----------Revisando mis apuntes mariológicos, dispuesto a invitar a mis lectores este viernes a meditar en los misterios de Nuestra Señora, me encuentro con unas breves notas hechas diez años atrás, en octubre de 2010, después que el papa Benedicto XVI asistiera al Sínodo de los Obispos para Medio Oriente. Las ideas que puse a salvo de mi frágil memoria se refieren a la meditación del Santo Padre durante la primera congregación general de la asamblea sinodal, un discurso de altísima talla.
----------El papa Ratzinger dirigió su palabra a los Obispos, precisamente el lunes 11 de octubre de 2010, hace de esto ya casi una década. En aquella oportunidad, les recordó a sus hermanos en el episcopado los grandes misterios cristianos de la Encarnación y de la Maternidad divina de María, imagen de la Iglesia, la "Mujer" apocalíptica, en lucha durante todo el curso de la historia con el "Dragón rojo", símbolo de las potencias del mal, que serán derrotadas en la parusía de Nuestro Señor Jesucristo.
----------Fue un discurso de evidente tonalidad ecuménica, dada la presencia en el mencionado ámbito de muchos hermanos ortodoxos, con los cuales nosotros, los católicos, compartimos precisamente estos misterios fundamentales de la fe cristiana, y en torno a los que hoy más que nunca todos los cristianos (católicos y no católicos) debemos aferrarnos, particularmente en Medio Oriente, donde se sabe lo difícil que es el encuentro entre el cristianismo y las otras religiones, el mundo judío y el islámico.
----------El discurso de Benedicto XVI, de extraordinaria riqueza y profundidad, requeriría un comentario cuya amplitud indudablemente no puede ser contenida en el espacio de esta breve nota. Sin embargo, me limitaré a comentar sólo algunos puntos de gran importancia, también por el hecho de que las expresiones que usa el Papa podrían ser mal interpretadas por quienes, como ciertas corrientes modernistas suelen hacer, quisieran llevar al Papa hacia las aguas de su molino. Muy lejos de ello, los discursos del papa Benedicto XVI, a quien siempre le ha encantado (y con toda razón) usar un lenguaje moderno (pero no modernista), deben interpretarse no obstante siempre a la luz de la Tradición católica. Y así lo haré para la ocasión.
----------Hablando de la maternidad de la Virgen, el Papa se pregunta: "¿Cómo podría una persona humana ser Madre de Dios, del Eterno...?". Y se responde: "Dios no permaneció en sí mismo: salió de sí mismo, se unió de una forma tan radical con este hombre, Jesús, que este hombre Jesús es Dios".
----------Es evidente, como siempre la teología lo ha sabido, que María no puede ser madre de la divinidad de Cristo, algo absurdo, porque Dios, causa primera increada, no puede tener una "madre", pero María es la Madre de un hombre que es Dios. En tal sentido la llamamos "Madre de Dios", es decir, usando una cierta transposición de predicados referidos a la misma Persona de Cristo, transposición que tradicionalmente se denomina "communicatio idiomatum". Esto es lo que Nestorio no logró comprender.
----------Pero, entonces, nos podemos preguntar: ¿Qué es este "salir de Dios de sí mismo", del cual habla el papa Benedicto? Ciertamente, no se trata de la creación de la humanidad de Cristo, de la que habla el Papa en el mismo discurso, sino de la generación eterna del Hijo divino de parte del Padre. Mientras que, de hecho, según el dogma católico, la creación del mundo es el acto por el cual Dios produce el mundo de la nada (lo que se llama en teología: opus Dei ad extra), la generación eterna es el acto intradivino, idéntico a Dios mismo, con el cual el Padre genera el Hijo (opus Dei ad intra).
----------La Sagrada Escritura compara la creación con la obra de un artífice, que sin embargo produce toda la obra, sin utilizar un material precedente, como hace el artesano humano, sino también creando la materia, algo que nosotros no podemos hacer; por lo cual el mundo, que surge de la nada gracias a la omnipotencia creadora divina, no tiene naturaleza divina, sino sólo una naturaleza limitada y mutable.
----------En cambio, para expresar la generación del Hijo, la Sagrada Escritura nos recuerda el rayo que sale del sol, de la misma naturaleza que el sol. De hecho, la Carta a los Hebreos (1,3) llama al Hijo "Irradiación de la gloria del Padre", y Jesús mismo, para designar su filiación, dice haber "salido" del Padre (Jn 8,42). Por eso lo que "sale" de Dios, o sea el Hijo, no sale de la nada como la creatura, sino que sale de Dios y, por tanto, sólo puede ser de naturaleza divina: Deum de Deo, como decimos en el Credo.
----------Por el contrario, los modernistas, que confunden con Hegel la creación del hombre con la generación del Hijo de Dios, divinizan indebidamente al hombre fomentando la soberbia, y provocando en la conducta moral toda suerte de aberraciones y desobediencias a Dios.
Escolio: ¿Es teológicamente correcto afirmar que "Jesús es un hombre de Dios?"
----------Ahora una pequeña nota marginal que nos permitirá comprender lo ya dicho y responder clara y categóricamente a la pregunta del subtítulo: Absolutamente no. No es correcto afirmar que "Jesús es un hombre de Dios", porque se trata de una expresión que supone la negación de la divinidad de Cristo. En efecto, decir "Hombre de Dios", es expresar que es un hombre que pertenece a Dios, así como se dice que una persona amada pertenece a quien le ama. La mencionada expresión, "hombre de Dios", es usada para designar a personas santas, o que tienen fama de santidad, o altas virtudes, pero siempre en familiaridad con Dios, personas totalmente dedicadas a Dios, o que han dedicado o consagrado toda su vida a Dios.
----------Ciertamente, Nuestro Señor Jesucristo es todo esto, pero al mismo tiempo es infinitamente más que esto: Él es Dios, lo que quiere decir que, además de ser hombre, también es Dios. Cristo, como lo definió el Concilio de Calcedonia, es una única divina Persona, la Persona del Hijo Unigénito o del Verbo, con dos naturalezas: una naturaleza humana y una naturaleza divina.
----------La proposición "Jesús es Dios" es una proposición delicadísima, que debe ser correctamente entendida y que puede ser malentendida. Para comprender exactamente el sentido y no pensar que Jesús identifica su ser hombre con su ser Dios -lo que sería panteísmo-, se debe aplicar un procedimiento lógico al que me referí líneas arriba, que se llama "comunicación de predicados" (communicatio idiomatum).
----------Refiero aquí una descripción de dicho procedimiento: Nuestro Señor Jesucristo es una única Persona en dos naturalezas, lo que permite las proposiciones dogmáticas cristológicas obtenidas de la communicatio idiomatum. De hecho, la comunicación de los dos predicados es comunicación de dos formas o esencias, mientras que el único sujeto o supuesto es la persona. Y es precisamente la unicidad de la persona, sujeto lógico de ambos predicados, lo que permite la comunicación de los predicados, por lo cual se puede predicar un predicado del otro, tomándolo como sujeto de la proposición.
----------Así, puedo decir que Jesús es Dios, como si el sujeto de la frase fuera Jesús hombre, mientras que el sujeto real es la Persona del Verbo. Así que aquí el término "Dios" supone no por Jesús, sino por el Verbo, porque Jesús como hombre no puede ser Dios y como Dios no puede ser hombre. Pero es Dios sólo porque el Verbo subsiste en un individuo.
El misterio de María, Madre de Dios
----------Avanzando en nuestra lectura de aquella meditación de hace una década, vemos que el papa Benedicto XVI se detiene luego en el significado de la Encarnación del Hijo Unigénito, partiendo de la visión teológica de Aristóteles: "La filosofía aristotélica, como sabemos bien, nos dice que entre Dios y el hombre sólo existe una relación no recíproca. El hombre se remite a Dios, pero Dios, el Eterno, existe en sí, no cambia: no puede tener hoy esta relación y mañana otra. Existe en sí, no tiene relación ad extra... Con la Encarnación, con la llegada de la Theotókos, esto cambió radicalmente, porque Dios nos atrajo a sí mismo y Dios en sí mismo es relación y nos hace participar en su relación interior".
----------También aquí se necesitan algunas explicaciones, para no oponer demasiado a Aristóteles, a la manera luterana, a la revelación bíblica. Incluso en la visión bíblica, Dios es inmutable. En cuanto a no haber "relación ad extra", o sea hacia el mundo, el Pontífice intenta referirse a la bien conocida concepción aristotélica de la relación de Dios con el mundo: el mundo, para el Estagirita, como para todo el antiguo mundo pagano, no es creado por Dios, sino que existe por cuenta propia independientemente de Dios, por lo cual Dios, a su vez, aunque ha sido visto por Aristóteles como "motor inmóvil", no obstante no se preocupa por el mundo ni por la salvación del hombre. En este sentido, el Dios aristotélico no tiene relaciones "ad extra".
----------Por el contrario, nos recuerda el papa Ratzinger, el Dios cristiano, que permanece siempre siendo el Dios inmutable de Aristóteles, y aquí debemos oponernos a la concepción hegeliano-modernista del Dios que "cambia" y "deviene", es sin embargo un Dios misericordioso. De hecho, Dios Padre cuida tanto de la salvación del hombre que envía a su Hijo, que se encarna en el seno de María, muere en la cruz por nosotros y nos hace partícipes, mediante la gracia, de la vida misma de las Tres divinas Personas, cada una de las cuales es una Relación subsistente, como ha dicho varias veces el papa Benedicto, refiriéndose a Santo Tomás de Aquino y a la doctrina del Concilio de Florencia de 1442.
----------Por tanto, si bien es cierto que tenemos una relación real con Dios, como ya de algún modo había entendido Aristóteles viendo en Dios el supremo fin del hombre, sin embargo el Dios cristiano, en Cristo hombre, se pone también Él en una relación real con nosotros, hombre entre los hombres, aunque siga siendo cierto, como hace notar santo Tomás de Aquino, que Dios como tal, o sea la naturaleza divina, no puede tener con el mundo sino una relación de razón, dado que nosotros dependemos de Dios pero Dios no depende de nosotros y decir relación quiere decir dependencia.
----------A menudo, los discursos del papa Benedicto XVI tenían necesidad de una oportuna exégesis (del mismo modo que necesitan de exegesis los discursos del papa Francisco). Pero el mismo papa Benedicto nos ha indicado qué tipo de exégesis y hermenéutica necesitan sus discursos. Y ahora lo que estoy haciendo es parafrasear cuanto ha expresado el papa Ratzinger a propósito de la interpretación del Concilio Vaticano II. La exégesis que necesitan los discursos del papa Benedicto XVI (lo mismo que los discursos del papa Francisco) es una exégesis no de ruptura sino de continuidad con la Tradición, continuidad en el progreso. De hecho, como se ve en aquella meditación de hace diez años al Sínodo de Obispos para el Medio Oriente, el Papa, en absoluta fidelidad a la Tradición y precisamente porque es fiel a la Tradición, no se limita a repetir las fórmulas del pasado (obra siempre útil y necesaria), sino que nos presenta hoy la Tradición en nuevos desarrollos con un lenguaje adecuado al hombre de nuestro tiempo. Para expresarnos con las mismas palabras del Papa: no una tradición "congelada", sino una Tradición "viviente".
Estimado padre. Gracias por esta hermosa meditación, que para mí es como una clase de teología. Por favor, a modo de sugerencia, no demore tanto en volvernos a escribir sobre María.
ResponderEliminarHerminia: Tendré en cuenta la sugerencia. Será justo que le dedique más espacio en el blog a Nuestra Santísima Madre.
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