lunes, 7 de febrero de 2022

Buscar y apreciar lo bueno que hay en el papa Francisco

El opinionismo irreflexivo e incontinente en ámbitos en que no se tiene la mínima competencia para opinar o en ámbitos no opinables, es uno de los problemas de algunos católicos que suelen vivir adictivamente "conectados" a ese tipo de redes sociales y contactos que necesitan para alimentar constantemente las ideologías en las que viven y que los alejan cada vez más de la auténtica fe católica.

Lo que pasa cuando no se exige el imprimatur ni el nihil obstat para opinar...
   
----------Leo todos los comentarios que llegan al foro, y los respondo a todos, sin eliminar a ninguno, a menos que sean patentes manifestaciones de irrespetuosidad o de carencia de mínima educación. ¿Al fin y al cabo, qué podría responder a alguien que me escribe diciendo que yo escribo mis artículos desde el "odio" por tal o cual comunidad cristiana no-católica o desde mi "obsesión por el Concilio Vaticano II", cuando, en cambio, me esfuerzo por demostrar las tesis que expongo, con argumentos de razón y de fe? 
----------¿Acaso es una manifestación de odio hacia los luteranos expresar que son herejías en Lutero su convicción de la no existencia del libre albedrío, o su creencia de que la corrupción de la naturaleza humana consecuente al pecado original conlleva que el pecado mortal es inevitable, o que la concupiscencia no es un estado insuperable de culpa mortal, casi como si fuera una segunda naturaleza, o que su famosa invención de la fe irracional, emotiva, confiada, fiducial y fideísta, son todas herejías? ¿Acaso manifiesta odio de mi parte afirmar que el rechazo de Lefebvre al novus ordo Missae como demoníaco, y su rechazo a las doctrinas nuevas enseñadas por el Concilio Vaticano II y por los Papas del post-concilio como modernistas, son afirmaciones heréticas que hoy siguen repitiendo y enseñando los lefebvrianos como si fueran dogmas?
----------Por ejemplo, esta madrugada he leído un comentario de un anónimo en el que me dice que "cuando mueran los que -como usted- están obsesionados por el Concilio Vaticano II va a ser todo mucho más fácil", pues "en unos años nadie se va a acordar de quienes fueron Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II. Todos canonizados y todos para el olvido en una lista de 264 papas. Va a pasar la moda y listo".
----------¿Hace falta responder algo a este pobre fulano o fulana? Allí ha quedado el mensaje, no lo he borrado, y seguro que después de varias horas del Oficio y tras dormir la siesta, algo se me ocurrirá responderle, quizás alguna frase, por si las moscas llegan a hacerlo/a reflexionar. A veces pienso que debería contentarme con pensar del modo como lo hacía Mafalda: "El problema de las mentes cerradas es que siempre tienen la boca abierta", y dejar que el mundo siga dando vueltas como quiera, total, yo no lo voy a cambiar. Pero luego rechazo la tentación y sigo adelante, "insistiendo a tiempo y a destiempo" (2 Tim 4,2).
----------Por supuesto, aquel fulano o fulana debería saber bien que pueden transcurrir todos los años que nos podamos imaginar que aún pueda perdurar la historia humana sobre esta tierra y, por ende, la Iglesia, hasta el fin del mundo, y puede ser que ya "nadie se va a acordar" de tal o cual directiva pastoral del Papa actual, o de tal o cual medida suya disciplinaria o de alguno de sus decretos, pero jamás en la Iglesia se olvidará (al menos no será olvidado por los pastores ni por los teólogos) lo doctrinalmente enseñado por el Concilio Vaticano II, como no se han olvidado las doctrinas del Concilio Vaticano I, o del Concilio de Trento, o de los Concilios Lateranenses, o de todos los Concilios ecuménicos de la Iglesia, ni se olvidarán las enseñanzas de todos los Romanos Pontífices que desde san Pedro hasta el actual han llevado adelante el esclarecimiento cada vez mejor de la inmutable verdad de la divina Revelación, y que han contribuido a constituir el actual depósito de la fe, que es aquello en lo que creemos y nos identificamos los católicos: nuestra fe vivida en la caridad.
   
Sin embargo, las opiniones, incluso las infundadas, merecen ser escuchadas
   
----------Tiempo atrás leí con vivo interés y un apretón en el corazón las sentidas palabras de un lector argentino, el cual, comentando en el foro de otro blog, manifestaba sus sentimientos de disgusto, o acaso de perturbación, e incluso de escándalo, por ciertas palabras o actitudes del Papa. Por supuesto, he podido comprender sus motivos (e incluso compartir algunos de ellos), pero a la vez, me ha parecido que se le escapaba la percepción de lo bueno que se puede encontrar en el papa Francisco, quizás sepultado bajo expresiones frecuentemente infelices o equívocas. No importa el nombre del lector, no importa el blog, sólo importa lo que piensa y dice, que puede ser lo que piensen otros muchos fieles creyentes, y por eso lo citaré ahora.
----------Me parece ver en este lector un alma muy sufriente, padeciendo realmente a causa de lo que hoy ocurre en la Iglesia, cuando afirma: "Somos muchos los que nos sentimos desanimados y cansados, pero sobre todo confundidos, desarraigados". Y este católico tiene razón cuando dice: "Hay papolatría, adicción a la retórica en boga, desistimiento supino, ceguera también entre los mejores laicos. Y esto me inquieta muchísimo, porque estamos confundiendo la auténtica obediencia eclesial y la del clericalismo totalitario".
----------Aquí y allá, en su extenso comentario, se nota una sutil ironía. Se advierte un alma desconcertada, herida y amargada, pero con un fondo de patética dulzura y de caridad, como corresponde a una honesta y noble alma de laico maduro, el cual, tal como lo narra, ha pasado décadas de fiel colaborador en su parroquia. Es el dolor de un hijo que ve a su padre comportarse como no debería. Este creyente, sin embargo, concluye con hermosas palabras de esperanza: "Pongámonos siempre de nuevo en las manos del Señor y pidámosle que abrevie esta noche oscura. Al final su Corazón triunfará mientras desde ya la Verdad nos hace libres".
----------Según se transparenta en su comentario, el dolor de este fiel católico se centra en el papa Francisco, en lo que dice y hace. Al respecto, ante todo quisiera decir que es necesario tratar de comprender con objetividad y lucidez, sin exagerar ni por exceso ni por defecto, cuál es la tarea que el Espíritu Santo ha asignado a este Papa, cuáles son sus buenas cualidades, cuál es su misión histórica, cuál es el bien que está haciendo a la Iglesia, no obstante sus defectos. Es necesario comprender cómo pretende guiar a la Iglesia hacia el Reino, y seguirlo en esto, sin renunciar a las críticas legítimas, porque también él es pecador como todos.
   
Debemos buscar y saber encontrar lo bueno que hay en el papa Francisco
   
----------En tal sentido, me parece que ciertas expresiones del Papa, citadas por el lector al que me refiero, se pueden entender en sentido bueno y saludable, como de verdadero pastor. Vamos a repasar esas expresiones del papa Francisco. En cursiva están las afirmaciones del lector, seguidas de mis comentarios.
----------"¿Quién es este Dios en cuyo nombre ha  sido firmada la declaración sobre la fraternidad, en Abu Dhabi? No puede ser el Dios católico, ya que en la otra parte no es católico, como le dijo Bergoglio a Scalfari. Más bien, tiene toda la semblanza del Dios modernista, producto de la conciencia (o de las logias), que vive y habla dentro del sentimiento religioso de cada uno, que recluta a sus adeptos por todas partes para hacer de ellos una fraternidad universal; cuya voluntad positiva es la de forjar una Nueva Religión de la Tolerancia (multiétnica, pacifista, ecologista y, ya que estamos, incluso vegana) que abrace a todas las religiones otras tantas expresiones de una íntima experiencia religiosa a incluir".
----------Respondo diciendo que no se puede sino tratar de ese Dios al cual se refiere el Concilio Vaticano II cuando trata del Dios de los musulmanes: "El Dios único, viviente y subsistente, misericordioso y omnipotente, creador del cielo y de la tierra, que ha hablado a los hombres" (declaración Nostra aetate, n.3). En otras palabras, es el Dios que puede ser captado por la razón natural, común a todos los hombres.
----------En cuanto a aquella famosa frase expresada a Scalfari, de que "no existe un Dios católico", es probable que el Papa intentara decir que no existe un Dios exclusivamente propio de los católicos, sino que Dios es Dios de todos, también de los no católicos, porque Dios es uno solo, el Creador. Si en cambio por "Dios católico" entendemos la concepción católica de Dios, entoces es claro que existe un Dios católico, que es el verdadero Dios por encima de aquella concepción de todas las demás religiones.
----------Inmediatamente el sufrido lector expresa: "Monseñor Schneider quisiera hermeneutizar el documento de Abu Dhabi. Hasta la fecha, el texto no ha sido ni corregido ni actualizado, y nunca lo será".
----------En mi opinión, aquella declaración conjunta de Abu Dhabi (un buen logro pastoral del Santo Padre en el ámbito del diálogo interreligioso) es un texto que también tiene necesidad de ser interpretado en el sentido correcto, como ha intentado hacer monseñor Schneider. Decir que las diferentes religiones, en su diversidad, corresponden a la voluntad de Dios no es equivocado, porque la diversidad no es un mal, sino que es una riqueza. Si el cristiano ora de rodillas, el musulmán con la cabeza en tierra, el judío presentando las palmas de las manos, y el budista estando agachado, todo esto representa la voluntad de Dios. Lo que Dios no puede querer en las religiones son sus errores, que son consecuencia del pecado original, errores que están ausentes sólo en la religión cristiana, porque está fundada y guiada por el Hijo de Dios.
----------"Para Bergoglio la Iglesia es un poliedro, con toda su policromía y sus diferentes facetas que lo convierten tan variado e interesante por su pluralidad, pero no católicamente monolítico (lo que es aborrecible)".
----------La imagen del poliedro, repetidamente usada por el Santo Padre, no excluye la única fe, que por el contrario es su centro de irradiación y de coordinación. El Papa ha dicho varias veces que la Iglesia es una síntesis de unidad y de pluralidad. El poliedro representa las variadas modalidades en las cuales la única fe es vivida por los diversos componentes de la Iglesia y por cada uno de los fieles. Pensemos, por ejemplo, en la variedad de los institutos religiosos. El papa Francisco, obviamente, no excluye la unidad y la universalidad de la verdad de fe, de la cual él es sobre esta tierra el supremo apóstol, intérprete, custodio, garante y defensor. En la Iglesia, su diversidad está bien representada por la imagen del poliedro, imagen que se complementa con la imagen de la esfera, que representa más bien la unidad en la fe.
----------"Por otra parte, el Papa, además de ser hábil con el poliedro, es peronista. Según la oportunidad, le da la razón a todos, tanto a quien dice A como a quien dice B, donde B es exactamente lo contrario de A".
----------A mi parecer, más que nada, se constata una incoherencia entre lo que el Papa enseña (que es muy abundante y cotidiano) y su familiaridad inoportuna e inapropiada con ambientes y personas, amigos y colaboradores, cuyas ideas y cuyos comportamientos contrastan abiertamente con cuanto el Papa enseña, aunque no siempre el Papa lo exprese con claridad, no sin equívocos y reticencias. Ciertamente también Cristo frecuentaba a los pecadores, era comprensivo y misericordioso, pero también a ellos les pedía la conversión y a veces los amenazaba. Se tiene, en cambio, la impresión de que el papa Francisco ama la familiaridad con los pecadores o desviados o herejes por sí misma, sea por considerarlos simplemente "diferentes" y que como tales debieran ser respetados, incluso en sus ideas, sin que se deba corregirlos.
----------Y el lector concluye lo anterior diciendo: "En el principio no católico (aquel según el cual la realidad es superior a la idea) están todos los ingredientes de una mente luciferina".
----------Aparte del peronismo, sobre lo cual puedo estar de acuerdo, aquí el lector malinterpreta gravemente, y diría incluso que de modo ofensivo, el pensamiento del Romano Pontífice. En efecto, el principio enunciado por el Papa no es otro que el axioma del realismo gnoseológico, que santo Tomás de Aquino enseña en la famosa proposición adaequatio intellectus et rei, que es la definición misma de la esencia de la verdad. No debemos olvidar, en efecto, que la realidad creada por Dios se presenta como superior a nuestras ideas, las cuales serán verdaderas solo si se adecuan a la realidad.
   
Las relaciones de la Iglesia con el mundo
   
----------"La Iglesia ha terminado bajo el juicio de los tribunales seculares, y solo atina a escudarse en la inmunidad diplomática; pero la Iglesia deja que el Estado decida todo. Y calla. La Iglesia parece haberse convertido en una especie de empresa responsable de las fechorías de sus subordinados. Habiendo vendido tristemente su soberanía y su libertad inalienable, ya no tiene el coraje de desafiar el juicio de los tribunales del mundo. Los jerarcas eclesiásticos, en sus más altos vértices, se han olvidado que no es el mundo el que juzga a la Iglesia, sino la Iglesia la que juzga al mundo. '¿Pero quién soy yo para juzgar?'. Demos voz a nuestra Madre, libre, sin mordazas, inexpugnable, indestructible, santa y victoriosa".
----------Respondo diciendo que ciertos delitos sexuales, como por ejemplo la pedofilia, también son de competencia del tribunal civil, por lo cual el Estado tiene aquí todo el derecho y el deber de intervenir, de modo que ante el Estado y ante la comunidad internacional, en principio, un católico, aunque fuera el Papa, incluso siendo Jefe del Estado Vaticano, si es culpable de un delito previsto por la ley penal, es un ciudadano que puede ser perseguido como todos los demás. La soberanía de los Estados (ni siquiera la del Vaticano) no puede prevalecer sobre el ordenamiento internacional comunitario de la justicia.
----------En un asunto como el que he mencionado como ejemplo, no hay abuso de poder por parte del Estado sobre la Iglesia. Sin embargo, es cierto el mal que aqueja a la Iglesia y que es denunciado por el lector, a saber, un cierto allanamiento de la ley canónica sobre la ley civil, por lo cual, según el bien conocido plan masónico, el Estado tiende a privar a la Iglesia de su libertad para desarrollar su misión sobrenatural, en el intento de reducirla a una simple entidad política terrena, manejable por la masonería.
----------De ese modo, hoy sucede que en la Iglesia se está perdiendo de vista esa "justicia" evangélica, que debe ser "superior a la de los escribas y fariseos" (Mt 5,20) y se está difundiendo un concepto de justicia adaptado a las miserias de este mundo, que así se legitiman, en una falsa misericordia y tolerancia, incapaces de corregir las malas tendencias y de "conducir en alto", con la ayuda de la gracia, por encima de ellas, para hacer resplandecer desde ahora las primicias del hombre nuevo de la resurrección.
----------Un ejemplo que se podría dar de esta aquiescencia de la Iglesia a la moral del mundo, de ese mundo que la Iglesia debería conquistar, purificar y salvar y no en cambio venerar más bien como si fuera su señor, es la gravísima cuestión de la sodomía, hoy particularmente difundida incluso en el clero. El precedente derecho canónico castigaba este delito; y en su lugar, por una idea verdaderamente insensata, ha sido suprimido del nuevo Código de Derecho Canónico (en mi opinión, un error pastoral de la actual legislación).
----------De aquí se deduce ese allanamiento o cedimiento al mundo de la ley canónica, que es denunciado por el lector: así como la ley civil no condena la sodomía, de hecho al contrario, ahora la ha legalizado con las llamadas "uniones civiles", estamos presenciando hoy en la Iglesia una batalla contra la pedofilia, pero no una lucha contra la sodomía. Como recordamos, hace algunos años atrás el Papa convocó a los presidentes de las Conferencias episcopales de todo el mundo para tratar el problema de la pedofilia, pero no el de la sodomía.
----------Está claro que no se trata de retornar al Medioevo o de elevar, como hacen los musulmanes, la sharia a ley del Estado. La Iglesia no tiene necesidad de obtener del Estado posiciones de favor o de privilegio ni el reconocimiento del sacramento del matrimonio, aunque reconozca los efectos civiles. El sistema de la religión de Estado se ha acabado en las democracias modernas, por mal que le pese a ciertos grupos pasadistas bien conocidos, y sólo está vigente en Estados fundamentalistas (por ejemplo islámicos) que no han llegado a comprender todavía que hoy el Estado tiene el deber del respeto de la libertad religiosa.
----------Naturalmente, no corresponde al Estado sino a la Iglesia establecer cuál es la verdadera religión. El católico es un leal servidor del Estado, siempre que el Estado no emane leyes inhumanas, o irracionales, o contrarias a la ley natural. En cambio, la Iglesia, gracias al ordenamiento canónico, debe organizar en su interior, en estrecha colaboración entre pastores y laicos, un modelo avanzado de sociedad fraterna, sinodal, igualitaria, justa, ordenada, plural, libre, pacífica y concorde: la civilización cristiana.
----------Tal asociacionismo católico fraterno en el interior de la Iglesia, que puede y debe ser asociacionismo también político, debe tener un rol protagónico, de vanguardia, y modélico para toda la sociedad, a tal punto que debe suscitar la admiración, incluso de los no creyentes; debe estar en primera fila, allí donde se promueven y se reivindican los valores del hombre y de la civilización, así como ocurría en los primeros tiempos del cristianismo, en los cuales los paganos estaban admirados por el alto nivel moral de vida y por el recíproco amor fraterno entre los creyentes, tanto que se decían entre ellos: "¡Mirad cómo se aman!".
----------En cuanto a aquella famosa frase del Papa: "¿quién soy yo para juzgar?", debemos decir que ha sido mal entendida. El papa Francisco no ha pretendido en absoluto legitimar la sodomía, como algunos erróneamente le han hecho decir, porque la sodomía en sí es pecado grave. Simplemente ha querido decir, y esto es muy importante, que también un homosexual puede estar en gracia de Dios, no ciertamente  por su pecado, sino por la voluntad de sanar. Por lo cual, ¿puedo acaso yo sentenciar en cada caso que se encuentre en pecado mortal ante Dios? ¿Qué sé yo de lo íntimo de su conciencia?
   
Aunque no seamos Santa Catalina de Siena...
   
----------En mis artículos he puesto muchas veces como modelo de la actitud que tenemos que tener los fieles católicos hacia el Romano Pontífice, la actitud que tuvo en su época santa Catalina de Siena; y no han faltado algunos que me han criticado diciendo que yo no soy santa Catalina de Siena, ¡y que no puedo pedir a nadie ser como santa Catalina de Siena, que eso es pedir imposibles!
----------De acuerdo, pero ¿quién nos impide imitarla? Las cartas que la Santa escribía al papa Gregorio XI y al papa Urbano VI, con pocas adaptaciones, también podrían ser útiles al papa Francisco. Lo que lamentamos es que mientras aquellos Papas del Medioevo tuvieron, más allá de sus defectos humanos, la humildad y la sabiduría para escuchar las palabras inspiradas de la gran Santa, palabras severas pero saludables, la impresión que tenemos es que el papa Francisco prefiere escuchar otras voces, que él confunde con voces de amigos o que se presentan como amigos o como profetas, pero que en realidad fingen una devoción que es solo adulación, falsos amigos que alaban como virtud aquello que en Francisco es defecto.
----------Sin embargo, habría que decir al lector al que aquí me he referido, y a todos los lectores que quizás estén pensando de modo similar, que como todos bien sabemos, a veces ocurre que lo que nos corresponde hacer es, sí, hablar, denunciar, intentar que se corrija lo que debe ser corregido, en la medida de nuestras posibilidades, pero a veces también ocurre que existen ocasiones en que advertimos que nuestra misión no es tanto la de la palabra, cuanto la del silencio, un silencio orante, meditativo, adorante y contemplativo. En efecto, es necesario hacer silencio cuando habla Dios o para esperar que Dios hable y para hablarle a Dios no necesitamos sonidos articulados. Pero también es necesario hacer silencio para escuchar a los hermanos, y a todos los hombres, sobre todo a los que sufren en el cuerpo y en el espíritu.
----------Y si así lo hacemos, entonces los católicos no necesitaremos que Quino, nuestro querido paisano Joaquín Salvador Lavado Tejón [1932-2020], nos venga a decir a través de su entrañable Mafalda: "El problema de las mentes cerradas es que siempre tienen la boca abierta". Por favor, no lleguemos al extremo de esas mentes obstinadas que no paran de abrir la boca para necedades. Espero que el lector tenga efectivamente esa capacidad de escuchar, saber identificarse, empatizar, y vivir el sufrimiento de los demás, saber comprender el sufrimiento del Papa, aunque no lo demuestre con su carácter usualmente extrovertido y alegre. De hecho, ¿cómo no va a sufrir el Papa por los males que denuncia? Estemos, pues, cerca de él en la oración y en la ofrenda de nosotros mismos para que él guíe a la Iglesia con el corazón de Dios.

2 comentarios:

  1. Por supuesto que hay que buscar y apreciar lo bueno de Francisco. Por ejemplo la renuncia de Taussig.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Manuel,
      me alegro de su consenso en nuestro deber, en cuanto fieles católicos, de buscar siempre y apreciar lo bueno del papa Francisco, más allá de sus humanos defectos.

      Eliminar

Comentarios sin debido respeto hacia la Iglesia y las personas, serán eliminados. Se admiten hasta 200 comentarios por artículo.