En las dos corrientes ideológicas que hoy atacan a la Iglesia desde su interior, es frecuente encontrar puntos en común. Los modernistas (pseudo-progresistas que asumen la modernidad en bloque) y los pasadistas (pseudo-tradicionalistas que la rechazan también en bloque), atados sectariamente como están a su catecismo ideológico, comparten muchos errores de variado tipo: históricos, filosóficos, teológicos...
----------Uno de esos errores en común entre modernistas y pasadistas es interpretar el Concilio Vaticano II en sentido de ruptura con todo el Magisterio precedente. Naturalmente, los modernistas se alegran del hecho, mientras que los pasadistas lo lamentan, pero ambos comparten el mismo error de interpretación. Por supuesto, se trata de un error en la fe, y con las debidas condiciones canónicas tal afirmación es una herejía, porque un Concilio ecuménico, reunido con el Papa y bajo él, infalible como es en la doctrina de Fe y Moral, no puede contradecir el depósito de la Revelación, del cual es custodio.
----------Que el papa Benedicto XVI, hoy papa emérito, haya claramente declarado, en una de sus principales enseñanzas doctrinales, que los textos del Concilio Vaticano II deben ser interpretados con la "hermenéutica del progreso en la continuidad", no constituye problema ni para modernistas ni para pasadistas, porque ambos, en este aspecto, comparten con el protestantismo su absoluta independencia respecto a Pedro y sus sucesores: protestantes, modernistas y pasadistas se oponen al Papa, sea quien sea.
----------Por supuesto, son rarísimos los casos en que es posible encontrar, tanto entre modernistas como entre pasadistas, a individuos libres de la arrogancia, la autosuficiencia y la falsa seguridad que psicológicamente caracteriza a todo sectario, pero a veces milagrosamente se encuentran personas con las que es posible iniciar un diálogo. En tal caso, y hablando de los documentos del Vaticano II, uno de los puntos siempre en discusión es la supuesta "cristología antropocéntrica" en la constitución Gaudium et Spes, concepción con la que los modernistas, por supuesto, no tienen ningún problema, precisamente porque ellos no han tenido ningún problema en aceptar el antropocentrismo de la modernidad, mientras que para los pasadistas, ese supuesto antropocentrismo es uno de sus principales blancos de ataque al Vaticano II.
----------A fin de que los amigos lectores dispongan de un pequeño "vademecum" de ayuda para el diálogo que pueda darse sobre este punto, especialmente si el interlocutor es un pasadista (en nuestros ambientes argentinos casi siempre será un lefebvriano o filolifebvriano), brindo aquí una breve guía de referencia.
----------Ante todo, lo primero que habría que decir es que ciertas proposiciones de la constitución pastoral Gaudium et Spes, por cierto no brillan efectivamente por su claridad, es decir, son algo ambiguas, y podrían ser equivocadamente entendidas en un sentido antropocéntrico. Aún más, podría haberse dado que quienes han propuesto esas proposiciones a la asamblea de los Padres conciliares, hayan estado influenciados o por Pierre Teilhard de Chardin [1881-1955], o por Henri De Lubac [1896-1991], o por Karl Rahner [1904-1984].
----------Naturalmente, para los buenos católicos, fieles a Pedro y sus sucesores, tal tipo de ambigüedades en cualquier documento del Magisterio, no sólo en los del Vaticano II, se soluciona recurriendo a la "hermenéutica del progreso en la continuidad" enseñada por el papa Benedicto; aunque por supuesto, ese no será el caso de nuestro interlocutor, empeñado en ver ruptura magisterial donde no la hay.
----------Sin embargo, no podemos pensar, como católicos, que el Concilio se equivoque en una materia tan importante como la de la antropología cristiana, que compromete la infalibilidad del Magisterio de un Concilio ecuménico. Por tanto, es necesario que nos esforcemos por dar una interpretación benévola de los textos, sabiendo ya en principio que no pueden enseñarnos errores ni desviarnos de la verdad tradicional.
----------Veamos, entonces, brevemente los pasajes que los pseudo-tradicionalistas suelen discutir. Uno de ellos es cuando Gaudium et Spes declara: "El Hijo de Dios, por su Encarnación se ha unido en cierto modo con todos los hombres" (n.22). Debería ser claro para todos los católicos que esta afirmación no debe ser entendida en el sentido de una impensable unión hipostática de la Segunda Persona divina con toda naturaleza humana, sino que puede entenderse en el sentido de una oferta, un ofrecimiento, una invitación de amor que Nuestro Señor Jesucristo hace a todo hombre para unirse a Él, como vida de su vida.
----------Aquel "se ha unido" no debe entenderse como dato de hecho, porque esto no corresponde a la verdad que siempre ha sido proclamada por la Iglesia en su Magisterio, que afirma que de hecho no todos los hombres están unidos a Cristo ni están en gracia, sino que la gracia puede estar ausente -de lo contrario el pecado no existiría- e incluso algunos hombres están sujetos al castigo del infierno.
----------Por otra parte, en cuanto respecta al pasaje de Gaudium et Spes de que el hombre sea en el mundo "la única criatura que Dios ha querido por sí misma" (n.24), no debemos necesariamente pensar en una absolutización del hombre tal de sustituir el carácter absoluto divino o de identificarse con Él. El querer una cosa por sí misma no significa necesariamente quererla como fin último, sino que puede ser solamente una expresión enfática para expresar la alta dignidad de la cosa querida o deseada.
----------En cuanto el hombre es creado a imagen y semejanza de Dios, ciertamente permanece infinitamente inferior a Dios; sin embargo, posee algo altamente noble que lo convierte en un bonum honestum, que es precisamente lo que es bueno en sí mismo; lo que no quiere decir que a su vez pueda y deba ser ordenado a un bien ulterior, absoluto desde todo punto de vista, que se sabe que solamente es Dios.
----------¿Acaso no hablamos de "valores absolutos" cuando hablamos de los principios y de las leyes morales, "valores no negociables" como se dice? ¿Y no será en cierto modo "absoluta" aquella persona humana que los encarna? ¿No hablamos de "sacralidad" de la vida humana? ¿Y acaso no está lo sagrado emparentado con lo divino? Es obvio que con esto no estamos autorizados a suprimir la distancia entre el Creador y la creatura. ¿Pero acaso podríamos sospechar que el Concilio quiere hacer tal cosa?
----------Después, en cuanto al pasaje que afirma que en Cristo la naturaleza humana es "elevada a una dignidad sublime", no debemos necesariamente pensar en algo que vaya más allá de lo que la Iglesia siempre ha enseñado, a saber, la doctrina fundamental de la filiación divina y la vida en gracia, que, como también se expresan los Padres Griegos, es una cierta "divinización" del hombre, que obviamente no debe entenderse en sentido panteísta, sino que, como afirma san Pedro en su Segunda Carta, implica en el hombre una "participación de la naturaleza divina" (consortes naturae divinae, 2 Pe 1,3-4).
----------En cuanto a Teilhard de Chardin o a De Lubac, yo diría que realmente en este punto ellos no tienen nada que ver, sobre todo el primero, e incluso aún cuando el segundo, con su distinción nada clara entre lo natural y lo sobrenatural -justamente criticada en su momento por el cardenal Giuseppe Siri [1906-1989]-, parezca o bien ensalzar demasiado el hombre o bien rebajar lo sobrenatural.
----------Más grave es, en cambio, la posición de Teilhard, con su teoría de la materia que "se supera" a sí misma convirtiéndose en espíritu, la falsa concepción de la creación y la negación del pecado original. Aquí tenemos el verdadero nefasto antropocentrismo, del cual, sin embargo, sería injusto inculpar al Concilio y, repito, sobre todo como católicos, no podemos pensar una cosa de tal género porque incluso la doctrina sobre el hombre es materia de fe, donde la Iglesia, por un Concilio, no puede cometer error.
----------Creo que con lo dicho, los lectores pueden contar con un esquema de estudio personal de los puntos en discusión acerca de la falsa acusación de antropocentrismo que los pseudo-tradicionalistas le hacen al Concilio Vaticano II en referencia a la constitución Gaudium et Spes. No obstante, estoy de acuerdo con lo que años atrás decía el recordado Mons. Brunero Gherardini [1925-2017], acerca de que estaría bien que el Papa aclarara definitivamente aquellos pasajes del Concilio, que podrían prestarse a interpretaciones heterodoxas o modernistas y que durante demasiado tiempo han sido explotados impunemente por los herejes (de una u otra de las mencionadas corrientes) para respaldar sus herejías.
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