viernes, 11 de febrero de 2022

Guía básica para la interpretación del Concilio Vaticano II

El surgimiento de lo que el papa san Paulo VI denunció como "magisterio paralelo" en el inmediato postconcilio, elaborado astuta e hipócritamente por los teólogos modernistas, que originó a su vez la errónea reacción de los pasadistas, ambas posturas negadoras de la auténtica interpretación del Concilio Vaticano II, motivó la doctrina enseñada por el magisterio del papa Benedicto XVI, de la hermenéutica de la "continuidad en la reforma" como guía interpretativa de los textos conciliares. He aquí una brevísima guía inicial para la recta interpretación del Concilio, a la luz del Magisterio de la Iglesia desde sus orígenes hasta la actualidad.

----------Propongo aquí una muy breve, básica, y rudimentaria guía para aquellos que se consideren principiantes en la tarea de conocer los documentos del Concilio Vaticano II y de intentar comprenderlos según la interpretación auténtica que de ellos viene dando la Iglesia católica a través del Magisterio de décadas recientes hasta hoy. Espero que pueda interesar al lector esta pequeña cartilla de cuatro breves apartados:
   
1. La cuestión de la interpretación del Concilio Vaticano II
   
----------Tocaremos aquí temas complejos, objetivamente interesantes, sobre todo para nosotros los católicos, no tanto para los no-católicos. Fundamentalmente se trata de la cuestión de la interpretación de los textos del Concilio Vaticano II, cuestión no meramente histórica, que se está desarrollando prácticamente desde la clausura de la asamblea conciliar, en 1965, y que sigue siendo todavía muy viva. Cuestión delicada y compleja que ha dado lugar a varias tendencias, y lamentablemente también a ciertas tensiones, que si bien quisiéramos que no sucedieran, se trata de fenómenos que son característicos en la historia.
----------Todos los grandes acontecimientos de la historia, pensemos por ejemplo en la reforma luterana, o en la Revolución Francesa, o en algunos personajes muy destacables en el curso de los siglos, como Napoleón, o Lutero, o Descartes, o Rousseau, por sus características particulares, tienen siempre grandes consecuencias para la posteridad. Y esto mismo puede decirse respecto al Concilio Vaticano II.
----------Para comprender lo que los Padres conciliares expresaron con y bajo la autoridad del Papa, ciertamente, para nosotros los católicos existe una guía, y esta guía es el Magisterio de la Iglesia, siempre guiado por el Sucesor de Pedro. Al fin de cuentas, es el Magisterio de la Iglesia el que ha producido al Concilio, y en tal sentido los Padres conciliares, cum Petro et sub Petro, en definitiva, representaron al Magisterio de la Iglesia. Por consiguiente, en principio no debería ser demasiado difícil saber qué cosa ha dicho verdaderamente el Concilio. Pero, de hecho, como revelan actualmente muchos estudiosos católicos serios y equilibrados, los textos del Concilio presentan algunos problemas incluso a los intérpretes más honestos.
----------En primer lugar, un dificultad surge del hecho que los textos finales del Concilio son muy abundantes, de una abundancia que nunca jamás se había verificado en toda la historia de los concilios ecuménicos. Pues bien, ya esta misma abundancia de textos presenta dificultades interpretativas.
----------En segundo lugar, otra dificultad surge también a causa del lenguaje utilizado por el Concilio, un lenguaje cuyo propósito ha sido, como suele decirse, pastoral, pero ¿en qué sentido? El Concilio ha querido utilizar un lenguaje moderno y, por lo tanto, tomado del modo moderno de expresarse, que no es siempre muy preciso, por lo cual ha sucedido que objetivamente (no juzgamos, por supuesto, las intenciones de los Padres conciliares) algunos textos del Concilio se prestan a varias interpretaciones, incluso contradictorias. Por añadidura, algunos textos parece que tuvieran podríamos decir un carácter o sabor modernista. Ciertamente, no hace falta decir que para los católicos esto es inadmisible, pero el hecho subsiste.
----------Y a raíz de estas dificultades, ¿qué cosa ha sucedido? Lo sabemos bien. Ha ocurrido que en estos cincuenta o sesenta años han existido reacciones. Por ejemplo la famosa reacción de monseñor Marcel Lefebvre [1905-1991] y sus seguidores, que existen todavía reunidos en la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (FSSPX). Como sabemos, el iniciador del movimiento lefebvriano fue uno de los Padres conciliares, participó incluso en sus labores preparatorias, fue activo protagonista de las sesiones del Concilio, firmó los documentos finales y, sin embargo, cayó en los errores (contrarios a la fe) de rechazar el novus ordo Missae, de rechazar las propias enseñanzas doctrinales del Concilio, y de rechazar el magisterio de los Papas del postconcilio. Quienes hoy son sus seguidores se han mantenido en los mismos errores, rechazando ciertas doctrinas del Concilio por sus expresiones de sabor modernista y, según ellos, en contraste o en contradicción con la Tradición (tal cual la entendía Lefebvre). Este es el problema planteado por los lefebvrianos.
----------Como sabemos, la Iglesia ha usado a la vez severidad y benevolencia frente a la hermandad lefebvriana, y decidió la excomunión a los cuatro obispos consagrados en 1988, que posteriormente el papa Benedicto XVI resolvió levantar. Años atrás, la situación parecía alentar alguna esperanza de ver recompuesto el cisma, pues se habían implementado ciertas tratativas, por las cuales, hace una década atrás, la Santa Sede se daba a bien a esperar, si Dios así lo quería, la vuelta de estos hermanos separados a la plena comunión eclesial. Sin embargo, aquellas tratativas quedaron obstaculizadas en razón de la negativa de los líderes de la FSSPX (al mantenerse firmes en las herejías de su fundador) a cumplir lo que el papa Benedicto XVI les pedía: fundamentalmente la aceptación de la parte doctrinal del Concilio Vaticano II. 
----------Pero también ha sucedido que se ha producido otro fenómeno: el mal llamado progresismo, que debería ser denominado en realidad modernismo, o neo-modernismo. Ciertamente el Concilio ha querido ser un progreso, y de hecho ha sido un progreso. Las doctrinas del Concilio nos hacen conocer mejor la Palabra de Dios. Por ejemplo nos han hecho conocer mejor lo que es la Iglesia, también hay nuevos conceptos en el campo cristológico, también se ha progresado en el concepto de la Revelación, el concepto de Tradición. Pero lo que de hecho sucedió, es que surgió otra corriente, con exponentes que ocupan hoy puestos elevados en la estructura eclesial, corriente que ha interpretado el Concilio en un sentido modernista, en variados grados y medidas, y este hecho ha conducido a todos los Papas del postconcilio a diversas intervenciones magisteriales y disciplinares. Ya san Paulo VI lamentaba la existencia de un "magisterio paralelo", refiriéndose a los teólogos neo-modernistas (algunos de ellos peritos del Concilio) que se han atribuído a sí mismos la interpretación del Concilio. Esto ha sido un abuso, porque la interpretación auténtica del Concilio Vaticano II, como he dicho al inicio, no le compete a los teólogos, sino que le compete al Magisterio de la Iglesia.
----------Pues bien, lo que ha venido ocurriendo en estas últimas décadas es que esta corriente neo-modernista ha interpretado algunos pasajes del Concilio en sentido modernista y ha creado graves problemas, no solamente desde el punto de vista doctrinal sino también desde el punto de vista pastoral y moral, con consecuencias negativas en el ámbito de la conducta de los católicos, y en el propio seno de la Iglesia. He aquí que años atrás el papa Benedicto XVI ha lamentado, en las huellas de precedentes intervenciones, la existencia de ese magisterio paralelo no autorizado y rebelde, de hecho, al Magisterio de la Iglesia, por parte de algunos teólogos; lamentando la existencia de rupturas. Es decir, estos teólogos interpretan el Concilio como si la novedad de sus textos doctrinales estuviera en contraste con el Magisterio precedente.
----------Pero para el católico esto no es admisible; de hecho claramente refleja una mentalidad neo-modernista, la cual, como bien se sabe, es una característica típica del modernismo ya desde el siglo XIX, que habla de la multiplicidad de conceptos dogmáticos. Ha sido el papa Benedicto XVI, con su sabiduría teológica y su carisma pontificio, quien nos ha indicado una "exégesis de continuidad en la reforma", o podríamos decir "en el progreso", o sea, un sano progresismo, tal como se puede entender en esa fórmula, que explicaré en el siguiente apartado, pero que, en pocas palabras, se trata de tener presente que el Concilio nos ha hecho conocer mejor (he aquí el progreso: conocer mejor) la misma verdad (y he aquí la continuidad) que Nuestro Señor Jesucristo ha confiado a su Iglesia para conservar intacta hasta el fin del mundo.
   
2. El criterio de evaluación
   
----------Como se ha dicho, la cuestión de la interpretación de los textos del Concilio Vaticano II no es de fácil solución, y ya lo sugiere el hecho de que viene siendo planteada puede decirse desde el inmediato postconcilio. Pero, para dar algún paso adelante, ahora vamos a considerar cuáles deberían ser los criterios de evaluación y, por lo tanto, de valoración del texto conciliar, para seguir luego, en el próximo paso, mostrando como en los documentos conciliares tenemos dos grandes tipos de enseñanzas: unas las enseñanzas más doctrinales o dogmáticas, y otras las enseñanzas más pastorales o disciplinares.
----------Comencemos hablando de modo general sobre los criterios de interpretación. Para un católico el criterio fundamental es la escucha de aquella interpretación que viene de ese Magisterio de la Iglesia que ha hecho el Concilio. Para un católico, las enseñanzas de tipo doctrinal del Vaticano II (como ocurre con las dosctrinas de todo Concilio) son ciertamente verdaderas, y podemos decir infalibles, y por lo tanto sobre este plano un católico no puede sino escuchar dócilmente y con espíritu de fe aquello que dice el Magisterio. Diferente es el discurso para las enseñanzas de tipo pastoral o disciplinar, donde la Iglesia no es infalible y, por lo tanto, puede existir el disenso. Ya retomaremos esta distinción en el próximo apartado.
----------Por ende, vale la pena insistir una y otra vez en este punto: el criterio fundamental de interpretación del Vaticano II para un católico es la escucha del Magisterio de estos casi sesenta años, Magisterio que como sabemos ha intervenido muchas veces y a varios niveles, pensemos en los discursos de los Papas, pensemos en las intervenciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe, pensemos en tantos documentos del Sínodo de los Obispos, en las Encíclicas, todos documentos que en variada medida interpretan el Concilio.
----------Ciertamente, aún recurriendo a todos esos textos interpretativos, permanecen puntos no del todo claros, y esto también a causa del lenguaje del Concilio. El Vaticano II ha querido tener un lenguaje pastoral un poco para todo, podríamos decir, incluso para los mismos documentos doctrinales. "Pastoral" en el sentido de un lenguaje adaptado a la cultura de nuestro tiempo, cultura que se expresa en especial en modos un poco aproximativos, metafóricos, modos no escolásticos, por lo cual el Concilio "se ha hecho todo para todos", podríamos decir, y ha adoptado este tipo de lenguaje que presenta algunos equivocos.
----------Y, de hecho, se ha producido un grueso equívoco, y es que el Concilio Vaticano II ha querido iniciar un diálogo con la modernidad, pero no en el sentido de un diálogo meramente adulatorio hacia la modernidad, sino en el sentido de un diálogo para conocer los valores presentes en la modernidad pero también los errores, haciendo un discernimiento o cribado de la modernidad a la luz del Evangelio y del Magisterio precedente de la Sagrada Tradición. Sin embargo, lo que ha sucedido es que precisamente este lenguaje moderno y pastoral de los textos conciliares, que es a veces un lenguaje impreciso, de hecho ha generado equívocos, lo cual ha hecho que algunos han interpretado el Concilio en sentido modernista, como si el Concilio hubiera contentado esas posiciones modernistas que en su tiempo fueron condenadas por el papa san Pío X.
----------Muchos han tenido esta impresión, y entre ellos se han dado algunos que se han sentido complacidos y, de hecho, han interpretado explícitamente el Concilio en tal sentido modernista, complaciéndose de ello, alegrándose, y de estos se ha generado una corriente muy difundida que llega hasta la actualidad. Es precisamente la actual corriente neo-modernista que, en el ámbito teológico, ha tenido sus mayores exponentes en Karl Rahner, Edward Schillebeeckx, Hans Küng, y muchos otros más.
----------Pero aquella impresión cuasi-modernista de los textos conciliares ha dado también ocasión para una tendencia muy minoritaria, aunque algo ruidosa, y que también cuenta, formada por aquellos que en nombre de la Tradición (aunque entendida un poco a su modo) han creído encontrar en los textos del Vaticano II una tendencia modernista, pero en este caso no con complacencia, sino con dolor, con desagrado, con escándalo, y llegan al punto de decir que los textos doctrinales conciliares son contrarios a la Tradición y están en ruptura con ella. Benedicto XVI, como bien sabemos, ha intervenido precisamente a este propósito, afirmando rigurosa y repetidamente que esto no es cierto, vale decir,  que esto no es ni siquiera pensable. Un juicio de ese género no es juicio de católicos, porque los documentos doctrinales o dogmáticos (como la misma palabra lo indica) de un concilio ecuménico son o bien de fe o bien próximos a la fe. Por lo tanto no es pensable que este tipo de enseñanzas puedan desmentir una enseñanza precedente.
----------Lo que en cambio debemos decir (como detallaremos en el próximo apartado), es que estas enseñanzas doctrinales del Vaticano II desarrollan la Tradición, la explicitan, la enriquecen, la hacen conocer mejor. Por lo tanto, para estar a una con las mencionadas palabras del papa Benedicto, estas enseñanzas están en continuidad con las enseñanzas precedentes, pero no se trata de una continuidad en el sentido del simple repetir (aunque también esto) sino que se trata de una continuidad en la reforma o, diríamos también, en el progreso. Es decir, los documentos doctrinales del Vaticano II nos hacen conocer mejor aquellas mismas verdades inmutables y divinas que Nuestro Señor Jesucristo ha consignado a su Iglesia.
----------Por consiguiente, como para resumir este breve apartado, podemos decir entonces que el criterio de interpretación lo debemos tomar ante todo del Magisterio, y respecto a aquellos pasajes que todavía presentan dificultades interpretativas, debemos dar ya por descontado que no pueden ser pasajes de contenido modernista: ello es imposible, porque el modernismo es una herejia. Por consiguiente, al momento que surjan a veces las dudas cuando aparecen textos de "sabor" modernista, la solución del problema la encontramos en una interpretación benévola, o sea una interpretación acorde con el magisterio anterior, la cual siempre es posible, aunque no es siempre fácil de hacer, una interpretación que ponga en relación de continuidad las doctrinas nuevas del Concilio (porque ciertamente hay novedades doctrinales) con el Magisterio precedente.
   
3. Aspectos pastorales y aspectos doctrinales
   
----------Ya indicamos los dos aspectos de las enseñanzas de los textos conciliares: los aspectos doctrinales o dogmáticos, y los aspectos pastorales o disciplinares. Planteada esa distinción, parto ahora de un pequeño recuerdo histórico, muy conocido, y es el famoso discurso del papa san Juan XXIII en la apertura del Concilio, en que el Papa marca una dirección para el Concilio, que el Papa entiende como importante para el inminente inicio de las labores de los Padres conciliares, por lo cual todo el Colegio Episcopal se siente llamado a ser fiel a lo que en su momento se entendió como un discurso programático de Papa para el Concilio.
----------De hecho, en este discurso inaugural el papa san Juan XXIII presentó algunas líneas directrices que el Concilio debía tener en cuenta. Para decirlo en pocas palabras, el papa Juan expresa que el Concilio debería presentar la doctrina tradicional, ese rico patrimonio doctrinal de la Iglesia acumulado en siglos, en una forma más eficaz en orden a la misión de la Iglesia, en una forma adaptada al lenguaje y a la mentalidad del hombre moderno. Y luego el Papa dice también que el Concilio debería poner de manifiesto una actitud más bien conciliadora, expresando aquella famosa frase con la cual dice que hoy la Iglesia prefiere usar la medicina de la misericordia a las intervenciones de la severidad, criticando por otra parte bastante claramente aquella mentalidad del pasado, de excesiva severidad, algo que era bastante conocido por todos.
----------Claro que también eso sigue siendo importante. Por lo cual el Concilio, si bien presenta la condena de algunos errores, por ejemplo los errores del ateísmo, del secularismo, del relativismo, sin embargo insiste especialmente, como decía el papa Juan, en aquello que une. Pensemos por ejemplo en el documento sobre el ecumenismo, pensemos en el documento sobre el diálogo interreligioso, pensemos en ese gran documento pastoral que es la Gaudium et Spes, donde la Iglesia ofrece su ayuda al mundo y reconoce también que el mundo posee valores que pueden entrar en la Iglesia, un documentos eminentemente pastoral.
----------Otro aspecto que debemos tener presente es lo que se refiere a la historia de las labores conciliares. Muerto el papa san Juan XXIII, con su sucesor, el papa san Paulo VI, sin embargo, el Concilio condujo sus labores incluso más allá de aquellas que habían sido las indicaciones del papa Juan y de sus pensamientos en cuanto hombre, ya que en cuanto hombres se comprende que somos todos limitados, por más que el papa Juan haya sido inspirado por el Espíritu Santo. Y entonces lo que sucedió fue que tras su muerte, los documentos conciliares no se han detenido sola y simplemente a implementar las indicaciones del papa Juan, sino que, bajo la dirección del papa san Paulo VI, un hombre de doctrina, teólogo, culto (era amigo de Maritain, se había nutrido de cultura francesa, del catolicismo francés moderno, amigo de Jean Guitton, del cardenal Journet, y de tantos intelectuales), el Concilio comenzó a tener también un muy importante perfil doctrinal. A tal punto que existen, como bien sabemos, dos constituciones dogmáticas. Pero, y aquí prestemos atención, esto lo dice ya también Paulo VI, cuando se habla de dogma es necesario estar atentos.
----------Por lo tanto: ¿qué quiere decir "constitución dogmática"? Quiere decir, ciertamente, doctrina infalible, porque cuando el Magisterio de un concilio ecuménico trata de doctrinas que (como ha sido el caso de este Concilio Vaticano II) pone en relación con doctrinas dogmáticas precedentes, ciertamente se trata de documentos infalibles, en el sentido de absolutamente verdaderos, irreformables, inmutables.
----------Sin embargo, es necesario tener presente que cuando se habla de dogma en el sentido estricto no se entiende simplemente una enseñanza doctrinal conciliar, como la encontramos en los textos del Concilio Vaticano II, que ha desarrollado la doctrina tradicional, como hemos dicho en el apartado precedente. El dogma en el sentido estricto es el así llamado dogma definido. El dogma definido es doctrina de fe, para aceptar con fe teologal y divina, propuesto por el Magisterio de la Iglesia, y enseñado en una así llamada definición dogmática. Ahora bien, ¿en qué consiste una definición dogmática? Es el enunciado de una proposición de fe en la cual la Iglesia interpreta la Palabra de Dios de manera infalible, y en este enunciado la Iglesia precisa la doctrina de fe usando fórmulas usuales, por ejemplo: "es de fe que...", "es doctrina verdadera que...", "creemos que...". Pues bien, en el Vaticano II no existen nuevos dogmas en este sentido.
----------Pero el dogma en la Iglesia no es solamente lo que se entiende por dogma en sentido estricto. Y en esto es necesario prestar atención, porque algunos, por este hecho de que no existen nuevos dogmas en sentido estricto, insisten demasiado en lo pastoral, y hasta incluso llegan a decir que el Vaticano II es un Concilio exclusivamente pastoral. Esto no es verdad. Porque el propio san Paulo VI, y los Papas siguientes, han dicho claramente que el Concilio Vaticano II no ha sido solo pastoral sino también doctrinal.
----------Esto es muy importante, porque como decíamos en el apartado anterior, si desde el punto de vista de su enseñanza pastoral también un concilio puede dar disposiciones reformables, quizás no oportunas, por cierto no infalibles y también eventualmente erróneas, en cambio cuando un concilio, como es en este caso, sobre todo en la segunda fase, bajo la dirección del papa san Paulo VI, ofrece enseñanza doctrinal (como veremos con más detalle en el próximo apartado), tal enseñanza es siempre verdadera, vale decir, infalible.
----------Es lo que precisamente sucede también con las nuevas doctrinas del Concilio Vaticano II. Por supuesto, no nuevas en el sentido de agregar contenido al inmutable contenido de la divina Revelación, que ha quedado cerrada a la muerte del último apóstol, sino nuevas en el sentido de mejorar con nuevas explicitaciones el conocimiento que tenemos de la inmutable verdad confiada por Cristo a su Iglesia.
----------Así ocurre, por ejemplo, con el concepto de Iglesia, o el concepto de Tradición, o el concepto de Revelación, o el concepto de la laicidad, o cuando en el documento del diálogo interreligioso el reconocimiento de algunas verdades teológicas presentes en la religión musulmana (jamás había sucedido anteriormente que el Magisterio se hubiera pronunciado sobre los valores teológicos presentes en otras religiones), etc. Pues bien, en este campo, como buenos católicos, no debemos sino considerar que se trata de doctrinas que, si bien no son doctrinas definidas, la así llamada doctrina de fe, sin embargo ciertamente se trata de doctrina próxima a la fe. Rechazarla sería herejía o sospecha de herejía. Por lo cual, si alguno se permitiera no aceptar esta doctrina, ciertamente daría prueba de no ser un católico verdaderamente fiel al Magisterio de la Iglesia.
   
4. Las doctrinas nuevas del Concilio Vaticano II
   
----------Este último apartado lo trataremos del mismo modo que los anteriores, de modo sencillo y llano, sin citas eruditas ni referencias concretas a los textos conciliares. Sólo indicaré un listado de las más importantes nuevas doctrinas del Concilio Vaticano, con una brevísima explicación inicial de las mismas.
----------Debe mencionarse ante todo a la novedad que se refiere a la Iglesia. Una novedad doctrinal en el Concilio Vaticano II es la noción de Iglesia como Pueblo de Dios reunido en nombre de la Santísima Trinidad. Naturalmente, se trata de un concepto que siempre se ha sabido, pero el Concilio insiste en modo especial sobre este elemento humano de la Iglesia: la Iglesia como comunidad de los discípulos del Señor; y, al respecto, de un modo particular viene puesta en luz la vocación de los laicos, quienes cuentan con el así llamado sacerdocio común, fundado sobre el sacramento del Bautismo, pero que, como dice el Concilio, es esencialmente distinto del sacerdocio ministerial relativo al sacramento del Orden.
----------Otra novedad doctrinal o aspecto que viene puesto en luz por el Vaticano II es la así llamada colegialidad episcopal, la cual no anula en absoluto el primado del Romano Pontífice, sino que pone en luz en modo muy vivo aquello que debe ser la recíproca caridad, la recíproca colaboración entre los obispos en el cuerpo del Colegio Episcopal, obviamente siempre en unión y bajo la guía del Papa.
----------Otra doctrina nueva, y punto sobre el cual se ha discutido mucho, es esa afirmación del Concilio cuando en la Lumen Gentium dice que la Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia Católica. También esta es una novedad importante que, sin embargo, no debe ser vista en ruptura con la Tradición. Usualmente se decía: la Iglesia de Cristo es la Iglesia Católica. Hace algunos años, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha explicado que las dos expresiones deben ser puestas juntas, y son recíprocamente complementarias.
----------Ahora bien, es comprensible que la expresión antes usual, la Iglesia de Cristo es la Iglesia Católica define la esencia de la Iglesia; mientras que la expresión nueva, la Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia Católica, se refiere a la existencia concreta, histórica, de la Iglesia, y ambas traslucen la plenitud de la verdad que Nuestro Señor Jesucristo ha querido consignar y confiar a su Iglesia. Pero al mismo tiempo esta expresión significa que además de la Iglesia Católica, la cual tiene en sí misma la plenitud de todas las verdades reveladas, existen otras comunidades, otras iglesias, las cuales si bien no tienen esa plenitud, sin embargo el Concilio les reconoce poseer algunas verdades que pueden servir para la salvación.
----------Por consiguiente, se puede decir que, en su existencia histórica, la Iglesia de Cristo subsiste ante todo y completamente, en su plenitud, en la Iglesia Católica, pero también subsiste parcialmente en otras iglesias, en las cuales, sin embargo, con ciertos defectos mezclados a valores, por lo cual estas otras iglesias están siempre llamadas a entrar en la plenitud de la verdad que se encuentra solo en la Iglesia Católica.
----------Otro ejemplo que podemos señalar, como novedad del Concilio, es el concepto de divina Revelación. Usualmente la Revelación era concebida como una enseñanza magisterial, es decir, Jesús que ha revelado la verdad, Jesús portador de la verdad, Jesús maestro. El Concilio, sin desconocer en absoluto este dato (que por otra parte es verdad de fe) agrega algo, a saber, concibe la Revelación, sí, ciertamente como revelación de doctrinas, pero ante todo como Dios que se revela en Cristo; y por lo tanto esta Revelación no es solo de las palabras de Jesús sino también de sus hechos, de sus gestos y, en definitiva, el hecho mismo de Nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios encarnado, que se ha revelado. Para decirlo de un modo más simple: es Cristo que se ha revelado como persona más allá de haberse revelado como maestro.
----------Otro ejemplo de doctrina nueva es el concepto de Tradición. En el pasado, la Sagrada Tradición era entendida como netamente distinta de la Sagrada Escritura. Así, el Concilio de Trento habla de dos fuentes o raíces de la Revelación que, entonces, provienen entrambas de la boca, de los labios mismos de Nuestro Divino Maestro, precisamente la Sagrada Tradición, que es la transmisión oral, y la Sagrada Escritura, que es la transmisión escrita. El Concilio Vaticano II confirma esta distinción, pero está más preocupado por salvaguardar la unidad de ambas fuentes. Hay una expresión muy fuerte que dice que Tradición y Escritura convergen en formar una sola cosa, lo cual ha sido por algunos malinterpretado, y se han escandalizado, como si el Concilio pudiera haber llegado a confundir ambas fuentes de la divina Revelación. Pero esto no es de ningún modo admisible para un católico. Sencillamente la preocupación del Vaticano II es la de enseñar la unión estrecha, la unión inescindible entre Sagrada Tradición y Sagrada Escritura, ambas interpretadas por el Magisterio de la Iglesia, por el Magisterio vivo. Se entiende por Magisterio vivo al actual, la palabra del Magisterio de hoy: pensemos en los discursos que el Santo Padre ofrece todos los días.
----------Otra novedad importante del Concilio está referido a la cuestión del conocimiento de la existencia de Dios. En la constitución Lumen Gentium, el Concilio habla de una posibilidad de salvación también para aquellos que no han llegado a un conocimiento explícito de Dios. Naturalmente, conocimiento explícito se opone a conocimiento implícito; por lo tanto, el Concilio nos dice que la salvación es posible también para aquellos que, estando en buena fe en su actual desconocimiento explícito del verdadero Dios, tienen sin embargo un conocimiento podríamos decir solamente implícito de Dios. Conocimiento implícito quiere decir conocimiento a través de las creaturas: pensemos en la famosa parábola de Mt 25 donde Jesús da gracias por aquellos que le han manifestado misericordia a Él, pero quizás sin pensar explícitamente en el Señor; y sin embargo Jesús les agradece precisamente porque han tenido un conocimiento implícito de Él, porque: "aquello que habéis hecho con uno de mis más pequeños discípulos lo considero como que me lo habéis hecho a mí".
----------Finalmente, otra novedad doctrinal, que ya hemos señalado en otros apartados, se encuentra en la declaración Nostra Aetate, dedicada a las relaciones de la Iglesia con las religiones no-cristianas. Por primera vez en la historia del Magisterio, un concilio ecuménico reconoce la existencia de verdades teológicas presentes en otras religiones, por ejemplo en la religión islámica. La Iglesia, a través del Concilio Vaticano II, y de modo infalible, o sea absolutamente cierto, reconoce que tanto el cristianismo como el islamismo, y por lo demás el judaísmo con mayor razón, son religiones monoteístas, creen en el único y verdadero Dios.
----------Naturalmente esto no quita el hecho de que tanto el islamismo como el judaísmo son religiones que contienen también defectos, carencias, que todos sabemos cuales son. Por consiguiente, cuando la Iglesia dice que cristianos, hebreos y musulmanes creen en el único Dios verdadero no puede querer decir que tienen de Dios el mismo conocimiento, sino que quiere simplemente decir que Dios es uno solo, el Creador, tanto de cristianos, como de hebreos, como de islámicos. Pero desde el punto de vista del conocimiento sigue siendo siempre verdadero, y esto para nosotros los católicos es evidente, que la plenitud de la verdad acerca de Dios la posee la religión católica, sobre todo con el dogma fundamental de la Santísima Trinidad y los dogmas cristológicos, el dogma de la Encarnación, el dogma de la Redención, que lamentablemente no son conocidos por esas otras religiones, pero que sin embargo la Iglesia con su autoridad infalible considera religiones monoteístas, y de aquí la posibilidad de un diálogo también con estas otras religiones.

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