No son pocas ya las veces que me he referido al Concilio Vaticano II y a sus documentos. Algunas veces, refiriéndome a los problemas que suscita la tarea de interpretar sus textos, y en otras ocasiones analizando también la bibliografía sobre el tema (en la serie que titulé "Omnia reparare", una serie de notas que debo retomar). Hoy deseo añadir una muy breve nota aclaratoria.
----------Recordaré aquí tres puntos, que yo solía repetir en mis clases cuando comenzaba a hablar del Concilio Vaticano II ante alumnos que nunca me habían escuchado acerca de este tema o, años después, en las reuniones con laicos. Se trata de algo así como un resumen catequético -si me permiten la expresión- acerca de tres ideas falsas que hoy circulan sobre el Concilio, difundidas a veces por los modernistas, a veces por los ultra-tradicionalistas, y a veces por ambos sectores en convergencia ideológica.
----------Lo que voy a hacer a continuación será sencillamente exponer cada una de las tres falsas ideas sobre el Concilio, y a continuación cada una de las tres ideas verdaderas que se le contraponen. Algo así como si fuera el formulario de tres tesis que, podrían ser desarrolladas -si el lector quisiera hacerlo- según el método escolástico, con la explicación de la terminología, la declaración de los errores contrarios, los fundamentos magisteriales que sostienen la tesis, su posterior explicitación teológica, y finalmente la nota o censura teológica que califica la tesis. De este posible esquema escolástico, como dije, aquí sólo se indican las tesis católicas y los errores que las niegan, pero en orden inverso: primero enuncio la idea falsa, y a continuación la tesis verdadera (apuntando luego sólo una brevísima explicación).
----------Primera idea falsa: que el Concilio sería solo pastoral. Por el contrario, el Concilio Vaticano II es también doctrinal. Es decir, no se limita a prescribir normas de conducta o a reformar las costumbres cristianas o a ofrecer pautas prácticas -por ejemplo sobre la conducta de laicos, de los religiosos, de los sacerdotes o de los obispos-; sino que define o aclara conceptos concernientes a la divina Revelación, contenidos en la Escritura y en la Sagrada Tradición, o bien las verdades o dogmas de la fe católica, como por ejemplo la naturaleza de la liturgia, de la divina Revelación, de la Iglesia, del laicado, del sacerdocio, de la vida religiosa, de la libertad religiosa, del diálogo ecuménico, o del diálogo interreligioso.
----------Segunda idea falsa: que las doctrinas del Concilio no son infalibles, sino que algunas o son modernistas o falsas o pueden llegar a serlo en el futuro. Por el contrario las doctrinas del Concilio, incluso aquellas nuevas, son o una explicación o un desarrollo de los dogmas o de la doctrina de la Iglesia previamente enseñada, doctrina o atinente a los datos de la fe o a cosas conexas con la fe. Sin embargo, es cierto que estas doctrinas son enseñadas en modo simplemente expositivo o asertivo y no bajo la forma de definiciones solemnes. El Concilio ha asumido de la modernidad los valores y descartado los errores.
----------Tercera idea falsa: que las doctrinas del Concilio constituyen un acontecimiento revolucionario y refundador del cristianismo en la historia de la Iglesia, en ruptura con la tradición precedente, inficionada por elementos espurios y superados, que no hacían conocer el Evangelio en su pureza original, que no es una doctrina inmutable, sino una experiencia personal de Cristo. Por el contrario, las doctrinas del Concilio, incluso aquellas nuevas, están en continuidad con el Evangelio y con el Magisterio precedente, que conserva intacta su verdad inmutable como doctrina de fe. Este Magisterio, por lo tanto, no está en absoluto superado ni es anacrónico, sino que está confirmado y explicitado por las doctrinas del Vaticano II.
Tres errores que deberían ser claros para cualquier católico, sin embargo, es tal el grado de confusión actual, y tan enorme la difusión de los errores que dervirtúan la plena fe católica en la conciencia de los fieles que se han vuelto protestantes (sea en la corriente modernista, sea en la corriente tradicionalista), que no arriesgo a pensar qué porcentaje de católicos estaría de acuerdo en afirmar que estas tres tesis son erróneas.
ResponderEliminarQuizás la existencia de las desviaciones ultratradicionalistas en los fieles católicos está sobredimensionada. Por lo pronto, hay que convenir que el ultra-tradicionalismo (lefebvrianismo o filolefebvrianismo, o las diversas formas de sedevacantismo teórico o práctico entre sedicentes católicos) es una minoría en la Iglesia. Pero el problema es que las páginas o blogs de dichas desviadas corrientes hacen algún ruido en internet y uno piensa que tienen relevancia, pero en realidad no la tienen, son ínfima minoría en la Iglesia.
ResponderEliminarDe otras características pienso que es el fenómeno modernista, que de modo inconsciente se ha infiltrado entre los fieles, particularmente en lo que respecta a moral sexual y matrimonial, en el ámbito del subjetivismo y relativismo moral. Pero no creo que estos mismos fieles que son inconscientemente modernistas en el ámbito moral, compartan de modo consciente los tres errores que aquí se mencionan.
En cualquier caso, me parece que este es solo un problema de un escaso porcentaje de católicos, que podríamos llamar "cultos", o que tienen alguna preocupación intelectual, o que al menos de tanto en tanto reflexionan sobre su ser católicos. No es un problema que sufra la mayoría de los católicos.
ResponderEliminarPor otra parte: ¿quiénes son los católicos?
Aquí mismo, en Argentina, ¿cuál es la realidad?
Se puede decir que Argentina es una nación católica?
¿O más bien, como alguna vez dijo mons. Aguer, Argentina es un pueblo religioso?
Quizás habría que decir... supersticioso. En muchos casos.
Pero... ¿católico?
Márquez:
ResponderEliminarBueno, está supuesto en lo que dije. Sólo es válido para católicos conscientes, con algún grado de reflexión sobre sí mismos.