viernes, 4 de febrero de 2022

Breve historia de un cisma y de sus herejías (1/2)

El motu proprio Traditiones custodes del papa Francisco, en cuanto medida disciplinaria, ha afectado a una minúscula parte de los mil trescientos millones de católicos en el mundo, tal como ocurrió con el motu proprio Summorum Pontificum del papa Benedicto XVI. En uno y otro caso, los documentos pontificios permanecieron o bien ignotos o bien fuera de su interés para la casi totalidad de la masa de católicos. Para aquellos lectores que tengan acaso necesidad de remediar tal desconocimiento, presento esta brevísima historia del cisma y de las herejías que están en el trasfondo del documento emanado por el actual Romano Pontífice.

La justificación de este breve raconto histórico
   
----------Marcel Lefebvre [1905-1991] ha producido en la Iglesia católica un cisma o, como también suele decirse hoy, un estado de no plena comunión con la Iglesia, que implica indudablemente herejías, las cuales, como es frecuente que ocurra en la historia de todos los herejes, pueden permanecer en ellos como herejías materiales, en buena fe, no del todo o de ninguna manera conscientes, ni en el iniciador del cisma ni en sus seguidores. ¿Esto quiere decir que no existen verdaderos herejes? Por supuesto que existen herejes y siempre han existido, incluso desde los inicios del cristianismo. Pero es difícil y a veces hasta imposible calificarlos de tales. Por eso la Iglesia en su Magisterio lo que siempre condena son los errores que tales sujetos proponen y propagan, es decir, sus herejías, a la vez que sanciona con medidas disciplinarias aquellos pecados de los cismáticos que rompen la unidad eclesial. De ahí que, como el lector sabe, por mi parte prefiero hablar siempre de herejías, y no de herejes (se trate de Lutero, de Rahner, de Lefebvre, o de quien fuere).
----------Lo que el papa Francisco expresa en su motu proprio Traditionis Custodes y en su anexa Carta al Episcopado universal, haciendo referencia explícita a "cismáticos" que, en el seno de la Iglesia han venido instrumentalizando el motu propio Summorum pontificum del papa Benedicto XVI como bandera distintiva de su rechazo ante todo al Novus Ordo Missae, pero también de su rechazo al magisterio doctrinal del Concilio Vaticano II y de todos los Romanos Pontífices del post-concilio, nos advierte indudablemente que el Santo Padre se refiere a aquellos pasadistas (así llamados por su apego indiscriminado al pasado) que se han inspirado en las ideas que hace sesenta años atrás surgían en la mente del obispo Marcel Lefebvre durante el Concilio, y que una década después dieran origen a la que devino en cismática Fraternidad Sacerdotal San Pío X, cuyas herejías pueden resumirse muy bien en los tres rechazos pasadistas filo-lefebvrianos antes mencionados, repito: 1) rechazo al Novus Ordo Missae promulgado por el papa san Paulo VI, 2) rechazo al magisterio del Concilio Vaticano II, y 3) rechazo al magisterio de todos los pontífices del post-concilio. 
----------Años atrás, como uno de los frutos del Año jubilar de la Misericordia, el papa Francisco había concedido a todos los católicos la facultad de recibir válida y lícitamente la absolución sacramental de parte de sacerdotes miembros de la Fraternidad lefebvriana. Tal medida disciplinar del Santo Padre fue con astucia instrumentalizada por los líderes de la hermandad para subrayar aún más en su propaganda (como ellos solían decir: ¡con la confirmación de la expresa palabra del papa Francisco!) el estado (según ellos) no realmente cismático ni herético de su Hermandad, cosa que los lefebvrianos venían predicando desde siempre (es de suponer que de buena fe), pues, a su decir, su Hermandad no es una iglesia separada de la Iglesia católica y así lo expresan incluso en el frente de sus propiedades inmuebles, en las que no suele faltar algún cartelito donde se expresa, con mayor o menor disimulo, que ellos son "Iglesia Católica Apostólica Romana".
----------Tal falsificada versión de la realidad, ha ido en perjuicio de incautos fieles que comenzaron a ver a los lefebvrianos no como cristianos no-católicos, es decir, cismáticos (como lo son por ejemplo los protestantes o los ortodoxos orientales, claro que todos ellos en diverso grado de cisma y herejía y en diverso grado de comunión eclesial), sino como "católicos diferentes", como suelen decir. De ahí la difusión en los últimos años del llamado filo-lefebvrismo, o sea, cristianos que sin formar parte de la comunidad lefebvriana, sin embargo, comparten sus mismas ideas (y, por ende, sus mismos errores contra la fe divina y católica), particularmente a partir de la liberación del vetus ordo por obra del papa Benedicto, liberación que ha tenido un freno con el reciente motu proprio del papa Francisco, al haber advertido el Santo Padre la desviación cismática de estos grupos filo-lefebvrianos surgidos a la sombra de Summorum pontificum.
----------Precisamente a tales pasadistas filo-lefebvrianos (y por cierto no a los lefebvrianos de modo directo) se refiere el Santo Padre cuando expresa que la "oportunidad ofrecida por san Juan Pablo II y con mayor magnanimidad aún por Benedicto XVI para restaurar la unidad del cuerpo eclesial, respetando las diversas sensibilidades litúrgicas, ha sido aprovechada para aumentar las distancias, endurecer las diferencias y construir oposiciones que hieren a la Iglesia y dificultan su progreso, exponiéndola al riesgo de la división", lo cual evidentemente va en contra de la intención de los Papas anteriores: "el deseo de favorecer la recomposición del cisma con el movimiento guiado por monseñor Lefebvre".
----------Considero pues de utilidad para comprender la mentalidad vigente en estos grupos pasadistas surgidos en el seno de la Iglesia a partir del motu proprio Summorum pontificum, repasar la historia de quienes son en buena medida, aunque por cierto no lo digan explicitamente, por razones obvias y comprensibles, sus modelos: los lefebvrianos. Recordemos, entonces, los orígenes y la historia de esta Fraternidad lefebvriana, que en 1988 tomó (¿ya definitivamente?) el camino del cisma, estado en el que hoy se encuentran.
   
Marcel Lefebvre y los orígenes de la Fraternidad San Pío X
   
----------La Fraternidad Sacerdotal San Pío X (FSSPX) tiene sus orígenes en el rechazo al Concilio Vaticano II, sobre todo en aquello que tenga que ver con el ecumenismo, la libertad religiosa, la colegialidad episcopal, y la sagrada liturgia, por parte del grupo liderado por el obispo Marcel Lefebvre. 
----------Lefebvre fue obispo (luego arzobispo) de Dakar (Senegal) entre 1948 y 1962, así como también legado apostólico para el África francófona (1948-1959), y a continuación obispo con título de arzobispo de la diócesis francesa de Tulle durante el verano de 1962. Fue además Superior General (de 1962 a 1968) de la Congregación del Espíritu Santo, en la que había profesado en 1931. En la época del Concilio, formó parte de la minoría llamada Coetus Internationalis Patrum; un conjunto de Padres Conciliares de ideas conservadoras, entre quienes se encontraban también por ejemplo el cardenal Alfredo Ottaviani [1890-1979], mons. Luigi Maria Carli [1914-1984] y el cardenal Ernesto Ruffini [1888-1967]. También en este grupo hubo obispos argentinos, como mons. Adolfo Tortolo [1911-1986] y mons. Jorge Carlos Carreras [1906-1987] entre otros.
----------Contra lo que suelen sugerir algunos relatos de propaganda lefebvriana, de este Coetus, solo Lefebvre y el obispo brasileño Antonio de Castro Mayer (1904-1991) decidirían emprender el camino de la desobediencia y del cisma. En los años sucesivos al Concilio, concretamente en 1970, dos años después de abandonar su cargo de superior de la Congregación del Espíritu Santo, Lefebvre decidió fundar la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, por entonces con sede canónica en la diócesis de Friburgo (Suiza). Fue allí donde ese año abrió sus puertas el primer seminario de la Fraternidad, que, al cabo de unos meses, ya en 1971, se trasladó a Écône, en el Cantón del Valais (Suiza), localidad donde todavía hoy se encuentra.
----------Ya en el año 1968, Lefebvre había acogido en Friburgo a algunos seminaristas franceses que estaban en desacuerdo con las novedades que en aquellos años de aplicación de las directivas del Concilio Vaticano II, se estaban desarrollando en el Pontificio Seminario Francés de Roma. De tal modo que en el verano de 1969, el ex superior general de los espiritanos alquiló algunas habitaciones de una casa religiosa que de esta manera pasaron a constituir el Internado Internacional San Pío X, compuesto por nueve seminaristas.
   
Primeras divergencias con Roma y suspensión a divinis
   
----------Al principio, al proyecto del ex arzobispo de Dakar no le faltó el apoyo eclesiástico. De ello da fe el decreto de aprobación canónica con fecha 1 de noviembre de 1970 firmado por mons. Francoise Charrière, obispo de Friburgo. Además el cardenal John Joseph Wright, Prefecto de la Sagrada Congregación para el Clero, escribió el 18 de febrero de 1971 una carta en la que animaba a la recién nacida Fraternidad. Hay que decir que antes de 1975, Lefebvre nunca había criticado públicamente al Concilio Vaticano II ni al Papa, declarando en mayo de 1971 en una conferencia de ese año, ofrecida a los seminaristas: "Sobre todo, no digan nunca: 'Monseñor Lefebvre está en contra del Papa, o en contra del Concilio'. ¡No es verdad!".
----------Semejante declaración (aportada por el obispo lefebvriano Tissier de Mallerais en su conocida biografía del fundador de la Hermandad) sugiere preguntas cuyas respuestas no son nada fáciles: ¿acaso un obispo católico tendría necesidad de aclarar que él no está ni podría estar en contra del Romano Pontífice y de un Concilio Ecuménico? ¿Acaso un seminarista católico necesita semejante aclaración de parte de su obispo? Ubicándose tal declaración recién en 1971, cuando todavía todo estaba según regla canónica probatoria en la recién fundada Fraternidad, podemos comprender la prudencia del prelado y los riesgos de emitir indiscretas declaraciones. Me parece que no hay por qué no pensar en la existencia de buena fe por parte de Lefebvre y de sus seminaristas. Pero ¿y después? Pocos años más tarde Lefebvre y la FSSPX recibían las primeras sanciones disciplinarias. ¿Hubiera podido Lefebvre repetir aquella misma declaración de 1971 a sus seminaristas? Por cierto, hay que decir que hoy, a cincuenta años de aquel hecho, las declaraciones de los actuales líderes de la FSSPX son explícitamente opuestas a aquellas de Lefebvre  en 1971.
----------Las primeras disensiones con las jerarquías episcopales no tardarían en llegar. Ya en 1972, durante un encuentro de la Conferencia episcopal de Francia, en Lourdes, el seminario de Écône recibió el apodo de "el seminario salvaje"; mientras que, en noviembre de 1974, los obispos franceses declaraban conjuntamente que no tenían la menor intención de aceptar en sus diócesis a los sacerdotes ordenados por mons. Lefebvre. Sin embargo, la Fraternidad lefebvriana parecía estar expandiéndose: un año antes había abierto un seminario en Armada (Michigan, USA) y ese mismo año abría un seminario en Roma.
----------En junio de 1974, el papa san Paulo VI nombró una comisión formada por los cardenales Tabera, Wright y Garrone, para examinar la situación de la FSSPX. Del 11 al 13 noviembre de ese año, Écône recibió la correspondiente visita canónica de mons. Albert Descamps y de mons. Guillaume Onclin. Unos meses después, el 20 de enero de 1975, la comisión cardenalicia convocó a Lefebvre a Roma. Tras algunas reuniones entre los cardenales y el prelado (en las cuales este dio prueba de cierta obstinación en su rebeldía), mons. Pierre Mamie, obispo de Friburgo, retiró la aprobación canónica a la Fraternidad el 6 de mayo de 1975. Esto suponía que Lefebvre ya no podría ordenar sacerdotes. Pese a esta prohibición y a que se le sumaron varias admoniciones del papa san Paulo VI, el 29 de julio de 1976 Lefebvre ordenó a trece presbíteros. En consecuencia, fue suspendido a divinis, lo cual puso a Lefebvre y a la FSSPX en una postura de objetiva desobediencia al Papa, dado que no había acatado la suspensión y había seguido administrando sacramentos.
----------Cabe aclarar que, pese a la sanción disciplinaria, todavía no se había llegado a una ruptura formalmente cismática con Roma, dado que Lefebvre aún no había dado el paso de consagrar obispos sin mandato apostólico, aunque siguió ordenando sacerdotes de forma ilicita. En efecto, Lefebvre no había tomado en consideración tal posibilidad, como demuestra una entrevista periodística concedida en 1976 en la cual el prelado entre otras cosas, declaró: "No tengo ninguna intención de consagrar obispos".
   
Intentos de reconciliación y excomunión de junio de 1988
   
----------A mediados de 1978 no faltaron quienes opinaron que el inicio del pontificado de san Juan Pablo II podía ofrecer un punto de inflexión a las traumáticas relaciones de Lefebvre con Roma. El conocido anticomunismo del cardenal Karol Wojtyla y su sustancial aceptación de la celebración de la Misa según el Misal Romano publicado por el papa san Juan XXIII en 1962, antes del Concilio Vaticano II, atrajeron inicialmente a Lefebvre. Sin embargo, la simpatía de un comienzo iba a disminuir muy pronto con la publicación de la encíclica Redemptor Hominis de 1979, de la cual Lefebvre dijo: "Estoy harto de leer estas páginas de estilo moderno e ininteligible", convencido de que el documento estaba influido por el "humanismo teilhardiano".
----------Así, el documento pontificio, en lugar de ser recibido de un modo auténticamente católico, como nueva expresión del Magisterio de la Iglesia, testimonio veraz de una mejor explicitación de la Revelación, no hizo más que endurecer las posiciones del prelado francés. Parecen desarrollarse así, gradualmente, los vórtices de una oposición cada vez más nítida y categórica al magisterio pontificio postconciliar, en razón de preconceptos y de un apego fijista al pasado, en lo que parece ser una certeza subjetiva de Lefebvre de estar en directo contacto con la Tradición que, según él, el Concilio y los Papas del postconcilio traicionaban, desconociendo (quizás por carencias teológicas de antigua data) que todo el Magisterio no es otra cosa que progresiva explicitación de la inmutable Palabra de Cristo, infaliblemente asistido por el Espíritu Santo.
----------Mientras tanto, la Santa Sede, con paciencia y magnanimidad, no dejaba de instar a Lefebvre y a la FSSPX a la obediencia y a la reconciliación. Y en tal contexto, a fines de 1981 se produjo el nombramiento del cardenal Joseph Ratzinger como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, quien en medio de sus altas y complejas tareas como principal colaborador del Romano Pontífice, también cargaba con la ardua responsabilidad de ayudar a recorrer a los lefebvrianos el camino de la conversión y de la reconciliación con la Sede Apostólica. En tal sentido, en 1982, el cardenal Ratzinger envió una carta a Lefebvre garantizándole la posibilidad de utilizar el misal de 1962 a condición de aceptar plenamente el Concilio Vaticano II, obteniendo no obstante como respuesta la negativa del obispo rebelde, que seguía suspendido a divinis.
----------Aquel suceso de 1982, es decir, la admonición del cardenal Prefecto de la Fe a Lefebvre y a su hermandad para que acepten las doctrinas enseñadas por los documentos del Concilio Vaticano II, con el obstinado rechazo de quienes ya se perfilaban como formales cismáticos, se prolongó en el tiempo y se repitió bajo otros matices veinte años después. El mismo prelado, pero ahora siendo papa Benedicto XVI, ya con la divina autoridad que le confería el carisma docente y de gobierno de la Iglesia, solicitaba a los lefebvrianos, ya fallecido su fundador, la aceptación de los aspectos doctrinales de los textos conciliares. Pero Benedicto XVI tuvo la negativa lefebvriana como única, constante y obstinada respuesta de los cismáticos.
----------Otro importante hito en aquellas ríspidas relaciones por parte de Lefebvre con la Santa Sede, ocurrió a causa de la promulgación del actual Código de Derecho Canónico en 1983. Para Lefebvre, resultaba "imposible aceptarlo por completo; pues en algunos pasajes esenciales favorece la herejía". El vórtice lefebvriano, de rechazo a todo lo que tan solo oliera a Concilio Vaticano II, se extendía ahora al Derecho Canónino, como se extendería una década después al Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado por el papa san Juan Pablo II en 1992, ya muerto Lefebvre. Fue en los inicios de la década de los años 1980s en que se produjo un evidente cambio en la conducta del prelado ya que, por un lado, empezó a denunciar públicamente los que él consideraba escándalos cometidos por las autoridades vaticanas y, por otro, comenzó a considerar la posibilidad de consagrar obispos con el fin de dar continuidad a la guía de su Fraternidad tras su muerte.
----------El 27 de octubre 1986 tuvo lugar en la ciudad de Asís el primer encuentro, organizado por el papa san Juan Pablo II, con los principales representantes de las religiones del mundo para rezar juntos por la paz en el mundo, despertando las iras de Lefebvre que descalificaría el acto con estas palabras: "El pecado público contra la unicidad de Dios, contra el Verbo Encarnado y su Iglesia es horroroso: Juan Pablo II animando las falsas religiones a que recen a sus falsos dioses: escándalo inconmensurable y sin precedentes". Sin embargo, el encuentro interreligioso de Asís no era más que una aplicación pastoral (aunque eventualmente con los claroscuros, aciertos y errores pastorales del caso) de las enseñanzas doctrinales sobre el ecumenismo y el diálogo interreligioso que el propio Lefebvre había firmado a una con el Episcopado de todo el mundo durante las labores del Concilio Vaticano II. Por ende, el desequilibrio psicológico y la contradicción intelectual que se advierten en esta actitud del obispo rebelde parecen indudablemente tener su enfermiza raíz al menos desde dos décadas antes, en el contexto mismo de las mismas labores conciliares.
----------Fue también en 1986 cuando Lefebvre comenzó a pensar en poner ya en obra su idea de consagrar a un sucesor; decisión que tomó definitivamente a principios de 1987, cuando recibió la respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe a propósito de unos dubia que él había presentado dos años atrás. El prelado consideraba muy grave pensar que el hombre "puede actuar públicamente en materia religiosa sin que el Estado pueda intervenir" y no encontró en la Santa Sede aprobación a su pensamiento, cosa que evidentemente Roma no podía hacer, por ser obviamente contrario a la doctrina de la libertad religiosa.
----------Durante el verano de 1987, Lefebvre anunció que quería llevar a cabo la consagración de un obispo para perpetuar la guía de la FSSPX, escribiéndole sin embargo al cardenal Ratzinger para obtener su autorización con vistas al mandato apostólico. El Prefecto de la Congregación de la Fe se mostró dispuesto a conceder lo solicitado, con tal que Lefebvre corrigiese sus posiciones sobre el Concilio y sobre la Misa de Paulo VI. No obstante esta anuencia vaticana a la consagración de un obispo para la FSSPX, tales condiciones causaron una cerrazón aún más obtusa en el obispo rebelde, quien declaró: "Eminencia, aunque Ustedes nos lo otorguen todo: un Obispo, cierta autonomía con respecto a los obispos diocesanos, la liturgia de 1962, lo de seguir con nuestros seminarios… nosotros no podemos colaborar porque trabajamos en dos direcciones distintas: Ustedes trabajan para la descristianización de la sociedad, de la Iglesia, nosotros para su cristianización…".
----------Expresiones como la citada en el párrafo anterior, se repitieron una y otra vez en Lefebvre durante este tiempo. Para cualquier honesto católico, se trata de expresiones que escandalizan, y convierten en pálidas incluso las expresiones de un Martín Lutero en los más duros momentos de la rebeldía del reformador alemán. Como he dicho al inicio de este artículo, dejando de lado la buena o mala fe de Lefebvre, es decir, dejando de lado su personal estado de conciencia, por lo cual evito cualificarlo como hereje, no existe ninguna duda de que expresiones de este tipo, y peores aún, todavía más claras y explícitas en sus errores doctrinales, son un indicativo de que ya hallamos en él verdaderas y propias herejías.
----------A pesar de la obstinación de Lefebvre, la Santa Sede siguió ofreciendo a Écône la posibilidad de usar el Misal de 1962, de formar y ordenar sacerdotes, de seguir gozando de cierta autonomía y, además, de proceder a una consagración episcopal tras previa visita de un cardenal que examinara y aprobara al suspuesto candidato. Lefebvre, sin embargo, no ablandó su postura, como queda evidenciado en sus palabras pronunciadas en Fátima el 22 de agosto de 1987: "¿Para qué aguardar más? ¡Procedamos ya a la consagración! Propongo la fecha del Día de Cristo Rey, el 25 de octubre". Sin embargo, eso no sucedió en esa fecha.
----------El paciente trabajo del cardenal Ratzinger para sanar la fractura, llevaría a Lefebvre a reconocer en la primavera de 1988 que "se le han brindado oportunidades que parecen extraordinarias", llegando incluso a mencionar un posible acuerdo condicionado a: "si Roma acepta dejarnos hacer la experiencia de la Tradición". La ambigüedad de tal expresión de Lefebvre, y conociendo en retrospectiva la falsificación que de la Tradición han hecho sus continuadores (por cierto en total sintonía aquí con los presupuestos "dogmatizados" por su fundador), hace evidente que una vez más, la iniciativa de Roma fracasaría.
----------Cuando, en noviembre de 1987, el cardenal Edouard Gagnon hizo un visita al seminario de Écône acompañado por mons. Camille Perl (aclaremos que ninguno de los dos consideraba con recelo la obra de la Fraternidad), Lefebvre aprovechó para pedir a Roma que la FSSPX pudiese organizarse de manera análoga a las órdenes militares; pero la Santa Sede no envió respuesta alguna. A estas alturas y frente a los tiempos y esperas usualmente determinados por Roma, Lefebvre perdió la paciencia y amenazó con ordenar tres obispos en junio de 1988, de modo que el cardenal Ratzinger creyó oportuno proponer una serie de coloquios para resolver la situación, diálogos que deberían sostenerse en el mes de abril.
----------En gran parte gracias al empeño y esforzado trabajo del cardenal Ratzinger, y pese a las dudas y vacilantes actitudes de Lefebvre, el 5 de mayo de 1988 se llegó a la firma, en Roma, del Protocolo de acuerdo entre la Santa Sede y la FSSPX; un documento en el que el Vaticano establecía la posición canónica de la FSSPX (que pasaría a ser una sociedad de vida apostólica de derecho pontificio manteniendo "cierto nivel de exención respecto a los obispos diocesanos, por lo que se refiere al culto público, la cura animarum y las otras actividades apostólicas"), revocaba la suspensión a divinis de Lefebvre, establecía un acuerdo para aquellas casas y lugares de culto de la FSSPX edificados sin autorización episcopal y, sobre todo, admitía la consagración de un obispo procedente de los miembros de la Fraternidad; mientras que, por su parte, Écône se comprometía a permanecer fiel al Papa, reconocer la validez de los Sacramentos celebrados con el nuevo rito y evitar polémicas concernientes a la interpretación de los aspectos doctrinales del Concilio Vaticano II.
----------No obstante, tan solo un día después de firmar, Lefebvre decidió volver sobre sus pasos, imponiendo a Roma la fecha límite del 30 de junio para la ordenación de un Obispo; expresando que de lo contrario lo ordenaría sin mandato pontificio, declaración por la que recibió la admonición del papa san Juan Pablo II. El motivo de esta actitud de Lefebvre parece haber sido el enterarse que el card. Gagnon, encargado de buscar un posible candidato para consagrar un obispo dentro de la misma Fraternidad, no había encontrado aún ninguno que le pareciera adecuado. Por ese motivo, Lefebvre se inclinó a considerar que la intención de Roma era que el sucesor tendría que venir de fuera de la FSSPX; algo que Lefebvre no estaba dispuesto a aceptar. Pese a la admonición pontificia, el 15 de junio de 1988, Lefebvre, durante una rueda de prensa, manifestó públicamente su intención de llevar a cabo las consagraciones en la fecha por él anunciada.
----------El 17 de junio de 1988 el Prefecto de la Congregación para los Obispos, cardenal Bernardin Gantin, envió a Lefebvre una firme admonición canónica "por mandato del Sumo Pontífice", carta en la que se afirma con extrema claridad lo siguiente: "Vuestra Eminencia y los obispos ordenados por V.E. incurrirán ipso facto en la excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica conforme al can. 1382". El papa san Juan Pablo II intentó in extremis impedir la ruptura definitiva enviando, el 29 de junio, a Lefebvre un telegrama a través del cardenal Ratzinger en el que el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe escribió: "Por el amor a Cristo y a su Santa Iglesia, el Santo Padre le pide paterna y firmemente a V.E. que salga hoy mismo para Roma sin realizar el 30 de junio las ordenaciones episcopales que ha anunciado".
----------A pesar de todos los intentos y admoniciones del Papa por la reconciliación, el 30 de junio de 1988 Lefebvre consagró sin mandato pontificio a cuatro obispos: el suizo Bernard Fellay, el español Alfonso de Gallareta, el francés Bernard Tisser de Mallerais y el inglés Richard Williamson. Este último fue luego expulsado de la FSSPX por desobediencia, en 2012, produciéndose así una nueva división y una nueva sangría interna, de las varias que ha tenido la Fraternidad en el curso de su breve historia.
----------En consecuencia, Lefebvre y los cuatro obispos que fueron consagrados incurrieron así en la excomunión latae sententiae, al igual que el obispo emérito de la diócesis de Campos (Brasil), Antonio de Castro Mayer. La comunicación de la Santa Sede intitulada Edicto de declaración de la excomunión, emitida por la Congregación de los Obispos, explicita los motivos de la medida con estas palabras: "Por haber participado directamente en la celebración litúrgica como consagrante y por haber dado su pública adhesión al acto cismático". De paso, es conveniente subrayar que esta es una de las varias declaraciones del Romano Pontífice y de sus órganos representativos, en que se habla explícitamente de cisma para el caso de la FSSPX.
----------El papa Francisco, como hemos visto anteriormente, también recurrió a la categoría de "cisma" para cualificar el actual estado de la FSSPX. Curiosamente, semanas atrás, en una entrevista, el obispo lefebvriano Fellay indicaba a sus adeptos, en uno de repetidos intentos por procurar que la comunidad siga siendo considerada "católica", que "no existe ninguna declaración de Roma en la que se califique de cisma a la Fraternidad". Por cierto, es risueño que el mismo prelado lefebvriano refiera en su favor la benévola expresión a la que hoy la Santa Sede usualmente recurre para evitar en la generalidad de los casos el término cisma: "no plena comunión en la Iglesia", cuando son los mismos lefebvrianos los que siempre han criticado ese, según ellos,  "eufemismo" que la Iglesia usa para no calificar de cismáticos a los protestantes. 
----------Vale también tomar nota que antes del acto formalmente cismático de 1988, cuanto más Lefebvre se acercaba al cisma, más perdía el apoyo de aquellos obispos de aquel viejo Coetus Internationalis Patrum que durante el Concilio Vaticano II habían colaborado con él como minoría conservadora en oposición a la progresista. Así, por ejemplo, el citado mons. Luigi María Carli, frente a esta situación, ya no sostuvo el arzobispo francés y el cardenal Giuseppe Siri [1906-1989], considerado un prelado conservador y muy respetado por Lefebvre, vio a su parecer frustrados los intentos de reconciliación entre Roma y Écône incluso antes de la excomunión del junio de 1988. Respecto a mons. Luigi Maria Carli, es siempre muy útil repasar sus reflexiones en su conocido libro Tradizione e progresso nella Chiesa dopo il Vaticano II (mal intitulado Tradicionalistas y progresistas, en la edición argentina de editorial Organización San José, Buenos Aires 1970). Leyendo esta obra se advierte hasta qué punto las posiciones de prácticamente todos los miembros del viejo Coetus eran las de claros defensores de un sano tradicionalismo, y no del pasadismo de Lefebvre.

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