblia ama al hombre por amor a Dios, para conducirlo a Dios, porque ve a Dios en él. No ama al hombre como si fuera lo absoluto, como un ídolo, como hace Marx. O porque le venga bien como a Hume, a Bentham o a Bertrand Russell.
----------En la Biblia, el hombre no es esclavo del hombre, pero tampoco es opresor del hombre. El hombre es hermano del hombre. En esto Recalcati tiene razón y Bruni lo reconoce. Pero luego todo se detiene allí. Ni Recalcati ni Bruni se hacen la pregunta que debemos hacernos al hablar de la fraternidad humana: si los hombres son hermanos, ¿quién es su padre? Es aquí donde se va al traste el falso igualitarismo iluminista de Recalcati. Y lamentablemente Bruni no desenmascara esta hipocresía.
----------Los hombres no tienen padre, le ha enseñado Sigmund Freud al psicoanalista Recalcati, ¡porque lo han asesinado! Porque ansiaban un amor incestuoso con su madre, ¡han estado celosos de su padre! Y aquí de nuevo estamos inmersos en la obscenidad y en la blasfemia. Si Recalcati hubiera leído mejor la Biblia, se habría dado cuenta de que sí, ciertamente, nosotros "asesinamos" (por así decirlo) a nuestro Padre, pero porque nos hemos rebelado contra Él con la soberbia, la impiedad y el ateísmo, porque, seducidos por el demonio, hemos desobedecido a su ley y queremos ponernos en su lugar.
----------Recalcati tiene razón (y Bruni lo reconoce) en que la Biblia nos dice que el hombre puede pasar de la malicia a la bondad. Pero Recalcati olvida un dato determinante en esta gravísima cuestión: que para la Biblia los hombres devienen hermanos solamente gracias al Padre y al sacrificio del Hijo.
----------En cambio, para Recalcati los hermanos tienen que arreglárselas por sí solos, porque no tienen en el cielo un Padre amoroso que los socorra, los corrija, los conforte y ponga paz entre ellos. El freudiano Recalcati, acerca de esta cuestión de Dios Padre, evidentemente no puede seguir la Biblia, sino que se sitúa en las huellas de la fraternité sin paternité, que es propia del iluminismo, de la masonería, y también de Kant, los cuales nos aseguran que saben cómo guiar a la humanidad de la malicia a la bondad con las fuerzas de la sola razón y de la sola buena voluntad, sin necesidad de revelaciones divinas, de gracia y de sacrificios expiatorios, fuentes de sentimientos de culpa, de neurosis, de fanatismo y de superstición. Y así estamos.
----------La fraternidad universal, fundada solamente en la razón, es posible como paso inicial y preparatorio. Es el vínculo de todo hombre con cualquier otro hombre en cuanto hombre, comprensible y aceptable por todo hombre razonable que no sea esclavo del odio o de la facciosidad, el hombre que sabe reconocer al hombre en cada hombre, más allá de la simple fraternidad de sangre, es un valor importante reconocido por Recalcati, que encuentra eco en Bruni y que es promovido hoy con vigor por el mismo papa Francisco.
----------Sin embargo, es necesario recordar, junto y por encima del valor de la fraternidad universal, fundado en la simple razón, también y sobre todo el valor de la fraternidad cristiana, fundado sobre la fe cristiana, la cual ve en el hermano a un hijo de Dios en acto o en potencia. Es esta precisamente aquella fraternidad de la cual habla Cristo: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?". Luego, extendiendo la mano a sus discípulos, dijo: "He aquí mi madre y he aquí a mis hermanos; porque cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es para mí hermano, hermana y madre" (Mt 12,48-50).
----------Es evidente que la intimidad fraterna que puede existir entre hermanos de fe, unidos en Nuestro Señor Jesucristo, es muy superior a la fraternidad meramente humana, que podemos lograr con un individuo de nuestra misma especie, aunque también fuera un familiar nuestro, aunque no-creyente, por mucha afinidad natural que pueda existir entre nosotros y él. Y por el contrario, es muy triste que suceda que entre hermanos de fe se verifiquen contrastes y conflictos, por envidias o celos u otros vicios, que frecuentemente no nos suceden con hombres no-creyentes, pero que son hombres honestos y virtuosos.
----------En todo caso, reconociendo también valores, quiero igualmente citar las palabras de Recalcati, que Bruni menciona al final de su artículo, acerca del valor de la fraternidad: "La fraternidad es el índice del carácter insuperable y vinculante de la relación con el Otro, no tanto con el hermano de sangre, con el más cercano, sino sobre todo con el desconocido, con el hermano que aún no tiene nombre".
----------Y para finalizar, cito el comentario que a esa frase hace Bruni: "Una fraternidad diferente, nueva, aquella que tiene en la parábola del Buen Samaritano un icono insuperable: el 'hermano' no es el vecino (de sangre, de etnia, de pueblo…), sino que lo es quien se inclina sobre el que 'había caído en manos de bandoleros'. Todos somos capaces de inclinarnos sobre las víctimas, de no matar todavía a Abel, sino de salvarlo, porque antes de ser herederos de Caín, somos herederos de Adán, de eso 'muy bello y muy bueno', hecho 'poco menos que Elohim'. Todo humanismo que lo ha olvidado, que ha puesto el alfa en la naturaleza de Caín, ha seguido generando sus mismos fratricidios. Somos capaces del gesto de Caín, ciertamente, y lo vemos mil veces al día; pero antes y por encima de eso somos más capaces del gesto de Adán que, a diferencia de su hijo, era capaz de custodiar (Gén 2,15). Y somos capaces del gesto de Elohim, que nunca deja de oler la sangre de Abel, que la tierra nunca ha absorbido y que nunca deja de poner sobre Caín su señal de vida".

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