El diálogo entre los universalismos, la palabra y la acción del Romano Pontífice, la autoridad de una Organización de las Naciones Unidas con actualizada base jurídica, y la reasunción de la tradicional doctrina de las condiciones de una guerra justa, son algunos de los factores que pueden ahorrarle a la humanidad, con la ayuda de la gracia, la locura de guerras como la que estos días se perfila.
Diálogo entre los universalismos
----------Es necesario que las concepciones universalistas del hombre, como por ejemplo la cristiana, la islámica, la masónica, la liberal o la marxista, sean objeto de encuentro y diálogo entre exponentes cualificados de sus respectivas concepciones, a fin de elaborar juntos, en la común percepción de la fraternidad universal y de la igualdad humana, una renovada carta de los derechos del hombre, más actualizada y más comprensiva, para que sirva de base jurídica para la autoridad y actuación de la ONU.
----------Los humanismos verdaderamente universalistas son aquellos que perciben la universalidad de la razón humana, precisamente porque el hombre se define a sí mismo como animal racional. Son aquellas que han nacido de Sócrates, de Confucio, de Platón, de Aristóteles, de Cicerón, de Boecio, de Agustín, de Tomás y, aunque no sin graves defectos, de Descartes, de Kant, de Rousseau, de Hegel y de Marx.
----------Entre todas las religiones, aquella que da más importancia a la razón es indudablemente el cristianismo católico, preciso católico y no protestante, porque sabemos cómo entre los continuadores de Lutero la razón está despreciada. Este primado del cristianismo católico le viene del hecho de que en el cristianismo la razón humana ha sido exaltada en su más alto grado al haber sido asumida, como naturaleza humana, en unión hipostática con la persona del Verbo para constituir la persona de Nuestro Señor Jesucristo.
----------Pues bien, al respecto podemos decir entonces que el cristianismo, entre todas las religiones, es aquella que mejor de todas es apta para fundar ese humanismo universalista de la fraternidad universal, que es ser hermanos en la universalidad de la razón. Es sobre este humanismo que podemos fundar sobre sólidas bases teóricas de moral y de derecho, la autoridad civil-estatal, de la cual la ONU tiene necesidad para hacer valer su derecho-deber al gobierno político universal de la comunidad internacional.
----------En este sentido, resulta de gran utilidad filosófica y antropológica subrayar cómo la humanidad de Nuestro Señor Jesucristo implica decir que Jesús es supremo maestro de la razón, en cuanto es ese divino sapiente que entre todos supremamente nos enseña el recto y honesto razonar, por lo cual justamente san Jerónimo decía que en el Evangelio, entre otras cosas, aprendemos la ciencia y el arte de la lógica. La razón especulativa de Jesús nos demuestra la existencia de Dios y su razón práctica los principios de la ética racional y del derecho natural, que deben estar en la base de la constitución de las Naciones Unidas. Jesús nos enseña a cumplir lo que santo Tomás de Aquino llama perfectum opus rationis, la ciencia metafísica como preparación a la teología racional, fundamento de la ética racional.
----------Como reflexionábamos dás atrás (véase: Breve nota sobre la metafísica de Jesús), han sido hasta ahora pocos los teólogos que han tenido la idea de mostrar (a partir de las sugerencias de san Jerónimo, y también de algunas expresiones de san Buenaventura) a Jesús como maestro de metafísica, de lógica y de teología, mucho más allá de la metafísica, la lógica y la teología de Aristóteles. Aquel que más que ningún otro teólogo cristiano ha sabido sondear el misterio de la racionalidad de Jesús hipostáticamente unida al Logos divino, ha sido santo Tomás de Aquino. La ciencia de la lógica de Hegel quería ser la exposición de esta síntesis del logos humano con el Logos divino. Es una pena que Hegel haya disuelto de manera monofisita lo humano en lo divino, con la consecuencia antropocéntrica de disolver lo divino en lo humano.
----------Al respecto, una fe expresión, por cierto muy desagradable, aunque lamentablemente difundida en estos últimos años de relativismo imperante, es la expresión las "fes". Se puede hablar de culturas, de creencias, de doctrinas, de opiniones, pero no de "fes". Es un despropósito. La fe religiosa como tal, ya sea la cristiana o la judía o la islámica o la fe religiosa natural, es un saber, un conocimiento y, como tal, como la ciencia y como la filosofía y la teología, es universal, es una, porque la verdad es una sola.
----------Visiones humanísticas importantes pero menos comprensivas que las anteriores, son aquellas vinculadas a un particular pueblo o a una cultura o mentalidad o sensibilidad o visión religiosa, como el protestantismo, la ortodoxia oriental, el judaísmo, el hinduismo, el budismo, el taoísmo. Sin embargo, incluso estos horizontes deben encontrar su espacio de libre expresión en el ámbito de la libertad de pensamiento en lo interno de los humanismos más amplios y omnicomprensivos mencionados anteriormente.
----------Dicho eso, hay que decir que, en cambio, son deletéreas y divisivas aquellas concepciones del hombre que restringen la humanidad a aspectos parciales y limitados, por más importantes y esenciales que ellos sean, como el empirismo, o el sentimentalismo, o el idealismo, o el materialismo, o el racismo, o el nacionalismo, o el sectarismo, o el fanatismo o el fundamentalismo o el fideísmo religioso.
----------A este respecto, lamentablemente, provoca mucho prejuicio a la universalidad del cristianismo el antes mencionado desprecio luterano por la razón en nombre de la "fe", por lo cual la fe luterana, no privada de su eficaz universalismo, se difunde y se afirma no sobre la base de comunes y universales convicciones de teología y de ética naturales y racionales, sino por la sugestiva fascinación que suscita en los ánimos su fervor profético y su ímpetu emotivo, típica expresión del alma alemana, eso que ellos llaman Gemüt, el cual, como ya hemos explicado en otras notas recientes, es una profunda intuición del corazón, por la cual, sin embargo, no está claro hasta dónde llega la conceptualización y dónde comienza el sentimiento místico o, como viene llamada, la "experiencia" interior atemática y subjetiva, la cual, no obstante la referencia a la "Palabra de Dios", no garantiza una verdadera y segura objetividad y universalidad doctrinal, sino que genera una pluralidad y un conflicto de interpretaciones, hasta el punto de crear a su vez una multiplicidad de comunidades protestantes, todas ellas siempre reclamándose a Lutero, pero en constante contraste entre sí mismas.
El Romano Pontífice y la promoción de la paz
----------Una especial responsabilidad en la promoción de la paz internacional y en la solución de los conflictos entre las naciones corresponde a los Romanos Pontífices, encargados por Nuestro Señor de apacentar su rebaño, a fin de que todos los hombres, convocados por la palabra de paz y de reconciliación del Evangelio, puedan formar, con la ayuda de la gracia, un único rebaño bajo un solo pastor.
----------Ciertamente, el Papa se ve facilitado en esta obra importantísima por el hecho de poder disponer en la actualidad, en todo el mundo, de las nunciaturas y de las representaciones pontificias, que pueden mantenerlo debidamente informado y brindarle sugerencias. Por lo demás, puede recibir informaciones de los embajadores de Estados extranjeros ante la Santa Sede, y dispone también de muchos canales de información por parte de los obispos y de los institutos religiosos esparcidos por el mundo entero.
----------En la gravísima circunstancia por la que hoy atraviesa la humanidad con el conflicto entre la OTAN y Rusia por Ucrania, considero que el papa Francisco haría bien en remitirse a la enseñanza del papa san Juan Pablo II sobre los "dos pulmones" de Europa, la Iglesia latina y la Iglesia griega, donde encontramos las comunes raíces cristianas de la Europa occidental y oriental, abrazando también a Rusia.
----------Hoy está claro que la Organización del Tratado del Atlántico Norte, nacida en 1949 en un clima de fuerte preocupación europea por el avance del comunismo stalinista, ha desarrollado indudablemente una función disuasoria. Pero, dado el proceso iniciado con el papa san Juan XXIII, de un progresivo deshielo entre el mundo occidental y el mundo soviético, que había sido querido por el mismo Concilio Vaticano II con las actividades ecuménicas y el diálogo con los no-creyentes, culminado en 1989 con la disolución de la URSS y el retorno de la libertad religiosa en los ex-países socialistas, en estas últimas décadas, gracias a la predicación incansable de san Juan Pablo II (piénsese en las grandes figuras de Cirilo y Metodio, el mensaje por el 800° aniversario del bautismo de Rusia, así como el mensaje por el 1000° aniversario del Bautismo de Ucrania) hemos asistido a un consolador y prometedor proceso de recuperación de las comunes raíces cristianas, y a un acercamiento y ósmosis sinérgica entre los dos cristianismos europeos, occidental y oriental.
----------Entonces, dados esos presupuestos, nos preguntamos: ¿quién es el que tiene interés en dividir a Europa en dos bloques contrapuestos, como para hacernos retroceder a la época de Stalin? Ciertamente se trata de fuerzas anticristianas euro-ruso-estadounidenses y probablemente es el gran capitalismo financiero masónico-judío internacional. ¿Qué puede hacer el papa Francisco contra estos monstruos? Indudablemente sus relaciones con el Patriarca de Moscú Cirilo y con el Patriarca de Constantinopla Bartolomé son óptimas y esto es motivo de esperanza de que su unión con el Romano Pontífice, más allá de las antiguas disidencias, pueda atraer abundantes gracias del Espíritu Santo para la solución del conflicto.
La autoridad de la ONU sobre la comunidad internacional
----------Todas estas sugerencias, en mi opinión, nos deberían poner en el camino correcto sobre cómo pensar, cómo juzgar, cómo discernir la actual situación. Claro que es difícil pensar objetivamente, mientras en cambio es fácil asumir partidismos ideológicos, pues al fin de cuentas es inevitable ver razones y errores tanto en Rusia como en la OTAN y en Ucrania. Por supuesto, no debemos idealizar a la ONU, pues también para ella vale el mismo presupuesto de las consecuencias del pecado original; sin embargo, hoy debemos rendirnos a la evidencia del sentido de la existencia de la ONU, y decir que ella parecer ser, al menos hoy, un organismo ciertamente indispensable y necesario, aunque también lamentablemente bastante limitado, pues bastaría con que, por ejemplo, USA, Rusia y ahora China hicieran lobby como bien sabemos, para mover las decisiones en una dirección o en otra. De ahi la necesidad que he señalado líneas arriba de una nueva base de sustento jurídico para la autoridad de la ONU sobre la comunidad internacional.
----------Ha llegado el momento de que la comunidad internacional se empeñe al máximo para reforzar la autoridad de la ONU tanto como sea posible. Esto es del interés de todos, porque, si no se permite de una vez por todas que la ONU ejerza un verdadero y propio poder de gobierno sobre la comunidad internacional, el riesgo de una guerra atómica entre los países en posesión de armas nucleares sigue siendo altísimo.
----------Por lo tanto, es absolutamente imperativo que estas potencias concuerden lo antes posible un desarme nuclear común, al tiempo que se les autorice a hacer uso de las armas tradicionales para los conflictos locales, pero también estas intervenciones militares deben ser autorizadas y controladas por la ONU, tal como es el caso hoy en día en todos los Estados nacionales, los cuales poseen armas tradicionales, que sólo pueden ser utilizadas por el Gobierno central. Por lo tanto, lo que está sucediendo hoy en los Estados individuales debe poder lograrse proporcionalmente lo antes posible a nivel de la ONU.
----------Por cuanto respecta al conflicto de la OTAN con Rusia, es necesario que las dos partes, con la ayuda de fuerzas externas, pongan en luz sus razones en una leal encuentro y confrontación deponiendo las armas. En mi modesta opinión, el mal está en ambos lados, por lo cual es necesario que cada uno renuncie a sus propósitos bélicos, porque en tal caso una guerra sería, como ha dicho el papa Francisco, una verdadera locura y hoy locuras de este tipo no pueden ser permitidas.
Joseph Ratzinger y la doctrina de la "guerra justa"
----------Por cuanto respecta a la doctrina tradicional acerca de la guerra justa, es interesante recordar aquí, el discurso del entonces cardenal Joseph Ratzinger, todavía Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, pronunciado en Normandía el 4 de junio de 2004, con motivo del 60° aniversario de desembarco aliado, que sin duda es una autorizada exposición de tal postura doctrinal. Al menos señalemos algunos pasajes del discurso. Hago notar que la opinión de Ratzinger acerca de la "justicia" de la acción bélica por parte de los aliados es diferente al parecer de monseñor Frasceschi citado líneas en mi nota de ayer; aunque es muy comprensible que las cosas se vean bien distintas en 1940 que más de sesenta años después.
----------Como dije, sólo citaré algunos pasajes del discurso de Ratzinger: "Si alguna vez se ha verificado en la historia un bellum justum, es aquí que lo encontramos, en el empeño de los Aliados, porque su intervención también obraba en su desenlace para el bien de aquellos contra cuyos Países se libraba la guerra. Constatar esto me parece importante porque muestra, sobre la base de un suceso histórico, la insostenibilidad de un pacifismo absoluto. Ello no nos exime en modo alguno de plantearnos con mucho rigor la pregunta de si hoy todavía sea posible, y en qué condiciones, algo parecido a una guerra justa, vale decir, una intervención militar, puesta al servicio de la paz y guiada por sus criterios morales, contra los regímenes injustos...".
----------"Ciertamente, la defensa del derecho puede y debe, en algunas circunstancias, recurrir a una fuerza debidamente proporcionada. Un pacifismo absoluto, que niega el derecho al uso de cualquier medio coercitivo, se resolvería en una capitulación frente a la iniquidad, sancionaría su toma del poder y abandonaría el mundo al diktat de la violencia. Pero para evitar que la propia fuerza del derecho se transforme ella misma en inequidad, es necesario someterla a criterios rigurosos y reconocibles como tales por parte de todos".
----------Para mí ha significado un gran placer volver a leer estas sabias consideraciones del entonces cardenal Ratzinger, las cuales coinciden exactamente con lo que hemos venido reflexionando en esta serie de notas acerca de la doctrina de la guerra justa, que por lo demás no es otra cosa que la doctrina moral tradicional sobre el tema. Pues al fin de cuentas, una condena absoluta de la guerra es inadmisible, pues termina por ser un juicio injusto, porque pone en el mismo plano a los oprimidos y a los opresores, a los ladrones y a los saqueados, a los violentos y a los pacíficos, a los dictadores y a los libertadores.
----------El uso de la fuerza en sí mismo no es ilícito, pero debe ser regulado de acuerdo con los principios de la justicia. En estas condiciones es capaz de traer la paz donde hay guerra, de liberar a un pueblo de una tiranía y de recuperar territorios de la Patria injustamente ocupados por el extranjero.
----------El papa Francisco, sin embargo, ha expresado, en la audiencia de este miércoles 23 de febrero, palabras sumamente acertadas, cuando ha condenado el perfilarse de la guerra presente, en cuanto él juzga que sólo se están defendiendo "intereses partidistas". Por ende, está claro que en el caso del conflicto OTAN-Rusia, dado que las dos partes están equivocadas, una guerra debería ser considerada inmoral.
Las herejías y las guerras
----------Retomando el discurso del cardenal Ratzinger en 2004, continuó desarrollando el tema de la relación entre razón y religión, tanto respecto al terrorismo fundamentalista como a las ideologías laicistas. Queda manifiesta la vieja verdad de que las herejías están también en el origen de las guerras: "Parafraseando una afirmación de Hans Kung, diría que ninguna paz puede existir en el mundo sin la auténtica paz entre razón y fe, porque sin la paz entre la razón y la religión se agotan las fuentes de la moral y del derecho. [...] existen las patologías de la religión [...] y existen las patologías de la razón que también son claramente visibles. Ambas patologías constituyen peligros mortales para la paz y, me atrevería a decir, para la humanidad entera. [...] Dios, o la divinidad, pueden ser transformados en la absolutización de un determinado poder, de un determinado interés. Si la imagen de Dios deviene de tal manera facciosa como para identificar el carácter absoluto de Dios con una comunidad particular o con ciertas áreas de interés, esto destruye el derecho y la moral: en este contexto, el bien es lo que está al servicio de mi poder, y la diferencia entre el bien y el mal se desvanece".
----------"La moral y el derecho devienen partidistas. Y todo esto se agrava ulteriormente cuando [...] la moral y el derecho asumen todo el peso del fanatismo religioso, y devienen así totalmente ciegos y brutales [...] Pero existe también la patología de la razón enteramente separada de Dios. La hemos visto en las ideologías totalitarias que habían negado todo vínculo con Dios y pretendían así construir el hombre nuevo, el mundo nuevo. Hitler merece indudablemente la cualificación de irracionalista. Los grandes profetas y los realizadores del marxismo no están menos marcados por la pretensión de construir el mundo animados únicamente por la razón [...] Pero es el mismo desarrollo espiritual de Occidente el que tiende cada vez más hacia patologías destructivas de la razón. En el fondo, la bomba atómica -con lo cual la razón, en vez de ser fuerza constructiva, pretendía reforzarse a través de la capacidad de destrucción- ¿no era ya una superación de los límites?"
----------"Y cuando, a través de la búsqueda del código genético, la razón toma posesión de las raíces de la vida, ella tiende cada vez más a no ver al hombre como un don del Creador (o de la 'naturaleza') y a transformarlo en un producto. El hombre viene 'hecho', y lo que se puede hacer se puede también deshacer. [...] ¿Cómo podrá entonces subsistir el respeto por el hombre incluso aun cuando es derrotado, débil, sufriente, minusválido? […] Y es precisamente sobre estas bases que las dictaduras ideológicas han actuado: en una determinada situación puede darse que sea bueno matar a los inocentes, si esto sirve para la construcción del futuro mundo de la razón. En todo caso, su dignidad absoluta ya no existe".
----------"La razón enferma y la religión manipulada acaban encontrándose en el mismo resultado. Todo reconocimiento de valores últimos, toda afirmación de verdades por parte de la razón, acaba con la aparición de la razón enferma como fundamentalismo [...] Una razón que sólo sabe reconocerse a sí misma y lo que es empíricamente, ciertamente se paraliza y se autodestruye. Si el Iluminismo buscaba fundamentos válidos de la moral 'etsi Deus non daretur', hoy debemos invitar a nuestros amigos agnósticos a abrirse a una moral 'si Deus daretur' [...] Sólo una razón que se mantenga abierta a Dios, una razón que no exilie la moral en la esfera subjetiva y no la reduzca al puro cálculo, puede evitar la manipulación de la noción de Dios y las enfermedades de la religión, y puede ofrecer alguna terapia".
----------Son sumamente apreciables también estas sabias consideraciones de quien al año siguiente llegaría al solio pontificio como Benedicto XVI Se trata de palabras que demuestran con claridad cómo efectivamente las guerras pueden ser causadas por graves errores en el plano teorético, sin con ello negar que también pueden surgir por motivaciones de carácter económico o jurídico o patriótico.
----------Sin embargo, las motivaciones teóricas me parecen las más importantes, porque intervienen de todos modos también en las demás motivaciones. Por eso, en principio, es posible evitar la guerra mediante un serio encuentro doctrinal o cultural entre las partes involucradas.
----------Así, por ejemplo, un factor de grave desacuerdo es un diferente concepto de la divinidad, como ha sido demostrado ampliamente por el secular conflicto entre el Cristianismo y el Islam. A este propósito debemos reconocer que las jornadas de oración en común, entre cristianos y musulmanes, de las cuales san Juan Pablo II tuvo la feliz idea, han sido ciertamente útiles para Dios, si no precisamente para eliminar el contraste entre la Iglesia y el Islam, al menos para atenuar el riesgo de futuros conflictos armados entre el mundo islámico y el mundo cristiano. El papa Francisco ha continuado trabajando sobre estas mismas huellas.
----------El Santo Padre nos ha invitado en la audiencia del miércoles 23 de febrero a dedicar el próximo Miércoles de Ceniza a la oración y al ayuno para conjurar el riesgo de guerra.
Estimado padre,
ResponderEliminarGracias por sus reflexiones.
Planteando una pregunta un poco lateral al artículo que ha publicado, ¿cómo piensa usted que se debería aplicar la categoría de "castigo de Dios" (que usted a menudo defiende con excelentes argumentos filosóficos y teológicos) a una situación de guerra? ¿Puede la guerra ser considerada, a la par de las pestilencias, de las catástrofes y de otras desventuras, como un instrumento de la divina justicia (con el debido respeto de los buenistas)?
¡Gracias, y hasta pronto!
Estimado Mauro,
Eliminarciertamente.
En la medida en que sufrimos una guerra, aunque en sí misma sea efecto de la maldad humana, incluida la guerra justa, nosotros sabemos que Dios también se sirve de la maldad humana con fines correctivos, para estimularnos a la penitencia y a la conversión.
Lo que obviamente no quiere decir que nosotros, teniendo la posibilidad, no tengamos la obligación de sustraernos al sufrimiento que nos llega de un ambiente donde existe la guerra.
Por eso es más que comprensible la resolución de muchos, a costa de sacrificios, de salir de la zona de guerra para encontrar refugio en otros lugares donde se supone que la situación sea tranquila.