lunes, 14 de febrero de 2022

Los pastores y su medicina en tiempos de sufrimiento

"Pésame, Dios mío, porque pecando te he ofendido... pésame por el infierno que he merecido...", es lo que recitamos en el Acto de Contrición. Pero... ¿creemos realmente en lo que decimos al recitar el Pésame? Da la impresión que en estos difíciles años de prueba, no solo muchos fieles laicos, sino también muchos pastores, han perdido de vista que, precisamente por nuestros pecados, merecemos los divinos castigos.

----------Una de las varias piadosas fórmulas del Acto de Contrición nos hace recitar: "Dios mío, me arrepiento de todo corazón de todos mis pecados y los aborrezco, porque al pecar, no sólo he merecido los castigos establecidos por ti justamente, sino principalmente porque te ofendí, a ti sumo Bien y digno de amor por encima de todas las cosas". Estas palabras plenas de sabiduría, inspiradas en las Sagradas Escrituras y en la más genuina ascética cristiana, están hoy en peligro, por no decir que están siendo rechazadas, por la turbia y fangosa oleada de buenismo, que amenaza con sumergirnos a todos, con su falsa caridad, y que, en cambio, es un virus aún más peligroso que el coronavirus, porque el virus del Covid ha sido inventado por la naturaleza, mientras que el virus del buenismo es una invención del demonio.
----------Digamos entonces que en los momentos de pública calamidad, como estos del coronavirus, momentos en los cuales las almas están asustadas y angustiadas, momentos que ven a la naturaleza como una diosa cruel, dudan de la bondad y de la omnipotencia divina, piensan que Dios no se interesa por nosotros, o se preguntan acerca de cual es el mensaje que quiere darnos Dios con esta desventura, los pastores, como buenos médicos del espíritu, están más que nunca llamados, junto con los médicos del cuerpo, a preparar convenientemente a los fieles y a todos los hombres de buena voluntad tratamientos médicos recabados de la práctica de Jesucristo, Médico celestial, y de esa maravillosa y milagrosa farmacia que es la Sagrada Escritura.
----------Por lo tanto, los pastores tienen la obligación de conocerla e interpretarla bien, rechazando las falsas interpretaciones, y prestando atención a no confundir medicamentos por venenos y venenos por medicamentos. Es una tarea delicada, porque algunos fármacos bíblicos parecen venenos y algunos aparentes venenos son en realidad fármacos; ciertas curas dolorosas en realidad hacen bien, mientras que ciertos paliativos placenteros o aparentemente sabios dejan al enfermo tal como está o incluso empeoran la enfermedad.
----------En estas circunstancias, por consiguiente, los pastores (obispos y sacerdotes) están llamados, junto con los médicos del cuerpo, a un supremo empeño y compromiso en las obras de la misericordia: los médicos en la misericordia corporal, los pastores en la misericordia espiritual. Y en particular están llamados a instruir con la Palabra de Dios acerca de las medicinas que deben tomarse y los tratamientos que deben adoptarse, para instruir a aquellos que no entienden lo que está sucediendo o que se engañan ilusoriamente a sí mismos pensando que pueden resolverlo todo con medios simplemente humanos.
----------Los pastores, en consecuencia, están llamados a aconsejar a los escépticos, que dudan de la divina Providencia, o que dudan incluso de la misma existencia de Dios, o que en todo caso se sienten abandonados por Dios, o son tentados a maldecirlo y a dejarse llevar por la desesperación; y deben aconsejarlos haciéndoles comprender que en realidad Dios está siempre presente con su misericordia, aunque su justicia exige que nos purifiquemos de nuestros pecados con la sangre de Nuestro Señor Jesucristo.
----------Hoy los obispos y sacerdotes están llamados tambien a amonestar a los pecadores, a hacerles presente que Dios, tan justo como misericordioso, castiga el pecado, exhortándolos a retornar a Él, aprovechando este período de sufrimiento, para pagar por los pecados, uniéndose a la cruz de Cristo, y advirtiéndoles, que si oportuna y prontamente no se convierten, les sucederá incluso algo peor y de hecho terminarán en el fuego eterno. Lo cual es algo que debemos recordar todos, porque todos podemos caer en pecado.
----------Los pastores están llamados también a consolar a los afligidos con una medicina que a primera vista parece más a propósito para suscitar la indignación contra Dios antes que para favorecer la resignación y la confianza en Él. En efecto, recordar a quien ya está bajo el peso de la desgracia que ella es un castigo divino por los pecados, puede ser demasiado para quien, inocente y ya sufriendo, puede recibir la impresión de que lo que él padece es el castigo por sus pecados. Los predicadores, por lo tanto, deben tener cuidado de precisar que Dios castiga a los pecadores y no a los inocentes y que, si los hace sufrir, es para unirlos a la cruz de Cristo. La medicina consoladora es entonces precisamente la conciencia de padecer con Cristo.
----------Hoy es más necesario que nunca que los predicadores expliquen a los fieles que sufren, pero que necesitan conversión, que Nuestro Señor Jesucristo, Médico de las almas y de los cuerpos, les ofrece por medio de los sacerdotes, médicos del espíritu, una curación que, a semejanza de la curación del cuerpo, podría ser denominada "terapia de apoyo", tal como se define en medicina un tratamiento consistente en una composición de variados fármacos, todos ellos destinados a tratar una misma patología.
----------Decimos que un médico es un buen médico no cuando deja al enfermo tal como está, sin curar su enfermedad, por no querer suministrarle una cura dolorosa, sino que sólo es buen médico aquel que lo cura, aún cuando se trate de una cura dolorosa. Pues bien, podríamos muy bien decir que Dios con la presente pandemia se está comportando al modo de un buen médico. Dios nos habla y nos cura por medio de la Escritura; y ella, en efecto, mediada por la doctrina de la Iglesia, nos ofrece un conjunto orgánico de fármacos, que son conceptos de fe, los cuales, asumidos y puestos en práctica por los fieles, constituyen una cura para el espíritu, a punto tal que nos permite superar la presente prueba, sin que ello deba en absoluto excluir la adopción de todos los medios humanos posibles para curar el cuerpo y vencer al mal.
----------Esta que llamamos "terapia de apoyo" está constituida por la composición lógica y consecuente de los siguientes conceptos: bondad divina, justicia y misericordia divinas, concepto de pecado, pecado original, castigo del pecado, arrepentimiento, penitencia, sacrificio de Cristo, perdón divino, salvación.

10 comentarios:

  1. "Esta que llamamos "terapia de apoyo" está constituida por la composición lógica y consecuente de los siguientes conceptos: bondad divina, justicia y misericordia divinas, concepto de pecado, pecado original, castigo del pecado, arrepentimiento, penitencia, sacrificio de Cristo, perdón divino, salvación."

    No me parece que todos esos conceptos estén demasiado presentes en la actual predicación de los sacerdotes de la Iglesia conciliar en las parroquias, más bien me parece que están totalmente ausentes.

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    1. ¿"Iglesia conciliar"? ¿A qué te referís Fabián? ¿A qué Iglesia llamás "conciliar"?

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    2. Estimado Fabián,
      ante todo, tenga usted en cuenta que la frase de mi artículo que usted cita implica el contexto al que se refiere, es decir, este tiempo de pandemia del covid-19, en la que es más necesaria que nunca la predicación de esa "medicina" espiritual que, como he dicho, podemos encontrar en la "farmacia" de la Sagrada Escritura. Al respecto, en mi artículo denuncio (como igualmente he hecho en otros varios artículos desde el inicio de la pandemia) la reticencia en predicar estas verdades, fundamentalmente en razón del buenismo imperante.
      En segundo lugar, no creo adecuado el uso que usted hace de la expresión "iglesia conciliar", como si esa reticencia homilética perteneciera sólo a un sector en la Iglesia (¿toda la actual Iglesia despues del Concilio? ¿deberíamos entender que usted se refiere al sector filo-modernista?). De ahí que es mejor indicar de modo general la herejía en cuyo contexto vige esta reticencia homilética, y ella es la herejía del buenismo.
      Dicho eso, debo decir, por último, que el buenismo, si bien se nota mucho en los sectores filo-modernistas de la Iglesia, por ser la mayor minoría, eso no quita que también se nota esa reticencia homilética buenista en la minoría menor, de los sectores filo-pasadistas. El buenismo campea por doquier, tanto en el mal llamado progresismo como en el mal llamado tradicionalismo. Para comprobarlo, basta con hacer una breve recorrida por las predicaciones de unos y otros, a las que podemos acceder gracias a la difusión que han tenido y siguen teniendo tales homilías desde el inicio de la pandemia.
      Los errores buenistas no son características del modernismo, sino que también son compartidos (al menos en la práctica) por predicadores pasadistas.

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    3. Querido Ernesto,
      no es tan difícil suponer que la expresión Iglesia conciliar usada por Fabían se refiere al nuevo modo de ver y vivir la Iglesia surgido a partir del Concilio Vaticano II, tanto sea con las nuevas explicitaciones doctrinales del Concilio como con las directrices pastorales impulsadas por el Concilio. Por supuesto, no hay nada de malo en tal expresión en sí misma, pues del mismo modo se puede hablar de una Iglesia del Concilio Vaticano II, también se puede hablar de una Iglesia Apostólica en los primeros siglos cristianos, en muchos aspectos diferentes a la Iglesia de los Apologetas, o a la Iglesia de los Doctores de siglos posteriores, o a la Iglesia de la Edad Media, o a la Iglesia de la contrarreforma y del Concilio de Trento. En sí misma, la expresión Iglesia conciliar se usa hoy para referirse a la Iglesia posterior al Concilio Vaticano II. El carácter despectivo que pueda asumir la expresión depende no de la expresión misma, sino de quien la utiliza.

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  2. Fabián: en todo caso es tu impresión.
    Pero te pregunto: ¿Cuántas parroquias de la "Iglesia conciliar" conoces? ¿Escuchaste la predicación en todas ellas? ¿Puedes asegurarlo?
    Además, por como usás la expresión "iglesia conciliar", mi impresión es que sos lefe. Y entonces, te pregunto: ¿se habla mucho de todos esos conceptos en tu capilla? ¿Te han predicado en estos años de pandemia que lo que sufrimos se debe a nuestros pecados, como castigo a nuestros pecados?

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    1. Estimado Cristero Argentino,
      no sé qué responderá Fabián a su pregunta, pero, si usted me lo permite, no creo que usted pueda juzgar a alguien de pertenecer a un determinado sector eclesial, por el simple uso que haga de la expresión "Iglesia conciliar". Esa expresión, considerada en sí misma, es usual para referirse a la Iglesia posterior al Concilio Vaticano II, que es la misma Iglesia Católica de siempre, pero que es la Iglesia que ha asumido las nuevas doctrinas explicitadas por el Magisterio en el Concilio y las nuevas directivas pastorales del Concilio.
      Es cierto que algunos sectores de la vertiente pasadista usan la expresión "iglesia conciliar" en modo despectivo, pero, interpretando benévolamente el mensaje de Fabián, no me consta que eso sea cierto en este caso.

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  3. Estimado padre Filemón:
    Por favor, corríjame usted si me equivoco. La expresión "Iglesia conciliar" es un modo despectivo de referirse a la comunidad de los católicos fieles a la Tradición viva de la Iglesia que ha llegado hasta el magisterio del Concilio Vaticano II y de los Papas del postconcilio. Es una expresión despectiva usada por pasadistas, y especialmente por lefebvrianos, quienes se consideran la verdadera Iglesia católica, el verdadero "resto fiel".
    Digo esto, para que aclaremos la pequeña polémica generada aquí por algunos lectores.
    Me parece que esto es bastante claro.
    Supuesto que se rechace el Concilio Vaticano II como modernista (herejía lefebvriana), entonces la llamada "iglesia conciliar" sería la que acepta el Vaticano II a la par de los anteriores concilios de la Iglesia.
    Por otra parte, a mi parecer, el hecho de que algunos sectores del pasadismo o tradicionalismo hablen de "iglesia conciliar" demuestra bien a las claras el carácter cismático de su postura ante la Iglesia Católica.

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    1. Estimado Berengario,
      es cierto que la expresión "Iglesia conciliar" se refiere, como usted dice, a "la comunidad de los católicos fieles a la Tradición viva de la Iglesia que ha llegado hasta el magisterio del Concilio Vaticano II y de los Papas del postconcilio".
      Sin embargo no es cierto que, en sí misma, esa expresión sea un "modo despectivo" de referirse a esos católicos, que son la enorme mayoría, vale decir, los simples católicos, alejados de los extremos cismáticos y heréticos, modernistas y pasadistas.
      Será una expresión despectiva, si quien la usa lo hace despectivamente.

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  4. La expresión "iglesia conciliar" fue acuñada por Mons. Giovanni Benelli, sustituto de la Secretaría de Estado de Paulo VI en la controversia con Lefebvre. La frase completa dice: “Si ellos (los seminaristas) son de buena voluntad y seriamente preparados para un ministerio presbiteral en la verdadera fidelidad a la Iglesia Conciliar, nos encargaremos de encontrar la mejor solución para ellos.”

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    1. Estimado desconocido,
      gracias por el dato que usted nos aporta. Haya sido o no Benelli el primero en usar tal expresión (¿quién puede asegurarlo?), la expresión de Benelli puede interpretarse correctamente. Manteniéndose siempre la misma la Iglesia, una, santa, católica y apostólica, guiada por Pedro y sus sucesores, ha tenido diversos jalones históricos que la marcan y le hacen tomar características particulares que exigen "verdadera fidelidad" (como dijo Benelli) a los fieles católicos de las diferentes épocas. Así ha ocurrido en la Iglesia de los primeros concilios cristológicos y trinitarios, así ha ocurrido con la Iglesia de los apologetas contra las herejías de su tiempo, así ha ocurrido en la época del gran Cisma con Oriente, o en la Iglesia del Medioevo o de la Contrarreforma, o de la Iglesia del Vaticano I contra el secularismo, y también con la Iglesia posterior al Vaticano II.

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