viernes, 18 de febrero de 2022

El modernismo de ayer y el de hoy

No han sido escasos los artículos que ya hemos dedicado en este blog a señalar el perfil del actual modernismo, en muchos aspectos diferente al modernismo de la época de san Pío X. De las dos grandes herejías que hoy laceran el tejido eclesial, modernismo (falso progresismo) y pasadismo (falso tradicionalismo), la más grave y difundida es la primera; por lo cual dedicamos a la crítica del modernismo la mayor cantidad de publicaciones. Hoy brindamos una reseña histórica y comparativa entre el modernismo de ayer y el de hoy.

----------La polémica contra el modernismo y su receptáculo de herejías se encuentra hoy casi exclusivamente en los ambientes pasadistas, los cuales denuncian con agudeza el retorno de este fenómeno, por ejemplo en el rahnerismo; pero luego se nos caen nuestros brazos de desaliento cuando algunos de estos pasadistas acusan de modernismo al Concilio Vaticano II y a todos los Papas posteriores.
----------Es evidente, entonces, que es necesario con urgencia aclarar qué se debe entender por esta palabra: modernismo. Y ante todo, debe decirse que el término tiene una referencia histórica precisa: la famosa carta encíclica Pascendi Dominici Gregis del papa san Pío X [1903-1914]. Allí se da una definición muy clara y articulada de lo que el Papa entiende por modernismo. Este documento pontificio es un pequeño tratado sobre la materia, en el cual, sin embargo, se evidencian casi exclusivamente los errores del modernismo, sin reconocer ninguna instancia positiva, como sucedía a menudo en el Magisterio de la Iglesia del pasado. La Iglesia, de hecho, salvo raras excepciones, aparecía no tanto como Mater et Magistra, sino más bien como una concienzuda vigilante de tránsito siempre pronta a señalar las infracciones.
----------Sin embargo, hay que tener presente que, como en muchos fenómenos de la historia del espíritu, por modernismo se pueden entender dos cosas. En primer lugar, el modernismo en sentido histórico, que ya ha quedado ahora encerrado y clausurado en los tiempos de san Pío X, según el perfil con el que este Santo Pontífice lo describiera, y aquí la historia no se repite; este modernismo está bien descrito por el papa Sarto, por lo cual me remito a la encíclica y no hay ni siquiera necesidad de resumir aquí su naturaleza.
----------En segundo lugar, se puede entender el modernismo como cierta tendencia perenne y por tanto todavía actual del espíritu, la cual tiene su origen o inspiración en la descripción hecha por la mencionada encíclica, pero que en el fondo es independiente de ella, y trasciende esas contingencias históricas; por lo cual de algún modo existía ya antes, un modernismo en un sentido más amplio, como idolatría de la modernidad o del tiempo presente, como modo falso de ser modernos, en cuanto efecto no de un escrutinio o cribado crítico de la modernidad a la luz del Evangelio, sino como examen crítico del Evangelio (un cierto "método histórico-crítico" en exégesis) a la luz de una verdadera o supuesta modernidad.
----------En tal sentido, hay que decir que el modernista es un fenomenista historicista, un evolucionista relativista al cual no le interesa una verdad objetiva, universal, absoluta y eterna, en la cual no cree, y que juzga con desprecio "abstracta", ilusoria, nociva o cuanto menos inútil. Para el modernista, la verdad es hija del tiempo y relativa al tiempo. No existe la verdad, sino solo variadas verdades concretas y mutables según las variadas y diversas culturas, según los puntos de vista y según las diferentes épocas.
----------El modernismo, hoy más que nunca, se combina con el más confusionario sincretismo que, pregonado por hábiles impostores, que saben hacerlo venerable para la multitud de los ingenuos y desprevenidos, va a ensamblar y a terminar en filosofía y teología, en el más absoluto desprecio del principio de no-contradicción, tal vez con la excusa de la dialéctica, las más bizarras y absurdas teorías, que incluso un seminarista de la primera mitad del siglo pasado, formado en santo Tomás de Aquino y en el Gredt, habría podido fácilmente refutar. Un ejemplo entre miles de esto: la mescolanza entre cristianismo y budismo que se puede encontrar en los libro de Raimundo Panikkar [1918-2010], con seductores pero engañosos títulos, como: El silencio de Dios. La respuesta de Buda, con sincretismos que hoy se difunden en seminarios, estudios de teología, y revistas como la argentina Criterio, que cita a Pannikar como si se tratara del nuevo Aquinate (véanse por ejemplo los artículos del teólogo Lucas Cerviño, justificando el animismo y panteísmo amazónicos).
----------Así, si el modernismo de la época de san Pío X había surgido desde influencias sobre todo europeas, empiristas, positivistas, vitalistas, inmanentistas, kantianas y protestantes, el modernismo de hoy se enriquece con las más variadas influencias occidentales desde Hegel a Marx, llegando a Freud, a Husserl y a Heidegger, y extendiéndose luego a todo el conjunto del pensamiento mundial, antiguo y moderno, incluidos los errores de otras religiones y concepciones sectarias, bizarras y supersticiosas como la creencia en los extraterrestres, la astrología, la adivinación y el espiritismo, por no hablar del satanismo, e incluso antiguas cosmovisiones paganas como el gnosticismo, el hermetismo, la magia, el animismo, el esoterismo, los presocráticos, el hinduismo, el taoísmo y el budismo. Todavía sigue habiendo poca simpatía por Mahoma, pero no se preocupen los lectores, podemos esperar ver pronto una síntesis del Evangelio con el Corán.
----------La operación más importante y engañosa de los modernistas desde hace cincuenta o sesenta años a esta parte, como es sabido y como lo he venido mostrando en varios artículos publicados en este blog, operación conducida con extrema habilidad, con el empleo de doctos pero deshonestos teólogos y una gran cantidad de medios también económicos, no sin la connivencia de ciertos ambientes de la jerarquía eclesiástica, es la de presentarse al público con el innocuo título de "progresistas", como intérpretes y fautores o defensores auténticos, seguros y avanzados, de las doctrinas nuevas del Concilio Vaticano II, incluso contra la interpretación oficial de los Papas y de la Iglesia, la cual, hecha creer por ellos como retrógrada, reaccionaria y conservadora, ha quedado casi siempre como una vox clamantis in deserto.
----------De hecho, los modernistas de hoy no tienen el mínimo rubor de llegar a la audacia de sostener que las doctrinas nuevas del Concilio, interpretadas por ellos ad usum delphini, no son lo suficientemente avanzadas, y que el Concilio conservaría puntos de vista ya superados y obsoletos, de los cuales ellos, que se consideran ser los así llamados "protagonistas" del Concilio (famosa es la frase que se cita del padre Giuseppe Dossetti [1913-1996]: "Il Concilio l’ho fatto io", y así similarmente la reputación que se ha hecho Karl Rahner [1904-1984] de ser el "ícono del Concilio"), se sienten en el deber de liberarlo para un verdadero encuentro con el mundo moderno. Por eso ellos se toman la libertad de hacer valer sus ideas incluso contra el mismo Concilio, al que entienden como si fuera la palingénesis de la Iglesia y el descubrimiento del verdadero Evangelio después de dos mil años de falsedades y leyendas contadas por la Iglesia preconciliar.
----------Jacques Maritain [1882-1973], por su parte, ya afirmaba en 1966 en una famosa declaración suya, que el modernismo de hoy es una verdadera y propia pulmonía en comparación a la fiebre alérgica del modernismo de la época de san Pío X (Le paysan de la Garonne, Desclée de Brouwer, Paris 1966, p.16). Por lo tanto, si ya el papa san Pío X decía que el modernismo es la suma de todas las herejías, es para preguntarnos qué diría ese Santo Pontífice sobre el modernismo de hoy, si viviera en nuestros días.
----------Hoy, de hecho, los modernistas, por los motivos antes mencionados, son muchísimo más numerosos, influyentes y peligrosos que los de la época de san Pío X. Han alcanzado muchos puestos de poder y, por lo tanto, a menudo son arrogantes y prepotentes. No sólo han afectado al bajo clero, a los laicos y a los teólogos, sino también a la propia jerarquía eclesiástica, a la Santa Sede y a los institutos y organismos dependientes de ella, incluida la Curia Romana y sobre todo las Universidades Pontificias.
----------Por eso, los Romanos Pontífices del postconcilio, fieles e infalibles maestros de la fe, se han encontrado frecuentemente aislados, frenados y a veces hostigados, por parte de fuerzas oscuras presentes entre sus propios colaboradores, como bien se puede deducir de ciertas dilaciones, falta de informaciones, reticencias, silencios, vacilaciones, timidez en su acción pastoral y disciplinaria y en su propio magisterio doctrinal, en particular por cuanto se refiere a la condena de los errores y de los escándalos. Todo ello me consta de buena fuente, a través de amigos y colegas de mi absoluta confianza, que han estado décadas atrás entre los colaboradores del papa san Juan Pablo II en la Curia Romana.
----------Con la llegada del papa Francisco, hombre indudablemente abierto a la modernidad, los modernistas han cambiado de táctica: ya no acusan al Papa de atrasado o de conservadurismo, como habían hecho hasta Benedicto XVI, sino que hacen un esfuerzo extremo por apropiarse de la figura del Pontífice, interpretando e instrumentalizando ciertas opciones hechas por el papa Bergoglio, ciertos gestos o palabras suyas, las cuales efectivamente, mal interpretadas o sacadas de contexto, parecerían jugar a su favor.
----------El papa Francisco, por su parte, salvo algún reclamo significativo (como por ejemplo, la mención de los falsos "progresistas" que hace de contrapartida a la mención de los "tradicionalistas", en el discurso al final del Sínodo de los Obispos sobre la Familia de 2014) prefiere más bien callar y tratarlos con mucha benevolencia (demasiada para mi gusto), recuperando sus aspectos positivos, contando y apoyándose en su conciencia, a fin de que en un momento determinado se den cuenta ellos mismos, por las consecuencias negativas a las cuales conducen sus ideas, de haberse metido en un callejón sin salida.
----------Sin embargo, es necesario decir, por deber de honestidad y de justicia, que tanto el surgimiento en su época del viejo modernismo, como el modernismo de hoy, no está exento de algunas instancias positivas, como ocurre en todos los fenómenos históricos, incluso en los más aberrantes. La intervención de san Pío X con la Pascendi fue ciertamente una cura eficaz, pero no afrontó seriamente la instancia o petición de los modernistas, que seguía siendo más válida que nunca y al mismo tiempo quedaba irresuelta.
----------Hoy todos los historiadores de la Iglesia reconocen que, si por una parte fueron procurados el renacimiento tomista promovido por León XIII a fines del siglo XIX, así como su rico humanismo y las aperturas de este gran Papa (piénsese sólo en la Rerum Novarum), por otra parte, la teología católica y el mismo Magisterio de la Iglesia tenían necesidad de una mayor atención, consideración y benevolencia hacia la cultura moderna de los últimos siglos, aunque nacida fuera y tal vez incluso contra la Iglesia, a fin de poder asumir en la sabiduría católica, cuanto de válido ella, a pesar de tantos errores, había generado.
----------Algunos espíritus sensibles a las necesidades de la Iglesia, pero indisciplinados, como Maurice Blondel [1861-1949] (L’Action. Essai d’une critique de la vie et d’une science de la pratique, 1893), Lucien Laberthonnière [1860-1932] (Il realismo cristiano e l’idealismo greco, Vallecchi Edtore, Firenze 1949), Eduard Le Roy [1870-1954] (Dogme et critique, 1907), Alfred Loisy [1857-1940] (L’Évangile et l’Église, 2e édition, Bellevue, Alfred Loisy, 1903) y George Tyrrell [1861-1909] (Il Cristianesimo al bivio, Enrico Voghera, Roma 1910) comenzaron a sentir el deber que tenía el pensamiento católico de utilizar los logros del pensamiento moderno. Salvo que, sin embargo, incapaces de comprender y de apreciar los valores ya adquiridos de la sabiduría cristiana, los consideraron superados y creyeron poder expresar o enriquecer la verdad cristiana en categorías derivadas de la modernidad, en contraste con esos valores. Había nacido el modernismo (véase, por ejemplo, el libro de Claude Tresmontant, La crise moderniste, Editions du Seuil, Paris 1979).
----------Las medidas tomadas por san Pío X fueron muy enérgicas y en su momento parecían haber vencido a la corriente modernista. Sin embargo, junto a la acción sabia y benéfica del Santo Pontífice, lamentablemente funcionó también un organismo de información y de represión (algo así como lo que desafortunadamente llegan a ser hoy las agencias de espionaje en los gobiernos seculares), el Sodalitium Pianum, dirigido por mons. Umberto Benigni [1862-1934], el cual no siempre supo conducirse con la debida moderación, por lo cual fueron afectados incluso personajes inocentes, hoy venerados en la Iglesia, como el beato cardenal Andrea Carlo Ferrari [1850-1921], arzobispo de Milán, y dos doctos teólogos dominicos, el padre Juan González Arintero [1860-1928], teólogo de la espiritualidad, y el exégeta Marie Joseph Lagrange [1855-1938], del cual está en curso la Causa de Beatificación. Quien intentó, como el gran teólogo dominico Antonin-Dalmace Sertillanges [1863-1948], un diálogo con los modernistas, fue sospechado de modernismo.
----------Sin embargo, cuando se dice "modernismo", es necesario advertir que debemos ser muy prudentes en el uso del término, partiendo de un concepto exacto de modernismo, sobre todo si nos estamos refiriendo a casos o personas particulares, para no perjudicar a nadie. En efecto, el modernismo, como todas las enfermedades del espíritu, que, de modo similar a las enfermedades del cuerpo, están sujetas a grados de entidad, contempla fases agudas y formas mitigadas, por no decir que a veces, incluso a menudo, presenta sólo huellas o leves síntomas. De todos modos, es necesario evaluar en los casos individuales la entidad de esta afección morbosa y expresarse en consecuencia con los debidos matices y precisiones para el respeto debido a las personas afectadas por la enfermedad. Aquel que está afectado por un carcinoma en sus tempranas etapas no está en las mismas condiciones que aquel que está afectado con metástasis.
----------Llegados a este punto, debemos recordar que en 1904, cerca de París, en Le Saulchoir, los teólogos dominicos, que advirtieron claramente la crisis que se avecinaba, fundaron una Escuela de Teología (véase al respecto de ella el libro de Marie Dominique Chenu [1895-1990], Le Saulchoir. Una scuola di teologia, Marietti, Casale Monferrato, 1982), la cual comenzó con un buen programa de renovación de la teología, que combinaba la especulación en la escuela de santo Tomás (citemos aquí a Ambroise Gardeil [1859-1931], M.D. Roland-Gosselin [1886-1962], e Yves Marie Congar [1904-1995]) con la fundación histórica de la teología (y aquí citemos otra vez a Chenu, y también a Pierre Félix Mandonnet [1858-1936]).
----------A su inicio, la Escuela de Teología de Le Saulchoir produjo óptimas publicaciones; sin embargo, en cierto momento, en la década de 1940, se hizo sentir en ella, sobre todo en Chenu, la tendencia historicista típica del modernismo, tanto que Chenu fue censurado por Roma en 1944. Surgió entonces la así llamada théologie nouvelle, que obtuvo éxito incluso fuera de la Orden Dominicana, como por ejemplo en Henri de Lubac [1896-1991], entre los jesuitas, que ya desde hacía algún tiempo habían iniciado en Lovaina peligrosos e imprudentes experimentos de contactos con Kant en la obra de Joseph Maréchal [1878-1944].
----------El modernismo de los jesuitas se vio agravado por el hecho de que en el padre De Lubac, el tradicional voluntarismo jesuítico, unido al repudio de las distinciones conceptuales, sobre el fondo de una visión dinámica del espíritu como auto-trascendencia, terminó por desdibujar la distinción entre lo natural y lo sobrenatural, en tal modo que la naturaleza parecía exigir lo sobrenatural para poder satisfacer en raíz sus aspiraciones y su tendencia a la trascendencia. En suma, la naturaleza era privada de su propia autonomía y consistencia ontológica y esencial, y parecía no ser más que una vaga aspiración a la gracia, cuya función parecía agotarse en el actuar las potencialidades y satisfacer las necesidades de la naturaleza. El esquema potencia-acto, que tiene validez solo en el ámbito de una misma esencia, era aplicado para expresar la relación de la naturaleza con la gracia, que en cambio son entre sí esencialmente diferentes. En estas condiciones, por otra parte, era fácil invertir la relación y caer en el naturalismo y en el activismo de una naturaleza superpoderosa y en el pelagianismo, que ha sido siempre el riesgo del voluntarismo jesuítico.
----------Así, bajo la influencia del evolucionismo dogmático modernista, viene a menos, de modo más general, la percepción de la distinción en los conceptos dogmáticos, entre el significado inmutable del dogma (la Palabra de Dios que no pasa) y la explicitación progresiva de dicho significado gracias a la investigación histórico-crítica y a la deducción lógica, es decir, el avance o progreso hacia la plenitud de la verdad. De esta manera, el perfeccionamiento y el desarrollo del conocimiento teológico fue confundido con un proceso de sustitución de un concepto (juzgado superado y por tanto falso) por otro concepto, en la ilusión de una imposible fidelidad al significado originario del dogma y a la Palabra de Dios.
----------Así las cosas, la instancia progresista venía en definitiva a anular la instancia de la conservación (ambas instancias necesarias en la Iglesia): lo mismo que está sucediendo hoy entre los modernistas, los cuales no entienden que el rechazo a avanzar desde un punto de partida seguro y sin una base fija y sólida, sobre la cual elevarse, y creer que sea conocimiento más avanzado aquel que anula los resultados precedentes, y cuando se cancela el concepto que se quisiera entender mejor, quiere decir hacer desaparecer el suelo bajo los pies y terminar en el vacío de la charlatanería, cuando no precisamente en la herejía.
----------Por otra parte, la solución no estaba ni está ni siquiera tampoco hoy, como quieren los pasadistas, en permanecer cerrados en los propios conceptos adquiridos y limitarse a repetirlos, contemplarlos y comentarlos, rechazando como peligro o traición el plantearse las preguntas sobre lo que todavía se ignora, el afrontar nuevos problemas, para los cuales las soluciones no están ya dispuestas, el abandonar opiniones que se revelan erróneas, el plantearse nuevos objetivos de investigación o el tomar nota de los progresos realizados por otros o por la Iglesia: véanse las nuevas doctrinas del Concilio Vaticano II.
----------La aparición de la théologie nouvelle, que en el fondo era una renovada forma de modernismo, provocó, como es bien sabido, la intervención del papa Pío XII con la encíclica Humani Generis, la cual reafirmaba el valor inmutable de los conceptos dogmáticos y la distinción entre lo natural y lo sobrenatural. Fue un severo llamado a la Escuela de Le Saulchoir. Algunos grandes teólogos dominicos, como Reginald Garrigou-Lagrange [1877-1964], Michal Browne [1887-1971] y Mariano Cordovani [1883-1950], intentaron disuadir a Chenu y a sus amigos de proseguir con la empresa, pero no había nada que hacer.
----------El papa san Juan XXIII, con su visión amplia, se puede decir que recuperó más tarde los aspectos sanos de lo que había sido la Escuela de Le Saulchoir, pero ella ya había tomado un giro modernista, que la condujo a su clausura en los años del inmediato post-concilio. Triste e instructivo desenlace de una iniciativa que había partido tan bien, tan valiente, tan visionaria ​​y prometedora, espléndido ejemplo de la perspicacia de la teología dominicana, si, ¡lástima grande!, no se hubiera colado el veneno modernista.
----------¿Pero cómo y por qué incluso hoy, después de la derrota que a ellos les infligiera san Pío X, los modernistas han vuelto a la vida, aunque a menudo disfrazados y en una forma diferente, incluso si rechazan desdeñosamente (se entiende) el apelativo de "modernistas"? ¿Cómo y con cuáles pretextos han podido retornar con tanta fuerza y capacidad de seducción? ¿De dónde sacan sus argumentos?
----------Su argumento más válido es una indudable verdad histórica acompañada de una auténtica instancia evangélica, a la cual ya he aludido: el hecho de que san Pío X no fue capaz o no pensó en atender e ir al encuentro de sus justas instancias o exigencias: modernizar sanamente la vida cristiana, hacer ciertamente que la Iglesia acoja los valores del mundo moderno, que esté en sintonía con los tiempos, que sepa hablar de Cristo en modo persuasivo al hombre de hoy, por lo tanto una nueva apologética y un nuevo impulso misionero, sin que la posesión de una verdad inmutable se convierta en ocasión de estancamiento, de rigidez, de clausura, de cerrazón, de atraso y de inmovilismo, sino por el contrario, en estímulo e incentivo para la apertura a lo nuevo, y continuo avance y progreso hacia la plenitud de la verdad y del reino de Dios.
----------Era necesario romper con ciertos viejos hábitos o ideas que ya no eran benéficos y, en continuidad y fidelidad al Evangelio, inventar nuevos métodos de evangelización y abrir nuevos caminos a la búsqueda de la verdad y al progreso de la santidad. Todas estas instancias fueron recibidas por san Juan XXIII, el cual las sintió de tal manera importantes, urgentes y no postergables, tan ligadas al destino de la Iglesia, que decidió convocar expresamente un Concilio para resolverlas. Cierto, él no dijo esto explícitamente, pero, en retrospectiva, sobre todo sesenta años después del Concilio, la cosa se entiende ahora muy bien.
----------El Concilio Vaticano II tiene un indudable carácter progresista e innovador, que no se encuentra en otros Concilios. Lo que indujo a los pasadistas a juzgarlo un Concilio "anómalo", que traiciona la Tradición y que ha cambiado la esencia de la Iglesia, mientras que para los modernistas es un novum absoluto y revolucionario, una especie de reinterpretación del cristianismo. Están equivocados los unos y los otros, porque confunden lo que en un Concilio es sustancial o esencial con lo que es accidental, mutable o contingente. Se equivocan los pasadistas, que absolutizan ciertos accidentes, usos o modalidades de los pasados Concilios, accidentes que no se encuentran en el Vaticano II (por ejemplo los cánones), hasta el punto de no reconocer en el Vaticano II un Concilio legítimo y en regla, como todos los otros, por lo cual rechazan o malinterpretan sus doctrinas. Se equivocan los modernistas, que reducen lo sustancial o sea lo permanente a lo accidental, es decir, a lo mutable, no ven la continuidad entre el último Concilio y los precedentes.
----------Todo Concilio ecuménico de la Iglesia, en su esencia o sustancia permanente, es una reunión de obispos bajo el Papa (cum et sub Petro), convocado con el consentimiento del Papa y aprobado por el Papa, en el cual se tratan los asuntos más importantes de la Iglesia, tanto de orden disciplinario, como pastoral y doctrinal. Los elementos accidentales, en cambio, que pueden cambiar, son por ejemplo el estilo del lenguaje, el sistema de las votaciones, los modos de proceder, la calidad de las representaciones, la sede, la lengua utilizada en sus discusiones y documentos, la división de la materia, y cosas del género. No es en base a estas cosas que se debe juzgar si un Concilio es un verdadero Concilio o si está o no está en continuidad con los precedentes, sino considerando la esencia misma y la legitimidad del Concilio.
----------En cuanto respecta a la autoridad de sus enseñanzas doctrinales, ellas son infalibles, ante todo las definiciones dogmáticas (definitio ut talis) propuestas en modo definitorio (modus definiendi); así como aquellas que tratan directa o indirectamente temas de fe o conexos a la fe. Son en cambio falibles o mutables las enseñanzas o directrices pastorales, jurídicas o disciplinarias. Obviamente, no hay duda de que en el Concilio trabajaron cripto-modernistas, los cuales se quitaron la máscara, como Rahner, solo después que se sintieron seguros de su impunidad, habiendo obtenido un gran prestigio y presentándose como los intérpretes autorizados del Concilio. Sin embargo, es cierto que ellos dieron al Concilio una contribución válida, pero mantuvieron oculto su modernismo, que salió a la luz solo después del Concilio. Los pasadistas (por ejemplo los lefebvrianos), en cambio, no habiendo comprendido el valor de las novedades conciliares y su continuidad con la tradición, comenzaron a negar la infalibilidad de las doctrinas del Concilio y, de hecho, a acusarlas de falibilidad o de falsedad, confundiendo por modernistas incluso las doctrinas del Concilio.
----------Mientras que el papa Juan XXIII le dio al Concilio la ya mencionada orientación pastoral, el papa san Paulo VI tuvo la idea de aprovechar el Concilio para hacerle agregar un aspecto dogmático atinente a la eclesiología. Y así fue como el Concilio profundizó el misterio de la Iglesia con nuevos e importantes aportes dogmáticos, que tocaron todos sus componentes esenciales, desde el origen de la Iglesia a partir de la divina Revelación, a los diversos grupos, ministerios y oficios, a la relación de la Iglesia con el mundo, y con todos los hombres de buena voluntad, incluso los no-católicos, hasta los no-creyentes, para llegar al fin escatológico de la Iglesia, hasta la mariología, entendida como símbolo, figura, tipo, paradigma y modelo de la eclesiología. Y aquí se debe decir que nunca, en toda la historia de los Concilios, un Concilio Ecuménico nos ha proporcionado una doctrina tan rica y autorizada sobre Nuestra Señora, después del Concilio de Éfeso.
----------El Vaticano II nos presenta a María como maternalmente solícita a favor de toda la humanidad, hacia la cual ella ejerce su misión como camino y guía para llegar a su Hijo en un camino de conversión y de penitencia por nuestros pecados. Un modo eminente con el cual Nuestra Señora desarrolla esta actividad salvífica, como es sabido, son las apariciones y los mensajes marianos, entre los cuales los más famosos entre mil son Lourdes y Fátima, a los cuales podemos añadir Medjugorje, aunque su autenticidad y la actitud a tener están aún bajo exámen de la Santa Sede, a diferencia del santuario francés y del portugués, los cuales en cambio han sido aprobados y recomendados desde hace tiempo por la Iglesia.
----------Sin embargo el santuario de Medjugorje, fenómeno extraordinario, completamente único en toda la historia de la Iglesia, desde 1981 en que nació, no ha dejado de dar señales de credibilidad y de producir frutos para millones de peregrinos, que desde entonces hasta hoy se suceden en ese lugar, donde se dan las más diversas y características manifestaciones de la piedad cristiana: desde las liturgias eucarísticas celebradas por numerosos sacerdotes y seguidas con ejemplar devoción y recogimiento por enormes multitudes, hasta la predicación de la Palabra de Dios, la adoración, la meditación, la plegaria personal y comunitaria, innumerables confesiones, duras prácticas penitenciales, gestos de caridad, de solidaridad humana, y de reconciliación, hasta diálogos ecuménicos, fenómenos de conversión y propósitos de mejoramiento de vida, hasta la generosa hospitalidad por parte de los habitantes del lugar.
----------En cuanto respecta a los mensajes cotidianos, que ya son incontables, se trata de reclamos que están improntados por la más perfecta ortodoxia y amor por Nuestro Señor Jesucristo, por la Iglesia, por el Romano Pontífice, por los Obispos, por los sacerdotes, por los religiosos, por la salvación y la santificación de las almas, y por la conversión de los pecadores. En cada uno de esos mensajes se transparentan claramente el afecto, la ternura, la sabiduría, la solicitud, y a veces la justa severidad de la Madre.
----------Como se sabe, los mensajes nunca entran en temas, cuestiones o problemas concretos, sino que ofrecen siempre incentivos morales y espirituales, que pueden servir a todos, exhortando siempre a los deberes fundamentales del cristiano, ante todo a la oración confiada, humilde e insistente. Por eso, sorprende la advertencia contra el modernismo, que Nuestra Señora ha hecho en varias ocasiones, por ejemplo en la solemnidad de la Anunciación del año 2015. He aquí las palabras:
----------"¡Queridos hijos! También hoy el Altísimo me ha permitido estar con vosotros y guiaros por el camino de la conversión. Muchos corazones se han cerrado a la gracia y no quieren escuchar mi llamada. Vosotros, hijitos, orad y luchad contra las tentaciones y contra todos los planes malvados que Satanás os ofrece a través del modernismo. Sed fuertes en la plegaria y con la cruz entre sus manos, orad para que el mal no os use y venza en vosotros. Yo estoy con vosotros y rezo por vosotros. Gracias por haber respondido a mi llamada".
----------Nótese la severidad con la cual María califica al modernismo: es un "plan malvado de Satanás". Tal es, en efecto, el modernismo, que ocultándose detrás de fascinantes apariencias incluso de piedad, es el principal enemigo de la Iglesia, al que debemos y podemos derrotar con la intercesión de la Santísima Virgen María.

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